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2 A mi amado esposo. Siempre serás mi alma gemela y mejor amigo. Gracias por creer en mí. Tú eres mi sueño hecho realidad! Un gran agradecimiento a mi familia de Silver Publishing y a mi editor, Venus y a todos los demás que me han ayudado con este libro. Gracias por todo el apoyo y el aliento que me han dado. Estoy muy orgullosa de ser parte de esta increíble compañía y estar relacionada con todas las maravillosas personas que la dirigen. Y para todos los que creen en el amor verdadero... ¡esto es para vosotros! 3 Ó Eros aterrizó delicadamente sobre sus pequeños pies delante de la puerta de su madre. La casa de Afrodita era sin lugar a duda sofisticación y glamour. Al igual que su madre. Levantó su arco y sus flechas de oro sobre su hombro, alargando la mano, levantó la pesada aldaba negra y golpeó con ella dos veces. Después de unos momentos, la gran puerta blanca se abrió y fue recibido por Henry, el mayordomo de su madre. El anciano lo miró a través de sus lacrimosos ojos azules y una feliz sonrisa se formó en su curtido y arrugado rostro. —Joven Eros, encantado de verle, señor. Eros luchó contra el resoplido que amenazaba con escapar al ser llamado joven. El era siglos más viejo que Henry, pero ya que nunca envejecía, él siempre se consideraba un hombre joven para su amigo. —Gracias, Henry. ¿Está mi madre aquí? —Le preguntó mientras seguía a Henry hacia el gran vestíbulo de la enorme y opulenta mansión. —Por supuesto, joven Eros. ¿Quiere que le muestre la sala de estar? Voy a ir a decirle a la señora que ha llegado. Eros negó con la cabeza. —Está bien, Henry. Voy a quedarme en la sala de estar, así que puedes continuar y decirle que voy a estar esperándola allí. Henry le sonrió justo antes de que se inclinara. —Muy bien, señor, —dijo justo antes de que comenzara a caminar lentamente hasta la gran escalera curvada que conducía a las habitaciones de su madre. Vio al anciano subirlos firmemente y suspiró para sus adentros. Maldita sea, Henry se está haciendo viejo. Entró en la sala y miró a su alrededor. Con sus suelos de mármol y opulentos muebles, era un lugar digno de un rey... o por lo menos, una diosa. Miró a la elegante decoración, al costoso mobiliario y de delicado aspecto y luego se sentó con cuidado en la silla de terciopelo rojo. A pesar de su ligero peso, la silla de terciopelo casi parecía demasiado frágil para sostenerlo. Puso su ballesta y flechas en el suelo junto a él y se preparó para el torbellino que él llamaba su madre. Mientras los minutos se prolongaban, se puso nervioso y su pierna empezó a dar pequeños botes de manera 4 ansiosa. Respiró hondo varias veces para calmarse y miró a su alrededor sobre las elegantes pinturas al óleos que decoraban las desnudas paredes blancas. Todas eran maravillosas, pero también eran muy impersonales. No había fotos o recuerdos de alguno de sus miembros de la familia o de él mismo. Siempre le sorprendió lo distante que su madre podía ser cuando quería. —¡Cariño! ¡Estas Ahí! Ha pasado tiempo desde la última vez que visitaste a tu madre. Ven aquí y dame un abrazo, Ángel, — la melódica voz de su madre se ajustaba a su ser. Ambas eran encantadoramente bellas y difíciles de ignorar. Él miró a Afrodita y se inclinó cortésmente a sus pies. Ella se deslizó con gracia hacia él con una impresionante sonrisa en su hermoso rostro. Su largo cabello rubio colgaba hasta su delicado y pálido cuello, mientras que algunos ingeniosos mechones caían por su espalda y hombros en largos y exuberantes rizos. El reluciente blanco e inmaculado vestido que llevaba acentuaba su pequeña pero perfectamente formado cuerpo. Sus ojos azul-verdosos brillaban mientras le miraban y una hermosa sonrisa se formó en sus rosados y carnosos labios. A pesar de que sintió que su corazón dejaba de latir con su presencia, Eros no supo si era debido a su felicidad o malicia. Ella podría ser una tonta entrometida, pero él aún la amaba y no podía dejar de ser feliz al verla... incluso si lo hizo atemorizaba mandándole al territorio de Hades1. —Madre, —dijo Eros mientras daba cautelosamente un paso hacia ella. Su madre avanzó los últimos pasos hacia él y prácticamente saltó a sus brazos. Ella lo abrazó con fuerza entre sus brazos y lo apretó cerca de ella. Tal vez ella se alegraba de verlo después de todo. Ella olía a galletas de chocolate y a amanecer. Sus olores favoritos. Pero, de nuevo ella lo sabía. Era una buena maestra en la manipulación y la seducción; haciendo pequeñas cosas, Afrodita hacía todo lo posible por ganarse el cariño de los que la rodeaban. —Ahh... la culpa es tuya, querido, por estar lejos tanto tiempo. Tu amorosa madre ha estado muy preocupada por su hijo favorito. Eros luchó contra un segundo bufido que deseaba expulsar en ese mismo instante. Su madre amaba a todos y era muy querida por todos. Los dos sabían que no tenía un hijo o amante favorito, pero él asintió cortésmente y suavemente se apartó de su embriagador abrazo. Dio un paso atrás y le hizo una seña para que se sentara de nuevo en la frágil silla. Él se echó hacia atrás suavemente sobre ella y se sentó con gracia a su lado. — ¿Cómo estás, mamá? ¿Cómo está Adonis? —preguntó Eros cortésmente. Su madre era famosa por tener muchos amantes. Tantos, que de hecho, él no estaba seguro de quién era realmente su padre. Ella puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. —Nosotros llevamos tiempo separados. He oído que está ahora con una mujer mortal. Ares2 ha vuelto conmigo. Él 1 N de T: Dios griego del Inframundo. 5 entiende mejor mis necesidades, y su apasionada naturaleza siempre me ha dado el mayor placer, —dijo mientras sonreía cariñosamente a su hijo. ¿Por qué no me sorprende? Su madre levantó una ceja arqueándola elegantemente hacia él, como si hubiera leído su mente. Él rápidamente desechó esos pensamientos mientras sonreía dulcemente a ella. —Esa mirada inocente no va a funcionar conmigo, querido. Ahora dime qué te ha hecho venir a verme después de tantos meses de ausencia, —dijo ella mientras apoyándose delicadamente en la incómoda silla con una sonrisa pícara en su impecable cara. Suspiró y apartó la mirada. Él había dejado preparado lo que quería decirle antes de venir aquí, pero ahora que estaba en su presencia, le resultó difícil llegar a cualquier palabra coherente. Se sentaron unos instantes en silencio antes de que se las arreglara para ordenar sus rebeldes pensamientos y hablar. —Madre, soy muy feliz. Necesito un descanso de mis obligaciones. Estoy cansado de tirar a la gente con mis flechas y hacer que algunas de las personas más indeseables encuentren el verdadero amor. ¿Por qué tengo que ayudar a esa gente de todos modos? ¿No pueden algunas personas enamorarse por su cuenta? Realmente estaba desencantado con su trabajo. Desde que había fracasado haciéndole ese desastroso favor a su madre, Eros nunca había sido el mismo. Después de todo, él había sido víctima de su propia flecha envenenada y tuvo que vivir con su desconfiada ex mujer, Psique 3 . Irónicamente, nunca se había sentido atraído por mujeres antes del accidentado flechazo, y para ser justos, la amaba, pero él sabía en su corazón que no estaban destinados a estar juntos, nunca. Además, siempre había preferido la compañía de los hombres, pero una vez que había sido tocado por la flecha venenosa y puesto bajo su hechizo, le había costado siglos que los efectos del conjuro desaparecieran. Ahora, Psique estaba involucrada con un tipo en Cleveland... así ¿qué quién sabía realmente qué futuro depararía al resto? Su madre suspiró. —Por supuesto que hay muchas personas que se enamoran por su cuenta, querido, pero tú sabes que algunas personas necesitan un impulso extra para encontrar el amor y la felicidad con su pareja. ¿Vamos a volver a pasar de nuevo por esto? Cariño, has sido creado para actuar de esta manera. Nunca he entendido por qué te pones tan rebelde sobre tus funciones. Miró a su madre por unos momentos antes de que echara la cabeza hacia atrás y riera. Su risa sonaba frágil incluso a sus propios oídos. —Dame un descanso, madre. Ya sabes exactamente por qué tengo problemas con lo que hago. Tú, mejor que nadie, sabes que las cosas pueden salir mal y ser contraproducente de cómo debería ser. 2 N de T: Dios griego de la guerra. 3 N de T: Divinidad griega, esposa de Eros. (Ver en la Wikipedia su historia.) 