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Bailey Bradford - Serie El Vampiro para Mi - 01 Mi Vida sin Ajo

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Serie El Vampiro Para Mí 
 
Mi vida sin Ajo 1 
 
 
 
 
 
 
 
 Bailey Bradford 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Sinopsis 
 
 
Puede que dejar el ajo valga la pena a cambio de algunas cosas en la vida 
 
Fue simple curiosidad lo que llevó a Augustin al sitio de citas vampírico, pensó que 
debía ser una broma empezada por algún grupo de raritos. Hombre, tenía razón, pero 
lo que pasaba es que esos raritos eran vampiros en realidad, y cuando uno aparece en 
su casa, el mundo de Augustin queda patas arriba. 
 
Primero consigue un vampiro psicótico del que encargarse. Luego consigue uno con 
el que es más divertido pasar el rato. 
 
Excepto que ahora que Augustin sabía que los vampiros existían, no pueden dejarlo 
vivo. ¿O pueden? Cuando se ofrece una alternativa, a Augustin no le preocupa. 
Después de todo, no quiere ser llevado a alguna guarida de vampiros desagradables. 
 
Tony es el siguiente vampiro en la línea para ser el líder del aquelarre. Quiere ser un 
hombre justo, y eso significa discutir en contra de matar a Augustin. Si también se 
siente atraído por el hombre sarcástico y adorable, ¿qué tiene de malo? 
 
La atracción entre Augustin y Tony es innegable, pero negarlo es lo que ambos 
intentan hacer. Alguien tendrá que doblegarse o romperse. 
 
 
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Prólogo 
 
Por dónde empezar... 
 
Lo juro por dios, el aburrimiento es la causa principal de que la gente haga cosas 
estúpidas. Supongo que hay una razón por la que alguien se inventó el dicho de que 
las manos ociosas son las que hacen el trabajo del diablo. Añade aburrimiento a un 
sentido del humor retorcido, y sí, una mente sucia, y van a haber problemas. 
Al menos esa es mi teoría. 
 
Era esa forma de pensar lo que me llevó a Googlear porno vampírico. Diría que no 
preguntes, pero voy a contártelo de todas formas. De hecho, voy a contarte toda la 
historia detallada sobre como mi vida se ha puesto patas arriba. No, no, NO he ido a 
rehabilitación para convertirme en un hombre nuevo. Por dios, gente, leéis 
demasiada prensa sensacionalista. 
 
No, esta sólo es la historia de un tío normal que tuvo que escoger entre renunciar al 
ajo, mi condimento favorito, por cierto, o el amor de su vida. No es una decisión 
difícil, ¿verdad? 
 
Sí, bueno. Sólo espera y mira si tú hubieras hecho lo mismo. 
 
Aunque creo que lo habrías hecho. 
 
 
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Capítulo Uno 
 
Augustin Carmichael se sentó en el escritorio del ordenador. Dejó su plato lleno de 
espaguetis con queso, justo delante de él. Volvió a la cocina y cogió las gruesas 
rebanadas de pan de ajo y la copa de vino tinto. El vino era un añadido nuevo a su 
hora de comer. A Augustin realmente no le gustaba esa cosa, pero seguía leyendo 
sobre cómo era sano para el corazón y todo eso. Ya que su padre había muerto a los 
cuarenta y tres por un ataque al corazón grande, Augustin estaba dispuesto a probar 
cualquier cosa para evitar el mismo destino. 
Eso había significado disminuir la pasta y el azúcar y los carbohidratos, bueno, 
demasiadas cosas buenas de la vida, pero de nuevo, no viviría mucho más si no tenía 
cuidado. A los treinta y cinco, se sentía como si tuviera un temporizador de bomba en 
su pecho en lugar de un corazón. 
Su doctor también lo reñía por ello. Augustin tenía sobrepeso, y su colesterol estaba 
alto. Su presión sanguínea estaba en el límite. Asustaba mucho, por lo que estaba 
haciendo cambios. 
Pero no iba a renunciar a su pasta por completo, y el ajo era sano por lo que sabía. La 
marinara era casera y sin azúcar, por lo que eso tenía que contar como algo bueno que 
comer. 
Augustin se sentó en el escritorio cuando lo tuvo todo reunido. Había hecho su hora 
de ejercicios diaria por la mañana. No había necesidad de sentirse culpable mientras 
enroscaba la pasta alrededor del tenedor. 
Tampoco iba a atragantarse en esa innecesaria culpa, y desperdiciar una comida 
maravillosa. La salsa golpeó su lengua y el fuerte sabor del ajo superaba al de los 
tomates y las cebollas. Era ¡perfecto!, Augustin gimió feliz y se prometió otra 
recompensa sabrosa en una semana. 
Después de haber comido un poco más, obligándose a hacerlo muy lentamente, 
cuando lo que realmente prefería era haber devorado la comida rápido, Augustin 
abrió su navegador. Navegar en la red era tan adictivo como la comida, por lo que 
también intentaba supervisarlo. 
La página de noticias que tenía como página de inicio apareció. Augustin leyó unos 
pocos titulares y masculló para sí mismo. Iba a dejar de leer las noticias, maldición. 
Era todo malo, ¿y quién necesitaba ese tipo de bajón? 
Aunque, bajo “noticias extrañas” encontró algunos artículos interesantes. Para 
cuando leyó la mayoría, estaba masticando el último trozo de pan de ajo. Dio un 
 
 
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sorbo al vino y luchó contra las arcadas. Quizás debería acostumbrarse a beber esa 
cosa templada, pero realmente, realmente, quería añadir algo de hielo y Sprite para 
hacer que la bebida fuera aceptable. 
Obviamente nunca iba a ser un experto en vino. Resopló. —Bueno, lo que sea. Al 
menos no me dará un patatús pronto. 
Tragó lo último del líquido luego dejó la copa de vino. Un artículo que se había 
perdido atrapó su atención y rió. —¿En serio? —Augustin clicó en el enlace. La 
página cargó y rió—. ¿Un sitio de citas para vampiros? ¿Qué le pasa a la gente...? 
Rió algo más y leyó el gancho, mientras pensaba en ello. —Chupasangres solteros, 
¿huh? Me suena peligroso—. Le molestó cuando todo lo que vio fueron fotos de 
mujeres en la página principal—. ¿Qué pasa con los tíos? ¿O Gays? ¿Nos estáis 
excluyendo? 
De nuevo, quizás los gays tenían más sentido común. Augustin pensó en sus amigos 
Tommy y Georgie. —Vale, quizás no—. El resto de sus amigos, cualquiera que fuera 
su sexualidad, definitivamente estaban por encima de mirar ese tipo de sitios. 
Augustin movió el cursor sobre el botón “Inscribirse”. Sería una gran broma hacerles 
una cuenta a Tommy y Georgie. No, eso sería algo estúpido, y estaba intentando 
reducir el número de esas cosas que hacía. 
Todos los perfiles eran de mujeres. Augustin apretó sus labios. —¿Al menos hacéis 
vampiros gay? — gruñó. No sólo estaba hablando consigo mismo, seguía como si los 
vampiros fueran reales. 
Clicó en el botón de “Inscribirse” por curiosidad. Realmente no pedían demasiada 
información. ¿Todo eso era para un perfil? ¿Qué pasaba con las trillones de preguntas 
que las verdaderas páginas de citas tenían? 
—¿La gente de verdad se cree esta mierda? —Abrió una segunda página que expedía 
direcciones de correo temporales. Eran buenas sólo durante diez minutos por lo que 
tenía que apresurarse. 
Fue la curiosidad lo que hizo que rellenara el formulario para el perfil. Era también 
aburrimiento. Sobretodo aburrimiento. No tenía ni idea de que haría, o si alguna vez 
usaría la cuenta para algo más que una comparación de páginas de citas. Había tenido 
la intención de inscribirse en GayLove4You.com
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 ya que su vida amorosa había sido 
pésima desde, bueno, no iba a contar los meses. Al menos todavía no había llegado a 
años. 
 
1 Algo así como AmorGayparaTi.com 
 
 
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Y, podría escribir sobre toda la comparación en su blog. Quizás conseguiría algunos 
seguidores por lo que tendría una buena media docena. Aparentemente no era tan 
interesante. 
—Si lo fuera, no estaría soltera, obvio. 
Hasta ahora la página no pedía mucho, sólo nombre de usuario, correo electrónico, de 
que género era y qué genero buscaba, fecha de nacimiento, contraseña. Apretó 
“Enter”. Después de unos segundos, salió un mensaje de error. —¿Qué quieres decir 
con que algo está mal? Lo rellené bien, idiotas. 
Lo hizo otra vez y recibió el mensaje de que la página web estaba sobrecargada de 
visitas. Atónito, Augustin se inclinó hacia atrás y frunció el ceño. —¡Tienes que estar 
de broma! —La paranoia le entró—. ¿Esporque dije que era hombre buscando 
hombre? 
Se inclinó sobre el teclado de nuevo, volviendo a teclear la información, excepto que 
alterando el buscar de hombre a mujer. 
Otro mensaje de error apareció, pero supuso que su dirección de correo electrónica 
había expirado. —Mierda. —Creó otra y creó otro perfil. También salió el mensaje de 
error—. Bueno, al menos sé que no sois todos unos intolerantes, pero vamos. ¡No 
puede haber tanta gente aquí! 
Podía ser un poco obsesivo. Augustin sabía eso de sí mismo. Una hora de crear falsas 
cuentas de correo e intentar inscribirse en la página de citas para vampiros y empezó 
a cuestionarse su propia salud mental. ¿Por qué se molestaba siquiera? Seguro que no 
quería salir con alguien de una página así. 
Finalmente Augustin se rindió y cerró la página. Se estaba estresando por una página 
web estúpida en la que no estaba interesado, todo porque era un cabezota, estaba 
aburrido, y era un bastardo entrometido. 
Mañana crearía una cuenta real en GayLove4you.com. Perdería el tiempo un poco 
más, descubriendo que había más que una página de citas de vampiros. Estaba 
tentado de googlear en busca de una de hombres–lobo pero decidió que era algo 
demasiado patético incluso para su aburrimiento. 
Augustin no podía encontrar algo más con lo que pasar el tiempo. Finalmente apagó 
el ordenador y se levantó. Después de un largo rato, estirando los huesos, se encargó 
de los platos sucios. Cuando miró por la ventana de la cocina que estaba encima del 
fregadero, pensó que vio movimiento en el patio. 
—No pienses en eso, —murmuró para sí mismo—. Cada gilipollas de película de 
terror sale o sube o baja o va dónde esté el jodido monstruo. No voy a dejar que me 
 
 
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claven un hacha en la cabeza. 
Decidió entrecerrar sus ojos e intentar ver qué era lo que había visto en un primer 
momento. Cuando nada más se movió, decidió que era su cabeza que le hacía malas 
pasadas, y para cuando se fue a la cama, se olvidó de ello. 
 
