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CUADERNOS DE AGROINDUSTRIA No 10 1983 EL TRAPICHE COMUNAL DE COLACOTE (*) Argemiro Rojas M. (**) La provincia de Charola, Santander del Sur, es una región eminentemente agrícola, donde se encuentran aún situaciones tradicionales de producción, como la aparcería de la caña y la siembra de productos de "pancoger" destinados a la subsistencia de la familia campesina. En la actualidad la comunidad charaleña pasa por una crisis general, que se manifiesta principalmente en un deseo organizativo del sector campesino, expresado en un "estar organizándose" permanentemente, ya sea en Juntas de Acción Comunal, Sindicatos de Agricultores y organizaciones más amplias dentro del contexto legal, como son las cooperativas de ahorro y préstamo, consumo y producción agrícola. Esta situación general se manifiesta particularmente en la vereda de Colacote, jurisdicción de Charalá, donde los conflictos generados en la relación dueños de tierra-aparceros y campesinos en general, han sido un hecho que se ha venido presentando desde considerable tiempo atrás. Desde 1973, por ejemplo, ya se podía observar el abandono de la región por parte de la población joven, la cual buscando un mejor trato para el campesino, había huido hacia Arauquita y Venezuela. Desde esa época, los terrenos para cultivar escaseaban porque la mayoría de los dueños de la tierra la venían dedicando al potrero de engorde y las laderas más hostiles de sus fincas las dejaban a sus aparceros en condiciones desventajosas, (*)Este artículo, fue escrito con la colaboración de Ricardo Dávila, en lo relacionado con la estructuración del mismo, y la contribución, en lo concerniente al trabajo de campo, por parte de Juan Manuel Silva, integrante! del Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencia Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana 1981. (**) Antropólogo; Universidad Nacional; profesor Universidad de la Salle. como las ofrecidas por la "quinta" parte del producido de la caña, o la "cuarta" en los productos de "pancoger". Estos sistemas de renta, expresan el proceso mismo del desarrollo del capitalismo en el campo, el cual recarga la obtención de ganancias en detrimento del fondo de reemplazo (1) de la unidad familiar campesina de producción, esquilmando a esta, puntos exageradamente altos, donde la economía campesina va siendo así reducida a extremos evidentemente precarios y críticos, tanto para el ser humano particular como para la cultura colectiva de este segmento productivo (2), la cual aparece debilitada en su propia organización social. La vereda de Colacote, como la mayoría de las veredas charaleñas, se reportaba como una comunidad sin servicios de salud y educación adecuados; sin acueducto, luz eléctrica y fuentes de trabajo; sin fondos comunitarios que les permitan realizar tradicionales fiestas colectivas (3), tanto religiosas como cívicas. Sin grupos de edad jóvenes, porque estos han emigrado buscando nuevo destino en otros lugares, y consecuentemente se trata de una comunidad de poca producción donde los productores directos son en su mayoría ancianos y niños. Se trata, por lo tanto, de una región que " . . . se está quedando sola; (4) da tristeza salir al campo y ver fincas que provoca echarles ma- chete, pero ya no hay quien trabaje. . .", como nos decía un antiguo dueño de tierra que decidió venirse a la cabecera municipal a construir casas, porque ". . . el personal del campo ha cambiado, ya no cuenta uno con esa lealtad que tenía el campesino. . .". Igualmente la situación de enfrentamiento entre aparceros y campesinos dueños de tierra se expresa de diversas maneras". .. Los aparceros son muy descuidados con la finca de sus patronos, (1) Campesinos. Eric Wolf. "Los labradores no solo deben proporcionarse a si mismos las raciones calóricos mínimas; también han de producir alimentos que superen ese mínimo de calorías para facilitar semilla suficiente para la siembra y cosecha del ano próximo. . . La cifra necesaria para reemplazar su equipo mínima. . . es su fondo de reemplazo", pa. 14. Ed. Labor. (2) Una tipología del campesino latinoamericano. Eric Wolf.. . . Al establecer una tipología de los segmentos no son primitivos, esto es, la cultura de un segmento campesino no puede entenderse como totalidad en sí misma, sino que es una cultura pardal, relacionada con un todo mayor integral. . ." Pág. 24. 1977. