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decir, con una PO2 de 100 mm Hg y una PCO2 de 40 mm Hg. Si se unen estos tres puntos se obtiene una línea, conocida como línea ventilación-perfusión, en la que se pueden encontrar todos los cambios posibles en las presio- nes parciales de los gases respiratorios a nivel alveolar. Obsérvese que si se reduce el cociente V · A/Q · por debajo de la unidad, la línea se desplaza desde la situación de nor- malidad alveolar (A) hacia la de la composición de la san- gre venosa mezclada (v–), mientras que se el cociente es aumentado por encima de la unidad, lo hace desde el alvé- olo hacia la posición del aire inspirado (I). Por lo tanto, a medida que el cociente V · A/Q · se reduce, la PO2 disminuye y la PCO2 se eleva; y viceversa, cuando el cociente V · A/Q · aumenta, la PO2 asciende y la PCO2 decrece. Si se supone que no existen diferencias sustanciales entre la situación alveolar y la del capilar arterial pulmonar, se puede con- cluir que el diagrama O2-CO2 refleja perfectamente los valores de este último. Es de destacar que para un único valor de PO2 sólo se puede establecer otro de PCO2, tam- bién único, siempre que se sitúe en la línea. En este senti- do, no es posible encontrar un punto en dicha línea en el que la PO2 equivalga a 65 mm Hg y la PCO2 , a 35 mm Hg. El análisis del comportamiento de la unidad alveolar y de su relación V · A/Q · permitiría explicar el intercambio de gases de forma global en todo el pulmón, aceptando que éste fuera completamente uniforme. Sin embargo, ello no es así en el pulmón sano, y todavía menos en el pulmón patológico. En este sentido, es importante señalar que existen unos desequilibrios naturales, de naturaleza topo- gráfica, de las relaciones V · A/Q · entre las distintas unidades alveolares. En bipedestación existe una distribución gravi- tacional de la ventilación alveolar y la perfusión pulmonar, que hace que ambos elementos sean muy superiores en las bases pulmonares (en posición supina, ello ocurriría en las zonas más declives) (Fig. 49.9). A primera instancia, resul- ta lógico que la perfusión pulmonar sea superior en las bases que en los vértices, debido a la influencia de la gra- vedad. Sin embargo, para la ventilación alveolar, ello no parece tan obvio. En este caso, no obstante, la gravedad influye sobre la presión pleural y la hace menos negativa en las zonas más declives, por lo que la ventilación regio- nal por unidad de volumen pulmonar de las zonas más basales es superior a la de las menos declives. Sin embar- go, es importante destacar que este aumento por unidad de volumen pulmonar de la perfusión y de la ventilación, des- de el vértice hacia las bases o de las zonas menos a más declives, no se realiza de forma simétrica ni paralela, de modo que el aumento de aquélla en relación al de ésta sue- le tener una relación de 3 a 1. En consecuencia, ello va a comportar grandes diferencias o desequilibrios en las rela- ciones V · A/Q · , desigualdades que impiden contemplar al pulmón sano como una unidad pulmonar uniforme con un comportamiento homogéneo en relación a los cocientes V · A/Q · pulmonares. Este desequilibrio se acentúa a medida que el hombre envejece y su influencia es causa, junto con la presencia de las comunicaciones arteriovenosas pospul- monares, de la existencia del ya comentado gradiente alve- oloarterial de oxígeno. Este desequilibrio topográfico, natural, es también el que provoca que las unidades alveolares situadas en los vértices pulmonares tengan unos cocientes V · A/Q · muy superiores (por encima de 3) a los basales (por debajo de la unidad), y que los valores apicales de PO2 estén por encima de 100 mm Hg mientras que los de PCO2 se sitú- en por debajo de 30 mm Hg; por el contrario, las unidades alveolares de las bases pulmonares disponen de cifras infe- riores a 90 y superiores a 40 mm Hg, respectivamente. En suma, el desequilibrio topográfico de las relaciones V · A/Q · tiende de forma natural a desestabilizar los valores de los gases respiratorios a nivel alveolar, de forma que la PO2 se reduce y la PCO2 aumenta. Las unidades alveolares de las bases pulmonares contribuyen a deprimir los valores gaso- métricos de PO2 de los alvéolos apicales, más próximos a las condiciones ambientales exteriores. Sin embargo, los valores finales de PO2 y PCO2 en sangre arterial no están muy desproporcionados en relación a los alveolares, gra- cias a que las diferencias topográficas inducidas por la ventilación alveolar sobre las relaciones V · A/Q · son menos acentuadas que las provocadas por la perfusión, por lo que aquéllas ejercen en la práctica una función amortiguadora, aproximando los valores arteriales a los del alvéolo (Fig. 49.10). En condiciones patológicas, las relaciones V · A/Q · pulmo- nares se erigen en el mecanismo principal de alteración del intercambio de gases. Ello puede entenderse si se analiza a la luz del diagrama de O2 — CO2. Obsérvese como las uni- dades alveolares con cociente V · A/Q · inferiores a la unidad, que corresponde a la situación ideal, tienden a aproximar los valores de PO2 y PCO2 a los observados en sangre mezcla- da (v–). En otras palabras, el deterioro global de los valores gasométricos que ocasionan las unidades con cocientes V · A/Q · reducidos puede expresarse como la cantidad de san- gre venosa que debería mezclarse con los valores ideales en I N T E R C A M B I O P U L M O N A R D E G A S E S 627 · · Perfusión pulmonar (Q) Ventilación (VA) (Basal) (Apical)Zona pulmonar V en til ac ió n (% vo lu m en ) o p er fu si ón (L /m in ) Figura 49.9. Distribución gravitacional de la ventilación alveo- lar y la perfusión pulmonar. El eje de ordenadas representa estas 2 variables expresadas en porcentajes de volumen pulmonar o L/min respectivamente (para su explicación, véase el texto.)
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