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Repos 5 Ferrari y Bazán Estrategias de pilitización en conflictos asimétricos

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Una Perspectiva Psicosocial en Torno a las 
Estrategias de Politización en Conflictos Asimétricos 
	
  
	
  
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Liliana Ferrari & Claudia Bazán 
Una Perspectiva Psicosocial en Torno a 
las Estrategias de Politización en 
Conflictos Asimétricos1 
	
  
A Psychosocial Perspective Regarding Politicization 
Strategies in Asymmetric Conflicts 
	
  
AUTOR 
Liliana Edith Ferrari 
Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. 
ferrarililiana@yahoo.com 
 
Claudia Iris Bazán 
Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. 
clob_ar@yahoo.com.ar 
 
CITACIÓN Ferrari, L. & Bazán, C. (2014). Una Perspectiva Psicosocial en Torno a las 
Estrategias de Politización en Conflictos Asimétricos Revista Latinoamericana de 
Psicología Social Ignacio Martín-Baró, 3(1), 121-142. 
 
Recibido: 10 de marzo de 2014 Aceptado: 27 de julio de 2014 
 
RESUMEN En este artículo se explicarán un conjunto de tradiciones relativas 
a los enfoques de las concepciones políticas contemporáneas desde una 
perspectiva psicosocial. Nos interesa dar cuenta de algunos aportes que 
problematizan la acción política de grupos y comunidades sociales, 
analizando discursivamente su posicionamiento y subjetivación. Asimismo, 
buscamos dar cuenta de las transformaciones en su relación con otras 
instancias sociales y, su distinción y complementariedad con las políticas 
públicas vigentes. Los casos que aquí presentamos son de la empresa 
recuperada IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas) del barrio 
de Almagro y de la cooperativa de promotores ambientales 
(ex cartoneros) de Villa Crespo de la CABA, El CorreCamino, ambos de la 
Ciudad de Buenos Aires, con el objeto de dar cuenta de los aspectos 
innovadores de movimientos que realizan prácticas de resistencia frente a 
condiciones sociales y estructurales desventajadas. El método es una 
Investigación Acción Participativa (IAP). 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
1 La investigación que sirve de marco es el proyecto Luchas por y en el territorio: fronteras en movimiento y prácticas de 
ciudadanía, de la Programación Científica UBACyT 2011-2014. 
Revista Latinoamericana de Psicología Social Ignacio Martín-Baró, Vol. 3, Nº 1, Juio 2014 ISSN 0719-2703 
	
  
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PALBRAS CLAVE Acción política, subjetividad, conflictos asimétricos, 
investigación acción participativa 
 
ABSTRACT In this paper we develop a set of traditions concerning to 
approaches on contemporary political conceptions from a psychosocial 
perspective. We focus on some authors who discussed in depth the 
politicization and political action of groups and social communities, 
analyzing their discursive positioning and subjectivity. We also analyzed the 
changes they seek, their relationship to other social institutions, and its 
distinction and complementarity with existing government policies. The 
case studies are the recovered company IMPA (Plastic and Metal Industry of 
Argentina), Almagro neighborhood, and a cooperative of environmental 
promoters (ex cartoneros) in the neighborhood of Villa Crespo, El 
CorreCamino; both of the City of Buenos Aires, in order to account for the 
innovative aspects of movements that offer resistance to disadvantaged 
social and structural conditions. The method is Participatory Action 
Research (PAR). 
 
KEYWORDS Political action - subjectivity – asymmetric conflict - 
Participatory Action Research 
 
 
TABLA DE CONTENIDOS 
 
1. Introducción 
2. Método 
3. Las minorías activas y su forma de acción política 
3.1. ¿Cuál es la norma a ampliar en cada caso? 
3.2. ¿Hasta qué punto el consenso es reticente a tal transformación? 
4. La acción política a partir de la teoría de la representación 
5. Capitalismo y democracia representativa, o no representatividad de la 
democracia 
6. La contingencia del sujeto de la emancipación 
7. Consideraciones finales 
7.1. Una discusión desde la Psicología Social 
8. Referencias 
 
 
1. INTRODUCCIÓN 
 
 En este artículo desarrollaremos un conjunto de tradiciones relativas 
a la concepción política contemporánea y su vínculo con subjetividades en 
conflicto. En este sentido, nos interesa dar cuenta de algunos aportes que 
problematizan la politización y la acción política de grupos y comunidades 
sociales, analizando discursivamente su posicionamiento y subjetivación; así 
como las transformaciones que pretenden, su relación con otras instancias 
 
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sociales y, su distinción y complementariedad con las políticas públicas 
vigentes. 
 
