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1 Serie El Vampiro Para Mí Mi vida sin Ajo 1 Bailey Bradford 2 Sinopsis Puede que dejar el ajo valga la pena a cambio de algunas cosas en la vida Fue simple curiosidad lo que llevó a Augustin al sitio de citas vampírico, pensó que debía ser una broma empezada por algún grupo de raritos. Hombre, tenía razón, pero lo que pasaba es que esos raritos eran vampiros en realidad, y cuando uno aparece en su casa, el mundo de Augustin queda patas arriba. Primero consigue un vampiro psicótico del que encargarse. Luego consigue uno con el que es más divertido pasar el rato. Excepto que ahora que Augustin sabía que los vampiros existían, no pueden dejarlo vivo. ¿O pueden? Cuando se ofrece una alternativa, a Augustin no le preocupa. Después de todo, no quiere ser llevado a alguna guarida de vampiros desagradables. Tony es el siguiente vampiro en la línea para ser el líder del aquelarre. Quiere ser un hombre justo, y eso significa discutir en contra de matar a Augustin. Si también se siente atraído por el hombre sarcástico y adorable, ¿qué tiene de malo? La atracción entre Augustin y Tony es innegable, pero negarlo es lo que ambos intentan hacer. Alguien tendrá que doblegarse o romperse. 3 Prólogo Por dónde empezar... Lo juro por dios, el aburrimiento es la causa principal de que la gente haga cosas estúpidas. Supongo que hay una razón por la que alguien se inventó el dicho de que las manos ociosas son las que hacen el trabajo del diablo. Añade aburrimiento a un sentido del humor retorcido, y sí, una mente sucia, y van a haber problemas. Al menos esa es mi teoría. Era esa forma de pensar lo que me llevó a Googlear porno vampírico. Diría que no preguntes, pero voy a contártelo de todas formas. De hecho, voy a contarte toda la historia detallada sobre como mi vida se ha puesto patas arriba. No, no, NO he ido a rehabilitación para convertirme en un hombre nuevo. Por dios, gente, leéis demasiada prensa sensacionalista. No, esta sólo es la historia de un tío normal que tuvo que escoger entre renunciar al ajo, mi condimento favorito, por cierto, o el amor de su vida. No es una decisión difícil, ¿verdad? Sí, bueno. Sólo espera y mira si tú hubieras hecho lo mismo. Aunque creo que lo habrías hecho. 4 Capítulo Uno Augustin Carmichael se sentó en el escritorio del ordenador. Dejó su plato lleno de espaguetis con queso, justo delante de él. Volvió a la cocina y cogió las gruesas rebanadas de pan de ajo y la copa de vino tinto. El vino era un añadido nuevo a su hora de comer. A Augustin realmente no le gustaba esa cosa, pero seguía leyendo sobre cómo era sano para el corazón y todo eso. Ya que su padre había muerto a los cuarenta y tres por un ataque al corazón grande, Augustin estaba dispuesto a probar cualquier cosa para evitar el mismo destino. Eso había significado disminuir la pasta y el azúcar y los carbohidratos, bueno, demasiadas cosas buenas de la vida, pero de nuevo, no viviría mucho más si no tenía cuidado. A los treinta y cinco, se sentía como si tuviera un temporizador de bomba en su pecho en lugar de un corazón. Su doctor también lo reñía por ello. Augustin tenía sobrepeso, y su colesterol estaba alto. Su presión sanguínea estaba en el límite. Asustaba mucho, por lo que estaba haciendo cambios. Pero no iba a renunciar a su pasta por completo, y el ajo era sano por lo que sabía. La marinara era casera y sin azúcar, por lo que eso tenía que contar como algo bueno que comer. Augustin se sentó en el escritorio cuando lo tuvo todo reunido. Había hecho su hora de ejercicios diaria por la mañana. No había necesidad de sentirse culpable mientras enroscaba la pasta alrededor del tenedor. Tampoco iba a atragantarse en esa innecesaria culpa, y desperdiciar una comida maravillosa. La salsa golpeó su lengua y el fuerte sabor del ajo superaba al de los tomates y las cebollas. Era ¡perfecto!, Augustin gimió feliz y se prometió otra recompensa sabrosa en una semana. Después de haber comido un poco más, obligándose a hacerlo muy lentamente, cuando lo que realmente prefería era haber devorado la comida rápido, Augustin abrió su navegador. Navegar en la red era tan adictivo como la comida, por lo que también intentaba supervisarlo. La página de noticias que tenía como página de inicio apareció. Augustin leyó unos pocos titulares y masculló para sí mismo. Iba a dejar de leer las noticias, maldición. Era todo malo, ¿y quién necesitaba ese tipo de bajón? Aunque, bajo “noticias extrañas” encontró algunos artículos interesantes. Para cuando leyó la mayoría, estaba masticando el último trozo de pan de ajo. Dio un 5 sorbo al vino y luchó contra las arcadas. Quizás debería acostumbrarse a beber esa cosa templada, pero realmente, realmente, quería añadir algo de hielo y Sprite para hacer que la bebida fuera aceptable. Obviamente nunca iba a ser un experto en vino. Resopló. —Bueno, lo que sea. Al menos no me dará un patatús pronto. Tragó lo último del líquido luego dejó la copa de vino. Un artículo que se había perdido atrapó su atención y rió. —¿En serio? —Augustin clicó en el enlace. La página cargó y rió—. ¿Un sitio de citas para vampiros? ¿Qué le pasa a la gente...? Rió algo más y leyó el gancho, mientras pensaba en ello. —Chupasangres solteros, ¿huh? Me suena peligroso—. Le molestó cuando todo lo que vio fueron fotos de mujeres en la página principal—. ¿Qué pasa con los tíos? ¿O Gays? ¿Nos estáis excluyendo? De nuevo, quizás los gays tenían más sentido común. Augustin pensó en sus amigos Tommy y Georgie. —Vale, quizás no—. El resto de sus amigos, cualquiera que fuera su sexualidad, definitivamente estaban por encima de mirar ese tipo de sitios. Augustin movió el cursor sobre el botón “Inscribirse”. Sería una gran broma hacerles una cuenta a Tommy y Georgie. No, eso sería algo estúpido, y estaba intentando reducir el número de esas cosas que hacía. Todos los perfiles eran de mujeres. Augustin apretó sus labios. —¿Al menos hacéis vampiros gay? — gruñó. No sólo estaba hablando consigo mismo, seguía como si los vampiros fueran reales. Clicó en el botón de “Inscribirse” por curiosidad. Realmente no pedían demasiada información. ¿Todo eso era para un perfil? ¿Qué pasaba con las trillones de preguntas que las verdaderas páginas de citas tenían? —¿La gente de verdad se cree esta mierda? —Abrió una segunda página que expedía direcciones de correo temporales. Eran buenas sólo durante diez minutos por lo que tenía que apresurarse. Fue la curiosidad lo que hizo que rellenara el formulario para el perfil. Era también aburrimiento. Sobretodo aburrimiento. No tenía ni idea de que haría, o si alguna vez usaría la cuenta para algo más que una comparación de páginas de citas. Había tenido la intención de inscribirse en GayLove4You.com 1 ya que su vida amorosa había sido pésima desde, bueno, no iba a contar los meses. Al menos todavía no había llegado a años. 1 Algo así como AmorGayparaTi.com 6 Y, podría escribir sobre toda la comparación en su blog. Quizás conseguiría algunos seguidores por lo que tendría una buena media docena. Aparentemente no era tan interesante. —Si lo fuera, no estaría soltera, obvio. Hasta ahora la página no pedía mucho, sólo nombre de usuario, correo electrónico, de que género era y qué genero buscaba, fecha de nacimiento, contraseña. Apretó “Enter”. Después de unos segundos, salió un mensaje de error. —¿Qué quieres decir con que algo está mal? Lo rellené bien, idiotas. Lo hizo otra vez y recibió el mensaje de que la página web estaba sobrecargada de visitas. Atónito, Augustin se inclinó hacia atrás y frunció el ceño. —¡Tienes que estar de broma! —La paranoia le entró—. ¿Esporque dije que era hombre buscando hombre? Se inclinó sobre el teclado de nuevo, volviendo a teclear la información, excepto que alterando el buscar de hombre a mujer. Otro mensaje de error apareció, pero supuso que su dirección de correo electrónica había expirado. —Mierda. —Creó otra y creó otro perfil. También salió el mensaje de error—. Bueno, al menos sé que no sois todos unos intolerantes, pero vamos. ¡No puede haber tanta gente aquí! Podía ser un poco obsesivo. Augustin sabía eso de sí mismo. Una hora de crear falsas cuentas de correo e intentar inscribirse en la página de citas para vampiros y empezó a cuestionarse su propia salud mental. ¿Por qué se molestaba siquiera? Seguro que no quería salir con alguien de una página así. Finalmente Augustin se rindió y cerró la página. Se estaba estresando por una página web estúpida en la que no estaba interesado, todo porque era un cabezota, estaba aburrido, y era un bastardo entrometido. Mañana crearía una cuenta real en GayLove4you.com. Perdería el tiempo un poco más, descubriendo que había más que una página de citas de vampiros. Estaba tentado de googlear en busca de una de hombres–lobo pero decidió que era algo demasiado patético incluso para su aburrimiento. Augustin no podía encontrar algo más con lo que pasar el tiempo. Finalmente apagó el ordenador y se levantó. Después de un largo rato, estirando los huesos, se encargó de los platos sucios. Cuando miró por la ventana de la cocina que estaba encima del fregadero, pensó que vio movimiento en el patio. —No pienses en eso, —murmuró para sí mismo—. Cada gilipollas de película de terror sale o sube o baja o va dónde esté el jodido monstruo. No voy a dejar que me 7 claven un hacha en la cabeza. Decidió entrecerrar sus ojos e intentar ver qué era lo que había visto en un primer momento. Cuando nada más se movió, decidió que era su cabeza que le hacía malas pasadas, y para cuando se fue a la cama, se olvidó de ello. 8 Capítulo Dos Quizás debería reducir el ajo, reflexionó Augustin mientras se estiraba sobre su estómago y miraba