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires. (3) Campesinos. Eric Wolf. ". , . Si los hombres han de mantener relaciones sociales, han de trabajar también para constituir un fondo. . . ceremonial, p. 16. (4) Economía Campesina y descomposición del campesinado. Piedad Gómez Villa. Ponencia del Segundo Congreso Antropológico. Medellín, 1980 Mimeo. Univ. Nacional. Se hace alusión desde Carlos Marx, sobre cuando el campesino abandona su parcela, "cuándo el campesino deja de producir? Según Marx, sólo cuando no logra abonarse el salario que se debe a sí mismo, que a veces reduce "hasta el límite estrictamente físico (T. III. 1965, p. 682). si comparamos el rendimiento que ellos dan en sus propias parcelas. . .", decía el presidente de la ASA. (Asociación Santandereana de Agricultores). Y un dueño de tierra de Chanda recordaba otros tiempos cuando las cosas no eran tan difíciles como ahora que "... los campesinos ya no son tan sumisos y obedientes, ahora quieren pegarle al patrono. No solo eso, también quieren quitarle la tierra, quieren que se las regalen sin trabajar....". Por su parte, los aparceros también sientan su posición respecto de "la tierra de cultivo que se hace cada vez más escasa y mezquina. . . todos los dueños la dedican al ganado porque el arrendamiento ya no les es rentable. . . lo desplazan, ya no prestan dinero, ya no quieren vivientes ni aparceros de ninguna clase..." En medio de este malestar e intranquilidad social, las soluciones de uno y otro tipo no se han hecho esperar. Ya sea por parte del gobierno o por parte de la Iglesia. Esta última, buscando elevar el nivel de vida del agricultor aparcero, ha entrado incluso en conflictos abiertos con los terratenientes de la zona charaleña, ya que ha dedicado mucho de su tradicional esfuerzo cristiano a organizar las veredas de la región, en grupos cooperativos y precooperativos, e incluso sindicales, para resistir la presión de los dueños de la tierra que no quieren más vivientes, ni aparceros, perjudicando visiblemente estas comunidades, que siempre han tenido a su cargo la labranza cultural, centrada sobre la caña. Fue en este ambiente crítico, como se escogió a Colacote para efectuar allí un proyecto de desarrollo social patrocinado por la Iglesia, el gobierno (a través del ICA y del SENA) y una institución extranjera (CARE). Este proyecto consistía en poner en marcha un trapiche comunal que resolviera los problemas fundamentales en el seno de la vereda como un primer proyecto de solución intermedia. Este trapiche estaría a cargo de un grupo precooperativo, para utilidad exclusiva de los minifundistas locales. Con él se pretendía solucionar problemas como el de la molienda de las siembras de caña, que se encontraba subordinada a la voluntad de los patrones dueños de trapiches, quienes no alquilaban turnos a sus aparceros, hasta que estos ya casi habían perdido el mejor punto de la caña para producir la panela, o si no, como nos decía una campesina de Colacote: ". . . nos tocaba ir a moler a las doce de la noche, a esas lejuras, porque el patrón no le daba la gana que fuera de día. . .". Fue a principios de 1973, cuando la idea de establecer cooperativas de producción agrícola, se difundió desde el Instituto de Liderato Social, a cargo del Padre Jorge Valencia, en el Municipio de Páramo. Allí se encontraba un joven estudiante de la vereda de Colacote, quien después de terminar su curso de líder y preocupado de las calamidades económicas y sociales por la que pasaba su vereda, contactó algunos vecinos interesados en los nuevosproyectos de préstamo que ofrecía el ICA/SEPAS. ". . . nos fuimos a San Gil, donde el doctor Fuentes y le con-tamos-en una carta los abusos que cometían con nosotros aquí y de la situación que estábamos viviendo. Esto fue en Marzo de 1973 y ya para Noviembre del mismo año, llegaron los doctores a visitarnos y a preguntarnos cuáles eran nuestras necesidades más sentidas, y nosotros después de haberlo pensado, dijimos 'que lo que más necesitábamos era un trapiche que fuera de toda la vereda; nos preguntaron entonces que cómo lo íbamos a manejar y nosotros respondíamos que en grupo, que entre todos lo manejaríamos. . ." (Entrevista con una campesina-socia actual). Fueron estas las bases iniciales para desarrollar el primer proyecto de trapiche comunal, no solo en Santander sino en Colombia. Esta experiencia se difunde por varios departamentos como una solución intermedia a los problemas generados por la estructura tenencia! de la tierra en la producción agrícola. Estos proyectos han sido financiados por CARE (*). Como es de esperarse, este proyecto trajo esperanzas a toda la vereda, que aún sabiendo de la limitación que significaba el operar como grupo cooperativo, lo cual implicaba la aceptación de solo veinte socios