 Los casos que aquí se presentan corresponden, por un lado, a la 
empresa recuperada IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas), 
metalúrgica del barrio de Almagro de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), en 
la que, desde hace quince años, se protagonizan sucesivas luchas por el 
espacio y por el territorio, que se han visto plasmadas en el Bachillerato 
Popular, la Universidad de los Trabajadores y el Museo IMPA de la Cultura 
del Trabajo y de la Identidad Obrera, entre otras. El segundo caso que 
analizamos es la cooperativa de promotores ambientales del barrio de Villa 
Crespo de la CABA, el CorreCamino. Esta cooperativa de ex-cartoneros, 
como se autodefinen, realiza el retiro a domicilio, la selección y el reciclaje 
de residuos sólidos e inorgánicos que no efectúa el gobierno de la ciudad. 
Ambos casos han sido seleccionados por compartir notas tales como ser 
paradigmáticos o prototípicos, pues permiten entender fenómenos que los 
trascienden: los procesos de autogestión en las fábricas y los modos de 
cooperativismo en la Argentina post-crisis. A su vez, también resultan 
ejemplares, en la medida en que emergieron de modo imprevisible 
generando alto impacto social (Archenti, 2007). 
 
 La entidad de los casos mencionados no es, por cierto, ni 
epistemológica ni éticamente objetiva y neutral. En particular, la opción 
por movimientos en confrontación y grupos en conflicto se asocia al interés 
por comprender las transformaciones en juego, pero fundamentalmente, 
participar en ellas. De esta forma, nuestro modo de abordaje tiene por 
función comprender y amplificar la dimensión subjetiva de los discursos de 
estos grupos para sí mismos y para sus interlocutores. Afrontando las 
dificultades marcadas por Osborne & Rose (1999) en cuanto al papel que las 
técnicas e instrumentos de investigación tienen en el desarrollo de los 
procesos sociales, de las transformaciones subjetivas en los ámbitos de 
conflicto social y también en las estrategias de comunicación del conflicto, 
hemos optado por una perspectiva que problematice la relación entre los 
hechos estudiados y los discursos, tanto de los actores como de los 
investigadores. 
 
 La política establecida resulta un modelo insuficiente, fracasado o 
falaz para grupos y personas que circulan en los márgenes. Múltiples 
colectivos, atravesados por el descontento, la indignación, la precariedad y 
la desprotección, toman la palabra y la práctica de sus propias necesidades 
con el fin de instalar otros modos de hacer política de manera directa, 
alternativa o en espacios inhabituales, usando los recursos del sistema y 
multiplicando su propia agencialidad. Por lo tanto, el objetivo de este 
trabajo es describir los casos en estudio como punto de partida para la 
reflexión sobre esos otros modos de hacer política, desde la perspectiva de 
la psicología social. 
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2. MÉTODO 
 
 El diseño de la investigación que sirve de marco, flexible y abierto, es 
un estudio de casos múltiples (Bonet, Khoury & Robertazzi, 2007; Stake, 
2006) intencionalmente seleccionados.Los casos elegidos ponen de 
manifiesto un entrelazamiento de relaciones sociales asimétricas 
caracterizadas por intercambios económicos, culturales y políticos, 
fuertemente desiguales. El método es cualitativo, así como las principales 
técnicas para la elaboración de los datos. Las entrevistas y observaciones 
etnográficas son participativas, dentro del marco de la Investigación-
Acción-Participativa (IAP). El trabajo con las fuentes primarias se 
complementa con el análisis de documentos. El análisis es tanto de 
contenido (Bardin, 1986) como de discurso (Iñiguez Rueda, 2003; van Dijk, 
2005). 
 
