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Pedro Arturo Gómez
Compilador
Pedro Arturo Gómez
Compilador
Isabel Aráoz - Sara Luisa Corbalán - Ilde Diez - 
Silvina Douglas - Matías Galindo - Pedro Arturo Gómez - 
Marta Edith Moya - María Belén Romano - Paula Roldán Vázquez
Manual de Lengua y Comunicación
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional de Tucumán
Lengua y acción comunicativa : manual lengua y comunicación / Pedro Arturo Gómez ... 
[et al.] ; compilado por Pedro Arturo Gómez. - 1a ed . - San Miguel de Tucumán : Tropa 
Circa, 2018.
 402 p. ; 29 x 20 cm.
 ISBN 978-987-46752-1-7
 1. Ciencias de la Lengua. I. Gómez, Pedro Arturo II. Gómez, Pedro Arturo, comp. 
 CDD 407
Título: Lengua y Acción Comunicativa. Manual de Lengua y Comunicación.
Compilador: Pedro Arturo Gómez.
Autores: 
Isabel Aráoz 
Sara Luisa Corbalán
Ilde Diez 
Silvina Douglas
Matías Galindo
Pedro Arturo Gómez 
Marta Edith Moya
María Belén Romano
Paula Roldán Vázquez
Primera edición: Mayo 2018
Diseño de tapa e interiores: Tropa Circa
www.tropacirca.com
ISBN 978-987-46752-1-7
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Dedicado a María Yolanda Cerviño
ÍNDICE
PRÓLOGO.................................................................................................................11
 Pedro Arturo Gómez
Capítulo 1
LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA.....................................................15
 Pedro Arturo Gómez
Actividades Capítulo 1 .........................................................................41
Capítulo 2
MODELOS DE COMUNICACIÓN............................................................................................51
 Pedro Arturo Gómez
Actividades Capítulo 2 .........................................................................73
Capítulo 3
USOS DE LA LENGUA EN LA COMUNICACIÓN.......................................................................81
 Silvina Douglas
Actividades Capítulo 3 ......................................................................109
Capítulo 4
TEXTO Y DISCURSO..........................................................................................................125
 Isabel Aráoz
Actividades Capítulo 4 .......................................................................143
Capítulo 5
COHESIÓN......................................................................................................................151
 Isabel Aráoz
Actividades Capítulo 5 ......................................................................167
Capítulo 6
COHERENCIA......................................................................................................175
 Matías Galindo
Actividades Capítulo 6 .......................................................................195
Capítulo 7
MODOS DE ORGANIZACIÓN DEL DISCURSO: 
EL PROBLEMA DE LA CLASIFICACIÓN DE LOS TEXTOS.....................................................209
 Paula Roldán Vázquez 
 María Belén Romano
Actividades Capítulo 7 .......................................................................221
Capítulo 8
NARRACIÓN.................................................................................................................231
 Sara Luisa Corbalán
Actividades Capítulo 8 .......................................................................251
Capítulo 9
DESCRIPCIÓN........................................................................................................259
 Sara Luisa Corbalán
Actividades Capítulo 9........................................................................273
Capítulo 10
ARGUMENTACIÓN.............................................................................................279
 Paula Roldán Vázquez
Actividades Capítulo 10 .......................................................................299
Capítulo 11
EXPLICACIÓN.................................................................................................................313
 maría Belén Romano
Actividades Capítulo 11 .......................................................................337
Capítulo 12
LA ENUNCIACIÓN: 
SUBJETIVIDAD, LENGUA Y COMUNICACIÓN .......................................................................349
 Marta Edith Moya
Actividades Capítulo 12 .......................................................................375
Apéndice
LA MONOGRAFÍA.............................................................................................................387
 Ilde Diez
PRÓLOGO
PRÓLOGO - 13
PRÓLOGO
El lenguaje verbal –la lengua- es el mundo de los humanos, las palabras son las herramientas 
para forjar el mundo de la realidad y otros mundos posibles. En esa construcción permanente de 
realidades, los signos lingüísticos conviven y entretejen alianzas con otros signos: imágenes, ges-
tos, señales… Pero en verdad estos artefactos de significación que son los signos no hacen nada 
por sí mismos, somos los seres humanos quienes hacemos cosas con ellos, dándoles vida para 
construir mundos de vida. Por eso, interesarse por la vida de los signos es atender a sus usos en el 
seno de la vida social y cultural. Además de la producción y almacenamiento de información, la 
comunicación es donde los signos en general y los signos lingüísticos en particular manifiestan 
su mayor vitalidad, de modo que la elaboración, intercambio y circulación de mensajes compo-
nen los procesos en los que el lenguaje se pone en juego como código y acción.
La acción es intervención en el mundo que provoca cambios en el estado de las cosas, y la 
acción que se vale del uso de signos es una producción de significados capaz de moldear mun-
dos. Al mismo tiempo, el uso de los signos se desarrolla en cursos de interacción; es así que la 
acción comunicativa liga vínculos interpersonales. La existencia de los signos es relacional, por 
eso estudiarlos es dar cuenta de cómo se relacionan con aquello a lo cual representan, cómo se 
relacionan entre ellos en los enunciados y con respecto al código, y cómo se relacionan con los 
usuarios en las situaciones y contextos de uso. Un enfoque comunicacional de la lengua es la 
perspectiva apropiada para producir conocimiento acerca de esta propiedad relacional funda-
mental de los signos.
Éste es el enfoque que ha adoptado como eje de su trabajo nuestra Cátedra de Lengua y 
Comunicación de la Facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), 
con especial atención puesta en la adquisición y desarrollo de la competencia comunicativa ne-
cesaria para el desenvolvimiento de las y los estudiantes en su trayecto universitario, dado que 
nos ocupamos de un espacio curricular de formación básica común a todas las carreras ofrecidas 
por esta unidad académica. Por esta razón, el tratamiento que hacemos de los fenómenos de la 
lengua en los procesos comunicacionales procura tener en cuenta la variedad de problemas que 
la educación universitaria presenta a la población estudiantil, poniendo en juego sus capacidades 
de producción, reconocimiento e interpretación de textos. Sobre estas bases, nos focalizamos en 
las prácticas discursivas más relevantes para las áreas disciplinarias de su formación, sin desa-
tender los discursos de la vida cotidiana, sobre todo aquellos que integran la densa producción 
comunicativa de la era digital.
En este marco, los aspectos sociales y culturales de la acción verbal en la comunicación impo-
nen su relieve, proyectando sus marcas en las prácticas y producciones, tanto en la interacción 
cara a cara como en los intercambios mediatizados y en los usos mediáticos. Por ello hace falta ir 
más allá de la Gramática y la normativa, para abarcar las contribuciones de la Sociolingüística, la 
Etnografía del Habla, la Semántica, la Lingüística del Texto, el Análisis del Discurso y la Pragmáti-
ca Lingüística. Éstos son los fuentes de las que se alimenta nuestro enfoque comunicacional para 
el diseño de los contenidos del espacio curricular del cual nos ocupamos, contenidos que atien-
den a la producción e interpretaciónde sentido, dimensión que no es sólo pertinente a las prácti-
cas lingüísticas sino a todas las prácticas sociales, pues ellas son también prácticas significantes.
Así la producción e interpretación de sentido que utiliza como instrumento la lengua se cons-
tituye en una de las formas posibles –quizá la más importante- de las prácticas significantes. Por 
14 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
lo tanto, para nuestro estudio las unidades de análisis son los textos situados en sus matrices dis-
cursivas, contextos y condiciones de producción, desde una perspectiva lingüístico-pragmática 
que apunta a la lengua como instrumento de pensamiento y como acción comunicativa.
Estos principios se sintetizan en el título del manual que aquí presentamos, producto de la 
experiencia en la docencia y la investigación de quienes integramos nuestra Cátedra, experien-
cia nutrida por la articulación de estudiantes y profesores en un proceso no sólo de enseñanza 
- aprendizaje, sino también de producción de conocimiento. Durante los años de trayectoria do-
cente no nos hemos limitado a la mera repetición de conceptos, sino que hemos ido construyen-
do nuevas ideas y nociones, fruto de nuestro trabajo con las y los estudiantes y de los estudios e 
investigaciones de cada miembro de nuestro equipo. El producto de ese trabajo se fue volcando 
en los apuntes y materiales con que la Cátedra ha venido trabajando hasta ahora. En 2018 hemos 
decidido reunir todo ese material más nuevos contenidos en un libro, este Manual de Lengua y 
Comunicación, que continúa y amplía el camino trazado anteriormente por publicaciones de 
2002 y 2009.
Cada capítulo expone -con la propuesta de actividades prácticas correspondiente- los temas 
más relevantes para un enfoque comunicacional de la lengua: los elementos que componen el 
proceso comunicativo, los principales modelos elaborados para explicar la comunicación, los 
actos de habla y los fenómenos de significado que se producen en la acción verbal, los comporta-
mientos lingüísticos de cortesía, la producción discursiva y los textos, las propiedades textuales 
de coherencia y cohesión, los modos de organización del discurso (narración, descripción, argu-
mentación y explicación), la enunciación y la subjetividad en la lengua. Un destacado apéndice 
se encarga de presentar una guía para la elaboración de monografías, textos que forman parte 
elemental de las producciones académicas de las y los estudiantes.