la pared. Se seguía despertando, y había una preocupación innecesaria en su mente, atisbos de sueños raros en los que no podía centrarse. Era probablemente debido a la estúpida página de citas de vampiros. Pensaba que había indicios de colmillos y ojos rojos brillantes en sus sueños. Luego de nuevo, podía estar creando mierdas con su mente. El sueño normalmente no era un problema para él, Augustin normalmente se dormía diez segundos después de que su cabeza golpeara la almohada. Una noche sin dormir lo iba a dejar destrozado. El trabajo iba a ser una mierda. Tenía que encargarse de una cuenta, una tarea tediosa que a veces disfrutaba, pero que más a menudo odiaba. Este cliente en particular era un hombre de negocios gruñón que había despedido a su antigua compañía de contabilidad porque había tenido que pagar más impuestos de lo que le hubiera gustado. Hasta ahora, Augustin no había encontrado nada que demostrara que sus impuestos hubieran sido incorrectos. No se moría de ganas de presentar sus resultados cuando acabara su auditoría. Pero no era eso lo que interfería con su sueño. Augustin resopló y cerró sus ojos. — Medita. —Masculló, como si eso fuera a pasar por arte de magia sólo por decir la palabra. Bueno, no fue así. Pensó en la cuenta, en la estúpida página de citas, en sus facturas y dónde quería ir de vacaciones y todos los lugares que nunca había sido capaz de permitirse visitar. Pensó en conseguir un gato, o un perro, o ambos. Un novio sería preferible, pero... Augustin rodó sobre su espalda y parpadeó abriendo sus ojos. Podía ver poco en su habitación. No estaba oscuro como la boca del lobo, gracias a la luz del portátil que brillaba y la luz de la impresora que hacía lo mismo. Además, había dejado la luz del baño encendida en caso de que se despertara a la mierda en punto y tuviera que mear. Pasaba a veces. Lo cual tenía que hacer, tenía que mear. Gruñendo, apartó las sábanas. Hacía más calor del que le gustaría en su habitación, pero estaba intentando ahorrar en su factura de la luz y el impacto ecológico y todo eso. Intentando ser responsable con el medio ambiente significaba que todavía no había bajado el termostato para que su aire acondicionado no se pusiera en marcha hasta que la temperatura llegara a 9 veintisiete. Era extraño que aunque tenía calor, cuando puso sus pies en el suelo, se estremeció mientras algo le pasaba por la cabeza, algo con grandes garras oscuras agarrando sus tobillos. Siempre se había preocupado por los monstruos debajo de su cama cuando era niño, y a veces como adulto la idea volvía a la vida. Normalmente en el medio de la noche cuando tenía que levantarse para mear. —Lo que sea. —Augustin se levantó y estiró. Su espalda crujió y casi ronronea porque se sentía muy bien. Se pasó una mano por el pecho hasta el estómago. Todavía estaba blando y era más grande de lo que le gustaría, pero se estaba reduciendo. Arrastró los pies hasta el baño, golpeando su cadera con el canto de la cómoda. —Ay, ay, ay, qué coño —masculló. No era como si no supiera que la cómoda estaba allí. Había estado en el mismo sitio desde que se mudó a la casa hacía cinco años. Justo antes de salir de la habitación, le recorrió un estremecimiento por la columna. Parpadeó, de repente muy despierto y cerca de estar asustado. Augustin quería regañarse a sí mismo, pero su corazón iba a toda pastilla y las ganas de correr eran casi abrumadoras. No te gires. No seas estúpido. No hay nada ahí. No iba a caer en la trampa de su cerebro paranoico. Un sonido de arañazo se escuchó en la ventana, o al menos pensó que era la ventana. Otro estremecimiento lo golpeó, y gimoteó antes de golpearse la boca con la mano. Ni siquiera podía decirse a sí mismo que era una rama arañando el cristal cuando el sonido se hizo más fuerte. No había árboles en ese lado de la casa. Y estaba en el segundo piso. Oh dios mío, es como Salem Lot! 2 Si me giro y hay un tipo muerto flotando o un niño dando golpecitos en la ventana, ¡me caeré muerto de un ataque al corazón! El sonido se hizo más fuerte. El instinto de huida ganó a las ganas de luchar, y corrió. 2 Novela de Stephen King, en español se publicó con el título: El misterio de Salem's Lot 10 —Parecía muy persistente. —Dijo Claude, mirando su ordenador—. ¿A quién enviaste para ver si el tipo era de verdad? Tony se pulió un colmillo en la manga de su camiseta. Casi gime. Los colmillos definitivamente eran definitivamente su punto erógeno. Normalmente no jugaría con ellos mientras estuviera cerca de alguien, pero pensaba que todavía tenía una mancha de sangre en ellos. —Radney. —contestó Tony cuando Claude se giró para lanzarle una mirada preocupada. —¿Radney? —Repitió Claude, esa mirada convirtiéndose en un ceño—. ¿Por qué demonios lo enviaste a él? ¡Sabes que se lo pasa de puta madre asustando humanos! Tony se encogió. —Sí, bueno, ese humano intentó unirse a la página buscando hombres, luego mujeres, luego cambió su nombre y estados. No creo que esté interesado, creo que es un entrometido de mierda, y odio a la gente entrometida. No son buenos para nosotros. Las pesadas cejas de Claude bajaron hasta que sus ojos quedaron casi en sombra por ellas. —Tony... —gruñó—. ¿Radney consiguió su suministro esta semana? Tony habría palidecido si no hubiera sido ya tan blanco como era posible. —Esto, yo... um. No lo sé. —Se encogió y agachó la cabeza cuando Claude le tiró un pisapapeles—. ¡Hey! ¡Eso habría dolido! —Como si te fuera a matar. —Refunfuñó Claude, como para enfatizar su irritación—. ¡Ya estás muerto! Aunque si pudiera volver a matarte... Tony sorbió y alzó su nariz. —Matarme una vez fue suficiente. —Bueno, era yo o esa enfermedad quetenías, —dijo Claude. El rencor de Tony se desvaneció. –Sí, es así, por lo que gracias por eso. No habría vivido mucho más. –Y la parte de morir antes de que Claude apareciera y lo matara, eso había sido bastante agonizante. —Sí, bueno. —Claude volvió al ordenador. No se le daba bien el que le dieran las gracias—. De todas formas, Radney también es un poco imbécil con cualquiera que no sea hetero. ¿Pensaste en eso cuando lo enviaste tras este... este humano? Tony suspiró. –Sí, vale, realmente lo hice. Ya que el tipo intentó inscribirse como hombre busca hombre, luego hombre busca mujer, luego mujer busca mujer, luego mujer busca... Bueno, no pensé que fuera gay. Pensé que sólo estaba metiendo las 11 narices dónde no debía. —¿Y estabas dispuesto a apostar que estabas en lo cierto con eso? —Claude pulsó en el teclado—. Cuando Radney no ha tenido sangre durante unos días, es inestable, ¿y es un intolerante? Claro, tiene unos cientos de años, y decidido, pero... —Mierda. —Tony se restregó el rostro—. La jodí, ¿no? —¿Eso crees? ——Claude contestó bruscamente—. ¿Cómo valorarías el control de los impulsos de Radney? —No ha hecho ninguna locura que yo sepa, —ofreció Tony en defensa por sus acciones—. Sólo suelta algún comentario ocasional sobre mi ahora desde que le pateé el culo. Claude sacudió su cabeza. —Tony, Tony, Tony. Pensé que te había criado mejor. No la parte de patear el culo, sino sobre la parte de ser estúpido. Seguramente Radney ha estado esperando para deshacerse de algo de rabia al conseguir que le pateara el culo un vampiro gay de treinta años. Tony ya estaba poniéndose el abrigo. —Mierda. Lo arreglaré. —Apuesta a que sí. Estaré justo detrás tuyo para asegurarme de ello. 12 Capítulo Tres Augustin se consideraba afortunado por haber llegado al baño sin mearse encima. —Es una pesadilla. Despierta, despierta, ¡despierta! —Se pellizcó luego lo hizo de nuevo—. Mierda, eso duele. —Igual que tropezar con la cómoda. Pero quizás estaba dormido de todas formas, y lo estaba soñando todo, como la vez en que soñó que estaba en un ascensor y había empezado a caer en picado cuarenta pisos. Se había dicho a sí mismo que parara el ascensor, porque sólo había sido un sueño y lo sabía. Por supuesto el ascensor había parado, y el suelo se había caído y él caía en picado hacia su muerte. Augustin sabía de hecho que morir en una pesadilla no significaba morir realmente porque se había hecho puré contra el maldito lugar, y se había despertado para reír sobre ello más tarde. También se había rendido en el concepto de controlar los sueños. Augustin encendió el grifo y su vejiga se apretó. Un rápido salpicón de agua sobre su rostro, luego apagó el grifo. Se apresuró hacia el váter. —No hay forma de que vaya a mojar la cama a mi edad. Oh, dios mío, —dijo arrastrando las palabras con alivio. Luego lo escuchó. Augustin se tambaleó, haciendo el caos cuando empezó a girarse para mirar por la ventana del baño. Se la agarró antes de que fuera un completo desastre, pero estuvo muy cerca. Apuntando con su polla en la dirección correcta de nuevo, con cuidado giró la cabeza lo suficiente para ver la ventana a través de su visión periférica. —¡Ahhhhh! —Había gritado como una chica, ¿y qué? La vista por la ventana había metido el meado de nuevo en su vejiga. Augustin se estremeció de nuevo. Si estaba teniendo una pesadilla, necesitaba despertarse de una puta vez porque había un cabrón de mirada malvada y colmilluda en su ventana, con garras grandes, afiladas y negras y caninos largos, afilados y blancos. Augustin ni siquiera se la sacudió una última vez ni se la guardó mientras giraba. La cosa en la ventana tenía ojos rojos brillantes y piel tan pálida que casi brillaba. Había algo oscuro bajando de la comisura de su boca, y pelo con hebras rubias girando alrededor de su cabeza. —De ninguna jodida forma, —jadeó Augustin. Entonces el bastardo empezó a reír. Augustin podía escucharlo a través de la ventana. Su corazón martilleando tan fuerte que apenas podía respirar. Se apretó el pecho. Iba a morir, iba a tener ese ataque al corazón que siempre había temido. 