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Amanda Young - Un Orgasmo Perverso

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Bottom’s Up 
 
 
 
UN ORGASMO PERVERSO 
 
 
 
Amanda Young 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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ADVERTENCIA 
 
La distribución de esta traducción queda prohibida sin la 
previa aprobación de la Administradora de “El Mundo de 
la Luna Roja”, y de sus traductores y correctoras. 
 
Esta obra posee CONTENIDO HOMOERÓTICO, es decir tiene 
escenas sexuales explicitas de M/M. 
 
 
 
 
 
Apoyemos a los autores que nos brindan entretención y fomentan 
nuestra imaginación comprando sus libros. 
 
 
 
 
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UN ORGASMO PERVERSO 
 
 
... Briar salió de su ataque de nostalgia y se acercó a Truman, donde estaba 
sentado esperando. Él adecuó sus facciones dentro de una educada mascara 
de alguien que estaba acostumbrado a trabajar con el público. 
-Bienvenido a Henley. ¿En qué puedo ayudarte?. 
 Truman sonrió a Briar, mostrando los hoyuelos en enjutas mejillas. 
-Escuché que aquí se toman los mejores orgasmos Kinky de este lado de la 
ruta Mason-Dixon. 
-¿Es cierto? 
Truman asintió con la cabeza. 
Briar quería pavonearse en respuesta al cumplido, pero se contuvo. Al 
parecer los actuales cursos de coctelería vale la pena por el precio que 
cuestan, después de todo. 
-Supongo que si no son los mejores dependerá de cómo te gustan tomártelos. 
¿Prefieres que la bebida esté mezclada con fresas o cremoso helado de 
vainilla? 
Las fosas nasales de Truman estallaron. 
-Oh, definitivamente lo quiero cremoso. 
-Está bien. 
 Briar tragó el nudo que tenía en la garganta. Su imaginación creó de una 
idea lujuriosa de cómo lo miraba Truman. El hombre era tan recto como una 
flecha... él se había acostado con la mitad del equipo de animadoras, cuando 
estaban en la escuela. 
-Marchando un orgasmo perverso sin fresas. 
 Podía sentir la mirada de Truman sobre su espalda mientras él se 
dedicaba a conseguir los ingredientes que necesitaba. La situación no ayudó 
convencer a su polla de que Truman fuera hétero. Una fuerte punzada no le 
hizo conectar cosas como hétero o gay. Él Sabía lo que le gustaba, y Truman 
entraba dentro de sus gustos... 
 
 
 
 
 
 
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Capitulo Uno 
 
 
 
 -Hey, Conejito, ¿me puedes servir otra? 
 Briar Henley sacó una botella helada de la nevera. Con la cerveza en su 
mano, se acercó a donde Ben Kingsley se acurrucaba al otro extremo de la 
barra pegada a los baños. El anciano había sido un habitual en el pub de 
Henley, ya que había pertenecido al abuelo de Briar en aquellos tiempos, lo 
que le situaba malditamente cercano a la familia y no otro viejo borracho. 
Por esa sola razón, Briar ignoró el apodo que había odiado desde su infancia 
y le mostró al hombre una sonrisa mientras se deslizaba la longneck a través 
de la brillante superficie de madera de caoba de la barra. 
-Es casi la hora de cerrar, amigo. Usted tiene que volver a casa andando esta 
noche? 
Ben miró, sus ojos legañosos ojos azules. 
-Tú eres un buen chico, Briar. Es una pena que tú seas una de esas personas. 
Deberías encontrar una buena chica que te enderezara y te hiciera sentar la 
cabeza. Pasar el nombre de la familia, como tu padre hubiera querido. 
 Briar suspiró. Parecía como si tuvieran la misma conversación cada noche. 
-Gracias por el apunte, Ben. Lo tomare en consideración. Tan pronto como el 
infierno se congele, y a mí me deje de gustar las pollas. 
-Vendrá Sally Jean a recogerte, o tengo que llamarte a un taxi esta noche? 
 Ben tomó un largo trago de su bebida y se sentó, sus manos rodearon la 
botella de vidrio. 
-Eres un poco mandón, ¿no? 
-No… Usted puede hacer lo que quiera, pero no voy a dejarte seguir 
bebiendo para que luego conduzcas y te des un golpe. Eso pondría a mi culo 
al descubierto, y es demasiado bonito para ser lanzado a los lobos detrás de 
las rejas. 
 Ben resopló cuando la campana encima de la puerta sonó. Briar se volvió 
hacia el sonido, esperando ver a la hija de Ben cruzar el umbral. En cambio, 
Briar vislumbro la imagen de sus húmedos sueños entrando en su pequeño y 
 
 
 
 
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humilde establecimiento. Con sus rectos y anchos hombros y su cabeza bien 
alta, el recién llegado se dirigió hacia el lado opuesto donde estaba sentado 
Ben y se sentó en uno de los taburetes cercano a la puerta. 
 Había pasado más de una década desde que Briar había puesto los ojos en 
Truman Lee. El otro hombre se había ido a la universidad con una beca de 
fútbol americano, mientras que Briar se había quedado al cuidado de su 
padre enfermo. Después de que su padre falleció, Briar había tomado clases 
nocturnas en gestión empresarial y abierto de nuevo otra vez el bar de la 
familia como sabía que su padre hubiera querido. 
 Desde que él y el deportista habían sido en los extremos opuestos de la 
cadena alimentaria en la escuela, Briar fingió no reconocer al otro hombre. 
Mejor eso que hacer un culo de sí mismo, señalando a cabo su afiliación sólo 
para que Truman fingiera recordarlo. 
 A decir verdad, Briar esperaba que Truman no recordara al flaco paria que 
solía ser. La escuela secundaria fue muy dura para casi todo el mundo, pero 
había sido una montaña rusa en particular para un escuálido, bocón niño del 
suroeste de Virginia. Su pésima actitud había conseguido que le dieran más 
de una patada en el culo. Truman, Por otra parte, había sido el típico atleta 
corpulento. Con su cuerpo robusto, musculoso y viéndose como el chico de 
al lado, Truman había sido el sueño húmedo de cada chica y de un solitario 
chico gay. Gracias a Dios que nadie había encontrado la foto de Truman 
sacada del anuario que Briar había escondido bajo su colchón. Hubiera 
muerto de vergüenza. 
 Briar salió de su ataque de nostalgia y se acercó donde Truman estaba 
sentado Él adecuó sus facciones dentro de una educada mascara de alguien 
que estaba acostumbrado a trabajar con el público. Bienvenido a Henley’s. 
-En que puedo ayudarte? 
 Truman sonrió a Briar, mostrando los hoyuelos en sus enjutas mejillas. 
-Escuché que aquí se toman los mejores orgasmos Kinky de este lado de la 
ruta Mason-Dixon. 
-¿Es cierto?. 
 Truman asintió con la cabeza. 
Briar quería pavonearse en respuesta al cumplido, pero se contuvo. Al 
parecer los actuales cursos de coctelería vale la pena por el precio que 
cuestan, después de todo. 
-Supongo que si no son los mejores dependerá de cómo te gustan 
tomártelos. ¿Prefieres que la bebida esté mezclada con fresas o cremoso 
helado de vainilla? 
 
 
 
 
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Las fosas nasales de Truman estallaron. 
-Oh, definitivamente lo quiero cremoso. 
-Está bien. 
 Briar tragó el nudo que tenía en la garganta. Su imaginación creó de una 
idea lujuriosa de cómo lo miraba Truman. El hombre era tan recto como una 
flecha... él se había acostado con la mitad del equipo de animadoras, cuando 
estaban en la escuela. 
-Marchando un orgasmo perverso sin fresas. 
 Podía sentir la mirada de Truman sobre su espalda mientras él se 
dedicaba a conseguir los ingredientes que necesitaba. La situación no ayudó 
convencer a su polla de que Truman fuera hetero. Una fuerte punzada no le 
hizo conectar cosas como hetero o gay. Él Sabía lo que le gustaba, y Truman 
entraba dentro de sus gustos. 
 Briar se encontró admirando a Truman como había perdido un poco de 
pesoo se estaba quedando calvo. Pero mientras que el pelo oscuro estaba 
rapado bastante corto por los lados, había una o dos pulgadas que le estaban 
creciendo en la parte superior. Briar ni siquiera podía engañarse a si mismo 
pensando que el estilo de peinado fue debido a una horrible desnuda 
coronilla en la gran cabeza de Truman. El resto del pelo de su cabeza era de 
color negro medianoche tan grueso y brillante como siempre. Maldita sea. 
 De hecho, los años se habían comportado con Truman; parecía estar 
mejor que nunca. Briar lo confirmó cuando el miró furtivamente al otro 
hombre fijándose en la bebida, vertiendo la misma cantidad de crema de 
amaretto, licor de café, y whisky irlandés en una copa. El hombre se había 
formado en todos los lugares correctos, sus amplios hombros se extendían 
por los límites de la camisa tipo polo de color salmón. 
Aunque la mitad inferior del hombre no era visible, Briar imaginó que era tan 
impresionante como la parte superior. Dándole la altura que Truman era, 
probablemente, sus piernas eran largas y musculosas. Briar fácilmente podía 
imaginar la forma del culo de Truman y como los muslos se flexionan y se 
liberaban cuando el bombeara su carga en alguna mujer con suerte. 
Hablando de mujeres, no hay anillo de boda en su mano izquierda. Pero eso 
no significa que el hombre no estuviera casado... un montón de hombres se 
niegan a llevar anillos. 
 Tras encabezar la bebida con una cucharada de abundante crema de 
vainilla, Briar se deslizó por el mostrador hacia Truman. 
-Esto va a ser siete con cincuenta. 
 
