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Cuál es el origen del Barrio San Vicente, Córdoba

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Entrevista realizada a Desirée Alda D´Amico es Magíster en Gestión Política (Universidad 
Católica de Córdoba-Georgetown University) y Becaria de CONICET. En el marco del 
Seminario-Taller Renovación urbana en la ciudad construida: los barrios peri-centrales de la 
ciudad de Córdoba. 
 
¿Cuál es el origen del Barrio San Vicente y cuales fueron las particularidades históricas de 
su desarrollo? 
 
Al hablar de San Vicente, en primer lugar debemos decir que hacemos referencia a un barrio 
ubicado en la zona este de la ciudad de Córdoba. A diferencia de otros barrios de reciente 
fundación, éste forma parte de las primeras iniciativas urbanizadoras existentes en Córdoba, que 
datan de fines del siglo XIX y fueron desarrolladas en el marco del naciente modelo 
agroexportador. 
Concretamente, San Vicente fue fundado el 19 de junio de 1870 por Agustín Garzón, es decir, a 
través de una iniciativa privada que dio nacimiento a uno de los primeros pueblos que por 
entonces rodearían el casco céntrico citadino. Decimos “pueblos” debido a que en ese momento 
la ciudad estaba encerrada en el conocido “pozo” o “embudo” que por muchos años la caracterizó. 
De este modo, los actuales barrios-pueblos próximos al centro estaban alejados del municipio, 
presentando en algunos casos ciertas características rurales y autonomía en cuanto a sus 
necesidades en materia de infraestructura, redes sociales, etc. 
En este sentido, cabe señalar que San Vicente no fue ajeno a esta tendencia, tanto es así que 
durante los primeros años el barrio era conocido por sus quintas de hortalizas y frutales, pobladas 
principalmente por familias de la clase alta cordobesa que compraban sus viviendas para 
vacacionar o descansar en la zona. 
 
 
 
 
Antigua casa Riera Vives. Exponente de las quintas de San Vicente 
 
 
Este paisaje comenzó a matizarse con el tiempo, adoptando un perfil particularmente heterogéneo. 
Esto es, la consolidación del ferrocarril y de las primeras oleadas migratorias transatlánticas, así 
como la llegada de las primeras industrias al barrio (curtiembres, hornos de Cal Serrano, ex 
molinos Leticia, entre otras) propiciaron un cambio importante en la composición socio-
demográfica y habitacional. Esto se evidenció en la llegada de obreros, que se instalaron 
próximos a las industrias que había en los bordes de San Vicente, y de algunas casitas precarias y 
rancherías posibilitadas por la baja en los precios de la tierra generados tras la competencia de 
diversos agentes inmobiliarios existentes en la zona. 
Esta tendencia se fue consolidando, sobre todo entre las décadas del ’40 y ’60, momento en que, 
acorde al modelo sustitutivo de importaciones, se instalaron en el barrio las industrias pesadas de 
tipo metal-mecánicas. Así San Vicente vivió un momento de particular desarrollo adquiriendo un 
carácter fuertemente industrial, cuyos máximos exponentes se evidenciaron por ejemplo en las 
antiguas industrias Czaky (conocidas popularmente como “Chasqui”), las industrias Whelam, entre 
las principales. 
 
 
 
 
Ex Industrias Czaky 
 
 
Aunque éstas representaban una importante fuente de desarrollo socio-económico para los cientos 
de trabajadores que vivían de estas empresas, con el tiempo entraron en crisis. La crisis socio-
política que se sucedió entre la década del ‘70 y ‘80 fue degradando la zona. Se produjo el cierre 
de muchas de las principales fuentes intensivas de trabajo, que sufrieron su última “estocada” en la 
década del ‘90, con la apertura indiscriminada de importaciones. De esto modo, aunque algunas 
industrias subsistieron, San Vicente fue adquiriendo un perfil crecientemente comercial, como es el 
que lo caracteriza en la actualidad. 
De este modo, en los últimos años es posible observar el desarrollo de un importante 
“microcentro” que se extiende a lo largo de la tradicional calle San Jerónimo la cual actúa 
como un eje vertebrador del barrio, el cual se ha visto poblado tanto por comercios familiares como 
por pequeñas, medianas y grandes empresas de capital nacional que han vuelto a prestar atención 
a la zona. 
 