En estos tiempos de la era digital caracterizados por la preponderancia de internet, las redes so-
ciales y los dispositivos de la conectividad, las prácticas y los procesos comunicacionales se han 
adensado e intensificado, dando lugar a nuevas sociabilidades y configuraciones culturales. Las y 
los jóvenes son los principales protagonistas de estos cambios vertiginosos que desde las esferas 
de la vida cotidiana, del trabajo y de las instituciones exigen una permanente y ardua actualiza-
ción por parte de los educadores, sobre todo aquellos dedicados a la transmisión y producción 
de conocimientos en el nivel universitario, dentro del campo de las ciencias y disciplinas del 
lenguaje y la comunicación. Quienes formamos parte del equipo de nuestra Cátedra de Lengua y 
Comunicación, al componer este libro hemos partido de esa premisa para abrevar en los inmen-
sos acervos de teorías y corrientes, junto con los productos de nuestra propia labor de docencia e 
investigación, trabajando esta materia con el objetivo de darle forma y contenido a una publica-
ción que mediante una revisión y síntesis crítica ofrezca no sólo un instrumento didáctico, sino 
también un aporte al estudio de la vida de los signos en el seno de la vida social.
Pedro Arturo Gómez
Capítulo 1
LA COMUNICACIÓN Y 
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Pedro Arturo Gómez
Bibliografía
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YULE, G. (1998): El lenguaje. Madrid, Cambridge University Press.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 17
1. ¿Qué es la comunicación?
Revisemos las siguientes situaciones:
(1) Dos amigos hablan de sus vacaciones durante una charla de café.
(2) Una madre le lee a su hijo pequeño un cuento.
(3) Un muchacho le declara su amor a una chica.
(4) Un cliente se queja ante un vendedor por el precio de un producto.
(5) Un padre reprende a su hija adolescente por llegar muy tarde.
(6) La hija adolescente le pide disculpas a su padre por llegar tarde.
(7) Un profesor da una clase de geografía ante los estudiantes.
(8) Una mujer conversa con una amiga por teléfono.
(9) Dos colegas intercambian información profesional por correo electrónico.
(10) La conductora de un telediario da las noticias en el programa nocturno.
(11) Un hombre hace una seña con la mano para detener un taxi.
(12) Un niño le dice que no a su madre moviendo la cabeza hacia los costados.
(13) Un político le responde a un periodista en una entrevista radiofónica.
(14) Un muchacho se encoge de hombros ante la pregunta de una amiga.
(15) Un árbitro de fútbol expulsa a un jugador durante un partido mostrándole una tarjeta roja.
(16) Un hombre le manda a su pareja un mensaje de voz por Whatsapp.
(17) Un muchacho publica una foto en Instagram.
(18) Una mujer publica un posteo en Facebook
(19) Alguien publica un comentario a ese posteo en Facebook.
(20) Alguien coloca el ícono de “me gusta” a ese posteo.
(21) Un joven publica un comentario en Twitter.
(22) Alguien manda un mensaje escrito en un grupo de Whatsapp.
(23) Una chica le manda a una amiga un emoticón en un mensaje de Whatsapp.
Estas diferentes situaciones tienen en común el hecho de que siempre hay:
• Alguien expresando algo (estados de cosas, ideas, pensamientos, conocimientos o sentimientos)
• acerca de algo (el mundo, la vida, el entorno inmediato, la realidad del momento, el “mundo 
interior”, etc.)
• ante alguien (el interlocutor o destinatario específico, los miembros de una audiencia, un 
destinatario ocasional, etc.)
• valiéndose de un cierto tipo de recursos (palabras, gestos, imágenes, etc.)
• a través de un cierto tipo de dimensión material con una o más orientaciones sensoriales (vi-
sión, oído, audiovisual)
• de forma directa (cara a cara) o por medio de dispositivos, soportesy formatos técnicos y tec‑
nológicos, públicos o privados (teléfono, radio, televisión, correo electrónico, aplicaciones de 
telefonía móvil, etc.)
• según las intenciones que motivan el trato que le dan a las expresiones quienes intervienen en 
la situación.
En todos estos casos las personas que participan en las situaciones no actúan aisladamente, sino 
que lo hacen unos con respecto a otros, esto es, interactúan. Lo que está en juego en esa interac-
18 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
ción son —como ya dijimos— ideas, pensamientos, conocimientos, emociones, sensaciones, etc. 
Todos estos elementos se ponen en juego porque las personas tienen la intención de ponerlos en 
conocimiento de algún “otro” con la intención de obtener algún tipo de efecto.
En (1) los amigos se hacen saber mutuamente las instancias de sus vacaciones, quizá con el 
fin de comprobar cuál de los dos tuvo experiencias “más intensas”; en (2) la madre le cuenta 
leyendo de un libro una historia determinada —digamos, El gato con botas— con la intención 
de entretenerlo hasta que se duerma; en (3) el muchacho le hace saber a la chica del amor que 
siente por ella con la meta de que ella le corresponda; en (5) el padre le hace saber de su enojo a 
su hija con la intención de que ella se retracte y no reincida, pero también, muy probablemente, 
con el deseo de que ella reconozca y manifieste a través de la obediencia la autoridad paterna; y 
así sucesivamente.
Se podría decir, entonces, que en todas estas situaciones se produce la interrelación de mentes 
humanas. Pero esta interrelación no se realiza “de mente a mente”, como si las personas involucra-
das fueran telépatas. Para expresar sus ideas, pensamientos, emociones, sensaciones, etc. y expo-
nerlas ante otros las personas elaboran sus expresiones valiéndose de ciertos recursos. En algunos 
casos estos recursos son palabras, pronunciadas por la voz o puestas por escrito, como en los ejem-
plos (1) al (10) y (13), en presencia los unos de los otros, cara a cara, o por medio de dispositivos 
como el teléfono, la televisión, la radio, el correo electrónico, etc. Pero en otros casos, como los que 
aparecen en (11), (12), (14) y (15), los sujetos hacen uso de otros recursos: gestos, una cierta tarjeta 
de un color determinado de la misma manera que los colores rojo, amarillo y verde del semáforo 
expresan la idea de que es necesario detenerse, prestar atención y avanzar. Obviamente, en este úl-
timo caso, no se trata de que los semáforos pretendan por sí mismos expresar idea alguna, sino que 
son a su vez recursos o instrumentos mediante los cuales quienes los diseñaron tienen la intención 
de ordenar de una determinada manera el tránsito callejero. Por su parte, los ejemplos de (16) a (23) 
son casos de mensajes producidos en redes sociales y aplicaciones de telefonía celular, elaborados 
con palabras -tanto escritas como orales- e imágenes.
Todos estos ejemplos presentan situaciones donde las personas interactúan, interrelacionan-
do sus mentes en el intercambio de expresiones elaboradas con una cierta clase de recursos 
(palabras, gestos, imágenes o algún otro tipo de elementos), de acuerdo con las intenciones que 
motivan sus acciones. Todas estas situaciones son ejemplos de comunicación. De este modo, la 
mayor parte del tiempo nos la pasamos comunicándonos, de múltiples maneras, valiéndonos de 
diferentes recursos y a través de diversos medios, en distintos contextos y situaciones de inte-
racción.
La comunicación es un tipo particular de acción y como tal se realiza en procesos, es decir, 
en un conjunto de fases o pasos. ¿Cómo se desarrolla el proceso comunicativo? ¿Cuáles son los 
elementos que lo componen? ¿De qué manera se relacionan entre sí las personas que participan 
en él? Veamos, en el siguiente ejemplo, cómo se desarrolla el proceso comunicativo.
Ana y Pedro son estudiantes del primer año de una de las carreras de la Facultad de Filosofía y 
Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Puesto que las clases han comenzado hace poco, 
ellos no están todavía familiarizados del todo con los horarios y lugares de las clases de cada ma-
teria. Pedro encuentra a Ana en uno de los pasillos, la reconoce como una de sus compañeras, y 
la aborda haciéndole una pregunta. A partir de allí, entablan una conversación.
(1) Pedro: Hola, somos compañeros. ¿Te acordás?
(2) Ana: Sí, ya sé.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 19
(3) Pedro: ¿Tenés idea de en qué salón es la clase teórica de Lengua y Comunicación?
(4) Ana: ¿Hoy hay clase teórica de Lengua y Comunicación?
(5) Pedro: Sí, claro, hoy es miércoles.
(6) Ana: ¡Ah, sí! Tenés razón. Dejame que me fije en mi cuaderno, porque ahí anoté los horarios 
y las aulas... Sí, mirá, ya lo encontré. Es en el Salón de Actos. ¿Sabés dónde queda, no?
(7) Pedro: Sí, cerca de la entrada. Es a las cinco y media, ¿no?.
(8) Ana: Sí, vamos yendo, si querés. Ya casi es hora.
(9) Pedro: Bueno, vamos.
Ana y Pedro poseen sus respectivos estados de conocimiento en el momento previo al comienzo 
de una conversación, esto es, antes de empezar a interactuar. Cada uno tiene en su pensamiento 
una serie de relaciones particulares con el mundo, con la gente, consigo mismos; cada uno tiene 
distintos sentimientos y actitudes. Pero también tienen conocimientos, ideas, pensamientos, ac-
titudes y sentimientos en común:
• Ana y Pedro saben el uno del otro lo suficiente como para reconocerse mutuamente como 
“compañeros de estudios”, saben en qué consiste ser “compañeros de estudios”, saben qué 
es estudiar y qué se espera de ellos en cuanto estudiantes, saben qué es una carrera univer-
sitaria, saben (más o menos) de qué se trata la carrera que han comenzado a estudiar, etc.