 
 
 
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 Truman le entregó un billete de diez dólares y recogió su bebida. Tomó un 
sorbo, sus párpados se deslizaron a media asta. 
-Maldita sea, está muy bueno. Quédate con el cambio, chico!. 
 Briar añadió el dinero a la registradora, calculando su mente 
aproximadamente la recaudación que había tenido en ese día. No era 
suficiente para cubrir el gasto de luz, y mucho menos su tiempo y energía. Él 
realmente necesitaba reconsiderar el abrir los lunes. 
 -No esta esto muy concurrida por aquí, ¿verdad?. 
 -Nah, los días entre semana son flojos, y es casi la hora de cierre. 
 -¿En serio?-, Preguntó Truman, mirando hacia abajo a su espeso reloj de 
pulsera en tonos dorados. 
-Pero si son sólo las diez. 
-No sirve de mucho estar abierto cuando esto está muerto. Briar miró 
alrededor del pequeño bar, creciendo su satisfacción en su interior. Aunque 
el negocio lo había heredado y nunca lo haría rico, estaba orgulloso de él y 
de los cambios que había implementado en los últimos años. Él había 
actualizado el menú, añadiendo comida rápida, y bebidas especiales para la 
amplia multitud universitaria. Haciendo concesiones por el tiempo y dinero, 
la decoración había cambiado sutilmente en los últimos cinco años. Mientras 
que él había elegido para mantener el ambiente rústico con paneles de 
madera, la barra de caoba, Briar había re tapizado las doce cabinas con un 
tejido de un verde bosque profundo, y añadió accesorios del mismo color 
aquí y allá por todo la sala. Henley siempre sería un pub en un pequeño 
pueblo, pero le pertenecía a él. 
-Entiendo por qué no querría estar más tiempo abierto. Usted no quiere 
trabajar de forma gratuita. 
-Truman dio un sorbo a su bebida, dejando un bigote de leche adorable 
aferrado a su labio superior. 
 La campana de la puerta sonó una vez más, alehado a Briar de la atención 
de Truman. La hija de Ben, Sally Jean, entro al interior con un gesto y una 
sonrisa, la cálida mirada se tornó preocupada cuando vio a su padre. 
Con un susurrante 
-perdón. 
 Briar dejó a Truman beber y salió al encuentro de Sally Jean cuando llegó a 
lado de Ben. Colocando su mano sobre el hombro de Ben, comenzando la a 
veces ardua tarea de tratar de convencer a su padre a volver a casa con el 
menor alboroto posible. 
Como de costumbre, Ben estaba siendo terco. 
 
 
 
 
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-Todavía no estoy No estoy listo para salir, muchacha. Dejar de tratarme 
como si estuviera el jefe a mí alrededor. 
-Papá... 
 Sally Jean suspiró. 
-He tenido un día largo, y estoy lista para ir a casa. Si quieres que te lleve, 
tienes que venir conmigo ahora. Yo no me voy a sentar y esperarte toda la 
noche. 
 Sabiendo lo tozudo que Ben podía llegar a ser cuando se empeñaba, Briar 
interrumpió la conversación con la esperanza de difundir un halo de 
esperanza antes de empezar. 
-Eres tan cabezota aquí como en casa con Sally Jean, Ben. Estoy a punto de 
cerrar esta noche de todos modos. 
-Está bien. 
 Ben dio un largo trago de su cerveza y luego la puso de golpe en el 
mostrador. 
-Id para adelante y conspirad contra mí. Veréis si me importa. 
 Briar ocultó su diversión como Ben pisoteó hacia la salida. El hombre 
discutiendo podía ser un viejo testarudo, pero estaba de acuerdo. No 
importa lo enojado que estaba cuando se fue, estaría de vuelta la noche 
siguiente. Briar casi podía poner su reloj en hora por los hábitos del hombre. 
Truman caminó hacia Briar, capturando su atención. Los presionados 
pantalones de color caqui que el otro llevaba abrazaban sus fuertes caderas 
y hacían de su paquete como parte de un amante. Incluso después de una 
breve visión al bulto de Truman, Briar se preguntaban si el otro hombre 
rellenaba sus boxers. La hinchazón detrás del pantalón de Truman parecía 
demasiado grande para ser real. 
 Briar volvió la cabeza para seguir el progreso de Truman hacia el cuarto 
de baño, queriendo echar un vistazo a la espalda del otro hombre. Se 
humedeció los labios, pasando por los firmes montículos de su boca. Su culo 
tampoco está nada mal. 
-Hola. 
 Sally Jean saludo con una mano al Bello Durmiente. 
-Tierra llamando a Briar. 
 Briar dio un salto. Mientras que él había estado comiéndose con los ojos 
el culo de Truman, Se había olvidado que Sally Jean estaba allí. 
-Lo siento, cariño. Yo estaba en otra parte hace un minuto. ¿Qué pasa?. 
 
 
 
 
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-Oye, yo no te culpo por quedarte mirando fijo. No le digas nada a mi 
marido, ya sé, pero es que es demasiado fuerte el hombre que acaba de 
pasar. ¿Está soltero?. 
Sonrió a Sally Jean. 
-No, no me digas. No necesito saberlo. Antes de salir, sólo quería recordarles 
que Voy a estar ocupado resolviendo las cuentas de mi padre la próxima 
semana. 
-Yo sé que lo harás. Gracias por el recordatorio, sin embargo. 
-La mayoría de las pequeñas empresas, incluyendo a Henley, aún están a 
tiempo para los impuestos locales permitiendo a la gente a pagar cuando 
podían. En El caso de Ben, su hija y su yerno, se habían hecho cargo de sus 
finanzas después de su ataque más reciente, a pagar sus diversas cuentas 
cuando su cheque de pensión llega a principios de cada mes. 
 Briar se despidió de Sally Jean, saludando a Ben, y volvió el cartel en la 
puerta de ABIERTO a CERRADO. Apagó todo, dejando las luces exteriores, 
bajó las persianas, y regresó a la barra a esperar a su último cliente. La 
suprimiendo un bostezo, recogió el trapo que había descartado antes y 
empezó a limpiar el mostrador. Ya que había sido un día largo, y estaba más 
que listo para terminar la noche. Tan pronto como Truman se fuera, iba a 
cerrar la caja y se retirarse a su pequeño apartamento que estaba situado 
encima del bar. Por lo menos esta noche voy a tener nuevo material 
almacenado en mi banco de recuerdos. Él y su mano iban a pasar un buen 
rato antes de quedarse dormido. 
 Por el contrario, se preguntó si su mano derecha se había convertido en 
una norma en lugar de reservarse para ligar en clubs después de cerrar el 
bar. Ahora, se sentía más cómodo con la pornografía y los sueños de su 
encuentro con el escurridizo hombre perfecto.A juzgar por la forma en que había respondido a Truman, que iba a tener 
que cambiar muy pronto. Tal vez conduciría a Roanoke y se pasaría por el 
parque el viernes. Incluso si se encontrara con alguien, sería capaz de bailar y 
de cortarse la melena por un pequeño. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Capitulo Dos 
 
 
-Un penique por tus pensamientos, dijo Truman, deslizándose sobre un 
taburete a través de Briar. 
 Briar se recompuso, preguntándose cómo se había olvidado de oír a 
Truman volver a entrar en la habitación. 
-No creo que estuviera interesado en conocer la lista del inventario que 
pasando por mi mente en este momento. Claro que era una mentira, pero 
era mucho menos embarazoso de lo que realmente estaba pensando. ¿Qué 
iba a hacer? Admitir que había estado fantaseando con echar un polvo, ya 
que Truman le recordaba lo que hacía falta? De ninguna jodida manera. 
-Así que... estamos nosotros solos ya que el viejo borracho se ha ido, 
¿verdad? 
 Briar vio a Truman lamerse los labios, la sonrosada, húmeda lengua 
deslizándose por la boca del hombre, se estremeció en respuesta. 
 El tono de las palabras de Truman sonaron a un “vámonos”. 
-Um, sí. Sólo tú y yo. 
-me lo calculé. No pude dejar de notar que habías cambiado el letrero en la 
puerta. 
- Bueno, llegando este momento, ya sabes. 
 Briar echó un vistazo a la bebida de Truman, sentado sobre si mismo varios 
asientos más abajo. 
-¿Estás a punto de terminar, o hay algo más que necesites antes de que 
cierre?. 
La sonrisa de Truman se ensanchó. 
-Supongo que dependerá de lo que me ofrezcas. 
 Briar quiso patearse a si mismo debido a las insinuaciones no deseadas 
que había detrás de sus palabras. 
-Yo, eh... 
Briar eludió sus palabras. Estaba Truman realmente flirteando con él? Había 
pasado un tiempo desde que Briar hubiera estado con alguien, pero no 
había pasado tanto tiempo como para olvidar lo que parecían decir. La 
mirada de Truman estaba describiendo al culo Briar algo que podría hacerlo 
 
 
 
 
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mas feliz que pagar al contado. Trató de decir algo ingenioso pero falló. ¿Por 
qué mi cerebro se ha bloqueado, precisamente ahora? 
-¿El silencio significa que estas tratando de darme largas de una forma sutil, 
ya que te he dejado sin palabras con mis suaves habilidades?. 
 Briar se echó a reír. 
-Bueno, definitivamente no es un plan B. 
 Truman puso una mano sobre su corazón. “Ouch”. 
-Ah, tú eres un niño grande. Estoy seguro de que vas a recuperarte. Yo 
todavía no le había dado excusas a nadie que juega en mi equipo. 
-Sí, tengo mucho de eso. 
 
