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2 Sólo el placer podía acabar con su dolor... Cuando una raza alienígena salva a la humanidad a cambio de unos cuantos humanos masculinos sanos, Hunter Wilkes está aterrorizado de ser seleccionado. Aquellos que son escogidos no vuelven a ser vistos. Peor aún, nadie sabe qué les pasó. Aun así, Hunter se compromete a enfrentar su destino como un hombre, pero se sorprende cuando se encuentra siendo la propiedad de un aterrador alienígena. Kian Lachlan podía tener una enfermedad terminal, que lo mantenía en constante dolor, pero eso no significaba que creyera los rumores que decían que los terrícolas tenían poderes curativos. Cuando su padre de todos modos le compra uno, Kian se enfurece y se propone demostrar que Hunter es un fraude así como todas las otras curas a las que ha estado sometido. Lo que ninguno de los dos esperaba, era descubrir una impactante afinidad sexual. Los verdaderos roles de maestro y esclavo se trasladan perfectamente al dormitorio, pero el padre de Kian no compró a Hunter para darle placer a su hijo. Él quiere una cura y no se conformara con menos. Si Hunter falla, será vendido. 3 Atado por Placer Propiedad 1 Anitra Lynn Mcleod 4 Capítulo 1 Hunter Wilkes esperaba que una citación oficial fuera algo espectacular. No como una banda marchando ni un espectacular desfile, pero algo más grande que esa discreta forma cuando su vida terminaba, y él sabía que había terminado. En lugar de fanfarria y trompetas, la orden vino en un escueto sobre blanco. Ni siquiera estaba adornado con una escritura de lujo. Era sólo un número diez absolutamente aburrido envuelto con su nombre, dirección, y número de seguro social en el tipo de letra más común del universo. Por alguna razón, Hunter hallaba extraño que los Eoeans usaran algo tan mundano para su repulsiva lotería. No había estampillas en él ya que no utilizaban el servicio postal. Hunter creía que no confiaban en que las órdenes serían entregadas. O si fueran recibidas a tiempo por el hombre adecuado, que podría afirmar que nunca la recibió. Así que enviaban a un funcionario. Hunter había visto la furgoneta azul pálida en su barrio antes. Cada vez que alguien veía una, todos se detenían, miraban al rededor y oraban a cualquier dios en el que creían, para que la furgoneta no estuviera yendo a sus casas. Hunter esperaba que su madre no hubiera estado en la ventana cuando la camioneta había llegado. De lo contrario en cuanto abriera la puerta y viera al hombre en el pórtico, de uniforme blanco ajustado 5 a su color azul claro, ella lo sabría. Todos lo sabrían. Ella confirmaría que Hunter Wilkes era su hijo, que vivía en la casa, y que él se presentaría de acuerdo a las instrucciones en el sobre que le habían entregado. Hunter no tenía que verla realizar esas acciones para saber que era exactamente lo que habría hecho. Porque si Hunter sabía algo acerca de su madre, era que sabía que ella era una ciudadana respetuosa de la ley. ―Llegó hoy.― Su madre se agarró las manos y las sostuvo contra su pecho. Estaba luchando por no llorar. Peor aún, a pesar del hecho de que estaba aterrorizada, se obligaba a sonreír. En su determinación por parecer positiva, lucía maníaca. Si no la conociera, Hunter hubiera pensado que estaba loca. Pero él sí la conocía, y la amaba. Se dio cuenta de que estaba desesperada por no verse afectada a pesar de que estaba perdiendo a su único hijo. ―No lo toqué. Quiero decir, lo hice para ponerlo sobre la mesa, pero yo no... sólo tú puedes abrirlo. En realidad, cualquiera podía abrirlo. De lo que había oído de otros chicos, los sobres no eran trampas explosivas ni nada así. Pero nadie quería abrirlos. Ni siquiera el hombre a quien la citación realmente iba dirigida quería abrir el sobre y leer lo que contenía. Pero el tipo siempre lo hacía. Porque ese era el trato. Los Eoeans salvaron la Tierra de un virus mortal, y todo lo que pidieron a cambio fueron algunos hombres jóvenes. Desesperados, los poderes decidieron que era un trato justo. Sin la ayuda de los Eoeans, todo el mundo hubiera muerto, por lo que entregarles unos cuantos cientos de hombres cada año parecía una ganga. Parecía. Hunter se preguntó si alguna de esas poderosas personas preguntó lo que le sucedía a los jóvenes que fueron sacrificados. Alguien 6 probablemente lo hizo. Pero los Eoeans no respondieron. Aún ahora, después de todos los hombres que habían tomado, nadie sabía lo que les ocurría. La única cosa que todos sabían era que una vez que un hombre se iba nunca regresaba. No hubo llamadas, e-mails, nada. Era casi como si el joven nunca hubiera existido. A excepción de las familias destrozadas dejadas atrás. Lástima que no tenían ningún tipo de cura para eso. Hunter y su madre estaban en la sorprendentemente brillante y alegre cocina mirando el sobre. La mesa en la que se sentó era de pino viejo, su padre la había teñido marrón oscuro. Tantos cumpleaños, fiestas y comidas diarias que hicieron en esa superficie. Era como si todas esas veces anteriores le dieran algún tipo de fortaleza para lo que estaba en la mesa ahora. ―Papá ya llegó a casa?― Hunter no sabía por qué preguntó. Ya sea que su padre estuviera o no en casa, no tendría nada que ver con lo que estaba por ocurrir. Justo la noche pasada Hunter y sus amigos estaban hablando de las probabilidades de que uno de ellos obtuviera la citación. Hunter pensó que sus posibilidades eran menores que las de los otros chicos. Había tenido una fiebre terrible cuando era niño. Los médicos pensaron que de seguro era una variante del virus, pero estaban equivocados. Erróneamente, Hunter asumió que los Eoeans solo querrían a los hombres adultos sanos. Estaba equivocado. ―Tu padre llegará a casa en una hora.― Su madre se volvió y fingió lavar los platos. Él sabía que ella estaba desesperada por tener algo que hacer cuando la vio lavar el mismo recipiente varias veces. ―Hay sobras en la nevera si tienes hambre. ―Estoy bien. Gracias.― Normalmente, cuando Hunter llegaba a casa de clases estaba totalmente famélico. Averiguar que iba a morir eliminaba su apetito. ―Voy a ir a llamar a Dalton. 7 Ella se apartó de la pileta, derramando agua en el suelo. Los puntos parecían lágrimas contra la alfombra azul claro. Qué extraño que nunca había notado que la mancha de la alfombra era del mismo color que la van de los Eoeans y que su extraña piel alienígena. ―Dalton?― Preguntó ella, agarrando la taza con tanta fuerza, casi como si esa pieza de cerámica pudiera detener lo que estaba sucediendo. ―Eso es bueno. Esa es una buena cosa que hacer. ―Sí.― Hunter se quedó allí en la cocina que había conocido desde el día en que empezó a tener recuerdos. Había pasado toda su vida viviendo en su casa en Charles Street. Veinticuatro veintiséis Charles. Probablemente recordaría la dirección hasta el día que muriera. Tragó saliva. Al parecer venía mucho más rápido de lo que consideró. Diecinueve años y ni siquiera había terminado su primer año de estudios universitarios. Se recordó cumpliendo diecinueve y pensar que era muy maduro porque pronto estaría totalmente fuera de la adolescencia. Veinte le parecía muy adulto. Parecía. Hasta que estuvo mirando el túnel a lo largo de su vida y se dio cuenta de que apenas era un adulto. En términos legales lo era, pero en las experiencias de vida en realidad no lo era. Demonios, ni siquiera podía comprar alcohol todavía. ―Hunter?― Su madre lo llamó por su nombre sin darse la vuelta. Había estado lavando el mismo plato todo el tiempo que había estado allí de pie. ―Estoy bien. De verdad. Iré a llamar a Dalton. Le haré saber. Le haré saber que yo... sí.― En lugar de concentrarse en su propio miedo, él quería decirle algo a su madre. Puede que sólo tuviera diecinueve años, pero iba a actuar como un condenado adulto. Hunterpodría haberse sentido más hombre si no estuviera viviendo 8 todavía en casa, pero eso no importaba ahora. Lo que lo hacía un hombre eran sus acciones. No iba a llorar, y no iba a evadir su responsabilidad. Él iría a donde le dijeran y haría lo que dijeran para que todos en la Tierra pudieran continuar viviendo sus vidas. Era lo correcto. Él por todos los demás? Parecía un intercambio justo. Hunter se quedó allí, atormentado por la indecisión. Cómo diablos podía confortar a su madre cuando él mismo se estaba desmoronando por dentro? En lugar de hacer su tentativa de control aún peor, Hunter se apartó de la cocina y subió rápidamente por las escaleras hasta su dormitorio. Una vez allí, cerró la puerta y se echó sobre su cama. Las paredes eran del mismo celeste que habían tenido desde que era pequeño. El cuadro de vaquero alrededor de la línea central de las paredes había desaparecido, pero el polvo azul pálido permaneció. ―¿Por qué demonios todo en esta casa era azul Eoean?― En realidad, una mejor pregunta era por qué no lo había notado hasta ahora? Una buena parte de la decoración de su casa suburbana era azul. ―Tal vez por eso me llamaron. Cualquier persona que crece en torno a ese tono en particular está destinado a convertirse en un esclavo de los Eoeans. O no. Nadie sabía lo que pasaba con los seres humanos. Los Eoeans podría haberlos esclavizado. O podrían habérselos comido. Para lo que se sabía podían desollarlos vivos y luego convertirlos en cobertores de lámparas. Hunter metió la mano en el bolsillo delantero de su pantalón, sacó su teléfono, y llamó a Dalton. Contestó antes de que incluso sonara una vez. ―Hola? ―Dalton? 9 ―Sí. Whoa, hablando de cosas raras, pero ni siquiera timbró. ―Porque te estaba llamando― dijo Hunter. Dalton Boyd había sido el mejor amigo de Hunter desde que la familia de Dalton se había mudado al vecindario hace casi catorce años. ―Te estaba llamando. ―Estamos tan conectados que da miedo.