 
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Capítulo Dos 
 
Quizás debería reducir el ajo, reflexionó Augustin mientras se estiraba sobre su 
estómago y miraba la pared. Se seguía despertando, y había una preocupación 
innecesaria en su mente, atisbos de sueños raros en los que no podía centrarse. 
Era probablemente debido a la estúpida página de citas de vampiros. Pensaba que 
había indicios de colmillos y ojos rojos brillantes en sus sueños. Luego de nuevo, 
podía estar creando mierdas con su mente. El sueño normalmente no era un problema 
para él, Augustin normalmente se dormía diez segundos después de que su cabeza 
golpeara la almohada. Una noche sin dormir lo iba a dejar destrozado. 
El trabajo iba a ser una mierda. Tenía que encargarse de una cuenta, una tarea tediosa 
que a veces disfrutaba, pero que más a menudo odiaba. Este cliente en particular era 
un hombre de negocios gruñón que había despedido a su antigua compañía de 
contabilidad porque había tenido que pagar más impuestos de lo que le hubiera 
gustado. 
Hasta ahora, Augustin no había encontrado nada que demostrara que sus impuestos 
hubieran sido incorrectos. No se moría de ganas de presentar sus resultados cuando 
acabara su auditoría. 
Pero no era eso lo que interfería con su sueño. Augustin resopló y cerró sus ojos. —
Medita. —Masculló, como si eso fuera a pasar por arte de magia sólo por decir la 
palabra. 
Bueno, no fue así. Pensó en la cuenta, en la estúpida página de citas, en sus facturas y 
dónde quería ir de vacaciones y todos los lugares que nunca había sido capaz de 
permitirse visitar. 
Pensó en conseguir un gato, o un perro, o ambos. Un novio sería preferible, pero... 
Augustin rodó sobre su espalda y parpadeó abriendo sus ojos. Podía ver poco en su 
habitación. No estaba oscuro como la boca del lobo, gracias a la luz del portátil que 
brillaba y la luz de la impresora que hacía lo mismo. Además, había dejado la luz del 
baño encendida en caso de que se despertara a la mierda en punto y tuviera que mear. 
Pasaba a veces. 
Lo cual tenía que hacer, tenía que mear. Gruñendo, apartó las sábanas. Hacía más 
calor del que le gustaría en su habitación, pero estaba intentando ahorrar en su 
factura de la luz y el impacto ecológico y todo eso. Intentando ser responsable con el 
medio ambiente significaba que todavía no había bajado el termostato para que su 
aire acondicionado no se pusiera en marcha hasta que la temperatura llegara a 
 
 
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veintisiete. Era extraño que aunque tenía calor, cuando puso sus pies en el suelo, se 
estremeció mientras algo le pasaba por la cabeza, algo con grandes garras oscuras 
agarrando sus tobillos. Siempre se había preocupado por los monstruos debajo de su 
cama cuando era niño, y a veces como adulto la idea volvía a la vida. Normalmente 
en el medio de la noche cuando tenía que levantarse para mear. 
—Lo que sea. —Augustin se levantó y estiró. Su espalda crujió y casi ronronea 
porque se sentía muy bien. Se pasó una mano por el pecho hasta el estómago. 
Todavía estaba blando y era más grande de lo que le gustaría, pero se estaba 
reduciendo. Arrastró los pies hasta el baño, golpeando su cadera con el canto de la 
cómoda. 
—Ay, ay, ay, qué coño —masculló. No era como si no supiera que la cómoda estaba 
allí. Había estado en el mismo sitio desde que se mudó a la casa hacía cinco años. 
Justo antes de salir de la habitación, le recorrió un estremecimiento por la columna. 
Parpadeó, de repente muy despierto y cerca de estar asustado. Augustin quería 
regañarse a sí mismo, pero su corazón iba a toda pastilla y las ganas de correr eran 
casi abrumadoras. 
No te gires. No seas estúpido. No hay nada ahí. No iba a caer en la trampa de su 
cerebro paranoico. 
Un sonido de arañazo se escuchó en la ventana, o al menos pensó que era la ventana. 
Otro estremecimiento lo golpeó, y gimoteó antes de golpearse la boca con la mano. 
Ni siquiera podía decirse a sí mismo que era una rama arañando el cristal cuando el 
sonido se hizo más fuerte. No había árboles en ese lado de la casa. Y estaba en el 
segundo piso. 
Oh dios mío, es como Salem Lot!
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 Si me giro y hay un tipo muerto flotando o un niño 
dando golpecitos en la ventana, ¡me caeré muerto de un ataque al corazón! 
El sonido se hizo más fuerte. 
El instinto de huida ganó a las ganas de luchar, y corrió. 
 
 
2 Novela de Stephen King, en español se publicó con el título: El misterio de Salem's Lot 
 
 
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—Parecía muy persistente. —Dijo Claude, mirando su ordenador—. ¿A quién 
enviaste para ver si el tipo era de verdad? 
Tony se pulió un colmillo en la manga de su camiseta. Casi gime. Los colmillos 
definitivamente eran definitivamente su punto erógeno. Normalmente no jugaría con 
ellos mientras estuviera cerca de alguien, pero pensaba que todavía tenía una mancha 
de sangre en ellos. 
—Radney. —contestó Tony cuando Claude se giró para lanzarle una mirada 
preocupada. 
—¿Radney? —Repitió Claude, esa mirada convirtiéndose en un ceño—. ¿Por qué 
demonios lo enviaste a él? ¡Sabes que se lo pasa de puta madre asustando humanos! 
Tony se encogió. —Sí, bueno, ese humano intentó unirse a la página buscando 
hombres, luego mujeres, luego cambió su nombre y estados. No creo que esté 
interesado, creo que es un entrometido de mierda, y odio a la gente entrometida. No 
son buenos para nosotros. 
Las pesadas cejas de Claude bajaron hasta que sus ojos quedaron casi en sombra por 
ellas. —Tony... —gruñó—. ¿Radney consiguió su suministro esta semana? 
Tony habría palidecido si no hubiera sido ya tan blanco como era posible. —Esto, 
yo... um. No lo sé. —Se encogió y agachó la cabeza cuando Claude le tiró un 
pisapapeles—. ¡Hey! ¡Eso habría dolido! 
—Como si te fuera a matar. —Refunfuñó Claude, como para enfatizar su irritación—. 
¡Ya estás muerto! Aunque si pudiera volver a matarte... 
Tony sorbió y alzó su nariz. —Matarme una vez fue suficiente. 
—Bueno, era yo o esa enfermedad quetenías, —dijo Claude. 
El rencor de Tony se desvaneció. –Sí, es así, por lo que gracias por eso. No habría 
vivido mucho más. –Y la parte de morir antes de que Claude apareciera y lo matara, 
eso había sido bastante agonizante. 
—Sí, bueno. —Claude volvió al ordenador. No se le daba bien el que le dieran las 
gracias—. De todas formas, Radney también es un poco imbécil con cualquiera que 
no sea hetero. ¿Pensaste en eso cuando lo enviaste tras este... este humano? 
Tony suspiró. –Sí, vale, realmente lo hice. Ya que el tipo intentó inscribirse como 
hombre busca hombre, luego hombre busca mujer, luego mujer busca mujer, luego 
mujer busca... Bueno, no pensé que fuera gay. Pensé que sólo estaba metiendo las 
 
 
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narices dónde no debía. 
—¿Y estabas dispuesto a apostar que estabas en lo cierto con eso? —Claude pulsó en 
el teclado—. Cuando Radney no ha tenido sangre durante unos días, es inestable, ¿y 
es un intolerante? Claro, tiene unos cientos de años, y decidido, pero... 
—Mierda. —Tony se restregó el rostro—. La jodí, ¿no? 
—¿Eso crees? ——Claude contestó bruscamente—. ¿Cómo valorarías el control de 
los impulsos de Radney? 
—No ha hecho ninguna locura que yo sepa, —ofreció Tony en defensa por sus 
acciones—. Sólo suelta algún comentario ocasional sobre mi ahora desde que le pateé 
el culo. 
Claude sacudió su cabeza. —Tony, Tony, Tony. Pensé que te había criado mejor. No 
la parte de patear el culo, sino sobre la parte de ser estúpido. Seguramente Radney ha 
estado esperando para deshacerse de algo de rabia al conseguir que le pateara el culo 
un vampiro gay de treinta años. 
Tony ya estaba poniéndose el abrigo. —Mierda. Lo arreglaré. 
—Apuesta a que sí. Estaré justo detrás tuyo para asegurarme de ello. 
 
 
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Capítulo Tres 
 
Augustin se consideraba afortunado por haber llegado al baño sin mearse encima. 
—Es una pesadilla. Despierta, despierta, ¡despierta! —Se pellizcó luego lo hizo de 
nuevo—. Mierda, eso duele. —Igual que tropezar con la cómoda. Pero quizás estaba 
dormido de todas formas, y lo estaba soñando todo, como la vez en que soñó que 
estaba en un ascensor y había empezado a caer en picado cuarenta pisos. Se había 
dicho a sí mismo que parara el ascensor, porque sólo había sido un sueño y lo sabía. 
Por supuesto el ascensor había parado, y el suelo se había caído y él caía en picado 
hacia su muerte. Augustin sabía de hecho que morir en una pesadilla no significaba 
morir realmente porque se había hecho puré contra el maldito lugar, y se había 
despertado para reír sobre ello más tarde. También se había rendido en el concepto de 
controlar los sueños. 
Augustin encendió el grifo y su vejiga se apretó. Un rápido salpicón de agua sobre su 
rostro, luego apagó el grifo. Se apresuró hacia el váter. —No hay forma de que vaya a 
mojar la cama a mi edad. Oh, dios mío, —dijo arrastrando las palabras con alivio. 
Luego lo escuchó. Augustin se tambaleó, haciendo el caos cuando empezó a girarse 
para mirar por la ventana del baño. Se la agarró antes de que fuera un completo 
desastre, pero estuvo muy cerca. 
Apuntando con su polla en la dirección correcta de nuevo, con cuidado giró la cabeza 
lo suficiente para ver la ventana a través de su visión periférica. 
—¡Ahhhhh! —Había gritado como una chica, ¿y qué? La vista por la ventana había 
metido el meado de nuevo en su vejiga. Augustin se estremeció de nuevo. Si estaba 
teniendo una pesadilla, necesitaba despertarse de una puta vez porque había un 
cabrón de mirada malvada y colmilluda en su ventana, con garras grandes, afiladas y 
negras y caninos largos, afilados y blancos. 
Augustin ni siquiera se la sacudió una última vez ni se la guardó mientras giraba. La 
cosa en la ventana tenía ojos rojos brillantes y piel tan pálida que casi brillaba. Había 
algo oscuro bajando de la comisura de su boca, y pelo con hebras rubias girando 
alrededor de su cabeza. 
—De ninguna jodida forma, —jadeó Augustin. 
Entonces el bastardo empezó a reír. Augustin podía escucharlo a través de la ventana. 
Su corazón martilleando tan fuerte que apenas podía respirar. Se apretó el pecho. Iba 
a morir, iba a tener ese ataque al corazón que siempre había temido. 
 
