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PODA DE FRUCTIFICACIÓN EN FRUTALES

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PODA DE FRUCTIFICACIÓN EN FRUTALES. Objetivos.
	Es la que se efectúa cuando la planta ya está formada, con el fin de regular el equilibrio vegetativo-reproductivo, garantizando una armónica y racional distribución de la máxima producción, cuali y cuantitativamente, manteniéndola constante en el tiempo.
	Según la precocidad de la especie y el sistema de conducción, la poda de fructificación se inicia antes (duraznero, ciruelo japonés, manzano spur sobre portainjertos enanizantes, etc) o más tardíamente (ciruelo europeo, cerezo, peral sobre franco, etc.). Si bien se trata de anticipar la fructificación (precocidad), nunca debe comprometerse la formación de la planta.
	Sólo los árboles ya formados y bien conducidos pueden responder a los principios y objetivos de la poda de fructificación.
OBJETIVOS
1. Mantener un vigor adecuado en las unidades de fructificación. La poda, al reducir el número de yemas de una planta mejora la nutrición de las que quedan y por lo tanto les imprime un mayor vigor. Así el duraznero, al fructificar mejor sobre brindillas (unidad vigorosa) requiere más poda que un ciruelo que fructifica mejor sobre ramilletes (unidad de vigor reducido).
2. Reducir los puntos de fructificación. Al podar, estamos sacando yemas de flor, que son potencialmente frutos, de allí que la poda reduce la alternancia de producción e incrementa el tamaño y calidad de los frutos; aunque para lograr estos objetivos existe otra técnica que es el raleo de frutos. El reducir los puntos de fructificación es una desventaja en frutales de frutos pequeños, o donde no interesa aumentar el tamaño de los frutos, como por ejemplo: cerezo, almendro, ciruelo para secado, etc.
3. Distribuir adecuadamente el vigor en la planta. En una planta sin poda, las nuevas ramas y la fructificación se desarrollan en la periferia de la copa y con mayor vigor en la parte apical. La poda tiende a mejorar el vigor y la fructificación de la parte inferior de la copa, siempre lo más cerca posible del tronco y ramas primarias.
4. Controlar el tamaño del árbol. La poda es una forma más de mantener reducido el tamaño de las plantas, como lo son el uso de retardantes del crecimiento y portainjertos enanizantes.
5. Desarrollar ramas de renuevo para reemplazar ramas improductivas. Los órganos de fructificación tienen una duración limitada; mientras que en duraznero, la brindilla debe ser renovada todos los años, los dardos en frutales de pepita o ramilletes en otros frutales de carozo pueden durar 5,10 ó más años.
6. Remover ramas débiles, enfermas o que se interfieran. Por último, podemos decir que la poda tiene un objetivo de "limpieza" de la planta para mejorar el efecto de las pulverizaciones, entre otros beneficios.
Esos objetivos se logran complementando poda de raleo y de rebaje. La intensidad de la poda de rebaje (corta o larga) estará en función de: a-) la especie y el cultivar (duración de los elementos de fructificación), b-) sistema de conducción y poda, c-) estado de la planta: edad, poda anterior, producción, manejo, etc.
El duraznero que fructifica en brindillas (renovación anual) exigirá una poda más intensa que el cerezo cuyos elementos de fructificación duran 8-10 años. Situaciones intermedias corresponden a almendro, damasco, ciruelo japonés (ramilletes de 3-4 años), peral y manzano (dardos de mejor calidad de 3-5 años), ciruelo europeo (ramilletes de 4-5 años).
	El estado de la planta, independientemente de la especie y variedad, definen en gran medida la intensidad de poda y tipos de corte que prevalecerán. Plantas con una excesiva producción anterior y que por mal manejo de fertilización, riego, tratamientos sanitarios, etc., solos o combinados entre ellos, resultarán seguramente con crecimientos vegetativos tan pobres que no permitirán la renovación del material reproductivo, obligando a intervenir con una intensidad de poda mayor a fuerza de rebajes para recuperar crecimientos vegetativos en la próxima temporada. 
