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FRACTURA DE ANTEBRAZO

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Fracturas de la diáfisis del radio y cúbito 
(Antebrazo) 
EPIDEMIOLOGÍA 
Las fracturas de antebrazo son más frecuentes en los hombres que en las mujeres, debido a 
que aquéllos presentan una mayor incidencia de accidentes de tránsito, participación en 
deportes de contacto, peleas y caídas desde cierta altura. 
El porcentaje de fracturas expuestas respecto a cerradas es mayor en el antebrazo que en 
cualquier otra región anatómica, con excepción de la tibia. 
ANATOMÍA 
– El antebrazo actúa como un anillo; una fractura que ocasione un acortamiento del radio o del 
cúbito produce una fractura del otro hueso del antebrazo o una luxación de la articulación 
radiocubital proximal o distal. Las lesiones directas («por bastonazo») son la excepción. 
– El cúbito, que es relativamente recto, actúa como un eje de rotación sobre el cual gira el 
radio, arqueado en dirección lateral, para producir la supinación y la pronación. Una pérdida de 
pronación y/o supinación puede ser consecuencia de una fractura de la diáfisis del radio en la 
que no se ha restablecido su curvatura lateral. 
– La membrana interósea ocupa el espacio existente entre el radio y el cúbito. La banda central 
tiene aproximadamente 3,5 cm de ancho y se extiende oblicuamente desde su origen proximal 
en el radio hasta su inserción distal en el cúbito. La sección aislada de la banda central reduce 
la estabilidad un 71%. 
Estructuras ligamentosas radio-cubitales. Destacan ligamento anular en el segmento proximal y 
ligamentos radiocubitales dorsal, volar y fibrocartílago triangular en el segmento distal. 
La localización de la fractura determina las fuerzas deformantes: 
– Las fracturas del radio distales a la inserción del músculo supinador, pero proximales a la 
inserción del pronador redondo, tienden a ocasionar una supinación del fragmento proximal 
debido a la tracción no contrarrestada de los músculos supinador y bíceps branquial. 
– Las fracturas del radio distales a los músculos supinador y pronador redondo tienden a 
producir una alineación rotacional neutra del fragmento proximal. 
 
MECANISMO DE LESIÓN 
– Estas fracturas se asocian con mayor frecuencia a traumatismos de alta energía (tráfico), 
aunque frecuentemente también se producen por traumatismos directos (cuando el paciente se 
protege la cabeza), heridas por arma de fuego y caídas desde una altura o realizando deporte. 
– Las fracturas patológicas en esta zona son poco habituales. 
 
DIAGNÓSTICO 
Evaluación clínica 
– Los pacientes acuden, de forma característica, con una deformidad evidente del antebrazo 
afectado, dolor, aumento de volumen y pérdida funcional en la mano y el antebrazo. 
– Es esencial realizar una cuidadosa evaluación neurovascular, valorando el pulso radial y 
cubital, así como la función de los nervios mediano, radial y cubital. 
– Deben evaluarse meticulosamente las heridas abiertas, pues el borde del cúbito es 
subcutáneo e incluso las heridas superficiales pueden exponer el hueso. 
– La presencia de un dolor insoportable y continuo, el aumento de la tensión en los 
compartimentos del antebrazo o el dolor con el estiramiento pasivo de los dedos debe hacer 
sospechar un síndrome compartimental establecido o inminente. Hay que monitorizar la presión 
compartimental y realizar una fasciotomía urgente si se confirma el síndrome compartimental. 
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Evaluación por imágenes 
– Solicitar proyecciones anteroposterior y lateral del antebrazo y en caso necesario oblicuas, 
para definir mejor la fractura. 
– La evaluación radiológica debe incluir la muñeca y el codo ipsilaterales para descartar 
fracturas o luxaciones asociadas. 
– La cabeza del radio debe estar alineada con el cóndilo en todas las proyecciones. 
CLASIFICACIÓN 
Clasificación descriptiva 
– Cerrada versus abierta. 
– Localización. 
– Conminuta, segmentaria, multifragmentaria. 
– Desplazamiento. 
– Angulación. 
– Alineación rotacional. 
Clasificación de la AO/OTA (Arbeitsgemeinschaft für Osteosynthesefragen -Asociación para el 
Estudio de la Osteosíntesis- y Orthopaedic Trauma Association -Asociación de Trauma 
Ortopédico-) de las fracturas de las diáfisis del radio y del cúbito. 
 