 
 
 ¿Por qué se habla de “la República de San Vicente”? 
 
Consolidado en el imaginario de las generaciones más grandes y en menor medida también en los 
más jóvenes, la historia de “La República” rememora el espíritu de resistencia a la autoridad e 
importancia de la acción colectiva de los vecinos en el marco de los tradicionales corsos que 
se hacen históricamente en la zona y que, puntualmente en este caso, rememoran el corso del año 
1932. Según distintos autores, el carácter relativamente acomodado de sus primeros habitantes le 
imprimió al barrio un carácter festivo que se evidencia inclusive desde los primeros años de su 
fundación. Tanta es su importancia que, si bien hablamos de un simple festejo, hacia la década del 
´30 éste se había transformado en una importante fuente de ingresos para la ciudad. Ésta puede 
ser una de las principales razones por la cual, a pesar de la histórica tradición del barrio de 
organizar mediante una comisión de vecinos el corso, este año el comisionado municipal de la 
época (Ricardo Belisle) decidió que los corsos no se harían en el barrio sino en el centro. 
Disuelta la comisión sanvicentina por la Municipalidad, y no obstante la prohibición oficial, un grupo 
de jóvenes -principalmente de las familias del centro del barrio- decidió realizar el corso. Llegado el 
día (lunes 8 de febrero) sostiene Ordóñez Pardal que “desde temprano empezó el santo y seña 
entre los vecinos de San Vicente. ‘Esta noche habrá corso’ y la voz corrió como reguero de 
pólvora. Numerosas comisiones de jóvenes de ambos sexos recorren el barrio invitando a concurrir 
a la calle San Jerónimo a las 18horas. No habrá palcos ni guirnaldas para la iluminación, y el que 
tenga auto que concurra con su familia, que se realizará el corso. Si interviene la policía, ‘ya 
veremos qué pasa’ es la contestación”. 
Así transcurren las horas y el corso efectivamente se realiza, convocando incluso a las familias que 
se encontraban en el corso oficial del centro, quienes se trasladan al barrio. Frente a esta 
situación, el comisionado decide cortar el alumbrado de la calle San Jerónimo, sin embargo los 
vecinos sacan electricidad desde sus domicilios y la resistencia sigue. Ante esta situación, se 
manda a reprimir a la población por medio de la fuerza pública. 
 
Vecinas disfrazadas en los corsos del barrio. 
 