― Hunter cerró los ojos, sin saber cómo decirle a Dalton lo que le había sucedido hoy. Jugó con la idea de no decirle, pero al final se decidió por lo contrario. Tenían una relación que iba más allá de una simple amistad. Todo lo que se necesitó fue una noche de lenguas sueltas por un poco de alcohol. Dalton le dijo a Hunter su secreto más oscuro. A cambio, Hunter le dijo a Dalton el suyo. Fue un momento de perfecta y completa sincronía. Y entonces llevaron su interés mutuo lógicamente al siguiente nivel. ―Hablando de aterrador― dijo Dalton. ―Recibí una carta hoy. Hunter se incorporó tan rápido que casi se catapultó a sí mismo de su cama. ―¿Tú también? ―¿También? ¿Quieres decir que tienes una?― Dalton sonaba tan aturdido como Hunter se sintió. ―Sí. Sobre blanco con mi nombre, dirección, y... ―Número de seguro social.― Dalton terminó la letanía con una especie de jocosidad tranquila. ―Estuvimos hablando sobre esto. ―Lo sé. Ayer por la noche se habían reunido en torno a una mesa en Mario´s para devorar pizzas y hablar acerca de la escuela, las niñas y lo que Dalton denominó La Lotería Perdedora. Dalton lo llamó así porque el ser el destinatario de una carta así seguro que no significaba que el pobre diablo fuera un ganador. ―No es como que 10 estén tomando chicos para ponerles una corona en la cabeza y arrojar súbditos a sus pies!― Dalton había estado un poco borracho. ¿Cómo se las había arreglado para conseguir el alcohol era un misterio, pero Dalton parecía tener una mochila mágica. Cada vez que necesitaba algo, casi siempre podía hallarlo en la maltratada mochila de Dalton. Hubo un largo silencio en el teléfono, pero Hunter sabía que Dalton todavía estaba ahí. Podía oír su respiración entrecortada de fondo. ―¿Crees que es porque lo saben?― Preguntó Hunter. ―¿Cómo podrían saberlo? De seguro como la mierda que yo no le dije a nadie. ¿Y tú?― La voz de Dalton sonó un poco dura, pero sólo porque esa era la forma en que siempre era. Si había algo que decir, lo hacía sin tirar golpes. A Dalton no le gustaba andar de puntillas alrededor. ―No lo sé. Pero ¿no crees que es extraño que ambos fuéramos citados al mismo tiempo? ―Es una coincidencia. ―¿Smitty no calculó las probabilidades de que un chico de nuestro grupo consiguiera la citación como un millón a uno? ―Smitty estaba volando y no es tan bueno en estadísticas como él cree que es. ―No insultes a Smith. Ya sabes lo que te hará...― Hunter se detuvo porque ninguno de los dos iba a ver a Smitty de nuevo. ―Yo ni siquiera he abierto la mía. ―Cobarde. ―Sí, lo sé.― Hunter se rió de sí mismo y tal vez un poco de Dalton. Él tenía una forma para sacarlo de su mierda que nadie podía igualar. ―Debería ir allí y golpear tu culo. 11 ―Eso probablemente es lo que nos metió en problemas en primer lugar. ―Tengo serias dudas de que los Eoeans estén escogiendo a los chicos porque les guste jugar rudo entre ellos. Jugar rudo era como Dalton llamaba a sus intercambios ocasionales. Hunter los llamaba el alivio del último estrés. Pero así como diría Shakespeare, una rosa con cualquier otro nombre sigue siendo una rosa. Como sea que llamaran a sus tiempos juntos, cada uno de ellos había conseguido exactamente lo que necesitaba sin ninguna vergüenza o culpabilidad en la cabeza. No era sexo. Al menos no era sexo en el sentido clásico. Era un intercambio de poder increíblemente satisfactorio. Cualquiera podía vencer a Hunter en el sentido físico, pero hasta ahora, Dalton era el único que podía sacudirlo en el sentido físico y mental. Con Dalton, Hunter había experimentado su primer orgasmo en toda regla. Había eyaculado un montón, pero lo que Dalton hizo por él fue único, ya que fue cuerpo y cerebro y probablemente una parte de su espíritu también. ―Yo podría utilizar algún alivio del estrés justo ahora.― Sólo pensar en ser atado estaba encendiendo a Hunter. ―Yo igual. Pero apuesto a que si cualquiera de nosotros trata de salir de nuestras casas un montón de furgonetas azul pálidas bajarían. ―Sí. Probablemente. ―Hunter miró por la ventana de su dormitorio. ―¿Cómo puede el mundo verse tan jodidamente normal? ―Debido a que esta es la nueva normalidad. ―¿Por qué aquí, por qué ahora, por qué nosotros? ―Porque somos especímenes de primera.― Dalton sonaba excesivamente satisfecho con él mismo. ―Dejémoselo a ti y a tu ego inflado para que de algún modo le den un giro positivo a esto. 12 ―Qué alíen no me querría? Hunter no tenía que ver a Dalton para saber que estaba flexionando su cuerpo grande y musculoso. ―Bueno, eso explica por qué tú, pero qué hay de mí?― Hunter se apartó de la ventana y se miró en el espejo que estaba sobre su cómoda. Él no era demasiado alto o bajo. Seis con dos, y aproximadamente uno noventa, supuso. Había sido hace mucho desde que se pesó. Tenía el pelo castaño bastante largo, su madre insistía en que necesitaba un corte y ojos marrones aburridos. Hoy llevaba pantalones vaqueros y... ―Mierda. ―¿Qué? ―Estoy usando una maldita camiseta azul claro. ―Podrías ser más gay? ―Vete a la mierda.― Hunter dejó caer el teléfono en su cama, arrancándose la camisa y arrojándola a un lado, luego cogió el teléfono de regreso. ―Ya está. Ahora se ha ido. Demasiado azul. ―Te lo digo, es porque eres un marica. ―Solo contigo. El comentario colgaba entre ellos. Hasta el momento, el único con el que Hunter había hecho algo era Dalton. Él nunca había preguntado si era lo mismo en la otra dirección porque estaba bastante seguro de que no lo era. A lo largo de la escuela secundaria y en la universidad, Dalton siempre había tenido chicas colgando de sus enormes hombros. A Dalton le gustaba decir que era un semental con una gran polla. O él lo había dicho mucho en la escuela. Se detuvo en la secundaria. En algún lugar a mitad de esa línea de tiempo Hunter supuso que todos ellos habían crecido. ―No me malinterpretes― dijo Dalton.―Pero te voy a echar de menos. 13 ―¿Cómo podría malinterpretar eso, niña?― Hunter le dio mierda a Dalton de nuevo, ganándose una risa que recordaría por siempre. Nadie se rió tanto como Dalton lo hizo. Era profunda y estridente como cuando las rocas caen lentamente a través de un arroyo. ―Me gustaría que pudiéramos ir juntos. ―Dios, ¿no sería genial?― Hunter no estaría tan asustado si pudiera ir con Dalton. ―¿A qué hora dice tu carta que van a venir por ti? ―Recuerda, no la he abierto. ―Cierto―. Dalton se quedó en silencio por un momento. ―Bueno, ve a buscarlo. Hunter mantuvo el teléfono en la oreja mientras corría por las escaleras. Su madre todavía estaba en el fregadero y seguía lavando el mismo recipiente. Él tomó la carta de la mesa y se alejó precipitadamente. Había algo diferente en ella esta vez. Como su madre pensaba que estaba sola, se había permitido llorar. Hunter vio las marcas de su dolor a través de su reflejo en la ventana. En lugar de molestarla, pensó que era mejor simplemente dejarla ser. Su padre estaría en casa pronto, y él sabría qué decirle. Hunter ciertamente no. ―¿Lo tienes? ―Sí. ―¿Y bien? ―Dame un segundo, ¿de acuerdo?― Hunter cerró la puerta de su dormitorio, pero no abrió el sobre. Él no quería. De alguna manera, si nunca miraba en su interior no sería real. Aún podía volver el tiempo atrás justo al momento antes de que entrara en la cocina. Si pudiera hacer esa parte otra vez, podía entrar y no habría nada en la mesa de pino viejo, excepto la pieza central que su madre cambiaba en base a las estaciones o vacaciones. Y ya que Acción de Gracias se acercaba 14 había puesto el cuerno de la abundancia con la fruta y las verduras falsas. Hunter se dio cuenta de que no iba a llegar a comer la gran cena con sus amigos y un puñado de diversos parientes. Este año, él no tendría que luchar en decir algo que agradeciera. No era como que no tuviera mucho de lo que estar agradecido, porque lo estaba, él sólo no era muy bueno en poner todo en palabras. Y entonces pensó en lo que Dalton le había dado. Se imaginó como se verían sus rostros si confesaba que estaba profundamente agradecido de aprender sobre BDSM. Poco después de que ese pensamiento le hiciera sonreír otro le hizo fruncir el ceño. Sus padres tendrían que cavar profundo para encontrar algo a lo que dar gracias por este año. La pérdida de su único niño por una lotería alienígena enferma iba sin lugar a dudas a arruinar las vacaciones. ―Caray, amigo. Yo podría haber colgado para ahora. ―Eso es sólo porque eres Tiro Rápido McGraw. ―No he oído ninguna queja. ―Eso es sólo porque pones una bola como mordaza en la boca de tu pareja. ―O un par de calcetines. ―Sí.― Hunter había deseado tener todo el equipo para actuar realmente esa fantasía. La mochila de Dalton que aparentemente era un pozo sin fondo tenía un montón de cosas, pero no verdaderas cosas de BDSM. ―Daría cualquier cosa por hacer eso una vez más. ―Yo también.― La sinceridad torció la voz de Dalton hasta que fue casi amorosa. ―Fuiste un buen compañero. ―Tú también lo fuiste.― Ellos se habían dado entre sí exactamente lo que necesitaban para liberar el estrés y la tensión de la universidad, notas, expectativas familiares, todo eso. ―Pareciera una estafa que después de todo lo que agonizamos con eso no tengamos 15 que preocuparnos realmente sobre conseguir trabajo, mantenernos a nosotros mismos, o incluso convertirnos en adultos. ―Sí. Si lo hubiera sabido, la habría jodido mucho más. ―¿Lo sé, cierto? Yo habría hecho todo tipo de cosas. ―Creo que ese es el truco de la vida.― Dalton suspiró con suficiente fuerza para hacer que su respiración silbara a través de la placa frontal de su teléfono. ―Uno nunca sabe. ―Y ahora es demasiado tarde. ―Sí.