 
-Así que... ¿me quieres, ¿eh?- No había nada de malo en una pequeña broma 
y, lo más importante, le había traído un buen momento para comprobar la 
realidad. ¿Puede estar sucediendo esto realmente? 
-¿Podrías decirme si he estado muy borde desde que he entrado aquí al bar? 
Si no, ¿qué tal una invitación por escrito? 
 Briar sonrió. 
-Tal vez. 
-Está bien. Yo puedo hacer eso. ¿Tienes un lápiz? 
 Briar Truman entregó un bolígrafo. Sus dedos se deslizaron juntos, 
enviándole pequeños choques eléctricos hasta la muñeca de Briar. La forma 
en que el pelo se levantó en el antebrazo de Truman le comunicó que había 
química entre ellos. 
 Como Truman escribió algo en servilleta, la mente de Briar Se aceleró con 
las implicaciones de lo que iba a suceder. Truman lo quería. Él, ---el flaco 
punk, el poco bocazas de la escuela secundaria que había pasado todo su 
tiempo soñando con las tórridas situaciones que él quería hacer con el 
inalcanzable capitán del equipo de fútbol. 
 Por supuesto, Briar no era ese chico flaco por más tiempo. Aunque nada 
se podía hacer por su baja estatura, que había trabajado muy duro para 
poner algo de carne en sus huesos. Con una alta dieta rica en proteínas y un 
gimnasio había definido una complexión robusta y más fuerte de lo que 
parecía. 
 Había tenido su parte justa de los amantes en los últimos años, pero la 
presencia de Truman trajo de vuelta a Briar el anhelo silencioso que había 
sentido por el otro en la escuela secundaria. Sólo que esta vez, Truman 
volvió a su deseo. 
 
 
 
 
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 Era un pensamiento fuerte. Uno que hizo que su sangre corriera hacia el 
sur y llenara su polla hasta entumecerla. Había sido un medio difícil poner los 
ojos en Truman, pero ahora estaba dolido. La hinchada cabeza de su pene 
presionaba contra el material interno de su bragueta, que golpeaba contra 
su piel. 
 En el momento en que Truman le tendió la servilleta, Briar estaba listo 
para vender su alma al diablo si eso significaba tener una noche a Truman 
entre sus brazos. Aceptó la nota, la curiosidad de ver lo que Truman había 
escrito. Una carcajada salió volando de su boca al leer: 
“Chúpame. Jódeme. Cabálgame toda la noche. Soy tuyo para lo que 
quieras, siempre y cuando dejas que te toque. “ 
 Briar miró a Truman. 
-Esta es la mejor idea que tienes para entrar en mis pantalones? 
-Bueno, me gusta ser directo. ¿Qué dices? ¿Eres tú al que quiero conectar, o 
estoy perdiendo mi tiempo aquí? 
-Yo podría ser persuadido para jugar, si tengo la motivación correcta. 
Viendo como Truman se acomodaba su paquete entre las piernas. El no 
calzaba un tamaño gigante, pero nada menos de cuatro pulgadas era un 
cuelgue. 
-Creo que puedo manejar eso. ¿Hay algo que necesites hacer antes de 
empezar? 
-Nada de lo que no pueda esperar. 
 Briar saltó sobre la barra y se movió entre las piernas de Truman. 
-¿Por qué no me muestras en lo que estás trabajando? 
-En un minuto. 
Truman envolvió sus musculosas manos alrededor de los bíceps de Briar 
marcándolo más. 
-Bésame. 
 Briar inhaló el almizclado aroma del hombre y el almizcle, el aroma 
picante de la colonia buena, simbolizaban a Truman. Besar a este hombre no 
iba a ser una dificultad. Él inclinó la cabeza hacia la derecha y se movió en los 
labios ya hormigueantes. Truman se reunió con él a mitad de camino, 
tocando la boca hacia abajo una vez y luego otra vez antes de que Truman 
tomara el control. Sus manos se movían desde los hombros de Briar a la 
parte baja de la espalda, atrayendo más cerca a Briar paso su lengua por la 
sensible piel debajo de su labio inferior. Briar gimió y se abrió contra el 
hombre sexy. 
 
 
 
 
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 No podía creer lo que estaba sucediendo. Él estaba besando a Truman 
Lee, el mariscal de campo de su adolescencia la mayoría de las febriles 
fantasías y un buen maldito hombre de buen aspecto. La parte de infantil de 
su cerebro estaba haciendo un infierno de una danza feliz. No podía esperar 
para averiguar cómo estaría Truman desnudo y si prefería ser activo o 
pasivo. Por favor, por favor, que sea versátil. Aunque le gustaba que lo 
follaran, no había nada mejor que la sensación de un culo caliente, apretado 
envuelto alrededor de su herramienta. 
 Las manos de Truman se deslizaron por la espalda de Briar y la junto en un 
el culo del otro hombre en un agarre firme. Su lengua se deslizó entre los 
labios de Briar una última vez antes de alejarlo. 
-Mmm... me encanta tu boca. No puedo esperar a sentirla envuelta 
alrededor de mi polla. 
-me quitaste el pensamiento correcto de mi mente. Briar cayó de rodillas 
delante de Truman. Desabrochó los pantalones de hombre y bajó la 
cremallera, revelando un blanco inmaculado suspensorio debajo. Los 
pantalones de Truman se deslizaron por sus muslos y se agruparon alrededor 
de sus tobillos. 
 Un estremecimiento recorrió en silencio a Briar, acelerando su pulso en la 
visión del conjunto de Truman atrapado bajo el algodón ceñido.Briar se 
inclinó hacia delante y se frotó la mejilla sobre la bonita tela, inhalando el 
olor picante del cuerpo de Truman. Pasó la lengua por el material, 
arrastrando el momento y elaborando un sentimiento de anticipación. La 
polla de Truman creció, ampliando al alza hacia la banda elástica, la 
sonrosada cabeza empezaba a asomarse por encima. 
 Truman acarició el costado de la cara de Briar, con los dedos 
deteniéndose en la esquina de la boca de Briar. 
-No seas calientapollas. 
-Tú lo quieres. 
 Briar corrió su lengua a lo largo de la ranura entre el muslo y la ingle de 
Truman. Diminutos pelos cosquilleaban en su lengua. Truman respiró 
profundo. 
-Me puede gustar un poco. 
 Briar dio el otro lado el mismo tratamiento. 
-Oh, yo diría que más que un poco. 
-Tal vez, dijo Truman con una sonrisa. La risa se convirtió en un gemido 
ahogado cuando Briar lamió las bolas de Truman a través de la ingle, 
 
 
 
 
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mojando el algodón. Truman se resistió a sus caderas, empujando la ingle 
cerca de la cara de Briar. 
-Oh, sí. Se siente tan bueno. 
-Mm hmm, murmuró Briar, tirando a un lado el suspensorio para dejar libre 
la polla desnuda de Truman y las bolas. Hundió la cara en los escasos, 
oscuros rizos castaños e inhalo, llenando sus pulmones con el olor de la piel 
de Truman. Utilizando la palma de la lengua, Briar lamió una larga línea des 
el fondo del saco de Truman a la base de su erección. Una vez allí, apretó los 
labios alrededor de la parte inferior del miembro, creando una succión y 
acariciando la fragilidad de la piel con la saliva como moviéndose hacia la 
cabeza. El pulso de Truman tronó contra los labios de Briar cuando él se 
movió hacia arriba. 
 Una de las manos de Truman pasa a través del pelo de Briar, guiándolo. 
-Por favor. 
 ¿Cómo podría resistirse? Envolvió sus dedos alrededor de la base de la 
polla de Truman apunto la hinchada corona hacia su boca. Sosteniendo el 
rígido eje de forma constante, Briar besó la punta. Miró hacia arriba, 
haciendo contacto visual con el hombre, y extendió la lengua, deslizándola a 
través del carnoso miembro. La esencia salada de Truman irrumpió en las 
papilas gustativas de Briar, haciéndole añorar más. Lamiendo arriba y abajo 
la longitud de Truman, Briar humedeció la carne desde la base hasta la 
punta. Prestó especial atención a los sensibles pliegues del casco, 
mojándolas repetidas veces provocando que las caderas de Truman se 
resistieran. Por último, no puede esperar ni un segundo, Briar tomó la 
corona esponjosa entre los labios y lo chupó con la palma de la mano para 
acariciar las bolas pesadas des otro hombre al mismo tiempo. 
 Después de relajar la mandíbula, Briar se esforzaba por tener la mayor 
cantidad de polla como pudo, amó la sensación de la dura carne de Truman 
deslizándose sobre la lengua. Él asintió con la cabeza, teniendo la polla de 
Truman más adentro por pequeños incrementos hasta que comenzó a 
empujar al fondo de la garganta y no pudo avanzar más. 
-Así es, dijo Truman, su voz profunda y ronca. 
-Cómeme la polla. 
 Briar habría respondido, pero él sabía que no debía hablar con la boca 
llena. En lugar de tomar el tiempo para responder, torció la lengua por 
encima y alrededor de la punta, jugando y saboreándola. Apretó los dedos. 
Un gemido ronco, recompensó a sus esfuerzos. 
 