 
Si bien, en un principio, el comisario Abel Gordillo Peña decide actuar con serenidad evitando 
exacerbar aún más los ánimos, un agente de la seccional primera detiene al Sr. Ángel García. 
“Esto permitió que interviniera el comisario Gordillo Peña quien ordenó la detención de ambos. Así 
las cosas, trajo como consecuencias una reclamación colectiva por la libertad del Sr. García. Más 
de quinientas personas acompañaron el detenido hasta la puerta de la comisaría 5ª a los gritos de 
¡viva la libertad! ¡abajo la dictadura! (…) Como a las 22hs, el señor García fue puesto en libertad y 
una manifestación lo acompañó por calle San Jerónimo al grito de ¡viva la República de San 
Vicente!”. De este modo, había nacido el “mito” de “La República”, puntapié para diversas 
iniciativas vecinales que llevarían en su identidad esta acción vecinal. 
¿Cuáles son sus características físicas y sociales más importantes? 
Actualmente el barrio es uno de las zonas más populosas de Córdoba, con una población de 
19.058 vecinos según datos del Censo del año 2001. Existe una mayor concentración poblacional 
entre los 25 y 44 años y en segundo lugar entre los 45 y 64 años 
En cuanto a su perfil socio-económico el barrio sigue manteniendo un carácter predominantemente 
obrero. Esta situación se evidencia en que sobre un total de 14.657 personas de 14 años o más, 
entre los cuales 6.286 están ocupados, el 47,24% forma parte de un sector obrero empleado en el 
sector privado, seguido por un 27,76% que es trabajador por cuenta propia, un 15,87% que es 
empleadodel sector público, y tan sólo con un 5,42% que es patrón, un 2,19% que es trabajador 
familiar sin sueldo y un 1,52% que es trabajador familiar sin sueldo. 
Respecto a las características productivas de la zona, sobre un total de 1.925 establecimientos, 
según la misma fuente consultada, existen 1.007 comercios en el barrio, seguido por 632 
establecimientos que se dedican al área de servicios, 267 industrias, 2 establecimientos dedicados 
a actividades primarias y 1 a otras actividades. Si bien estos datos pueden haber variado debido a 
la particularidad de la crisis del año 2001, existen otras variables más estructurales que nos dan la 
pauta de un barrio de clase media y media baja, en algunos casos empobrecida. 
Por ejemplo si analizamos el nivel de instrucción de su población podemos observar que sobre un 
total de 14.355 de personas de 15 años y más, sólo 8.301 tienen estudios completos. De esa 
población con estudios completos, el 19,06% tiene estudios secundarios completos, seguida por el 
18,31% de estudios primarios completos, un 13,1% de nivel universitario y finalmente, un 7,13% de 
estudios terciarios. 
Finalmente, en lo que respecta al índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), sobre un 
total de 5462 hogares particulares ocupados, 203 tienen NBI en vivienda, 158 hacinamiento, 136 
con capacidad de subsistencia, 31 con necesidades sanitarias y 25 hogares con NBI escolaridad. 
Sin ánimos de ahondar sobre una cuestión cuantitativa que puede ser más significativa de 
comparar en términos relativos con el conjunto de la ciudad, simplemente pretendemos mostrar 
cómo el barrio presenta ciertas características socio-económicas que lo identifican principalmente 
con una clase media y baja, o en todo caso “nuevos pobres” (esto es, personas que tienen, por 
ejemplo un buen nivel de instrucción o características generales que los identificarían con la clase 
media, pero que debido a la crisis socio-económica de los últimos años han registrado una 
movilidad social descendente en la escala de estratificación social) que encuentra consonancias 
con el perfil histórico-estructural del barrio. 
 
 
 
 
 
 ¿Cuáles han sido históricamente los roles del mercado, el Estado y la organización o auto-
organización social en el desarrollo del barrio? 
 
Como señalamos previamente, si bien al principio el estado en su nivel municipal cumplía un rol 
secundario hasta la efectiva inclusión del barrio en el ejido urbano (en el año 1888), desde su 
incorporación la situación no siempre fue fácil. Si bien la relación varió según las redes sociales de 
pertenencia de los distintos vecinos y su afinidad con los signos partidarios, en líneas generales la 
acción del estado se ha visto muchas veces condicionada por la propia acción vecinal. 
Esto es, el asociativismo casi siempre ha cumplido un papel relevante en el barrio. Tanto es 
así que San Vicente ya evidencia uno de los primeros antecedentes de asociaciones vecinales 
hacia fines de siglo XIX. Desde aquellos tiempos hasta la actualidad, si bien evidentemente el nivel 
de participación vecinal ha ido variando de acuerdo al contexto macropolítico nacional e 
internacional, aún es destacable la cantidad de organizaciones y grupos en general existentes en 
el barrio, que trabajan para la resolución de distintas problemáticas y necesidades de la zona. En 
este sentido cabe señalar la existencia de distintos espacios culturales, bibliotecas, comisiones 
de vecinos, clubes, grupos religiosos, comedores comunitarios, etc. Con esto queremos 
reconocer el protagonismo que han tenido históricamente los vecinos para lograr que sus 
demandas sean escuchadas. De hecho, gran parte de la infraestructura e instituciones existentes 
en el barrio encuentran sus orígenes en múltiples demandas vecinales. 
 