 
 
TRATAMIENTO 
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Tratamiento no quirúrgico 
– Los raros casos de fractura no desplazada del cúbito y del radio pueden tratarse con un yeso 
braquiopalmar ya sea moldeado en rotación neutra con el codo en 90° de flexión. 
- Cuando se produce en el tercio proximal, se confecciona un yeso braquiopalmar con el 
antebrazo en supinacion, cuando es en el tercio medio se realiza en posicion neutra (pulgar 
arriba) y cuando es en el tercio distal, se hace en pronación. 
– El paciente debe controlarse con frecuencia para detectar una posible pérdida de reducción. 
Tratamiento quirúrgico 
– Puesto que el antebrazo puede considerarse como una «articulación», encargada de un 
movimiento, la reducción abierta con fijación interna es el procedimiento de elección para las 
fracturas desplazadas del antebrazo que afectan al radio y al cúbito en el adulto. 
– La fijación interna implica el uso de placas de compresión (placa dinámica de compresión de 
3,5 mm) con o sin injerto óseo. 
– Principios de la fijación con placas: 
– Restablecer la longitud del cúbito y del radio (evita la subluxación de la articulación 
radiocubital proximal o distal). 
– Restablecer la alineación rotacional. 
– Restaurar la curvatura del radio (esencial para la función de rotación del antebrazo). 
– Es posible utilizar un abordaje volar de Henry para exponer el radio en toda su longitud y 
colocar una placa sobre su superficie volar plana. Las fracturas del tercio medio de la diáfisis 
pueden abordarse y estabilizarse con seguridad mediante un abordaje dorsal. La colocación de 
placas dorsales en cualquier otra localización se asocia a protrusión de la placa (tercio distal 
del radio) y a una posible lesión del nervio interóseo posterior (tercio proximal del radio). 
– En el cúbito puede colocarse una placa, en su cara volar o en su cara dorsal, según la 
localización de los fragmentos y la curvatura del cúbito en la proximidad al foco de fractura. 
Cuando se utilizan dos incisiones separadas, disminuye la incidencia de sinostosis radiocubital. 
– En las fracturas agudas debe considerarse la utilización de injerto óseo si hay una importante 
conminución o pérdida ósea. 
– Las fracturas expuestas pueden tratarse mediante reducción abierta primaria y fijación interna 
después de un desbridamiento adecuado, a no ser que se trate de fracturas expuestas graves. 
Este planteamiento restablece la estabilidad, limita los espacios muertos y mejora los cuidados 
de la herida. El momento para aplicar un injerto óseo en una fractura expuesta es controversial; 
puede hacerse en el momento del cierre primario diferido o 6 semanas después de la lesión. 
– En casos con importante pérdida ósea o de partes blandas, contaminación evidente, 
pseudoartrosis infectada o luxofracturas abiertas del codo con pérdida de partes blandas, 
puede ser útil la fijación externa. 
– Se han obtenido buenos resultados con la estabilización con clavos intramedulares 
bloqueados. Sin embargo, las indicaciones del uso de clavo intramedular en lugar de la 
osteosíntesis con placa y tornillos todavía no están ya sea definidas y la técnica es más 
compleja. Algunas de sus indicaciones son las fracturas segmentarias, las fracturas expuestas 
con pérdida ósea o de partes blandas, las fracturas patológicas y el fallo de la fijación con 
placa. 
LUXOFRACTURAS DE ANTEBRAZO 
la fractura ósea en antebrazo está compuesta por dos huesos, funcionalmente de igual 
longitud. En consecuencia, la angulación de cualquiera de ellos produce un acortamiento, que 
el otro hueso compensa con una fractura o luxación. 
Si el que se fractura acortándose es el cubito, se luxa el radio en la cúpula, lesión llamada de 
MENTEGGIA. En cambio, si se fracturay acorta el radio, se luxa el cubito a nivel de la muñeca, 
llamada lesión de GALEAZZI. 
• LESION DE MONTEGGIA: son un conjunto de lesiones traumáticas que tienen como 
determinante común la luxación de la articulación radio-humero-cubital, asociada a una 
fractura de cubito en nivel variable. Según el vértice de angulación cubital y el 
desplazamiento de la cúpula radial, la lesión se clasifica en 4. (TIPO 1, luxación 
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anterior de la cúpula radial, angulación anterior de la fractura de cubito, TIPO 2, 
luxación posteroexterna de la cúpula radial, angulación posterior del cubito, TIPO 3, 
luxación externa de la cúpula radial, fractura de la metafisis del cubito, TIPO 4, luxación 
anterior de la cúpula radial, fractura de ambos huesos del antebrazo) 
• LESION DE GALEAZZI: se caracteriza por la asociación de una fractura diafisaria con 
acortamiento del radio u luxación de la extremidad distal del cubito. Es relativamente 
rara. Se produce habitualmente por un mecanismo de trauma indirecto, como una 
caída sobre la palma de la mano, 
 