 
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Ahí fue cuando empeoró. 
La criatura lo señaló y rió a carcajadas más fuerte. 
No, no a él. A su polla. 
Las mejillas de Augustin ardieron rojas y rápidamente se metió la polla en los 
calzoncillos. —Que te jodan, imbécil! —gritó—. ¡Soy algo que mejora con el tiempo, 
y por supuesto que se encoge cuando estoy asustado! ¡Y frío! —añadió porque había 
pasado de caliente a frío hasta los huesos. Estaba soñando, se recordó. La criatura no 
podía hacerle daño. El recordatorio hizo que Augustin fuera más valiente... O más 
estúpido—. ¡Al menos estoy vivo! Y tengo sangre en estas venas que pueden 
convertir esto... —agarró su entrepierna— ¡en algo lo suficiente grande para cerrarte 
la boca! 
Eso sirvió para que se burlara de él y le pusiera los ojos en blanco. 
—Oh no, no lo has hecho. —Esto es sólo un sueño, sólo un sueño. Recordarse eso no 
ayudó a su enfado. Augustin dio un par de pasos hacia la ventana. Jesús, su corazón 
no podía latir más rápido—. No eres real. Vete antes de que te tire algo de agua 
bendita encima. 
La cara tensa se contorneó y Augustin se dio cuenta de que ¡se estaba riendo de él! 
—¿Ah sí? —resopló. Tiró su cepillo de dientes del vaso donde lo guardaba, abrió el 
grifo y llenó el vaso con agua—. Bendice esta agua y haz que mate vampiros, en el 
nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo, y cualquier otra deidad que pueda o 
no existir, porque no tengo ni jodida idea. 
Ahora podía escuchar a ese cabrón aullando de risa. Augustin cerró el grifo. Alzó el 
vaso. —Es tan bendita como cualquier otra agua, que disfrutes de la ducha. 
Eso hizo que la criatura dejara de reír. 
—Vampiro, —masculló Augustin—. Esto es lo que consigo al husmear en esa 
estúpida página. Pesadillas sobre vampiros idiotas y espantosos. 
Al vampiro no le gustó esa descripción para nada. Augustin podía saberlo por la 
forma en que empezó a golear la ventana y a gruñir, sus colmillos golpeando el 
cristal, saliva volando de su boca. ¡Y el estúpido monstruo se volvió loco! 
—Oh, joder atrás, pedazo de suciedad podrida, —dijo Augustin. No estaba asustado 
ahora. Estaba totalmente convencido de que estaba durmiendo, y ya que sabía que 
podía morir en una pesadilla y no morir en la vida realmente, ¿por qué tener miedo? 
Aun así, vaciló antes de dar los últimos pasos hacia la ventana. Aunque fuera una 
 
 
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pesadilla, no estaba exactamente deseoso de que le diera un patatús. —No puedes 
entrar aquí. No eres bienvenido aquí, —masculló, diciendo la primera, bueno, 
segunda, cosa que recordaba sobre el folclore de vampiros. El agua bendita era la 
primera—. ¡Tengo ajo! ¡Mucho! —dijo eufóricamente—. Y puedo hacer un 
crucifijo... —Augustin lo hizo con sus dedos y derramó agua por el suelo y sobre sí 
mismo—. ¡Mierda! 
El vampiro rió a carcajadas y le sacó el dedo medio. 
—¿Oh sí? ¿Esto no cuenta? —Augustin siempre se había preguntado cuando veía 
esas pastelosas películas de vampiros por qué cruzar tus dedos para hacer un crucifijo 
humano no funcionaba. No tenía respuesta ahora, pero aparentemente cualquier 
estúpida regla que se aplicaba en esas películas también se aplicaba en sus sueños—. 
Bien, —resopló. Decidió tirar el resto del agua a la ventana. 
Para su sorpresa, el vampiro aulló y retrocedió lanzado. Entonces fue el turno de 
Augustin de reír. —Como si fuera a tocarte a través del cristal. —Pero entendía la 
reacción. Era como si alguien girara la manguera hacia ti cuando estabas mirando por 
la ventana. Saltas por instinto. 
Aun así, era divertido verlo. —Jajajaja, idiota. —dio un paso y chilló cuando su pie 
resbaló—. ¡Ahh! 
Por un momento horrible, Augustin pensó que se iba a romper los huevos y 
posiblemente perderlos. Agitó sus brazos pero el equilibrio no formaba parte dela 
situación. Cayó, golpeando la cabeza primero hacia la ventana. 
Augustin lanzó una mano fuera para evitar decapitarse. Su mano golpeó el cristal y 
no aguantó su peso. Al principio ni siquiera sintió el dolor cuando el cristal lo cortó. 
Se las agarró para agarrar el marco de la ventana con su otra mano, para que no se le 
saliera el cerebro. 
Pero entonces se dio cuenta de algo espantoso. 
Su mano derecha y la mayor parte de su brazo estaban ahora fuera, y estaba 
sangrando... 
Y ese vampiro jodidamente feo estaba alcanzando su muñeca. La cosa se lamió los 
labios y lo agarró con un movimiento tan rápido que Augustin ni siquiera lo vio pasar. 
—¿Ahora quién ríe? —La fea criatura de dios preguntó con una voz que hizo que las 
piernas de Augustin temblaran. El vampiro apretó sus labios—. Tú no, —dijo de 
forma horrible. 
Augustin tiró de su brazo inútilmente. El vampiro lo tenía sujeto. —Esto es sólo un 
 
 
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sueño. Es sólo un sueño, —Augustin masculló, algo muy parecido al terror absoluto 
apretando su garganta. 
—¿Lo es? —Preguntó el vampiro—. Por supuesto que lo es. Por lo que invítame a 
entrar. Es sólo un sueño después de todo. 
Y eso no tranquilizó a Augustin para nada. De repente estaba muy seguro de que no 
era un sueño. —Yo c–comí m–mucho ajo con la c–cena, —dijo con los dientes 
castañeando. Tiró más fuerte y sólo consiguió casi dislocarse el hombro. 
—No importa, mientras lo hayas ingerido ya. 
Augustin sólo podía ver aterrorizado como el vampiro levantaba su muñeca. Luego la 
criatura lamió la herida sangrienta y se estremeció. 
—Oh, genial, —murmuró. 
Augustin no iba a ser la cena del peón de Satán o Lilith, ¡fuera lo que fuera un 
vampiro! Tiró con su otra mano, se habría girado la muñeca excepto que una figura 
oscura salió de la nada y placó al vampiro. 
El brazo de Augustin fue tirado antes de que pudiera soltarse. Cayó de culo. 
—Tú, idiota, —escuchó una voz profunda y masculina decir—. ¡No puedes atacar 
humanos! 
Augustin se sentó y chilló de nuevo cuando vio a otro vampiro en la ventana. —¡Oh 
dios mío! ¡Iros! 
—Estás sangrando mucho, —dijo el segundo vampiro, ¿o era un tercero? Ya no lo 
sabía. —Necesitas ayuda. 
—No tú tipo de ayuda, —contestó Augustin. Agarró su muñeca sangrando y apretó. 
Hizo que su cabeza girara de dolor—. ¡Urgh! ¡Esto no puede ser real! 
—Déjame entrar. Ayudaré. 
Augustin miró al vampiro. Este parecía menos malvado, y estaba seguro de que así 
conseguía a sus víctimas. —Confía en mí, sólo quiero un sorbo, —gruñó—. Que te 
jodan. Prefiero mantener toda mi sangre para mí. 
El vampiro, un vampiro bastante atractivo con cabello corto caoba y... bueno, 
maldición, ojos rojos, le sonrió. —Ya me he alimentado, pero unas lamidas pueden 
sellar tu herida. 
—Claro, –resopló Augustin—. ¿Crees que acabo de bajar de un autobús de paletos? 
 
 
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—Parece que te haya pasado por encima un autobús, —dijo el vampiro—. Dos veces. 
—Te invitaría a entrar si tuviera un crucifijo cerca, —gruñó Augustin. 
—Bueno, eso debería ser suficiente, —le informó el vampiro, metiendo la mano por 
el cristal roto y abriendo el cerrojo de la ventana. 
—¿Qué? ¡No! —Augustin se apresuró a levantarse—. ¡Fuera, fuera, atrás! ¡Vampiro 
malo! ¡Vampiro malo! 
Aparentemente el vampiro no estaba entrenado, porque abrió la ventana luego entró 
como si hubiera sido invitado. 
Augustin culpó al desmayo que sentía llegar a la pérdida de sangre. 
 
 
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Capítulo Cuatro 
 
—¿Lo has matado? ¿O fue Radney? 
Tony no pudo contestar antes de que fuera golpeado en la nuca. —¡Au! Hey, ¡para, 
Claude! Vas a separarme las retinas o el nervio óptico o lo que sea que sostiene mis 
ojos en mi cabeza. 
—Una idea interesante, —reflexionó Claude—. Oh, no está muerto. 
—Obvio. —masculló Tony, ganándose otra colleja, pero no se quejó ya que la vio 
venir—. Se desmayó como una delicada... —Chico, paró a tiempo, y estaba 
agradecido por ello—. Flor. —acabó mientras Chelsea entraba por la ventana. Ella le 
habría dañado severamente si hubiera dicho “chica” en conjunción con “delicada”. 
Uno de esos días, recordaría ir con la época actual. 
—Sé lo que ibas a decir, —le gruñó Chelsea—. Podría separar tus nervios ópticos por 
ello. 
—Paré, ¿no? —Preguntó Tony—. De todas formas, se desmayó, y está sangrando. 
—¿A qué estás esperando? —preguntó Chelsea, flotando por encima de él. 
Realmente disfrutaba siendo una criatura sobrenatural y difícilmente dejaba que sus 
pies tocaran el suelo—. ¡Eso es sangre fresca gratis! 
—No puedo sellarla, —dijo Tony, preparado para discutir. 
Chelsea amplió sus ojos luego de alguna forma hizo que sobresalieran de una forma 
espeluznante. 
Claude soltó una risa profunda. 
Tony se dijo que lo mejor era dejar de ser idiota. La herida tenía que cerrarse y él 
podía hacerlo. Estaría la tentación de hundir sus dientes en la carne humana 
sangrienta y húmeda, pero... 
Chelsea agarró el brazo del hombre inconsciente. –Yo lo haré. 
Tony se las arregló para mover dicho brazo para que ella perdiera su agarre. Le sacó 
la lengua a ella antes de pasarla rápidamente por la herida. —¡Hmm buennno! 
Dulce niño Jesús, sangre, sangre, ¡sangre! 
Maldición, su cerebro siempre era así cuando era la hora de alimentarse. Nunca le 
 
 
18 
importaba no estar hambriento, habiendo tomado casi medio litro el día anterior. Así 
era como cada uno de ellos necesitaba pasar una semana antes de que el hambre 
golpeara de nuevo. 
Eso no era exactamente cierto, El hambre siempre estaba ahí bajo la superficie como 
un caso malo de hongos en los genitales, infectando bajo algunas capas de piel. 
Bueno. Si esa descripción no ayuda me preocuparía por el autocontrol. Pensar en una 
forma virulenta de hongos en la entrepierna funcionaba bien para eso. Tony fue capaz 
de lamer la sangre y sellar la herida. La saliva de vampiro era buena para eso, lo que 
era genial porque si no tendrían un montón de cadáveres por toda la ciudad. 
No, no los tendrían, porque los humanos los habrían pillado de verdad, no como a 
esos corredores de bolsa locos fingiendo ser vampiros. Tony se burlaba de ellos como 
los otros vampiros reales. Aspirantes. 
—¿Sólo vas a sentarte ahí liándote con su muñeca? —preguntó Chelsea. 
Tony se dio cuenta de que eso era más o menos lo que estaba haciendo, lo cual era 
mortificante. Ya era el vampiro más joven en su aquelarre... perderse en sí mismo 
sólo le daría a otros más munición de la que ya tenían. Y aunque había pateado el 
culo de Radney por ser un imbécil intolerante, Tony no podía tomársela con todos los 
demás por meterse con él. 
—Es una buena muñeca, —apuntó, levantando la cabeza y mirándola—. Gruesa, 
peluda en la parte de fuera pero no en la de dentro. Buenas venas. Buenas venas. ¿Por 
qué no amarla? 
Justo entonces dicha muñeca fue soltada de su agarre. Escuchó a alguien mascullar, 
—Joder. 
—Oh encantador. Está despierto. —Claude se arrodilló junto a Tony—. ¿Ahora cuál 
es tu plan? 
Tony iba a preguntar por qué él era el que se suponía que tenía que tener un plan. 
Después de todo, Claude tenía más de quinientos años y debería tener una respuesta 
para todo. 
Pero no consiguió decir nada. 
—Oh dios mío, —chilló el hombre, corriendo de lado como un cangrejo confuso—. 
¡Fuera! ¡Os desinvito mosquitos gigantes! 
Tony miró embobado pero Claude sofocó la risa. Chelsea apretó fuerte sus labios, 
luego preguntó, —¿Recuerdas cómo solíamos tratar con los humanos que sabían de 
nosotros? 
 