13 Ahí fue cuando empeoró. La criatura lo señaló y rió a carcajadas más fuerte. No, no a él. A su polla. Las mejillas de Augustin ardieron rojas y rápidamente se metió la polla en los calzoncillos. —Que te jodan, imbécil! —gritó—. ¡Soy algo que mejora con el tiempo, y por supuesto que se encoge cuando estoy asustado! ¡Y frío! —añadió porque había pasado de caliente a frío hasta los huesos. Estaba soñando, se recordó. La criatura no podía hacerle daño. El recordatorio hizo que Augustin fuera más valiente... O más estúpido—. ¡Al menos estoy vivo! Y tengo sangre en estas venas que pueden convertir esto... —agarró su entrepierna— ¡en algo lo suficiente grande para cerrarte la boca! Eso sirvió para que se burlara de él y le pusiera los ojos en blanco. —Oh no, no lo has hecho. —Esto es sólo un sueño, sólo un sueño. Recordarse eso no ayudó a su enfado. Augustin dio un par de pasos hacia la ventana. Jesús, su corazón no podía latir más rápido—. No eres real. Vete antes de que te tire algo de agua bendita encima. La cara tensa se contorneó y Augustin se dio cuenta de que ¡se estaba riendo de él! —¿Ah sí? —resopló. Tiró su cepillo de dientes del vaso donde lo guardaba, abrió el grifo y llenó el vaso con agua—. Bendice esta agua y haz que mate vampiros, en el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo, y cualquier otra deidad que pueda o no existir, porque no tengo ni jodida idea. Ahora podía escuchar a ese cabrón aullando de risa. Augustin cerró el grifo. Alzó el vaso. —Es tan bendita como cualquier otra agua, que disfrutes de la ducha. Eso hizo que la criatura dejara de reír. —Vampiro, —masculló Augustin—. Esto es lo que consigo al husmear en esa estúpida página. Pesadillas sobre vampiros idiotas y espantosos. Al vampiro no le gustó esa descripción para nada. Augustin podía saberlo por la forma en que empezó a golear la ventana y a gruñir, sus colmillos golpeando el cristal, saliva volando de su boca. ¡Y el estúpido monstruo se volvió loco! —Oh, joder atrás, pedazo de suciedad podrida, —dijo Augustin. No estaba asustado ahora. Estaba totalmente convencido de que estaba durmiendo, y ya que sabía que podía morir en una pesadilla y no morir en la vida realmente, ¿por qué tener miedo? Aun así, vaciló antes de dar los últimos pasos hacia la ventana. Aunque fuera una 14 pesadilla, no estaba exactamente deseoso de que le diera un patatús. —No puedes entrar aquí. No eres bienvenido aquí, —masculló, diciendo la primera, bueno, segunda, cosa que recordaba sobre el folclore de vampiros. El agua bendita era la primera—. ¡Tengo ajo! ¡Mucho! —dijo eufóricamente—. Y puedo hacer un crucifijo... —Augustin lo hizo con sus dedos y derramó agua por el suelo y sobre sí mismo—. ¡Mierda! El vampiro rió a carcajadas y le sacó el dedo medio. —¿Oh sí? ¿Esto no cuenta? —Augustin siempre se había preguntado cuando veía esas pastelosas películas de vampiros por qué cruzar tus dedos para hacer un crucifijo humano no funcionaba. No tenía respuesta ahora, pero aparentemente cualquier estúpida regla que se aplicaba en esas películas también se aplicaba en sus sueños—. Bien, —resopló. Decidió tirar el resto del agua a la ventana. Para su sorpresa, el vampiro aulló y retrocedió lanzado. Entonces fue el turno de Augustin de reír. —Como si fuera a tocarte a través del cristal. —Pero entendía la reacción. Era como si alguien girara la manguera hacia ti cuando estabas mirando por la ventana. Saltas por instinto. Aun así, era divertido verlo. —Jajajaja, idiota. —dio un paso y chilló cuando su pie resbaló—. ¡Ahh! Por un momento horrible, Augustin pensó que se iba a romper los huevos y posiblemente perderlos. Agitó sus brazos pero el equilibrio no formaba parte dela situación. Cayó, golpeando la cabeza primero hacia la ventana. Augustin lanzó una mano fuera para evitar decapitarse. Su mano golpeó el cristal y no aguantó su peso. Al principio ni siquiera sintió el dolor cuando el cristal lo cortó. Se las agarró para agarrar el marco de la ventana con su otra mano, para que no se le saliera el cerebro. Pero entonces se dio cuenta de algo espantoso. Su mano derecha y la mayor parte de su brazo estaban ahora fuera, y estaba sangrando... Y ese vampiro jodidamente feo estaba alcanzando su muñeca. La cosa se lamió los labios y lo agarró con un movimiento tan rápido que Augustin ni siquiera lo vio pasar. —¿Ahora quién ríe? —La fea criatura de dios preguntó con una voz que hizo que las piernas de Augustin temblaran. El vampiro apretó sus labios—. Tú no, —dijo de forma horrible. Augustin tiró de su brazo inútilmente. El vampiro lo tenía sujeto. —Esto es sólo un 15 sueño. Es sólo un sueño, —Augustin masculló, algo muy parecido al terror absoluto apretando su garganta. —¿Lo es? —Preguntó el vampiro—. Por supuesto que lo es. Por lo que invítame a entrar. Es sólo un sueño después de todo. Y eso no tranquilizó a Augustin para nada. De repente estaba muy seguro de que no era un sueño. —Yo c–comí m–mucho ajo con la c–cena, —dijo con los dientes castañeando. Tiró más fuerte y sólo consiguió casi dislocarse el hombro. —No importa, mientras lo hayas ingerido ya. Augustin sólo podía ver aterrorizado como el vampiro levantaba su muñeca. Luego la criatura lamió la herida sangrienta y se estremeció. —Oh, genial, —murmuró. Augustin no iba a ser la cena del peón de Satán o Lilith, ¡fuera lo que fuera un vampiro! Tiró con su otra mano, se habría girado la muñeca excepto que una figura oscura salió de la nada y placó al vampiro. El brazo de Augustin fue tirado antes de que pudiera soltarse. Cayó de culo. —Tú, idiota, —escuchó una voz profunda y masculina decir—. ¡No puedes atacar humanos! Augustin se sentó y chilló de nuevo cuando vio a otro vampiro en la ventana. —¡Oh dios mío! ¡Iros! —Estás sangrando mucho, —dijo el segundo vampiro, ¿o era un tercero? Ya no lo sabía. —Necesitas ayuda. —No tú tipo de ayuda, —contestó Augustin. Agarró su muñeca sangrando y apretó. Hizo que su cabeza girara de dolor—. ¡Urgh! ¡Esto no puede ser real! —Déjame entrar. Ayudaré. Augustin miró al vampiro. Este parecía menos malvado, y estaba seguro de que así conseguía a sus víctimas. —Confía en mí, sólo quiero un sorbo, —gruñó—. Que te jodan. Prefiero mantener toda mi sangre para mí. El vampiro, un vampiro bastante atractivo con cabello corto caoba y... bueno, maldición, ojos rojos, le sonrió. —Ya me he alimentado, pero unas lamidas pueden sellar tu herida. —Claro, –resopló Augustin—. ¿Crees que acabo de bajar de un autobús de paletos? 16 —Parece que te haya pasado por encima un autobús, —dijo el vampiro—. Dos veces. —Te invitaría a entrar si tuviera un crucifijo cerca, —gruñó Augustin. —Bueno, eso debería ser suficiente, —le informó el vampiro, metiendo la mano por el cristal roto y abriendo el cerrojo de la ventana. —¿Qué? ¡No! —Augustin se apresuró a levantarse—. ¡Fuera, fuera, atrás! ¡Vampiro malo! ¡Vampiro malo! Aparentemente el vampiro no estaba entrenado, porque abrió la ventana luego entró como si hubiera sido invitado. Augustin culpó al desmayo que sentía llegar a la pérdida de sangre. 17 Capítulo Cuatro —¿Lo has matado? ¿O fue Radney? Tony no pudo contestar antes de que fuera golpeado en la nuca. —¡Au! Hey, ¡para, Claude! Vas a separarme las retinas o el nervio óptico o lo que sea que sostiene mis ojos en mi cabeza. —Una idea interesante, —reflexionó Claude—. Oh, no está muerto. —Obvio. —masculló Tony, ganándose otra colleja, pero no se quejó ya que la vio venir—. Se desmayó como una delicada... —Chico, paró a tiempo, y estaba agradecido por ello—. Flor. —acabó mientras Chelsea entraba por la ventana. Ella le habría dañado severamente si hubiera dicho “chica” en conjunción con “delicada”. Uno de esos días, recordaría ir con la época actual. —Sé lo que ibas a decir, —le gruñó Chelsea—. Podría separar tus nervios ópticos por ello. —Paré, ¿no? —Preguntó Tony—. De todas formas, se desmayó, y está sangrando. —¿A qué estás esperando? —preguntó Chelsea, flotando por encima de él. Realmente disfrutaba siendo una criatura sobrenatural y difícilmente dejaba que sus pies tocaran el suelo—. ¡Eso es sangre fresca gratis! —No puedo sellarla, —dijo Tony, preparado para discutir. Chelsea amplió sus ojos luego de alguna forma hizo que sobresalieran de una forma espeluznante. Claude soltó una risa profunda. Tony se dijo que lo mejor era dejar de ser idiota. La herida tenía que cerrarse y él podía hacerlo. Estaría la tentación de hundir sus dientes en la carne humana sangrienta y húmeda, pero... Chelsea agarró el brazo del hombre inconsciente. –Yo lo haré. Tony se las arregló para mover dicho brazo para que ella perdiera su agarre. Le sacó la lengua a ella antes de pasarla rápidamente por la herida. —¡Hmm buennno! Dulce niño Jesús, sangre, sangre, ¡sangre! Maldición, su cerebro siempre era así cuando era la hora de alimentarse. Nunca le 18 importaba no estar hambriento, habiendo tomado casi medio litro el día anterior. Así era como cada uno de ellos necesitaba pasar una semana antes de que el hambre golpeara de nuevo. Eso no era exactamente cierto, El hambre siempre estaba ahí bajo la superficie como un caso malo de hongos en los genitales, infectando bajo algunas capas de piel. Bueno. Si esa descripción no ayuda me preocuparía por el autocontrol. Pensar en una forma virulenta de hongos en la entrepierna funcionaba bien para eso. Tony fue capaz de lamer la sangre y sellar la herida. La saliva de vampiro era buena para eso, lo que era genial porque si no tendrían un montón de cadáveres por toda la ciudad. No, no los tendrían, porque los humanos los habrían pillado de verdad, no como a esos corredores de bolsa locos fingiendo ser vampiros. Tony se burlaba de ellos como los otros vampiros reales. Aspirantes. —¿Sólo vas a sentarte ahí liándote con su muñeca? —preguntó Chelsea. Tony se dio cuenta de que eso era más o menos lo que estaba haciendo, lo cual era mortificante. Ya era el vampiro más joven en su aquelarre... perderse en sí mismo sólo le daría a otros más munición de la que ya tenían. Y aunque había pateado el culo de Radney por ser un imbécil intolerante, Tony no podía tomársela con todos los demás por meterse con él. —Es una buena muñeca, —apuntó, levantando la cabeza y mirándola—. Gruesa, peluda en la parte de fuera pero no en la de dentro. Buenas venas. Buenas venas. ¿Por qué no amarla? Justo entonces dicha muñeca fue soltada de su agarre. Escuchó a alguien mascullar, —Joder. —Oh encantador. Está despierto. —Claude se arrodilló junto a Tony—. ¿Ahora cuál es tu plan? Tony iba a preguntar por qué él era el que se suponía que tenía que tener un plan. Después de todo, Claude tenía más de quinientos años y debería tener una respuesta para todo. Pero no consiguió decir nada. —Oh dios mío, —chilló el hombre, corriendo de lado como un cangrejo confuso—. ¡Fuera! ¡Os desinvito mosquitos gigantes! Tony miró embobado pero Claude sofocó la risa. Chelsea apretó fuerte sus labios, luego preguntó, —¿Recuerdas cómo solíamos tratar con los humanos que sabían de nosotros? 