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Informe de Lectura 10

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Alberto Miguel Sánchez
Usuario 8712
Licenciatura en Historia
	
Seminario de Historia Política
Informe de Lectura N°10	
La fecha límite de entrega es el 06/06/20
En base a la lectura completa del texto de J. J. Hernández Arregui que se encuentra en la sección "Biblioteca" del campus de cuenta en no más de dos carillas del planteo que realiza el autor en torno al problema de la revolución en el país y del lugar del peronismo en la construcción del socialismo en la Argentina
Lecturas:
"La formación de la conciencia nacional"), J. J. Hernández Arregui, Untref Virtual, Unidad 09
Desarrollo
Para Hernandez Arregui la situación semicolonial de nuestras naciones se produce una clara diferenciación entre las masas populares, con sentido de pertenencia a la tierra y sus formas de manifestarse desde su acervo cultural que es ante todo anticolonial desde su expresión colectiva y su permanente búsqueda de formas que permitan establecer lazos en el objetivo superior de garantizar la unidad latinoamericana como forma de supervivencia y de posibilidad de desarrollo. 
Por otro lado, los sectores de la oligarquía que desprecian todos los aspectos que representen la cultura popular en toda su extensión y representan los intereses coloniales a los que se deben y representan. Junto a ellos se asocia un conglomerado intermedio de pequeños burgueses o capas medias del mundo urbano que son moldeadas por múltiples herramientas del sistema, como la publicidad, la escuela o los medios de comunicación, que transmiten una visión colonial de la vida nacional y que alejan a estos sectores de la “realidad profunda” de la patria.
Esta contradicción conduce a que las masas populares asuman posiciones de lucha por la liberación nacional contra los poderes coloniales para lo cual, sus fuerzas deban recurrir a la instauración de gobiernos de tipo autoritarios para garantizar el éxito de los procesos y avanzar hacia formas de desarrollo de mayor autonomía con la incidencia del Estado como motor y fuente de contrapeso al poder del capitalismo monopólico.
Bajo estos parámetros, Hernández Arregui ubica la experiencia del peronismo y sus formas claramente contrapuestas a los intereses de los monopolios capitalistas internacionales a los cuales confronta, dificultando su expansión desde formas monopólicas de estado que limitan las capacidades de saqueo y penetración a dichos monopolios.
 El autor hace una crítica a los sectores que sobrevaloran el sistema liberal como modo de organización social al considerar ilusorio la posibilidad de que el capitalismo pueda reelaborarse en beneficio de las mayorías, o de otro modo, ofrecer las bases necesarias para el establecimiento de un modelo superior. Estas críticas son esencialmente direccionadas a los sectores pequeños burgueses, ya que los mismos serían los portadores de las ideas estructuradas desde un sistema educativo colonizado y al servicio de intereses foráneos.
El liberalismo es para Hernández Arregui un sistema en clara decadencia, sin que ello melle la función progresista que significó en su nacimiento enfrentando el atraso medieval y proponiendo romper los moldes de los dogmas que originariamente estaban asentados en los poderes ligados a la fe conservadora. Esta acción revolucionaria del liberalismo durante el siglo XIX aceleró el desarrollo técnico que se encontraba estacionado bajo modos atrasados que imposibilitaban pasar a formas modernas de producción que expandieran el progreso en sus diferentes facetas.
El proceso que se inicia en 1943 plantea una serie de cuestiones acerca del fracaso práctico de la democracia liberal y si bien el movimiento que se inicia en ese año posee componentes en muchos casos contradictorios, representa para Hernández Arregui la conciencia histórica de una etapa y los deseos emancipadores de las masas. Perón representa la síntesis en la cual confluyen los intereses emancipadores de sectores relevantes del Ejército con el auge de los sectores obreros postergados por la acción de un liberalismo conservador de claro sentido antinacional.
La disyuntiva que plantea el autor es la necesidad de definir el rumbo de la patria entre conceptos opuestos como los de “factoría y nación” y en ellos se mueven los diferentes actores de la vida nacional con sus particularidades y pujas de intereses. El peronismo es analizado en esta coyuntura, particularmente desde los sectores de izquierda, como un movimiento policlasista y al servicio de la burguesía, lo que significa un reduccionismo en desmedro de los componentes transformadores del movimiento liderado por Perón, sin que ello signifique desconocer las contradicciones propias de un amplio espacio que alberga a diferentes estratos de la sociedad lo que dificulta sus capacidades revolucionarias y aporta elementos a los críticos del clasismo de izquierda.
Si bien el peronismo no es para Hernández Arregui un movimiento socialista en su composición ideológica como en su constitución de clase social, es innegable que la irrupción de las masas otorgaron al proceso una vitalidad renovadora tal que generó formas socializantes inéditas en la vida política nacional, lo que emparenta en la práctica con las ideas del socialismo muy a pesar de que las clases proletarias desconozcan que por su ubicación histórica tendrán siempre una postura enfrentada al capital y propicia a la socialización de la riqueza.
El peronismo, con sus políticas de autonomía nacional aportó herramientas necesarias para avanzar hacia cambios de mayor radicalidad al mismo tiempo que bregaba por generar instancias que favorecieran la unidad de las naciones latinoamericanas como requisito necesario para asegurar mayor posibilidad de desarrollo regional y enfrentar el asedio imperial desde un bloque compacto y con objetivos independentistas.
Esta postura antimperialista del peronismo se complementa con condiciones estructurales en todo el continente que sustentan la idea de un proceso de características socialistas que deberá ser regional para que el mismo pueda sostenerse en el tiempo y generar formas de desarrollo autónomo garantizando el papel de los estados en la administración de los principales resortes de la producción, estableciendo sistemas planificados que pongan trabas a la fuerza del capital trasnacional que de ningún modo sería fuente de solución a los problemas nacionales y regionales.
El socialismo es para Hernández Arregui una continuidad lógica y necesaria de la doctrina del justicialismo en favor de los sectores postergados y un modo de acelerar las transformaciones adecuándolas a nuevas circunstancias. De ningún modo es negar la doctrina peronista tradicional sino profundizarla en una etapa que así lo requiere, conformando una organización que avance hacia un socialismo nacional propio de una conformación mayoritariamente proletaria, peronista y por tanto revolucionaria.
En este camino el autor considera que la clase obrera argentina debe elevar su conciencia de clase para comprender el momento histórico y de ese modo hacer el movimiento un gran espacio que revolucione todas las relaciones sociales existentes. Esto implica actual también sobre las contradicciones internas de justicialismo y por aquellos que no vislumbran los nuevos tiempos ni tienen la capacidad de interpretarlos. Los dirigentes sindicales son tal vez donde este fenómeno burocrático se observe con mayor claridad y allí es, donde Hernández Arregui considera se debe actuar para generar un cambio que sea funcional a las transformaciones hacia la socialización de la economía.
Claramente el autor manifiesta que la construcción del socialismo no se funda en rígidos métodos debido a los distintos desarrollos de cada nación, por lo cual un primer paso es garantizar la elaboración de una estrategia de liberación nacional que permita la instauración del socialismo localmente para que en una etapa superior se avance hacia modos de mayor integración mundial con el aporte del desarrollo tecnológico y productivo en beneficio de los pueblos desde perspectivas distributivas.Alberto Miguel Sánchez Usuario 8712

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