 
19 
—¿Qué? ¡No! —El hombre empezó a ondear frenéticamente—. No se lo diré a nadie. 
Estoy loco. Pregúntaselo a mi madre, ¡ella os lo dirá! ¡Sólo un hombre loco diría que 
no a la bonita Melissa Pattinson al otro lado de la calle! 
—Estoy pensando que quizás realmente está loco, —susurró Claude—. Mira sus 
ojos. Esos cabrones giran como si hubiera algo suelto ahí dentro. 
—Aparta tu mente del nervio óptico ya. Esa broma es pasado. —Tony señaló con su 
barbilla al humano—. Va a mearse encimao peor si no lo calmamos. 
—¿Peor? Qué... —Claude hizo una mueca—. Oh, por el amor de dios, ¡no dejes que 
pase eso! 
—¿Cómo te llamas? —preguntó Tony más fuerte, cortando los balbuceos del hombre. 
—A–Augustin, —contestó. 
Fue entonces cuando miró a Tony, y Tony realmente le devolvió la mirada. Algo 
dentro de Tony hizo Oh y algo a unos setenta y cinco centímetros por debajo de su 
cabeza hizo ¡cucú! 
—Augustin, —repitió Tony, intentando formar otras palabras, pero estaba de alguna 
forma perdido en esos ojos verdes oscuros delante de él. 
—Por el amor de dios, —se quejó Claude—¿Vas a babear también? 
Tony apartó su mirada para mirar a Claude. —¿Celoso? 
—Más quisieras. —Resopló Claude—. Eres demasiado viejo para mí ahora. 
Tony resopló. —Vas a levantar un montón de cenizas más pronto que yo, —dijo. 
—Entonces no me levantaré, ¿no? Que afirmación tan ridícula. 
—Puede pasar más pronto de lo que piensas, —masculló Tony. Sólo que no estaba 
bromeando ni amenazando, y Claude lo sabía. 
—El humano, —dijo, asintiendo hacia Augustin—. ¿Qué propones que hagamos? 
—¿Por qué me preguntas a mí? —preguntó Tony. 
Al mismo tiempo Augustin contestó con un, —¡Oh! ¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Dejadme vivir! 
Tengo el colesterol alto de todas formas y probablemente envenenaría a cualquiera 
que intentara comerme. 
—Maldito idiota, somos vampiros, no caníbales, —contestó Chelsea—. No seas 
 
 
20 
asqueroso. 
—¿Asqueroso? ¿Yo soy asqueroso? —replicó Augustin con mucha ira para ser un 
humano rodeado de vampiros. 
—Sabes por qué te pregunto a ti, —dijo Claude entonces—. Lo sabes. 
—No sé por qué crees que seré un buen líder para el aquelarre, –discutió Tony–. 
Chelsea... 
—Acabaría matando a cada vampiro idiota que no arreglen sus problemas, así, 
—Chelsea chasqueó los dedos–. Es por eso que nunca seré yo. Estancaría a nuestra 
raza. 
—¿Estancaría? —Repitió Tony, sacudiendo su cabeza—. Eso no es ni siquiera una 
palabra. Erradicar, ¿quizás? 
—Que te jodan, —contestó Chelsea—. ¡Te enseñaré lo que significa estancar! 
—A mí me pareces un líder excelente, —metió baza Augustin—. Voto por ella. 
Tony gruñó—. Au, hombre. No estoy para nada preparado para esta mierda. 
 
 
 
21 
Capítulo Cinco 
 
—¿No preparado para qué mierda? —preguntó Augustin. Quizás si actuaba amistoso, 
esas... sanguijuelas grandullonas pensarían que él era un amigo y podría encontrar 
algo con lo que estacarlos. 
Tiene que ser una estaca, ¿verdad? ¿Madera? Mierda, ¡no tengo madera! Bueno, 
quiero decir, cuando sea transformado... La perorata interna de Augustin se cortó por 
el vampiro veterano, Claude. O Clod
3
, como iba a pensar en él. 
—Tienes la mirada de un hombre planeando algo retorcido. 
Augustin agitó sus pestañas. —¿Por qué, sea lo que sea que quieras decir, Clod? 
—¡Mierda! — Esto, ¿Claude? 
—¿Clod? —El vampiro joven y mono, Tony, ¿no era eso un nombre italiano? No 
parecía italiano. Bueno, Augustin tampoco parecía latino, ni romano, o ¡da igual! 
Parecía un tipo americano con ligero sobrepeso que era demasiado patético para 
conseguir una cita. 
—Al menos intenta algo original con tus insultos, Augustin. A mi edad, dudo que 
haya algo nuevo que puedas soltar, —dijo Claude. 
Augustin entrecerró sus ojos. —Bueno, eres un cabrón arrogante, ¿no? —Oh 
demonios. Iba a morir seguro. 
Claude alzó su nariz puntiaguda en el aire. —He escuchado eso más veces de las que 
puedo contar. 
—Si te cansas de eso, puedo sugerir una cura. —Augustin se sentó para poder quizás 
huir. Oh, ¿a quién engaño? No puedo levantar el culo en menos de treinta segundos. 
—¿Eso implicaría su muerte o la tuya? —Preguntó Chelsea, sonriendo a Augustin—. 
Porque estoy pensando que podríamos acabar con él y con Radney y esta mierda 
estaría acabada. 
A Augustin realmente no le gustaba ella. —Por favor dime que sois todos estériles. 
Odiaría pensar en ti escupiendo niños. 
Chelsea desnudó largos colmillos horrendos hacia él. —Zolo los ezcupo dezpués de 
drenarlos. 
 
3 Se pronuncia muy parecido al nombre de Claude, pero significa Zoquete, estúpido... 
 
 
22 
—Eso es asqueroso, y no te creo, sonarías más impresionante sin el ceceo, —dijo 
Augustin, pero su corazón estaba intentando escapar de su pecho porque ella parecía 
una psicópata, mezquina... 
—Puedo escuchar tu latido, —dijo Chelsea. Luego olió sonoramente, sus fosas 
nasales inflándose—. Y puedo oler tu miedo. Es delicioso. 
—Eso es sólo un pedo, —dijo Augustin. Era miedo, pero una mierda lo admitiría ante 
ella. 
Chelsea escupió y Claude se apartó de él. Tony se pellizcó la nariz. —Estás 
mintiendo, verdad? —preguntó Tony. 
Augustin aprovechó la ventaja de su miedo para levantarse. ¿Quién pensaría que los 
vampiros serían tan nenazas? 
—Sí, —dijo Tony, soltando su nariz. Olió delicadamente—. Eso es miedo, y un poco 
de excitación. 
Augustin se sentía insultado. —Entonces es uno de vosotros, pervertidos, el que está 
excitado. Soy soltero, pero no lo suficiente desesperado como para la necrofilia. 
Nunca he estado tan desesperado. 
Claude le lanzó una mirada helada. —¿Estás seguro de eso? 
—¿Por qué nadie te ha estacado todavía? —Preguntó Augustin—. Y sabes, ninguno 
de vosotros parece particularmente listo. ¿No podéis diferenciar entre un pedo y el 
miedo? 
—Ambos apestan, —masculló Tony—. Y no acabé el instituto. Me echaron a los 
catorce y...Oh, qué te importa. Sólo somos rarezas muertas para ti. 
Eso es cierto. —Augustin casi había sentido simpatía por Tony durante un minuto, 
pero Tony lo había arreglado—. Eso es más amable que... ¡Ehhh! 
Un segundo Tony estaba a varios metros de distancia de él, y al siguiente, ¡pum! 
Augustin estaba inmovilizado entre la pared y un vampiro realmente irritado. 
Un vampiro mono, con el cuerpo duro. 
¡No! ¡Tío muerto! ¡Es un tío muerto! Es... —¿Qué se me está clavando en la cadera? 
—preguntó Augustin, sin estar seguro de querer saberlo realmente. 
—Nada, –contestó Tony, girando la parte baja de su cuerpo a un lado. 
Por el bien que le hizo, porque Chelsea rió y gritó encantada, —Hey, ¡mira eso! 
 
 
23 
¡Tony se ha puesto duro por Gordito! 
Augustin iba a estacarla a la primera ocasión que tuviera. 
 
 
24 
Capítulo Seis 
 
—Chelsea, —resopló Tony. La habría amenazado si hubiera sabido que podría 
cumplirlo. Sin embargo, no era un idiota. Ni siquiera Claude podía con ella. 
Chelsea se sacó algo, o probablemente, seguramente nada, del diente. —¿Qué? Está 
gordo. Tiene carne suelta, Y mira su culo. La ciudad de la celulitis. 
Los vampiros eran más fuertes que los humanos. Eso era sólo un hecho. Era por lo 
que Tony podía mantener a Augustin inmovilizado a la pared cuando se convirtió en 
una bola de furia y chillidos. 
—¿Celulitis? Te mostraré celulitis, ¡piojo parásito con colmillos! ¡Al menos mis 
carnes sueltas pueden salir al sol sin convertirse en tostadas! ¿Entonces quién es el 
débil aquí? ¿Eh? ¿Quién? —Augustin sonrió con suficiencia por encima del hombro 
de Tony. —¿Por qué no os quedáis unas horas más y hacéis un favor al mundo? 
Tony estaba impresionado con todo el enfado baba y... Sí, vale. Augustin era mono y 
listo, y blando en lugares en los que a Tony le gustaban blandos. 
Por desgracia, Augustin también estaba blando en el lugar dónde a Tony no le 
gustaba. Aparentemente, Tony era el único atraído. Eso definitivamente no era un 
pepinillo en su bolsillo. 
—Mmm, mmm, Regordete. Podría dejarte vivo durante unos meses, —ronroneó 
Chelsea mientras se acercaba. Pasó una afilada uña por la mejilla de Augustin. 
Tony le gruñó a ella—. No le hagas daño. 
Chelsea alzó una ceja. —Pero él sería delicioso. ¿No sabía bien? Los gordos siempre 
tienen mejor sabor... 
Tony no estaba preparado para el estallido de fuerza de Augustin. Un segundo tenía al 
hombre por las muñecas, y al siguiente Tony era apartado y Augustin estaba 
lanzándose hacia Chelsea. 
—¡Mierda! —gritó Claude. 
—¡Joder! —Chelsea ni siquieratuvo tiempo de esquivar. Ella y Augustin cayeron en 
un enredo de miembros y maldiciones. 
—Agárralo, —ordenó Claude. 
—Tú agárrala a ella, —contestó Tony—. Dices que yo estoy al mando aquí, ¡por lo 
 
