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FISIOLOGÍA HUMANA-910

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INTRODUCCIÓN
La glándula pineal de los mamíferos es un órgano de
secreción interna en el que una señal neural procedente
del sistema nervioso simpático regula la producción y
liberación rítmica de una hormona, la melatonina. En
todas las especies estudiadas, la glándula pineal presenta
una propiedad característica: la capacidad de transformar
oscilaciones en la duración e intensidad de la luz ambien-
tal en cambios en la tasa de síntesis y secreción de mela-
tonina. Como consecuencia de ello, la actividad de la
glándula presenta un ritmo circadiano, es decir, con un
período de veinticuatro horas, y que se traduce, en térmi-
nos sistémicos, en la secreción nocturna de melatonina en
forma de señal cronológica circulante. Esta señal quími-
ca proporciona al organismo una información ambiental
que participa en la sincronización de diversas funciones
corporales.
ANATOMÍA FUNCIONAL
Situación, relaciones y estructura
En la especie humana, la glándula pineal es un órga-
no impar con forma de cono ligeramente aplastado; está
situada en la región de la comisura posterior y ocupa una
depresión entre los tubérculos cuadrigéminos del mesen-
céfalo. Embriológicamente se origina como una evagina-
ción del epéndimo que forma el techo del tercer
ventrículo, al que permanece unida a través del tallo pine-
al. En el adulto pesa unos 150 mg, y tiene una longitud y
anchura de unos 8 y 5 mm respectivamente. La mayor
parte de la glándula está envuelta por la piamadre, desde
la que penetran vasos sanguíneos, fibras nerviosas amielí-
nicas y tractos de tejido conectivo que dividen el parén-
quima en lóbulos. Con el envejecimiento, los tractos
conectivos se hacen más prominentes, y aparecen depósi-
tos de calcio. En el seno de la malla conectiva se encuen-
tran células gliales y un tipo celular especial denominado
pinealocito, el cual constituye el elemento con actividad
secretora. 
Citología comparada
Filogenéticamente, los pinealocitos proceden de las
células fotorreceptoras presentes en la glándula pineal de
peces y anfibios. En estas especies, las células pineales son
exclusivamente sensoriales, y la producción circadiana de
melatonina está controlada por la actividad de un marca-
pasos intracelular, sincronizándose con el ciclo nictameral
por la acción directa de la luz sobre su polo receptor (Fig.
71.1A). Durante el curso de la evolución la célula pineal
fue perdiendo progresivamente sus características senso-
riales y desarrollando una función neuroendocrina. De esta
manera se convirtió en un fotorreceptor modificado y rudi-
mentario en las aves, en las que la actividad rítmica está
generada por un marcapasos endógeno situado en el
núcleo supraquiasmático del hipotálamo (NSQ), persis-
tiendo además la acción directa de la luz sobre el pinealo-
cito (Fig. 71.1B). En los mamíferos la célula pineal ha
perdido completamente su carácter sensorial, mostrándose
ya como una célula neuroendocrina típica. En estas espe-
cies el marcapasos principal reside en el NSQ, el cual está
sincronizado con el ciclo luz-oscuridad a través de la reti-
na y transmite esta información a la glándula pineal por
medio de la inervación simpática (Fig. 71.1C). Desde el
punto de vista estructural, los fotorreceptores pineales de
los vertebrados inferiores recuerdan claramente a los
conos de la retina. Por el contrario, los pinealocitos de los
mamíferos presentan una estructura característica de su
función secretora, aunque conservan algún vestigio foto-
rreceptor. 
Inervación y vascularización
La actividad secretora de la glándula pineal de los
mamíferos y su adaptación a un patrón circadiano
requieren la integridad de su inervación. Observaciones
clínicas han mostrado que las lesiones degenerativas en
el tronco del encéfalo, los tumores hipotalámicos o las
lesiones espinales a nivel cervical ocasionan una reduc-
ción marcada en los niveles nocturnos de melatonina en
sangre y orina. Las conexiones neurales entre la retina y
la glándula pineal son similares en todos los mamíferos,
incluida la especie humana (Fig. 71.2). La señal neural
procesada en la retina es enviada al hipotálamo a través
de los axones de las células ganglionares, constituyendo
el tracto retinohipotalámico. En el quiasma estas fibras
se separan del tracto óptico principal para dirigirse al
NSQ, de donde parte una vía multisináptica que hace
escalas en el núcleo paraventricular del hipotálamo
(NPV) y la columna intermediolateral (CIL) de la médu-
la espinal torácica. Desde allí los axones pregangliona-
res procedentes de las neuronas simpáticas espinales
abandonan la médula por la raíz ventral y establecen
conexiones con las neuronas del ganglio cervical supe-
rior (GCS). Finalmente, fibras posganglionares se intro-
ducen en el parénquima pineal y alcanzan los
pinealocitos en una relación anatómica que recuerda a
una estructura sináptica. 
En los mamíferos el principal neurotransmisor utiliza-
do por las fibras posganglionares simpáticas es la noradre-
nalina, aunque diversos neuropéptidos podrían actuar
como cotransmisores en alguna especie. Además, se ha
observado la presencia de fibras parasimpáticas colinérgi-
cas, probablemente relacionadas con la regulación de la
actividad secretora. En roedores se han descrito conexio-
nes neurales entre diversas regiones del sistema nervioso
central (SNC) y la glándula pineal, lo que incluye la comi-
sura posterior, la región pretectal o la habénula. En estas
especies varios núcleos hipotalámicos que reciben cone-
xiones de la retina o del NSQ, como el área preóptica, el
hipotálamo anterior y lateral o el área subventricular, enví-
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