 El propósito del equipo de investigación ha sido ir más allá del mero 
estudio o contemplación de los casos, procurando alcanzar participación y 
compromiso (Montero, 2004, 2006) en una praxis (reflexión-acción-
reflexión, o bien acción-reflexión-acción) que promueve tomar parte en las 
experiencias de los grupos estudiados, con herramientas propias de la 
disciplina. Como señala Montero (2006) al asumir esa perspectiva, el 
carácter de la intervención es dinámico, plástico, participativo y dialógico, 
orientado a la transformación social. Implica dos tipos de agentes 
catalizadores y facilitadores de los cambios, los profesionales y la misma 
comunidad, quienes promueven “mutaciones tanto en el entorno físico, 
económico y de las relaciones sociales, como de la conciencia sobre lo que 
ocurre, por qué y para qué ocurre” (Montero, 2006 p. 46). Todos los actores 
implicados, en niveles variables, tienen una posición activa, de aprendizaje 
creativo y, por lo tanto, son transformados en el proceso (Pichon Riviére, 
2007). 
 
 El objetivo de este trabajo es dar cuenta de los aspectos innovadores 
de movimientos que realizan prácticas de resistencia social frente a 
condiciones sociales y estructurales 
desventajadas. Por otro lado, se trata también de analizar las principales 
carácterísticas: acción política y formas de representatividad, sistema 
político y económico, que connotan la potencia emancipatoria de los casos 
estudiados. 
 
 
3. LAS MINORÍAS ACTIVAS Y SU FORMA DE ACCIÓN POLÍTICA 
 
 En este apartado vamos a considerar algunos conceptos e ideas que 
Moscovici y su grupo de investigación (Moscovici, 1979, 1981,1985; Mugny, 
1981) produjeron en torno a la dinámica de lo social: estabilidad-
transformación-innovación. Para ello, en particular, pondremos en juego su 
concepción del modo de funcionamiento de lo social y su teoría de las 
 
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minorías activas. En torno a estos dos tópicos, Moscovici analiza la norma 
social, y su relación con el consenso y el conflicto, dando también soporte a 
una concepción de la acción política que entiende que lo social está 
atomizado en diferentes formas de minoría. Consideramos que, a partir de 
esta modelización y análisis, el autor inaugura una concepción política que 
caracteriza las sociedades complejas de regímenes democráticos que 
identifican la situación y el debate europeo en su tiempo de producción, y 
sus procesos de reconocimiento y desconocimiento de diferencias. Al mismo 
tiempo rechaza la capacidad de transformación que puedan tener las 
minorías ortodoxas y contranómicas, por mencionar algunas. La fuente de 
la acción política se inicia, entonces, en la marca social del comportamiento 
desviado, siguiendo una larga tradición francesa. 
 
 Para la reflexión sobre la acción política contemporánea desde la 
psicología social, y como punto de inflexión para la concepción de la acción 
política del entramado societal, abordamos el desarrollo de Moscovici 
(1979, 1981) en términos de su concepción en torno al cambio y la 
estabilidad de lo social. El autor propone caracterizar a la sociedad a partir 
del Modelo Funcionalista y el Genético o de ruptura, que ubica como 
complementarios en algunos momentos de su obra y en otros como 
excluyentes. La función de los modelos es proporcionar soporte para 
comprender las acciones de las minorías activas. 
 
