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e) Inhibición de enzimas. Las FD inhiben la actividad de algunas enzimas pancreáticas (tripsina, amilasa, lipasa). A veces las propiedades de las FD son tan específicas que deben referirse no sólo al tipo de compuesto (p. ej., pec- tinas), sino también a su origen (p. ej., pectina de Psylium). Todos los alimentos de origen vegetal contienen FD, aunque, por supuesto, en diferentes concentraciones y con diferente proporción de solubles e insolubles. Las insolu- bles predominan en los granos (cereales, leguminosas y oleaginosas), particularmente en el pericarpio, y las solu- bles predominan en las frutas y verduras. En las tablas de composición de alimentos pueden consultarse los conteni- dos específicos. Como no se trata de nutrimentos, no es posible hablar de requerimientos de FD, pero por la importancia que tie- ne establecer alguna base que norme la conducta alimen- taria de la población, se ha recomendado la ingestión de 10 a 14g de FD por cada 1000 kcal ingeridas, y que las solu- bles representen el 40 ó 50% de esa cantidad. En los albores del siglo XIX se generalizó la costum- bre de “refinar” (es decir, de eliminar el pericarpio) del arroz y del trigo. Así, las poblaciones que basan su ali- mentación en esos cereales vieron desde entonces reduci- da drásticamente su ingestión de FD, particularmente de las insolubles. En la medida en que se reduzca la ingestión de frutas y verduras o éstas se consuman como jugos y no enteras, disminuirán también las FD solubles. En general, hoy en día tienen una ingestión insuficiente de FD las sociedades industrializadas y los estratos urbanos occiden- talizados de los países no industriales y, en todas ellas, la prevalencia de los padecimientos listados en “la hipótesis de la fibra” es elevada. El estreñimiento, las hemorroides y la diverticulosis del colon pueden asociarse con la menor retención de agua y la menor fermentación cecal. A la obe- sidad contribuiría el menor efecto de saciedad y la mayor densidad energética de la dieta y a la colelitiasis e hiper- colesterolemia contribuiría la absorción más rápida de glu- cosa, colesterol, ácidos grasos y sales biliares por menor viscosidad y menor arrastre. El cáncer de colon se vería favorecido por la diverticulosis y el contacto prolongado con sustancias carcinógenas debido al tránsito intestinal lento. El cuadro de diabetes mellitus tipo 2 se vería agra- vado por la absorción más rápida de glucosa. El déficit de FD debe corregirse promoviendo el retor- no a los cereales integrales y a frutas y verduras enteras, así como el mayor consumo de leguminosas. Estas medi- das son practicables, económicas y conllevan otros benefi- cios para la salud además de mejorar la ingestión de FD. LOS ALIMENTOS Como toda especie heterótrofa, el ser humano se ali- menta de otros organismos, sus partes o sus secreciones, en los que encuentra los compuestos orgánicos y muchos de los inorgánicos de cuya disociación obtiene los nutri- mentos que necesita. Esos organismos, sus partes o sus secreciones son los alimentos. Con el objeto de evitar con- fusiones, en adelante solo se usará la palabra alimento en este contexto, y no en el sentido popular de guiso, produc- to procesado, toma (desayuno, comida, cena, etc.) o “cual- quier cosa que alimente”. Todos los seres vivientes contienen por lo menos algu- no —y a menudo muchos más que uno— de los nutrientes que el ser humano necesita. En principio, por lo tanto, cualquier organismo podría servir como alimento. Los expertos estiman que en nuestro planeta habitan entre 6 y 30 millones de especies, pero sólo cerca de 2 millones están catalogadas y clasificadas. Así, el universo potencial de alimentos es de por lo menos 2 millones de especies; no obstante, las especies comúnmente utilizadas en la ali- mentación no suman más de unas cuantas decenas o de unos cuantos cientos si se agregan las que se llegan a con- sumir en algunas regiones a lo ancho del mundo, así como alimentos arcaicos de los que se tiene noticia. Aunque no habría por qué esperar que se emplearan como alimento todas o una importante proporción de las especies ya cla- sificadas, la disparidad entre dos millones de ellas como potencial y apenas unos cientos como realidad es gigan- tesca y llama la atención. Por lo pronto queda claro que el mero hecho de contener nutrimentos, que lleva a pensar en un universo potencial tan amplio no basta para que una especie llegue a ser alimento humano. Para entender esa disparidad es necesario considerar que no todas las especies son “comestibles” ni todas se prestan, por varias razones, al uso alimentario, amén de que en los distintos entornos ecológicos en que habita el ser humano prosperan diferentes especies, pero no la tota- lidad de ellas. Más aún, hay razones para suponer que la dieta actual del ser humano se concentra en el empleo de menos especies que la dieta previa al establecimiento de la agricultura. El análisis de las características que comparten las especies que emplea en su alimentación el ser humano hoy en día indica que, para que una especie alcance el rango de alimento, debe reunir las siguientes cualidades: – Tener una composición ventajosa – Ser razonablemente inocua – Ser accesible por su abundancia y prestarse por su naturaleza al uso alimentario – Ser atractiva a los sentidos – Haber sido seleccionada por alguna cultura para servir en la alimentación Recuérdese como premisa fundamental que el uni- verso potencial es enorme y que, al elegir sus alimentos, el ser humano ha tenido numerosas alternativas, es decir, mucho de donde escoger para obtener las mayores venta- jas prácticas. Es entonces natural que se elijan las especies que, comparativamente, tengan mayores concentraciones de nutrimentos biodisponibles, ya que ello reduce el esfuerzo que representa obtenerlas. La biodisponibilidad de los N U T R I C I Ó N 781
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