	Una situación contraria puede presentarse para la misma especie y/o cultivar, si por efecto de una helada se hubiera perdido la producción y no se hubiera manejado criteriosamente la fertilización nitrogenada (debe ser menor), la planta presentará un crecimiento vegetativo exagerado, por lo tanto la poda de fructificación deberá ser menos intensa y sobre todo de raleo para asegurar principalmente una mejor iluminación.
	Siempre durante la poda de fructificación debe considerarse el sistema de conducción, tratando de mantenerlo, y si hubiera perdido la estructura básica con la poda deberá tenderse a recuperar equilibradamente el sistema de conducción, aún a costa de perder parte de la producción de esa campaña pero asegurando las futuras.
	Con la poda larga, donde prevalece el raleo sobre el rebaje y éste es mínimo o nulo, se asegura un potencial productivo mayor porque se dejan más yemas frutales, la floración se retrasa y es más prolongada, disminuyendo en parte los riesgos de daños por helada. Este efecto positivo, debe obligatoriamente ser complementado con un manejo eficiente de raleo de frutos (época e intensidad apropiados) como así también de riego y fertilización. Sólo asegurando “eficientemente” esas prácticas culturales debe recomendarse la poda larga.
	Con la poda de fructificación se establece la producción o carga, ajustándola definitivamente con el raleo de frutos.
	La producción potencial (kg/planta) se establece en función de la especie y cultivar, edad de la planta y tamaño de la misma (portainjerto, suelo, manejo, etc.). Definido así un potencia de 15.000-35.000 ó 50.000 kg/ha, según sea el caso, cerezo o ciruelas de maduración temprana, duraznos o manzanas, y según el número de plantas por hectárea (densidad de plantación) corresponderá a un rendimiento por planta, luego dividido por el peso medio del fruto comercializable, se establecerá el número de frutos por planta. Ese número final por planta, contemplará una polinización y cuaje eficiente con las posteriores caídas naturales de fruto y el ajuste definitivo con el raleo de frutos. Queda entonces por establecer cómo distribuiremos las yemas en la planta, qué número de brindillas y/o dardos dejaremos con la poda. Así podremos establecer con la poda una carga de 300 frutos / planta, ubicados en 300 brindillas (poda corta) o en 100 - 150 brindillas (poda larga, con tres o dos frutos/brindilla) en el caso de duraznos. En manzanos deberemos hacer el cálculo distribuyendo los dardos por metro de ramas, asegurando un fruto por dardo. Con la poda también fijaremos no sólo la cantidad sino también su distribución en la planta, permitiendo una mayor cantidad de fruta en la parte superior y media respecto a la parte baja de la planta, asegurando siempre que esa madera frutal quede bien expuesta a la luz para lograr fruta de calidad (color y sabor).
	En nuestro medio, especies como el almendro de floración temprana, por lo tanto muy expuesta a daños por heladas, a pesar de tener elementos de fructificación de corta duración, no son sometidas a podas tan intensas como el ciruelo japonés, debido en parte para retrasar la floración y prolongar dicho período, además al ser una fruta cuyo valor no está dado por el tamaño o color (se comercializa la semilla o almendra) no es tan exigente regular la producción con la poda de rebaje, asegurándose la renovación de los elementos de fructificación con “luz” (poda de raleo) y con un manejo apropiado de fertilización.
	Un razonamiento semejante puede plantearse en una explotación de damascos destinados a industria, donde no importa demasiado el calibre de los frutos, entonces la intensidad de poda será menor que en aquellas situaciones o variedades destinadas a fruta para consumo en fresco.
	Un manejo especial de poda de fructificación merece el olivo, especie vecera genéticamente y por influencia de manejo. Así en años de alta producción, además de inhibirse la diferenciación floral por alta carga inicial de frutos, la planta responde con pobres crecimientos vegetativos (recordar la competenciamarcada que ejercen los frutos sobre los brotes), por lo tanto en la próxima temporada la poda de fructificación se limitará a un mínimo raleo de ramas, tendiente sólo a mejorar la iluminación de la planta, dejando todo el material posible para la floración y cuaje. La intensidad de poda quedará entonces determinada por la cantidad de madera frutal (brindillas) presente en el momento de efectuar la poda. Si es alta la proporción o cantidad de brindillas, se podará más intensamente, aún con poda de raleo de ramas solamente, para controlar así la carga inicial, evitando la inhibición de yemas frutales. Si no se controla con poda esa carga inicial, deberá hacerse luego con raleo de frutos: manual (muy costoso) o químico (no muy desarrollado aún), por lo tanto la forma más práctica, segura y económica de regular la producción en olivo es mediante la poda.