 
25 
que hazlo! 
Claude le enseñó el dedo medio. 
—Eso es respeto para ti, —masculló Tony mientras intentaba agarrar a Augustin 
antes de que Chelsea lo lanzara por el techo o algo—. ¡Augustin, para! 
—Llámame gordo una vez más, bizca, puta... 
Sí, no estaba escuchando. 
—¿Puta? —Chelsea contestó, los ojos rojos brillando con enfado—. ¿Puta? ¡Tu 
madre es la puta! ¡Y tú no puedes ni conseguir un polvo con ese culo con hoyuelos! 
Augustin aulló y Tony se metió en el barullo al mismo tiempo que Claude. Alguien 
golpeó a Tony en la barbilla y un momento después un codo le golpeó la cabeza. Una 
rodilla apenas falló en su entrepierna, Claude intentando evitar el puño de Chelsea, 
pero colocó su brazo alrededor del cuello de Augustin y empezó a estirar hacia atrás. 
Lo que habría funcionado, pero Chelsea agarró el brazo de Augustin. —Oh no, no lo 
harás. ¡Voy a morder a este cabrón por meterse conmigo! 
—¡Nooo! —aulló Augustin, bueno, balbuceó, porque Tony tenía un brazo alrededor 
de su garganta. 
Realmente no quería dejar inconsciente a Augustin. Sólo... pasó. 
—¡Lo has matado! —declaró Chelsea, soltando el brazo de Augustin cuando se 
quedó flácido—. ¿Realmente prefieres matarlo a que yo lo pruebe? ¿En serio? —Ella 
se levantó—. Hombres estúpidos, demasiado ocupados estando celosos que ni 
piensan. Caramba. Por eso maté a mi marido en aquella época, antes de los derechos 
de la mujer. 
Tony no le estaba prestando mucha atención porque estaba intentando despertar a 
Augustin. —No está muerto, está... 
—¿Ahogado? —Preguntó Claude—. ¿Qué pensabas que era esto una pelea de artes 
marciales mixtas? 
Chelsea resopló—. Por favor. Le habría pateado el culo... 
Augustin jadeó y se abrieron sus ojos. 
—Fuera, —ordenó Claude a Chelsea, apuntando a la ventana abierta mientras 
hablaba—. Estás instigando deliberadamente. Si quieres atormentar a alguien, 
Radney merece tu crueldad. 
 
 
26 
Chelsea puso los ojos en blanco–. Es demasiado fácil. Empieza a llorar como un bebé 
grande, luego hay mocos y... 
—Chelsea, —murmuró Claude descontento. 
Eso le consiguió que pusiera los ojos en blanco de nuevo. —Me voy, me voy. Todo 
porque Grasiento es un marica también. 
—Voy a matarla con una estaca mojada con agua bendita y ajo, y con plata sólo para 
asegurarme, —jadeó Augustin. Luego empujó a Tony, lo cual no funcionó muy bien, 
ya que la cabeza de Augustin y sus hombros estaban apoyados en su regazo. 
—¡Puta! ¡Me has ahogado! —Acusó Augustin—. Y ¿qué es eso que se me clava en el 
hombro? —–Augustin salió de encima y miró—. ¡Eres asqueroso, chico asqueroso! 
Claude, el cabrón, empezó a reír como una hiena loca, el hombre no tenía una risa 
bonita. 
Tony intentó esconder discretamente la erección que formaba una tienda de campaña 
en sus pantalones, pero Augustin apartó su mano, al mismo tiempo golpeando la parte 
de arriba de la polla de Tony. 
Tony gritó luego se mordió el labio para evitar hacerlo de nuevo. Sus ojos se pusieron 
borrosos y un dolor inmenso golpeó su entrepierna. 
—Oh mierda. ¡Mierda! ¡Lo siento! Nunca... 
Tony se sacudió cuando su pajarito fue palmeado gentilmente. 
—Nunca sería tan bajo y cerdo, —estaba diciendo Augustin—. A diferencia de cierto 
cadáver femenino pudriéndose. 
Al menos la erección de Tony había desaparecido. Posiblemente permanentemente. 
Augustin lo miró. —Pero, me ahogaste. 
—¡Por accidente! —exclamó Tony. 
Claude finalmente paró de reír como un loco. —Chelsea seguramente te habría hecho 
daño, Augustin. 
Augustin sorbió. —Sólo porqué me enseñaron a nunca golpear a una mujer. Aunque 
seguramente esa muñeca pirada es una excepción. 
—Aprenderás a no hacer excepciones con nuestro tipo, —le informó Claude. 
El latido inexistente de Tony se habría acelerado entonces, si todavía tuviera. —¿Qué 
 
 
27 
estás diciendo, Claude? 
Augustin entrecerró sus ojos hacia Claude. —Sí, ¿qué estás diciendo, Clod? 
Claude ni siquiera reconoció el insulto de Augustin. Mantuvo su mirada fija en Tony. 
—Sabes lo que quiero decir. Obviamente es un hombre vengativo y enfadado... 
—¡Vosotros cabrones me atacasteis a mí! ¿Por qué tengo yo la culpa? —gritó 
Augustin. 
Claude lo ignoró–. No podemos confiar en que no nos exponga, especialmente ya que 
hay esos que... 
Sí. Esos que nos cazan y matan a cada oportunidad que tienen. Y Augustin 
seguramente estaría encantado de encontrar alguno de esos grupos. 
—No podéis hacer que me vaya, —dijo Augustin mientras empezaba a levantarse–. 
No podéis. Esta es mi casa. Tengo una vida, ja ja, y me quedo aquí. Prometo que no 
diré... 
—Sus dedos están cruzados detrás de su espalda, —notó Claude. 
Tony suspiró. Esto no iba a hacer que Augustin se ganara su cariño. 
—Vas a venir con nosotros. Dispuesto, o no. Fácilmente, o difícil. —Tony estaba de 
pie y flotando antes de que Augustin estuviera de rodillas—. No permitiré que pongas 
en peligro a mi familia. —Eso era su aquelarre, y ¿quién no tomaría medidas 
extremas para mantener a su familia a salvo? 
Augustin se congeló medio levantado. —¿Qué pasa si no voy dispuesto? 
Tony apretó su mandíbula. No quería contestar. Se obligó a ello. —Entonces voy a 
volver a sacar tu culo de aquí. De una forma u otra. 
—Tengo una forma más fácil, —murmuró Claude, poniéndose al lado de Tony. 
—¿Qué...? Oh. Eso sería más fácil, —estuvo de acuerdo Tony. 
–¿Qué estás planeando? –preguntó Augustin, parecía que fuera a hiperventilar. 
Claude bajó su voz una octava. –Mírame a los ojos. Te ordeno... 
—Oh dios mío, por favor, —dijo Augustin sarcástico—. Qué cliché...Mm, 
—Ssssí, mírame a los ojos, Augustin, y escúchame. Harás lo que te diga... 
—Maldición, tienes que enseñarme eso, —masculló Tony. Si algún día iba a ser el 
 
 
28 
líder del aquelarre, ¡quería ese truco del control mental superguay de vampiro! 
Funcionaba como un hechizo, siempre. Tony y Claude tuvieron a Augustin vestido y 
fuera en momentos. 
Tony quería restregar sus manos juntas y reír con una de esas risas de villano de 
Disney. Por supuesto eso probablemente cambiaría a un quejido cuando Augustin 
fuera liberado de su trance. Tony sabiamente se guardó su regocijo, esperando que 
quizás el karma lo recompensara por no ser un imbécil. 
 
 
29 
Capítulo Siete 
 
—¡Tú odioso imbécil! —Augustin palmeó las manos de Tony e intentó no mirarlo a 
los ojos—. ¡Eso es hacer trampas! ¡Trampas! 
—¡Yo no lo hice! —Protestó Tony mientras retrocedía—. Por dios, eres mezquino, 
resentido, violento... 
Augustin se sentó y lo fulminó con la mirada. —Creo que has olvidado como hacer 
cumplidos a un hombre, imbécil. Eso son todos insultos. 
Tony se movió alrededor de los pies de la cama, bien lejos del alcance de Augustin. 
—Soy consciente de ello, pero estaba siendo honesto, no adulador. 
Augustin buscó algo que lanzar. Todo lo que tenía cerca eran almohadas sobre las que 
estaba. Eran demasiado suaves y cómodas para arriesgarse a perderlas, y no eran lo 
suficiente pesadas para causar daño, por lo que no tenía sentido tirarlas. 
—Y con toda honestidad, si has sido atacado en tu casa y secuestrado, ¿serías 
amistoso y alegre? —Resopló Augustin—. Sí, probablemente lo serías. 
—No, no lo sería, —dijo Tony. Sacó pecho. 
Augustin iba a reírse de él por ello, pero la camiseta de Tony era realmente fina y 
había músculos ahí y un pequeño parche de pelo y pezones erectos, lo cual hizo que 
Augustin pensara en otras cosas erectas. Su cabeza bajo con sus pensamientos. 
—Patearía culos y arrancaría cabezas... 
Augustin paró la diatriba de Tony con la mano. —Estás duro. De nuevo. 
Tony balbuceó y se tapó el bulto de su entrepierna con las manos. 
Augustin se inclinó hacia delante, sus ojos centrados en esa zona general. —Quizás 
no necesitarías sangre tan a menudo si no sequedara toda en el sur. 
—¡No se queda toda en el sur y no necesitamos sangre tan a menudo! —Tony se 
agachó lo suficiente para que su cintura quedara por debajo del estribo de la cama—. 
Y deja de mirarme como si fuera un pedazo de carne. Soy más que sólo mi polla. 
Augustin todavía no estaba lo bastante cautivado con el cuerpo del hombre como para 
estar de acuerdo. —Eres un idiota. Ya lo he dicho. Al menos hay algo bueno en eso. 
 
 
30 
—No me extraña que seas soltero, —masculló Tony. 
Augustin retrocedió un poco luego lanzó una almohada tan fuerte como pudo. A la 
mierda. Sacrificaría la comodidad a cambio de zurrar a ese capullo. 
Tony se apoyó en el lateral. —¡Au! —Y cayó. 
—La elegancia personificada, —dijo Augustin sarcástico. Menos de un segundo 
después alzó el brazo para esquivar la almohada volando hacia él. Golpeó su brazo y 
cayó sobre su pecho—. Ay. Estoy herido. 
—¿Por qué no dejé que Chelsea te matara? —masculló Tony. 
Augustin se estremeció, aunque esperaba que no se hubiera notado. —Eso es acoso, 
lo sabes. Si consiguiera un ordenador y publicara en Reddit, la gente te odiaría en 
todo el mundo. 
Tony entrecerró sus ojos. —Y te preguntas por qué te trajimos con nosotros. 
El estómago de Augustin gruñó y de repente se sintió cansado de toda la dura 
experiencia. No es que fuera a dejar de luchar. No era el tipo de persona que se 
rindiera tan fácilmente. Mira cuánto costó convencerlo de comer más sano. Colesterol 
por encima de trescientos, rozando la diabetes... Incluso entonces, le costó otros seis 
meses y otro susto de salud conseguir que renunciara a la comida basura que amaba. 
A la mayoría de ella. 
Por lo que las burlas hacia los vampiros iban a seguir. 
—¿Dónde está tu novio? —Preguntó Augustin—. ¿Lo dejaste seco por accidente? 
¿Los vampiros podéis haceros eso unos a otros? 
Las mejillas de Tony se volvieron de un raro gris moteado que Augustin finalmente 
supuso que era un sonrojo. 
—Contra menos sepas sobre nosotros, mejor, —se quejó Tony. 
Augustin no pudo evitarlo. Rió. –¿Tienes idea de lo ridículo que te ves acuclillado 
así? ¿Sólo para que no vea que estás erecto? ¿En serio? ¿Qué estás, emocionalmente 
atascado en los doce? 
Los ojos de Tony no podrían haberse entrecerrado más sin cerrarse. –Si lo fuera, ¿en 
qué te convertiría eso? 
Augustin no tenía respuesta para eso, por lo que decidió tirarle otra almohada a Tony. 
Tendría que pensarse mejor los insultos antes de soltarlos. 
—Para tu información, estoy entre novios, y no de la forma divertida, ——dijo Tony 
 