6 Afrodita entrecerró los ojos ante las palabras de Eros. Psique sería siempre un tema delicado entre ellos. Su madre pudo haber reparado las rencillas con su ex esposa, pero no había duda que no había amor entre ellos. —No entres en eso, querido. La amargura no te sienta bien, y francamente, estoy cansada del pequeño episodio que te traes cada cien años más o menos. Te haría bien a dejar eso atrás y seguir adelante con tu vida. —Afrodita respondió en voz baja con una mirada mortal en su hermoso rostro. Eros sabía que estaba muy furiosa desde que sucedió ese suceso y estaba tratando desesperadamente de controlar su temperamento fogoso. Eros apartó la mirada de su madre y bajó la cabeza tristemente. Después de unos minutos, oyó a su madre dar un largo suspiro y se acercó más a él. Ella envolvió su brazo alrededor de él y apoyó la cabeza en su hombro. —Sabes que no puedo negártelo, querido. A pesar de lo que creas, tú eres mi hijo favorito. Pero, sabes que no puedes renunciar a tus derechos por mucho tiempo. El mundo necesita amor, y tu magia y tú sois esenciales para hacer que los sueños de algunas personas se hagan realidad. Eros parpadeó para alejar las lágrimas que brotaron de sus ojos y asintió. Ella alargó la mano y agarró ligeramente la parte inferior de su barbilla y levantó su cabeza para mirarla. —Dime la verdadera razón de por qué esto es importante para ti. Al mirar en sus perfectas facciones, notó un atisbo de verdadera preocupación destellando en sus ojos verde-azulados. Cerró los ojos para escapar de su conocedora mirada y respiró hondo. —Nunca nadie me ha amado realmente por lo que soy. Sólo he experimentado el amor falso, y por una vez, me gustaría que un hombre me mirara, me deseara, y me amara por ser yo. —Abrió los ojos y miró al rostro sereno de su madre. —Me estás diciendo que quieres a un hombre que se enamore realmente de ti y crees que has sido engañado en tu búsqueda de míster perfecto,—ella suspiró— . Está bien, querido, tienes un mes para encontrar tu verdadero amor y de vivir tu vida como mejor te parezca. El trece de febrero, volverás aquí, ya sea con tu alma gemela, o solo. Quiero ver a ese hombre que probablemente nunca será digno de mi hermoso hijo. Si le amas, te voy a dar mi bendición y un regalo para los dos. De cualquier manera, regresarás a tus funciones al día siguiente, y ya no te torturas a ti mismo sobre ningún suceso pasado o cualquier otro pensamiento ridículo que quieras imaginar. ¿Un mes? ¿Se había vuelto loca? ¿Cómo demonios iba a encontrar el verdadero amor en un espacio tan corto de tiempo? Su madre entrecerró los ojos, una vez más, confirmando sus sospechas de que ella realmente podía leer su mente. Se aclaró la garganta y asintió. —¿Tenemos un trato? 7 —Sí. —Bien. Ahora, dame tu ballesta y las flechas. Voy a buscar a tu hermano, Deimos4 para que ocupe tu puesto mientras estas ausente, —dijo. Alargó la mano y le entregó sus herramientas a ella. —¿Deimos? ¿En serio? —Eros pensó que su hermano menor, Anteros5, era más adecuado para su trabajo desde que Deimos fuera conocido por atemorizar los sentimientos. Deimos estaba muy lejos de la escala de Richter del amor como pretendía aparentar. Tal vez debería replanteárselo después de todo. Afrodita se echó a reír y le dio una palmada en el brazo. —De hecho, querido, Deimos es un hombre incomprendido. Probablemente estará encantado de responder a sus obligaciones y pensar en otras cosas por un tiempo. Eros en serio lo dudaba, pero se encontró asintiendo con la cabeza de todos modos. Mientras miraba a la cara sonriente de su madre, empezó a preguntarse si no estaba esperando de alguna manera esto, en primer lugar, y si las cosas iban a ir exactamente como ella había planeado desde el principio. No sabía si sentir pena por Deimos o por sí mismo. De cualquier manera, todos eran peones en su juego para controlarlos. Como mínimo sería libre y espero encontraría el verdadero amor... incluso si sólo tenía un mes para hacerlo. 4 N de T: Divinidad griega, personificaba el terror. 5 N de T: Divinidad griega, personificaba el amor no correspondido. 8 Í Keith Seeley miró tristemente a su alrededor en la discoteca. Se sentó en un rincón oscuro de la barra y vio bailar a sus cuatro amigos sobre la pista de baile. Aunque parecía estar pasando un rato agradable, Keith deseaba poder estar ahora en otro sitio en lugar de estar sentado frente a una gran mesa en la discoteca. Solo. Empezó con una desastrosa mañana y según avanzaba el día, continuó empeorando. En primer lugar, se quedó dormido y llegó tarde al trabajo. Luego, su ordenador se averió, causando que perdiera una gran cantidad de datos importantes, mientras su jefe estuvo todo el día incordiándole y quejándose sobre la incompetencia de Keith al resto de sus empleados. Se sintió aliviado cuando llegó las cinco de la tarde y pudo volver a casa. Había estado dando las gracias a su buena estrella de que no fuera hora de largarse, sino que también era viernes para cuando salió a la calle, encontrarse no con una, sino con dos ruedas pinchadas. Por lo menos, Keith tenía un compresor de aire portátil en la parte trasera de su coche, por lo que había sido capaz de poner suficiente aire en los neumáticos para poder llevarlo al taller de reparaciones y que se las repararan. Para colmo, hoy era su cuadragésimo cumpleaños y aunque trató de olvidarlo, sus amigos inesperadamente llegaron a su casa y lo sacaron a la fuerza llevándolo a un buen restaurante, y luego lo obligaron a ir al único bar gay en Fort Smith. Ahora, estaba sentado en el bar rodeado de hombres jóvenes y sensuales. Los cuales no tenían ninguna intención de prestar atención o coquetear con un viejo pedorro sentado en un oscuro rincón. Sintió que sus gafas se deslizaban un poco por la nariz, y las empujó de nuevo sobre su cara antes de tomar un trago de su ya tibia cerveza. No es que él pudiera culparlos. ¿Qué podrían hacer cualquiera de esos guapos y jóvenes hombres con un hombre mayor como él? Después de todo, se solía mirar en el espejo todos los días y sabía ya no parecía un hombre joven. Tenía unas pocas arrugas en las esquinas de sus ojos color avellana que incluso él no podía ignorar. Mantenía su cabello castaño oscuro muy corto en la parte posterior y a los lados, dejando la parte superior más larga. Uno de sus compañeros de trabajo una vez dijo que tenía el mismo peinado que solía tener Hugh Grant hace años, por lo que se preguntaba si ellos pensaban que tenía un aspecto 'anticuado', pero prefirió ignorarlo. Pero, por mucho que apreciara tener un pelo denso, estaba empezando ver unas cuantas canas que le recordaba cada día que ya no era un hombre joven. Keith suspiró y se inclinó más profundamente en el respaldo de su silla. Se paró a pensar seriamente en llamar a un taxi para que lo llevara a casa cuando lo vio de pie 9 en la barra, rodeado de muchos hombres admirándole. Él era el hombre más hermoso que Keith había visto nunca. No era un hombre alto, eso era seguro. Todos los hombres alrededor de él eran varios centímetros más altos que el chico, pero había algo en su delgado cuerpo y la forma en que se comportaba que llamaba la atención de las personas hacia él a pesar de ser más bajo que ellos. Tenía el pelo rubio y largo que caía en brillantes y exuberantes rizos sobre sus hombros y su espalda. Llevaba una aparente camisa de seda azul hielo que acentuaba su cremosa y pálida tez y su pelo rubio. Los ajustados vaqueros se adaptaban a su forma ligeramente curvada y su atrayente trasero. Era un culo al que muchos hombres les encantarían rendirle homenaje. Desde la distancia, Keith no sabía si tenía los ojos azules o verdes, pero él sabía que eran preciosos por las adorables expresiones que sus posibles pretendientes tenían en sus rostros cuando él les parpadeaba con coquetería. Sus labios eran brillantes, y Keith tenía la sospecha de que llevaba un poco de brillo para sobresaltar su enfurruñada expresión y su deslumbrante sonrisa cuando él obsequió a uno de los miembros de su cautivado público una. Keith sintió un arrebato de celos cuando vio a un hombre muy atractivo poner su mano posesivamente sobre el hombro del seductor chico para tocar su cabello, y luego juguetonamente tirar de un largo mechón. ¿Qué diablos? ¿Quién demonios se creía que era para tocar a esa hermosa criatura sin su permiso? Evidentemente, el joven pensaba lo mismo mientras miraba de la mano del hombre puesta en su hombro hasta la cara del hombre antes de levantar una ceja finamente arqueada. Para alegría de Keith, el hombre pareció darse cuenta y apartó la mano, haciendo reír a Keith con el movimiento. Oh, sí, Mr. Atractivo definitivamente podría congelar el infierno de nuevo con esa fría y desinteresada expresión. Muéstraselo, preciosidad. Nadie puede tocarte sin tu permiso. Casi como si lo escuchara, el hombre lo miró y sus ojos se abrieron de golpe mientras sus miradas se encontraron. ¡Mierda! Él está mirando hacia aquí. Keith vio una leve sonrisa en los labios del chico mientras se apartaba de la barra y comenzaba a caminar en su dirección. ¡OH... DIOS... MIO! ¿Viene hacia aquí? Por supuesto que no, genio. ¿Crees que iba a desear estar con un vejestorio como tú? Espera... ¡Viene hacia aquí! Actúa de manera fría y cierre la boca ¡por los clavos de Cristo! 