Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
nocisteína. Esta forma de procesamiento es común a todas las selenoproteínas descritas hasta el momento (glutatión peroxidasa, o la proteína transportadora de selenio). Lo anterior explica que se encuentren bajas actividades de las desyodasas en las poblaciones donde hay una deficiencia grave de selenio. Como ya se indicó, cada tipo de enzima responde de forma diferente ante un mismo estímulo. Así, por ejemplo, en el caso del hipotiroidismo disminuye la actividad DI en el hígado y el riñón, con lo que se forma menos T3 a par- tir de T4 y disminuyen las concentraciones de T3 circulan- te, conservándose T4, posiblemente para el cerebro y otros tejidos ricos en DII. En el cerebro, sin embargo, aumenta la actividad de la enzima DII y disminuye la DIII, por lo que aumenta la conversión de T4 en T3 y disminuye la des- yodación de la T3. El resultado es una concentración intra- cerebral de T3 mucho más alta de la que se podría suponer por los bajos niveles circulantes de T3. Esto puede resultar esencial en períodos de la vida en los que la T3 es crucial para el desarrollo del cerebro, como ocurre durante la vida fetal y perinatal. Una misma enzima también puede regu- larse de forma opuesta en diferentes tejidos. Así, aunque la actividad DI está disminuida en el hipotiroidismo, se encuentra aumentada la DI del tiroides, ya que en el tiroi- des uno de los estímulos fisiológicos de la actividad DI es la TSH. En el hipertiroidismo ocurre lo contrario: aumen- tan las actividades DI del hígado y el riñón y DIII del cere- bro, mientras que disminuye la DII del SNC. Existen tejidos en los que encontramos tanto actividad DI como DII, variando sus proporciones relativas con el hipotiroi- dismo: la DI de la adenohipófisis disminuye desde un 75% a un 20% de la actividad desyodasa total, mientras que la DII aumenta desde un 25% a un 80%. Los ejemplos anteriores ilustran la importancia de estas vías de metabolización de la T4 y la T3. Mediante la regulación de la actividad de las diferentes enzimas, cada tejido puede adecuar la cantidad de la forma hormonal activa, la T3, a los requerimientos de cada momento, y de forma individualizada para diferentes tejidos. La regula- ción de la actividad secretora de la glándula por el sistema TRH-TSH-tiroides permite la respuesta de todo el orga- nismo a estímulos procedentes del mundo exterior o a determinados cambios metabólicos, aumentando o dismi- nuyendo las cantidades de T4 y T3 asequibles a todos los tejidos. Pero mediante la regulación selectiva de la casca- da de desyodación de la T4 y la T3 por la vía de «activa- ción» o «inactivación» se superpone un sistema de regulación más individualizada y fina, que responde a las necesidades, a veces opuestas, de cada tipo celular ante una determinada situación. EFECTOS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Los efectos de las hormonas tiroideas se extienden prácticamente a todos los órganos y tejidos, y no sólo de vertebrados, sino incluso de invertebrados (p. ej., proceso de estrobilación en medusas). Sus mismas diversidad y ubicuidad dificultan su descripción. Los efectos que pue- den describirse pueden ser diferentes según la especie ani- mal, el grado de desarrollo del organismo, el tipo de tejido que se está considerando, el nivel de organización celular o subcelular, las dosis de hormona y los intereses del autor. Así, el biólogo destacará los espectaculares cambios que ocurren durante la metamorfosis de anfibios, cuando estas hormonas estimulan una secuencia sincronizada de suce- sos en los que hay simultáneamente estimulación e inhibi- ción de la síntesis de proteínas específicas, la desaparición de la cola y la aparición de extremidades anteriores y pos- teriores, todos los cambios bioquímicos necesarios para independizarse del medio acuático, incluida la conversión del amotelismo al ureotelismo. El médico prestará más atención a los numerosos cambios metabólicos y de de- sarrollo que se observan por falta o exceso de hormonas tiroideas en el ser humano. En situación de deficiencia se L A G L Á N D U L A T I R O I D E S 905 T T + IOP T + T4 + IOP T + T4 G H e n hi pó fis is Figura 72.13. El contenido de hormona de crecimiento (GH) en hipófisis de ratas tiroidectomizadas (T – ) está muy disminuido con respecto a ratas normales, ya que las hormonas tiroideas son necesarias para la activación del ARNm de la GH. Si a estos animales se les ha inyectado 24 horas antes una dosis única de 1.8 kg de T4/100 g de peso, se observa un aumento del conte- nido hipofisario de GH. Si se inyecta ácido iopanoico (IOP) y T4, se impide casi totalmente el efecto de la T4 sobre la GH hipofisaria. Esto se debe a que el IOP es un potente inhibidor de la formación de T3 a partir de T4. Este experimento demuestra que no es la T4, sino la T3, que se forma in vivo a partir de ella, la que estimula la síntesis de GH. Aunque no se muestre en esta figura, si se inyecta a los animales T3 e IOP, hay el mismo aumento de GH hipofisaria que con T3 sola. Datos de Obregón y cols. (Endocrinology 1980; 106:1827-1836).
Compartir