19 —¿Qué? ¡No! —El hombre empezó a ondear frenéticamente—. No se lo diré a nadie. Estoy loco. Pregúntaselo a mi madre, ¡ella os lo dirá! ¡Sólo un hombre loco diría que no a la bonita Melissa Pattinson al otro lado de la calle! —Estoy pensando que quizás realmente está loco, —susurró Claude—. Mira sus ojos. Esos cabrones giran como si hubiera algo suelto ahí dentro. —Aparta tu mente del nervio óptico ya. Esa broma es pasado. —Tony señaló con su barbilla al humano—. Va a mearse encimao peor si no lo calmamos. —¿Peor? Qué... —Claude hizo una mueca—. Oh, por el amor de dios, ¡no dejes que pase eso! —¿Cómo te llamas? —preguntó Tony más fuerte, cortando los balbuceos del hombre. —A–Augustin, —contestó. Fue entonces cuando miró a Tony, y Tony realmente le devolvió la mirada. Algo dentro de Tony hizo Oh y algo a unos setenta y cinco centímetros por debajo de su cabeza hizo ¡cucú! —Augustin, —repitió Tony, intentando formar otras palabras, pero estaba de alguna forma perdido en esos ojos verdes oscuros delante de él. —Por el amor de dios, —se quejó Claude—¿Vas a babear también? Tony apartó su mirada para mirar a Claude. —¿Celoso? —Más quisieras. —Resopló Claude—. Eres demasiado viejo para mí ahora. Tony resopló. —Vas a levantar un montón de cenizas más pronto que yo, —dijo. —Entonces no me levantaré, ¿no? Que afirmación tan ridícula. —Puede pasar más pronto de lo que piensas, —masculló Tony. Sólo que no estaba bromeando ni amenazando, y Claude lo sabía. —El humano, —dijo, asintiendo hacia Augustin—. ¿Qué propones que hagamos? —¿Por qué me preguntas a mí? —preguntó Tony. Al mismo tiempo Augustin contestó con un, —¡Oh! ¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Dejadme vivir! Tengo el colesterol alto de todas formas y probablemente envenenaría a cualquiera que intentara comerme. —Maldito idiota, somos vampiros, no caníbales, —contestó Chelsea—. No seas 20 asqueroso. —¿Asqueroso? ¿Yo soy asqueroso? —replicó Augustin con mucha ira para ser un humano rodeado de vampiros. —Sabes por qué te pregunto a ti, —dijo Claude entonces—. Lo sabes. —No sé por qué crees que seré un buen líder para el aquelarre, –discutió Tony–. Chelsea... —Acabaría matando a cada vampiro idiota que no arreglen sus problemas, así, —Chelsea chasqueó los dedos–. Es por eso que nunca seré yo. Estancaría a nuestra raza. —¿Estancaría? —Repitió Tony, sacudiendo su cabeza—. Eso no es ni siquiera una palabra. Erradicar, ¿quizás? —Que te jodan, —contestó Chelsea—. ¡Te enseñaré lo que significa estancar! —A mí me pareces un líder excelente, —metió baza Augustin—. Voto por ella. Tony gruñó—. Au, hombre. No estoy para nada preparado para esta mierda. 21 Capítulo Cinco —¿No preparado para qué mierda? —preguntó Augustin. Quizás si actuaba amistoso, esas... sanguijuelas grandullonas pensarían que él era un amigo y podría encontrar algo con lo que estacarlos. Tiene que ser una estaca, ¿verdad? ¿Madera? Mierda, ¡no tengo madera! Bueno, quiero decir, cuando sea transformado... La perorata interna de Augustin se cortó por el vampiro veterano, Claude. O Clod 3 , como iba a pensar en él. —Tienes la mirada de un hombre planeando algo retorcido. Augustin agitó sus pestañas. —¿Por qué, sea lo que sea que quieras decir, Clod? —¡Mierda! — Esto, ¿Claude? —¿Clod? —El vampiro joven y mono, Tony, ¿no era eso un nombre italiano? No parecía italiano. Bueno, Augustin tampoco parecía latino, ni romano, o ¡da igual! Parecía un tipo americano con ligero sobrepeso que era demasiado patético para conseguir una cita. —Al menos intenta algo original con tus insultos, Augustin. A mi edad, dudo que haya algo nuevo que puedas soltar, —dijo Claude. Augustin entrecerró sus ojos. —Bueno, eres un cabrón arrogante, ¿no? —Oh demonios. Iba a morir seguro. Claude alzó su nariz puntiaguda en el aire. —He escuchado eso más veces de las que puedo contar. —Si te cansas de eso, puedo sugerir una cura. —Augustin se sentó para poder quizás huir. Oh, ¿a quién engaño? No puedo levantar el culo en menos de treinta segundos. —¿Eso implicaría su muerte o la tuya? —Preguntó Chelsea, sonriendo a Augustin—. Porque estoy pensando que podríamos acabar con él y con Radney y esta mierda estaría acabada. A Augustin realmente no le gustaba ella. —Por favor dime que sois todos estériles. Odiaría pensar en ti escupiendo niños. Chelsea desnudó largos colmillos horrendos hacia él. —Zolo los ezcupo dezpués de drenarlos. 3 Se pronuncia muy parecido al nombre de Claude, pero significa Zoquete, estúpido... 22 —Eso es asqueroso, y no te creo, sonarías más impresionante sin el ceceo, —dijo Augustin, pero su corazón estaba intentando escapar de su pecho porque ella parecía una psicópata, mezquina... —Puedo escuchar tu latido, —dijo Chelsea. Luego olió sonoramente, sus fosas nasales inflándose—. Y puedo oler tu miedo. Es delicioso. —Eso es sólo un pedo, —dijo Augustin. Era miedo, pero una mierda lo admitiría ante ella. Chelsea escupió y Claude se apartó de él. Tony se pellizcó la nariz. —Estás mintiendo, verdad? —preguntó Tony. Augustin aprovechó la ventaja de su miedo para levantarse. ¿Quién pensaría que los vampiros serían tan nenazas? —Sí, —dijo Tony, soltando su nariz. Olió delicadamente—. Eso es miedo, y un poco de excitación. Augustin se sentía insultado. —Entonces es uno de vosotros, pervertidos, el que está excitado. Soy soltero, pero no lo suficiente desesperado como para la necrofilia. Nunca he estado tan desesperado. Claude le lanzó una mirada helada. —¿Estás seguro de eso? —¿Por qué nadie te ha estacado todavía? —Preguntó Augustin—. Y sabes, ninguno de vosotros parece particularmente listo. ¿No podéis diferenciar entre un pedo y el miedo? —Ambos apestan, —masculló Tony—. Y no acabé el instituto. Me echaron a los catorce y...Oh, qué te importa. Sólo somos rarezas muertas para ti. Eso es cierto. —Augustin casi había sentido simpatía por Tony durante un minuto, pero Tony lo había arreglado—. Eso es más amable que... ¡Ehhh! Un segundo Tony estaba a varios metros de distancia de él, y al siguiente, ¡pum! Augustin estaba inmovilizado entre la pared y un vampiro realmente irritado. Un vampiro mono, con el cuerpo duro. ¡No! ¡Tío muerto! ¡Es un tío muerto! Es... —¿Qué se me está clavando en la cadera? —preguntó Augustin, sin estar seguro de querer saberlo realmente. —Nada, –contestó Tony, girando la parte baja de su cuerpo a un lado. Por el bien que le hizo, porque Chelsea rió y gritó encantada, —Hey, ¡mira eso! 23 ¡Tony se ha puesto duro por Gordito! Augustin iba a estacarla a la primera ocasión que tuviera. 24 Capítulo Seis —Chelsea, —resopló Tony. La habría amenazado si hubiera sabido que podría cumplirlo. Sin embargo, no era un idiota. Ni siquiera Claude podía con ella. Chelsea se sacó algo, o probablemente, seguramente nada, del diente. —¿Qué? Está gordo. Tiene carne suelta, Y mira su culo. La ciudad de la celulitis. Los vampiros eran más fuertes que los humanos. Eso era sólo un hecho. Era por lo que Tony podía mantener a Augustin inmovilizado a la pared cuando se convirtió en una bola de furia y chillidos. —¿Celulitis? Te mostraré celulitis, ¡piojo parásito con colmillos! ¡Al menos mis carnes sueltas pueden salir al sol sin convertirse en tostadas! ¿Entonces quién es el débil aquí? ¿Eh? ¿Quién? —Augustin sonrió con suficiencia por encima del hombro de Tony. —¿Por qué no os quedáis unas horas más y hacéis un favor al mundo? Tony estaba impresionado con todo el enfado baba y... Sí, vale. Augustin era mono y listo, y blando en lugares en los que a Tony le gustaban blandos. Por desgracia, Augustin también estaba blando en el lugar dónde a Tony no le gustaba. Aparentemente, Tony era el único atraído. Eso definitivamente no era un pepinillo en su bolsillo. —Mmm, mmm, Regordete. Podría dejarte vivo durante unos meses, —ronroneó Chelsea mientras se acercaba. Pasó una afilada uña por la mejilla de Augustin. Tony le gruñó a ella—. No le hagas daño. Chelsea alzó una ceja. —Pero él sería delicioso. ¿No sabía bien? Los gordos siempre tienen mejor sabor... Tony no estaba preparado para el estallido de fuerza de Augustin. Un segundo tenía al hombre por las muñecas, y al siguiente Tony era apartado y Augustin estaba lanzándose hacia Chelsea. —¡Mierda! —gritó Claude. —¡Joder! —Chelsea ni siquieratuvo tiempo de esquivar. Ella y Augustin cayeron en un enredo de miembros y maldiciones. —Agárralo, —ordenó Claude. —Tú agárrala