10 Keith chasqueó la boca cerrándola y observó al fascinante hombre caminar hacia donde estaba. Los hombres que habían estado alrededor suyo se dispersaron, como si se entendieran que no estaba interesado en ninguno de ellos por más tiempo. Las manos de Keith se movieron ligeramente mientras levantaba su vaso medio lleno, tomando un trago de su cerveza aún más caliente. Dejó el vaso sobre la mesa justo cuando el atractivo hombre rodeó la mesa y se paró enfrente de él. Keith miró a los sonrientes ojos del atrayente hombre y parpadeó. Sus ojos no eran azules o verdes, tenía uno de cada color haciendo sus desiguales ojos aún más singularmente hermosos. —Hola. Me di cuenta de que me mirabas desde el otro lado de la sala, y me preguntaba si podrías estar interesado en conocerme mejor. —Inquirió el chico. Tenía una suave y melódica voz que era como música para los oídos de Keith. La mente de Keith se quedó en blanco por un momento antes de responder. —Claro. Él se encogió cuando el hombre ladeó un poco la cabeza hacia un lado, como si estuviera tratando de comprender la idiotez de Keith. —Gracias, —dijo el hombre. Un ligero olor a vainilla inundó los sentidos de Keith mientras el joven cogía una silla del lado de la mesa y se sentó con gracia. Huele tan delicioso como parece. —Gracias... a ti también, —dijo el hombre, y le sonrió amablemente. Keith sintió moverse el suelo de debajo de él al darse cuenta de que había hablado en voz alta. Sintió que su cara ardía de vergüenza mientras mentalmente se lamentaba por ser un chismoso idiota y por supuesto, darle al joven una terrible primera impresión. Keith se aclaró la garganta y deseó que la sangre se drenara de su cara. El joven le siguió sonriendo mientras se acercaba y cogía la cerveza de Keith. —¿Te importa si tomo un trago de tu cerveza? Tengo la garganta reseca y accidentalmente dejé la mía en el bar, —preguntó mientras movía sus largas y oscuras pestañas coquetamente hacia Keith. El hombre tenía unas pestañas por las que la mayoría de muchas mujeres y algunos hombres matarían. Le acentuaban perfectamente sus impresionantes ojos. —Claro, si no te importa que esté un poco caliente. Keith miró al joven encogerse de hombros antes de coger el vaso y poner sus brillantes labios en él y tomar varios tragos seguidos. En un primer momento, Keith pensó que el hombre estaba deliberadamente tratando de evitar beber del mismo lugar 11 que él había estado bebiendo. Pero, mientras el joven colocaba el vaso en sus labios, Keith se dio cuenta de que estaba bebiendo intencionalmente por el mismo lugar que había estado bebiendo. Por alguna razón, Keith pensaba que era atractivo como el infierno mientras se inquietaba en su asiento y trataba de ajustar con indiferencia su endurecido miembro, que estaba empezando a presionar incómodamente contra la bragueta de los pantalones. El joven sonrió agradecido a Keith mientras colocaba el vaso enfrente de él. Con la necesidad de refrescar su libido, Keith cogió el vaso y bebió otro trago. La cerveza estaba helada. ¿Qué diablos? Se miró en el espejo como si le hubiera brotado otra cabeza. ¿Estaba perdiendo la cabeza? Podría haber jurado que la cerveza estaba caliente, hasta el punto de que había sido prácticamente imposible beberla tan sólo unos momentos antes. —Entonces, ¿qué hace un hombre tan guapo como tú sentado solo en un rincón oscuro? El excitante joven tenía algo que sonaba como si tuviera acento europeo que Keith no podía identificar. Keith miró a sus desiguales ojos y sonrió. —Bueno... para acortar la historia, hoy es mi cumpleaños y mis amigos me llevaron a celebrarlo. —Feliz cumpleaños. —Gracias. —El provocador joven deslizó su silla más cerca de él y le sonrió coquetamente. —Tienes nombre, cumpleañero, —bromeó. —No. Cuando mis padres estaban vivos solían llamarme ‘oye, tú’ cada vez que me hablaban. Los ojos del joven se abrieron con lo pronunciado y luego echó la cabeza hacia atrás y se rió. Su risa era ruidosa y bulliciosa, tan diferente de su lírica y dulce voz y de su frágil cuerpo. Keith se vio riendo con el hermoso joven y de repente sintió relajado. —Bueno, oye, tú, es un placer conocerte, soy Eros, —el joven sonrió mientras extendía su delicada mano mirándole. Keith le devolvió la sonrisa y puso su mano sobre la elegante mano de Eros. Su mano era cálida y suave, pero el hombre le dio un fuerte apretón de manos. 12 ¿No tenía Eros ningún defecto? —Lo mismo digo, Eros. ¡Qué hermoso nombre... ¿Tienes el mismo nombre que el mítico Eros, más conocido como Cupido? —preguntó a regañadientes mientras soltaba la mano del joven. Eros lo estudió por un momento antes de responder. Parecía un poco inseguro de sí mismo, algo inusual de lo que había visto en el hombre hasta ahora. Parecía estar sopesando sus siguientes palabras antes de hablar. —Sí. Mi madre es bastante excéntrica... —Tal vez, pero eso no quiere decir que tu nombre no te convenga, —afirmó. La sombra de una sonrisa cayó sobre sus labios y se encogió de hombros ligeramente. Su incertidumbre le hizo parecer de pronto mucho más joven y más accesible al joven que había estado rodeado de pretendientes adorándole sólo unos minutos antes. Keith repente se sintió culpable por hacer sentir mal al joven. —Espero no haberte hecho sentir incómodo, Eros. Discúlpame si lo he hecho. Es sólo que... creo que tu nombre es hermoso y único, al igual que el hombre al que le pertenece, —dijo en voz baja. Él se acercó y levantó suavemente la mano suave de Eros, llevándosela a los labios y apretando los labios con delicadeza en la parte posterior de la misma. Las mejillas de Eros se tornaron de un atractivo color rosa mientras le sonreía graciosamente. —Gracias, oye tú. Sé que no lo has hecho de forma intencionada. Mi madre es un tema delicado para mí. Mi tocayo puede ser una maldición a veces. Me alegro de que te resulte bonito, aunque... aunque no puedo obligarte a ello también espero que sea de tu agrado, y no sólo mi atractivo nombre, —dijo Eros, mientras sostenía con fuerza la mano de Keith. En un primer momento, Keith pensó que había oído mal. Seguramente alguien tan divertido, inteligente, joven y dolorosamente atractivo como Eros no creería que un aburrido contable cuarentón, como él fuera atractivo. Pero, mientras miraba esperanzado la expresión del joven, se dio cuenta que el magnífico joven iba en serio con cada palabra que le había dicho. —Keith. —¿Perdón? —Mi nombre es Keith, aunque tengo que decir que he sido llamado oye tú, muchas veces antes, —afirmó. Eros le recompensó con una deslumbrante sonrisa y apretó suavemente su mano. 13 —Es un placer conocerte, Keith. Una ligera sonrisa se formó en el rostro de Keith. Por el rabillo del ojo, vio a dos de sus amigos, Gary y Mark caminando de la mano hacia la mesa. Keith sintió una ola de desilusión al ver a sus amigos acercarse a ellos. Odiaba que estuvieran a punto de ser interrumpidos, y tenía miedo de que inconscientemente se rompiera el vínculo que parecía estar formándose entre ellos. —Chico, necesitábamos un respiro. Hace demasiado calor en la pista de baile, — dijo Mark, mientras se dejaba caer en el otro asiento. Gary se sentó al otro lado de Mark y le indicó a un camarero que trajera algunas bebidas. —Puedo imaginarlo, —respondió secamente Keith, todavía sofocado por su presencia. Mark levantó las cejas ante el tono de Keith y miró a Eros y luego otra vez a Keith con una sonrisa maligna en su rostro. —Bueno... bueno... cumpleañero, ¿vas a presentarnos a tu nuevo amigo? Keith miró los expectantes rostros de sus amigos y asintió. —Eros, me gustaría que conocieras a Gary y Mark. Ellos son amigos míos desde hace mucho tiempo. —Encantado de conocerte, Eros —dijo Gary y le tendió la mano para saludar al joven. Eros ligeramente apretó la mano de Keith antes de liberarse del saludo y luego se inclinó sobre la mesa para darle la mano a Gary y hacer lo mismo. —Igualmente, —respondió él, mientras estrechaba la mano de Mark directamente después de Gary. —Por lo tanto, Keith, sigues deprimido por tus cuarenta o has decidido finalmente que no es tan malo después de todo, —Gary bromeó. Mark golpeó a Gary en la parte posterior de su cabeza. —¡Hey! —Exclamó él y le echó a Mark una mirada asesina. —Se llama tacto, torpe, —dijo Mark, dándole a Keith una mirada de disculpa. Keith quería hundirse en su silla. Él había planeado decirle al joven su edad, pronto, pero que no esperaba que fuera sacudido de forma inesperada por el bocazas de su amigo. Miró a Eros, esperando que estuviera aterrorizado, en cambio, parecía imperturbable mientras sonreía con dulzura. Viendo que Eros parecía despreocupado por su edad, Keith suspiró aliviado. El camarero se acercó y preguntó por las bebidas. Mientras Gary y Mark pedían, Eros se inclinó hacia Keith y le susurró: —¿Quieres bailar? Keith asintió con la cabeza acercándose a Eros y agarró su mano. 14 —Más tarde, chicos. Eros y yo nos vamos a bailar, —dijo, mientras Eros se levantaba y lo llevaba hacia el agobio de chicos bailando. Keith sabía que no era el mejor bailarín del mundo, pero desde luego no era el peor. Siguió por detrás a Eros, mientras caminaban hacia el centro de la pista de baile llena de gente y se detuvo. Eros se dio la vuelta y miró a Keith. Él deslizó sus manos desde el pecho de Keith hasta los hombros y alrededor de la parte posterior de su cuello. A pesar de que la estridente música sonaba fuerte en los altavoces, a Eros no parecía importarle. En cambio, apretó al pequeño y delgado cuerpo contra el suyo. Keith envolvió con sus brazos alrededor de la espalda de Eros y se inclinó para darle un suave beso en la parte superior de su dorada cabeza. Su pelo era suave, limpio y olía a vainilla, que era uno de los aromas favoritos de Keith. Con un metro ochenta y dos centímetros, Keith se alzaba sobre Eros. Eros en toda su longitud apenas llegaba a sus hombros. Pero, a pesar de las diferencias en sus alturas, Eros se sintió muy bien mientras se acomodaba en los brazos de Keith sin suponerle ningún problema. Le gustaba todo sobre Eros, e incluso su corta estatura era un atractivo para él. De repente la estridente música cesó y una lenta canción de amor empezó a sonar. La gente alrededor de ellos estaban confundidos por el cambio brusco, pero muchos de ellos agarraron a la persona con la que estaban bailando unos momentos antes, y comenzaron a bailar lento. A medida que movían perezosamente sus cuerpos con la música, Keith se enamoró del hombre en sus brazos. Mientras Keith escuchaba la romántica letra de la canción de amor sonando sobre los altavoces, Eros le miró con sus destellantes y coloridos ojos. Se sintieron como si se hubieran perdido el uno en el otro y no hubiera nadie más alrededor. Keith se inclinó mientras Eros estaba ligeramente de puntillas y unieron sus bocas en un apasionado y cariñoso beso. Él se apartó un poco y mordió suavemente el carnoso labio inferior de Eros, succionándole