― Dalton hizo una pausa. ―Entonces, ¿qué dice el tuyo? Hunter se dio cuenta de que posponer la apertura del sobre no cambiaría nada. Lo único que estaba haciendo era aumentar su propio miedo. Se dio cuenta de que no estaba pegado todo el borde, sólo el punto que tocaba la parte trasera del envoltorio. Un jalón de su dedo central rompió el sello. Sintiendo el miedo, pero siguiendo adelante de todas formas, sacó la solitaria hoja de papel y la desdobló. ―¿Y bien? ―Sólo dice ocho p.m. ―Eso es lo que dice la mía, también. ―¿Pero qué significa eso? ―Supongo que lo averiguaremos a las ocho de esta noche. ―O mañana. ¿Quién puede decir que significa esta noche?―Hunter estaba furioso de que no hubiera más. No sabía qué esperar, pero algo más que una maldita hora que parecía estar centrada perfectamente en la página. ―Amigo, es esta noche. No es como si nos fueran a dar tiempo para escapar. ―Podemos intentarlo. ―¿A dónde iríamos? 16 ―No sé.― Hunter quería ir a cualquier parte que no fuera aquí. ―Mazatlán. ―¿Qué? ¿México? ―Sí. ―¿Por qué? ―A mí me gusta como suena. Así que vamos a Mazatlán, y puedes atarme en la playa, mientras que todos los turistas miren. ―Mierda. Eso sería bueno. Me encantaría hacer lo mío en público. Es el exhibicionista en mí. ―Sí.― Hunter disfrutaría de estar expuesto para las manos de Dalton. Dejó caerse sobre su espalda en la cama y cerró los ojos. ―Y en mi fantasía tendríamos todo lo que necesitáramos. ―Todo lo que realmente necesito es una mordaza de bola y mi mano.― Hubo un sonido de carne golpeando carne, por lo que Hunter pensó que Dalton se aplaudió o abofeteó el muslo. Si había una cosa que a Dalton le encantaba hacer más que cualquier otra cosa, era azotar un culo. ―Y tal vez un buen flogger. Yo siempre he querido aprender a utilizar uno. ―Pero quiero la cosa completa.― Hunter había amado los elementos improvisados que Dalton había utilizado para atarlo y silenciarlo. Pero lo que realmente lo había vuelto completamente loco era la manera en que Dalton le hablaba. No gritaba o vociferaba pero hablaba en una sedosa voz baja que estremecía a Hunter hasta los dedos de los pies. Ese tono de voz, la forma en que hablaba directamente en el oído de Hunter y llenaba su cabeza con palabras sucias y situaciones lascivas... Dios. Dalton era un maestro en esa clase de juegos. Hunter se percató de que estaba poniéndose duro a pesar de su miedo. 17 ―Te ves tan bien en cuero negro. Tu perfecta piel pálida refleja cada marca no importa cuán leve sea. ―Y de cromo. No olvides las cadenas. ―Sería caluroso en la playa. ―En la realidad, claro, pero esto es fantasía, bebé. En mi país de los sueños, es la temporada perfecta para algo de bondage en la playa. ―Y nalgadas. No te olvides de las nalgadas. Maldita sea, tu puto culo hace los chasquidos más bonitos. ―Por la grasa? ―¿Qué mierda, tío? ¿En serio? Tu culo es todo maldito músculo. ―¿Estás palmeando tu polla?― Hunter sólo preguntó porque él lo estaba. Quizás ellos podían consolarse mutuamente por última vez. ―Diablos no. La estoy empuñando. Hunter se echó a reír. ―No te atrevas a reírte de mi polla.― La voz de Dalton cayó casi toda una octava y tomó ese tono mandón malvado. ―Si yo estuviera en tu habitación, me gustaría hacerte caer de rodillas y adorar mis pies. ―Sabes que lo haría.― Hunter lo haría con entusiasmo. Estaba a punto de decirle a Dalton que podrían representar una escena a través del teléfono cuando escuchó a su madre gritar. Su erección se desinfló tan rápido que fue casi cómico. ―¿Qué demonios fue eso?― Preguntó Dalton. ―Mi mamá.― Hunter estaba en marcha por las escaleras, balbuceándole a Dalton que él no sabía lo que estaba pasando. Cuando entró en la cocina, su madre estaba mirando a la mesa. Ella miró hacia él y sonrió. Esta vez, era genuina. El alivio limpió todas las líneas de dolor que se habían grabado tan profundamente en su piel. ―Fue un error. Ya no está la carta. No tienes que ir. 18 Hunter se dio cuenta de lo que había sucedido. Cuando se había colado abajo antes y llevado la carta, ella no lo habíaoído. Al darse la vuelta y encontrado que había desaparecido debe haberla hecho gritar literalmente de alegría. Se sentía como un culo total por tener que aplastar su renovado espíritu. ―Lo tomé para arriba. ―Oh.― Su rostro se cayó y se volvió hacia el fregadero. Ella abrió la boca para decir algo, o tal vez preguntar lo que había en la carta, pero no salió nada. Tragó saliva, cogió una taza de café, y comenzó a arrastrar la esponja alrededor del borde. Su padre se había ofrecido al menos un centenar de veces para comprarle un lavavajillas, pero ella prefería lavar los platos a mano por lo que podía disfrutar de la vista desde la ventana. Pikes Peak estaba casi perfectamente centrado y nunca se veía igual dos veces, debido a la forma en que la luz jugaba sobre sus características. Fue esa visión la que llevó a su madre a convencer a su padre para que compraran esta casa. A ella le gustaba decir que tenía la mejor vista en Colorado Springs. Con lágrimas corriendo por su rostro, Hunter caminó pesaroso de regreso a las escaleras y a su habitación. ―Lo siento. ―Sí.― Hunter no sabía qué más decir. Ni siquiera tuvo que preguntar cómo Dalton supo que estaba llorando. Habían sido amigos desde hace mucho tiempo. Casi quince años. Ellos se conocían muy bien. Hunter cogió la camisa azul que había tirado, la usó para secarse la cara y luego la tiró de nuevo al piso. Le dio una buena patada a pesar de que no veía cómo abusar de una camisa iba a perjudicar a los Eoeans de alguna manera. 19 ―Sé que nos damos un montón de mierda el uno al otro, pero sinceramente te voy a extrañar. ―Te echaré de menos.― Hunter había jugado con la idea de tener algo más con Dalton, y Dalton probablemente lo hizo con él, también, pero en última instancia, habían decidido simplemente hacer escenas. Llevar el sexo a su juego lo habría arruinado. Durante sus escenas cada uno de ellos se corrió, pero lo hicieron por su propia mano. Dalton dijo que era la única manera de que pudiera mantener cierta perspectiva y Hunter estuvo de acuerdo. Lo qué Hunter lamentaba era que nunca trató de encontrar un hombre con el que pudiera tener todo. Amistad, sexo, amor, y tal vez incluso un poco de juego áspero. El hecho de que Dalton no era el hombre adecuado para todo eso no significaba que el hombre adecuado no estuviera por ahí en alguna parte. Pero ahora era demasiado tarde. Aun así, él siempre se preguntó por qué Dalton se contuvo. Hunter no había querido ir más profundo con Dalton porque no quería perder su amistad, pero Hunter sospechaba que había algo oscuro en el lado de Dalton en esa historia así que nunca se lo preguntó. Pero ahora que nunca se verían de nuevo, si quería saber la verdad, ésta era su última oportunidad. ―A veces me pregunto qué hubiera pasado si hubiéramos ido más lejos.― Era una manera poco convincente de preguntar por qué ellos nunca habían tomado el siguiente paso lógico, pero era la única manera que a Hunter se le ocurrió para preguntar por qué Dalton nunca había intentado ninguna cosa. Dalton le había dado varias razones cuando estaban preparando los límites de su juego, pero nunca respondió directamente. Hunter había asumido que Dalton no estaba realmente interesado en estar con un chico de la misma forma en que lo estaba con una chica. 20 ―No habría ido más allá de donde lo hicimos. ―¿No?― Preguntó Hunter. ―No. Yo no creo que podría haberte cogido incluso si tú lo quisieras. ―Me habrías hecho el amor?― Preguntó Hunter en broma. ―Vete a la mierda!― Dalton se rió y luego se puso serio. ―Eso es probablemente de lo que me arrepiento. Nunca tuve las agallas de intentarlo. ―Pensé que no querías- ―No contigo. Lo siento, pero siempre hemos sido mejor como amigos y yo seguro como la mierda no quería arruinar eso. Quise decir con nadie. ―Tú nunca...― Hunter no podía terminar la pregunta. Él siempre había pensado que Dalton echaba polvos a izquierda y derecha. ―Pensé que... ah, por qué importa ahora? ―Es importante para mí.― Hunter quería saber. Dalton nunca ni siquiera lo había besado. ―¿Qué es lo que no te atrae de mí? ―No, no era eso. Eres jodidamente caliente, Hunter. Confía en mí en eso. Eres más guapo de lo que crees que eres. Hunter se sentó en la cama al otro lado del espejo. No vio nada en absoluto. Se parecía a un millón de otros chicos. Simplemente no había nada especial en él. Nada de lo que él pudiera ver, en todo caso. ―Supongo que simplemente no tenía las pelotas. ―Tienes un montón de bolas.― Hunter lo sabía a ciencia cierta, ya que las había visto más veces de las que podía contar. ―Puedo dar fe, literalmente, a ese hecho en un Tribunal de Justicia. ―Deja de hacerme reír. Mi compañero de piso va a pensar que enloquecí. 21 ―¿Qué dijo cuando llegó la carta?― Dalton había elegido vivir en dormitorios en lugar de en casa. ―Estaba malditamente asustado hasta que se dio cuenta de que el sobre no tenía su nombre en él. Te juro que cuando lo vi en la puerta, pensé que era para él. Casi me cago cuando me di cuenta de que era mi nombre. ―Lo dejaron en el clip de la puerta?― Cada habitación de la residencia era compartida por dos chicos y cada habitación tenía un gran clip en la parte exterior de la puerta para las notas e información importante. ―No puedo creer que lo dejaran allí así como así. ―No lo hicieron. El tipo de la camioneta azul de la fatalidad se lo dio al asesor residente, y él lo puso allí. Estaba demasiado asustado para tenerlo en su habitación, y sabía que nadie iba a tocarlo. Cuando llegué a casa, había un semicírculo de chicos alrededor de mi puerta mirándola.―Dalton hizo una pausa. ―¿Tu mamá está bien? ―No. Lavó el mismo recipiente lo suficiente como para frotar las pequeñas flores fuera de él.