 
 
 
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 En una amplia mancha de saliva, los dedos de Briar acariciaban la polla de 
Truman al ritmo de su boca, que se balanceaba arriba y abajo para cumplir 
con el anillo de sus dedos alrededor de la base. El aroma embriagador de la 
necesidad de Truman creció con cada minuto que pasaba, instando a Briar a 
succionar con más fuerza, para empujar el hombre más grande a renunciar 
su completo control. Briar puede haber sido el que estuviera de rodillas, 
pero él era el hombre al mando. Mientras que tuviera a Truman en su boca, 
Briar era el que tenía todo el poder. 
 Los sensuales gemidos que se extendieron de la boca de Truman causaron 
que Briar terminara de forma dolorosa. El húmedo sonido de su boca 
sorbiendo, deslizándose hacia arriba y abajo la erección de Truman, 
anhelando que lo chuparan duro, Briar deseaba que le prestaran la misma 
atención. En lugar de ceder a su necesidad, Briar se centró en Truman. 
Haciendo uso de su lengua, el bañó los sensibles pliegues por debajo de la 
corona hinchada y luego la lengua le folló la pequeña raja, saboreando de 
lejos el sabor salado del deseo de Truman. 
-Basta. Las apretadas manos de Truman se sostenían en el pelo de Briar, 
mientras rodaba sus caderas hacia atrás y sacó la polla de la boca de Briar 
con un pop húmedo. Atrapó la barbilla de Briar y lo inclinó para arriba, 
inclinándose sobre sus labios, en un beso corto e intenso. 
-Tan bueno como eres en esto, yo no quiero acabar en tu boca. 
 Briar, se mantuvo gimiendo tratando de liberarse y se elevó a sus pies. 
-¿Qué quieres? 
-Voy a coger tu culo, si está en el menú. 
Briar se quejó. Amaba a un hombre que sabía cuando coquetear y cuando a 
ir directo al grano. 
-Está bien, pero no aquí. El lubricante y esas cosas están arriba. 
-Me parece bien. 
Truman metió su polla húmeda en los pantalones. 
-Muéstrame el camino. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Capitulo Tres 
 
 Con Truman detrás de él, Briar subió las escaleras a su apartamento. A 
medio camino, Truman se estrelló contra Briar por detrás y lo tiró contra la 
pared. Briar se volvió, temblando de emoción, los labios ásperos de Truman 
capturaron los suyos una vez más. Una mera insinuación del cremoso y dulce 
coctel que Briar le había servido se quedó en los labios de Truman, envuelto 
en la oculta esencia que era el sabor propio de Truman. Briar se zambulló en 
el beso, buscando un entusiasmo difícil de alcanzar. 
 Ellos rebotaron desde una escalera a otra, rozándose y besándose entre 
sí. Briar no estaba seguro de quien estaba más desesperado por llegar a la 
casa y deshacerse de su ropa, pero él estaba en peligro de hacerse daño a si 
algo no salía de sus pantalones antes. 
 Unas manos fuertes pasaron rozando hasta la espalda, quitándole la camisa 
con ellas. La prenda se detuvo por encima de su cabeza, y luego Briar sintió 
los labios de Truman volver a la suya, acariciando, saqueando su boca con 
una desesperación que aceleró la libido Briar enfebreciéndolo. 
Él le devolvió el favor, despojando a Truman de la camisa la primera vez que 
arrancó su boca lejos de Truman resistiéndose del aire en sus pulmones. 
Desnudo de cintura para arriba, Truman era un espectáculo. Los contornos 
de su musculoso pecho subía y bajaba sin problemas a un ritmo rápido, sus 
pectorales hincharon a la vez. La mirada de Briar se clavó en las 
perforaciones de las barras de plata en los carnosos pezones rosados de 
Truman. Su mano rozó a mitad de camino en el pecho del hombre antes de 
que él se diera cuenta de su propia intención. Truman pasó, con el torso 
cada vez más cerca de los extendidos dedos de Briar. 
 No podía perderse esta oportunidad de oro una vez que se le había 
presentado, Briar ajusto el pezón derecho de Truman, torciendo el pequeño 
piercing. La piel de seda arrugada y apretándose alrededor del piercing. 
 
 
 
 
17 
 Briar miró a Truman, acercando sus miradas de como él se trasladaba al 
otro pequeño pezón y le daba el mismo tratamiento. Las fosas nasales de 
Truman estallaron, como si fuera un toro que advertía su arranque. El otro 
hombre encajó la analogía con una T. 
 Atreviéndose a forzar su suerte, Briar se inclinó hacia delante y tiró conla 
lengua del pezón derecho, la manipulando el pequeño piercing. 
Truman lanzó un gruñido y se presionó contra Briar en la pared. Las Manos 
ásperas de Truman ahuecaron la cara de Briar, una vez más inclinándose 
sobre sus labios y abriéndose paso en el interior. Mientras se besaban, 
Truman encerró la larga y dura longitud de su polla en la superficie plana del 
abdomen de Briar. Él nunca había maldecido su baja estatura más que en 
ese mismo instante. Si hubiera sido un poco más alto, sus herramientas se 
hubieran alineado y podía haber sentido rozándose juntas. 
 
En el momento en que ellos entraron en el pequeño acogedor apartamento 
de Briar, ambos hombres estaban tan duros como el acero y jadeando. Por 
una vez, Briar se alegró de su casa consistiera en una habitación grande. No 
estaba seguro de que pudiera tener que viajar más lejos que a través de la 
puerta e ir derecho a la cama. Sus caras le dolían del número de veces que 
se habían golpeado contra una pared u otra sólo para llegar hasta aquí. Se le 
formarían moratones en todo su torso al día siguiente, pero no pudo reunir 
la voluntad para prestar atención. 
Toda su energía se centró en el hombre que tenía en sus brazos y las cosas 
malas que pensaba hacer y que le hicieran a él. 
 La piel de Truman se sentía húmeda, como la seda caliente por debajo de 
las yemas merodeadoras de los dedos de Briar. La flexibilidad y el juego de 
los músculos de la ancha espalda de Truman hizo anhelar a Briar hasta que 
lo volteó hacia la pared y luego lo lamió de pies a cabeza. Había algo tan 
condenadamente irresistible sobre la inherente fuerza de este nuevo 
hombre no es que el resto de Truman no fuera tan deseable. No estaba 
seguro de si había una sola pulgada del Cuerpo de Truman de que no lo 
encendiera. 
 Truman pateó la puerta cerrada y luchó a través de la habitación de 
Briara, liberándolo sólo una vez que se acercaron a la cama de matrimonio. 
 -Toma asiento mientras yo pierdo estos pantalones. 
 Briar se tambaleó hacia atrás y se dejó caer en el extremo del colchón. 
Todavía rebotando en él, extendió un brazo detrás de él para encender una 
 
 
 