• Ambos saben que están en un lugar determinado, en un cierto contexto espacio-temporal 
identificable, desde el entorno más inmediato al menos inmediato (saben que están en un 
pasillo del edificio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tu-
cumán; saben que están en un cierto sector de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en la 
provincia de Tucumán, en Argentina, en Sudamérica, etc.; y saben qué cosa es un pasillo, un 
edificio, una facultad, una universidad, una ciudad capital, una provincia, un país, un conti-
nente, una cierta ubicación cardinal (en el Sur, el Norte, etc.).
• Ambos saben que el plan de estudios de la carrera (cualquier plan de estudios de cualquier 
carrera) está compuesto por materias, saben (más o menos) qué cosa es una materia; saben 
que entre las materias del primer año de la carrera que han comenzado a cursar se encuentra 
Lengua y Comunicación; saben que deben asistir a las clases de esa materia y que esas clases 
se dictan en ciertos horarios y ciertos lugares específicos; saben que se espera de ellos un cier-
to comportamiento con respecto a esas materias, horarios y lugares, según ciertas reglas, etc.
• En principio, ambos comparten la actitud de querer cumplir con eso que se espera de ellos.
Este conjunto de conocimientos y experiencias compartidos constituye la intersubjetividad, un 
trasfondo de datos que los sujetos comparten.
La conversación que inicia Pedro con su pregunta parte de asumir como supuestos esos cono-
cimientos acerca de estados de cosas y relaciones, particulares y generales. Por eso la conversa-
ción no comienza con intervenciones del tipo:
“Estamos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, en la 
ciudad de San Miguel de Tucumán, en la provincia de Tucumán, etc.”
“Existe una carrera tal y una carrera consiste en tal y cual cosa. Existe un Plan de Estudios y 
esto consiste en tal y cual cosa, etc.”
“Ser compañeros de estudio consiste en tal y cual cosa”. “Existe algo que se llama “materias”. 
“Existe una materia llamada Lengua y Comunicación”, etc.
20 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
Veamos, a grandes rasgos, cómo se desarrolla esta interacción comunicativa con respecto a los 
conocimientos que se ponen en juego:
(1) Pedro iniciala conversación mencionándole a Ana la relación “compañeros de estudios” que 
existe entre él y ella.
(2) Como esta información está en las estructuras iniciales del conocimiento de Ana, ella contes-
ta “Sí, ya sé”.
(3) Pedro da un paso más, yendo de lo conocido para ambos hacia algo que es nuevo en principio 
para él: la ubicación del salón donde tendrá lugar la clase teórica de Lengua y Comunicación.
(4) Ana da muestras de que no sabe que en ese día hay clase teórica de esa materia.
(5) Con lo ocurrido en (4) se cancela el supuesto de Pedro acerca de que ella poseía ese cono-
cimiento. Pedro da la información pertinente para llenar ese “vacío” ocasional en el conoci-
miento de Ana diciéndole “hoy es miércoles”
(6) Ana asume el dato (“¡Ah, sí! Tenés razón.”) y, paso siguiente, procede a darle a Pedro la in-
formación que él originariamente le había pedido, informándole de paso que ella anotó en su 
cuaderno los horarios y las aulas.
(7) Ana se cerciora también, mediante una pregunta, de si él sabe dónde queda el Salón de Ac-
tos. La respuesta de Pedro demuestra que esa información está en las estructuras iniciales de 
su conocimiento (“Sí, cerca de la entrada”). A su vez, él corrobora si los conocimientos de ella 
incluyen el horario de la clase.
(8) La respuesta afirmativa de Ana pone en evidencia que ese dato forma parte de sus conoci-
mientos, agrega la incitación a ir y la información, probablemente nueva para Pedro de que 
es casi la hora de inicio de la clase. Pedro acepta. 
(9) Como resultado de este tramo de la interacción los estados de conocimiento de uno y otro se 
han modificado, incorporando mediante el intercambio comunicativo información nueva, o 
precisando con mayor solidez información que ya existía pero no de una manera firme.
El proceso comunicativo se pone en marcha a partir de estados iniciales de 
conocimiento en la mente de cada uno de los participantes. Estos tienen en 
común un determinado repertorio de conocimientos compartidos (intersub-
jetividad). Sobre esta base la comunicación avanza mediante el ingreso de 
información nueva y la articulación de ésta con la ya conocida. De esta ma-
nera, las situaciones comunicativas van de aquello que los interlocutores ya 
saben a la presentación de datos nuevos que los interlocutores deben procesar 
e incorporar en sus estructuras de conocimiento. A veces, estos datos son tan 
novedosos u originales que pueden ofrecer dificultad para su procesamiento 
y comprensión.
2. Los componentes del proceso comunicativo
¿Cuáles son los elementos que componen el proceso comunicativo? Los componentes comuni-
cativos fundamentales son los participantes -un emisor y un receptor- y un mensaje, además de 
factores tales como el canal, el código, el referente y la intersubjetividad. Caractericemos cada uno 
de ellos.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 21
Participantes
Con respecto a los participantes, términos como emisor y receptor han sido tomados de la teoría 
de la información. Desde este enfoque, se pone el acento en la transmisión, ya que se asume que 
el mensaje es creado en uno de los polos del proceso (el de la emisión) y enviado al otro polo (el de 
la recepción), a lo largo de un canal. Otros enfoques —en particular, los que provienen del campo 
de la Lingüística— usan las nociones de “hablante” y “oyente”, o “enunciador” y “destinata-
rio”, lo cual implica una concepción de la comunicación como típicamente verbal —es decir, a 
través de la lengua— oral y diádica (los participantes distribuidos en dos tipos de roles: hablantes 
y oyentes, o enunciadores y destinatarios), y que los roles comunicativos pueden describirse 
como activos versus pasivos (hablar versus escuchar). Otros enfoques tienen en cuenta aspectos 
como las relaciones sociales entre los participantes, según sus posiciones y roles en el orden so-
cial, y sus relaciones interpersonales.
Mensaje
Durante un acto de comunicación, una persona hace algo accesible a otra mediante la produc-
ción de un mensaje. La recepción de un mensaje puede alterar el curso de acción del otro, aun-
que más no sea creando una pieza de información compartida. Para algunos especialistas, los 
mensajes son pensamientos externalizados y puestos en conocimiento de los demás mediante un 
código compartido. Para otros, los mensajes son la manifestación de intenciones comunicativas 
(los efectos que el hablante pretende lograr mediante la acción comunicativa). No cabe duda de 
que ambos aspectos, el contenido informativo y la orientación intencional, son componentes de 
todo mensaje. Con respecto a los mensajes es posible distinguir también entre información y 
comunicación. Información es el conjunto de datos contenidos en un mensaje transmitido; 
comunicación es un proceso de interacción en el que participan sujetos que intercambian 
información, asignándole sentido tanto en sus papeles de emisores / hablantes / enunciadores, 
como en los roles de receptores / oyentes / destinatarios. Esto quiere decir que los sujetos les 
asignan sentido a los mensajes en el momento de producirlos (la instancia de la emisión), y tam-
bién en el momento de recibirlos e interpretarlos (la instancia de la recepción. De este modo, 
la asignación de sentido que los sujetos en su papel de receptores / destinatarios les hacen a 
los mensajes puede coincidir total o parcialmente, o no coincidir para nada, con la asignación 
de sentido que hizo sobre esos mensajes el emisor / enunciador en el momento de producirlos. 
Esta constante asignación y reasignación de sentido depende de factores tales como los conoci-
mientos de los sujetos, las relaciones sociales e interpersonales de los participantes del proceso 
comunicativo, las circunstancias, situaciones y contextos en las que interactúan.
Código
La producción e interpretación de mensajes se realizan mediante el uso de signos, los cuales se 
hallan organizados en sistemas, los códigos. Por lo tanto, un código es un sistema de signos, 
un repertorio de unidades y las reglas para que esas unidades se combinen en la forma-
ción de los mensajes. No sólo se transporta información mediante el código verbal (el código 
lingüístico, la lengua), sino también a través de medios no verbales. Entre los medios no verbales 
para producir mensajes están las imágenes, los gestos, el tono de la voz, el grado de proximidad 
física entre los participantes, etc. 
22 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
Canal
Es el elemento o medio físico por el cual circulan los mensajes. Se denomina “canal” tanto al 
medio natural (aire, luz), como al medio tecnológico empleado en la comunicación (imprenta, 
teléfono, radio, cine, televisión, computadora, etc.), donde según el tipo de canal intervienen 
determinados sentidos (vista, oído, tacto), de modo que es posible hablar también –según la si-
tuación comunicativa- de canal auditivo, visual, audiovisual o táctil (en el caso de procesos de 
comunicación en los que participan personas ciegas)
Referente
Aquello a lo cual hace referencia el mensaje. Puede ser una cosa, estado de cosas, un hecho o 
acción en el mundo real o de la ficción, un estado físico o de ánimo, etc.