―Hunter tenía la sensación de que ahora estaba haciendo lo mismo con la taza de café. El silencio se extendió alrededor de ellos, pero era extrañamente cómodo. Hunter se alegraba sólo con saber que Dalton estaba allí en el otro extremo. Ellos no tenían que estar en la misma habitación o incluso hablando entre ellos para consolar al otro. Pero finalmente, Hunter no podía soportarlo más. ―¿Qué crees que va a pasar con nosotros?― La curiosidad mató al gato, y aparentemente estaba destinado a enloquecer a Hunter. Él siempre se había preguntado lo que los Eoeans hacían con los hombres que tomaban. Parecía apropiado de alguna manera el que lo fuera a averiguar, pero trágico que no sería capaz de decirle a nadie más. 22 Sabiendo que calmaría su curiosidad pero ser capaz de compartir esa información con el mundo lo convertiría en una clase de héroe. ―No sé lo que va a pasar con nosotros. Es como el misterio más grande en la Tierra ahora. ―La idea de Smitty parece ser una buena idea. ―Buena?― Preguntó sarcásticamente Dalton. ―¿Quieres ser utilizado para experimentos? ―Bueno, no, pero parece que eso es para lo que nos querrían.― Sólo mencionar esa idea amplificaba la ansiedad de Hunter. ―Hablas de un retroceso. ―¿Retroceso? ―A los oscuros días del pasado.― Dalton rió. ―La idea de los Eoeans queriéndonos para experimentar me recuerda a los chicos en los años noventa que juraban y perjuraban que habían sido abducidos y examinados, pero lo más probable es que sólo trataran de encubrir el hecho de que estuvieron jodiendo toda la noche. ―Tal vez eso es lo que quieren de nosotros. ―Jodernos? ―Bueno, eso tiene tanto sentido como todo lo que los demás chicos sugirieron la otra noche.―Hunter volvió a preguntarse si él y Dalton fueron seleccionados porque habían estado jugando con la idea de ser seleccionados. Le parecía demasiada coincidencia. ―Todavía creo que es algo totalmente estúpido. Te lo digo, vamos a terminar como las mascotas de algún súper poderoso alienígena. Nos limpiarán y alimentarán y nos verán tener erecciones y luego nos arreglarán cuando no podamos dejar de follar los muebles. ―Realmenteespero que estés equivocado. ―Yo también. 23 ―Espero que sea algo maravilloso. Tal vez vamos a ser llevados a algún lugar extraño y exótico. La gente de allí nos adorará como dioses. ―Eso estaría bien. ―Sí. ―Pero no es muy probable. ―Lo sé. Pero es una buena idea. ―Lo es.― Dalton suspiró. ―Son casi las ocho. ―¿Qué?― Hunter se incorporó tan rápido que se tensó un músculo de su cintura. ―Me estas jodiendo! No son ni siquiera las seis. ―Sólo quería ver lo que harías. ―Casi me mojé los pantalones.― Hunter se lanzó a sí mismo en la cama. ―¿Entonces por qué nunca lo hiciste todo el camino con alguien? ―Ir hasta el final. ¡Cristo! ¿Seguro que no eres una chica? ―Positivo. Me cogí a tu mamá. ―Sabes, que esas bromas sobre mamás solamente funcionan si realmente me preocupara por mi madre―Dalton señaló. ―Yo cogiendo con tu mamá es gracioso porque ella te gusta. Tu cogiendo con mi madre no sería una sorpresa ya que al parecer lo hace con cualquiera. Bueno, cualquiera excepto mi padre. Hunter sabía que la horrible situación con sus padres era lo que había impulsado a Dalton a mudarse fuera de la casa de sus padres, hacia los dormitorios tan pronto como le fue posible. Dalton juró que preferiría vivir en una caja de cartón que pasar un día más en su casa. Sus padres peleaban sin parar y se engañaban constantemente el uno al otro, pero se negaron a divorciarse. Había algo en su relación a lo que se aferraban. Por su vida, Dalton dijo que no podía entenderlo y ya había renunciado a intentarlo. 24 ―Es por eso que nunca tuve las agallas, sabes. ―Espera, qué? Tus jodidos padres son el por qué no pudiste ir hasta el final con nadie? ―Sí. Estúpido, ¿verdad? ―No. En realidad no.―Cuanto más Hunter pensaba en esa motivación en particular, más sentido tenía. ―Imagino que mis relaciones se convertirán en lo que mis padres tienen. No importa lo que haga, voy a terminar con alguien que amo odiar.―Dalton se rió entre dientes un poco. ―Estoy tan contento de que no te volveré a ver ni a los chicos de nuevo después de esa confesión. El semental con la gran verga es un maldito virgen. ―Eres demasiado duro contigo mismo. ―Lo sé. Creo que por eso me gusta estar en esa posición de poder en una escena. Me sentía tan jodidamente poderoso todo el tiempo que estaba a cargo de ti... sí. Me bajoneó en un millón de maneras que no fuera sexual. ―Igual aquí. Pero a la inversa. Siento que todo aquí depende de mí, y no quiero tomar el control, por lo que estar en un lugar donde no tengo que tomar una sola decisión es el maldito cielo. Una vez más, cayeron en amigable silencio. Había tantas cosas que Hunter quería decir, pero no hubo palabras. Además, Dalton lo conocía. No había nada que pudiera decirle ahora que él no supiera ya. Los amigos de toda la vida eran así. En muchos sentidos, Hunter probablemente conocía a Dalton mejor que él mismo, y viceversa. ―Mi teléfono está muriendo. ―Entonces conéctalo a la maldita pared― dijo Hunter. ―Yo no-― Cuando las lágrimas llegaron trató de echarlas abajo, pero fracasó miserablemente. 25 ―Estoy aquí, hombre. Estoy aquí.― Dalton parecía a punto de perder el control que tenía. Por alguna razón, Hunter pensó en su madre y su determinación de verse feliz a pesar de su dolor. Dalton siempre se las arreglaba para lucir indiferente, incluso cuando estaba siendo comido por dentro. Hunter mostraba todo lo que estaba sintiendo. Había tratado de aprender algún tipo de máscara que lo haría evitar que todo el mundo supiera sus sentimientos, pero nunca había resultado. Lo que sentía, lo reflejaba. No importa lo que había tratado el hombre, él era una especie sensible, y nunca iba a cambiar. ―No quiero que todo termine.― Hunter apenas logró pronunciar las palabras antes de que casi se ahogara a sí mismo en su agonía. ―No lo hará― Dalton lo tranquilizó. ―No sabemos qué va a pasar. Tal vez estamos todos mal y es algo increíble. Hunter quería creerle con una desesperación que era casi dolorosa. En todas sus reflexiones, nadie se acercó con un escenario que fuera agradable. Los seres humanos siempre fueron tomados por motivos nefastos. Como experimentos, mascotas, esclavos, situaciones feas y horribles de órganos les esperaban. Como Smitty había señalado, ¿por qué los Eoeans guardarían silencio sobre todo si los seres humanos tomados fueran a una experiencia agradable? Lo que hizo la situación intolerable era no saber. La ignorancia se suponía que era la felicidad, pero en esta situación, era una piedra fría y aterradora. 26 Capítulo 2 ―¿Qué esperas que haga con un terrícola?― Kian Lachlan no estaba teniendo un buen día. Todo su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas. Su agonía era normal, pero eso no significaba que había llegado a aceptar o disfrutar de su estado de tormento perpetuo. En lugar de responderle de nuevo, su padre se alejó dejando a Kian de pie en medio del enorme patio. Kian no lo culpaba por abandonar la conversación. Nadie quería lidiar con Kian por mucho tiempo. Incluso su madre, que lo amaba más que a la vida misma, se había vuelto cada vez más cansada de su mal humor. En lugar de gastar más tiempo en su presencia, ella había ido a Cadolia y llevado a sus hermanos con ella. El padre de Kian solamente había permanecido el tiempo suficiente para decirle que se dirigía a Cadolia, también. Kian tendría el mando de la casa, los jardines, y todo el personal. Sería como si el palacio fuera suyo, aunque sólo temporalmente. ―Yo no creo en ellos!― Kian gritó, pero su padre, si lo escuchó, no se detuvo o incluso redujo la velocidad. Su padre había dicho lo que tenía que decir y ese fue el final de eso. En cuestión de segundos, el coche aéreo se había elevado e ido. Kian estaba solo. 27 Se quedó en el patio y vio como los soles gemelos aparecían, tornando la tierra en tonalidades carmesí y naranja. Por un momento, se dio cuenta de lo hermoso que su planeta natal era, y estaba agradecido de que a diferencia de la mayoría de los afectados por dwicia, él todavía tenía su visión. Su gratitud fue de corta duración. El dolor se estrelló contra él con una violencia que le hizo caer de rodillas. Sin la cobertura protectora, habría roto sus huesos, pero había crecido tan cansado de las lesiones que llevaba un traje protector casi todo el tiempo. Dormir y bañarse eran las únicas dos actividades que realizaba sin su armadura, pero con ellas no tenía que preocuparse. Su cama era enorme y establecida en el suelo. Su zona de baño era igual, y siempre había un asistente cercano para sacarlo del agua si empezaba a ahogarse. Kian había intentado todo tipo de terapias que su especie tenía que ofrecer desde la última tecnología avanzada a lo verdaderamente extraño. Nada de esto hizo otra cosa que subir sus esperanzas y bajar sus fondos. Su familia estaba desesperada, por lo tanto, su padre le compró un terrícola. Kian negó con la cabeza. Los terrícolas eran como una especie curativa. Esa idea era igual a la idea de que comer el raro cuerno de Aderamma le daría a un hombre una erección casi permanente. Otra ola de dolor se desató en la parte superior de su cuerpo, derribándolo totalmente en el frío, suelo azulado del patio. Desde que su padre había querido reprenderlo en privado, ninguno de los sirvientes estaban lo suficientemente cerca para correr a su lado. En cierto sentido, su soledad fue un alivio. No había nada que pudieran hacer. Eventualmente, el dolor amainó, y Kian recuperó su postura orgullosa. Eso era algo que se había negado a perder. Él podría estar 28 en agonía casi constantemente. Puede que no tuviera ningún control sobre los ataques en su cuerpo, pero sin nada más, Kian se aferró a su orgullo. Nada, ni siquiera la enfermedad más rara y temida en toda la galaxia, iba a robarle su autoestima. La mayoría pensaba que era altivo y presumido, peroa Kian no le importaba. Ellos no lo conocían. Sólo su