activos, aceptó el plan, considerando que más tarde el trapiche comunal extendería su acción benéfica a todos los miembros de la vereda. Fue así que la comunidad respondió con voluntad solidaria a las urgencias de la acción comunal, tanto en la construcción de la carretera que habría de contactar la vereda de Colacote con la carretera intermunicipal que llevaba a Chanda, como en la instalación de un acueducto, que gracias al auxilio que hiciera la Federación de Cafeteros y a la Acción Comunal sostenida por el grupo por casi dos años, fue posible realizar " . . . ahora no nos hace falta el agüita que antes era un sufrimiento. . .". (*)CARE (Cooperativas Americanas de Remesas al Exterior), Institución extranjera de ayuda cooperativa, cuya función consiste en ubicar grupos cooperativos ya organizados y dispuestos a asumir este programa de desarrollo, entre la ciudad y el campo (integral), para elevar el nivel de vida de los socios afiliados del campo, mediante la eliminación de los altos costos en la producción y el intento de descartar la acción de los intermediarios en la determinación del precio. Esta labor de Acción Comunal motivó a CARE, para que concediera el préstamo de los $250.000 requeridos para la compra de los materiales de construcción. El monto total del préstamo inicial era de $310.000, si se contabilizan los $60.000 que prestará a la comunidad, la institución COOPCENTRAL**, préstamo menor considerado como un prerrequisito para obtener los beneficios de crédito que concediera CARE. Es de considerar la fuerza manifiesta de una Acción Comunal motivada, la cual logró que”. Subieran 17.000 tejas y cerca de 14.000 ladrillos, en los lomos de las muías y los socios del trapiche", según nos informa uno de los principales funcionarios del proyecto CARE. De esta manera, el trapiche comunal quedó listo para 1975 y este mismo año empezó a funcionar en medio de la desconfianza de los dueños de tierra, quienes veían en este proyecto el germen de su destrucción ulterior como patronos, por lo que llegaron a tachar de "comunistas" algunas instituciones del gobierno, sin descartar de este adjetivo a la Iglesia Católica, quien, para ellos, era una de las entidades que más había participado en la organización cooperativa de las comunidades campesinas en las veredas. Sin embargo el proyecto desde su inicio presentó fallas que terminaron por ocasionar el fracaso. Fue así, por ejemplo, como el interés colectivo que tenía la comunidad de encargarse de la producción panelera "entre todos", fue cercenada por la orientación externa y paternalista, que dibujara al primer trazo, la Junta organizadora venida desde la ciudad. Este hecho limitó la acción cooperativa a sólo veinte socios activos, al considerar que se trataba de una organización precooperativa y no de una Acción Comunal. Debería ser, por lo tanto, sólo un grupo y no toda la comunidad decían "los doctores", los que constituyan la propiedad del trapiche comunal, a pesar de la necesidad general, y no parcial, de la vereda. Esta determinación externa dividió de hecho a la vereda entre socios aceptados y "compadres" no aceptados, sentando desde su inicio una solución unilateral si se considera que todos los miembros de la comunidad tenían las mismas necesidades. (**) COOPCEHTRAL, Cooperativa de segundo grado especializada en ahorro 7 créditos. Huida del seno de la organización católica, de la Diócesis de San Gil; SEPAS. De otra parte, el énfasis tecnoempresarial manifestado en el manejo administrativo de la cooperativa, no permitió asimilar la perspectiva cultural de la vereda, la cual mostraba una tremenda capacidad de acción comunal, motivada por el trapiche mismo y expresada en la disposición de la comunidad para asumir la solución de sus necesidades más urgentes, como lo demostrara la organización campesina expresada en la Acción Comunal desarrollada para lograr la construcción de la carretera y la instalación del acueducto vereda!, antes mencionados. El desconocimiento de estos hechos anteriores (considerando la situación en que se encuentra el trapiche en la actualidad), fueron los que generaron una toma de decisiones negativas respecto del campesino frente al trabajo económico cooperativo. Por un lado, el proyecto demostró comportamientos de mala fe por parte de los componentes del grupo campesino designado como Junta Administrativa, los cuales llevaron a la realización de "malos negocios", como las decisiones tomadas para la compra de los fondos, el molino y el motor del trapiche, elementos éstos que fueron adquiridos de segunda mano, y, algunos de ellos, en lamentable estado, transacción