delicadamente. Eros gimió y abrió la boca, invitando a Keith a que deslizara su lengua en su interior. Eros presionó su irresistible cuerpo más cerca mientras sus lenguas se deslizaban contra la otra en un beso sin prisas, explorándose. Para sorpresa de Keith, su boca sabía un poco a vainilla también. Keith había besado antes, pero él nunca lo había hecho con un hombre que oliera tan bien mientras lo saboreaba. Aflojó las manos por la espalda del seductor joven, explorando todos los pliegues y curvas de su cuerpo. Le gustaba la suavidad de su largo y rubio pelo contra sus dedos, luego deslizó su mano por debajo del cabello de Eros hasta su cuello y apretó al pequeño joven aún más cerca de él. Sintió a Eros pasar sus dedos por el pelo, por sus hombros y por su espalda hasta el cuello. Mientras seguían besándose, el miembro de Keith se despertó empujando con fuerza contra la cremallera de sus pantalones color caqui. Evidentemente Eros también lo sintió, ya que empezó a frotarse contra él y sintió 15 el roce del miembro del atractivo hombre contra su muslo. Keith movió sus manos acariciando el pelo y el cuello del seductor joven y el cuello, bajando por la espalda y deteniéndose firmemente en sus nalgas. Él se aseguró de que tuviera un buen agarre sobre ellas antes de levantarlo del suelo. Eros gimió y prácticamente se arrastró hasta él, envolviendo sus piernas alrededor de las caderas de Keith. Sus miembros se enfrentaron mientras sus besos se volvían más apasionados. Le encantaba la increíble sensación del miembro de Eros frotándose contra él. Keith sintió como empezaba a humedecerse la parte delantera de su bóxer de algodón con el líquido preseminal mientras se apartaba a regañadientes de la boca de Eros, y se abrió camino entre la multitud de hombres que bailaban en la pista hacia una oscura pared al final de la sala. Eros siguió besando y lamiendo su cuello, provocando que se estremeciera toda su columna vertebral. Él jadeó mientras su miembro empezó a dolerle con la necesidad de terminar. Colocando a Eros contra la pared, Keith movió activamente y más rápido su duro sexo contra la erección de Eros. Las piernas de Eros se aferraron firmemente detrás de él y jadeó y gimió mientras rozaban sus cuerpos. Keith no podía creer lo que le estaba pasando. Siempre había sido cauteloso acerca de las demostraciones públicas de afecto. Realmente nunca había besado a otro hombre en público y mucho menos restregar a Eros contra la pared, Keith se sentía temerario y salvaje. No podía dejar de sentirse un poco travieso por restregarse contra el apasionado joven y rozar sus miembros. —Joder... me voy a poner en un aprieto si me vengo en mis pantalones si seguimos así, —logró articular Keith. Eros gimió y le mordió su oreja, y luego se dirigió a sus labios mientras lamía su labio inferior. Eros deslizó su ardiente lengua en su boca y los sentidos de Keith fueron una vez más invadidos por el sabor y el olor de Eros. El glorioso sentimiento de un activo Eros, su recio cuerpo contra el suyo hicieron que el corazón de Keith latiera rápido en su pecho. Keith nunca antes había sentido tal conexión instantánea con ninguno de los hombres con los que había salido, y mucho menos con alguien que acaba de conocer. Mientras sus lenguas se deslizaban y exploraban las profundidades de la boca del otro, sintió a Eros descender sobre su cuerpo y enredarse con la hebilla de la correa de Keith. Él gimió en la boca de Eros al sentir el primer botón de su pantalón color caqui y desabrochar lentamente la cremallera. Se quedó sin aliento cuando la cálida y suave mano de Eros mano alcanzó su bóxer y tiró de el a través de su apertura. ¡Qué demonios! ¿Realmente estamos haciendo esto? Eros apartó su boca de la de Keith y lo miró directamente a los ojos. —Lo estamos haciendo, —dijo. Su voz sonaba fuerte con el deseo. Los ojos de Keith se abrieron ante su respuesta, pero antes de que su boca pudiera formar cualquier palabra, Eros una vez más había trabado su boca sobre la suya. Mientras besaba a Keith sin compasión, Eros comenzó a bombear su mano arriba y abajo sobre el miembro de Keith. Cuando él empezó a prestar especial atención 16 alrededor de su glande y a jugar ligeramente con la yema del dedo sobre su uretra, Keith sintió que sus testículos se contraían y sabía que su orgasmo iba a ser sólo en cuestión de segundos. —Cariño, voy a venirme... —jadeó con sus bocas a milímetros de distancia. Su cuerpo empezó a temblar mientras su esencia brotaba de su pene y sobre la mano de Eros. —Eso es, mi amor, hazlo para mí. Eros besó a Keith apasionadamente. Con Eros todavía envuelto alrededor de él, él se apoyó pesadamente contra el joven. Keith esperaba que Eros no se sintiera aplastado al ser presionado con tanta fuerza contra la pared, pero se vino con tanta fuerza que Keith apenas podía mantenerse en pie. Con suavidad, apartó su boca de la apetitosa boca de Eros y presionó ligeramente la frente contra la del otro hombre. Miró a los chispeantes y coloridos ojos y lo besó suavemente en sus deliciosos labios. Keith podía sentir la intensa presión de la erección del joven contra su ingle y tomó la determinación de no dejar al magnífico joven a medias. Keith bajó lentamente a Eros dejándole de pie y se apresuró tapar su miembro colocándose sus pantalones. Eros se apoyó pesadamente contra la pared y se frotó con la palma de la mano el considerable bulto que asomaba en sus pantalones vaqueros, gimiendo mientras observaba a Keith con los ojos llenos de lujuria. Keith a regañadientes rompió el contacto visual con el sensual joven y miró a su alrededor. La música continuaba zumbando y resonando a través de los altavoces. Todo el mundo parecía más preocupado con el baile que en lo que Keith y Eros estaban haciendo en un rincón oscuro de la pista de baile. Keith miró por encima de Eros. Sus blancos y bien formados dientes mordían su labio inferior y la cara y el cuello estaban rojos de excitación mientras se frotaba la entrepierna más rápido, mirándolo como si Keith fuera el hombre más sexy que jamás había visto nunca. Keith no apartó la mirada de Eros mientras lentamente se arrodillaba en el suelo para que él pudiera tomar suavemente y retirar la mano del sugerente chico de la parte delantera de sus pantalones vaqueros. Guió los dedos de Eros a su boca, mordiendo y jugando con ellos antes de que los lamiera con su lengua. Disfrutando con el sabor ligeramente salado de su piel, Keith empezó a mover su boca y succionar con fuerza los dedos. No podía dejar de gemir mientras miraba a los ojos de Eros que destellaban de lujuria y le oyó jadear mientras él metía y sacaba sus dedos de la boca. Vio como Eros agarraba la otra mano y la llevaba hacia esa brillante y gustosa boca. Eros deslizó su cálida y húmeda lengua en sus dedos y empezó a lamer y chupar los restos de las secreciones de Keith. Él sintió que su polla tironeaba y se llenaba de nuevo con la erótica vista delante de él. 17 Eros apartó los dedos de su boca con un fuerte y húmedo chasquido. —Um... eres delicioso, —susurró Eros. Keith se inclinó y acarició su mejilla y su boca sobre el duro miembro. Pasó la lengua por toda su extensión a través de la pesada tela algodonada de los pantalones vaqueros de Eros. Él no podía seguir mirando a los ojos de Eros mientras se entretenía dándole pequeños mordiscos y lamidas a su oculto miembro. Eros puso sus manos sobre sus hombros y lentamente se deslizó hasta su pelo y pasó los dedos a través de él. Con la necesidad de probar al joven, Keith desabrochó los vaqueros y vio la cabeza del miembro de Eros asomando por la parte superior de su ropa interior roja. A pesar de que estaban en una zona oscura, Keith pudo ver que el miembro de Eros no estaba circuncidado, pero la cabeza de color rojizo-púrpura parecía hinchada y se asomaba fuera del prepucio, y la punta relucía de pre-cum. No podía luchar contra el deseo de probar al delicioso joven por más tiempo, se inclinó y limpió la punta con la lengua mientras le liberaba del resto de la ropa, tirando suavemente hacia abajo. El ligero sabor ligeramente dulce y salado del pre-cum de Eros era como un intenso afrodisíaco para la libido de Keith. Una vez más sintió que su sexo se presionaba contra la parte delantera de sus pantalones mientras deslizaba su lengua alrededor del largo y grueso miembro de Eros. Él acarició suavemente sus testículos y les di una cariñosa y suave lamida mientras seguía acariciándolo. Se dio cuenta que Eros mantenía su rubio vello púbico pulcramente recortado mientras lamía de nuevo su sexo y tiraba suavemente del prepucio. Keith recorrió su lengua por la piel recién expuesta, provocando que Eros gimiera en voz alta. Keith le dio una delicada lamida y volvió a mirar hacia la pasional mirada de Eros antes de recorrer lentamente su miembro con la boca. Había pasado bastante tiempo desde que Keith le había hecho a alguien una mamada, pero siempre era algo que le gustaba hacer. Ya que Eros era el hombre más sexy que Keith había visto y tocado en su vida, quería agradar al joven tanto como fuera posible. Él acarició suavemente los testículos de Eros con una mano y la base de su pene con la otra, mientras lentamente abría la boca entrando y saliendo de su sexo. Keith sacó su boca y pasó la punta de la lengua por la ranura y alrededor de la cabeza antes de que cubriera una vez más el sexo de Eros con su boca y comenzara a succionar lentamente. Keith se obligó a relajarse al sentir la punta del miembro de Eros llegar hasta el final de su garganta. Se movió un poco hacia