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FISIOLOGÍA HUMANA-894

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En conjunto, estos datos sugieren que la expresión del
péptido es regulada de forma tejido-específica, lo que tam-
bién conlleva la existencia de una regulación tejido-espe-
cífica de la tasa de expresión, que en la rata se ha visto que
alcanza el máximo nivel en el SNC. 
Con relación a IGF-2, el conocimiento de cómo está
regulada su expresión es todavía menor que el de IGF-1. Sí
se sabe que la tasa de ARNm del IGF-2 es, en la rata y en
el ser humano, mucho mayor durante la etapa fetal, y que
va declinando a lo largo del desarrollo posnatal por razo-
nes no conocidas. Con relación al efecto de GH, el exceso
crónico de esta hormona lleva a incremento del ARNm del
IGF-2 en el músculo (esquelético y cardíaco), mientras
que carece de acciones en el hígado. Existe, por tanto, al
igual que ocurre con el IGF-1, una regulación de IGF-2
tejido-específica. 
Acciones biológicas del IGF-1
El IGF-1 es un importante mediador de la mayor par-
te de los efectos de la GH, actuando por mecanismos tan-
to endo- como auto- o paracrinos, pero también hay que
señalar que las variaciones en la expresión local de este
factor pueden dar lugar a un crecimiento anómalo (excesi-
vo o deficitario) del tejido en el que esto ocurra.
En principio, debido a su gran similitud estructural
con la insulina, el IGF-1 es un factor hipoglucemiante, a
expensas de estimular la captación celular de glucosa peri-
férica y, en menor medida, restringir la síntesis hepática
del azúcar. Carece en cambio de efectos sobre los ácidos
grasos libres. Sobre el metabolismo proteico juega un
papel anabolizante. Es así que, en ratas, la administración
del péptido puede positivizar el balance nitrogenado en
situaciones de ayuno o de restricción proteica en la dieta.
Como consecuencia, puede facilitar procesos de cicatriza-
ción y hasta la recuperación de la función renal afectada.
De hecho, el IGF-1 se une a receptores específicos en el
túbulo proximal renal, donde regula procesos metabólicos
y de transporte; asimismo, la expresión renal de este pép-
tido aumenta en situaciones de crecimiento compensatorio
del órgano. Incluso el efecto GH de incremento del tama-
ño renal, de la tasa de filtración glomerular y del flujo
renal está mediado por IGF-1, induciendo rápidas altera-
ciones en la hemodinámica renal. Por este motivo se ha
propuesto la utilización terapéutica del péptido en la insu-
ficiencia renal crónica, al menos para retrasar la entrada
del paciente en diálisis.
El IGF-1 ejerce también un efecto trófico directo
sobre el epitelio intestinal. 
Como se puede deducir de lo expuesto, el IGF-1 es un
péptido multifunción, mediador periférico de las acciones
de la GH, pero con acciones propias, específicas e inde-
pendientes de aquélla; operativo por mecanismos endocri-
nos, pero también, y quizá más importante, capaz de
hacerlo de forma autocrina/paracrina en prácticamente
cualquier territorio. Con acciones metabólicas generales
tipo insulina, pero también con acciones locales que nada
tienen que ver con aquéllas. Éste es, por ejemplo, el caso
del SNC, donde presumiblemente juega un importante
papel como neurotransmisor o neuromodulador. 
¿Qué es lo que permite esta pluralidad de acciones?
¿Cómo actúa el IGF-1 en las células? 
Receptor de IGF-1
Desde un punto de vista funcional, pertenece a la
familia de receptores con actividad tirosín-quinasa. Su ele-
vada homología con el receptor de insulina, aproximada-
mente un 60%, que asciende hasta un 84% en su dominio
tirosín-quinasa, lleva a que pueda presentar fenómenos de
down-regulation por insulina, aunque para ello son preci-
sas elevadas concentraciones de esta hormona. 
Estructuralmente está constituido por dos hemirrecep-
tores, cada uno de los cuales consta de dos subunidades,
denominadas alfa y beta, con un peso molecular aproxi-
mado de 125 y 95 kD, respectivamente (Fig. 69.16). 
La unión de IGF-1 a su receptor provoca, en primer
lugar, la autofosforilación de residuos de tirosina de sus
cadenas beta. Una vez autofosforilado, el receptor induce
la fosforilación de un sustrato de 185 kD, al que, puesto
que también interviene en el mecanismo de señalización
de la insulina, se denomina sustrato del receptor de insuli-
na 1 (IRS-1). Una vez que este sustrato ha sido fosforilado
en múltiples residuos de tirosina por el receptor de IGF-1
(o por el receptor de insulina), puede ligarse ya a la subu-
nidad reguladora (p85) de la fosfatidil inositol-3 quinasa
(PI-3 K), que puede estar implicada en la translocación de
los transportadores de glucosa, y a la proteína asociada 
al receptor del factor de crecimiento 2 (Grb2, growth fac-
tor receptor bound protein-2). En el primer caso aparece,
H O R M O N A D E C R E C I M I E N T O 865
Dominio rico en cisteína
Subunidad alfa
Subunidad beta
Dominio tirosín-quinasa
Figura 69.16. Hemirreceptor de IGF-1 con sus dos subunida-
des alfa y beta unidas por un puente disulfuro. En la subunidad
alfa se localiza el dominio rico en cisteína, o dominio de unión
al ligando, mientras que en la subunidad beta, dentro de la por-
ción citoplasmática, se sitúa el dominio tirosín-quinasa, que
con su autofosforilación inducida por la unión de IGF-1 al
receptor inicia la cascada de señalización.

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