 
 
 
Antigua fachada del Mercado Marcos Juárez 
 
 
Es importante hacer algunos comentarios sobre el rol que cumplió el Mercado Marcos Juárez 
(actual Centro Cultural Municipal) en la zona. Como ya lo mencionamos, en sus orígenes nuestro 
barrio presentaba un marcado carácter rural. Frente a esta situación, y sumado a la ubicación 
estratégica del barrio en el contexto del “desierto” que por entonces caracterizaba el conjunto de la 
zona este de la ciudad, no es llamativo que el mercado de San Vicente haya tenido un importante 
protagonismo como núcleo proveedor de alimentos para los habitantes del lugar y zonas aledañas. 
Tanto es así que, aunque el primer mercado fue construido por Samuel Palacios hacia el año 1886, 
ya hacia 1889 fue expropiado por el municipio, el cual construiría la actual fachada externa que aún 
mantiene el Centro Cultural. Al mismo tiempo, y lo que es más importante, desde aquellas épocas 
hasta 1980, el municipio regularía el espacio, el cual durante muchos años estaría ocupado por 
distintas generaciones de familias que trabajaban en los puestos. Socialmente hablando, 
según los testimonios de distintos vecinos, éste representó en alguna manera un espacio de 
sociabilidad para los habitantes del barrio, especialmente aquellos próximos a la calle San 
Jerónimo, configurando una serie de prácticas y relatos propios de este espacio. En este sentido, 
es comprensible que su cierre en la década del ’80, aunque haya sido fundamentado por algunos 
como la conclusión de un ciclo natural frente a la crisis de la época, para otros fue sentido como 
una imposición que de alguna manera puso fin a un territorio de valor no sólo económico, 
sino también social y cultural para la zona. 
 
¿Cómo ha funcionado la remodelación del antiguo mercado y su transformación en CPC? 
 
El Mercado se cierra en el año 1980 y el Centro Cultural se inaugura el día 2 de julio de 1981. 
Aprovechando la estructura del edificio se genera un proyecto de refuncionalización a cargo del 
Arq. Miguel Ángel Roca, que conserva la fachada externa del antiguo mercado (tras la intervención 
del año 1925) y transforma su interior. 
Al igual que otros centros culturales, propios de esa gestión, se genera toda la infraestructura 
necesaria para el desarrollo de actividades culturales, previendo un teatro con boleterías, 
camarines en subsuelo, sala de baile también en subsuelo, bar, espacios para el dictado de 
talleres, un gran hall de entrada con sillas de material, un lugar para la secretaría central, así como 
otros espacios principalmente vidriados y diferenciados con colores vibrantes en los que predomina 
el rojo, verde, amarillo y blanco. En cuanto a las paredes, evocan un bosque y el techo el cielo. 
 
 
 
 
Fachada posterior del Centro Cultural San Vicente. 
 
 
Si bien estéticamente el interior es llamativo, los usos que se le han dado como Centro Cultural 
muchas veces han presentado ciertos inconvenientes que refieren especialmente a la 
funcionalidad del edificio. Algunos espacios aparecen con formas geométricas interesantes, 
como los triángulos donde se dictan los talleres; sin embargo, muchas veces son reducidos para la 
cantidad de alumnos. Otra cuestión que se evidencia es el oneroso mantenimiento que lleva la 
estructura, por ejemplo en cuanto a la limpieza de vidrios que requieren hidrolavadoras, escaleras -
en algunos casos- muy elevadas para cambiar luminarias, que no se condice con los magros 
presupuestos que viene disponiendo el municipio para estos espacios. 
Más allá de esta cuestión, y si retomamos el uso que se le da a este espacio, cabe mencionar el 
dictado de talleres culturales, servicio de registro civil, recursos tributarios, a lo que se suma una 
sala de arte “Roberto Viola” y el Museo y foto-galería barrial comunitario “Recuerdos 
Sanvicentinos” inaugurado por nuestra comisión de vecinos con colaboración de personal del 
Centro Cultural. A esto debemos sumar la biblioteca “Julio Díaz Usandivaras” inaugurada por otra 
comisión de vecinos durante el año 1985, así como un espacio que está alquilado a una heladería 
y un espacio para dictado de talleres de computación, entre las actividades principales.¿Cómo han afectado al barrio los fenómenos urbanos, políticos y sociales que 
caracterizaron la evolución de la ciudad en los últimos 15 años, y en particular el boom de la 
construcción con posterioridad al 2003? 
 