 La minoría activa es, en este modelo, el eje de la transformación que 
se logra a través de la consistencia intragrupal en su posicionamiento frente 
a los grupos que han de ser interpelados. Por otro lado, en el Modelo 
Funcionalista la sociedad aparece con una concepción de bajo nivel de 
diferenciación histórico subjetiva y, por lo tanto, reproductivista y 
continuista. Desde el Modelo Funcionalista, los grupos ostentan 
homogeneidad de valores y prácticas, aunque estas no recaigan sobre los 
mismos sujetos, sino que sean propias de las expectativas recíprocas. Los 
grupos anómicos y contranómicos quedan por fuera de la acción 
transformadora del modelo de la minoría activa y, por lo tanto, también 
quedan excluidas del régimen de acción política de las sociedades 
complejas. Así, el modelo de Moscovici (1979, 1981) concibe que la 
transformación implica la posibilidad de inclusión de las demandas de las 
minorías activas, lo que podría entenderse como una ampliación de 
ciudadanía o de derechos para grupos con bajas condiciones y medios de 
poder. En cambio, las minorías contranómicas no son pensadas en una 
dimensión política efectiva, sea porque agudizan el conflicto con posturas 
totalizantes y de transformación radical, o porque parasitan el conflicto –es 
decir su propia norma depende de la norma contraria explícita de la 
sociedad. 
 En la dupla consenso/conflicto, su intento de revalorizar la función 
del conflicto en el despliegue de las acciones sociales orientadas a la 
innovación, no obstante, lo mantiene ligado al equilibrio necesario que el 
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consenso reestablece. Su explicación de la relación entre el consenso y el 
conflicto lo lleva a afirmar que minorías y mayorías necesitan hacer 
concesiones para reducir el conflicto y aumentar el consenso. El proceso, 
como tal, implica una relación social que él denomina negociación, en 
donde las partes concesionan para obtener acuerdos. Por otra parte, 
Moscovici (1979, 1981) asume que adoptar la posición de un grupo 
minoritario se asocia con una transformación que tiene sede, al menos al 
comienzo, en el espacio intrapsíquico y que forma parte de un dilema 
cognitivo. Cuando un miembro del grupo mayoritario acepta los puntos de 
vista de la minoría, esta concesión es pensada como una sumisión a tal 
grupo o una asociación con el comportamiento desviado, lo cual 
desencadenaría la resistencia externa a las peticiones de la minoría durante 
el lapso del dilema cognitivo. La mayoría atraviesa, así, un proceso 
intrapsíquico de transformación subjetiva, aunque a nivel manifiesto 
ofrezca resistencia y obstaculice el cambio. 
 
 Las transformaciones y obstáculos están descriptas habitualmente 
solo del lado de los sujetos sociales del consenso, quienes son persuadidos o 
realizan esfuerzos para no contaminarse. No hay un tratamiento similar de 
los procesos de la minoría, que en términos generales son allanados y 
ocultados por el desarrollo de su concepto de consistencia dentro del estilo 
de comportamiento. Tal como el autor ha marcado, los problemas y 
conflictos que originan las acciones de las minorías activas no parecen ser 
desconocidas a la sociedad, vale decir al resto de los grupos. Por lo tanto, la 
acción parece estar vinculada con la apropiación y propiedad de tales 
conflictos y problemas (Moscovici, 1979, 1981). 
 
 En un sentido histórico, el origen de los dos casos que hemos elegido 
los sitúa como efecto de condiciones de crisis estructurales económicas y 
consecuentemente sociales, cuyo pico más visible se produce a fines de la 
década de los ’90. Ambos son desventajados en recursos económicos y de 
influencia. En el caso de la Cooperativa IMPA se trata del proceso de 
contracción del mercado de trabajo y de quiebre de fábricas, mientras que 
en laCooperativa El CorreCamino la condición de sus miembros da cuenta 
de la exclusión social que ciertos sectores padecieron, quedando por fuera 
de los sistemas habituales de inclusión como trabajo, salud y seguridad. En 
el reclamo de IMPA hay una historia común previa, vivida en y desde el 
mercado de trabajo, que además involucró al mismo hábitat: la empresa 
que los trabajadores mantienen luego del abandono de los distintos 
dueños y responsables, al punto de recrear el sitio actual como un espacio 
no solo laboral sino también social, cultural y educativo. Para la 
Cooperativa El CorreCamino, el pasado no tiene el mismo peso en el 
reclamo. La inclusión que se pide es también laboral, pero fundada en la 
potencia que la actividad del reciclado puede darles. Los miembros de El 
CorreCamino no tienen una historia común, aunque sí trayectorias con 
múltiples puntos en común, la identidad está generada en los distintos 
modos de exclusión y vulnerabilidad de sus trayectorias. 
 
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3.1. ¿CUÁL ES LA NORMA A AMPLIAR EN CADA CASO? 
 