Intersubjetividad
Como ya hemos visto, la intersubjetividad tiene que ver con el conocimiento y la experiencia 
compartidos. Para que la comunicación se produzca, la gente debe compartir ciertos conocimien-
tos básicos, por ejemplo, acerca del mundo, de cómo debe ser el comportamiento en determinadas 
situaciones, de cómo debe usarse el lenguaje, etc. La intersubjetividad permite la comunicación y 
es producida por ella. En un acto comunicativo lo que previamente ha sido una intención privada 
de comunicar algo se transforma en una pieza pública de información compartida. Por eso la inter-
subjetividad se ubica en el cruce entre la experiencia y/o conocimiento privado y lo que es público.
3. Elementos del código
Lenguaje, signo y habla
En los procesos comunicativos se puede hacer uso de diversos tipos de signos, verbales orales o 
escritos, imágenes,gestos, movimientos y hasta se puede usar el silencio como signo expresando 
enojo o fastidio. Por lo tanto, en la comunicación pueden intervenir distintos códigos o lengua-
jes, incluido el lenguaje verbal, el código de la lengua. Caractericemos con precisión cada uno de 
estos elementos.
Lenguaje
En la vida cotidiana los seres humanos producen información a través de diversos medios: pa-
labras, gestos, imágenes, sonidos, movimientos, etc. Esta producción de información puede estar 
orientada por la intención de establecer un vínculo comunicativo, aunque no necesariamente 
ocurra así siempre. Alguien puede interpretar que una persona determinada ha querido “decirle” 
algo mediante un gesto o hasta de un silencio. Pero bien puede ser que esta persona en realidad 
no haya tenido intención alguna de transmitir ningún mensaje en particular, y todo haya corrido 
por cuenta del afán “interpretativo” tan común entre los humanos. La facultad general humana 
de producir información a través de un conjunto organizado de elementos gestuales, verbales, 
visuales, acústicos, táctiles, etc. se denomina lenguaje. Estos elementos son los signos y se or-
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 23
ganizan en un sistema de unidades y reglas que rigen la combinación de esas unidades 
denominado código. Por lo tanto, cualquier sistema organizado con vistas a la producción de 
información toma el nombre de “lenguaje”: lenguaje gestual, visual, táctil, etc. También se em-
plea el término “lenguaje” como denominación alternativa a la de “código”. Un código es toda 
organización de signos que forman un sistema y que tienden a representar o designar a otro 
elemento exterior al sistema: así se habla de lenguaje pictórico, lenguaje musical, etc.
Signo
Se denomina signo a un elemento perceptible (A), sonoro, visual, táctil, etc. que representa y/o 
designa a otro elemento (B), haciendo posible que mediante (A) se reconozca (B). El concepto o 
idea del elemento representado que produce el signo en la mente es el significado. El elemento 
(B), el elemento al que hace referencia el signo, el objeto al cual representa, tal cual se ofrece a 
la percepción en el mundo, es el referente del signo. Existen diferentes tipos de signos: icó-
nicos (imágenes y cualquier representación gráfica: plástica, fotografía, cine, video, etc.), ges-
tuales (expresiones faciales, muecas, ademanes), kinésicos (cualquier movimiento en general 
susceptible de producir información), etc. y signos verbales: palabras, frases, oraciones, textos.
Los signos icónicos tienen la particularidad de estar motivados por el aspecto del referente; 
en otras palabras, son parecidos o similares a sus referentes.
Estas tres imágenes (una foto y dos dibujos) son signos icónicos que representan al objeto 
manzana. Cualquiera que viese estos signos podría advertir que representan a una manzana 
(cualquiera que conozca esa cosa en el mundo que denominamos en español “manzana”). El sig-
nificado de estos signos es reconocible con facilidad porque se parecen, son semejantes, similares 
a su referente.
Pero veamos los siguientes signos:
manzana apple pomme
Se trata de signos verbales, signos lingüísticos escritos: la palabra “manzana” en diferentes 
idiomas (español, inglés y francés). Estos tres signos verbales hacen referencia (en diferentes 
lenguas) al mismo objeto, pero para reconocer su significado (para reconocer el referente) hace 
falta conocer el código de cada lengua. No hay ningún parecido, ninguna similitud o semejanza 
entre los signos verbales y los objetos a los que representan. La relación entre los signos verbales 
y aquello a lo cual representan no es por parecido o semejanza, sino por convención. 
24 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
Los signos verbales pueden ser orales (producidos por el aparato fonador) o escritos.
Los signos son inteligibles para un grupo humano determinado o comunidad de poseedores 
del código, el sistema organizado de signos y las reglas que rigen su combinación. En el uso por 
parte de los humanos, los signos circulan en situaciones y prácticas sociales.
Las condiciones para la existencia de un signo son:
• A representa / designa a B (o lo sustituye).
• Es intencional, sólo existe en virtud de una comunidad de usuarios.
• No tiene existencia independiente sino dentro de las relaciones en que participa (relaciones 
con el código, con el referente y con los usuarios).
• El signo siempre significa, ya que de otra manera no sería signo.
Lengua
La capacidad o facultad específica de producir información mediante signos verbales es la len-
gua; por lo tanto, el sistema de signos verbales (lingüísticos) toma también la denominación de 
“lengua” o código lingüístico.
El lenguaje verbal es, entonces, el lenguaje que consiste en el uso de signos lingüísticos; así se 
diferencia del lenguaje icónico, gestual, etc. todos ellos “lenguajes no verbales”.
La lengua es, por lo tanto, un tipo particular de lenguaje, el constituido por signos verbales. A 
la vez, la lengua es el conocimiento de ese código que permite su manejo en el uso que hacen los 
hablantes para producir e interpretar expresiones lingüísticas.
La lengua es también a la vez una institución social y un sistema de valores. En cuanto insti-
tución social, la lengua es esencialmente un contrato colectivo; si alguien quiere comunicarse, 
tiene que regirse según ese contrato. Un individuo no puede, por sí mismo, crear la lengua y 
tampoco modificarla.
En cuanto sistema de valores, la lengua está compuesta por cierto número de elementos, 
cada uno de los cuales es un vale‑por y el término de una función (relación) más amplia, en la 
que ocupan un lugar, diferencialmente, otros valores correlativos. Desde el punto de vista de la 
lengua, el signo es como una moneda: esta moneda vale para un bien que se desea adquirir (por 
ejemplo, una determinada palabra vale por la idea o concepto que representa), pero vale también 
con respecto a otras unidades monetarias que tienen un valor más fuerte o más débil. El valor de 
un determinado signo surge de las relaciones de ese signo con los demás signos del sistema. El 
contenido de una palabra sólo puede determinarse en el sistema de la lengua por su interrelación 
con otras palabras o sus contenidos emparentados. Todas las palabras que expresan ideas vecinas 
se limitan recíprocamente: recelar, temer, tener miedo valen por las oposiciones que se establecen 
entre ellas; si recelar no existiese, su contenido iría a sus “vecinas”.
Habla
El habla consiste en los usos que los sujetos hablantes hacen de la lengua; el habla está constituida 
por las combinaciones efectivas (de elementos lingüísticos) mediante las cuales los hablantes 
utilizan el código verbal para producir información. El habla es un conjunto de actos verbales 
individuales regidos por las previsiones del sistema de la lengua. El habla no es, por lo tanto, 
creación pura.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 25
No hay lengua sin habla ni habla fuera de la lengua. La lengua es posible gracias al habla: 
históricamente, los hechos del habla preceden siempre a la lengua, es el habla lo que hace evo-
lucionar a la lengua. En cuanto al desarrollo del individuo, las habilidades en una o más lenguas 
específicas particulares se adquieren a partir del habla.
La acción lingüística es indisociable de las prácticas sociales. El uso individual que los sujetos 
hablantes hacen de la lengua se lleva a cabo en contextos y situaciones sociales, ya que todo 
individuo humano es un sujeto social; por lo tanto, el habla resulta inherentemente social. Pero 
el habla no se limita a una realización mecánica del sistema de la lengua, ya que el comporta-
miento lingüístico como práctica social excede las previsiones del código verbal. Los actos de 
habla tienen su lógica propia, sus propias normas y regularidades, como las normas que rigen la 
conversación, la interacción en un aula, una conferencia, etc.
LENGUAJE LENGUA HABLA
La capacidadgeneral de 
producir e interpretar 
mensajes mediante el uso de 
cualquier tipo de signos.
Cualquier sistema de signos 
(código), incluido el código 
lingüístico.
La capacidad específica 
de producir e interpretar 
mensajes mediante el uso 
de signos lingüísticos (signos 
verbales).
El sistema (código) específico 
de signos verbales (signos 
lingüísticos).
El uso que los sujetos hacen 
de la lengua, en situaciones y 
contextos concretos.
Estos usos pueden ser 
orales o escritos, formales o 
informales, etc.
Variedades lingüísticas
En el habla, en los múltiples usos que los sujetos hacen de la lengua, se manifiestan una diver-
sidad de rasgos que distinguen a los hablantes y permiten identificarlos como pertenecientes a 
un determinado grupo social, una determinada región, una cierta edad, o como insertos en una 
particular situación. Estos rasgos —propios del habla en sus realizaciones orales y/o escritas— 
constituyen las variedades lingüísticas, también denominadas “dialectos”.