adelante, y alineó la punta del miembro del joven de forma perfecta con la parte posterior de la garganta. Eros siguió jadeando y gimiendo en voz alta mientras Keith continuaba mamando a Eros en el fondo de su garganta. Keith comenzó a mover rápidamente su boca succionándola, gimiendo y presionando su lengua con más fuerza contra la parte inferior de la misma. Soltó la base del miembro de Eros, deslizando lentamente su mano derecha 18 debajo de la camisa de Eros y a través de su liso estómago hacia el pecho. Encontrándose con un recio pezón y apretándolo fuerte con los dedos. —Oh Zeus... eso se siente como en la gloria... —oyó jadear a Eros por encima de él. Con las palabras de Eros, Keith empezó a succionar más fuerte, decidido a darle tanto placer como fuera posible. Sintió que el excitado miembro se ensanchó ligeramente antes de que Keith moviera su boca más cerca del glande y el joven le llenara la boca con su esencia. Tragó rápidamente y continuó succionando suavemente hasta que supo que Eros había tenido su orgasmo. No podía dejar de sentir una sensación de orgullo cuando sintió el cuerpo del joven temblar por la intensidad de su liberación mientras Eros continuaba pasando sus dedos a través del pelo de Keith. Keith le dio a la punta del miembro de Eros una más que afectuosa lamida antes de retirarse y delicadamente cubrió sus partes íntimas con su ropa interior roja. Keith sujetó la parte delantera de los pantalones vaqueros de Eros y se sentó sobre sus pies. Keith miraba como el asombroso joven de pie delante de él, ajustó su pene todavía erecto muy dentro de sus pantalones para tener una posición más cómoda. Eros se acercó y ajustó las gafas de Keith y le sonrió. Él trazó su dedo suavemente por el contorno de la nariz de Keith hasta su boca, y recorrió el contorno de los labios de Keith con un delicado toque. El corazón de Keith latía fuertemente contra su pecho mientras sus labios hormigueaban debido a las suaves caricias y los cariñosos toques que Eros le daba. Eros le dedicó una sonrisa deslumbrante y luego se agachó y le dio un dulce beso. Se puso de pie de nuevo, le tendió la mano y ayudó a Keith a ponerse en pie. Tan pronto como Keith se puso de pie, Eros envolvió sus brazos alrededor de él y lo abrazó con fuerza. Mientras estaban en los brazos del otro, Keith empezó a darse cuenta de su entorno. Él se sorprendió de que nadie pareciera prestarles atención a ellos o a lo que acababan de hacer. Eso le dio la impresión a Keith de que eran las únicas personas en su propio mundo y nadie se preocupaba ni se daba cuenta de lo que acaban de hacer. Eros miró a Keith y ahuecó sus suaves y ardientes manos sobre sus mejillas. — Vámonos de aquí. Sé de un restaurante nocturno al que podemos ir y conseguir algo de comer a medianoche... ¿Te apetece? —le preguntó. Keith no pudo detener la sonrisa que se formó en su rostro. Este hermoso hombre quería pasar más tiempo con él y Keith sintió una oleada de felicidad fluyendo a través de su cuerpo. —Voy a comentárselo a mis amigos. Me trajeron aquí, así que no tengo mi coche... ¿Te parece? —Por supuesto. Te llevaré a casa más tarde, —respondió Eros. Se agachó, cogió la mano de Keith y lo guió a través de la pista de baile. Mientras Keith le seguía, de repente supo que su cuadragésimo cumpleaños había resultado ser el mejor que jamás 19 había tenido. 20 Í Eros se aferró a la mano de Keith al salir del bar y se dirigió a su coche. Habían tardado solo unos minutos en coger la chaqueta, y Keith decirle a sus amigos se iban juntos, como una pareja. Ellos parecían sorprendidos de que Keith se fuera con él, pero no dijeron nada al respecto. Eros estaba más que feliz de escapar de ellos y del bar, así que podría pasar algún tiempo a solas con Keith sin tener que oír la estridente música o lidiar con esa multitud. Eros cogió la llave del bolsillo del pantalón y abrió las puertas del pequeño Mazda MX-5 Miata rojo. Eros acababa de comprarlo hace unos días y le encantaba el pequeño coche. Se le ajustaba perfectamente. Caminó con Keith hacia el lado del pasajero y abrió la puerta. Keith le recompensó con una sonrisa mientras se sentaba sobre el asiento de cuero beige. Tan pronto como Keith se sentó cómodamente en el interior del deportivo, Eros cerró la puerta, corrió hacia el lado del conductor y se sentó. Eros puso en marcha el coche y encendió la calefacción. Se dio cuenta que Keith envolvía sus brazos alrededor de su cuerpo temblando por el frío clima de enero. Al no poder soportar verlo de esa manera, Eros cerró los ojos y se concentró en un espacio cálido y agradable. Cuando abrió los ojos, el coche estaba de pronto caldeado. Keith dejó de temblar y puso sus manos en su regazo. —Wow, estos coches realmente tiene un buen sistema de calefacción. Nunca he visto caldearse un coche tan rápido como este, —afirmó Keith cuando cogió el cinturón de seguridad y se lo puso. Mierda. —Esa es una de las ventajas de tener un coche pequeño... se calienta rápido. Keith asintió con la cabeza y sonrió con dulzura. El hombre era realmente adorable. Eros siempre se había sentido atraído por los hombres altos y delgados. Sabía que Keith tenía que medir por lo menos un metro ochenta y tres centímetros respecto a su metro cincuenta y ocho de estatura. No había nada más sexy que mirar para arriba a una cara bonita y ser sostenido por unos brazos largos y fuertes. El recuerdo de estar dentro del sólido y cálido abrazo de Keith era casi suficiente para hacer que sus dedos se retorcieran. —Tengo una idea. En vez de ir a la cafetería, podríamos ir a mi casa. Preparo un buen café y algo de comer, —sugirió Keith mientras ponía su mano en el muslo de Eros y le daba un ligero apretón. Eros miró a Keith y le sonrió. —Creo que es una idea fabulosa. 21 Keith le devolvió la sonrisa y le indicó a Eros como llegar a su casa. Se dirigieron a la casa de Keith en un cómodo silencio, y cuando se detuvo a la entrada de la casa de Keith, Eros sintió curiosidad por la casa de Keith y la vida que vivía. Se puso detrás de lo que parecía un oscuro Chevrolet Impala estacionado en la entrada y aparcó el coche. Eros miró a Keith mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad y se inclinó sobre el salpicadero hacia él. La mano de Keith se deslizó hasta la parte posterior de su cuello y acercó la boca de Eros a la suya dándole un ligero y apasionado beso. —Lo siento, pero no me pude resistir besarte por más tiempo. He querido hacer esto desde que nos metimos en el coche, —murmuró Keith mientras acariciaba la nuca de Eros con un ligero toque. Eros sintió que su rostro se ruborizaba de placer con las dulces palabras de Keith. —Por favor, no te disculpes. Tienes mi permiso para darme un beso cuando lo desees, —declaró Eros con una tímida sonrisa. Keith le besó más apasionadamente antes de que lentamente se apartara y abriera la puerta. La luz interior del coche se encendió, lo que los hizo entrecerrar los ojos ante la repentina luz brillante. Se bajaron del coche y caminaron por el asfaltado camino hasta la puerta principal de la casa de Keith. Keith abrió la puerta y encendió la luz del vestíbulo al mismo tiempo. —Bienvenido a mi casa, Eros. Eros sonrió y pasó junto a él al interior de la casa. Atravesó el vestíbulo hacia la sala de estar. Keith encendió la luz y pasó por delante de él mientras se quitaba su chaqueta. Eros se quitó su chaqueta y la puso en el brazo de un perchero color bronce y echó un vistazo alrededor de la habitación. Las paredes estaban pintadas de beige, y varias coloridas alfombras cubrían el oscuro suelo de madera de cerezo. Una mesa de café color caoba claro estaba situada a un lado de la habitación y había varias revistas masculinas colocadas en la parte superior de la misma. Haciendo juego con las mesas de caoba se encontraba a los extremos de la habitación unas lámparas estilo Tiffany. Frente al sofá había un gran televisor de pantalla plana en el centro de un mueble estilo minimalista. A pesar de que no había cuadros en la pared, la habitación tenía una sensación acogedora, cómoda. Caminó por la sala de estar hacia una cocina bien iluminada y observó a Keith echar agua en una cafetera negra. Al igual que la sala de estar, la cocina parecía impecable. Los viejos electrodomésticos y las encimeras de color negro oscuro parecían un poco anticuados, pero a Keith parecía serles útiles de alguna manera. Keith abrió la puerta del armario encima de la cafetera y sacó dos tazas de café de color azul marino y las puso sobre el mostrador. —¿Necesitas ayuda? —preguntó Eros mientras observaba a Keith caminar hacia la 22 nevera y comenzar a sacar comida fuera. Eros no era un gran cocinero, pero se defendía. Keith colocó los alimentos encima de la encimera de la cocina y negó con la cabeza. —Gracias, pero ya lo tengo todo bajo control. Sería bueno si me acompañas. Eros asintió con la cabeza y se dirigió hacia el otro lado de la cocina y apoyó la espalda contra el gran mostrador. Keith se inclinó y le dio un beso furtivo al pasar a su lado. Levantó fácilmente a Eros y lo sentó en la encimera cómodamente antes encender el horno. De alguna manera, Eros estaba acostumbrado a ser maltratado. Era una de las cosas por las que depreciaba ser más bajo. A menudo la gente tiraba de él como un muñeco de trapo, y con frecuencia se irritaba al ser transportado como un niño pequeño. Pero, había algo cuando Keith lo sostuvo en sus brazos que le hizo sentirse apreciado en lugar de ser insultado por la forma que Keith lo miraba. Keith sacó un par de ollas y cogió unas