 
18 
lámpara de noche, con una mirada ávida se concentró en los dedos romos de 
Truman que ágilmente desabrochaban sus pantalones. 
 Briar se humedeció los labios, el sabor de Truman persistía en la lengua. 
-Oh, sí. Quítatelo todo, niño grande. Yo quiero ver todo lo que tienes. 
-Y entonces tocare y lameré y... 
 Truman se desabrochó la bragueta. Se sacó los pantalones caqui de sus 
ajustadas caderas, por la gran longitud de sus piernas y los largó fuera. De 
pie en alto y orgulloso a través de la luz suave, con una mano dura en la base 
de su erección le dio un apretón, por lo que el eje se hinchó volviéndose 
más grande. 
-Ves algo que te gusta? 
 Briar tragó el exceso de humedad en su boca. Su mirada recorrió las 
líneas de carnosas del cuerpo de Truman, volviendo el brillo travieso en los 
ojos del hombre. -Diablos si. Traerlo para acá, y te mostraré lo mucho que 
me gusta eso. 
 Truman se acercó a la cama, su sonrisa abriéndose cada vez más grande 
con cada paso. Su erección sobresalía de su cuerpo, moviéndose hacia arriba 
y conforme a su propio peso. Briar miraba, absorto, como una perlada gota 
de semen apareció en la pequeña ranura y se deslizó por el carnoso eje. 
 Las rodillas de Truman toparon entre el colchón y los muslos de Briar. Se 
inclinó hacia delante y le dio un suave empujón a Briar hacia atrás. 
-Aunque me gusta la idea de tus manos sobre mí, es mi turno de jugar, y 
todavía tienes mucha ropa. Tenemos que hacer algo al respecto. 
Tiró de la cintura de Briar, abriendo el cierre con un movimiento de su 
muñeca. 
-De acuerdo. Ahora. 
-Sí, señor. 
 Briar voluntariamente yacía de espaldas y levantó las caderas para ayudar a 
Truman quitarse los pantalones. Cuando finalmente estuvo desnudo, 
Truman se abalanzó sobre él y cubrió a Briar con su boca. 
 El sinuoso deslizamiento de la lengua de Truman hizo que la mente de 
Briar se quedara en blanco. No podía pensar en nada, que no fueran los 
deliciosos labios de Truman, y cuánta razón de peso que el otro hombre 
había sentido encima de su cuerpo. Un beso caliente, con la boca abierta le 
llevó a otro y otro. Sus lenguas enredadas, jugando. 
 Briar luchaba por algo para atraparlo. Una mano se reunió con el grueso 
pelo grueso de la nuca de Truman, mientras que la otra acariciaba la espalda 
y cogiendo el sólido culo. Él apretó las firmes nalgas, el miembro de acero del 
 
 
 
 
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otro se movía bajo sus manos. Briar no pudo evitar preguntarse cómo seria 
de apretado el agujero de Truman sería si sus nalgas estaban así de 
ajustadas. Lo que le hizo volver a preguntárselo que se estaba muriendo por 
preguntar... 
 Briar rasgó su boca de los labios tentadores de Truman. -Tengo que 
preguntarte, eres activo o pasivo? 
 Truman enterró su cara en la curva del cuello de Briar, besándole el 
contorno desde la garganta al oído. 
-Las dos cosas. ¿Y tú? 
 Ah, hombre, que era la respuesta que él quería oír. 
-yo también. 
 Dientes afilados rasgaron el lóbulo de la oreja de Briar. 
-sabes tan bien. Yo No puedo esperar a probar el resto de ti. 
 Briar se retorcía debajo de Truman, su anticipación iba en aumento. 
-¿Qué estás esperando? 
Truman se arrastró de nuevo y se arrodilló a los pies de la cama. 
-¿Tiene condones aquí? 
-Sí. 
Briar rodó sobre su costado, metió la mano en el cajón de la mesilla de 
noche y sacó una tira de preservativos. 
-Aquí tienes. 
 -Gracias. 
 Tomó Truman el condón y lo hizo rodar por encima de su eje, acariciando su 
polla un par de veces más de lo necesario para hacer el trabajo. Cuando 
terminó, miró de reojo a Briar. 
-Ahora ponte sobre tus manos y rodillas. 
 Briar se apresuró a hacer precisamente eso, a pesar de que estaba un 
poco decepcionado. Él había estado esperando para los juegos previos un 
poco más, para saborear la carne de Truman antes de llegar a la gran final. 
Oh, bueno. Tal vez habrá tiempo suficiente para un segundo round antes de 
que Truman se fuera. 
 Truman mano se deslizó entre las piernas de Briar y juntó sus bolas. 
-Se siente como que alguien tiene ganas de venirse. 
-Dios, sí. 
 Él quería acabar de cualquier manera que le dolía. 
-Por favor. 
 Briar bajó la cabeza y miró hacia abajo su cuerpo, viendo como sus 
testículos eran tocados y acariciados. Al ver como sucedía el acto hizo que el 
 
 
 
 
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placer creciera a pasos agigantados. Las manos de Truman eran tan 
condenadamente grandes. Si se sentían tan bien en sus bolas, se sentirían 
cada vez mejor en su polla. 
 Casi antes de que terminara el pensamiento, los dedos de Truman 
estaban en movimiento. Los callosos y gruesos dígitos volvieron a la base del 
poste de Briar y lo comprimió. El aliento húmedo flotó sobre la nalga 
derecha de Briar. 
-Muy bueno, respiró Truman. 
-Gracias. 
 La palabra terminó en un astuto chillido, la húmeda lengua se deslizó a 
través de su aumento. La mano alrededor de su erección desapareció y 
reapareció en el culo. Los dedos de Truman dedos separaron poco a poco las 
nalgas de Briar. Su boca caliente y húmeda lamió de arriba hacia abajo, una 
vez y luego otra vez, antes de que se estableciera la boca alrededor del 
agujero Briar y comenzara a chupar. La sonda de humedad de la lengua de 
Truman se establecía en cada terminación nerviosa llevándolo a una ardiente 
vida plena, haciéndoles cantar. 
-Ah, diablos, sí. Cómeme el culo. 
Briar apretó los ojos cerrándolos, luchando contra la tentación de terminar. 
Apretando y relajando sus músculos, para luegopoco a poco relajarlos por 
la íntima intromisión. 
-Mmm... la boca de Truman vibró en contra del sensible anillo del ano de 
Briar. Truman puso un dedo junto a la lengua, moviendo a través del flexible 
músculo resbaladizo. 
-¿Te gusta? 
-Uh huh... Briar asintió con la cabeza, sin pensar en si Truman se podía ver su 
movimiento con la cabeza. 
-¿Quieres otro dedo? 
-Dos... dos es suficiente. 
-Ya lo tienes, nene. 
 Los dedos en el culo Briar se retiraron. Truman regresó con dos dígitos 
fuertemente estriados y se hundió profundamente con poca fanfarria. 
-Oh, Dios. 
 Los dedos de Truman eran gruesos. 
 Truman les bombeaba dentro y fuera. 
-te sientes bien? 
-Sí, todo bien. 
 Briar miró por encima del hombro. 
 
 
 
 
21 
 -Por favor, Truman. Hazme terminar. 
 El calor de la boca de Truman y las manos desapareció, remplazándose 
por el calor del cuerpo más grande presionando por detrás contra de Briar. 
-Oh, voy a hacer que termines pero no de esta manera. Cuando termine vas 
a estar revoloteando alrededor de mi polla. 
-Ah, sí. Házmelo. 
 El extremo romo de la polla de Truman se topó contra el agujero de Briar 
y se frotó dando vueltas y vueltas en círculos. 
-¿Estás listo para mi? 
-Diablos, sí. Fóllame. 
 Truman incumplido la primera barrera. Briar tomo aire y trató de 
convencer a su cuerpo a entregarse. Su culo se relajó cuando había sido 
lamido, pero no había manera de que algo tan grande como la barra de 
Truman no fuera iba a arder como el infierno. El malestar se desvanecerá. 
Sólo tenía que esperar a que se adormeciera la mente en un momento de 
placer para que todo fuera bien, y mejor que bien si Truman sabía cómo 
trabajar con el monstruo que tenía entre las piernas. 
 Un latido se aceleró, luego dos, sin embargo, Truman no se movió. Briar 
apenas comenzaba a retorcerse, a punto de la demandar a Truman hacer 
algo, cuando el otro hombre cayó hacia adelante, ahondando tan 
profundamente como le fue posible fundiéndose los dos en un solo cuerpo. 
Sus bolas golpearon el fondo de Briar, haciendo cosquillas en la franja 
sensible de la piel entre el culo y el saco. 
 Briar enterró su cara contra la almohada, avergonzado por los gemidos 
impropios de un hombre que se derramaban fuera de él. Había perdido el 
control de sus cuerdas vocales, pero eso no significa que no podía hacer todo 
lo posible para amortiguar el sonido. 
 La mano de Truman acariciaron las nalgas de Briar. 
-¿Estás bien? 
 Briar asintió con la cabeza. 
-Por favor... sacúdemela, azótame, fóllame... sólo haz algo. 
 Los dedos de Truman se clavaron en las nalgas de Briar. Rodeó las 
caderas, contra el molido culo contra de Briar y luego se retiró lentamente, 
creando una fricción contra las paredes interiores de Briar. Este se quejó con 
la salida de la polla de Truman pesar de que el hombre estaba empujando 
dentro de él una vez más. Truman agarró a Briar por la cintura y lo golpeó 
con un empujón brutal tras otro. 
-Maldita sea, Briar, te sientes tan bien... tan caliente y apretado. 
 
 
 
 
22 
-Deja de hablar y cógeme con más fuerza. 
Truman se echó a reír y luego gimió cuando su erección cambió dentro de 
Briar. 
-Sabía que iba a ser bueno entre nosotros. Yo quería montarte desde el 
momento en que te vi que detrás de la barra. Eres tan maldita sexy. 
 -Entonces hazlo, le rogó Briar, presionándose contra cada empuje de 
Truman. . –empuja en mí con tanta fuerza que no puede sentarme mañana. 
Quería sentirse obsesionado por el recuerdo de la gruesa polla de Truman 
dentro de él. Si esto iba a ser una cosa de una sola vez, no quería olvidarse 
nunca. 
 Truman empujó hacia atrás y cayó de profundamente, colocando en Briar 
el duro ritmo implacable que anhelaba. El somier crujió al ritmo de sus 
movimientos, añadiendo percusión al sonido de las palmadas en la carne 
húmeda acompasando su respiración juntos. El Pulso de Briar se hizo eco en 
sus oídos, acelerándose más rápido a medida que su excitación crecía hasta 
alcanzar proporciones asombrosas. 
 