Es posible distinguir entre variedades relacionadas con los usuarios de la lengua y variedades 
relacionadas con la situación comunicativa. El primer tipo de variedades está relacionado con los 
factores socioculturales de las personas que intervienen en la comunicación. El segundo tipo, con 
factores situacionales y de contexto.
Variedades relacionadas con los usuarios
Se denominan “lectos”. Están vinculadas con el lugar geográfico de procedencia del sujeto ha-
blante, su ubicación en el orden social, la cultura a la que pertenece, su edad. Según estos facto-
res se distinguen las siguientes variedades:
• Geolectos
Variedades de lengua determinadas por factores geográficos. Por ejemplo: los rasgos ca-
racterísticos del español hablado en Tucumán, Santiago, Córdoba, Buenos Aires, etc.; el 
español de Argentina frente al español de Chile, México, España, etc.). Esto aparece en las 
diferencias léxicas (de vocabulario), como ocurre con la palabra que expresa la acción de 
dejar ubicado un automóvil en un lugar determinado: “estacionar” (español de Argentina), 
26 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
“aparcar” (español de México) y “parquear” (español de Ecuador), en estos dos últimos ca-
sos, por influencia del vocablo inglés park. Otros ejemplos, en el plano de los sonidos de la 
lengua, la particularidad del español de Argentina (excepto Santiago del Estero) de la caída 
o aspiración de la /s/ al final de sílaba, o la erre “arrastrada” característica del habla del NOA 
frente a la erre vibrante de la región del Río de La Plata.
• Sociolectos
Variedades de lengua determinadas por factores socio-culturales y económicos. Factores 
que tienen que ver con la distribución de los bienes económicos y culturales en la sociedad; 
por ejemplo: el habla de los sectores menos favorecidos frente al habla de sectores con facili-
dad de acceso a capitales económicos y culturales). Por ejemplo, el habla de quien ha podido 
acceder a una educación superior (habla escolarizada) y a una cultura “ilustrada”, en com-
paración con el habla de alguien que no ha accedido a esos bienes (habla no escolarizada) 
debido a las restricciones impuestas por la posición que ocupa en el orden social.
• Cronolectos
Variedades de lengua determinadas por factores etarios-generacionales, es decir la edad 
o generación a la que pertenecen los hablantes. El habla de los adolescentes frente a la de 
los adultos, los ancianos, etc. Ejemplos de esto serían expresiones tan comunes en el habla 
juvenil actual como “chabón” y “cool”.
• Idiolecto
Variedad relacionada con el uso particular de la lengua que hace un sujeto determinado. En 
las acciones lingüísticas de un individuo en particular convergen los aspectos geolectales, 
sociolectales, cronolectales y de habla masculina o femenina.
Variedades relacionadas con la situación comunicativa
Dependen de factores vinculados a las situaciones y contextos en los que se hace uso de los sig-
nos verbales. Se denominan “registros”.
• Usos en situaciones formales / informales
Variedades relacionadas con la formalidad o informalidad de las situaciones comunicativas. 
Los usos de signos lingüísticos en correspondencia con situaciones formales, informales, do-
mésticas, etc.: el habla en un ámbito familiar (habla informal o coloquial) frente al habla en 
un contexto formal (habla formal, solemne) como el de una clase en el aula, una entrevista 
de trabajo, etc.
• Usos orales / usos escritos
Variedades vinculadas con las características particulares que adoptan los mensajes según 
sean orales o escritos. Por ejemplo, los mensajes escritos suelen ser más elaborados, más 
“cuidados”; los orales, en cambio, suelen ser más redundantes, menos “pulidos” (a menos 
que sean leídos). Sin embargo, hay mensajes escritos que presentan rasgos de oralidad, sobre 
todo los que se producen en situaciones de interacción comunicativa informal, como el Chat.
• Jergas profesionales u ocupacionales
Variedades de lengua determinadas por factores funcionales-contextuales. Los usos lin-
güísticos en correspondencia con esferas y sectores de actividad social, como oficios, pro-
fesiones, gremios: el habla o “jerga” de los médicos, los abogados, el fútbol, etc., con sus 
particulares vocabularios técnicos.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 27
Todos estos aspectos y variaciones del uso lingüístico, si conviven en un mismo segmento 
temporal, están en un plano sincrónico. Pero la lengua como sistema no se mantiene siempre 
inalterable, sino que va incorporando cambios generados en los usos que componen el habla. Las 
variaciones que registra la lengua a lo largo del tiempo se ubican en un plano diacrónico. Por 
ejemplo, el español hablado en el siglo xvi frente al español actual. El motor del cambio en la 
lengua es el habla.
Lengua estándar
Una lengua estándar es una variedad lingüística particular o dialecto que es tomada como base 
para la educación, la administración y otras instancias institucionales. Una variedad de lengua 
que se codifica en una forma de lengua oficial, adquiriendo un estatus legal o casi legal. Una len-
gua estándar se define por la selección de ciertos aspectos socioculturales y regionales (muchas 
veces basados en la lengua de una ciudad capital) y el rechazo de otros. Es la variedad cuyas 
normas ortográficas y gramaticales siguen la mayoría de los textos escritos en esa lengua, y la 
que se enseña a quienes la aprenden como lengua extranjera. Sin embargo, la variedad estanda-
rizada no está totalmente determinada por diccionarios o gramáticas; por ejemplo, la entonación 
y otros rasgos varían de unos hablantes a otros en su intento de reproducir la variedad estándar. 
Lengua estándar es la utilizada como modelo -por estar normalizada, de acuerdo con las normas 
prescritas- como correcta. Ésta es la lengua que usan los medios de comunicación, los profesores, 
los profesionales, etc. Por lo general, el concepto de ‘estándar’ no se aplica a los “acentos” o “to-
nadas”: tan ‘estándar’ es el español hablado con acento santiagueño, tucumano, cordobés o cata-
marqueño como el de Buenos Aires, siempre que el léxico y la sintaxis correspondan a la norma.
4. La competencia comunicativa
Los códigos son parte de la cultura, de manera tal que la competencia comunicativa resulta de 
la relación entre los códigos y el sistema de la cultura. La competencia comunicativa es un co-
nocimiento cultural que incluye los principios sociales y psicológicos que gobiernan el uso del 
lenguaje, tanto como las reglas gramaticales abstractas. La noción de “competencia comunica-
tiva” fue elaborada por Dell Hymes en el marco de la Etnografía del Habla, disciplina científica 
que estudia el uso del lenguaje verbal en actividades cotidianas, combinando la lingüística, la 
sociología y la antropología,
La competencia comunicativa es el conocimiento que despliegan los participantes del 
intercambio lingüístico para comunicarse exitosamente.
4.1. Competencia lingüística y competencia comunicativa
Así entendido,el concepto de “competencia comunicativa” va más allá de la noción de “compe‑
tencia lingüística” elaborada por el lingüista Noam Chomsky:
28 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
Competencia lingüística es el conocimiento inconsciente del sistema de la len-
gua que tienen los hablantes. Esta capacidad es innata y está genéticamente 
determinada; por lo tanto, no es una capacidad que se adquiera, sino que, en 
todo caso, se desarrolla si el entorno es adecuadamente estimulante. De esta 
manera, la lengua es un sistema mental innato de elementos y reglas, que 
permite formar e interpretar una cantidad infinita de expresiones lingüística.
Para Hymes, en cambio, en el proceso de adquisición de la lengua el niño adquiere un conoci-
miento de las expresiones lingüísticas no sólo como “gramaticalmente correctas o bien forma-
das” (gramaticales), sino también como “apropiadas” o “adecuadas” a determinadas situaciones y 
contextos de uso cotidiano: conversar, entrevistar, comprar en un supermercado, etc. Durante su 
crecimiento los sujetos aprenden cuándo hablar, con quién, de qué modo, dónde, de qué hablar, 
etc.; se lleva a cabo la progresiva adquisición de un repertorio de actos de habla, de habilidades 
para intervenir en eventos de habla.
La competencia comunicativa se integra con actitudes, valores y motivaciones concernientes 
al lenguaje verbal, sus características y usos, junto con la interrelación entre la lengua y otros 
códigos de la conducta comunicativa (códigos icónico, kinésico, proxémico, etc.).
La noción de competencia comunicativa de Hymes aporta el criterio de adecuación (condicio-
nes de adecuación) a situaciones de uso concreto de la lengua, así como hace notar la comple‑
mentareidad del código lingüístico con aspectos de otros comportamientos que intervienen en 
las prácticas comunicativas.
La competencia comunicativa comprende no sólo el conocimiento de la gramática (la com-
petencia lingüística), sino también el conocimiento necesario para el uso apropiado de esa gra-
mática. Es en el uso donde lo lingüístico se articula con creencias, valores, normas y acciones no 
lingüísticas.
La competencia comunicativa es el conjunto de conocimientos y reglas que hacen 
posible para todo sujeto actuar lingüísticamente, significar y comunicar en el proceso 
de interacción humana. Los sujetos no sólo son miembros de una comunidad lingüísti-
ca, sino que forman parte de grupos socio‑culturalmente definidos; la competencia co-
municativa los habilita para las prácticas intersubjetivas ya que integra las habilidades 
lingüísticas con otras extralingüísticas.