familia sabía lo que sufría. Para el mundo exterior, era el arrogante y excéntrico hijo del emperador. No serviría de nada que los habitantes del imperio supieran que el único hijo de su gobernante, el destinado a gobernar, estaba siendo afligido con una enfermedad que lo destruiría. Lo que hacía a la dwicia intolerable era el hecho de que no había nada que pudiera mitigar los síntomas. El dolor llegaba, y el dolor se iba. Nada precipitaba la agonía, y nada podría disminuir la misma. Alivio aparecía de la nada y se extendía en cualquier lugar desde un breve momento a varios amaneceres. Incluso hubo un tiempo en que Kian pensó que tenía una remisión completa debido a que la brutal tortura disminuyó casi un ciclo completo. A pesar de que se regocijó, había algo en la parte posterior de su cabeza que le decía que su aflicción no había terminado. Nunca terminaría. Cada ser que contrajo dwicia murió de la misma manera. A la larga, no controlaban bien la agonía atroz e implacable y se suicidaron. Ese hecho fue lo que desesperó a su padre. También fue la razón por la que Kian se aferró a su orgullo tan ferozmente. Él sería el único sobreviviente. No importa si tenía que llorar hasta dormirse todas las noches durante el resto de su existencia, no dejaría que su enfermedad dictara su vida o su muerte. Él podía no vencer la dwicia, pero podía desafiarla y seguir adelante a pesar de ello. 29 ―Yo soy mejor que eso. Para mostrarle a su enfermedad que no temía a lo que fuera a hacer, había llegado a encontrar otras maneras de aumentar su resistencia al dolor. El personal médico le dijo a su padre que era una especie de tratamiento perverso, algo sobre usar el dolor para luchar contra el dolor, pero eso era justo lo que Kian les dijo que le dijeran a su padre, Tan enojado como estaba por la necesidad de mantener las apariencias, Kian amaba a su padre más de lo que alguna vez estaría cómodo diciéndole. Curiosamente, mientras más Kian abrazaba su dolor, hicieron una especie de tregua más cautelosa. Antes de su armisticio, la muerte le había parecido tan maravillosamente convincente. Poner fin a su vida terminaría con el dolor. Intelectualmente, Kian entendía que era por lo cual los enfermos de dwicia elegían esa opción. Pero Kian nunca había huido de nada. Ver a la muerte desde una postura estrictamente intelectual le dio una claridad que la mayoría de los seres probablemente nunca tuvieron. Kian vio más allá de la fascinante fachada. La muerte significaba que todo se detendría, no sólo el dolor. Por eso él simplemente no podía tomar esa opción. No más dolor sería una bendición, pero no habría más placer o cualquier otra cosa, parecía muchísimo a renunciar por sólo una cosa. Si pudiera encontrar una manera de acabar con el dolor, sería… no él mismo. Kian casi se echó a reír. Sin su compañía constante, no sería Kian Lachlan. Sería otro Koroniano que tendría amigos y haría todo tipo de cosas interesantes. Tal vez sería el que pudiera refutar los cuentos sobre los terrícolas. ―Yo no creo en ellos.― Kian susurró las palabras para sí mismo. Su padre había gastado una fortuna para comprar un terrícola, pero todo lo que Kian tenía que hacer era mirar en los ojos de su padre, y él 30 sabría que no creía en ellos más de lo Kian mismo lo hacía. Había más mitos sobre los terrícolas que sobre todas las demás especies combinadas. Sin duda todo era una tontería. Para su sorpresa, un pequeño haz de esperanza se instaló en su cabeza y se aferró a su cerebro. No importa cómo valientemente trató de librarse de ese sentimiento, se mantuvo. Tan pequeño como era, todavía estaba allí, y si él no formulaba un plan de acción, crecería hasta que empezaría a creer sólo para que sus esperanzas fueran destrozadas. Kian había mantenido su orgullo, pero no creía poder tomar muchas más falsas esperanzas. Ya que Kian no podía rechazar a su terrícola, decidió probar que era tan falso como cualquier otro remedio que le habían ofrecido. ―Le voy a humillar por su arrogancia, y luego lo enviaré de vuelta a su mundo con su rabo entre las piernas. 31 Capítulo 3 ―Una puerta?― Hunter se quedó mirando a la inofensiva puerta. Precisamente a las 08:00 pm la puerta había aparecido en la sala de estar. Estaba sentado en el sofá con sus padres, mientras que su teléfono estaba todavía conectado con Dalton. Nadie estaba hablando. La carta estaba asentada en la mesa de café. Cada pocos segundos uno de ellos le daba una mirada y luego la alejaba. Era como un choque de trenes con restos de cuerpos rotos y maltratados por todas partes. Hunter sabía que la vista se enterraría en su cerebro y aparecería en sus pesadillas, pero él simplemente no podía dejar de mirar. Había una macabra fascinación curiosa en los seres humanos. Internamente, Hunter se preguntó si los Eoeans eran de la misma manera. ¿Se sentirían obligados a mirar a lugares horribles en contra de su mejor juicio? ―Eso es lo que yo veo, también.― La voz de Dalton sonó del teléfono con una claridad que era un poco inquietante. Fue casi como si estuviera de pie detrás de Hunter. ―Es jodidamente azul.― Hunter no podía creer que al igual que todo lo que los Eoeans habían creado, la maldita cosa era de color azul claro. ―¿Cambiaste tu camisa? 32 ―Sí.― Hunter se había puesto una camiseta roja y una sudadera con capucha gris y sus jeans descoloridos favoritos. Sin saber lo que podía pasar, empacó una mochila con una colección de artículos al azar y luego pensó que podrían quitarle eso, por lo que también relleno sus bolsillos. Dado que la carta no dijo lo que era o no era permitido, tomó todo lo que se le ocurrió, desde necesidades básicas como cepillo de dientes, pasta de dientes, peine y una navajilla de afeitar, hasta papel y lápiz en caso que necesitara escribir una nota. Dalton fue el que le había dicho que probablemente todo le sería quitado, pero a Hunter no le importaba. Prefería tratar que no hacer nada. ―¿Qué pasa si llevas algo por lo que te matan? ―Tengo serias dudas de que mi barata navajilla vaya a hacer que me ejecuten. ―Nunca se sabe―. Dalton se rió de repente. ―Además, los dos sabemos que sólo te afeitas para sentirte como un hombre. No es como si realmente lo necesitaras. ―Jódete. ―Lo desearía, hermano. Realmente desearía hacerlo. Después de caer en silencio, trataron de correrse a través de la llamada, pero el deseo simplemente no estaba allí. Dalton se había reído que había estado más o menos duro todo el tiempo desde la pubertad, pero finalmente había encontrado una manera de calmar sus hormonas en ebullición. No hay nada como la muerte para poner un freno a la lujuria. Finalmente, el padre de Hunter había llegado a casa y Hunter había bajado. Todos habían estado sentados en el sofá sin hablar desde entonces. Curiosamente, a sus padres no les importaba que Dalton estuviera en el teléfono, simbólicamente sentado allí con ellos. Él siempre había cenado con ellos en Acción de Gracias porque sus 33 padres siempre se olvidaron o estaban peleando. Dalton era como una parte de la familia, lo que hizo doblemente trágico que tuviera que irse lejos también. Ya era bastante malo para ellos perder a su único hijo, pero perder a su pseudo-hijo así, parecía increíblemente cruel. ―Yo digo que vayamos a través de las puertas al mismo tiempo.― Dalton hizo un ruido que hizo a Hunter pensar que se había puesto de pie, por lo que Hunter se levantó. ―Ok. ―En tres? ―Sólo… Los amo, mamá y papá. Se levantaron y lo abrazaron. Su madre no lo soltó hasta que su padre la alejó. No había palabras. Todos ellos sabían que esto era el final. Él no podía llamar o enviar mensajes. No podía hacer otra cosa que apartarse para que no lo vieran llorar. Mientras Hunter se acercaba a la puerta, apretó el teléfono bien a su oído y le susurró,―Te amo, Dalton. ―Te amo- Y luego Hunter abrió la puerta y pasó a través antes de que perdiera sus nervios. Instintivamente, cerró los ojos, pero luego casi de inmediato los abrió de nuevo. Por alguna razón estaba esperando un vórtice de viento, luz y caos, pero parecía como si no se hubiera movido en el tiempo o en el espacio. Con un gran paso, pasó de la sala de estar de sus padres a un área enorme con baldosas de piedra azul profundo. Por fin, un azul que no era el azul arenoso favorito de los Eoeans. Mientras Hunter miraba a su alrededor, desesperado por orientarse, se dio cuenta que no estaba en la tierra. No cuando él estaba proyectando dos sombras. Cuando se volvió, recibió una 34 ráfaga de luz solar de dos soles que eran tan fuertes que casi lo hizo caer de rodillas. Girando alrededor, se dio cuenta de que aún sostenía el teléfono. ―Dalton?― Hunter no estaba seguro de lo que esperaba oír, pero no se sorprendió cuando lo único que obtuvo fue silencio. Cuando alejó el teléfono de su cabeza y miró la pantalla, se dio cuenta de que la batería estaba muerta. Lo que sea que había atravesado había chupado el resto de la potencia fuera de él. Él casi se echó a reír cuando se dio cuenta que había traído el cargador. La probabilidad de que este lugar tuviera salidas compatibles era prácticamente nulas. ―Soy Kian Lachlan. Hunter se giró a la otra dirección y vio a un hombre de metal de por lo menos siete pies de altura y tres pies de ancho. Él brillaba a la luz del sol, causando que Hunter levantara su mano para bloquear el resplandor. Recordando los modales que habían sido inculcados en él desde que era un muchacho, le ofreció, ―Soy Hunter Wilkes. ―No te molestes en decirme quién eres. No me importa. Su voz era más baja que la de Dalton y aún más imponente. Hunter tragó saliva y asintió. ―Dónde… ―Vas a hablar cuando yo te lo diga. Hunter cerró la boca tan rápido que los dientes hicieron clic juntos. Tragando saliva, intentó no temblar, pero lo hizo de todos modos. No importaba cuántas veces se le dijo que se parara en alto y ocupara el espacio que se merecía, Hunter tenía una necesidad innata de hacerse tan pequeño como fuera posible. Encorvando los hombros le daba una postura sumisa, pero no le importaba. No quería que este 35 chico o robot o lo que fuera lo considerara ni remotamente una amenaza. ―Dame eso.