-Dios, Truman, no te detengas. 
Colgando grueso y pesado entre sus muslos, el eje Briar rebotó con cada 
duro y penetrante envite. Él puso su mano en la base apretando para 
bombear desde la base hasta la punta. 
-me voy a correr. 
 La gruesa vara golpeó su próstata hasta dejarla vacía y listo para pedir 
limosna. Antes que las palabras pudieran escapar de su boca, unas manos 
fuertes se cerraron sobre sus caderas y se volcó sobre él. Briar parpadeó 
hacia el hombre que había pasado tanto tiempo soñando, confundido sobre 
por qué había parado. 
-¿Qué es lo que te pasa? 
-No me pasa nada. 
Truman se cernía sobre Briar, mirando hacia él con los ojos oscurecidos de 
deseo. Se inclinó hacia abajo devastando la boca de Briar con una intensidad 
que le quito el aliento y la y la capacidad de pensar. Los dos estaban 
jadeando al mismo tiempo hasta que Truman se alejó de su boca. 
-Tengo que ver la expresión de tu su cara cuando. Quiero ver como disparas 
sobre nosotros. 
-Dios, sí. Hazlo. Hazme llegar. 
En ese punto Briar habría dicho cualquier cosa para conseguir la polla de 
Truman en su interior. Sus bolas le dolían con la necesidad, y nada iba a 
 
 
 
 
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satisfacer nada que no fuera la espesa longitud del otro extendiéndose a lo 
largo. 
 Truman cogió las nalgas de Briar por debajo de cada rodilla y las puso 
sobre sus hombros. Liberando las piernas de Briar cogió su objetivo 
deslizándose dentro de Briar larga y duramente. 
 Briar gritó, tensando sus músculos debido a la invasión profunda y 
soportándolo de mejor manera posible. A través de una respiración lenta 
tras otra, obligó a sus músculos a relajarse. 
-Joder, Truman... 
 Truman dejó caer encima de Briar, sus brazos apoyadas a cada lado de él. 
Sus miradas se encontraron, como el gran hombre comenzó a empujar, 
utilizando cada centímetro largo y duro que poseía para un devastador 
efecto. Briar sintió lleno y reclamado, su cuerpo había tomado casi todos sus 
niveles normales de resistencia. Su cabeza le daba vueltas por la sensación 
de placer que inundaba su cuerpo. 
 Truman se quedó mirando a Briar, con el rostro enrojecido, las venas de 
cuello sobresaliendo. Su musculoso pecho y sus bíceps abultados con la 
tensión. El ritmo de sus embestidas aumentaron el ritmo en sus caderas, con 
un ritmo de sacudidas cortas y rápidas. 
-Ah... joder, diablos... estoy cerca. 
 No queriendo quedarse atrás, Briar agarró su polla y bombeó 
frenéticamente. Su orgasmo estaba allí, flotando a cerca de su alcance. Sólo 
necesitaba un poco de algo más para llegar allí. Apretó los músculos 
alrededor del pinchazo de Truman, disfrutando de la mordida y dolorosa 
fuente de placer que acompañaba al pequeño movimiento. 
Truman cubrió la mayor parte de Briar y se hizo cargo, acariciar el eje fuerte 
y rápido, al ritmo de sus embestidas. -Vamos. Dámelo, bebe. Dispara a todo 
mi cuerpo. 
-Uh huh, jadeó Briar. -Pronto. 
 La sensación de los dedos acariciando era todo lo que Briar necesitaba. 
Golpeó su cabeza contra la almohada y gritó su alegría hasta el techo. Cada 
músculo de su cuerpo apretado vibró con la fuerza de su liberación. El 
semen se expandió a través de sus dedos entrelazados, salpicando el pecho 
de Briar y los abdominales. El ano se contrajo, apretando a su vez con cada 
brote. 
Truman lanzó un gruñido y se balanceó hacia delante, enterrándose a sí 
mismo profundamente dentro de Briar. Su polla se hinchó, y palpitó con 
entusiasmo. 
 
 
 
 
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-Oh, joder. Briar… 
 Briar se envolvió con sus brazosalrededor de Truman y se mantuvo a 
través de los temblores, más contento de lo que podía esperarse. Tan pronto 
como Truman se relajara, él se iría y Briar se quedaría a dormir solo. A pesar 
de que eso era lo que normalmente preferiría Briar que sucediera, se 
sorprendió al descubrir que no quería que esta cita terminara en un orgasmo 
mutuo. 
Aunque le pudiera parecer tonto, él quería más. Aunque apenas conocía al 
otro hombre, ni siquiera le había visto en años, pero si estaba allí era porque 
entre ellos había algo que desafiaba la explicación. 
 Con un gemido, Truman alivió a Briar y se puso de espalda. Él pasó un 
brazo sobre su cara, su pecho subiendo lentamente y cayendo cuando él se 
quedó sin aliento. 
-Dios, ha sido increíble. 
 Briar se cambió de posición, mirando hacia abajo al otro hombre. 
-Ha sido fantástico. ¿Quieres volver a hacerlo en la ducha? 
 Tal vez había tenido suerte y joder con Truman saliera de su sistema. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Capitulo Cuatro 
 
 
 Después de unas intensas mamadas mutuas en la ducha, Briar se quedó a 
solas con sus pensamientos, Truman había salido de la ducha poniéndose 
una pequeña toalla. Al momento Briar salió del cuarto de baño, 
encontrándose a Truman de pie junto a su cómoda. El otro hombre sostenía 
un retrato enmarcado de Briar y su padre tomadas durante la graduación de 
secundaria. Briar se aclaró la garganta para advertir a Truman de a su 
presencia. 
 Con la Foto en la mano, Truman se dio la vuelta y miró a Briar. 
-Tú tienes un aspecto tan diferente ahora. 
 Algo dentro del pecho de Briar se apretó. Le habían estallado 
remordimientos a Truman por haber torturado el y su amigotes al pequeño 
freaky? 
-¿Me reconoces ahora? Me di cuenta quien eras desde el momento que 
entraste por la puerta. 
 Truman dejó la foto. 
-Yo sabía quién eras. Es algo difícil de olvidar un nombre como el tuyo. 
-Oh. Briar se sintió extrañamente decepcionado. No estaba seguro de por 
qué exactamente, a menos que hubiera esperado hacer borrón y cuenta 
nueva con el otro hombre. Aunque la mayoría de la gente podría mirar con 
humor hacia atrás en su adolescencia, o con cariño, Briar no era uno de 
ellos. Su pasado fue una vergüenza ya que le declaraba que Truman estaba 
fuera de su mundo. 
-Yo siempre te admiré, cuando estábamos en la escuela, dijo Truman. 
-¿Qué? 
 Eso fue sin duda lo último que había esperado oír. 
 
 
 
 
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-Parecías tan seguro de sí mismo, sabiendo quien erras y no importándote 
una mierda lo que pensaran los demás acerca de ti. La verdad es que yo te 
envidiaba. 
-Me envidiabas? Briar Resopló, sentado al lado de la cama. 
-Ese es un sentimiento agradable, pero yo no lo creo ni por un minuto. Tu 
fuiste una polla andante en aquel entonces. Yo era el pequeño extraño del 
que todo el mundo hacia blanco de sus bromas. 
 Truman se arrimó a él, posicionándose muslo contra muslo al lado de 
Briar. 
-Elijas creerme o no, es verdad. Pasé la mayor parte de esos años 
aterrorizado por si se enteraban de que era homosexual y provocaba que el 
equipo me vilipendiara. Así que hice el papel de que me interesaban las 
chicas. Diablos, hasta dormí con unos pocas cuando no pude sacarme esta 
mierda de encima. Yo sabía que tenía que conseguir una beca si yo quería ir 
a la universidad y si salía del armario se fueran arruinado mis posibilidades. 
No estoy orgulloso de la forma en que me comporte en aquel entonces, pero 
yo estaba convencido que era lo único que podía hacer si quería hacer algo 
de mi vida. 
-No me digas? 
 El mundo de Briar cayó de fuera de su eje dando un salto mortal. Había 
pasado todo ese año celoso de los chicos populares, y una de las personas 
que él había querido emular la mayoría había tenido envidia de él, a su vez. 
Su mente se vació. Se supone que las personas estaban en lo cierto cuando 
afirmaron que la hierba no era siempre más verde al otro lado. 
-Yo creí que lo tenía jodido. Nunca se me ocurrió fingir ser otra persona en 
ese entonces, aunque terminé pagando por ello a muy largo plazo. Yo he 
dado mi huevo izquierdo por poder encajar, aunque esto casi agradecido por 
las pruebas y tribulaciones. Todos esos años en la escuela, me hicieron 
muchísimo más fuerte. 
-Como he dicho, Truman respondió con una sonrisa tensa. 
-Siempre te he tenido envidia. 
 Briar de forma tímida agachó la cabeza, sintiéndose más vulnerable y 
expuesto que nunca ... el cual en un mismo nivel le hizo no sentir 
consideración a lo que el y Truman habían estado desnudos y en la intimidad 
de dos hombres juntos. 
-Hey, dijo Truman, capturando la barbilla de Briar con las puntas de sus 
dedos. Él persuadió a Briar suavemente para que levantara la cara y luego lo 
miró a través de sus ojos. 
 