La actuación lingüística es un hacer productor de enunciados. La competencia es un saber 
hacer, ese “algo” (un conocimiento) que hace posible el hacer, del mismo modo que saber nadar 
es un conocimiento que hace posible nadar. Si existe un saber hacer que maneja las reglas gra-
maticales, existe otro que manipula, por ejemplo, las reglas de la cortesía.
La competencia lingüística no es algo en sí, sino un caso particular de un fenómeno más am-
plio, que bajo la denominación genérica de “competencia” forma parte de la problemática de la 
acción humana.
Una persona dotada sólo de competencia lingüística sería una especie de “monstruo” cultural: 
conocería las reglas gramaticales, pero ignoraría cuándo debe hablar, cuándo callar, qué varieda-
des y registros emplear (formal, informal, “ilustrado”, etc.), en qué situaciones, etc.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 29
4.2. Componentes de la competencia comunicativa
Como integración de habilidades lingüísticas y extralingüísticas, la competencia comunicativa 
incluye conocimientos que podrían describirse de la siguiente manera:
• Conocimiento gramatical: capacidad de producir y procesar un infinito número de ex-
presiones lingüísticas en sus aspectos gramaticales. Corresponde a lo Chomsky denominó 
“competencia lingüística”.
Este tipo de conocimiento es el que nos permite, ya desde niños, realizar frases y enun-
ciados bastante complejos, así como comprender el significado explícito de las expresio-
nes lingüísticas, aunque no hayamos estudiado necesariamente gramática. Es, por ejem-
plo, el conocimiento del español que tiene cualquier hispanohablante común y silvestre.
• Conocimiento textual / textural: capacidad de producir y procesar textos dotados de co‑
herencia y cohesión (propiedades que constituyen la textualidad / textura), de modo que los 
hablantes puedan manipular elementos tales como la articulación entre información cono-
cida e información nueva, los vínculos entre los componentes de un texto, la reiteración y 
sustitución de expresiones, la progresión de un tema, etc.
Este conocimiento es el que nos permite realizar y comprender textos, breves o extensos, 
orales o escritos, lingüísticos o mixtos de lengua e imágenes (publicaciones que combinan 
palabras e ilustraciones, fotografías, gráficos, etc., historietas, fotonovelas, pero también 
textos audiovisuales como películas, programas televisivos, videoclips, etc.)
• Conocimiento paralingüístico: capacidad de dominar aspectos suprasegmentales tales 
como la entonación, el énfasis, la cadencia, la pronunciación, etc.), kinésicos (control de la 
mimogestualidad, las posturas, etc.) y proxémicos (manejo de las distancias interpersonales 
y las posiciones espaciales en la interacción, magnitudes que están culturalmente determi-
nadas).
Es lo que nos permite reconocer el sentido de una expresión lingüística a partir de la en-
tonación que usa el hablante, por ejemplo en el caso de que se desee remarcar uno de los 
elementos del enunciado como foco de relevancia:
Juan estudia Letras (lo relevante es “Juan”)
Juan estudia Letras (lo relevante es que “estudia”)
Juan estudia Letras (lo relevante es qué cosa estudia)
También es el tipo de conocimiento que permite interpretar los enunciados teniendo en 
cuenta los gestos y movimientos del interlocutor, por ejemplo la expresión de sorpresa, 
recelo o disgusto en el rostro de alguien con quien se habla puede hacer que seamos más 
cautelosos con lo que decimos. De la misma manera, quien trate de comunicar una confi-
dencia o un sentimiento íntimo procurará un tono bajo y una cierta proximidad física con su 
interlocutor, no le hablará dando los gritos de uno a otro extremo de un lugar.
En la escritura, este conocimiento se traduce al uso de los signos de puntuación. Sin embar-
go, estos signos de puntuación se emplean de manera particular en textos como los de los 
mensajes de WhatsApp, donde pueden aparecer duplicados para marcar intensidad emotiva, 
por ejemplo: “Felicitaciones!!!!!!!!!!!!!” o “Quién viene a comer hoy???”. En este sentido, tienen 
usos no convencionales porque sabemos que en español los signos se abren y cierran, los 
puntos suspensivos son solo tres, etc.
• Conocimiento pragmático: capacidad de adecuar el uso del lenguaje verbal a las situacio-
nes y ámbitos de la actividad lingüística, de acuerdo con las intenciones de los participantes 
30 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
de la interacción. Manejo de los elementos del contexto que permite la construcción de los 
significados más allá del significado “literal” de las expresiones. Incluye la capacidad de 
realizar la intención comunicativa mediante actos de habla directos o indirectos, literales o 
no literales, así como la capacidad de prever un efecto para ser logrado mediante los actos 
de habla.
Es el conocimiento que nos permite usar, por ejemplo, una afirmación no solo 
explícitamente para expresar de modo literal y directo un estado de cosas deter-
minado, sino también para expresar otros significados. Por ejemplo, si le decimos 
a alguien “te vas”, es probable que estemos diciéndole algo más que [digo de vos 
(que te vas)]; es muy probable que estemos dándole a entender de manera implícita 
(indirecta, en este caso) cosas como “¡Qué pena que te vayas!”, “Sería bueno que te 
quedaras”, pero también puede ser una orden como “¡Vete!”. Y podemos, además, 
al decir “Ya que tevas...” expresar indirectamente el deseo de que el destinatario 
de la expresión cierre al salir la puerta, etc. La opción por una manera explícita 
o implícita de producir significados se hace según las situaciones, participantes y 
contextos sean los adecuados para una u otra forma de comportamiento lingüísti-
co. Por ejemplo, ciertas situaciones y ciertos destinatarios hacen necesario el uso de 
recursos de atenuación como, por ejemplo, “¿A Ud. no le molestaría ir en el asiento 
de atrás?” y no la expresión directa “Vete al asiento de atrás”.
Este conocimiento incluye también el conocimiento conversacional, que nos permite 
interactuar lingüísticamente, por ejemplo, manejando los turnos para coordinar las inter-
venciones a lo largo de una conversación, 
• Conocimiento socio-cultural / conocimiento de mundo / conocimiento de enciclope-
dia: capacidad de reconocer las situaciones y los contextos de las prácticas sociales según 
los marcos (situaciones estereotipadas) y guiones (secuencias estereotipadas de acciones con 
ajuste a situaciones), status y roles de los sujetos actualizados y negociados en la interacción 
efectiva, junto con la capacidad de concebir significados y (re)conocer elementos distintivos 
de determinadas culturas —i.e. concebir “modos de vida” alternativos—. Dominio del siste-
ma de valores y creencias de la cultura y sociedad a la que se pertenece.
Es el conocimiento que nos permite saber que en ciertas situaciones y ante ciertas 
personas debemos comportarnos lingüísticamente de una cierta manera y no de otra, 
tocando ciertos temas y no otros, en cierto tono (formal, por ejemplo) y no otro, con 
expresiones complejas o simples, etc. Por ejemplo, si se trata de participar de una clase 
de Lengua Española se espera que el tema tenga que ver con la lengua y no, por ejemplo, 
con la posibilidad de vida inteligente en otros planetas (aunque sí tendrá que ver con la 
existencia manifiesta de por lo menos algún rasgo de vida inteligente en el aula). Tam-
bién en la misma situación, se supone que el trato interpersonal y el tono general de la 
interacción lingüística será más bien formal, a diferencia de una situación más informal 
o “relajada” como una charla en la cafetería donde intervengan los mismos participantes, 
estudiantes y profesor(es).
• Conocimiento diasistémico: capacidad de manipular diferentes variedades / variaciones 
de lengua (variaciones dialectales) a la manera de repertorios (registros), administrándolas 
según los contextos de uso. Incluye habilidades diastráticas (dominio de la relación variedad 
– distribución, estratificación y posicionamiento de los hablantes en el orden social), diató‑
picas (relación variedad – distribución geográfica) y diafásicas (relación variedad – condicio-
nes situacionales: dominio de sub-códigos, estilos y registros particulares de comunidades y 
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 31
grupos sociales definidos por edad, sexo, profesión u ocupación laboral; también capacidad 
de procesar ideolectos, esto es, variaciones de estilo individual).
Por ejemplo, si una persona tucumana muy joven está en la situación de desempeñarse 
como conductor de un programa periodístico radiofónico o televisivo de alcances naciona-
les, se verá en la necesidad de dejar de lado por el momento los hábitos dialectales carac-
terísticos del español del Noroeste argentino, en particular el habla juvenil tucumana, para 
hacer uso de una variedad del español argentino más estandarizada según la norma “culta” 
que impera en los Medios de Comunicación. Otro ejemplo podría ser el de alguien que de 
visita en un país extranjero también hispanoparlante incorpore las características del voca-
bulario propio del lugar, para propiciar el establecimiento de vínculos más estrechos con los 
nativos. También cuando una mujer le reclama a un hombre diciéndole “¡Así no se le habla 
a una dama! Tenga en cuenta que yo soy una señora mayor y no le he dado a usted. ninguna 
confianza”, hace referencia a que existe una “manera”, un “cierto modo” —culturalmente 
determinado— para dirigirse a “una dama”, en particular si esa dama es “una señora mayor” 
y no ha dado —todavía— señas de que exista “la confianza” para dirigirse a ella en otros tér-
minos que no sean los de “señora mayor” o “dama”.
• Conocimiento semiótico no-verbal: capacidad de utilizar otros códigos (sistemas de sig-
nos) además del lingüístico y en interacción con él, por ejemplo, imágenes, gestos, movi-
mientos corporales, etc.