que habría de convertirse en pérdida inicial para el grupo que se vio en la obligación de reemplazar estos artefactos por equipo nuevo, posteriormente, sin que nadie asumiera la responsabilidad de estas decisiones. La aplicación del principio precooperativo que dividió a la vereda en socios y no socios, fue calando en la organización productiva a tal punto que los informes mensuales del Consejo Administrativo cayeron al nivel del chisme y la acusación acalorada entre los mismos compadres de la localidad. Las cuentas y los balances de la producción eran recibidos con desconfianza por parte de la Asamblea General (siempre incompleta). Los recibos de alquiler de trapiches a los socios y no socios, no aparecían nunca claros. Finalmente se llegó a la insospechada situación de que " . . . el tesorero actual debe $20.000.oo y no tiene con qué pagarlos. . ." según nos afirmaba un funcionario administrativo de CARE. Este mismo funcionario sostiene que los socios del trapiche comunal no tienen ni idea para pedir un balance, por lo tanto, todo el movimiento económico del trapiche queda en el círculo del Consejo Administrativo. Es razonable que el manejo económico y financiero, descuidado y poco eficiente, haya provocado un cansancio progresivo en el orden del rendimiento social y particular del trapiche co- munitario. La opinión, acertada según nuestro criterio, de un funcionario de CARE es que ". . . se recargó de Acción Comunal al grupo.. .". El deseo de organizarse y cooperar que manifestaba la vereda, se malgastó en un sinnúmero de reuniones que practicaban Asambleas Generales, reuniones de Consejo de Administración, trabajo colectivo para sembrar caña, para subir ladrillos y tejas, para construir el trapiche, para instalar el acueducto; reuniones por parte del ICA y del SENA, sin considerar el agobiante trabajo extensionista por parte de la preparación ideológica del socio cooperativo. Además el trapiche se construyó demasiado grande para la producción minifundista de los labradores de la caña; "... cada que se prendía el trapiche erapara hacer una "aguapanela", si mucho se molían entre quince y veinte cargas solamente. . .", era el argumento de algunos funcionarios de COOPCENTRAL, en las oficinas de San Gil, criticando la evaluación económica del proyecto. Esta situación se vio además agravada por el descenso total del precio de la panela acaecido en los finales de 1975: "... se compraba más barata la panela en Abastos de Bogotá, que en el mismo trapiche. . ." De esta manera se comenzó a desmejorar la motivación inicial de los cultivadores. La comunidad por su misma pobreza, debió compensar el gasto: "... Eso ha sido mucho el dinero que se le ha entregado a ese trapiche, para que ahora, después de todo el trabajo que le metimos a esto, todavía a estas alturas después de tantos años, aún le estemos pagando a CARE, a COOPCENTRAL y al presidente del trapiche comunal del Hastillo, quien también nos prestó dinero. Todo porque los tesoreros nunca se han portado bien con los dineros...." (Entrevista con una socia activa del trapiche). Es mucho el desconcierto que ha creado este trapiche en la comunidad. Sus socios están fatigados después de más de cinco años de lucha y aún no reciben los beneficios que tanto revuelo causaron en un principio, cuando de los labios de todos los promotores sociales escuchaban bellas esperanzas que habrían de mejorar su nivel de vida, menguando las inclemencias de los intermediarios que ya no les atormentarían más con sus decisiones económicas tan nefastas para su peculio familiar. Ahora ya no tendrían que rogar más a los dueños de trapiches para que les moliera su caña en condiciones tan desventajosas, ni deberían someterse a las condiciones arcaicas de producción que sus patrones imponían en la parcela. (5)"Ta1 como lo señala Marx: " . . . La repetición o renovación del acto de vender para comprar tiene su pauta y su meta. .. en un fin ultimo exterior a él: en el consumo. . . La circulación simple de mercancías, sirve de medio para la consecución de un fin último, situado fuera de la circulación, la asimilación de valores de uso" (t. 11956: 124. 