galletas congeladas del congelador. Abrió la bolsa, colocó unas cuantas en una bandeja de horno grande y las puso en el horno. Abrió un paquete de bacon y comenzó a colocar unas lonchas en una sartén. —¿Dónde aprendiste a cocinar? —preguntó Eros. Keith se encogió de hombros. —Cuando has vivido solo todo el tiempo como yo, o aprendes a cocinar o comes en la calle todo el tiempo. Dado que no soy un gran fan de la comida rápida, aprendí a cocinar. —¿Alguna vez has vivido con alguien? —No. He tenido unas cuantas relaciones serias, pero por alguna razón u otra nunca funcionaron ni duró lo suficiente para que pudiéramos estar juntos. ¿Y tú? Mientras Eros escuchaba la explicación de Keith, no podía entender por qué ninguna de las anteriores parejas de este buen hombre no habían querido tener la oportunidad de establecer una convivencia en común con Keith. Era inteligente, divertido, fuerte y muy sexy. Eros no pudo evitar sonreír ante su buena suerte con la búsqueda de un hombre tan increíble. —Um... de hecho no. Estuve casado durante mucho tiempo, pero gracias a Zeus ya no estamos juntos. Ella se volvió a casar y es mucho más feliz ahora de lo que nunca fue conmigo. Keith dejó de cascar huevos en el recipiente y se le quedó mirando asombrado con la boca abierta. Eros lo miró y levantó una ceja inquisitivamente, y Keith cerró la boca y se aclaró la garganta. —¿Dijiste que estuviste casado hace mucho tiempo? Dios mío, Eros ¿qué edad tenías? ¿Dieciséis? 23 Eros se rió. —Se puede decir que si. —¿Cuántos años tienes, Eros? Eros trató de recordar la edad que su madre le había puesto en su documento de identidad. ¿Qué decía? ¿Veintitrés? ¿Veinticuatro? —¿Cuántos años crees que tengo? —preguntó, tratando de ganar más tiempo. Los ojos de Keith le miraron y se encogió de hombros. —¿Veintidós? Además de un par de miles de años. Eros no pudo evitar sonreír mientras asentía. —Dios, Eros, eres mucho más joven que yo. ¿Qué demonios estás haciendo con un viejo como yo? —se quejó Keith. Oh, esto no debería ser así. —Ven aquí, cariño, —le incitó Eros. Abrió los brazos y las piernas, haciendo señas a Keith para que se acercara. Keith apagó el fuego y se acercó a Eros. Él alargó la mano hacia el otro hombre y tiró de él hacia sus brazos, mirándolo a sus preocupados ojos. —En primer lugar, no eres viejo... —Estoy comparándome contigo. —Um, no, no lo eres e incluso si lo fueras, no me importaría. Cuando te miro, no veo la edad. Veo a un increíble hombre del que me siento muy privilegiado de estar con él. Keith lo observó durante unos instantes, como si estuviera realmente tratando de asegurarse de que Eros estaba siendo completamente honesto. Keith se inclinó ligeramente y apretó sus labios contra los de Eros en un suave y dulce beso. —Gracias por decir eso. Siento exactamente lo mismo por ti. Keith se alejó, volvió a la cocina y se puso a cocinar. —¿Por qué te casaste? —le preguntó Keith mientras empezaba a batir los huevos. Esto iba a ser complicado. Cuanto más cerca estuviera Eros de decirle la verdad, sería mejor. No quería mentir, pero tampoco creía que Keith estuviera preparado para saber la verdad sobre su identidad. Eros sabía que había una profunda atracción entre ellos, y había señales de que posiblemente pudiera ser su alma gemela, pero Eros sabía que ahora no era el momento de decirle a Keith que era un inmortal que dispara a la gente con flechas de oro para que puedan enamorarse. Además, estaba también esa 24 terrible imagen que la gente tenía de él. Podría ser pequeñito, pero no era un querubín con alas. Eso no sería una buena imagen para que asimilara Keith en estos momentos. —Bueno, básicamente estuvo de nuestro control. Para hacer la historia más corta, hubo un accidente y pasó un gran malentendido, y tuvimos que lidiar con las consecuencias durante un tiempo. Pero, se terminó y los dos estamos felices de estar lejos el uno del otro. —Un accidente... ¿ella se quedó embarazada? —No. —¿Qué pasó? ¡Joder! —Bueno, nos vimos atrapados en una situación comprometida, por así decirlo, y tuvimos a vivir con las consecuencias durante mucho tiempo. —Ah, así que papá te cogió con los pantalones bajados. —Algo así. Keith asintió con la cabeza. —Siento que pasaras por eso, Eros. ¿Quiere esto decir que eres bisexual? —Preguntó, mientras empezaba a emplatar la comida. Eros negó con la cabeza. —Creo que las mujeres son personas hermosas y sensuales. Pero, yo no las deseo, ni quiero pasar el resto de mi vida con ellas. Las cejas de Keith se levantaron y él asintió. ¿Qué diablos significa eso? Oyó la voz de Keith en su cabeza. —Sé que esto suena confuso para ti, Keith. Vas a tener que confiar en mí cuando digo que soy gay y que no tengo ningún deseo de estar con ninguna mujer. Keith había dejado una cuchara en los platos y lo miró con una expresión de alivio en su rostro. Gracias, Dios. Eros oyó resonar la profunda voz de Keith en su mente. Eros saltó del mostrador y caminó detrás de Keith, presionó su cuerpo contra la espalda de Keith mientras envolvía sus brazos alrededor de su estómago. —No tienes nada que temer, cariño —murmuró mientras pasaba delicadamente las manos por el pecho de Keith y le daba un suave beso entre sus omóplatos. Keith se recostó contra él por un momento y Eros le oyó respirar profundamente. —Vamos a comer, cariño. Eros a regañadientes dejó caer los brazos y dio un paso atrás apartándose del cuerpo de Keith. Keith se dio la vuelta y le dio una afectuosa sonrisa. Mientras le 25 pasaba el plato lleno de comida escuchó su estómago gruñir en voz alta y se ambos se echaron a reír. —¡Gracias a Zeus que me estás alimentando, Keith! Como puedes escuchar... me muero de hambre, —se rió él. Keith sonrió mientras le entregaba el plato. Se acercó a la mesa de la cocina y empezó a comer. Hablaron sobre el trabajo de Keith como contable para una conocida empresa de aire acondicionado. Le dijo a Eros que había estado en la compañía durante más de quince años y, aunque a él le gustaba trabajar con números, últimamente se había desencantado con su trabajo. El bromeó diciendo que él esperaba no estar pasando por una crisis de la mediana edad, y Eros no podía dejar de poner los ojos en blanco con esa afirmación. El hombre sin duda tenía un problema con entrar en la cuarentena, pero para Eros, Keith se veía muy atractivo por su forma de ser. Después de comer, limpiaron juntos la cocina. Eros no podía dejar de coquetear descaradamente con el gran hombre. Se frotó contra él mientras caminaba y cada vez que tenía la oportunidad le tocaba o le daba un ligero beso en los deseables labios de Keith. Tomaron el café en la sala y se sentaron juntos en el cómodo sofá. Keith puso su brazo alrededor de él y, por primera vez que recordara, Eros se sintió seguro y cuidado de manera que se acurrucó y no pararon de hablar. Antes de que se dieran cuenta, había amanecido y el sol de la mañana comenzó a inundar de luz la habitación. Para entonces, Keith estaba acostado sobre el sofá mientras Eros yacía cómodamente encima de él. Sus piernas estaban enredadas las unas alrededor de las otras y Eros tenía su cabeza en el pecho de Keith. Él estaba contento de escuchar el fuerte y constante latido del corazón de su amante, y entre su barriga llena y los toques suaves de Keith jugando con su largo pelo, Eros empezó a quedarse dormido mientras sus ojos se cerraban. —¿Cariño? —La vibración del apodo de Keith retumbó contra su mejilla y Eros se acurrucó más cerca de él. —¿Qué? —Gracias por ser el mejor regalo de cumpleaños que he tenido, —susurró Keith mientras continuaba tocando a Eros con sus amorosos dedos. Eros sintió que su corazón latía más rápido y lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos. Nunca se había visto afectado tanto por las palabras de otro antes. Él parpadeó las lágrimas y besó a Keith justo donde su corazón latía en su pecho antes de que mirarlo y sonreírle. Keith llevó las manos a cada lado de su rostro, inclinó la cabeza hacia adelante y le besó suavemente sus labios. Eros se trasladó por el cuerpo de Keith y deslizó sus manos alrededor de la parte 26 posterior de su cuello mientras continuaban con los dulces y cariñosos besos. Podría enamorarme de ti. Por favor, no rompas mi corazón. Eros oyó en su mente susurrar a Keith, y sintió una oleada de alegría desplazarse fuertemente a través de su cuerpo. No era sólo que Keith se sentía atraído por él, sino que Eros sospechaba que Keith estaba empezando a tener fuertes sentimientos por él. Por primera vez en la larga vida de Eros, sintió esperanza. Él se apartó de la boca de Keith y miró a su hermoso rostro. Los ojos de Eros se encontraron con los almendrados ojos de Keith, mientras rozaba la cara del otro con sus amorosos dedos. Era como si los dos hombres estuvieran decididos a memorizar cada curva y cada línea en el rostro del otro hombre. —Quédate conmigo el resto del fin de semana. Quiero saber todo sobre ti. Vamos a acurrucarnos en la cama, descansar un poco y pasar los próximos dos días haciendo lo que quieras hacer, —instó Keith, mirando a Eros con unos chispeantes ojos. Eros le sonrió, besándole en los labios y susurró: —Creí que nunca lo preguntarías. 