 
 
 
27 
-Lo siento si te he avergonzado, pero yo pensé que deberías saberlo. Si 
hubiera alguna En la remota posibilidad de que pudiera pasar algo real entre 
nosotros, no quiero empezar con mentiras, incluso una tan pequeña como 
que entré al bar. No me detuve a tomar una copa. He venido por ti. 
 La respiración de Briar se quedó atrapada con la mención de comenzar 
una relación con Truman. No sabía si podía confiar en sí mismo de si tomar 
las palabras que había dicho el otro hombre. No me han avergonzado. Nunca 
me han elogiado de esa manera. 
 Truman puso un brazo sobre el pecho Briar y lo derribó sobre la cama. 
Mientras se cernía sobre Briar, Truman se inclinó y le besó la punta de la 
nariz. 
-Entonces creo que ahora sería un mal momento para decirte lo mucho que 
me encanta tu culo? 
 Briar puso los ojos, a pesar de que se estaba riendo. 
-Nunca es un mal momento para decirme lo guapo que tengo el culo. 
-Es bueno saberlo, dijo Truman, con una sonrisa. La sonrisa de su rostro 
cuando se estableció en contra de Briar, enredando sus piernas mientras él 
se levantó con una mano apoyada por debajo de su la cabeza. 
-Con toda seriedad, me gustaría volver a verte. 
-No sé. Quiero decir, ¿cuánto tiempo te vas a quedar en la ciudad? 
Briar se inquietó mientras esperaba a Truman que respondiera, incluso si el 
otro hombre de verdad quería volver a verlo, sería sin duda, una aventura a 
corto plazo. Truman tendría que volver a su casa con el tiempo... siempre 
hay una. Briar no estaba seguro de que querer arriesgarse a enamorarse del 
hombre más de lo que ya estaba cuando él sabía muy bien Truman se iría 
más pronto que tarde. 
-Voy a estar aquí por tiempo indefinido. 
 Briar estaba tan absorto en sus pensamientos que casi se pierde la 
respuesta de Truman. Él parpadeó al otro hombre, su corazón pulsaba a las 
implicaciones de tener a Truman alrededor de el por un previsible futuro. 
-¿Eso significa que te estás moviendo de nuevo? 
-Sí. Acabo de aceptar un puesto de profesor de educación física en la escuela 
secundaria. 
-¿Quieres decir que el viejo Crowley se va a retirar? Briar se sorprendió de no 
tener pesadillas sobre el mal humor del hombre mayor que había ordenado 
a sus alumnos como si fuera un sargento. 
-Yo estaba tan sorprendido como tu. No parece posible que alguien tan 
férreo nunca se retiraría. 
 
 
 
 
28 
-Oh, hombre. Lo sé. 
Briar se rio hasta que recordó lo que estaban discutiendo. El se puso serio. 
-Escucha, Truman... me gustas, pero no estoy seguro sí sería una buena idea. 
-Sería muy fácil de cuidar de Truman. 
Quería Briar correr el riesgo? El hombre bien podría pasar a pastos más 
verdes con el tiempo. Hombres como él solían hacerlo. Si se colgara de 
Truman y dejara que estosucediera, no tendría nadie a quien culpar de su 
corazón roto, mas que a si mismo. 
-¿Puedo preguntarte por qué cree que no sería una buena idea? 
 Truman frunció el ceño. 
-¿Estás saliendo con alguien más? 
 Briar resopló. 
-No estaría aquí si que estuviera viendo a alguien más. 
-Eso es un alivio, pero todavía no explica por qué no crees que debemos 
vernos más el uno al otro. 
-Solo que...me he vuelto un bastardo inseguro que no quiere que su corazón 
lo pisoteen cuando encuentres a alguien más joven, mejor mas de tu estilo. 
-No creo que puedas saberlo si no lo intentamos. Dudo que tengamos nada 
en común, y Realmente no voy a engrosar en la gran lista de tus amantes. 
-Perdona? ¿Quién dice que es eso lo que quiero? 
 Briar se inquietó, incapaz de cumplir con la mirada penetrante de Truman. 
-No es así? Es posible que hayas vivido en este pueblo hace tiempo, pero 
para todos los efectos vas a ser carne fresca para todas las reinonas de por 
aquí. Estoy seguro de que querrás explorar otras opciones y ver qué hay ahí 
fuera. 
-Briar, yo..., Truman hizo una pausa y respiró hondo. Mira, tú eres la primera 
persona que quería ver cuando volví a la ciudad. Joder!, ni siquiera he sido a 
visitar a mis padres todavía . 
-¿Qué? ¿Por qué?, Eso no tiene ningún sentido. Truman no sabía nada de él 
desde el accidente doméstico de Adam. ¿Por qué Truman tenía tanta prisa 
por visitar a alguien que nunca había dicho más que unas cuantas palabras a 
él? Mierda, por todo lo que había conocido de Trumando, Briar podría haber 
sido tan grande como un barril y recto como una flecha. Muy bien, no podría 
ser hétero pero eso estaba fuera de lugar. 
 El silencio creció entre ellos aumentando de espesor, llenando el aire con 
tensión. Así como Briar estaba convencido que Truman no iba a responder, 
comenzó a hablar. 
-¿Es tan difícil de creer que estoy interesado en algo más que de tu culo? 
 
 
 
 
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-No, pero..., No es fácil para mí confiar en eso. El podría considerarse a sí 
mismo un buen partido para la mayoría de la gente. Por desgracia, Truman 
Lee no era un niñato. Él era el hombre de sus fantasías adolescentes. 
-Vamos, Briar. Creo que he demostrado el grado de compatibilidad que 
tenemos en la cama. Dame una oportunidad para demostrar lo bien que 
vamos a estar juntos en todos los demás. Me has obsesionado desde la 
escuela, lo menos que podrías hacer es darme una oportunidad. 
-Lo quiero, Truman. Realmente lo creo. Pero yo tengo una suerte de mierda. 
Siempre elijo a los chicos que están atados y se determinados a joderme. 
¿Cómo puedo saber que vas a ser diferente? 
-Yo no creo que se puede saber nada con certeza, pero puedo decirte que no 
tengo ninguna intención de hacerte daño. Por lo que sabes, podrías ser tu el 
que rompa mi corazón. Escucha, yo no estoy pidiéndote que te cases 
conmigo. Todo lo que quiero es una oportunidad para llegar a conocerte 
mejor. ¿Qué tienes que perder por salir conmigo? 
 El orgullo de Briar no le permitía admitir el pensamiento de que Truman 
estuviera fuera de su campo de tiro. 
-¿Alguna vez alguien te dijo que eres un listillo real? 
-Tal vez. 
Truman sonrió, dejando al descubierto los hoyuelos que Briar los encontró 
tan adorables. 
-Es uno de los muchos encantos que podrías descubrir si estás de acuerdo en 
una fecha y me da una gran recepción para mostrarte el gran tipo que soy. 
 Briar se quejó. ¿Cómo voy a decir no cuando eres tan jodidamente lindo? 
 Truman acarició el costado de la cara de Briar. 
-No lo eres. ¿Me he perdido algo? ,Huh? 
-Tu no suponías que te fuera a decir que no. Se supone que tengo que ceder 
y decir que sí, que te gustaría salir conmigo y, posiblemente, tener más 
relaciones sexuales. Un montón más. 
 La cara de Briar se sentía como que estaba en llamas. 
-Mierda. ¿De verdad lo dices en voz alta? 
-De acuerdo. Yo ya sabía lo atractivo que era. De hecho, yo estaba 
intentando llevarte al lado oscuro. Vamos, Briar, sal conmigo. Te comprare 
galletas. 
 Briar se rio tanto que se atragantó con su propia saliva. 
 -Eres un idiota. 
 -Pero te he hecho reír. Ya tienes algo que contar. 
 