a ella, —contestó Tony—. Dices que yo estoy al mando aquí, ¡por lo 25 que hazlo! Claude le enseñó el dedo medio. —Eso es respeto para ti, —masculló Tony mientras intentaba agarrar a Augustin antes de que Chelsea lo lanzara por el techo o algo—. ¡Augustin, para! —Llámame gordo una vez más, bizca, puta... Sí, no estaba escuchando. —¿Puta? —Chelsea contestó, los ojos rojos brillando con enfado—. ¿Puta? ¡Tu madre es la puta! ¡Y tú no puedes ni conseguir un polvo con ese culo con hoyuelos! Augustin aulló y Tony se metió en el barullo al mismo tiempo que Claude. Alguien golpeó a Tony en la barbilla y un momento después un codo le golpeó la cabeza. Una rodilla apenas falló en su entrepierna, Claude intentando evitar el puño de Chelsea, pero colocó su brazo alrededor del cuello de Augustin y empezó a estirar hacia atrás. Lo que habría funcionado, pero Chelsea agarró el brazo de Augustin. —Oh no, no lo harás. ¡Voy a morder a este cabrón por meterse conmigo! —¡Nooo! —aulló Augustin, bueno, balbuceó, porque Tony tenía un brazo alrededor de su garganta. Realmente no quería dejar inconsciente a Augustin. Sólo... pasó. —¡Lo has matado! —declaró Chelsea, soltando el brazo de Augustin cuando se quedó flácido—. ¿Realmente prefieres matarlo a que yo lo pruebe? ¿En serio? —Ella se levantó—. Hombres estúpidos, demasiado ocupados estando celosos que ni piensan. Caramba. Por eso maté a mi marido en aquella época, antes de los derechos de la mujer. Tony no le estaba prestando mucha atención porque estaba intentando despertar a Augustin. —No está muerto, está... —¿Ahogado? —Preguntó Claude—. ¿Qué pensabas que era esto una pelea de artes marciales mixtas? Chelsea resopló—. Por favor. Le habría pateado el culo... Augustin jadeó y se abrieron sus ojos. —Fuera, —ordenó Claude a Chelsea, apuntando a la ventana abierta mientras hablaba—. Estás instigando deliberadamente. Si quieres atormentar a alguien, Radney merece tu crueldad. 26 Chelsea puso los ojos en blanco–. Es demasiado fácil. Empieza a llorar como un bebé grande, luego hay mocos y... —Chelsea, —murmuró Claude descontento. Eso le consiguió que pusiera los ojos en blanco de nuevo. —Me voy, me voy. Todo porque Grasiento es un marica también. —Voy a matarla con una estaca mojada con agua bendita y ajo, y con plata sólo para asegurarme, —jadeó Augustin. Luego empujó a Tony, lo cual no funcionó muy bien, ya que la cabeza de Augustin y sus hombros estaban apoyados en su regazo. —¡Puta! ¡Me has ahogado! —Acusó Augustin—. Y ¿qué es eso que se me clava en el hombro? —–Augustin salió de encima y miró—. ¡Eres asqueroso, chico asqueroso! Claude, el cabrón, empezó a reír como una hiena loca, el hombre no tenía una risa bonita. Tony intentó esconder discretamente la erección que formaba una tienda de campaña en sus pantalones, pero Augustin apartó su mano, al mismo tiempo golpeando la parte de arriba de la polla de Tony. Tony gritó luego se mordió el labio para evitar hacerlo de nuevo. Sus ojos se pusieron borrosos y un dolor inmenso golpeó su entrepierna. —Oh mierda. ¡Mierda! ¡Lo siento! Nunca... Tony se sacudió cuando su pajarito fue palmeado gentilmente. —Nunca sería tan bajo y cerdo, —estaba diciendo Augustin—. A diferencia de cierto cadáver femenino pudriéndose. Al menos la erección de Tony había desaparecido. Posiblemente permanentemente. Augustin lo miró. —Pero, me ahogaste. —¡Por accidente! —exclamó Tony. Claude finalmente paró de reír como un loco. —Chelsea seguramente te habría hecho daño, Augustin. Augustin sorbió. —Sólo porqué me enseñaron a nunca golpear a una mujer. Aunque seguramente esa muñeca pirada es una excepción. —Aprenderás a no hacer excepciones con nuestro tipo, —le informó Claude. El latido inexistente de Tony se habría acelerado entonces, si todavía tuviera. —¿Qué 27 estás diciendo, Claude? Augustin entrecerró sus ojos hacia Claude. —Sí, ¿qué estás diciendo, Clod? Claude ni siquiera reconoció el insulto de Augustin. Mantuvo su mirada fija en Tony. —Sabes lo que quiero decir. Obviamente es un hombre vengativo y enfadado... —¡Vosotros cabrones me atacasteis a mí! ¿Por qué tengo yo la culpa? —gritó Augustin. Claude lo ignoró–. No podemos confiar en que no nos exponga, especialmente ya que hay esos que... Sí. Esos que nos cazan y matan a cada oportunidad que tienen. Y Augustin seguramente estaría encantado de encontrar alguno de esos grupos. —No podéis hacer que me vaya, —dijo Augustin mientras empezaba a levantarse–. No podéis. Esta es mi casa. Tengo una vida, ja ja, y me quedo aquí. Prometo que no diré... —Sus dedos están cruzados detrás de su espalda, —notó Claude. Tony suspiró. Esto no iba a hacer que Augustin se ganara su cariño. —Vas a venir con nosotros. Dispuesto, o no. Fácilmente, o difícil. —Tony estaba de pie y flotando antes de que Augustin estuviera de rodillas—. No permitiré que pongas en peligro a mi familia. —Eso era su aquelarre, y ¿quién no tomaría medidas extremas para mantener a su familia a salvo? Augustin se congeló medio levantado. —¿Qué pasa si no voy dispuesto? Tony apretó su mandíbula. No quería contestar. Se obligó a ello. —Entonces voy a volver a sacar tu culo de aquí. De una forma u otra. —Tengo una forma más fácil, —murmuró Claude, poniéndose al lado de Tony. —¿Qué...? Oh. Eso sería más fácil, —estuvo de acuerdo Tony. –¿Qué estás planeando? –preguntó Augustin, parecía que fuera a hiperventilar. Claude bajó su voz una octava. –Mírame a los ojos. Te ordeno... —Oh dios mío, por favor, —dijo Augustin sarcástico—. Qué cliché...Mm, —Ssssí, mírame a los ojos, Augustin, y escúchame. Harás lo que te diga... —Maldición, tienes que enseñarme eso, —masculló Tony. Si algún día iba a ser el 28 líder del aquelarre, ¡quería ese truco del control mental superguay de vampiro! Funcionaba como un hechizo, siempre. Tony y Claude tuvieron a Augustin vestido y fuera en momentos. Tony quería restregar sus manos juntas y reír con una de esas risas de villano de Disney. Por supuesto eso probablemente cambiaría a un quejido cuando Augustin fuera liberado de su trance. Tony sabiamente se guardó su regocijo, esperando que quizás el karma lo recompensara por no ser un imbécil. 29 Capítulo Siete —¡Tú odioso imbécil! —Augustin palmeó las manos de Tony e intentó no mirarlo a los ojos—. ¡Eso es hacer trampas! ¡Trampas! —¡Yo no lo hice! —Protestó Tony mientras retrocedía—. Por dios, eres mezquino, resentido, violento... Augustin se sentó y lo fulminó con la mirada. —Creo que has olvidado como hacer cumplidos a un hombre, imbécil. Eso son todos insultos. Tony se movió alrededor de los pies de la cama, bien lejos del alcance de Augustin. —Soy consciente de ello, pero estaba siendo honesto, no adulador. Augustin buscó algo que lanzar. Todo lo que tenía cerca eran almohadas sobre las que estaba. Eran demasiado suaves y cómodas para arriesgarse a perderlas, y no eran lo suficiente pesadas para causar daño, por lo que no tenía sentido tirarlas. —Y con toda honestidad, si has sido atacado en tu casa y secuestrado, ¿serías amistoso y alegre? —Resopló Augustin—. Sí, probablemente lo serías. —No, no lo sería, —dijo Tony. Sacó pecho. Augustin iba a reírse de él por ello, pero la camiseta de Tony era realmente fina y había músculos ahí y un pequeño parche de pelo y pezones erectos, lo cual hizo que Augustin pensara en otras cosas erectas. Su cabeza bajo con sus pensamientos. —Patearía culos y arrancaría cabezas... Augustin paró la diatriba de Tony con la mano. —Estás duro. De nuevo. Tony balbuceó y se tapó el bulto de su entrepierna con las manos. Augustin se inclinó hacia delante, sus ojos centrados en esa zona general. —Quizás no necesitarías sangre tan a menudo si no sequedara toda en el sur. —¡No se queda toda en el sur y no necesitamos sangre tan a menudo! —Tony se agachó lo suficiente para que su cintura quedara por debajo del estribo de la cama—. Y deja de mirarme como si fuera un pedazo de carne. Soy más que sólo mi polla. Augustin todavía no estaba lo bastante cautivado con el cuerpo del hombre como para estar de acuerdo. —Eres un idiota. Ya lo he dicho. Al menos hay algo bueno en eso. 30 —No me extraña que seas soltero, —masculló Tony. Augustin retrocedió un poco luego lanzó una almohada tan fuerte como pudo. A la mierda. Sacrificaría la comodidad a cambio de zurrar a ese capullo. Tony se apoyó en el lateral. —¡Au! —Y cayó. —La elegancia personificada, —dijo Augustin sarcástico. Menos de un segundo después alzó el brazo para esquivar la almohada volando hacia él. Golpeó su brazo y cayó sobre su pecho—. Ay. Estoy herido. —¿Por qué no dejé que Chelsea te matara? —masculló Tony. Augustin se estremeció, aunque esperaba que no se hubiera notado. —Eso es acoso, lo sabes. Si consiguiera un ordenador y publicara en Reddit, la gente te odiaría en todo el mundo. Tony entrecerró sus ojos. —Y te preguntas por qué te trajimos con nosotros. El estómago de Augustin gruñó y de repente se sintió cansado de toda la dura experiencia. No es que fuera a dejar de luchar. No era el tipo de persona que se rindiera tan fácilmente. Mira cuánto costó convencerlo de comer más sano. Colesterol por encima de trescientos, rozando la diabetes... Incluso entonces, le costó otros seis meses y otro susto de salud conseguir que renunciara a la comida basura que amaba. A la mayoría de ella. Por lo que las burlas hacia los vampiros iban a seguir. —¿Dónde está tu novio? —Preguntó Augustin—. ¿Lo dejaste seco por accidente? ¿Los vampiros podéis haceros eso unos a otros? Las mejillas de Tony se volvieron de un raro gris moteado que Augustin finalmente supuso que era un sonrojo. —Contra menos sepas sobre nosotros, mejor, —se quejó Tony. Augustin no pudo evitarlo. Rió. –¿Tienes idea de lo ridículo que te ves acuclillado así? ¿Sólo