― Kian le tendió la mano. Sin saber lo que quería, Hunter le ofreció su teléfono, el cual el chico tomó, pero siguió con su mochila. En lugar de echarle un vistazo, lo colocó en el suelo junto a sus pies. Mientras estaba allí, aterrorizado, Hunter trató de ver alrededor sin ser muy obvio sobre lo que estaba haciendo. Todo era tan brillante que quería meter la mano en la mochila y ponerse sus gafas de sol, pero se figuraba que cualquier movimiento que hiciera podría enfadar a este tipo quién quiera que fuera. ―Increíble. Esta es tu computadora? ―No. Bueno, sí. Es… ―La respuesta no puede ser sí y no a la vez.― Kian dio un paso hacia él, y Hunter casi se mea encima. Esta cosa, lo que fuera, era jodidamente enorme y claramente estaba enojado. ―Trata de pensar antes de hablar. Hunter sintió a su ansiedad golpear a un nivel que nunca había sentido antes. Estaba temblando tan mal que estaba prácticamente vibrando. ―¡Habla!― Kian dio otro paso hacia él. Aterrorizado de que iba a ser golpeado y muerto, Hunter soltó: ―Es mi teléfono. ―¿Teléfono? ―Para hablar con la gente. Comunicarse. ―Es arcaico.― Kian sostuvo el dispositivo hacia arriba y luego lo aplastó con su puño metálico. Hunter casi se echó a llorar. Había cortado el césped durante todo un verano para ganar el dinero para ese smartphone. Incluso si no 36 funcionara aquí, quería mantenerlo porque representaba todo lo que había dejado atrás. De alguna manera, observar a este monstruo destruir su único vínculo con su vida anterior le dijo más claramente que ninguna otra palabra que jamás podría volver a casa. ―No vas a tener nada más que lo que yo te doy.― Después de convertir el teléfono de ochocientos dólares en una pila de cincuenta centavos de basura, Kian arrojó el lío destrozado en el suelo. Iba a alcanzar la mochila, pero Hunter la tomó y retrocedió. A pesar del hecho de que tenía un escudo metálico en su rostro, Hunter todavía vio claramente la sorpresa de Kian en su desafío. Al parecer, no era una máquina, pero él esperaba ser obedecido en todas las cosas en todo momento. La actitud de Kian hizo a Hunter creer que se suponía que era el esclavo de esta criatura. Qué irónico que la suposición de Dalton resultó ser correcta. ―Dame eso. ―No.― Hunter dio otro paso hacia atrás. Desesperado por escapar, deslizó su mirada en todas partes, pero lo único que veía eran edificios con formas extrañas que rodeaba la zona de azulejos azules. Lo mejor que podía imaginar era que estaban en el patio de algún enorme complejo. ―¿Te atreves a desafiarme?― El tono de Kian era tan similar a la voz de Dalton cuando estaba en el papel de maestro brutal que Hunter inmediatamente quería obedecer todas y cada comando que pudiera dar. ―No.― Sin embargo, Hunter se aferró a la mochila. Todo lo que le quedaba estaba dentro. Él no quería estar allí y ver a esta- esto- lo que fuera destruir las pocas posesiones que había conseguido llevar con él. 37 ―Dame eso. No voy a preguntar de nuevo.― Kian le tendió la mano. ―¿Eres mi dueño?― Hunter pensó que si podía conseguir algo de información sobre su relación podría ser capaz de averiguar qué hacer. Ya que los malditos Eoeans no le habían dado ninguna pista en absoluto, estaba luchando para determinar su papel en este lugar y con este ser. ―Yo soy tu Dios. Hunter sintió un impulso loco a reír. Lo que Kian había dicho era tan similar a algo que Dalton pudiera haber dicho que se vio obligado a reír, lo llaman una carga, y luego le diría a la mierda. Afortunadamente, su sentido común lo pateó antes de que pudiera decir algo que lograría completamente que lo aniquilaran. A diferencia de Dalton, este chico no tenía sentido del humor. Lo que él tenía, sin embargo, era un infierno de gran ego. De la forma en que estaba de pie y su demanda de obediencia completa e incuestionable, era bastante claro que Kian pensaba que él lo poseía. Pero Hunter sabía algo que este chico no sabía. Él sabía exactamente quién era y que nadie podría hacerle sentir como basura a menos que él lo permitiera. Las palabras que Dalton le había enseñado vinieron a su mente. Esas mismas palabras salieron directamente de su boca antes de que Hunter pudiera vacilar. ―Puedo ser sumiso, pero eso no quiere decir que soy un felpudo. La cabeza grande de metal de Kian se inclinó ligeramente hacia un lado. Era un gesto humano que Hunter encontró extrañamente tranquilizador. En algún lugar debajo de todo ese metal había otro ser humano. Se sentía tan seguro de ello, que sonrió. 38 ―Esto es una broma, ¿verdad? Una especie de broma elaborada que los Eoeans juegan con inocentes seres humanos?―Hunter sentía la tensión filtrarse fuera de sus hombros tan rápido que prácticamente se hundía en el suelo. ―¿Cómo demonios conseguiste para que todo pareciera tan real? Me refiero a la cosa del sol dual y esta roca.―Él tocó con el pie los adoquines azules de piedra oscura. ―Nunca he visto este color. Debe ser algo del planeta de origen de los Eoeans. ―¿Crees que soy una broma?― Kian dio dos pasos hacia él con una lentitud que era casi hipnótica. Hunter tenía que estirar la cabeza hacia atrás para seguir mirar hacia arriba. De repente se dio cuenta de que al tratar de mirar a Kian directamente a los ojos, a pesar de que su mirada estaba escondida detrás de un escudo, él estaba mostrando inadvertidamente su agresión. Esta no era una broma. Y lo que estaba detrás de la placa frontal brillante no era humano. Antes de que pudiera abrir la boca y balbucearuna disculpa, Kian agarró a Hunter por el cuello. No apretaba, sólo colocó su enorme mano allí, dejando a Hunter saber que todo lo que Kian tenía que hacer era acercar sus dedos con el pulgar y él podría destrozar su cuello aún más fácil de lo que había destruido su smartphone. ―Me perteneces. Desde que estaba demasiado asustado para hablar, Hunter asintió. Su progreso hacia arriba y abajo fue impedido por el agarre de Kian, pero estaba bastante seguro de que recibió el mensaje. ―Vas a hacer lo que diga. Una vez más, Hunter asintió muy ligeramente. ―En caso de que me enojes, te voy a matar. 39 Hunter estaba tan aterrado que ni siquiera pudo asentir. Y entonces, la peor cosa que podría suceder pasó. Para su completa sorpresa, se puso duro. Él no podía creer que su cuerpo estaba reaccionando al control de Kian de la manera exacta que siempre tuvo con Dalton. La diferencia era que no se trataba de un interludio áspero o una escena para aliviar el estrés. Esta era una situación de vida o muerte en la que Hunter se dio cuenta no tenía absolutamente ningún control. Pero su cuerpo no vio la diferencia. Su cuerpo se rindió bajo el poder y el control, y Kian emanaba ambas cosas abundantemente. De alguna manera, la idea de que podría matarlo sin ningún esfuerzo resultó encender alguna parte retorcida de Hunter. Parecía que entre más Kian restringía su movimiento y capacidad de respirar, más excitado se ponía. Estaba tan escandalosamente estimulado que pensó que iba a llegar al clímax si Kian no lo liberaba. Como Hunter se quedó muy quieto, tratando desesperadamente de no hacer nada que aumentara su extraña y totalmente inapropiada emoción, se dio cuenta que estaba goteando líquido preseminal como loco. Podía sentir el líquido resbaladizo mojando sus calzoncillos. Pronto, habría una mancha de humedad en la parte delantera de sus pantalones vaqueros. Dalton siempre lo molestaba diciendo que parecía tener suficiente líquido preseminal por seis chicos. Pero mientras Dalton bromeaba con las palabras y el poder de un sondeo de dedo, Hunter no tenía idea de la reacción que Kian tendría. Supo el instante preciso en que Kian lo notó porque su cabeza se inclinó de lado en ese gesto familiar y completamente humano. ―Te mojaste a ti mismo. Hunter negó con la cabeza, pero no pudo obtener suficiente aire para explicar. Para su completa conmoción y alegría, Kian inspeccionó 40 abajo con la otra mano, ahuecó el abultamiento de Hunter, y apretó con la fuerza suficiente para empujarlo sobre el borde y hacerle llegar al clímax. 41 Capítulo 4 Kian nunca había pensado que iba a disfrutar de tener el mando de otro ser, pero había algo en Hunter que inmediatamente lo llamó. Cuando Hunter se rió y pensó que la situación era una broma, la furia se desató tan fuertemente dentro de Kian que su dolor se calmó. Algo sobre esta criatura, esta criatura de piel pálida y extrañamente hermosa, lo enganchó tanto que olvidó todo acerca de su enfermedad. La falta de temor de Hunter había incitado a Kian a aterrorizarlo, y para su sorpresa, se encontró con que la sensación era placentera. Él no quería hacerle daño, no gravemente, pero quería dejar claro quién era el amo y quién el esclavo. Cuando pensó que había ido demasiado lejos al hacer a Hunter mojarse a sí mismo, se dio cuenta cuando tomó con la mano los genitales de Hunter que en vez de que el miedo le causara orinarse, él encendió al terrícola hasta el punto de llegar al clímax. Aturdido por el giro de los acontecimientos, Kian mantuvo su mano alrededor del cuello de Hunter y la otra contra su polla temblorosa hasta que terminó su liberación. Jadeando, Hunter mantuvo su cabeza hacia arriba, dejando al descubierto su cuello, pero sus ojos estaban cerrados. Pestañas marrones largas descansaron contra sus mejillas, haciéndolo lucir vulnerable. Sin embargo, por su misma posición, la cabeza erguida, el cuello totalmente extendido, mostró 42 una curiosa especie de fortaleza. Hunter parecía confiar de forma innata que Kian no lo haría ir demasiado lejos. Tras ser testigo de lo que había hecho a la computadora de mano, Hunter no debería querer la poderosa mano de Kian en cualquier lugar cerca de su tierno cuello, sin embargo, no había luchado en absoluto. En lugar de ello, se había sometido y encontró placer haciéndolo. Lo que hizo al encuentro aún más sorprendente fue el hecho de que Kian encontró su polla presionando con fuerza contra el metal implacable de su traje protector. Había conseguido excitarse antes, pero rara vez tenía la oportunidad de disfrutar de su miembro duro. El dolor siempre venía y terminaba con la sensación antes de que pudiera culminar. Incluso cuando tuvo el largo ciclo libre de agonía no había sido capaz de llevar su excitación a una conclusión natural porque temía que el dolor volviera directamente en el momento de la liberación. Pero ahora, Kian estaba de pie en agonía aguda, duro y listo para tener su primera liberación. ―Ahora me satisfaces.