Si reflexionamos sobre las transformaciones acaecidas durante los últimos 15 años, haciendo 
hincapié sobre todo en el auge de la construcción desde el año 2003, debemos decir que si bien 
San Vicente no ha estado expuesto al mismo tipo de presiones e intervenciones como las que se 
pudieron evidenciar en Nueva Córdoba, Alta Córdoba, General Paz, Güemes, entre los principales 
barrios, tampoco ha sido totalmente ajeno a este contexto. 
Por tener una ubicación estratégica próxima al centro de la ciudad y disponer de todos los servicios 
mínimos de infraestructura (tales como pavimentación, cloacas, tendido eléctrico, de gas, etc.) 
muchos “desarrolladores” han arribado al barrio comprando las antiguas casonas de la zona -
típicas casas chorizo y de otras tipologías con terrenos de grandes dimensiones- las cuales han 
sido demolidas total o parcialmente (incluso en contravención) para dar origen a los nuevos 
proyectos. 
 
 
 
 
Ex casa quinta del barrio. Valor patrimonial medio. (Ord.11.190/06) 
 
 
Si bien esta situación aún no ha invadido el barrio, las experiencias existentes hasta el momento 
han puesto en alerta a distintos grupos de vecinos, entre ellos nuestra propia Red, frente a 
intervenciones desafortunadas que alteran no sólo el rico patrimonio histórico cultural de la zona 
(reconocido inclusive por el gobierno municipal en el año 2006 a partir de la ordenanza 11.190/06 y 
reforzada por la ordenanza 11.202/07, en las cuales se detallan los distintos inmuebles de valor 
patrimonial del barrio) y sus redes sociales frente al desplazamiento de los vecinos, sino que 
además no cumplen con las mínimas condiciones de habitabilidad necesarias para el 
desarrollo de la vida humana. Esto es, en general se evidencian una serie de construcciones 
precarias, con dimensiones sumamente pequeñas, escasa ventilación, inexistencia de espacios 
comunes como patios compartidos, inadecuadas condiciones térmicas, entre otras deficiencias que 
emergen a la simple mirada de cualquier vecino que no es especialista en la materia. 
Si bien se podría contraargumentar que, a diferencia de otros barrios, estas construcciones 
presentan estas características debido al carácter “económico” de las construcciones, por el 
contrario, muchas de ellas son inaccesibles para la mayor parte de la población de clase 
trabajadora que pretende vivir en ellas. A esto debemos sumar como interrogante si existe la 
suficiente infraestructura pública para cubrir la demanda que genera la llegada de nuevos 
habitantes. Por el momento creemos que prima cierta incertidumbre, ya que sólo con mencionar el 
servicio de cloacas encontramos múltiples inconvenientes frente a la situación de colapso cotidiano 
que experimenta en esta materia el barrio y gran parte de la ciudad. Frente a este panorama, la 
pregunta es: ¿cuál es la alternativa frente a las tendencias históricas de expansión y crecimiento 
de las ciudades? 
 
 
 
Ex casa quinta (ver imagen anterior) Fue demolida en contravención. 
Nivel patrimonial medio Ord. 11.190/06 
 
 ¿Cuáles han sido las estrategias individuales y/o colectivas para la preservación de la 
trama social y la identidad urbana de San Vicente? 
 