De esta manera es que podemos interpretar —y eventualmente producir— textos como 
las historietas, audiovisuales, mensajes en redes sociales que utilizan imágenes como emo-
ticones, gifts, etc.
• Conocimiento intertextual: capacidad de reconocer o (re)establecer las conexiones de un 
texto con otro u otros textos.
Por ejemplo, si alguien le dice a otra persona “Tranquilo, que no panda el cúni-
co”, está conectando su propio enunciado con uno de los enunciados más caracte-
rísticos de un muy popular programa humorístico de la televisión mexicana. Por 
supuesto, para que el destinatario interprete lo que el hablante quiere decirle debe 
tener la competencia intertextual necesaria, esto es, debe haber visto alguna vez el 
programa televisivo en cuestión o, por lo menos, saber de él y de sus expresiones 
características.
5. La competencia comunicativa como capital cultural
Los conocimientos que componen la competencia comunicativa constituyen un conjunto de bie-
nes, es decir un tipo de capital cultural determinado. En el caso del dinero, las divisas mone-
tarias o las acciones en las bolsas de comercio, que son tipos de capital material, hace falta 
mercados donde esos capitales se coticen, es decir adquieran valor. Del mismo modo, el capital 
cultural conformado por los conocimientos de la competencia comunicativa necesita mercados 
donde tengan valor y “produzcan ganancias”. Las diversas situaciones comunicativas y sus con-
textos ofrecen mercados donde, según el tipo de situación y contexto, determinados capitales 
comunicativos se cotizarán, mientras otros no. Por ejemplo, una situación informal de interac-
ción como un asado de amigos, la conversación en una cafetería o en un local bailable, ofrece un 
mercado para un habla informal y no para un habla “técnica” o muy pulida.
32 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
Por lo tanto, los hablantes los hablantes deben poseer en su competencia comunicativa —ade-
más de los componentes expuestos antes— conocimientos tales como:
• Capacidad de reconocer si una situación específica ofrece mercado para un determinado 
capital cultural lingüístico (p.ej.: un habla formal o informal, elaborada o descuidada, técnica 
o no especializada, etc.)
• Capacidad de contar con el capital cultural lingüístico específico que una determinada situa-
ción demanda como mercado (p.ej.: el capital que hace falta en situaciones tales como una 
fiesta, un local bailable, una entrevista de trabajo, la exposición en una clase o examen, la 
interacción con personas mayores o con personas de rango laboral superior, etc.)
• Capacidad para advertir y regular el efecto simbólico que un determinado capital cultural 
lingüístico puede producir en una situación comunicativa específica (p.ej.: la conveniencia 
de utilizar un español más “neutro” cuando se interactúa con hablantes de una comunidad 
de habla española distinta a la comunidad de origen del enunciador; la conveniencia de uti-
lizar un habla rica en expresiones técnicas en una entrevista de trabajo; la conveniencia de 
usar un habla rica en estrategias argumentativas en una situación de examen, etc.).
En la medida en que el hablante cuente con estas capacidades o conocimientos y las ponga 
de manifiesto en las interacciones comunicativas concretas, será susceptible de ser reconocido 
como un enunciador legítimo, puesto que los productos de su comportamiento lingüístico con-
tarán con aceptabilidad. 
Estos conocimientos interactúan de modo que en el curso de las acciones verbalesresulta im-
posible trazar una frontera nítida entre unos y otros. En la interacción lingüística, los hablantes 
poseen y utilizan algunos (o todos) los componentes de este conjunto integrado de conocimientos.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu reformuló la noción de “competencia” en términos de 
“capital”. Todo los bienes que tiene una persona constituyen su capital: las posesiones de índo-
le material —incluido el dinero— y los conocimientos o capacidades. Por lo tanto, de la misma 
manera que elementos como nuestra vivienda, nuestro coche o el dinero que portamos en el 
bolsillo o el que tenemos en nuestra caja de ahorros forman parte de nuestro capital material, 
conocimientos como las destrezas profesionales o la competencia en una o más lenguas determi-
nadas, junto con la capacidad de usarla(s) de manera adecuada según los contextos y situaciones, 
forman parte de nuestro capital cultural.
Ahora bien, junto con la producción de bienes, un principio básico es el de la distribución de 
los bienes. En una sociedad justa e igualitaria, todas las personas deberían estar en condiciones 
de acceder libremente por igual a todos los bienes —materiales y culturales— que la producción 
hace disponibles.
La posesión desigual de bienes puede constituir una fase o conjunto de fases en procesos de 
transferencia como el de la educación, donde alguien que sabe —esto es, que posee un cierto capital 
de conocimientos, porque cuenta con la autoridad que le confiere la posesión de ese capital— asume 
y desempeña el papel del educador con respecto a otros que se asumen y comportan como apren-
dices, en cuyo caso se trata de un proceso de distribución de capitales, cuyo desarrollo es necesario 
ajustar a condiciones igualitarias. Por el contrario, una situación distinta de distribución desigual 
de capitales donde la desigualdad —o más bien, la inequidad— es estructural es la que resulta de 
la concentración de capitales, de lo que se logra el efecto de quienes tienen más frente a quienes 
tienen menos, situación que los dueños del capital procuran mantener.
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 33
Cuanto más capital se tiene con más fuerza se cuenta y, por lo tanto, se tiene más poder: poder 
para controlar, poder para determinar que las cosas sean de un modo y no de otro, poder para 
hacer que otros hagan ciertas cosas y no otras, de cierta manera y no de otra, poder para hablar 
en público, en voz alta, diciendo determinadas cosas que describen el mundo de determinada 
forma, poder para formar opinión, etc. 
Pero no basta tan solo con poseer un cierto volumen de capitales, sino que hace falta que esos 
capitales se coticen alto, esto es, que sean valorados positivamente. Para esto hace falta contar, 
además, con un mercado a favor para asegurar una cotización en alza. Por ejemplo, si cuento con 
un capital material económico de mil pesos en los bonos de cancelación de deuda emitidos en 
Tucumán, ese capital sólo cuenta con un mercado en el ámbito tucumano, del mismo modo que 
ocurre con la unidad monetaria de un país con respecto a la de otro. Es innegable que cuento con 
ese capital, puedo constatar su materialidad, pero si carezco del mercado adecuado nada puedo 
hacer con él. De la misma manera ocurre con otro tipo de capitales, como el cultural. Si cuento 
con innegables conocimientos en, digamos, física cuántica —lo cual me asegura una alta cotiza-
ción en un mercado profesional específico— ese capital es incapaz de generar ganancias si tiene 
que cotizarse en el mercado de las destrezas deportivas.
La cotización no es otra cosa que la asignación de un valor según determinados parámetros 
que no son inamovibles, sino que fluctúan y cambian a lo largo del tiempo. Existe un muy par-
ticular tipo de cotización que es la que le asigna a los capitales materiales y culturales un valor 
simbólico, haciendo de ellos capitales simbólicos. En otras palabras, las condiciones de cotización 
(condiciones de mercado) hacen que el capital tenga efectos simbólicos: a un determinado capital 
—material y/o cultural— se le asigna un valor simbólico por el cual los bienes (los elementos que 
constituyen ese capital) se invisten de sentidos (valoraciones) tales como “distinguido”, “vulgar”, 
“de buen gusto”, “de mal gusto”, “estimable”, “despreciable”, “apropiado”, “inapropiado”, etc.
Si alguien tiene un muy buen aspecto físico y además una abultada cuenta bancaria, en el mer-
cado de ciertas expectativas acerca de las condiciones para formar pareja el capital material (dinero 
y físico) de esa persona puede cotizarse con un alto valor; esto es, puede leerse ese capital material 
como un importante capital simbólico, sin que importe el capital cultural porque en el mercado de 
esas expectativas ese tipo de capital se cotiza bajo. Pero en el mercado de otras expectativas acerca 
de la formación de pareja, donde los parámetros de cotización o las “leyes de formación de precios” 
sean diferentes, digamos en un mercado menos “materialista”, quien solo cuente con un capital 
material fuerte y un capital cultural débil se cotizará en baja, mientras quien posea un sólido capital 
cultural será valorado en alza, esto es, su capital cultural será visto como un importante y valioso 
capital simbólico. Son los mercados los que legitiman el capital y los legitiman porque los habilitan 
a producir ganancias mediante la valoración, en este caso simbólica.
Es así que para contar con fuerza y poder no basta tan solo con la posesión de capitales, sino 
que hace falta contar con mercados favorables para esos capitales. Como ya se dijo, las reglas o 
leyes de los mercados no son fijas sino que varían según la evolución de las culturas, sociedades 
o grupos sociales. Por ejemplo, un capital como el de una fisonomía juvenil no parecía tener un 
mercado a favor en la primera mitad del siglo XX, ya que las fotografías de individuos muy jóve-
nes muestran el esfuerzo por “parecer mayores”, uno de cuyos logros era el acceder al pantalón 
largo. A partir de las últimas décadas del siglo XX el capital de una fisonomía juvenil registró una 
poderosa alta porque surgieron nuevos mercados para él, propiciados por paradigmas culturales 
como la veneración del cuerpo y la “vida sana”, con lo cual hoy en día este capital se cotiza como 
34 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
un valioso capital simbólico: la gente aspira a verse cada vez más joven y los hombres mayores, 
lejos de aferrarse al pantalón largo, vuelven al pantalón corto por vía de las bermudas usadas aun 
en situaciones de un cierto grado de formalidad.