26) Ibidem. El trapiche no les ha traído ningún descanso, al contrario, existe la sensación que los ha llenado de un esfuerzo sin retribuciones, los ha llenado de deudas y de enemistades entre ellos mismos, por desconocimientos de números, de letras y de educación en general, lo cual ha facilitado todo proceso malintencionado por parte del consejo administrativo. La aplicación de la estructura cooperativa en la organización social veredal, dentro de una visión estricta del impulso como forma de solución intermedia, llevó a que en la acción manifestara un comportamiento unilateral en un sentido económico entendido únicamente como lo entienden los comerciantes de la ciudad. El deseo de desarrollar los principios básicos en la Cooperativa de Rochdale, muestra una visión externa del manejo de una situación particular con un sentido estricto de la aplicación de leyes generales. Es lo que hace que no se considere en serio la forma cultural de este segmento productivo rural, por parte del hombre ciudadano, o citadino, que proyecta la acción-solución. Para que se considere el todo social como compuesto de diferentes grupos que conviven bajo un determinado espacio geográfico-político, es necesario entender que la realidad del campesino es una circunstancia diferente a la vivida por el obrero en la ciudad. No se trata de llevar una estructura programática pensada en la ciudad y transportada mecánicamente al campo, porque los resultados son evidentemente negativos, como ha venido ocu- rriendo en el caso del cooperativismo, desde hace muchos años no sólo en Santander, sino en Colombia y en América en general (6). Los prerrequisitos de la cooperativa mismos no están dados, las condiciones de desarrollo de los programas cooperativos no han sido madurados adecuadamente, por lo que recurrentemente se presenta el fracaso de estas soluciones que por lo demás son bastantes factibles de llevar bienestar a las diferentes comunidades de nuestro continente. En Colacote, por ejemplo, la misma estructura económica impidió el libre desarrollo de la cooperativa que empezó con tanto arraigo, pero pronto fue intimidada por los patrones, los que se asustaron ante la presencia de un trapiche comunal para minifundistas. Estos no contaban con la independencia real, toda vez que sus parcelas no alcanzaban a satisfacer las demandas internas de la familia, ni la fuerza de trabajo familiar con que contaba la unidad de producción doméstica, por lo que había necesidad de seguir contando con los favores de los ricos, quienes se negaban a dar tierras en arrendamiento o aparcería a los integrantes del grupo cooperativo, encerrándolos económicamente de esta manera. Muchos de los socios activos se fueron retirando paulatinamente y de veinte socios iniciales la cooperativa no cuenta hoy con más de once socios activos, y tal como van las cosas, el trapiche abandonado (el techo está inservible), los vecinos enemistados, las deudas en pie, no será extraño que ocurra lo que ha venido ocurriendo en otros lugares, " . . . que algún "vivo" se quede con el trapiche. . .", como nos decía el promotor de trapiches comunales de CARE (6) Cooperativismo: su fracaso en el tercer mundo. Editorial Punta de Lanza. 1977. Desde otra perspectiva, todos los funcionarios públicos que se entrevistaron en el ánimo de ahondar en las causas de estos fracasos comunitarios, coincidieron en una opinión general, sobre la cual recae la causa de que este primer trapiche comunal haya fracasado en el sentido antes anotado. Se trata del guarapo, ninguno encontró otra causa: ". . . los campesinos madrugan a beber guarapo y a las once de la mañana ya están idiotizados, quién entonces puede reunirlos para explicarles los principios cooperativos tan importantes para que el grupo funcione. . ." (Funcionarios del CARE); "... se les regaló todo lo que necesitaban, se les dio tierra para que cultivaran la caña a chorrillo (sin cultivo de pan coger), se les prestó dinero, se les dio abono y dos años de asistencia técnica por parte del ICA, nada dio resultados, yo creo que es el guarapo que no los deja hacer nada. . ." (Funcionario de Acción Comunal, Charalá). La misma razón dan los dueños de tierra; ". . . sólo les queda la borrachera, ese vicio no los ha dejado hacer nada, ni siquiera con la prohibición del guarapo lo han dejado, ellos se las ingenian para consumirlo y mantenerse tan borrachos como siempre, si esta gente no fuera así, hasta sería buena gente. . .". El único funcionario que ampara un poco más este concepto, fue el padre Ramón González, de San Gil, director de SEPAS y fundador de COOPCENTRAL: "... los charaleños están sometidos a terratenientes muy tradicionales, por un lado, y por otro, los campesinos no hacen sino tomar guarapo y sólo comen yuca. . . son desnutridos. . ."El guarapo es el síntoma pero la enfermedad es estructural. (7) Primer Seminario Universitario Nacional sobre las perspectivas del cooperativismo en el desarrollo del país. Santandercito. 1971. Orlando Fals Borda. Ed. Est. Crítico.
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