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mineralice la matriz osteoide. Con microscopia electróni- ca se ha observado que en el interior de esos canales los osteocitos contactan mediante sus prolongaciones, lo que permite su comunicación con la superficie del hueso. Pre- cisamente, un papel fisiológico primordial de los osteoci- tos es la detección de estímulos mecánicos y variaciones de tensión y morfología del hueso producidas por las car- gas que soporta en su superficie, así como su traducción en el remodelado óseo. Cuando se produce la reabsorción del hueso por los osteoclastos, los osteocitos quedan fuera de las lagunas como células de revestimiento en reposo. Osteoclastos Los osteoclastos derivan embriológicamente de célu- las progenitoras hematopoyéticas denominadas “unidades formadoras de colonias de granulocitos/macrófagos”, (conocidas habitualmente por su acrónimo inglés, GM- CFU: granulocyte-macrophage colony-forming units), que son, además, y como su nombre indica, precursoras de gra- nulocitos, monocitos y macrófagos. Estas células progeni- toras alcanzan el hueso bien directamente, desde la médula incluida en su seno, bien desde la sangre circulante. Las células precursoras de osteoclastos y éstos mismos expresan en su superficie el receptor de L-RANK producido por los osteoblastos, vía por la que, junto con citoquinas como las interleuquinas 1, 6 y 11, el factor de necrosis tumo- ral � (TNF-�), el interferón y el factor estimulador de colo- nias de macrófagos (M-CSF), se diferencian y activan. Morfológicamente, los osteoclastos son células gigan- tes (20-100 �m de diámetro), multinucleadas (más de diez núcleos por célula), ricas en vacuolas y mitocondrias y, como los osteoblastos, polarizadas (sus acciones se locali- zan en regiones determinadas de su superficie). Así, con el microscopio electrónico se observa que en una de sus caras poseen un sinfín de finísimos entrantes y salientes, el denominado borde plegado (o en cepillo), a través del que se desarrollará la reabsorción ósea. En el citoplasma pró- ximo a dicho borde se encuentra la conocida como área clara que, aunque carece de organelas, es rica en proteínas y microfilamentos del citosqueleto, y desde la que se pro- yectan integrinas que atraviesan el plasmolema para alcan- zar el espacio extracelular (Figs. 77.4 y 77.5). Los osteoclastos poseen receptores para calcitonina y, además, sintetizan enzimas necesarias para la reabsorción ósea. Así, expresan un intercambiador bicarbonato/cloro, una ATPasa bombeadora de protones, una fosfatasa ácida resistente a tartrato, catepsina K y la anhidrasa carbónica tipo II. Acciones fisiológicas de los osteoblastos. Comunicación osteoblasto-osteoclasto Los osteoblastos son esenciales tanto en la formación como en la reabsorción óseas. Así: a) sintetizan la práctica totalidad de las proteínas que constituyen la matriz orgáni- ca del hueso; b) dirigen la organización y armónica dispo- sición de esa matriz en forma de fibrillas y fibras que, una vez mineralizadas, otorgan al hueso cierta elasticidad a la vez que una gran resistencia en relación con su peso; c) regulan la mineralización de esa matriz osteoide, un pro- ceso en el que son esenciales la fosfatasa alcalina y otras proteínas producidas por ellos; d) controlan la reparación del hueso cuando se produce una fractura; e) median los efectos que las hormonas y factores estimuladores de la reabsorción ósea poseen sobre los osteoclastos; y f) con- trolan, a través de un equilibrado sistema de citoquinas, la reabsorción ósea que llevan a cabo los osteoclastos. Tales acciones fisiológicas están mediadas por inter- leuquinas y factores de crecimiento, como el factor trans- formante del crecimiento (TGF- ), los factores de crecimiento fibroblástico ácido y básico (FGFa y FGF b), los factores de crecimiento de tipo insulina (IGF 1 y 2) o el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF). Muchos de estos factores son producidos por preosteo- blastos y osteoblastos, además de por otras muchas células no óseas. Así, el IGF-1, mediador de la hormona de crecimien- to (GH) y sintetizado fundamentalmente por el hígado, estimula la formación y el remodelado óseos. Por su parte, el TNF-�, producido, entre otras, por células T y B, monoci- tos y macrófagos, aunque no se ha demostrado su síntesis en osteoblastos, sí está involucrado en la reabsorción ósea. De tal forma: 1) preosteoblastos y osteoblastos expresan en su superficie el L-RANK –ligando del receptor-activa- dor del factor nuclear B- (cuyo receptor, RANK, está próximo al receptor del TNF-� en la membrana de osteo- clastos y preosteoclastos), que es un activador del factor nuclear NF- B; a través de esta vía se activa la transduc- ción de un conjunto de señales que produce la diferen- ciación de preosteoclastos en osteoclastos y la activación de éstos; y 2) preosteoblastos y osteoblastos sintetizan osteoprotegerina, o factor inhibidor de los osteoclastos, proteína circulante que, combinándose con el L-RANK, bloquea su acción. En suma, los osteoblastos, en función de los mensajes que reciban, pueden estimular o inhibir la reabsorción ósea (Fig. 77.6). Por otra parte, el TGF- , producido por casi todas las células del organismo, incluido el osteoblasto, y con receptores en la mayoría de ellas, junto con su acción angiogénica, estimula la síntesis de proteínas de la matriz osteoide y la apoptosis de osteoclastos. Además, en este factor se incluye toda una superfamilia de polipéptidos con similitud estructural y acción osteogénica: las denomina- das osteoproteínas morfogenéticas, más conocidas por su acrónimo BMP (Bone Morphogenetic Proteins). De las catorce BMP conocidas, al menos tres (las BMP-2, 4 y 6) poseen acción estimuladora tanto de la diferenciación de células precursoras a osteoblastos como de su actividad sintetizadora de proteínas de la matriz osteoide; estas acciones son fundamentales en la reparación de las fractu- ras y constituyen la base de su aplicación terapéutica. Finalmente, y con gran trascendencia tanto en la fisio- logía ósea como en el metabolismo del calcio y del fosfa- 984 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A E N D O C R I N O
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