Las relaciones y prácticas sociales están atravesadas por los esfuerzos de los sujetos para 
procurarse capitales y mercados, asegurarse la conservación y el acrecentamiento tanto de los 
capitales como de su cotización, y mantener la legitimación de los capitales ante la sociedad. Por 
ello, las relaciones sociales son relaciones de poder y los espacios sociales son campos de 
fuerzas (fuerzas materiales, culturales y simbólicas) en tensión. Esta tensión es producida 
por los despliegues (movimientos) de los sujetos en su voluntad de acceder, conservar, acrecentar 
y legitimar los capitales.
Es necesario tener en cuenta que la posesión de conocimientos como los que integran la com-
petencia comunicativa —adquiridos en los procesos de educación-aprendizaje formal e informal 
a través de la la acción de las instituciones (familia, escuela, iglesia, etc.)— está determinada por 
modalidades de distribución no igualitaria de bienes, de acuerdo con la posición de los sujetos en 
el orden social. De esta manera, si un hablante por su condición social (y/o cultural) posee única-
mente una competencia circunscripta a la lengua o variedad lingüística de su grupo o comunidad 
inmediata, y este grupo en su conjunto ocupa una posición subalterna en el orden social mayor, 
entonces no posee una lengua o variedad de lengua que integre una efectiva competencia diasis-
témica, ya que su lengua o dialecto no funciona como “opción”en un repertorio (su repertorio 
sólo está compuesto por una única variedad de lengua), esto es, no funciona como registro. Un 
hablante en estas condiciones queda expuesto a ser calificado como “vulgar, tosco, rústico, torpe, 
inapropiado”, etc.; corre el peligro de ser estigmatizado como resultado de una valoración de su 
capital lingüístico en términos de un capital simbólico “bajo”.
La competencia en una o más lenguas o variedades de lengua es un capital cultural lingüístico 
y comunicativo. Puesto que este capital (como todo capital) está subordinado a las leyes de for-
mación de precios —en este caso la cotización en el mercado lingüístico-comunicativo— está ex-
puesto a ser evaluado en términos de capital simbólico como “distinguido”, “vulgar”, “apropiado 
/ inapropiado”. Un hablante que cuente con un capital lingüístico-comunicativo (competencia) 
rico en cantidad y diversidad y con mercados a su favor —de modo que obtenga estimaciones 
elevadas como capital simbólico— será un hablante con la fuerza (simbólica) y el consiguiente 
poder (simbólico) suficientes para realizar su acción verbal como sujeto cuyos actos de habla 
tienen eficacia asegurada.
Con respecto a la lengua lo verdaderamente importante no está en el código o gramática en 
sí, sino en las condiciones que hacen posible su uso; es decir, cuáles son los factores del contexto 
que permiten que determinadas personas se comporten lingüísticamente de determinada manera 
en determinadas situaciones.
Por ejemplo, para hacer uso de la palabra ante un auditorio de modo que quienes componen 
el público se comporten como oyentes sin pretender participar hasta el momento posterior re-
servado para sus intervenciones, no basta con el dominio de una lengua determinada sino que 
hace falta contar con un cierto mercado para ese capital, de modo que ese capital se cotice con 
un valor simbólico tal que el hablante se presente como un enunciador legítimo, tan legítimo que 
pueda desempeñarse como orador en esa situación.
El lenguaje como instrumento de acción es un instrumento de poder. Las interacciones que 
constituyen las relaciones sociales implican no sólo conocimiento sino también “reconocimien-
1 - LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA COMUNICATIVA - 35
to”. Las relaciones de comunicación y los intercambios lingüísticos son a la vez relaciones de 
poder simbólico donde se actualizan —aunque no de manera mecánica sino a través de negocia-
ciones— las relaciones de fuerza entre los sujetos participantes y sus respectivos grupos sociales. 
Por ejemplo, en el caso de un profesor ante sus alumnos en el aula durante una clase, los parti-
cipantes de este tipo de interacción saben qué comportamientos se espera de ellos de acuerdo 
con el contexto situacional, los capitales y las reglas de mercado en juego. Pero estos comporta-
mientos y las relaciones de fuerza que los atraviesan —provinientes de tensiones como las que se 
establecen entre el detentor de una autoridad y los subalternos, entre adultos mayores y jóvenes, 
etc.— se negociarán de acuerdo con las particulares características de los sujetos involucrados y 
la situación efectiva que comparten.
En todo acto de palabra intervienen —además de una capacidad gramatical que permite la 
infinita generación y procesamiento de expresiones verbales (una “competencia lingüística” en 
sentido chomskyano)— la capacidad socio-cultural que permite utilizar adecuadamente las ex-
presiones en determinadas situaciones, las disposiciones socialmente modeladas de los hábitos 
lingüísticos que implican una cierta orientación a hablar y decir determinadas cosas de deter-
minada manera (marcos y guiones), junto con las estructuras del mercado lingüístico que se 
imponen como sistema de sanciones y censuras específicas: lo que se debe y no se debe decir, lo 
apropiado y lo inapropiado, lo estimable y lo desechable, etc.
La capacidad de hablar no se identifica sin más con la manera de realizar esta capacidad na-
tural en los contextos y situaciones sociales. Una competencia suficiente para producir expre-
siones susceptibles de ser comprendidas puede resultar insuficiente para producir expresiones 
susceptibles de ser escuchadas; esto es, la aceptabilidad social no se reduce de manera alguna a 
la gramaticalidad.
Si durante una conferencia alguien del auditorio interrumpe a viva voz, de nada le vale que 
sus enunciados sean gramaticalmente correctísimos, las normas que rigen ese tipo de eventos 
hacen que esa forma de intervención lingüística resulte inaceptable. De la misma manera, en un 
contexto de segregación racial se tendrá en cuenta más el color de piel del hablante que la gra-
maticalidad de sus enunciados, que pueden ser muy pulidos pero que no están “habilitados” por 
el sector social dominante, porque sus enunciadores no están “habilitados” como sujetos-agentes 
plenos en ese entorno social. En otros contextos, el hecho de hablar con destreza y adecuación 
a las situaciones comunicativas, al ser evaluado como índice de distinción social (como capital 
simbólico), se asegura un cierto “sector de mercado” a favor.
Pero quien posea un conocimiento lingüístico muy refinado y no sea capaz de adecuar ese 
conocimiento a usos en contextos que demandan estilos o modalidades lingüísticas más simples 
(menos “refinadas”), se expone a carecer de mercados favorables en situaciones donde resultará 
estigmatizado, ya que su capital será valorado en sentido simbólico como “extraño”, “ininteligible”, 
“desubicado”, etc. En esto se advierte la importancia no sólo del volumen del capital (la cantidad 
de bienes que se posee), sino también la importancia de la diversidad del capital (la variedad de 
bienes): a mayor diversidad, mayor probabilidad de mercados alternativos. Poseer un repertorio 
amplio de variedades lingüísticas administrables según diversas situaciones de uso es contar con 
un capital cultural lingüístico rico en diversidad y en posibilidades favorables de mercado.
La competencia dominante, en su relación con otras competencias, sólo funciona como capital 
lingüístico que asegura un beneficio de distinción en la medida en que se cumplan condiciones 
tales como la unificación de mercado (la “norma culta”, por ejemplo) y la desigual distribución de 
36 - CÁTEDRA LENGUA Y COMUNICACIÓN
posibilidades de acceso a los bienes y los instrumentos de producción Los grupos poseedores de 
una determinada competencia procuran imponerla como legítima en los mercados oficiales (las 
esferas institucionales: escuela. trabajo, administración) y en los cursos de interacción lingüística 
donde se hallen comprometidos. Esto explica la prédica de los profesores de lenguas clásicas (la-
tín y griego), quienes argumentan como si la lengua de su preferencia tuviera un valor intrínseco 
(ser la base evolutiva de lenguas romances como el español, ser el principal sustrato etimológico 
de la “norma culta”); pero en la práctica defienden su mercado en la esfera institucional del sis-
tema de enseñanza formal, el cual tiene el monopolio de la producción de productores-usuarios 
y, por consiguiente, de la reproducción del mercado del que depende el valor social de la compe-
tencia lingüística, su capacidad de funcionar como capital lingüístico en tanto capital simbólico.
En los usos lingüísticos, como en los estilos de vida (habitus) —hace notar Bourdieu— sólo hay 
definición relacional: el lenguaje “rebuscado”, “selecto”, “noble”, “elevado”, “refinado”, “distingui-
do”, implica una referencia negativa al lenguaje “común”, “corriente”, “ordinario”, “coloquial”, 
“descuidado”, “popular”, “grosero”, “libre”, “vulgar”, “trivial”. Las oposiciones según las cuales se 
trazan series como ésta —oposiciones que, tomadas a partir de la lengua legítima, se organizan 
desde la perspectiva de los dominantes— pueden reducirse a dos: “distinguido” contra “vulgar” y 
“riguroso” contra “descuidado”. Así, la lengua legítima resulta una lengua semi artificial que debe 
apoyarse sobre un trabajo permanente de corrección a cargo de