― Kian liberó a Hunter de su agarre y deslizó el panel frontal de su traje. El dispositivo era para hacer que el proceso de orinar fuera más fácil, pero ahora se utilizaría para que pudiera experimentar su primer clímax. En lugar de decirle a Hunter lo que él quería hacer, Kian simplemente agarró su mano y ahuecó sus dedos alrededor de su eje. Le tomó toda su voluntad no lanzar un grito de alivio. El dolor seguía latiendo a través de su cuerpo, pero donde Hunter le tocaba estaba milagrosamente libre de agonía. La única sensación que tenía en su polla era una de placer. Sin preguntar, Hunter acarició arriba y abajo, girando el puño alrededor de la base y luego la corona. Parecía saber intuitivamente cómo complacer. 43 Tal vez la información que había recibido estaba mal y los terrícolas estaban constituidos muy similares a los Koronians. O había algo sobre el rumor de los Terrícolas siendo intuitivos. Independientemente, Kian dejó que todas sus preocupaciones se evaporaran. Todo lo que quería era su liberación. El dolor estaba allí, al igual que lo estuvo siempre, pero de alguna manera, el tacto de Hunter transformaba su agonía en felicidad. El puño de Hunter se movía más rápido y más fuerte a lo largo de su polla. Kian oía emocionado la respiración jadeante de Hunter. Sintió su calor. Podía oler el penetrante olor del miedo de Hunter y luego el rico almizcle de su placer. Cada trazo lo trajo más alto. Desesperado por continuar el momento, Kian agarró a Hunter, lo atrajo hacia sí, y lo abrazó contra su cuerpo. Daría lo que fuera por poder tener su traje fuera del camino para que pudiera sentir su carne presionándolos juntos. Puesto que nadie podía saber acerca de su enfermedad, Kian había asumido que nunca sería íntimo con nadie. Pero ahora, a través de alguna vena cruel en su propia psique retorcida, había encontrado su pareja perfecta. Una vez más, se preguntó si los rumores podrían tener una verdad oculta. Había tan pocos terrícolas en el universo que tenía sentido que los cuentos sobre ellos fueran exagerados. Cualquier cosa rara se consideraba valiosa. Kian había que todo eran grandes cuentos, una forma para que los Eoeans aumentaran el precio que recibían por su provisión más inusual. Pero ahora que había encontrado algo con Hunter que nunca había tenido siquiera un indicio con nadie más, Kian sospechaba que los rumores habían oscurecido la verdad. ―¿Puedes retirar el escudo de tu rostro?― La voz de Hunter era lastimera. Si hubiera sido grosero o exigente, Kian automáticamente 44 le habría dicho que no. Pero él no lo fue. Hunter sonaba... hambriento. ―¿Por qué iba a hacer eso?― Kian era receloso sobre quitar totalmente su máscara ante el terrícola. ¿Y si su comportamiento, la sumisión, la buena voluntad, incluso la súbita eyaculación, todo era parte de algún elaborado plan paraconseguir que Kian bajara su guardia con lo que el ser humano podría aprovecharse de él de alguna manera? ―Así podría darte un beso.― Le tomó un momento a Kian captar el significado completo de la palabra. Sus padres no eran demostrativos. La mayoría de los Koronians solamente eran afectuosos a puerta cerrada, por lo que no era de extrañar que Kian tuviera un conocimiento limitado sobre el tema sexual. Curioso en cuanto a lo que se siente besar, Kian bajó el escudo. Hunter se quedó sin aliento. Por un momento, Kian pensó que Hunter lo rechazaría por su aspecto. Desde que él rara vez estaba en torno a otros seres, no tenía ni idea de si era guapo o no. La ira rápidamente lo inundó. Su furia permitió que su percepción del dolor se alterara. La agonía se estrelló contra él, pero antes de que pudiera caer de rodillas, Hunter lo agarró y se apoyó en él. Si su nueva y extraña posesión se revelara verdaderamente, no desearía continuar su enlace. Complacido, Kian bajó la cabeza y besó en la boca a su terrícola. Sus labios eran suaves. Cuando llegó el contacto, Hunter hizo un sonido de necesidad que excavó directamente en el cuerpo de Kian. Él había sufrido sueños curiosos que no entendía. Ahora ese escalofrío extraño en sí al despertar tenía sentido. Él quería follar. Incapaz de 45 controlarse a sí mismo, él empujó a ciegas, se emocionó cuando Hunter utilizó ambas manos para proporcionar un canal para su polla. Y entonces con mayor curiosidad el alienígena abrió la boca. Sabor explotó a través de todas las superficies de la boca de Kian. Para su sorpresa, Hunter tenía una sola lengua. La curiosidad de la diferencia lo excitaba. Mientras las lenguas duales de Kian engancharon y rápidamente sometieron la de Hunter, él encendió sus fosas nasales para tomar más de la esencia única de Hunter. En algún lugar, enterrado en el sentido más básico, había algo familiar. Kian no pudo precisar qué, pero lo llamó. Cada vez que respiraba más del olor de Hunter, sintió que su excitación subía más y empujaba el dolor a un lado. Todavía estaba allí, quemando sus nervios, pero se transformaba en algo nuevo. Cuando su clímax golpeó, Kian no estaba preparado para el profundo placer que lo envolvió. Sostuvo al terrícola tan apretado que Hunter lanzó un grito en su boca que Kian aplastó con la suya, profundizando el beso hasta que él temía que de alguna manera se tragaría totalmente a su compañero. Rompiendo el beso, Kian jadeó mientras su cuerpo sentía la primera inmersión total de placer. Por ese breve y brillante momento, no le dolió en ningún lugar. Cada parte de él estaba vivo con la sensación, y todo ello, incluso el área sensible en la rodilla desde donde había caído antes fue sacudido con la dicha. Kian dejó caer su cabeza hacia atrás y un grito de triunfo emergió. Había encontrado una manera de vencer la dwicia. Los Terrícolas eran criaturas mágicas. De este momento en adelante, Kian sería capaz de tener una vida. Él sería capaz de ir a lugares y hacer cosas y conocer gente y algún día gobernaría… Agonía al rojo vivo lo cubrió a lo largo de sus nervios. 46 ―No.― Kian empujó a Hunter lejos. ―¿Qué pasa?― La cara de Hunter se retorció con preocupación, pero Kian no se dejaría engañar. ―Es una ilusión.― Más dolor se envolvió alrededor de sus nervios, casi como si el placer y el dolor combatieran. Mientras que el placer había ganado por un momento, la victoria fue de corta duración. El dolor siempre sería el verdadero vencedor en el mundo de Kian. La única verdad sobre los terrícolas era que eran muy buenos manipuladores mentales. Su padre había gastado una fortuna en lo que equivalía a un engaño. 47 Capítulo 5 Hunter seguía temblando por su propia liberación cuando Kian lo empujó. Para su asombro, Hunter sintió el placer de Kian irradiar hacia él. Habría jurado que llegó al clímax por segunda vez, pero no creía que fuera humanamente posible. Aunque, teniendo en cuenta que estaba con un alienígena, tal vez había algo en Kian que le permitió compartir el placer. Pero mientras Hunter disfrutaba del resplandor, algo cambió en el comportamiento de Kian. Al estar presionado contra el traje de metal Hunter no podía sentirlo de forma directa, pero no lo necesitaba para saber literalmente que su postura se tensaba. Algo había cambiado en los segundos entre la liberación y la realidad. Hunter sabía que con Dalton, el final de la escena era una especie de bajonazo. Era como estar en la cima del mundo y de pronto ser echado en un pozo. Dalton dijo que era normal. Y le daba a Hunter lo que llamaba la atención posterior, y luego de unas horas, Hunter se sentía volver a la normalidad. Tan áspero como el descenso era, Hunter no tenía ningún deseo de dejar esas sesiones. La breve incursión en el cielo hacía que el tiempo en el infierno valiera la pena. Kian se alejó de él tan bruscamente que Hunter casi cayó al suelo. Después de tropezar, se enderezó. 48 ―¿Hice algo mal?― Hunter sólo podía preguntarse qué cuando Kian se alejó. Cuando se dio la vuelta, su máscara y el panel de la ingle estaban de vuelta en su lugar. En muchos sentidos, era como si los últimos minutos nunca hubieran ocurrido. Si su perfectamente clara eyaculación no hubiera oscurecido la manga de gris de su sudadera con capucha, podría haber creído que había imaginado todo el asunto, pero esa marca era un indicador obvio de que su amo alienígena acababa de satisfacerlo. ―Eres una mentira. Las palabras no tenían sentido. Hunter apenas había dicho una docena de palabras a Kian, pero nada de lo que había dicho era una mentira. Entonces oyó exactamente lo que había dicho. Kian había dicho que Hunter era una mentira, no que le había dicho una. ―No comprendo. ¿Cómo soy una mentira? ―Todo ese dinero desperdiciado en una ilusión.