para que no vea que estás erecto? ¿En serio? ¿Qué estás, emocionalmente atascado en los doce? Los ojos de Tony no podrían haberse entrecerrado más sin cerrarse. –Si lo fuera, ¿en qué te convertiría eso? Augustin no tenía respuesta para eso, por lo que decidió tirarle otra almohada a Tony. Tendría que pensarse mejor los insultos antes de soltarlos. —Para tu información, estoy entre novios, y no de la forma divertida, ——dijo Tony 31 con lo que seguro que sonó con aire altanero—. Claude y yo estuvimos juntos por un tiempo después de que me convirtiera pero... —¿Follaste a Clod? ¿En serio? —Augustin arrugó su nariz—. Ecs. No, él te folló a ti, ¿verdad? Tony se levantó y se cruzó de brazos. Su erección todavía estaba allí, sólo que no tan notoria. —Para que lo sepas, anidar con el que te creo es lo que se hace entre nosotros. —¿Anidar? —Augustin tuvo una imagen desagradable de huevos en nidos con huevos y los cuerpos sin sangre de sus víctimas. Tony resopló. —No sé por qué me molesto en explicar. Vas a pensar lo peor de nosotros de todas formas. —Obvio, —contestó Augustin—. ¡Incluso tú acabas de decir que tú matarías a las personas si te hicieran lo que vosotros, locos, me habéis hecho! ¿Y ahora debería sentirme mal? Vete a la mierda. La boca de Tony se estiró en una fina línea. Sus ojos rojos brillaron y Augustin rápidamente apartó su mirada. El corazón de Augustin latía como loco en su pecho. Apretó sus dedos alrededor de un montón de mantas. Quizás provocar a los vampiros no era la mejor idea del mundo. 32 Capítulo Ocho —Lo dio en serio, ¡mosquito gigante! —dijo Augustin. Dios, Tony estaba cansado de la boca de Augustin, no, estaba cansado de los comentarios que salían de ella. La boca de Augustin en sí misma, los labios gruesos, rosa oscuro, esos eran intrigantes. —Vas a odiarme de todas formas, —masculló Tony mientras paraba encorvándose y moviéndose alrededor del lateral de la cama. Los ojos de Augustin se ampliaron. –¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¡Atrás! ¡Atrás! ¿Dónde está el Raid cuando...? Tony notó que a pesar de los aullidos de Augustin, el hombre no se movió para alejarse. No cuando Tony colocó una rodilla en la cama. No cuando apoyó una mano sobre el hombro de Augustin. Y definitivamente no cuando Tony ladeó y bajó su cabeza. De hecho, Augustin dejó de balbucear y ladeó su cabeza a la izquierda. Separó esos bonitos labios e incluso los lamió. Tony casi se corre. Gruñó, presionando hacia delante e inclinando su boca sobre la de Augustin. Tony deslizó su otra mano alrededor de la nuca de Augustin y empujó su lengua dentro profundamente. Augustin se congeló durante un segundo entero, luego gimió y devolvió el beso con fiereza mientras Tony se rendía. Significó dientes, sin colmillos, Tony tenía algo de autocontrol, y mordisquitos, una batalla de lenguas y someterse el uno al otro. Tony era consciente de Augustin intentando ponerlo debajo. Como si Tony fuera a permitir eso. Con lo astuto que era Augustin, probablemente ya habría arrancado algún trozo de madera del cabecero y se preparaba para estacar a Tony. Excepto que Augustin estaba metido en el beso, totalmente. Tony montó sus caderas y sintió el bulto de la erección de Augustin a través de las mantas. Le gustaba la suavidad del cuerpo del hombre, el tacto de su barriga y la calidez suave de su piel. Tony apretó en su puño el pelo de Augustin y tiró hasta que Augustin arqueó su cuello. —Ay, ay, ay, —se quejó Augustin—. ¡Suéltame! Tony lo hizo, pero lamió un dulce camino hacia abajo desde la boca de Augustin 33 hasta la mitad de su cuello antes de que Augustin se estremeciera e intentara apartarlo. —¡No! ¡Sin morder! ¿Qué coño pasa contigo? —gritó Augustin. Tony no estaba mordiendo. De hecho, su intención había sido demostrar que no iba a atacar a Augustin... Bueno, no de forma que no quisiera Augustin. Esa polla erecta le decía a Tony que Augustin estaba interesado en algún tipo de contacto cuerpo con cuerpo. —No...Oh dios, –dijo Augustin arrastrando las palabras cuando Tony bajó para lamer un pezón. Tony paró en caso de que Augustin estuviera diciendo no a todo. No obligaría a nadie. Augustin lo agarró por las orejas. —¡No pares! ¿Qué te pasa? Tony resopló y lamió la teta de Augustin de nuevo. —¡Ohdiosmiiiio! —gritó Augustin contra él—. Espera, no puedo...estás muerto... –Esa estúpida frase de nuevo, —dijo Tony, jugando con el pezón de Augustin mientras hablaba—. ¿Me sientes muerto? —Preguntó con voz más fuerte ya que Augustin estaba jadeando bastante fuerte—. ¿Sabía a muerto cuando tomé tu boca? En retrospectiva, eso podría ser una mala elección de palabras. Augustin resopló y empezó a empujarlo. —¿Tú tomaste mi boca? ¿En serio? Mi boca está justo aquí todavía y... Tony se alzó lo poco que necesitaba cerró su boca sobre la de Augustin. Sí, definitivamente había encontrado una forma fantástica de cortar esas palabras afiladas como cuchillas. Y se sentía muy orgulloso de sí mismo, por no mencionar que estaba muy cachondo y sus pelotas dolían, cuando Augustin dio un tirón de todo su cuerpo y lo envió de espaldas. Tony luchó por levantarse y Augustin demostró ser sorprendentemente rápido mientras pasaba una pierna sobre la de Tony. Al mismo tiempo, encerró a Tony con sus brazos. Tony podría haberse levantado si lo hubiera intentado, pero Augustin con esa expresión fiera y lujuria estaba cautivador. Además, no había ninguna estaca por ahí. Augustin los enredó a ambos con las mantas. Tony fue capaz de levantar las manos y 34 tocar el parche de pelo en el pecho de Augustin. —Será mejor que tengas Listerine o Scope, —gruñó Augustin—. Besar a un tipo muerto. ¿Qué coño me pasa? —No estoy muerto como un jodido zombi, —dijo Tony con más pacienciade la que había pensado que podría exhibir—. Y todavía no me has besado. Augustin abrió su boca, Tony pudo ver la discusión acercarse. Lo que consiguió fue una pregunta. —¿Los zombis son reales? Asintió ligeramente, receloso de la reacción de Augustin. Era de alguna forma predecible, igual que como reaccionó Tony cuando descubrió la existencia de los verdaderos muertos vivientes. No había muchos de ellos, y no les encantaban los cerebros de humanos, pero existían. Augustin palideció, pareciendo horrorizado. —Ecs. Eso es.... Quizás los vampiros no están tan muertos como los zombis, pero igualmente quiero enjuagarme la boca. Tony quería otro beso. —No estoy muerto. Puedes... Puedes besarme. —No debería, porque seguro que tampoco estás vivo. —La mirada de Augustin fue a los labios de Tony—. Aunque mi último novio era un pedazo de mierda vivo que respiraba, y ya he tenido mi lengua dentro de tu boca... Todo parecía razonable para Tony, y aparentemente para Augustin también, porque finalmente estrechó la distancia entre ellos y besó a Tony lleno de necesidad amenazando con ponerlo patas arriba. Aun así no se sorprendió cuando Augustin acabó el beso después de pocos segundos. Augustin se sentó y se limpió la boca. —¿Qué coño me pasa? Tengo síndrome de Estocolmo, eso es. O es ese vudú de mierda vampiro que lava el cerebro. —Lo miró con furia, una expresión a la que Tony se estaba acostumbrado con el tipo—. Estás haciendo que te desee. Nunca he tenido fetiches, y la necrofilia... Tony se sorprendió con el rugido que soltó. —¡No estoy muerto! —Cálmate, —dijo Augustin—, y aparta esos colmillos. Lo juro por dios, si encuentro una lima de uñas... —¿Me estacarás con ella? —preguntó Tony, dolido estúpidamente por la idea. Augustin se salió de encima y maldijo mientras desenredaba las mantas de sus piernas. —No, supongo que no lo haré. Me has puesto de buen humor, idiota. 35 Tony no pensó que pudiera dejar de reír nunca por esa acusación. 36 Capítulo Nueve Bueno, aparentemente no iba a ser devorado, ni chupado hasta quedar seco. Augustin se estremeció un poco con ese pensamiento, porque sí, podría arreglárselas con un poco de chupar, eso seguro. Pero Tony había reído, lo cuál había sido bastante sorprendente de ver y escuchar, aunque Augustin nunca lo reconocería, entonces dejó la habitación poco después, diciendo que tenía cosas de las que ocuparse. —Estoy tan contento de que no pensara que tenía que ocuparse de mí. Como si pudiera, —resopló Augustin. Se puso bocabajo. Y parpadeó—. ¿En serio? ¿Qué clase de vampiros estúpidos ponía a sus prisioneros en una habitación con cabeceros de madera? Podría... —cerró su boca, pero su mente se aceleró. Tony podía ser sexy, y besar como nadie más, y podía tener un cuerpo perfecto y una polla que parecía gorda y buena. Seguía siendo un vampiro, y había ayudado a traer a Augustin a dónde demonios estuviera esto, contra su voluntad. Y aquí había estado Augustin todo putón de fantasía cachondo como un bobo. Dios, estaba tan jodido. —Culpo a Jim. Fue un novio de mierda como para asustar a alguien de por vida. —Augustin tocó el cabecero. Realmente era de madera. Se sentó y lo examinó de cerca. La mayor parte era una pieza sólida de madera, suavizada, lijada, barnizada. No creía que pudiera sacar una astilla, mucho menos una estaca. Pero los laterales del cabecero eran piezas más delgadas de madera. Si podía sacarlos del marco de metal, luego encontrar algo para afilar las puntas con... —Considerando los idiotas que me mantienen aquí, probablemente haya un hacha y una piedra de afilar en la mesilla de noche. Quizás incluso una motosierra. — Augustin abrió el cajón de arriba y no vio más que lubricante—. ¿Qué cojones se creen que va a pasar aquí? ¡Bastardos presuntuosos! Cerró el cajón de golpe y abrió el de abajo. Los ojos de Augustin se salían de sus cuencas. —Qué. ¿Coño? —Su polla se levantó aunque intentó estar indignado—. ¿Quién usaría...? —Levantó un grueso dildo de plata en