	Otra especie que merece especial atención en la poda de fructificación es el nogal, donde existen cultivares tradiciones de producción terminal, menos productivos, por lo tanto la intensidad de poda es menor y el rebaje no debe efectuarse porque se eliminaría la producción allí dispuesta. Los nuevos cultivares, de producción lateral, más productivos, exigirán también una poda más intensa, aún con rebajes, tendiente a compensar el menor crecimiento vegetativo que se produce por competencia con frutos.
	Recordar que la poda es una práctica cultural más y por lo tanto debe complementarse con otras como: riego, fertilización, raleo de frutos, tratamientos fitosanitarios, cosecha oportuna, etc. 
Poda de raíces
	Las raíces responden también a la poda y afectan marcadamente la parte aérea. La poda de raíces se efectúa mediante una labor profunda, al fin de verano o principios de otoño, cuando la planta reduce al mínimo la demanda de agua y nutrientes, coincidente con el período de crecimiento de raíces. Cuando se necesita fertilizar con P (localizándolo cerca de las raíces) y/o romper alguna capa impermeable de suelo para mejorar la penetración o percolación de agua, se aprovecha esa labor profunda como poda de raíces.
	Si esa operación se efectúa en primavera / verano, actúa controlando el crecimiento vegetativo porque se reducen las reservas de hidratos de carbono y reguladores de crecimiento y la capacidad de absorber agua y nutrientes.
	Debido a que es muy difícil localizar la profundidad y distribución de las raíces para asegurar su eficiencia, no es una práctica común.
	Conviene hacerla un año de cada lado de la planta y dejar aún 3-5 años sin repetir la operación para evitar efectos negativos.
Poda de rejuvenecimiento
	Mal llamada poda de rejuvenecimiento porque el material nuevo seguirá siendo adulto no “juvenil” por ello se debería llamar mejor poda de renovación o vigorización.
	Es la poda efectuada cuando se debe recuperar la productividad de una planta. Cuando por razones de mal manejo: exceso de producción, pobres crecimientos, falta de luz, mala nutrición y riego etc., la madera frutal es improductiva y se aleja del sistema de conducción original, puede recurrirse a la poda de rejuvenecimiento. Debe evaluarse bien las causas que determinaron ese envejecimiento y si el sistema radicular de la planta está sano y no hay síntomas de afecciones serias como nemátodos, Phytophthora o problemas de compatibilidad de injerto entre otras causas, puede recomendarse esta poda.
	La poda de rejuvenecimiento consistirá en un rebaje muy intenso, en invierno, induciendo la brotación de yemas latentes cercanas a la zona de los cortes sobre madera vieja. Los cortes puede ser conveniente protegerlos con una mezcla o pasta fungicida cicatrizante (no cúprica), y la estructura de la planta que queda debe ser pintada con látex blanco para prevenir las quemaduras de sol. Durante la primavera / verano deberán seleccionarse los brotes bien ubicados para renovar las ramas de estructura y de producción. Esta poda por su intensidad dejará también sin producción la planta ese año, pero para lograr el objetivo se debe sacrificar esa producción, persiguiendo sólo la obtención de madera sobre la que se inducirán yemas frutales para las próximas temporadas.
	No todas las especies responden bien a esta poda y debe evaluarse bien las causas que llevaron al cultivo a dicho envejecimiento y estar en condiciones de revertirlas, antes de tomar la decisión de esta poda. Se exigirá por lo tanto un posterior manejo apropiado del cultivo, en lo que respecta a las otras prácticas: riego, fertilización, tratamientos fitosanitarios, poda de fructificación, raleo de frutos, etc.

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