 
31 
con lo que seguro que sonó con aire altanero—. Claude y yo estuvimos juntos por un 
tiempo después de que me convirtiera pero... 
—¿Follaste a Clod? ¿En serio? —Augustin arrugó su nariz—. Ecs. No, él te folló a ti, 
¿verdad? 
Tony se levantó y se cruzó de brazos. Su erección todavía estaba allí, sólo que no tan 
notoria. —Para que lo sepas, anidar con el que te creo es lo que se hace entre 
nosotros. 
—¿Anidar? —Augustin tuvo una imagen desagradable de huevos en nidos con 
huevos y los cuerpos sin sangre de sus víctimas. 
Tony resopló. —No sé por qué me molesto en explicar. Vas a pensar lo peor de 
nosotros de todas formas. 
—Obvio, —contestó Augustin—. ¡Incluso tú acabas de decir que tú matarías a las 
personas si te hicieran lo que vosotros, locos, me habéis hecho! ¿Y ahora debería 
sentirme mal? Vete a la mierda. 
La boca de Tony se estiró en una fina línea. Sus ojos rojos brillaron y Augustin 
rápidamente apartó su mirada. 
El corazón de Augustin latía como loco en su pecho. Apretó sus dedos alrededor de 
un montón de mantas. Quizás provocar a los vampiros no era la mejor idea del 
mundo. 
 
 
32 
Capítulo Ocho 
 
—Lo dio en serio, ¡mosquito gigante! —dijo Augustin. 
Dios, Tony estaba cansado de la boca de Augustin, no, estaba cansado de los 
comentarios que salían de ella. La boca de Augustin en sí misma, los labios gruesos, 
rosa oscuro, esos eran intrigantes. 
—Vas a odiarme de todas formas, —masculló Tony mientras paraba encorvándose y 
moviéndose alrededor del lateral de la cama. 
Los ojos de Augustin se ampliaron. –¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¡Atrás! ¡Atrás! 
¿Dónde está el Raid cuando...? 
Tony notó que a pesar de los aullidos de Augustin, el hombre no se movió para 
alejarse. No cuando Tony colocó una rodilla en la cama. No cuando apoyó una mano 
sobre el hombro de Augustin. Y definitivamente no cuando Tony ladeó y bajó su 
cabeza. 
De hecho, Augustin dejó de balbucear y ladeó su cabeza a la izquierda. Separó esos 
bonitos labios e incluso los lamió. 
Tony casi se corre. Gruñó, presionando hacia delante e inclinando su boca sobre la de 
Augustin. Tony deslizó su otra mano alrededor de la nuca de Augustin y empujó su 
lengua dentro profundamente. 
Augustin se congeló durante un segundo entero, luego gimió y devolvió el beso con 
fiereza mientras Tony se rendía. 
Significó dientes, sin colmillos, Tony tenía algo de autocontrol, y mordisquitos, una 
batalla de lenguas y someterse el uno al otro. Tony era consciente de Augustin 
intentando ponerlo debajo. Como si Tony fuera a permitir eso. Con lo astuto que era 
Augustin, probablemente ya habría arrancado algún trozo de madera del cabecero y 
se preparaba para estacar a Tony. 
Excepto que Augustin estaba metido en el beso, totalmente. Tony montó sus caderas 
y sintió el bulto de la erección de Augustin a través de las mantas. Le gustaba la 
suavidad del cuerpo del hombre, el tacto de su barriga y la calidez suave de su piel. 
Tony apretó en su puño el pelo de Augustin y tiró hasta que Augustin arqueó su 
cuello. 
—Ay, ay, ay, —se quejó Augustin—. ¡Suéltame! 
Tony lo hizo, pero lamió un dulce camino hacia abajo desde la boca de Augustin 
 
 
33 
hasta la mitad de su cuello antes de que Augustin se estremeciera e intentara 
apartarlo. 
—¡No! ¡Sin morder! ¿Qué coño pasa contigo? —gritó Augustin. 
Tony no estaba mordiendo. De hecho, su intención había sido demostrar que no iba a 
atacar a Augustin... Bueno, no de forma que no quisiera Augustin. Esa polla erecta le 
decía a Tony que Augustin estaba interesado en algún tipo de contacto cuerpo con 
cuerpo. 
—No...Oh dios, –dijo Augustin arrastrando las palabras cuando Tony bajó para lamer 
un pezón. 
Tony paró en caso de que Augustin estuviera diciendo no a todo. No obligaría a 
nadie. 
Augustin lo agarró por las orejas. —¡No pares! ¿Qué te pasa? 
Tony resopló y lamió la teta de Augustin de nuevo. 
—¡Ohdiosmiiiio! —gritó Augustin contra él—. Espera, no puedo...estás muerto... 
–Esa estúpida frase de nuevo, —dijo Tony, jugando con el pezón de Augustin 
mientras hablaba—. ¿Me sientes muerto? —Preguntó con voz más fuerte ya que 
Augustin estaba jadeando bastante fuerte—. ¿Sabía a muerto cuando tomé tu boca? 
En retrospectiva, eso podría ser una mala elección de palabras. 
Augustin resopló y empezó a empujarlo. —¿Tú tomaste mi boca? ¿En serio? Mi boca 
está justo aquí todavía y... 
Tony se alzó lo poco que necesitaba cerró su boca sobre la de Augustin. Sí, 
definitivamente había encontrado una forma fantástica de cortar esas palabras 
afiladas como cuchillas. 
Y se sentía muy orgulloso de sí mismo, por no mencionar que estaba muy cachondo y 
sus pelotas dolían, cuando Augustin dio un tirón de todo su cuerpo y lo envió de 
espaldas. 
Tony luchó por levantarse y Augustin demostró ser sorprendentemente rápido 
mientras pasaba una pierna sobre la de Tony. Al mismo tiempo, encerró a Tony con 
sus brazos. 
Tony podría haberse levantado si lo hubiera intentado, pero Augustin con esa 
expresión fiera y lujuria estaba cautivador. Además, no había ninguna estaca por ahí. 
Augustin los enredó a ambos con las mantas. Tony fue capaz de levantar las manos y 
 
 
34 
tocar el parche de pelo en el pecho de Augustin. 
—Será mejor que tengas Listerine o Scope, —gruñó Augustin—. Besar a un tipo 
muerto. ¿Qué coño me pasa? 
—No estoy muerto como un jodido zombi, —dijo Tony con más pacienciade la que 
había pensado que podría exhibir—. Y todavía no me has besado. 
Augustin abrió su boca, Tony pudo ver la discusión acercarse. Lo que consiguió fue 
una pregunta. —¿Los zombis son reales? 
Asintió ligeramente, receloso de la reacción de Augustin. 
Era de alguna forma predecible, igual que como reaccionó Tony cuando descubrió la 
existencia de los verdaderos muertos vivientes. No había muchos de ellos, y no les 
encantaban los cerebros de humanos, pero existían. 
Augustin palideció, pareciendo horrorizado. —Ecs. Eso es.... Quizás los vampiros no 
están tan muertos como los zombis, pero igualmente quiero enjuagarme la boca. 
Tony quería otro beso. —No estoy muerto. Puedes... Puedes besarme. 
—No debería, porque seguro que tampoco estás vivo. —La mirada de Augustin fue a 
los labios de Tony—. Aunque mi último novio era un pedazo de mierda vivo que 
respiraba, y ya he tenido mi lengua dentro de tu boca... 
Todo parecía razonable para Tony, y aparentemente para Augustin también, porque 
finalmente estrechó la distancia entre ellos y besó a Tony lleno de necesidad 
amenazando con ponerlo patas arriba. 
Aun así no se sorprendió cuando Augustin acabó el beso después de pocos segundos. 
Augustin se sentó y se limpió la boca. —¿Qué coño me pasa? Tengo síndrome de 
Estocolmo, eso es. O es ese vudú de mierda vampiro que lava el cerebro. —Lo miró 
con furia, una expresión a la que Tony se estaba acostumbrado con el tipo—. Estás 
haciendo que te desee. Nunca he tenido fetiches, y la necrofilia... 
Tony se sorprendió con el rugido que soltó. —¡No estoy muerto! 
—Cálmate, —dijo Augustin—, y aparta esos colmillos. Lo juro por dios, si encuentro 
una lima de uñas... 
—¿Me estacarás con ella? —preguntó Tony, dolido estúpidamente por la idea. 
Augustin se salió de encima y maldijo mientras desenredaba las mantas de sus 
piernas. —No, supongo que no lo haré. Me has puesto de buen humor, idiota. 
 
 
35 
Tony no pensó que pudiera dejar de reír nunca por esa acusación. 
 
 
36 
Capítulo Nueve 
 
Bueno, aparentemente no iba a ser devorado, ni chupado hasta quedar seco. Augustin 
se estremeció un poco con ese pensamiento, porque sí, podría arreglárselas con un 
poco de chupar, eso seguro. 
Pero Tony había reído, lo cuál había sido bastante sorprendente de ver y escuchar, 
aunque Augustin nunca lo reconocería, entonces dejó la habitación poco después, 
diciendo que tenía cosas de las que ocuparse. 
—Estoy tan contento de que no pensara que tenía que ocuparse de mí. Como si 
pudiera, —resopló Augustin. Se puso bocabajo. Y parpadeó—. ¿En serio? ¿Qué clase 
de vampiros estúpidos ponía a sus prisioneros en una habitación con cabeceros de 
madera? Podría... —cerró su boca, pero su mente se aceleró. Tony podía ser sexy, y 
besar como nadie más, y podía tener un cuerpo perfecto y una polla que parecía gorda 
y buena. 
Seguía siendo un vampiro, y había ayudado a traer a Augustin a dónde demonios 
estuviera esto, contra su voluntad. 
Y aquí había estado Augustin todo putón de fantasía cachondo como un bobo. Dios, 
estaba tan jodido. 
—Culpo a Jim. Fue un novio de mierda como para asustar a alguien de por vida. 
—Augustin tocó el cabecero. Realmente era de madera. Se sentó y lo examinó de 
cerca. La mayor parte era una pieza sólida de madera, suavizada, lijada, barnizada. 
No creía que pudiera sacar una astilla, mucho menos una estaca. 
Pero los laterales del cabecero eran piezas más delgadas de madera. Si podía sacarlos 
del marco de metal, luego encontrar algo para afilar las puntas con... 
—Considerando los idiotas que me mantienen aquí, probablemente haya un hacha y 
una piedra de afilar en la mesilla de noche. Quizás incluso una motosierra. —
Augustin abrió el cajón de arriba y no vio más que lubricante—. ¿Qué cojones se 
creen que va a pasar aquí? ¡Bastardos presuntuosos! 
Cerró el cajón de golpe y abrió el de abajo. Los ojos de Augustin se salían de sus 
cuencas. —Qué. ¿Coño? —Su polla se levantó aunque intentó estar indignado—. 
¿Quién usaría...? —Levantó un grueso dildo de plata en su paquete—. La polla de 
King Kong. Bueno, no jodas. Jesús. —Era enorme, completamente demasiado grande 
para usarla, excepto quizás para aporrear a alguien hasta matarlo. Abrió el paquete, 
porque, ¿por qué no? El dildo era un poco más suave de cómo le gustaban sus 
 