 
 
 
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 Briar rodó sobre su costado y se enfrentó a Truman. La acidez se revolvió 
en su estómago, advirtiéndole que estaba a punto de tomar una 
monumental oportunidad monumental de algo que podría golpearle en la 
cara. Él lo ignoró y siguió adelante. A veces un hombre tenía que arriesgarlo 
todo para conseguir lo que quería. Tenía la sensación de que ese momento 
era ahora. 
-No estoy seguro si es lo más sensato que quiero hacer, pero quiero volver a 
verte, también. Me gustaría llegar a conocerte mejor y ver si podíamos tener 
algo especial. 
-Yo también, cariño. No puedo pensar en nada que me guste más. 
-Bueno, dijo Briar, tirando de Truman cerca. 
-Ahora que hemos resuelto este problema, ¿por qué no te callas y me das un 
beso?. 
-Yo puedo hacer eso, susurró Truman contra los labios de Briar. Con su 
cuerpo presionado al ras, juntos, piel contra piel, los labios se unieron en ese 
acuerdo. Briar se abrió a Truman y se encontró con la afilada y blanca lengua 
del otro hombre con la suya. Una respiración compartida nunca se había 
sentido más dulce. 
 Briar deslizó sus brazos alrededor de Truman y mantuvo su estrecho 
amante. Inclinó la cabeza hacia atrás, engatusando Truman a darle un beso 
más profundo. No había manera de que él se resistiera a eso. Ni siquiera 
estaba seguro de porque creía que podía juzgarlo. La química entre ellos era 
demasiado fuerte, la pasión demasiado atractiva. 
 No importa lo que el futuro les deparara, Briar planeaba lanzar a la piscina 
vacía y vivir cada día al máximo. Negarse a sí mismo la oportunidad de 
explorar una relación con Truman sería convertirse en masoquista. No podía 
darse la posibilidad de desaparecer, no cuando la oportunidad de amar a 
Truman fuera mucho más dulce. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Epilogo. 
 
 
 
Seis meses más tarde 
 
 -Lucy, estoy en casa. Tienes algunas explicaciones que darme?. 
 Briar cerró la puerta detrás de él, riéndose de la cursilada que acababa de 
hacer. Bromas aparte, Truman tenía una buena razón para explicar por qué 
el colchón de muelles y el somier estaban tirados en la acera en frente de su 
nueva casa. 
 -Estoy aquí, le gritó Truman de lo que sonaba como la cocina. 
 Briar caminó por la sala que habían decorado con tonos bronceados y 
azul, y entró en la cocina que se dividía entre las dos salas. La casa que había 
comprado juntos, no era enorme, una cocina, sala de estar y un office en la 
planta principal, dos dormitorios y un amplio cuarto de baño en el segundo 
piso, pero era más que suficiente grande para ellos. 
 Truman estaba en la cocina, de espaldas a Briar. Revolviendo algo que 
apestaba como un calcetín viejo sudado. Briar arrugó la nariz y cruzó la 
habitación para tener una mejor visión. 
-¿Qué estás cocinando? Huele horrible. 
-Es maíz y la carne de la sopa de repollo. 
 Truman cojió una cuchara del tarro en forma de pez ofreciéndosela a Briar 
con una sonrisa. 
-Está muy bueno. 
 Briar tendría que aceptar la palabra de Truman para ello. No había comido 
algo así con un olor tan horrendo. 
-Quiero que me digas por qué está mi cama en el patio delantero? 
-Esa cosa vieja? 
 Truman se encogió de hombros sin complejos. 
-Yo lo tiré. 
 
 
 
 
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-Obviamente. 
 Briar suspiró. 
-Creo que hablamos de eso. Nosotros íbamos a usar mi cama en la 
habitación extra, ¿recuerdas? 
 Una sonrisa lenta y perversase propagó en el rostro de Truman. 
-Yo tenía una idea diferente de lo que podría hacer con ese lugar. Hablando 
de ello, tengo una sorpresa para ti. 
 Genial. La última vez que Truman tuvo una sorpresa para mí, terminé 
endeudado al comprar esta casa. 
-Está bien. Muéstrame tu sorpresa, pero es mejor que sea buena. Si no, me 
voy a llevar mi cama a dentro. 
-No te preocupes, te va a gustar. 
Truman agarró con los dedos a través de Briar y tiró detrás de él. 
 Briar siguió arriba a Truman, resignándose a mantener una mente abierta. 
Había planeado convertir el espacio extra en una habitación hermosa para 
las visitas, pero desde luego no tenía que hacerlo. No era como si alguien se 
fuera alojar de todos modos. Truman abrió la puerta de la habitación extra y 
dio un paso atrás, permitiéndole a Briar entrar delante de él. Se situó en el 
umbral y vio que caminar a Briar por la puerta. Briar notó por primera vez los 
espejos que cubrían dos paredes desde le suelo al techo. Luego volvió su 
atención a los equipos de ejercicios que llenaban la habitación. Truman había 
arreglado su antiguo modelo Bowflex en la habitación. Briar se sentó en la 
cinta que estaba a su lado, mirando como Truman la había limpiado e 
instalado un cinturón nuevo. Un nuevo conjunto de pesas libres y una prensa 
de banco envueltas en cintas rojas, como si fueran regalos. 
 Impresionado con el gesto, la mente de Briar daba vueltas con 
pensamientos contrarios mirando a su alrededor. Si bien es cierto que se 
vino abajo viendo Truman comenzar a sudar, eso no era como si él no 
pudiera hacer eso en el gimnasio. Habían corrido a casa después de una 
sesión de ejercicios para que Briar pudiera lamer cada centímetro caliente 
del tonificado cuerpo de Truman. Por otro lado, tener un lugar donde ambos 
pudieran trabajar y comenzar a sudar en la intimidad de su propio hogar sin 
duda tendría sus ventajas. 
-Bueno, ¿qué te parece?, Preguntó Truman, muy orgulloso de su logro. 
Diablos, estaba prácticamente saltando sobre las puntas de sus pies, estaba 
tan ansioso por conocer la opinión de Briar. 
 Briar dejar de lado sus planes originales de la sala con tanta facilidad 
como lo hacían los universitarios en la pulida barra por una jarra de los 
 
 
 
 
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Kinky orgasmos que él servía. Con una sonrisa sincera, se volvió hacia su 
amante y envolvió sus brazos alrededor de su cintura. 
-Creo que un gimnasio en la casa es una idea fabulosa. No puedo esperar a 
usarlo. 
 Truman dio un paso detrás de Briar y envolvió con sus grandes, y 
musculosos brazos rodeándolo. 
-Me alegro. Tengo que admitirlo, estaba un poco preocupado por si seguías 
prefiriendo tener el cuarto de huéspedes del que hablamos. 
-No. 
Briar se volvió a Truman y le acarició el cuello, inhalando el olor a sudor y a 
hombre. 
-Bueno, yo quería la habitación de huéspedes, pero vamos a usar mucho más 
esta habitación de esta manera. 
-No tienes idea de lo feliz que estoy de oírte decir eso. 
 Una sonrisa brillante se difuminó a través del hermoso rostro de Truman, 
reforzando la decisión de dejar que Briar las no se ocupara de las pequeñas 
cosas. 
-Ah, sí? ¿Quieres más detalles sobre eso?. 
-¿Qué tal si te muestro el lugar? 
 Truman agarró la mano de Briar y la bajó a su entrepierna. 
 Briar hizo bocina con las manos alrededor de las bolas de Truman y 
presionó la palma de su mano contra la raíz de la polla dura de Truman. 
-Sí. Alguien sin duda se siente feliz. 
-¿No has dicho algo acerca de hacer uso de esta habitación? 
Truman sonrió y tiró de Briar apretándose contra él. 
-Yo creo que sí..., Briar bromeó, recorriendo con sus dedos por la larga y dura 
longitud. 
 Truman acunó el culo de Briar en las palmas de sus manos y se inclinó 
sobre los labios de Briar. Como la lengua de su amante de empujaba en su 
boca, Briar no podría haber estado más satisfecho en su vida. ¿Quién era él 
para quejarse si Truman quería una salida para desahogarse en su casa, en 
lugar de en un gimnasio lleno de gente, caro? En última instancia, era el que 
iba a cosechar los beneficios de todos modos. Un amante feliz y saludable 
era una cosa maravillosa. 
 Ellos no todavía no habían visto juntos esas cosas durante los últimos seis 
meses de su noviazgo... y habían aprendido a comprometerse y escucharse 
el uno al otro. Pero a través de todos los ajustes que habían hecho en su 
relación, una cosa se había mantenido sin cambios. Al final del día, lo que 
 
 
 
 
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querían era volver a casa y estar juntos. La química que compartían sólo se 
intensificaba a medida que crecía su amor, eclipsando cualquier cosa que 
Briar hubiera soñado. 
 
Mientras que estuviera Truman en su vida, el resto es trivial. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Sobre el autor 
 
Amanda Young 
 
Amanda Young es una autora de romance erótico. Desde que empezó a 
escribir ella lo hace a su antojo, todas sus novelas se dividen en varios 
subgéneros. Nunca se sabe lo que su aventurera y alegre musa le hará 
escribir. 
 Básicamente, escribe historias sobre la gente que ama de forma 
indiscriminada y con todo el corazón. Sus personajes no son nunca perfectos, 
sino que son defectuosos y con problemas muchas veces. Lo que hace que sea 
mucho más satisfactorio cuando reciben el final feliz que todos nos 
merecemos. No importa qué género de libros sean ya que puede garantizar 
que van a terminar con un felices para siempre. A su juicio, es no sólo un 
romance sin uno. 
 
Para más información sobre Amanda y su escritura, por favor 
 
Visite su sitio web: www.AmandaYoung.org 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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STAFF 
“El Mundo de la Luna Roja” 
 
 
Coordinación de Proyecto: 
 Luna_29 
 
Traducción: 
 Sisifo 
 
Corrección: 
 Sisifo 
 
Diseño: 
 Lorena

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