su paquete—. La polla de King Kong. Bueno, no jodas. Jesús. —Era enorme, completamente demasiado grande para usarla, excepto quizás para aporrear a alguien hasta matarlo. Abrió el paquete, porque, ¿por qué no? El dildo era un poco más suave de cómo le gustaban sus 37 juguetes, mucho más grande que cualquiera que tuviera, y olía raro. Augustin se llevó la cosa a la nariz y olió. Entonces una fuerte risa salió de él. —¡Bananas! —Alguien en el negocio de los juguetes sexuales tenía sentido del humor. —¿Cómo supe que eso te mantendría ocupado? Augustine chilló y lanzó el dildo. ——¡Ups! —Tony lo atrapó...con su estómago. Se dobló tan rápido que el juguete ni siquiera tocó el suelo. —¡Pervertido! ¡Esa cosa podría matar a un hombre! —Augustin pateó el cajón con su tobillo. —M–Mujer, —jadeó Tony—. Es de Chelsea. ——¡Ecs! —Augustin chilló de nuevo, esta vez tan fuerte que sus propias orejas zumbaron—. ¡Asqueroso! —Luego se le ocurrió un pensamiento peor—. ¿Estoy en su cama? ¡Estoy en su cama! Retorcido... Tony se levantó y lo apuntó con el dildo. —No empieces. Esta no es su habitación. Es una de las habitaciones de sobra. Pero estos son sus juguetes. Se ha quedado sin sitios dónde guardar sus cosas. —Bueno, al menos sé por qué dos litros de lubricante en el cajón de arriba. —Augustin miró el dildo—. Se debe necesitar un litro y pico para meterlo en algún lugar. Tony movió sus cejas. —¿Quieres descubrirlos? Augustin sonrió travieso. —Claro, inclínate. Tony le frunció el ceño. —Estoy bastante seguro de que tú serías el que se lo metería. —¿Bastante seguro? —Imitó Augustin—. Tío, no quiero algo tan largo como un bastón de caminar y del grosor de mi muslo metido por el culo. Tú, sin embargo, ya estás muerto... —No estoy muerto, —gruñó Tony, y ese retumbar fiero hizo cosas traviesas en las partes masculinas de Augustin—. Estoy vivo y puedo ser asesinado igual que tú. —¿Es eso una amenaza? —preguntó Augustin, intentando rugir. Por desgracia, sonó más como un chihuahua que hubiera chupado helio. 38 Los labios de Tony temblaron. Augustin saltó hacia delante y alcanzó el dildo. Golpearía a Tony con la maldita cosa. —No es del tamaño de un bastón ni de tu muslo, —dijo Tony mientras jodidamente flotó hasta que su entrepierna estuvo justo al nivel de la cara de Augustin—. Me encantan los techos altos. La respuesta sabionda de Augustin se marchitó con la vista. Se lamió los labios, se riñó con un No mental firme y dio un paso atrás. —¿Piensas que soy tan fácil? Tony rió. —No hay nada fácil en ti, Augustin. Nada. Augustin sorbió. Por desgracia, eso le llenó la nariz del olor de Tony. Especiado y limpio, masculino, hacía que el interior de Augustin ardiera con necesidad. Dio otro paso atrás... y placó a Tony, envolviendo sus brazos alrededor de los muslos del hombre. Se golpearon contra la pared luego rebotaron al suelo. —¿Por qué...la...violencia...son...tus...juegos previos...favoritos? —jadeó Tony mientras luchaba por mantenerse arriba. —No son juegos previos, idiota, –resopló Augustin. —También lo son, —escupió Tony, al mismo tiempo que ahuecaba la polla de Augustin. Empujó un poco. Augustin gritó, no dolía pero maldición, podría. —¡Esto no es por ti! —¿Por esto? —preguntó Tony, golpeándolo en el brazo con el dildo. Augustin no contestó. Ya estaba sin aliento por pelear, y quería el maldito dildo lejos de él. Antes de que pudiera agarrarlo, Tony tiró la maldita cosa al otro lado de la habitación. Aterrizó con un golpe sordo mientras Tony rodaba encima de él. —Te tengo, —se jactó Tony. Augustin entrecerró sus ojos. Tony paró de regodearse y empezó a parecer nervioso. 39 Capítulo Diez —¿Qué cosa mezquina estás pensando hacerme? —preguntó Tony, esperando una respuesta verbal más que una física. Era ridículo estar asustado de unhumano. Tony podía dominarlo, lo había hecho, ¿no? El problema era que Augustin era listo, y Tony... era Tony. No tenía falsas creencias sobre su inteligencia. No era un completo idiota, pero nunca iba a ser un genio. Augustin probablemente estaba cerca de ser uno, o quizás era un miembro de Mensa. Lo que fuera, podía ser más listo que Tony, y eso lo hacía peligroso. Si Tony realmente creyera que Augustin lo mataría... No lo hacía. No después de ese beso, después del calor y el fuego y la necesidad que había encontrado en el hombre. Sí, Augustin podía herirlo un poco, pero no estacaría a Tony. Aunque Tony apostaría de dólares a donuts que Augustin estacaría a Chelsea sin vacilar. No llamabas a un tío culogordo como ella había hecho, igual que no dirías algo así a una mujer. Era pedir que te maten, o así era para Tony. Augustin todavía tenía esa mirada en sus ojos, y Tony intentó no encogerse. Ya que Augustin no había contestado, Tony se estaba preocupando. Y vale, estaba un poco asustado. —Este es el rato más largo que he estado a tu alrededor sin que hables, a menos que estuvieras inconsciente, —dijo Tony, picando el orgullo del hombre. Los ojos de Augustin se entrecerraron sólo un poco más, luego hizo su movimiento. No era para nada lo que Tony había esperado. Augustin agarró a Tony de cada lado de la cabeza y lo tiró hacia abajo para un rudo beso, uno avivado por el enfado y el deseo. Tony se dejó llevar. El sabor dulce de Augustin era adictivo, y realmente le gustaba el cuerpo del hombre, los lugares blandos y el pelo en su pecho. La forma en que Augustin se sentía como un cálido refugio en lugar de un hombre duro, insensible. Augustin lleva a su mente seguridad y comodidad, y brazos a su alrededor de forma cariñosa. Tony gimoteó, bajando hasta que estuvo estirado sólo encima de Augustin. Retorciéndose un poco Tony tenía su polla alineada con al de Augustin, o tan cerca como podía a través de sus ropas. Esta vez, Tony iba a impresionar a Augustin. Besó a Augustin con un entusiasmo que nunca tuvo antes. Tony lo deseaba, deseaba conocer cada lugar erógeno del cuerpo de 40 Augustin, como se escuchaba al estar tan cerca de correrse que no pudiera controlarse, los gemidos y súplicas que haría, la forma en que se vería y sacudiría mientras se corriera. Y Tony quería correrse también. Rodó para que se pusieran de lado. Augustin no luchó contra él, lo cual era un milagro por sí sólo. Tony pasó una mano bajando por el costado de Augustin. Enganchó sus dedos en la cinturilla de los pantalones cortos de Augustin, luego tiró de ellos. Entre ellos, tenían la ropa interior, suficiente para que Tony pudiera palmear la larga longitud pesada delante de él. No era suficiente. Tony tuvo que parar el beso y sentarse. —Desnudo, —explicó cuando Augustin frunció el ceño. Pero cuando escuchó esa palabra, el ceño de Augustin se convirtió en una sonrisita sexy. —El desnudo es magnífico. Tony estuvo de acuerdo. Se quitó la camisa, zapatos y pantalones. —Sin ropa interior, —reflexionó Augustin—. ¡Jesús, mira tu polla! Tony lo hizo. Era la misma polla que siempre había tenido. Augustin la alcanzó. —Sí, bueno, si hubieras visto el pajarito de mi ex, sabrías porqué esto es impresionante. Ese era algún tipo de cumplido ambiguo, pero Tony lo aceptaría. Su polla era un poco más larga que la media, con un buen grosor y una cabeza gorda. Nunca había tenido ninguna queja, aunque sabía que no caminaba por ahí con una polla de tamaño monstruoso. Sabía qué hacer con ella. Y ahora, dejó que Augustin la acariciara unas pocas veces antes de levantarlo para arrodillarlo en la cama delante de Tony. Tony ahuecó la nuca de Augustin. Lo atrajo para un beso, porque no podía mantenerse alejado de esos labios. Tony pensó que podría besar a Augustin para siempre... mientras pudieran correrse también. Estaba el riesgo real de que se corriera sólo con lo que habían estado haciendo hasta entonces, y Tony no estaba todavía tan ido como para creer por un momento que Augustin no lo acosaría sin fin por correrse como un cohete sólo por besarse. Por lo que Tony recostó a Augustin. Puso al hombre de lado, y los besos tuvieron que parar, pero eso estaba bien porque Tony agarró el lubricante. —¿Qué...? —Augustin tosió, luego se lamió los labios hinchados—. Sus mejillas estaban sonrojadas y su respiración agitada—. ¿Qué crees que estás haciendo con eso? 41 La pregunta fue hecha bruscamente, por lo que Tony supo que no iba a estar haciendo con el lubricante. Eso estaba bien. El anal no era un requerimiento para correrse. —Sólo esto. —Tony abrió el bote luego derramó algo de lubricante en su otra mano. Esparció algo sobre su polla, luego sobre la de Augustin. —Ohh, –ronroneó Augustin—. Eso... estoy bien con esto. —Se estremeció, poniendo los ojos un poco en blanco. El siguiente sonido que hizo fue una mezcla de consonantes que hizo que Tony sonriera. Se acercó un poco y tomó ambas pollas en sus manos. Augustin agarró el hombro de Tony y gimió cuando Tony empezó a masturbarlos juntos. La polla de Augustin se restregaba contra la suya en el agarre de Tony con dos puños. Tony observó las cabezas de sus pollas desaparecer y reaparecer cuando las caricias subían y bajaban. —Ungh, —dijo Augustin, apretando sus dedos contra los hombros de Tony. Empezó a empujar, duros empujes de sus caderas que enviaron su polla pasando el agarre de Tony. Tony se inclinó para un beso descuidado mientras apretaba su agarre en ellos. Estaba tan cerca, con el placer estallando de su entrepierna a cada parte de su cuerpo. Calor bendito, reminiscente de la luz del sol que ya no podía soportar nunca más, inundó a Tony. No sorbió, pero estaba cerca mientras el éxtasis subió desde sus pelotas. Al mismo tiempo, Augustin mordió su labio. Un segundo después, Augustin echó su cabeza a un lado y gimió, un sonido largo que puso la piel de Tony de gallina. El primer chorro caliente de semen golpeó a Tony en la mano, luego él también se estaba corriendo, sus ojos cerrándose a pesar de que intentaba mantenerlos abiertos para poder ver la expresión de Augustin. Tony había visto el principio, el primer indicio del orgasmo en los rasgos de Augustin. El hombre era hermoso cuando se dejaba ir, dejando el enfado y los comentarios mordaces. Tony vio la imagen con sus ojos cerrados mientras se corría, Augustin jadeando, entregándose. Hizo que Tony se corriera, doblando el placer hasta que no pudo soportarlo más. Un empuje final, de Augustin, luego él; y Tony estaba listo para abrir sus ojos de nuevo. Justo antes de que lo hiciera, la puerta del dormitorio fue abierta. Tony supo quién estaba ahí antes de que Augustin maldijera. —Tú, idiota repulsiva... empezó, sólo para ser cortado por Chelsea. 