27 Í Keith sintió algo ligero y sedoso cosquilleándole en la nariz. Abrió los ojos y se sintió momentáneamente confundido acerca de por qué había dormido esa noche en la sofá de la sala de estar en lugar de su cómoda y agradable cama. Sintió el peso ligero de alguien encima de él, y de repente los recuerdos de la noche anterior aparecieron rápidamente en su mente. Eros. Keith suspiró con satisfacción y apretó al hombre más cerca de él. La cabeza de Eros yacía sobre el pecho y la parte inferior de su cuerpo se apoyaba entre las piernas de Keith. El sedoso, rubio y largo pelo de Eros le cubría, haciéndole sentir a Keith como si estuvieran seguros envueltos en sus suaves cabellos. Keith se acercó y levantó una pequeña mata del rizado pelo de Eros, pasando sus dedos a través de él. No podía recordar el haberse enamorado nunca del pelo de nadie antes de estar con el hombre que yacía en sus brazos. Esperaba que Eros nunca se lo cortara, ya que sería una pena no poder lucir un pelo tan maravilloso. Atrajo los suaves cabellos hasta su nariz y aspiró su limpio aroma a vainilla, provocando que se formara una sonrisa en su rostro. Keith amaba despertarse de esta manera. Estaba cómodo, cálido y no podía dejar de esperar que hubiera muchas mañanas más despertándose con Eros. Estar con el joven la noche anterior había sido todo lo que Keith siempre había esperado. Todavía no podía creer que este dulce y maravilloso hombre quisiera pasar más tiempo con él. Había aprendido de mala manera que los hombres atractivos y glamurosos como Eros, nunca daban ni la hora a mediocres y aburridos contables como él. No podía dejar de esperar que cuando Eros despertara todavía quisiera estar con él. Si no fuera así, trataría de sentirse agradecido de que Eros hubiera considerado pasar el tiempo con él. Cuando Keith se sintió a Eros moverse un poco inquieto por encima de él, no pudo evitar una sensación de nervios en el estómago. ¿Se despertaría Eros lamentándose de estar aquí, o le daría a Keith una de sus encantadoras sonrisas y estaría satisfecho de quedarse donde estaba? El corazón de Keith latía fuertemente en su pecho mientras Eros resopló un poco y luego se volvió a dormir. Él respiró profundamente y acercó al joven más cerca de él. Keith intentó volver a dormir, pero entre su mente errante y su vejiga llena, sabía 28 que no podía posponer el levantarse. Keith se movió suavemente hacia fuera de debajo del dormido Eros, y dejó escapar un suspiro de alivio cuando él no se despertó. Oyó crujir sus huesos cuando se estiró e hizo una mueca al oír el fuerte ruido que hizo. Maldita sea, se estaba haciendo viejo. Keith se quedó allí unos instantes y miró al hombre que dormía en el sofá. Una cálida y afectuosa sensación se apoderó de él mientras agarraba el suave cojín color crema de la parte trasera del sofá, entonces lo colocó suavemente sobre Eros. No pudo evitar la sonrisa que se formó en su rostro mientras miraba a su nuevo amante. Keith deseaba poder quedarse allí más tiempo, pero su vejiga ya no aguantaba más. Keith apartó de mala gana la mirada hacia Eros y salió de puntillas de la sala de estar al cuarto de baño. Encendió la luz y se vio reflejado en el espejo. No pudo evitar sonreír ante la imagen que veía. Su cabello castaño oscuro estaba revuelto en todas direcciones y sus ropas estaban arrugadas. Sus grandes ojos color avellana le devolvieron la mirada mientras se quitaba sus gafas de montura metálica y limpiaba las lentes manchadas en su camisa, colocándoselas de nuevo. Se dio cuenta de que su incipiente barba había empezado a oscurecer sus mejillas y su rostro tenía un brillo saludable con la misma. Por una vez, no se dio cuenta de las finas líneas que se encontraban en las esquinas de sus ojos. Parecía relajado. Satisfecho. Podría acostumbrarme a esta sensación. Él se hizo cargo de sus necesidades físicas y luego se lavó la cara y las manos. Se cepilló los dientes y echó un vistazo a su reloj. Ocho y media. Normalmente, se levantaba a esta hora, pero ya que él y Eros habían estado despiertos toda la noche, pensó que podían dormir tanto como quisieran. Realmente no estaba tan cansado, pero la idea de acurrucarse con Eros en su cómoda cama de matrimonio parecía un lugar idóneo. Ahora todo lo que tenía que hacer era convencer al Bello Durmiente que se quedara un poco más. Se dirigió a su dormitorio y sacó el edredón y las sábanas. Él ahuecó las almohadas y luego tranquilamente volvió de regreso a la sala donde Eros todavía dormía plácidamente en el sofá. Bueno, ¡ahí voy! —Hola, cariño —le susurró. Keith puso su temblorosa mano en el hombro de Eros y le dio un suave apretón. 29 Eros abrió lentamente los deslumbrantes ojos y levantó la mirada hacia él. —Vámonos a la cama. Estaremos más cómodos allí, —dijo con ternura, mientras acariciaba suavemente entre el hombro y la espalda de Eros. Eros gimió y cerró los ojos. Alguien no era madrugador. —Vamos, cariño, voy a ayudarte. ¿Necesitas ir al baño antes de acostarte?— Eros miró un poco aturdido, pero asintió y se sentó. Keith agarró la mano de su dormido amante, lo sacó del sofá con cuidado para que no cayera al suelo. Lo llevó al cuarto de baño. Eros entró y de inmediato se acercó al lavabo. Mientras se lavaba la cara con agua, Keith cogió una toalla del armario de la ropa y la puso en el lavabo junto a él. —Tengo un cepillo de dientes extra que puedes utilizar si lo deseas, y un pijama que puedes ponerte para dormir, —dijo Keith, mientras miraba al adorable hombre secarse la cara en la toalla. Los ojos de Eros se reflejaron en el espejo por un momento antes de que una maliciosa sonrisa apareciera en su hermoso rostro. —Duermo desnudo, —dijo Eros. Gracias, Dios. —Yo también. Keith se inclinó y besó la parte superior de la cabeza de Eros. —Te voy a dar un poco de intimidad. Iré a apagar las luces y nos veremos en el dormitorio, —le dijo, guiñando un ojo al reflejo del joven en el espejo. Eros le dirigió una tímida sonrisa, asintió y le devolvió el guiño. Keith dio un largo suspiro de alivio y sonrió. Eros se iba a quedar. Keith dejó de mala gana a Eros, caminaba por la casa con el fin de asegurarse de que todas las puertas estuvieran cerradas y las luces de la casa apagadas. Cuando terminó, se dirigió a la habitación y se detuvo en seco cuando vio a un Eros desnudo acostado boca arriba en medio de la cama. Su rubio pelo estaba extendido en torno a él, destacando la riqueza de la suave y cremosa piel. A pesar de que Eros era un hombre pequeño y delgado, parecía sano y fuerte. Sus brazos y piernas no eran demasiado musculosos, pero sí estaban definidos. Tenía marcados unos ligeros abdominales y el pecho le pareció fuerte, definiendo su atractivo. Keith miró a los brillantes ojos azul y verde y vio una consecuente sonrisa en la 30 atractiva cara de Eros. Está tan deseoso de esto como yo. —Eres hermoso, —susurró Keith. Keith se acercó al borde de la cama y comenzó a quitarse poco a poco la ropa. Eros observaba todos sus movimientos como si estuviera fascinado con él mientras Keith lo estaba con la belleza acostado en su cama. Mientras Keith bajaba la cremallera de los pantalones color caqui, observó que los ojos de Eros se oscurecían con el deseo, sus manos lentamente se deslizaban por su pecho apretando sus apetecibles pezones rosados. Keith gimió al ver los diminutos pezones endurecerse ante sus ojos. Sabía que tenía que tocar y saborear aquella deliciosa piel antes de irse a dormir de nuevo. El joven era verdaderamente irresistible. Mientras Eros seguía apretándose el pezón izquierdo, dejó caer su mano derecha hacia su estómago hasta su excitado miembro. Eros envolvió su mano alrededor de él y comenzó a acariciarse lentamente a sí mismo mientras seguía mirando a Keith con los ojos llenos de pasión. Keith sintió que su sexo se endurecía bajo la vigilante mirada de Eros. Keith se quitó las gafas y las puso sobre la mesita de noche. Rápidamente se quitó sus pantalones y calzoncillos dejando al descubierto su miembro completamente excitado. Mientras Keith se los quitaba, se las arregló para quitarse los calcetines también sin perder el equilibrio. Una sensación nerviosa se agitaba en su estómago mientras conscientemente se preguntaba qué pensaría Eros de su cuerpo maduro. Keith respiró hondo y dejó caer su cuerpo sobre la cama. Se arrastró hacia arriba y se unió junto a Eros y deslizó su mano sobre el firme estómago del otro hombre y pasó ligeramente los dedos por delante de su pequeño ombligo hasta llegar al atesorado vello rubio justo encima de la ingle. —Tócame, Keith. Necesito sentir tus manos sobre mí, —Eros susurró con voz quebrada. Keith se inclinó y presionó sus labios contra los suaves de Eros y le dio un tierno beso. Eros hizo un pequeño ruido antes de abrir la boca y deslizar su lengua en la boca de Keith. Sus lenguas exploraron las profundidades de la boca del otro, Keith movió ligeramente su mano hacia abajo sobre la mano de Eros, y suavemente la apartó de su miembro. Eros soltó el firme agarre que tenía sobre él, mientras Keith envolvía sus dedos alrededor de su excitado sexo y comenzó a acariciarlo con ligeros y juguetones movimientos. Eros envolvió sus brazos alrededor de Keith y sostuvo al hombre fuerte contra él. Keith se acomodó más cerca envolviéndose en el atractivo cuerpo de Eros y siguió moviendo su ardiente miembro. Su beso se hizo más intenso con el deseo que tenían el uno del otro. 31 Keith pasó el pulgar sobre la punta del humedecido miembro de Eros y jugó suavemente con la yema de su pulgar. Eros gimió en su boca y sus suaves manos le acariciaron suavemente por toda su espalda. Eros apartó su boca de Keith y presionó su sudorosa frente a la de su amado. Keith siguió moviendo su mano arriba y abajo sobre el miembro de Eros mientras miraba profundamente a los hermosos ojos del joven. Eros jadeaba y Keith podía oler el embriagador aroma de su aliento perfumado de vainilla haciéndole