Al manifestar los anteriores puntos, los conceptos sobre los que centralmente ha trabajado la Red 
San Vicente son el de renovación urbana y progreso barrial. De acuerdo a nuestro criterio, si 
bien estamos conscientes del crecimiento de las ciudades, entendemos que la renovación urbana 
exige una adecuada planificación. Esto implica tomar en cuenta múltiples dimensiones que 
requieren un trabajo interdisciplinario, que tenga en cuenta tanto cuestiones materiales como 
simbólicas implicadas en estos procesos de renovación urbana. Esto es, entender a los barrios 
como constructos socio-políticos de relaciones humanas, construidos y destinados para las 
personas que habitan en ellos y que, por supuesto, no están exentas de distintas tensiones e 
intereses. 
Recuperar una visión multidimensional de las construcciones, entendiéndolas como “objetos” 
insertos en una trama de redes sociales, identidades, historias, naturaleza, costumbres, entre otros 
aspectos significativos, puede ser una forma de entender la importancia de cuestiones que, aunque 
subestimadas muchas veces por su simplicidad, son fundamentales para mejorar la calidad de 
vida. Si bien creemos que esto supone un desafío para todas las disciplinas, las cuales no sólo 
están limitadas por su propio conocimiento disciplinar sino también por los propios intereses 
acumulativos inclusive de sus demandantes, estimamos que sólo en el trabajo en conjunto y la 
acción colectiva está la capacidad de cambio. 
Convencidos de la significatividad de los procesos que implican el trabajo territorial, de contacto 
con los propios vecinos y sus necesidades, durante los últimos tres años desde que se constituyó 
nuestro grupo, hemos venido realizando distintas actividades de concientización y reconocimiento 
de nuestro patrimonio barrial, así como trabajando sobre demandas concretas que fueron 
surgiendo frente a problemáticas que afectaban inmuebles con distinto valor patrimonial, identitario 
y social para nuestra zona. 
En esta dirección, se realizaron charlas sobre temas patrimoniales, se difundió la temática en 
distintos medios masivos y comunitarios propios de nuestro grupo, se desarrollaron iniciativas 
legales y de contacto con distintos agentes gubernamentales vinculadas al planeamiento urbano, 
obras públicas, privadas y de patrimonio del municipio y -en algunos casos también- a nivel 
provincial. Al mismo tiempo, se realizaron actividades de difusión de las ordenanzas que regulan 
la materia patrimonial del barrio, así como gestiones para la reglamentación de ciertos artículos 
de estos instrumentos legales. También desde hace años se vienen desarrollando visitas guiadas 
gratuitas por el barrio para el reconocimiento y preservación de los espacios públicos y 
patrimoniales del barrio con los vecinos, entre las principales iniciativas. 
 
Entre las últimas actividades de las que participamos como Red, las cuales encuentran correlato 
con las problemáticas por nosotros abordadas, cabe destacar el Laboratorio de Investigación 
Proyectual sobre “Renovación urbana en la ciudad construida: los barrios peri-centrales de la 
Ciudad de Córdoba” desarrollado en el marco de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño 
de la Universidad Nacional de Córdoba. En esta oportunidad, los vecinos que integramos la Red 
nos encontramos con distintos especialistas relacionados a la arquitectura para compartir nuestra 
visión sobre el barrio, sus problemáticas socio-habitacionales y la importancia del trabajo en 
conjunto (profesionales relacionados al hábitat y vecinos) a partir del trabajo participativo y 
consciente de las realidades locales. Esto pretendió lograr una primera aproximación para el 
desarrollo de proyectos de renovación urbana sustentables y sostenibles en el tiempo, y atentos a 
las distintas necesidades sociales implicadas necesariamente en cualquier proceso de 
planeamiento. 
 
¿Y cuales son en tal sentido las “amenazas” pendientes sobre el barrio. 
 
Luego de realizar este breve recorrido por el barrio, una de las principales amenazas que persisten 
sobre la zona es la falta de políticas de planificación integral. Es decir, de políticas que tengan 
en cuenta la complejidad que supone cualquier territorio, en términos no sólo culturales, sino lo que 
es aún más importante, para alcanzar una inclusión social más amplia de los propios vecinos. 
A esto debemos agregar ciertas representaciones reduccionistas que, en muchos casos, 
persisten en el imaginario social como es el pensar que el simple hecho de edificar supone “el 
progreso” para el lugar. Tener en cuentaotros aspectos materiales, como el aumento del costo de 
vida, que inclusive generan estas “materialidades” exige un trabajo minucioso de concientización 
que todavía debemos consolidar. Esto a su vez encuentra relación con la necesidad de reconocer 
que la calidad de vida supone no sólo cuestiones materiales –evidentemente importantes- sino 
también aspectos inmateriales que refieren a las identidades, historias y otras cuestiones 
que nacen de las propias relaciones humanas. 
Por todo ello insistimos que, si bien somos conscientes de las limitaciones reales que nos impone 
el sistema socio-económico y político actual, a pesar de las dificultades, estamos cada vez más 
convencidos de la necesidad de revalorizar al ser humano como principal destinatario y 
variable de cualquier política que se pretenda cualitativamente superadora. Ese tal vez sea 
nuestro principal desafío…

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