Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
La dieta saludable no es una entelequia; de hecho, las dietas tradicionales de poblaciones con civilización mile- naria como son muchas de las latinoamericanas, de las asiáticas, de las africanas y de las europeas mediterráneas, se acercan a lo deseable. Las dietas que se apartan de lo deseable se deben a la miseria o a la abundancia reciente (dietas nórdicas). Lo grave es que, por razones propias de la caótica evolución del mundo, lo que está de moda son los patrones de consumo “occidentales” (léase noreurope- os o norteamericanos), que son adoptados en el resto del mundo en la medida de la urbanización y de cualquier mejoría en el ingreso. Se da el nombre de fibra dietética (FD) a un conjunto muy amplio de compuestos presentes en los alimentos de origen vegetal, la mayoría de ellos polisacáridos, que no pueden ser digeridos por las enzimas del tracto gastrointes- tinal humano. Ya en el siglo XIX se había identificado en el análisis de alimentos un material resistente a ácidos y álca- lis al que se llamó “fibra bruta” por su aspecto filamentoso que recordaba al de las fibras textiles; aunque la mayoría de las veces este material (formado por celulosa y lignina) no es realmente filamentoso, el término fibra se ha conservado hasta hoy. Los expertos británicos Cummings y Englyst propo- nen una redefinición del concepto de FD y prefieren lla- marle non-starch polysaccharides (polisacáridos no amiláceos, PNA). Los PNA excluyen a la lignina, los almidones resistentes a la digestión y otros compuestos, y metodológicamente representan un enfoque más apropia- do y claro que el de las FD. En 1975, Dennis Burkitt y Hugh Trowell publicaron su célebre “hipótesis de la fibra”, que proponía una asociación inversa entre la inges- tión de fibra dietética —concepto mucho más amplio que el de fibra bruta— y la susceptibilidad de una población a padecer estreñimiento, hemorroides, diverticulosis o cán- cer del colón, apendicitis, hernia hiatal, colelitiasis, obe- sidad, diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad coronaria. La hipótesis de Burkitt y Trowell no ha sido comprobada totalmente, aunque sí en muchos de sus aspectos, y en la actualidad queda muy claro que la fibra dietética, o más apropiadamente las fibras dietéticas (en plural), cumplen un papel muy importante en la fisiología del aparato digestivo, y que su ingestión insuficiente es un factor de riesgo de numerosas enfermedades crónicas de prevalen- cia creciente. Si bien no hay acuerdo pleno en lo que toca a nomen- clatura y aspectos analíticos, a grandes rasgos las FD sue- len dividirse en estructurales, no estructurales y polisacáridos de algas. Las FD estructurales forman par- te de la pared de la célula vegetal e incluyen ligninas, hemicelulosas, mananos, galactomananos, fructanos, celulosa y algunas pectinas. Las FD no estructurales son secreciones de la célula vegetal e incluyen las gomas, los mucílagos y las pectinas. Entre los polisacáridos de algas figuran al agar, la carragenina y los alginatos, sustancias ampliamente utilizadas en la industria de alimentos como agentes espesantes. Aunque la coincidencia dista de ser exacta, en general las FD estructurales son “insolubles”, y las no estructurales son “solubles”. Como se analizará después, algunas FD se fermentan en el ciego producién- dose ácidos grasos cortos, lo que equivale a que sean digeridas, pero como no participan en este proceso enzi- mas digestivas humanas, sigue siendo apropiado definir- las como “sustancias no digeribles por enzimas del tracto gastrointestinal”. Justamente por constituir un residuo casi totalmente indigerible, la mera presencia de FD en un alimento o die- ta “diluye” los demás componentes y nutrimentos cuya concentración es menor que la que habría sin dicha pre- sencia. Se ha observado también que las FD producen saciedad más temprana y duradera, que resulta en un menor consumo total de alimentos. A continuación se resumen las propiedades y efectos de las distintas FD: a) Retención de agua. En particular las hemicelulosas y ligninas adsorben agua, y esto se traduce en mayor volumen y suavidad de las heces, en un tránsito intestinal más rápido y en menor presión intraluminal. Por el contrario, la ingestión insufi- ciente de estos dos grupos de FD produce estreñi- miento (heces escasas y duras), tránsito lento (que contribuye al estreñimiento y favorece un contacto más prolongado de sustancias indeseables —carci- nógenos por ejemplo— con la pared del colon) y excesiva presión intraluminal, que a la larga favo- rece la formación de divertículos. b) Viscosidad. Las gomas y las pectinas elevan la vis- cosidad del contenido del tubo digestivo, lo que retrasa el vaciamiento gástrico y reduce o hace más lenta la absorción intestinal de los nutrimentos, sobre todo de la glucosa y el colesterol, así como de las sales biliares. A su vez, esto reduce el índice glucémico y la colesterolemia, efectos muy desea- bles en pacientes diabéticos o dislipidémicos. c) Fermentación cecal. Las FD solubles se fermentan hasta en un 100%, y la celulosa en un 50%, pero las demás fibras no se fermentan. La fermentación aumenta la población de la flora intestinal y, por lo tanto, el volumen de las heces. De los productos de la fermentación, el ácido acético (que pasa al torrente circulatorio) es un sustrato energético útil para el músculo, el ácido butírico es un factor de crecimiento para la mucosa intestinal, y el ácido propiónico favorece el buen manejo de las sales biliares y se ha sugerido que inhibe la síntesis de colesterol por el organismo. Por otra parte, la fer- mentación favorece el meteorismo. d) Intercambio catiónico. Particularmente las ligninas son quelantes de sales biliares, tóxicos diversos, sustancias carcinogénicas y radicales libres, lo que explica su efecto positivo en relación con la hiper- colesterolemia y la carcinogénesis. Las FD también pueden quelar aminoácidos e iones inorgánicos, por lo que, si la ingestión es marginal, se favorecería la deficiencia. 780 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A D I G E S T I V O
Compartir