 
37 
juguetes, mucho más grande que cualquiera que tuviera, y olía raro. 
Augustin se llevó la cosa a la nariz y olió. Entonces una fuerte risa salió de él. 
—¡Bananas! —Alguien en el negocio de los juguetes sexuales tenía sentido del 
humor. 
—¿Cómo supe que eso te mantendría ocupado? 
Augustine chilló y lanzó el dildo. 
——¡Ups! —Tony lo atrapó...con su estómago. Se dobló tan rápido que el juguete ni 
siquiera tocó el suelo. 
—¡Pervertido! ¡Esa cosa podría matar a un hombre! —Augustin pateó el cajón con su 
tobillo. 
—M–Mujer, —jadeó Tony—. Es de Chelsea. 
——¡Ecs! —Augustin chilló de nuevo, esta vez tan fuerte que sus propias orejas 
zumbaron—. ¡Asqueroso! —Luego se le ocurrió un pensamiento peor—. ¿Estoy en 
su cama? ¡Estoy en su cama! Retorcido... 
Tony se levantó y lo apuntó con el dildo. —No empieces. Esta no es su habitación. Es 
una de las habitaciones de sobra. Pero estos son sus juguetes. Se ha quedado sin sitios 
dónde guardar sus cosas. 
—Bueno, al menos sé por qué dos litros de lubricante en el cajón de arriba. 
—Augustin miró el dildo—. Se debe necesitar un litro y pico para meterlo en algún 
lugar. 
Tony movió sus cejas. —¿Quieres descubrirlos? 
Augustin sonrió travieso. —Claro, inclínate. 
Tony le frunció el ceño. —Estoy bastante seguro de que tú serías el que se lo metería. 
—¿Bastante seguro? —Imitó Augustin—. Tío, no quiero algo tan largo como un 
bastón de caminar y del grosor de mi muslo metido por el culo. Tú, sin embargo, ya 
estás muerto... 
—No estoy muerto, —gruñó Tony, y ese retumbar fiero hizo cosas traviesas en las 
partes masculinas de Augustin—. Estoy vivo y puedo ser asesinado igual que tú. 
—¿Es eso una amenaza? —preguntó Augustin, intentando rugir. Por desgracia, sonó 
más como un chihuahua que hubiera chupado helio. 
 
 
38 
Los labios de Tony temblaron. 
Augustin saltó hacia delante y alcanzó el dildo. Golpearía a Tony con la maldita cosa. 
—No es del tamaño de un bastón ni de tu muslo, —dijo Tony mientras jodidamente 
flotó hasta que su entrepierna estuvo justo al nivel de la cara de Augustin—. Me 
encantan los techos altos. 
La respuesta sabionda de Augustin se marchitó con la vista. Se lamió los labios, se 
riñó con un No mental firme y dio un paso atrás. —¿Piensas que soy tan fácil? 
Tony rió. —No hay nada fácil en ti, Augustin. Nada. 
Augustin sorbió. Por desgracia, eso le llenó la nariz del olor de Tony. Especiado y 
limpio, masculino, hacía que el interior de Augustin ardiera con necesidad. 
Dio otro paso atrás... y placó a Tony, envolviendo sus brazos alrededor de los muslos 
del hombre. Se golpearon contra la pared luego rebotaron al suelo. 
—¿Por qué...la...violencia...son...tus...juegos previos...favoritos? —jadeó Tony 
mientras luchaba por mantenerse arriba. 
—No son juegos previos, idiota, –resopló Augustin. 
—También lo son, —escupió Tony, al mismo tiempo que ahuecaba la polla de 
Augustin. Empujó un poco. 
Augustin gritó, no dolía pero maldición, podría. —¡Esto no es por ti! 
—¿Por esto? —preguntó Tony, golpeándolo en el brazo con el dildo. 
Augustin no contestó. Ya estaba sin aliento por pelear, y quería el maldito dildo lejos 
de él. 
Antes de que pudiera agarrarlo, Tony tiró la maldita cosa al otro lado de la habitación. 
Aterrizó con un golpe sordo mientras Tony rodaba encima de él. 
—Te tengo, —se jactó Tony. 
Augustin entrecerró sus ojos. 
Tony paró de regodearse y empezó a parecer nervioso. 
 
 
39 
Capítulo Diez 
 
—¿Qué cosa mezquina estás pensando hacerme? —preguntó Tony, esperando una 
respuesta verbal más que una física. 
Era ridículo estar asustado de unhumano. Tony podía dominarlo, lo había hecho, 
¿no? El problema era que Augustin era listo, y Tony... era Tony. No tenía falsas 
creencias sobre su inteligencia. No era un completo idiota, pero nunca iba a ser un 
genio. Augustin probablemente estaba cerca de ser uno, o quizás era un miembro de 
Mensa. Lo que fuera, podía ser más listo que Tony, y eso lo hacía peligroso. 
Si Tony realmente creyera que Augustin lo mataría... No lo hacía. No después de ese 
beso, después del calor y el fuego y la necesidad que había encontrado en el hombre. 
Sí, Augustin podía herirlo un poco, pero no estacaría a Tony. 
Aunque Tony apostaría de dólares a donuts que Augustin estacaría a Chelsea sin 
vacilar. No llamabas a un tío culogordo como ella había hecho, igual que no dirías 
algo así a una mujer. Era pedir que te maten, o así era para Tony. 
Augustin todavía tenía esa mirada en sus ojos, y Tony intentó no encogerse. Ya que 
Augustin no había contestado, Tony se estaba preocupando. 
Y vale, estaba un poco asustado. 
—Este es el rato más largo que he estado a tu alrededor sin que hables, a menos que 
estuvieras inconsciente, —dijo Tony, picando el orgullo del hombre. 
Los ojos de Augustin se entrecerraron sólo un poco más, luego hizo su movimiento. 
No era para nada lo que Tony había esperado. 
Augustin agarró a Tony de cada lado de la cabeza y lo tiró hacia abajo para un rudo 
beso, uno avivado por el enfado y el deseo. 
Tony se dejó llevar. El sabor dulce de Augustin era adictivo, y realmente le gustaba el 
cuerpo del hombre, los lugares blandos y el pelo en su pecho. La forma en que 
Augustin se sentía como un cálido refugio en lugar de un hombre duro, insensible. 
Augustin lleva a su mente seguridad y comodidad, y brazos a su alrededor de forma 
cariñosa. Tony gimoteó, bajando hasta que estuvo estirado sólo encima de Augustin. 
Retorciéndose un poco Tony tenía su polla alineada con al de Augustin, o tan cerca 
como podía a través de sus ropas. 
Esta vez, Tony iba a impresionar a Augustin. Besó a Augustin con un entusiasmo que 
nunca tuvo antes. Tony lo deseaba, deseaba conocer cada lugar erógeno del cuerpo de 
 
 
40 
Augustin, como se escuchaba al estar tan cerca de correrse que no pudiera 
controlarse, los gemidos y súplicas que haría, la forma en que se vería y sacudiría 
mientras se corriera. 
Y Tony quería correrse también. Rodó para que se pusieran de lado. Augustin no 
luchó contra él, lo cual era un milagro por sí sólo. Tony pasó una mano bajando por el 
costado de Augustin. Enganchó sus dedos en la cinturilla de los pantalones cortos de 
Augustin, luego tiró de ellos. 
Entre ellos, tenían la ropa interior, suficiente para que Tony pudiera palmear la larga 
longitud pesada delante de él. No era suficiente. Tony tuvo que parar el beso y 
sentarse. —Desnudo, —explicó cuando Augustin frunció el ceño. 
Pero cuando escuchó esa palabra, el ceño de Augustin se convirtió en una sonrisita 
sexy. —El desnudo es magnífico. 
Tony estuvo de acuerdo. Se quitó la camisa, zapatos y pantalones. 
—Sin ropa interior, —reflexionó Augustin—. ¡Jesús, mira tu polla! 
Tony lo hizo. Era la misma polla que siempre había tenido. 
Augustin la alcanzó. —Sí, bueno, si hubieras visto el pajarito de mi ex, sabrías 
porqué esto es impresionante. 
Ese era algún tipo de cumplido ambiguo, pero Tony lo aceptaría. Su polla era un poco 
más larga que la media, con un buen grosor y una cabeza gorda. Nunca había tenido 
ninguna queja, aunque sabía que no caminaba por ahí con una polla de tamaño 
monstruoso. Sabía qué hacer con ella. 
Y ahora, dejó que Augustin la acariciara unas pocas veces antes de levantarlo para 
arrodillarlo en la cama delante de Tony. 
Tony ahuecó la nuca de Augustin. Lo atrajo para un beso, porque no podía 
mantenerse alejado de esos labios. Tony pensó que podría besar a Augustin para 
siempre... mientras pudieran correrse también. Estaba el riesgo real de que se corriera 
sólo con lo que habían estado haciendo hasta entonces, y Tony no estaba todavía tan 
ido como para creer por un momento que Augustin no lo acosaría sin fin por correrse 
como un cohete sólo por besarse. 
Por lo que Tony recostó a Augustin. Puso al hombre de lado, y los besos tuvieron que 
parar, pero eso estaba bien porque Tony agarró el lubricante. 
—¿Qué...? —Augustin tosió, luego se lamió los labios hinchados—. Sus mejillas 
estaban sonrojadas y su respiración agitada—. ¿Qué crees que estás haciendo con 
eso? 
 
 
41 
La pregunta fue hecha bruscamente, por lo que Tony supo que no iba a estar haciendo 
con el lubricante. Eso estaba bien. El anal no era un requerimiento para correrse. 
—Sólo esto. —Tony abrió el bote luego derramó algo de lubricante en su otra mano. 
Esparció algo sobre su polla, luego sobre la de Augustin. 
—Ohh, –ronroneó Augustin—. Eso... estoy bien con esto. —Se estremeció, poniendo 
los ojos un poco en blanco. El siguiente sonido que hizo fue una mezcla de 
consonantes que hizo que Tony sonriera. Se acercó un poco y tomó ambas pollas en 
sus manos. 
Augustin agarró el hombro de Tony y gimió cuando Tony empezó a masturbarlos 
juntos. La polla de Augustin se restregaba contra la suya en el agarre de Tony con dos 
puños. Tony observó las cabezas de sus pollas desaparecer y reaparecer cuando las 
caricias subían y bajaban. 
—Ungh, —dijo Augustin, apretando sus dedos contra los hombros de Tony. Empezó 
a empujar, duros empujes de sus caderas que enviaron su polla pasando el agarre de 
Tony. 
Tony se inclinó para un beso descuidado mientras apretaba su agarre en ellos. Estaba 
tan cerca, con el placer estallando de su entrepierna a cada parte de su cuerpo. Calor 
bendito, reminiscente de la luz del sol que ya no podía soportar nunca más, inundó a 
Tony. 
No sorbió, pero estaba cerca mientras el éxtasis subió desde sus pelotas. 
Al mismo tiempo, Augustin mordió su labio. Un segundo después, Augustin echó su 
cabeza a un lado y gimió, un sonido largo que puso la piel de Tony de gallina. El 
primer chorro caliente de semen golpeó a Tony en la mano, luego él también se 
estaba corriendo, sus ojos cerrándose a pesar de que intentaba mantenerlos abiertos 
para poder ver la expresión de Augustin. 
Tony había visto el principio, el primer indicio del orgasmo en los rasgos de 
Augustin. El hombre era hermoso cuando se dejaba ir, dejando el enfado y los 
comentarios mordaces. 
Tony vio la imagen con sus ojos cerrados mientras se corría, Augustin jadeando, 
entregándose. Hizo que Tony se corriera, doblando el placer hasta que no pudo 
soportarlo más. 
Un empuje final, de Augustin, luego él; y Tony estaba listo para abrir sus ojos de 
nuevo. Justo antes de que lo hiciera, la puerta del dormitorio fue abierta. Tony supo 
quién estaba ahí antes de que Augustin maldijera. 
—Tú, idiota repulsiva... empezó, sólo para ser cortado por Chelsea. 
 
