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No parece probable que el aumento en la concentra- ción de sodio extracelular, en vez de la deshidratación celular propiamente dicha, pudiera ser el estímulo de la sed, dado que la sacarosa, un glúcido que no pasa al inte- rior de la célula y produce el mismo efecto osmótico que el cloruro sódico, inyectado tanto en tejido cerebral como en ventrículos cerebrales produce deshidratación celular e ingestión de agua, sin aumentar la concentración del ion sodio. La deshidratación celular como estímulo para la ingestión de agua actúa sobre el cerebro, centralmente, más que periféricamente. Esto se demuestra introduciendo pequeñas dosis de cloruro sódico hipertónico o sacarosa en las arterias carótidas, que suplen de sangre el cerebro, y comprobando que inducen de inmediato la ingestión de agua en los animales de experimentación. En contraste con esto, inyecciones periféricas similares no afectan a la ingestión de agua. Las regiones cerebrales en las cuales se detecta la deshidratación celular y cuya activación presumiblemente da lugar a la conducta de ingestión de agua parecen estar en una región que se extiende desde el área preóptica a tra- vés del hipotálamo e incluye el tejido alrededor del área anteroventral del tercer ventrículo hasta la zona incierta en la parte más posterior (Fig. 86.4). En estas regiones cere- brales, pero no en otras, las inyecciones de pequeños volú- menes de soluciones hipertónicas de cloruro sódico o de sacarosa inducen la ingestión de agua en un animal sacia- do. Esta ingestión de agua parece motivacionalmente espe- cífica, dado que no inducen otro tipo de conducta, como por ejemplo ingestión de alimentos. De acuerdo con esta hipótesis en diversos experimentos se ha podido compro- bar que pequeñas lesiones en estas regiones del cerebro pueden impedir, de modo selectivo, la ingestión de agua en respuesta a los estímulos de sed intracelular, dejando intactos los mecanismos de ingestión de agua que se acti- van por otros estímulos. ESTÍMULO DE LA SED INDUCIDO POR DISMINUCIÓN DEL AGUA EXTRACELULAR Hasta ahora sólo hemos considerado los efectos de la pérdida de agua intracelular como estímulo para la sed. Aun cuando la cantidad de líquido en el compartimiento extracelular es menor que el contenido en el interior de las células, es vital para el organismo que el líquido extrace- lular (LEC) se conserve en estrechos márgenes para evitar efectos secundarios en la presión y los volúmenes vascula- res. Además de los mecanismos fisiológicos y hormonales que contribuyen al mantenimiento del volumen del líquido extracelular (reflejos barorreceptores, hormona antidiuré- tica [ADH] y aldosterona), la respuesta conductual de la ingestión de agua asegura que el volumen plasmático no descienda peligrosamente a niveles bajos. Como ha sido expuesto en otro capítulo, el comparti- miento extracelular tiene dos componentes: el intravascu- lar, que contiene el plasma, y el extravascular o líquido intersticial. Estos dos componentes están en equilibrio y 1114 I N T E G R A C I Ó N Y A D A P TA C I Ó N D E L O R G A N I S M O VISIÓN Áreas visuales V1 V2 V4 Corteza visual temporal inferior Amígdala Estriado Hipotálamo lateral Función de compuerta Neurona del “hambre” controlada por niveles de glucosa, distensión del estómago o peso corporal Olfacción (corteza piriforme) Corteza orbitofrontal Compuerta Opérculo frontal/ínsula Bulbo olfatorio OLFATO GUSTO Receptores olfativos Núcleo del tracto solitario Tálamo, nucleo ventropos- teromedial Figura 86.3. Diagrama esquemático que muestra algunas de las vías visuales, gustativa y olfativa que participan en el procesamiento de la información sensorial de la ingestión de alimentos. Las entradas al sistema límbico (corteza orbitofrontal y amígdala) están mar- cadas como “compuertas”. En estas áreas y en el hipotálamo las neuronas cambian su actividad espontánea como efecto del hambre y la saciedad.
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