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FISIOLOGÍA HUMANA-1138

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Cuarto, el efecto de saciedad de la leptina puede pro-
ducirse mediante inyecciones en el cerebro. 
Quinto, la leptina no produce saciedad (decremento
de la ingestión de alimentos) en otro tipo de ratones gené-
ticamente obesos denominados dbdb. Puede ser que estos
ratones sean obesos por la carencia del receptor de leptina,
o los mecanismos asociados a él. 
Sexto, la leptina tiene un efecto de larga duración:
alrededor de las 24 horas. Por ello, sería una señal apro-
piada para la regulación del apetito a largo plazo. 
Séptimo, la leptina es producida por el organismo
humano. 
Octavo, la concentración de leptina se puede correla-
cionar con el cociente peso/tejido adiposo, lo que sugiere
la posibilidad de que se produzca por las células de grasa,
y pueda detectar la cantidad total de grasa corporal. 
Una hipótesis consecuente con estos hallazgos es que
la leptina se produzca en proporción a la cantidad total de
grasa corporal, y que sea ésta normalmente una de las
señales que controlan la cantidad de comida ingerida. 
Otras señales fisiológicas 
Hay toda una serie de señales de control que a corto
plazo desempeñan un papel importante en la ingestión de
alimentos. Por ejemplo, una de ellas es la distensión gás-
trica, que aumenta durante una comida, dado que el vacia-
miento del estómago al duodeno es lento y está controlado
por señales tanto hormonales como neurales que proceden
del intestino delgado. La eficacia de esta señal puede
demostrarse vaciando el estómago tras terminar una comi-
da en la que se haya alcanzado el nivel de saciedad, y com-
probando que tras el vaciamiento el animal recomienza
inmediatamente la ingestión del alimento. Ésta sería una
clara señal de control a corto plazo, dado que, si la capacidad
del estómago es reducida por una intervención quirúrgica,
el resultado final es que se come menos cada vez, pero
muchas más veces en el tiempo, y, como consecuencia, el
peso corporal cambia muy poco. Otro tipo de control de
estas características puede ser producido por los efectos
centrales (sistema nervioso) de ciertas hormonas gastroin-
testinales, por ejemplo, la colecistoquinina y la bombesi-
na, que son liberadas durante una comida a medida que el
alimento penetra en el intestino delgado. Efectivamente,
estas hormonas bien podrían desempeñar un papel en el
control de la ingestión, dado que su administración reduce
la cantidad total de alimento que un animal ingiere. Por el
contrario, la grelina, liberada por el estómago, aumenta la
ingesta de alimentos. 
SEÑALES NO HOMEOSTÁTICAS
Hay factores que influyen en la ingestión de alimen-
tos de una manera que no está directamente relacionada
con la situación concreta de necesidades energéticas por
parte del organismo. A estos factores se les conoce como
señales no homeostáticas. Uno de tales factores es, por
ejemplo, el sabor o el gusto de los alimentos, en el sentido
de que diferentes tipos de alimentos pueden hacerse muy
atractivos (en términos de gusto, olor, aspecto visual, com-
posición) y potenciar su ingestión, al menos a corto plazo.
Otros son factores de tipo social. Por ejemplo, la comida
en grupo puede producir cambios importantes en la inges-
tión, en relación con las necesidades energéticas reales del
organismo. Otro factor sería el siguiente: se ha podido
comprobar en animales alimentados ad libitum (esto es,
con libre acceso a la comida) que la ingestión es ajustada
permitiendo intervalos variables entre comidas. Por ejem-
plo, tras una comida copiosa, un animal deja un gran inter-
valo de tiempo hasta la siguiente comida o hace intervalos
cortos entre comidas pequeñas. Si las comidas se toman a
intervalos de tiempo fijo, como es lo habitual en el hom-
bre, el patrón que acabamos de describir no opera de un
modo eficaz. Finalmente, otro factor no homeostático que
afecta la ingestión de alimentos es la saciedad sensorio-
específica (véase a continuación). 
Saciedad sensorio-específica y los efectos de la
variedad de alimentos sobre la ingestión 
En el transcurso de ciertos experimentos neurofisioló-
gicos en primates se ha observado que las neuronas en el
hipotálamo cesan de responder al gusto o a la visión de un
cierto tipo de alimento que se le haya estado proporcio-
nando al animal hasta producir saciedad y rechazo. Sin
embargo, estas mismas neuronas siguen respondiendo a
otro tipo diferente de alimento. Esta observación, a nivel
experimental, dio lugar al concepto de saciedad sensorio-
específica, que indica que el fenómeno de la saciedad,
como tal, no es un fenómeno general, sino relativamente
específico para los distintos tipos de alimentos ingeridos.
Posteriormente a estas observaciones se han hecho experi-
mentos que han confirmado que tal tipo de fenómeno ocu-
rre igualmente en el hombre. Efectivamente, en éste se 
ha podido comprobar que si un determinado alimento es
ingerido hasta que el sujeto se sacia de él, la reducción del
apetito para otro tipo de alimentos es frecuentemente
incompleta. De hecho, este parece ser un fenómeno de
observación corriente, en el sentido de que si tras una
comida normal se ofrece al comensal alimentos que no
componían o formaban parte de la comida que se acaba de
ingerir, éste, a pesar de estar saciado, comerá de los nue-
vos alimentos. Dado que estos efectos están relacionados
con los efectos sensoriales producidos por el alimento nuevo
(p. ej., gusto, color e incluso textura) y mucho menos con
su contenido calórico (al menos durante una sola comida),
este efecto ha sido llamado «saciedad sensorio-específi-
ca». La saciedad sensorio-específica es por tanto uno de
los factores más importantes que determinan la copiosidad
de una comida. 
Este fenómeno que acabamos de describir, como
potenciador para ingerir más alimentos de los que son
energéticamente necesarios, ha podido resultar ventajoso
H A M B R E , S E D Y S A C I E D A D 1109

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