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flujo sanguíneo hacia los músculos activos, cuyos vasos se encuentran dilatados al máximo. Ya hemos mencionado que durante el ejercicio físico disminuye la actividad �-adrenérgica vasoconstrictora y se produce una vasodilatación de las arteriolas musculares esqueléticas, como consecuencia de la estimulación de las fibras nerviosas simpáticas colinérgicas y la activación por la adrenalina liberada por la médula suprarrenal de los receptores 1-adrenérgicos vasodilatadores. A todo lo anterior debemos añadir que durante el ejercicio físico se liberan factores locales vasodilatadores que disminuyen las resistencias vasculares de la musculatura esquelética. Determinación del flujo muscular No existe ningún método satisfactorio, ya que todos determinan el flujo sanguíneo a través de un miembro (por lo general el antebrazo o la pierna) y suponen que los flu- jos óseo y cutáneo son mínimos. Se han utilizado tres métodos: la pletismografía, la arteriografía y los ultrasoni- dos por efecto Doppler, que permiten medir el flujo ins- tantáneo y medio en los miembros durante un esfuerzo rítmico. La pletismografía es un examen que se realiza colo- cando manguitos de medida en las extremidades para medir la presión arterial sistólica, que se conectan a un aparato que registra la onda del pulso (pletismógrafo). A continuación se analizan las posibles diferencias existentes en los pulsos entre las extremidades inferiores y las supe- riores. Una diferencia de presión arterial mayor de 20 mm Hg indica la presencia de una oclusión arterial o de coá- gulos en los vasos sanguíneos. Las modificaciones de volumen producidas por el flujo sanguíneo arteriolar peri- férico pueden determinarse a nivel de un dedo de la mano introducido en un dedal (pletismografía digital) conectado a un detector piezoeléctrico que registra las variaciones de transparencia de la yema del dedo interpuesta entre una fuente luminosa y una célula fotoeléctrica (fotopletismo- grafía). También se pueden determinar las modificaciones del volumen de sangre en un miembro con base en las variaciones relativas de la impedancia eléctrica en los teji- dos (pletismografía de impedancia). CIRCULACIÓN CUTÁNEA La piel que recubre la parte externa de nuestro cuerpo representa el 10-15% de la masa corporal y constituye la barrera que protege el medio interno de los cambios hosti- les del mundo exterior. Su gran superficie (1.8 m2) y su delgadez (1-1.5 mm de espesor) hacen que este órgano juegue un importante papel en la regulación de la tempe- ratura corporal. El flujo sanguíneo cutáneo (FSCt) cumple dos funcio- nes: a) asegura la nutrición de los tejidos cutáneos, hipo- dermis y dermis (la epidermis no está vascularizada), y de los anejos cutáneos, en particular las glándulas sudoríparas y b) participa en el control de la temperatura corporal, per- mitiendo la irradiación de calor cuando la temperatura supera la del medio ambiente o previniendo su pérdida en caso contrario. El metabolismo corporal produce calor, que debe ser disipado de forma continua, y el FSCt regula la pérdida de calor corporal, ya que facilita su conducción desde las estructuras internas hasta la piel y de ahí al medio ambiente. El hallazgo de que el FSCt es muy supe- rior a los requerimientos metabólicos de la piel indica que esta segunda función es la más importante y explica por qué, incluso en situaciones de marcada vasoconstricción necesarias para la termorregulación, no se compromete la vitalidad cutánea. La piel presenta un pobre metabolismo, motivo por el que el FSCt basal es de tan sólo 300-500 mL/min (1-3 mL/100 g/min), equivalentes a un 5-10% del volumen minuto cardíaco. Sin embargo, el FSCt presenta variacio- nes más marcadas que en otros tejidos, dependiendo de la intensidad del metabolismo corporal y de la temperatura ambiente. Cuando el frío es intenso, el FSCt puede dismi- nuir hasta 50 mL/min, mientras que en ambientes caluro- sos o cuando se realiza un ejercicio intenso y es necesario perder calor, los vasos cutáneos se dilatan al máximo y el FSCt puede aumentar hasta 3-4 L/min. Las arteriolas cutáneas propias o ramas de las arterias musculocutáneas forman un plexo en la zona más profun- da de la dermis que envía ramas a otro plexo más superfi- cial o subpapilar, próximo a la epidermis, del que parten unas asas capilares en forma de horquilla (Fig. 44.2). El extremo arterial del asa asciende hacia la papila y gira sobre sí mismo para formar el extremo venoso. Éste se une a otros segmentos venosos para formar colectores que, a su vez, se anastomosan entre sí en la base de la papila para formar el plexo superficial, que drena en venas subcutáne- as provistas de válvulas, que forman el plexo venoso pro- fundo. Esta disposición vascular en la que las venas y las arterias discurren en paralelo, permite el intercambio de calor entre ambas por un mecanismo de contracorriente. Cuando una extremidad se expone a temperaturas bajas, la sangre fría que fluye por las venas capta el calor de las arterias, lo que calienta las venas y enfría la sangre arterial; el intercambio se produce en sentido inverso cuando la extremidad se expone al calor. Además, entre arterias y venas se establecen anasto- mosis que evitan los capilares y desvían la sangre desde las arteriolas hacia las vénulas y plexos venosos. Las anasto- mosis pueden ser vasos cortos y rectos o largos y enrolla- dos, con un diámetro de 20-40 �m. Las anastomosis son muy frecuentes en zonas expuestas al frío (oreja, nariz, manos, pies, dedos, labios), mientras que en el tronco y zona proximal de las extremidades apenas existen. En ambientes cálidos, cuando se necesita disipar una gran cantidad de calor se produce una vasodilatación de las anastomosis que aumenta marcadamente el FSCt y la pér- dida de calor corporal. El retorno venoso cutáneo puede realizarse utilizando dos caminos: a) cuando el FSCt es grande y la piel está caliente la sangre venosa drena a través de las venas super- 576 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A C A R D I O VA S C U L A R
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