 
42 
—Oh, mírate, domando a esa mascota humana. Buen trabajo, Tony. 
Augustin se giró para lanzarle una mirada furiosa a él que fue tan fiera que Tony 
debería haberse convertido en cenizas. —¿Domándome? ¿Piensas que soy tu 
mascota? 
—¿Qué? ¿Piensas que está enamorado de ti? —se burló Chelsea–. ¿Tengo que 
recordarte tu culo fofo? 
Augustin no tendría que estacar a Chelsea. Tony iba a hacerlo él mismo. 
 
 
43 
Capítulo Once 
 
Olvidado el lío pegajoso y su polla flotando con el viento, Augustin se levantó y 
corrió, con la ropa interior colgando de un tobillo. —Te voy a mostrar cosas fofas, 
tú... 
Chelsea rió y flotó hasta el techo, su espalda apoyada contra el techo. —Eres 
demasiado lento, tú... 
—¡Argh! —Tony se lanzó a través de la sala y placó a Chelsea. 
Augustin gritó y se cubrió la cabeza mientras yeso y dios sabía que más llovía sobre 
sus brazos y hombros—¡Mierda! 
El sonido del techo siendo golpeado no era nada que Augustin hubiera escuchado 
antes. El suelo bajo sus pies se sacudió y temió que toda la casa se derrumbara. 
—¿Qué coño estáis haciendo, idiotas? —escuchóa alguien rugir. 
Conocía esa voz. Clod estaba gritando y maldiciendo en el piso de arriba... Bueno, 
quizás no el piso, ya que seguía cayendo trozos y todo. 
—¡La he tenido con esta imbécil! —gritó Tony. 
—Ay, que te jodan, bastardo llorón, —contestó Chelsea—. ¡Voy a partirte por la 
mitad por esto! 
Augustin decidió que cubrirse la polla era probablemente lo más sabio antes de dejar 
la habitación. Se subió la ropa interior y salió corriendo por la puerta. 
Y paró. ¿No había estado encerrado? 
—¡Ugh! —se golpeó en la frente él mismo—. ¿En serio? —miró a la izquierda. 
Escaleras que llevaban al siguiente piso, dónde todavía podía escuchar muchas 
maldiciones y gruñidos. Y a la derecha... — ¿Más habitaciones? —giró a la izquierda. 
Bueno, obvio, había escaleras hacia abajo también. Augustin se lanzó hacia ellas y 
vaciló. 
—Ah, ¡vamos! —resopló—. ¿Por qué vacilo? —miró a las escaleras que iban arriba, 
luego a las que iban abajo. Al menos estaba en el segundo piso, supuso, no podía 
saberlo mirando por ninguna ventana, no había ninguna. 
Augustin ni podía creer que estuviera dividido entre las malditas escaleras. Eso era 
estúpido, loco. Después de todo, había sido secuestrado por vampiros. Por supuesto 
 
 
44 
que quería escapar. 
Pero probablemente debería intentar encontrar algo de ropa o zapatos o... —¡Para! 
Alguien arriba gruñó de dolor. No sonaba como Tony. Tan pronto como se dio cuenta 
de ello, el corazón de Augustin empezó a latir de nuevo, 
Y esa reacción lo asustó. Salió disparado escaleras abajo. Algo iba muy mal con su 
cabeza, preocupándose por Tony, preguntándose si debería quedarse. Sólo porque 
Tony había estado intentando seducirlo, vale, y había tenido éxito, no significaba que 
Augustin tuviera que seguir siendo un idiota. 
Obviamente Tony estaba intentando que Augustin se uniera al lado oscuro. ¿Por qué 
un tío como Tony estaría interesado en alguien como él? —Uh, ¿por qué está muerto 
y desesperado? —dijo Augustin mordaz. 
Maldición, su culo sí se sacudió mientras bajaba las escaleras. Augustin estiró la 
mano para agarrarse una nalga. Seguramente todavía era un buen agarre, no una masa 
amorfa excesiva. Se estaba poniendo en forma. Su barriga sólo se sacudía un poco 
cuando corría. 
Bueno, sólo se estaba deprimiendo. 
—¡Augustin! —escuchó a alguien gritar mientras llegaba al piso de abajo. 
Augustin tropezó cuando vio los ataúdes. —Dios mío, ¿No pueden ser originales? 
—Pero los ataúdes lo asustaron y siguió corriendo cuando parte de él realmente 
quería girarse la segunda vez que Tony gritó su nombre. 
Augustin quitó el pestillo de la puerta y giró el pomo. Tenía que seguir intentando 
escapar aunque Tony fuera sexy, intrigante, y oh dios mío un hombre bien dotado. 
—Vampiro, —masculló Augustin mientras salía por la puerta. Empezó a cerrarla 
detrás de él pero el pomo fue tirado fuera de su mano. 
—¡Tony! ¡Luz del sol! 
Ese era Clod gritando, y tenía razón, Augustin apenas evitó ser agarrado. Sintió el 
viento en su espalda en su piel desnuda como si acabara de escapar mientras los 
primeros rayos de la mañana empezaran a golpear el cielo. 
Y se dijo a sí mismo que el aullido que había escuchado, el que estaba bastante 
seguro que venía de Tony, era uno de ira por la huida de Augustin. Era lo único que 
tenía sentido. 
No había forma de que pudiera haber dolor en ese grito. Tenía que estar 
imaginándoselo. 
 
 
45 
Capítulo Doce 
 
Hacía calor. Y estaba sudando. El único momento en que el sudor era bueno era 
cuando formaba parte del sexo, al menos para Augustin. El sol iba a cocinarlo en un 
pedazo de carne masculina endurecida si se quedaba fuera más tiempo. 
Augustin miró atrás a la enorme casa de tres pisos. Vale, no estaba tan lejos de ella, y 
sólo había estado fuera cinco minutos. —Lo que sea. ¡Esto es un asco! 
No podía ver señal de civilización por ningún lado. La casa no contaba. 
¿El grito que escuchaba venía de la casa? 
No, no, tenía que ser su imaginación. 
No, probablemente no lo era. Había un montón de locos vampiros chupasangres en su 
casa, y estaban enfurecidos porque se las arregló para escapar de ellos. Tony 
probablemente estaba casi tan enfadado como lo estaría Chelsea, ya que él había 
intentado seducir a Augustin para que creyera que era realmente deseable. 
No es que Augustin pensara que fuera muy feo, pero... Bueno, no era para nada tan 
caliente como el nivel en el que estaba Tony. 
—Oh maldición, está ¡muerto! Métete eso en la cabeza, idiota, —se regañó—. Vale. 
Sólo estaba intentando que te unieras al lado oscuro. Tienes suerte de que no te 
mordiera y te matara. O te convirtiera en uno de ellos. —Porque eso habría sido 
horrible, ser esa criatura básicamente inmortal que vivía para siempre a menos que 
alguien le estacara o reflejara un rayo de sol en él. 
—Sí, eso es totalmente una mierda. Quiero decir, claro, podría ser golpeado por un 
coche, sufrir un ataque al corazón o una apoplejía, o ser robado y asesinado, morir en 
un incendio o... —Guau. Vale, No se estaba haciendo ningún favor con ese 
argumento. 
Augustin cambió de un pie a otro. Estuviera dónde estuviera, había arena por todas 
partes. Arena. ¿Qué tipo de vampiros vivía en un lugar rodeado de arena? 
—Es un desierto, —se dio cuenta cuando algún tipo de lagarto feo y espeluznante 
pasó a unos metros de él—. ¿Estoy en el desierto? —chilló—. ¡Qué coño! 
¡No vivía cerca de ningún desierto! Augustin corrió por un minuto o dos... bueno 
pareció más tiempo. Después de todo, no estaba en tan buena forma. Había acabado 
de empezar a hacer realmente el ejercicio diario del infierno. Se aseguró de que 
todavía podía ver la casa, lo cual probablemente era estúpido, pero ahora que se había 
 
 
46 
dado cuenta de que estaba en un maldito desierto, tenía un miedo irracional a que esa 
casa desapareciera de su campo visual. 
—Sería un asco perderse, —murmuró, resoplando mientras miraba la arena, arena, y 
más arena. No había ni un estúpido cactus para que cambiara el escenario aburrido. 
Se giró y miró de nuevo a la casa—. Cabrones, pensáis que sois muy listos. ¡Ja! ¡Os 
demostraré que no! 
Ahora sólo tenía que decidir que les demostraría. ¿Qué? ¿Cómo se veía un cuerpo 
humano deshidratado y pudriéndose bajo el sol infernal? 
¿Perdería algo de peso, sudando así? Augustin se pellizcó la barriga. Podía jurar que 
era más pequeña. Estaba más sudado. Estaba demasiado sudado. 
Augustin frunció el ceño. ¿No se suponía que los desiertos eran más fríos por las 
mañanas y las noches? ¿O algo así? 
Quizás no en mitad del verano, cuando las temperaturas eran peores. 
O quizás no hacía calor, y estaba alucinando porque... Augustin no podía suponer esa 
parte. 
Jesús, no había ninguna sombra en ninguna parte excepto la del porche de la casa. 
Augustin miró su estómago de nuevo. Se estaba volviendo rosa, ¿no? Mierda. Iba a 
quemarse y eso no debería importar porque iba a morir de todas formas, pero las 
quemaduras eran dolorosas y... ¿Cuándo había empezado extrañamente a volver hacia 
la casa? 
Augustin frunció el ceño. No podría sobrevivir en el desierto. No sería capaz de 
sobrevivir en una casa llena de vampiros. Sus opciones eran una mierda. 
Parpadeó cuando el sudor se metió en sus ojos. –Au. Jesús, ¿por qué quema tanto? 
—¡Pensarías que el cuerpo humano no produciría algo que le cegara a uno mismo! 
Augustin se restregó los ojos. Dio unos pasos más en dirección a la casa. Tropezó 
sobre algo... ¡Probablemente uno de esos malditos lagartos feos! Oh dios, ¡me va a 
morder! Sus rodillas golpearon la arena. —Oh ¡vamos! ¡Esto es patético! —¡No era 
una nenaza! Excepto que vio algo moviéndose y posiblemente gritó como un niño de 
dos años obligado a sentarse en el regazo de Santa. 
Había algo grande y negro viniendo hacia él. Su vista se volvió borrosa, pero estaba 
bastante seguro de que estaba equivocado. 
La cosa era completamente negra, y seriamente se arrastraba hacia él. 
Augustin

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