42 —Oh, mírate, domando a esa mascota humana. Buen trabajo, Tony. Augustin se giró para lanzarle una mirada furiosa a él que fue tan fiera que Tony debería haberse convertido en cenizas. —¿Domándome? ¿Piensas que soy tu mascota? —¿Qué? ¿Piensas que está enamorado de ti? —se burló Chelsea–. ¿Tengo que recordarte tu culo fofo? Augustin no tendría que estacar a Chelsea. Tony iba a hacerlo él mismo. 43 Capítulo Once Olvidado el lío pegajoso y su polla flotando con el viento, Augustin se levantó y corrió, con la ropa interior colgando de un tobillo. —Te voy a mostrar cosas fofas, tú... Chelsea rió y flotó hasta el techo, su espalda apoyada contra el techo. —Eres demasiado lento, tú... —¡Argh! —Tony se lanzó a través de la sala y placó a Chelsea. Augustin gritó y se cubrió la cabeza mientras yeso y dios sabía que más llovía sobre sus brazos y hombros—¡Mierda! El sonido del techo siendo golpeado no era nada que Augustin hubiera escuchado antes. El suelo bajo sus pies se sacudió y temió que toda la casa se derrumbara. —¿Qué coño estáis haciendo, idiotas? —escuchóa alguien rugir. Conocía esa voz. Clod estaba gritando y maldiciendo en el piso de arriba... Bueno, quizás no el piso, ya que seguía cayendo trozos y todo. —¡La he tenido con esta imbécil! —gritó Tony. —Ay, que te jodan, bastardo llorón, —contestó Chelsea—. ¡Voy a partirte por la mitad por esto! Augustin decidió que cubrirse la polla era probablemente lo más sabio antes de dejar la habitación. Se subió la ropa interior y salió corriendo por la puerta. Y paró. ¿No había estado encerrado? —¡Ugh! —se golpeó en la frente él mismo—. ¿En serio? —miró a la izquierda. Escaleras que llevaban al siguiente piso, dónde todavía podía escuchar muchas maldiciones y gruñidos. Y a la derecha... — ¿Más habitaciones? —giró a la izquierda. Bueno, obvio, había escaleras hacia abajo también. Augustin se lanzó hacia ellas y vaciló. —Ah, ¡vamos! —resopló—. ¿Por qué vacilo? —miró a las escaleras que iban arriba, luego a las que iban abajo. Al menos estaba en el segundo piso, supuso, no podía saberlo mirando por ninguna ventana, no había ninguna. Augustin ni podía creer que estuviera dividido entre las malditas escaleras. Eso era estúpido, loco. Después de todo, había sido secuestrado por vampiros. Por supuesto 44 que quería escapar. Pero probablemente debería intentar encontrar algo de ropa o zapatos o... —¡Para! Alguien arriba gruñó de dolor. No sonaba como Tony. Tan pronto como se dio cuenta de ello, el corazón de Augustin empezó a latir de nuevo, Y esa reacción lo asustó. Salió disparado escaleras abajo. Algo iba muy mal con su cabeza, preocupándose por Tony, preguntándose si debería quedarse. Sólo porque Tony había estado intentando seducirlo, vale, y había tenido éxito, no significaba que Augustin tuviera que seguir siendo un idiota. Obviamente Tony estaba intentando que Augustin se uniera al lado oscuro. ¿Por qué un tío como Tony estaría interesado en alguien como él? —Uh, ¿por qué está muerto y desesperado? —dijo Augustin mordaz. Maldición, su culo sí se sacudió mientras bajaba las escaleras. Augustin estiró la mano para agarrarse una nalga. Seguramente todavía era un buen agarre, no una masa amorfa excesiva. Se estaba poniendo en forma. Su barriga sólo se sacudía un poco cuando corría. Bueno, sólo se estaba deprimiendo. —¡Augustin! —escuchó a alguien gritar mientras llegaba al piso de abajo. Augustin tropezó cuando vio los ataúdes. —Dios mío, ¿No pueden ser originales? —Pero los ataúdes lo asustaron y siguió corriendo cuando parte de él realmente quería girarse la segunda vez que Tony gritó su nombre. Augustin quitó el pestillo de la puerta y giró el pomo. Tenía que seguir intentando escapar aunque Tony fuera sexy, intrigante, y oh dios mío un hombre bien dotado. —Vampiro, —masculló Augustin mientras salía por la puerta. Empezó a cerrarla detrás de él pero el pomo fue tirado fuera de su mano. —¡Tony! ¡Luz del sol! Ese era Clod gritando, y tenía razón, Augustin apenas evitó ser agarrado. Sintió el viento en su espalda en su piel desnuda como si acabara de escapar mientras los primeros rayos de la mañana empezaran a golpear el cielo. Y se dijo a sí mismo que el aullido que había escuchado, el que estaba bastante seguro que venía de Tony, era uno de ira por la huida de Augustin. Era lo único que tenía sentido. No había forma de que pudiera haber dolor en ese grito. Tenía que estar imaginándoselo. 45 Capítulo Doce Hacía calor. Y estaba sudando. El único momento en que el sudor era bueno era cuando formaba parte del sexo, al menos para Augustin. El sol iba a cocinarlo en un pedazo de carne masculina endurecida si se quedaba fuera más tiempo. Augustin miró atrás a la enorme casa de tres pisos. Vale, no estaba tan lejos de ella, y sólo había estado fuera cinco minutos. —Lo que sea. ¡Esto es un asco! No podía ver señal de civilización por ningún lado. La casa no contaba. ¿El grito que escuchaba venía de la casa? No, no, tenía que ser su imaginación. No, probablemente no lo era. Había un montón de locos vampiros chupasangres en su casa, y estaban enfurecidos porque se las arregló para escapar de ellos. Tony probablemente estaba casi tan enfadado como lo estaría Chelsea, ya que él había intentado seducir a Augustin para que creyera que era realmente deseable. No es que Augustin pensara que fuera muy feo, pero... Bueno, no era para nada tan caliente como el nivel en el que estaba Tony. —Oh maldición, está ¡muerto! Métete eso en la cabeza, idiota, —se regañó—. Vale. Sólo estaba intentando que te unieras al lado oscuro. Tienes suerte de que no te mordiera y te matara. O te convirtiera en uno de ellos. —Porque eso habría sido horrible, ser esa criatura básicamente inmortal que vivía para siempre a menos que alguien le estacara o reflejara un rayo de sol en él. —Sí, eso es totalmente una mierda. Quiero decir, claro, podría ser golpeado por un coche, sufrir un ataque al corazón o una apoplejía, o ser robado y asesinado, morir en un incendio o... —Guau. Vale, No se estaba haciendo ningún favor con ese argumento. Augustin cambió de un pie a otro. Estuviera dónde estuviera, había arena por todas partes. Arena. ¿Qué tipo de vampiros vivía en un lugar rodeado de arena? —Es un desierto, —se dio cuenta cuando algún tipo de lagarto feo y espeluznante pasó a unos metros de él—. ¿Estoy en el desierto? —chilló—. ¡Qué coño! ¡No vivía cerca de ningún desierto! Augustin corrió por un minuto o dos... bueno pareció más tiempo. Después de todo, no estaba en tan buena forma. Había acabado de empezar a hacer realmente el ejercicio diario del infierno. Se aseguró de que todavía podía ver la casa, lo cual probablemente era estúpido, pero ahora que se había 46 dado cuenta de que estaba en un maldito desierto, tenía un miedo irracional a que esa casa desapareciera de su campo visual. —Sería un asco perderse, —murmuró, resoplando mientras miraba la arena, arena, y más arena. No había ni un estúpido cactus para que cambiara el escenario aburrido. Se giró y miró de nuevo a la casa—. Cabrones, pensáis que sois muy listos. ¡Ja! ¡Os demostraré que no! Ahora sólo tenía que decidir que les demostraría. ¿Qué? ¿Cómo se veía un cuerpo humano deshidratado y pudriéndose bajo el sol infernal? ¿Perdería algo de peso, sudando así? Augustin se pellizcó la barriga. Podía jurar que era más pequeña. Estaba más sudado. Estaba demasiado sudado. Augustin frunció el ceño. ¿No se suponía que los desiertos eran más fríos por las mañanas y las noches? ¿O algo así? Quizás no en mitad del verano, cuando las temperaturas eran peores. O quizás no hacía calor, y estaba alucinando porque... Augustin no podía suponer esa parte. Jesús, no había ninguna sombra en ninguna parte excepto la del porche de la casa. Augustin miró su estómago de nuevo. Se estaba volviendo rosa, ¿no? Mierda. Iba a quemarse y eso no debería importar porque iba a morir de todas formas, pero las quemaduras eran dolorosas y... ¿Cuándo había empezado extrañamente a volver hacia la casa? Augustin frunció el ceño. No podría sobrevivir en el desierto. No sería capaz de sobrevivir en una casa llena de vampiros. Sus opciones eran una mierda. Parpadeó cuando el sudor se metió en sus ojos. –Au. Jesús, ¿por qué quema tanto? —¡Pensarías que el cuerpo humano no produciría algo que le cegara a uno mismo! Augustin se restregó los ojos. Dio unos pasos más en dirección a la casa. Tropezó sobre algo... ¡Probablemente uno de esos malditos lagartos feos! Oh dios, ¡me va a morder! Sus rodillas golpearon la arena. —Oh ¡vamos! ¡Esto es patético! —¡No era una nenaza! Excepto que vio algo moviéndose y posiblemente gritó como un niño de dos años obligado a sentarse en el regazo de Santa. Había algo grande y negro viniendo hacia él. Su vista se volvió borrosa, pero estaba bastante seguro de que estaba equivocado. La cosa era completamente negra, y seriamente se arrastraba hacia él. Augustin
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