― Kian negó con la cabeza. De nuevo, Hunter encontró el gesto extrañamente humano, pero después de ver la cara de Kian, estaba claro que no era de la Tierra. ―Por favor, dime de lo que estás hablando. ―No te debo nada. Desconcertado, Hunter sólo podía ponerse de pie y tratar de poner todas las piezas juntas. Él todavía no sabía dónde estaba ni qué clase de criatura era Kian. Sabía que no era un Eoean. También sabía que no era humano. Cuando había bajado su escudo, Hunter jadeó porque Kian era extrañamente hermoso. Sus características eran humanoides, pero lo suficientemente diferente para darle un aspecto exótico. De alguna manera, era como si los rasgos de Kian mezclaran todas las diferencias de los terrícolas y luego las suavizaran. Ojos grandes, pómulos altos y anchos, una esbelta nariz elevada sólo un 49 poco en la punta, todo culminaba con labios carnosos. Pero lo que realmente hizo jadear a Hunter fue que su piel era verde. No un feo verde enfermizo sino un impresionante color verde fluorescente. Y brillaba. Hunter no estaba seguro de si brillaba por algo dentro o tal vez sólo como un reflejo del sol, pero lo que sea que causara la luminiscencia, hizo a Kian único y fascinante. Pero eso fue antes de que Hunter le diera un beso. Una oleada de lujuria aumentaba la conciencia de su cuerpo al recordar las lenguas duales de Kian. Al igual que su voz magistral, las lenguas de Kian tenían completamente subyugado a Hunter. Fue un beso que ningún ser humano jamás podría darle. Sintiéndose obligado por la extrañeza de su amo, Hunter se había rendido. Había explorado la boca de Kian y su polla extrañamente suave con una combinación de lujuria y un fuerte deseo de agradar. A diferencia de sus interludios con Dalton, esto era más sobre la intimidad que sobre juegos de cambios de poder. No es que Kian no había tomado el mando, porque él lo hizo, pero había un motivo diferente para sus acciones. A pesar de su clara autoridad, Kian había estado desesperado. ¿Pero para qué? Casi tan pronto como los temblores habían terminado,Kian parecía volver a una rabia que apuntaba a Hunter. A pesar de que Hunter nunca le había conocido hasta hoy, Kian claramente tenía fuertes expectativas que Hunter había fracasado. ―¿Qué esperabas que hiciera?― Hunter pensó que había hecho exactamente lo que Kian había querido, pero tal vez se supone que tenía que resistirse o fingir desinterés solamente para dejarse llevar en última instancia por la apelación de Kian. Hunter no se oponía a actuar en la fantasía de Kian, incluso si era una fantasía de violación, pero él tenía que decirle lo que quería ya que Hunter no era un lector 50 de mentes. ―Voy a hacer lo que quieras, pero tienes que decirme honestamente lo que es. Kian sobresaltó a su espalda. Fue un ligero movimiento que podría haber sido imperceptible, por el hecho de que llevaba puesto ese traje reluciente. Seguir sus sutiles cambios corporales era más fácil cuando todo lo que Hunter tenía que hacer era prestar atención a la poderosa luz alrededor de la forma de Kian. Dado que los soles duales hacían todo casi dos veces más brillante, de lo que sería en la Tierra, Hunter tuvo que entrecerrar los ojos, lo que le hizo estar mucho más atento a los cambios en los patrones de luz. ―Me gustó lo que hicimos.― Hunter mantuvo su voz lo mejor que pudo. No quería ser demasiado sumiso o demasiado exigente. No ser ni un felpudo, ni un martillo, Dalton había dicho una vez. Al menos no hasta que llegaran a un acuerdo. Hunter sentía que él y Kian estaban muy lejos de tener cualquier tipo acuerdo mental. ―Me gusta ser indefenso, y está más que claro que te gusta estar en control. Todo lo que tenemos que hacer es establecer algunos límites. ―Límites?― Kian avanzó hacia él. ―Te diré lo que vas a hacer, terrícola sin valor. ―Sin valor?― Hunter no tenía idea de qué demonios estaba pasando con este chico, pero él tenía la sensación de que si no ponía fin a esta mierda sólo iba a empeorar. A diferencia de la última vez, Hunter no miró hacia otro lado. Miró directamente a la careta donde sabía que los ojos negros de Kian estaban. ―Estás confundiendo un interludio sexual con lo que soy como persona. ―No eres nada para mí. ―Mentiroso.― Hunter se movió un poco más cerca. ―No se puede besar a alguien así cuando piensas que no son nada. ―Te mataré. 51 Ahora fue Hunter quien retrocedió. Obviamente, este no era un juego kinky sexual del alíen, a instancias de los Eoeans. Hunter había empezado a pensar que él fue elegido por una extraña lotería basada en lo que le gustaba hacer con Dalton. Cómo los alienígenas se habían enterado no entraba en su explicación, pero luego se dio cuenta, ¿por qué querrían tomarlo para placer? Esto no era sobre él y lo que disfrutaba. Todo esto era sobre el alienígena a quien los Eoeans aparentemente lo habían vendido. No es de extrañar que Kian tuviera todas estas expectativas que Hunter no pudo cumplir! ¿Quién sabía lo que los Eoeans habían dicho para conseguir que este chico le comprara? ―Los Eoeans no me dijeron nada.― Hunter se alejó otro medio paso. Su mochila fue abandonada en los adoquines azules. Antes de ese momento, se había sentido excesivamente preocupado por retener el contenido, pero ahora ya no importaba. ―Todo lo que sé es que me eligieron para venir aquí. Pero yo no sé cómo, ni por qué, o incluso lo que ellos o tú esperen que haga una vez que llegué aquí. Lo último que Hunter estaba esperando era que Kian girara y se alejara. A pesar de su traje que parecía ser de metal, no hizo tintineo mientras caminaba a lo largo de las piedras. No había ni siquiera el susurro de hidráulica. Lo único que Hunter podía oír era su inestable respiración. Sin saber qué hacer, Hunter agarró su mochila, la deslizó sobre su hombro, y luego siguió detrás de su amo alienígena. Con el tiempo, entendería lo que estaba haciendo aquí y lo que se esperaba de él. Las probabilidades de que consiguiera la información de Kian no eran buenas. Al menos no por ahora. El único hecho que Hunter sabía en este momento era que Kian había esperado algo fenomenal de él, y Hunter lo había defraudado completamente. Sin embargo, se negó a menospreciarse a sí mismo sobre eso. Las 52 expectativas de Kian eran su maldito asunto. Hunter simplemente había ido con la corriente. Además, sabía que había sido comprado, lo que finalmente le dio una respuesta sobre lo que los Eoeans estaban recibiendo a cambio. Los terrícolas obtuvieron la vacuna, y los Eoeans esclavos valiosos para comercializar a través de la galaxia. Irónicamente, fue Dalton quien sospechaba que estaban recogiendo hombres jóvenes para vender como esclavos. ―Oh Dios. Dalton.―Hunter se detuvo en seco. ¿Qué pasaría con Dalton si fuera obligado a ser sumiso? Él nunca estaría de acuerdo con eso. Dalton lucharía, y si él fue enviado a alguien tan inestable como Kian parecía ser, Dalton probablemente sería asesinado. Una parte del corazón de Hunter se quebró. Era bastante malo con que hubiera tenido que renunciar a todo en su vida, pero ahora ni siquiera podía disfrutar de la fantasía de que Dalton podría haber encontrado una manera de mejorar su situación. Alejarse de sus padres tóxicos fue probablemente una buena cosa, pero ser el chico juguete de algún alienígena era casi la peor cosa que le podía pasar a Dalton. A Hunter no le importaría mucho ese escenario, mientras fuera tratado decentemente fuera del dormitorio. Tenía que encontrar una manera de dejárselo claro a Kian. Cuando Hunter alzó la vista, se dio cuenta de hasta qué punto Kian se había adelantado y se apresuró a alcanzarlo. Lo último que quería hacer era molestar a esta chico más de lo que al parecer ya había hecho. A pesar de que fue por causas ajenas a él, Hunter no podía ver a Kian captando la lógica de eso. Kian iba a culparlo por su decepción le gustara o no. Hunter no pudo reprimir una pequeña sonrisa. ―Lo que él no sabe es que probablemente me guste tomar su abuso, dependiendo de cómo decida hacerlo. 53 Le había gustado lo que Kian le había hecho antes. Tal vez sólo necesitaba un poco de ayuda para convertir su maldad natural, y convertirse en un Dom en toda regla. La sonrisa de Hunter se apagó. Tal vez se había enfurecido tanto por la incapacidad de Hunter a hacer lo que él esperaba que Kian lo mataría. Eso no sería bueno. Hunter preferiría encontrar una manera para que cada uno obtuviera lo que necesitaba. De todas formas, Hunter se dio cuenta de que tenía muy poco control sobre la situación. El bondage para una escena era muy diferente de ser cautivo de por vida. Si él iba a sobrevivir, tenía que averiguar lo que Kian quería como prioridad número uno. En lugar de entrar en el edificio más cercano, Kian se acercó al más alejado y luego pasó directo a través de lo que parecía ser una pared. Fue sólo cuando él estaba mirando para entrar en los edificios que Hunter se dio cuenta de que ahí no había puertas. Al menos no en el sentido clásico. Por lo que sabía podían en realidad no ser edificios. O tal vez ni siquiera estaban allí realmente. Estaba haciendo todo lo posible para procesar la información visual en el contexto de su propia versión de la realidad. Hunter siguió avanzando, pero en lugar de confiar en que la curiosa puerta se abriría para él, extendió la mano. Cuando su mano lo atravesó sin esfuerzo, continúo. Lo mejor que podía imaginar era que se trataba de algún tipo de puerta electrónica o tal vez holográfica. Abrió la boca para preguntar a Kian, pero luego su boca cayó al menos una pulgada más una vez que echó un vistazo adentro. Todo el interior del edificio era impresionante. Dentro de la estructura masiva, las rocas ásperas que había en los azulejos del exterior ahora eran lisas y pulidas con un alto brillo. Ese pequeño cambio ofreció una gran transformación en la que podía ver ahora 54 sutiles hilos de oro, púrpura, y el mismo color verde fluorescente del tono de
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