sentir una vez más la necesidad de reclamar la boca de Eros con la suya. El miembro de Keith se apretó contra el costado del joven y no pudo evitar presionar su sexo contra él. La fricción era excitante, y cuando Eros colocó su mano entre sus cuerpos agarrándolo y acariciándolo con firmeza, se sintió mucho mejor. Keith sintió que sus testículos se contraían y sabía que su orgasmo era inminente. Sacó su boca de la de Eros y se concentró en mover su mano sobre el miembro del lascivo hombre. Estaba decidido a llevar al límite a la belleza que estaba acostada a su lado justo antes de alcanzar la suya. Eros se quedó sin aliento y su cuerpo temblaba ligeramente mientras su semilla salía disparada de su pene sobre la mano de Keith y por encima del estómago y el pecho. Sólo la visión y el delicioso olor de la liberación de Eros le llevó a su inminente orgasmo y se oyó a si mismo gemir mientras parte de su semen se disparaba por el cuerpo de Eros hasta la barbilla. Era un espectáculo erótico, y Keith no pudo evitar inclinarse y lamer su salado y caliente esperma de la dulce y puntiaguda barbilla. Él continuó a chupando y lamiendo suavemente por el cuello y el pecho de Eros mientras saboreaba la combinación de sus semillas. Keith sintió que unas temblorosas manos acariciaban su cabello con suaves caricias cuando terminaba de lamer su esencia, entonces presionó unos cuantos suaves y dulces besos de nuevo sobre el cuerpo de Eros hasta llegar a sus carnosos labios. —Eres increíble, —susurró Eros, mientras rozaba ligeramente con los dedos sobre los labios de Keith. Su toque era tan débil que casi les hacía cosquillas. Keith miró la cara enrojecida del joven, sus soñolientos ojos y sonrió. —No, cariño, tú —dijo, mientras yacía sobre su espalda y tiraba de Eros hacia él. Eros acunó su cabeza en el hombro de Keith y se envolvió en los brazos del otro. En poco tiempo se oyó la profunda respiración del dormido joven, Keith sintió una oleada de felicidad fluir dentro de él. Keith no entendía por qué se sentía unido a Eros tan pronto, pero él tomó la decisión de adoptar estos nuevos y florecientes sentimientos de devoción hacia Eros en vez de luchar contra ellos. Keith siempre había soñado secretamente con encontrar a esa persona especial en su vida, y estaba empezando a creer que finalmente lo había encontrado. Mientras el constante ritmo del profundo sueño de Eros le incitaba a dormitar 32 tranquilamente, los últimos pensamientos coherentes de Keith fueron de lo afortunado que era encontrar el tesoro que tan cómodamente se acurrucaba en sus brazos. 33 Í Eros lentamente se despertó con la sensación de estar envuelto en un capullo de calidez y afecto. Eros había soñado que conoció a este hombre maravilloso que era gracioso, inteligente y tan dolorosamente atractivo, y se resistió en abrir los ojos y despertar por completo de su sueño. Nunca había sentido una conexión tan fuerte con nadie. Ni con cualquiera de sus amantes masculinos anteriores, y ciertamente tampoco con Psique. Quería que este sentimiento de alegría y felicidad durara para siempre, y Eros sabía que iba a lamentar estas increíbles sensaciones en cuanto abriera los ojos y se encontrara una vez más frente a la realidad de su solitaria existencia. Sintió unas tiernas y cálidas manos frotar ligeramente su espalda en una caricia suave. El corazón de Eros latió más rápido. Oh. Por. Zeus. Por favor, dime que no fue un sueño. Abrió vacilante los ojos y levantó lentamente la cabeza para mirar hacia esos cálidos ojos color avellana. —Eh, Bello Durmiente despierta, —dijo Keith, mientras levantaba un mechón de pelo de Eros y envolvía suavemente un rebelde rizo alrededor de su dedo. Keith se veía tan relajado y tranquilo que parecía diez años más joven de lo que realmente era, por lo que Eros le dio una sonrisa dulce y cariñosa. Eros estaba tan feliz y aliviado de que la noche pasada no fuera un producto de su hiperactiva imaginación que sintió que las lágrimas brotaban de sus ojos. La sonrisa de Keith desapareció y una mirada de preocupación apareció en su hermoso rostro. —Cariño, ¿estás bien? —preguntó. Eros parpadeó para alejar las lágrimas que amenazaban con caer y le dedicó una vacilante sonrisa. —Sí. Estoy feliz de que seas real y no producto de una ilusión por mi parte. Keith siguió jugando con el pelo y la alegre sonrisa reapareció en su rostro. —Créeme, precioso, no ha sido un sueño. Me siento exaltado esta mañana. Conocerte ha sido el mejor regalo de cumpleaños que he recibido. 34 Eros de repente se sintió humillado por las palabras de Keith y más feliz de lo que podía recordar haberse sentido en mucho tiempo. Si lo hubiera estado. —Gracias, —dijo, mientras se inclinaba ligeramente hacia arriba y le daba un suave beso en los cálidos labios de Keith. —Pensé que podríamos estar en casa todo el día. Podríamos traer algunas cosas de tu casa, o te podría dejar unos pantalones de pijama y una camiseta si quieres. —La voz de Keith tenía una nota de incertidumbre y una tímida sonrisa se formó en su rostro. —Esa es una idea fabulosa, —sonrió Eros. La cara de Keith inmediatamente brilló con sus palabras. —¿En serio? Podríamos pedir una película o dos por pay-per-view 6 y estar holgazaneando delante de la televisión. Eros no estaba seguro de lo que significaba “holgazanear”, pero tenía la sensación de que le gustaría, siempre y cuando estuviera con Keith todo el día. —Eso suena perfecto. Keith se inclinó y le dio un rápido beso en los labios. Él se apartó y juguetonamente golpeó a Eros en el culo. —Vamos, cariño, vamos a ducharnos y pedir unas pizzas. El trasero de Eros hormigueó con el fogoso golpe y él se rió del alegre estado de ánimo de Keith. Él se sintió joven y despreocupado, algo que no había sentido en mucho tiempo. Rápidamente se deslizó fuera de Keith y salió fuera de la cama. Los ojos de Keith recorrieron ávidamente sobre su cuerpo haciendo que Eros de repente se sintiera sexy y un poco travieso. Dándole la espalda a Keith, le guiñó coquetamente un ojo por encima de su hombro y sacudió su trasero. —¡Maldición, cariño! Tal vez tengamos que permanecer en la cama si sigues moviéndome ese tentador trasero de esa manera, —gruñó Keith con buen humor mientras salía de la cama y se dirigía hacia él. Eros chilló de alegría cuando Keith lo llevó en brazos al cuarto de baño. —Mi héroe, —suspiró y se aferró con fuerza al cuello de Keith. Keith sonrió y movió sus cejas hacia él y dándole un rápido beso en la nariz. Él le puso suavemente de pie y tiró a un lado la oscura cortina de ducha verde para abrir el agua, dando a Eros la oportunidad de admirar el cuerpo de Keith. Mientras miraba por encima de la delgada y atlética silueta de Keith, Eros no podía dejar de estar agradecido de haber conocido un hombre tan dulce y sexy. 6 N de T: Pago por visión. 35 Keith se dio la vuelta y agarró la mano de Eros, entonces lo introdujo en la ducha con él. El agua caliente se sentía bien contra su piel, pero no era comparable con lo maravilloso que era para Keith lavar suavemente el cabello y el cuerpo con sus amorosas y suaves manos. Eros ansiosamente enjabonó sus manos y se permitió adorar las sedosas y fuertes curvas de la piel de Keith. Le encantaba la sensación resbaladiza y húmeda de ella en sus manos y no pudo evitar sentirse excitado por la manera tan íntima en que se tocaban entre sí. Cuando Eros oyó gruñir fuerte el estómago de Keith y hacer eco en la ducha, interrumpiendo el erótico momento, no pudo dejar de reír. La cara de Keith se puso de un rojo brillante y se rió entre dientes, —Um, creo que tenemos que comer pronto, —bromeó. Eros se rió entre dientes y le dio un rápido abrazo. —Vamos a alimentar un apetito antes de satisfacer otro. Rápidamente terminó su ducha y se secaron el uno al otro. Keith le dio unos pantalones azul marino de franela y una vieja camiseta gris para vestirse. Ambas prendas de vestir le venían muy grandes, pero no importaba. Se sentían tan suaves y cómodas contra su cuerpo y el hecho de que Keith las hubiera llevado le hizo sentir aún más íntimo y acogedor con él. Mientras Keith pidió una pizza, Eros se sentó cómodamente en el sofá. Después de la llamada, Keith se sentó junto a él y pagó por las películas que iban a ver por pay- per-view. Y como Eros no estaba seguro de qué elegir, optaron por un par de pelis que Keith quería ver. Al momento, la pizza llegó y se lo comieron mientras veían una de las películas. A Eros le gustaba toda la acción que había en ella y rápidamente se vio profundamente implicado en la trama de suspense de la película. Durante el resto del día, se acurrucaron en el sofá mientras veían una película de vez en cuando y hablaban. Cada vez que Keith le preguntaba sobre su pasado, Eros lograba despistarle hablándole de sí mismo, o de otra cosa. Entre sus profundas conversaciones y la cariñosa forma en que se besaban y se abrazaban entre sí, Eros supo al final de la noche que Keith era su alma gemela. 36 Í Eros se quitó los zapatos y tiró las llaves sobre la mesa de café. Se dejó caer perezosamente en el sofá rojo y suspiró con satisfacción mientras estiraba sus brazos sobre su cabeza. No entendía por qué estaba tan cansado cuando lo único que hizo fue holgazanear y amar a Keith durante el largo fin de semana. Sonrió al pensar en todas las veces que él y Keith habían jugado y se habían tocado el uno al otro en los últimos días. Tuvo un fin de semana increíble con Keith, y estaba condenadamente triste de ver que llegaba a su fin.
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