COMPLICACIONES 
– Pseudoartrosis y consolidación en mala posición (mal unión): son poco frecuentes y se 
asocian principalmente a la infección y a errores en la técnica quirúrgica. Puede ser necesario 
extraer los implantes, colocar un injerto y revisar la fijación interna. 
– Infección: su incidencia es de sólo un 3% con la reducción abierta y la fijación interna. 
Necesita drenaje quirúrgico, desbridamiento, lavado abundante, cultivos de la herida y 
tratamiento antibiótico. Si la fijación interna es estable, no es imprescindible retirarla puesto que 
la mayoría de las fracturas consolidan a pesar de la infección. Las infecciones que no 
responden al tratamiento y con importante compromiso óseo y de partes blandas requieren 
frecuentemente un fijador externo dejando las heridas abiertas y desbridamientos seriados. 
– Lesión neurovascular: es poco frecuente, se asocia a lesiones por arma de fuego o a causas 
iatrogénicas. En general las parálisis nerviosas deben observarse durante 3 meses y está 
indicada la evaluación quirúrgica en caso de no recuperar la función nerviosa. Las lesiones de 
las arterias radial o cubital pueden tratarse mediante ligadura simple si el otro vaso está 
íntegro. 
– Isquemia de Volkmann: esta complicación devastadora se asocia normalmente a un 
síndrome compartimental no diagnosticado. En caso de sospecha clínica, debe monitorizarse la 
presión compartimental y, si se diagnostica el síndrome compartimental, se realizará una 
fasciotomía de urgencia. 
– Sinostosis radiocubital postraumática: es poco frecuente (incidencia del 3% al 9%); el riesgo 
aumenta en las lesiones por aplastamiento masivo y en los traumatismos encéfalo-craneanos 
cerrados. Puede necesitar la escisión quirúrgica si limita la pronación y la supinación, aunque la 
escisión de una sinostosis no articular raramente es eficaz en la porción proximal del 
antebrazo. Las incisiones separadas para la osteosíntesis disminuyen el riesgo de esta 
complicación. 
– Los factores de riesgo para sinostosis incluyen: 
– Fractura de ambos huesos al mismo nivel (incidencia del 11%). 
– Traumatismo craneoencefálico cerrado. 
– Retraso en el tratamiento quirúrgico más de 2 semanas. 
– Fijación de las fracturas de ambos huesos del antebrazo a través de una única incisión. 
– Lesión de la membrana interósea por el injerto óseo o los tornillos, los fragmentos óseos o los 
instrumentos quirúrgicos. 
– Lesión por aplastamiento. 
– Infección. 
 
 
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