 En IMPA lo que se encuentra en juego en estos últimos 15 años es, 
fundamentalmente, el problema de la propiedad privada y su estatuto en 
relación al derecho al trabajo. El destino y el uso del predio confrontan los 
intereses de los distintos gobiernos de la ciudad con las expectativas de los 
trabajadores. En El CorreCamino, el conflicto se sitúa a nivel de la capacidad 
de la cooperativa de absorber el reciclaje de residuos de forma autónoma y 
no como intermediarios -que es el lugar que hasta hoy les otorga el 
gobierno de la ciudad al sistema de recolección de residuos no contratado, 
es decir a los cartoreros. La magnitud del problema del tratamiento de los 
residuos en la CABA dio origen a un sistema bipartito compuesto por un 
servicio contratado de camiones y contenedores, y la utilización del trabajo 
de los cartoneros en la recolección de residuos reutilizables que terminan 
vendiendo, en gran parte, en los galpones de propiedad de la ciudad. La 
cooperativa impulsa una alternativa diferente a la de la actividad que 
desarrollan la mayoría de los cartoneros (Bazán, Ferrari & Lado, 2013). 
 
 Ambos procesos han focalizado, como contrapartida argumental, a 
los sucesivos gobiernos de la CABA, pero se han asegurado de crear y 
profundizar lazos de interlocución con el entorno barrial y múltiples 
instancias sociales. En un sentido más amplio, interactúan con los 
habitantes de la ciudad y con otros movimientos, organismos e instancias 
institucionales, mediante y con las cuales se han ampliado y diversificado 
los propósitos originales. Parte de la estrategia de IMPA ha sido 
contraponer la cuestión de la legitimidad a las condiciones de legalidad 
imperante en materia de quiebre de empresas y a las prioridades 
acreedoras de las mismas. También IMPA ha puesto en juego, buscando 
consenso, su raigambre trabajadora, acentuando la competencia 
permitiendo que quienes trabajan pueden tener lo necesario para conducir 
emprendimientos rentables. Finalmente, el tercer ámbito de acción de 
IMPA ha estado en el desarrollo de proyectos educativos, culturales y de 
promoción de los derechos y la memoria colectiva. Esto ha tenido como 
resultado la emergencia de un bachillerato popular, y la creación de la 
Universidad de los Trabajadores y del Museo IMPA de la Cultura del Trabajo 
y de la Identidad Obrera, a los que se suman otros proyectos socio-
culturales que se realizan en su predio. 
 
 En el caso de la Cooperativa El CorreCamino, que está principalmente 
representada por su presidente, se enfatiza una historia previa de 
desarraigo, vulnerabilidad y precarización. Lo que vincula a sus miembros es 
su capacidad de ofrecer a la comunidad vecinal un servicio de reciclamiento 
de residuos, que aunque contemplado por la legislación vigente en la 
CABA, no está aún en las prácticas de vecinos y autoridades de la ciudad. 
Los cooperandos han transformado su identidad, al punto que no solo 
pueden distinguirse de sus trayectorias anteriores, sino que también 
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pueden distanciarse de las expectativas de otros grupos de cartoneros que 
trabajan con los residuos. Esta nueva identidad -y las prácticas asociadas- 
lleva el nombre de promotor ambiental, con el que desean ser 
identificados. En su relación con el gobierno, pretenden el reconocimiento 
para funcionar con centros de reciclado en los que apoyan la posibilidad de 
aumentar sus ingresos económicos, descartando la figura tanto del 
subsidio, como la del empleo. También ha desarrollado una estrategia con 
la comunidad y con las principales instituciones y grupos del entorno 
barrial, y de otros proyectos similares en otros barrios. En paralelo, la 
difusión de la utilidad del reciclaje y de la función desempeñada se realiza a 
través de distintos canales: radios, charlas en colegios, seminarios en la 
universidad, entre otros. 
 
 Otro punto común que subyace a los dos casos, radica en su 
oposición a las habituales políticas asistenciales (Ferrari & Logiudice, 2009). 
Mientras IMPA hereda una memoria de integración por vía de seguridad 
social de alcance universalista, El CorreCamino se encuentra mucho más 
cerca de los efectos des-regulatorios y las expectativas de la autogestión 
colectiva. 
 
 
3.2. ¿HASTA QUÉ PUNTO EL CONSENSO ES RETICENTE A TAL TRANSFORMACIÓN? 
 
 En torno a lo reticente del consenso, cabe historizar subjetivamente 
la forma en que cada uno de estos grupos habitó la sociedad previo a la 
segmentación y expulsión de la década de los ’90. IMPA, recorre un trayecto 
común a las vicisitudes de la clase obrera argentina. Para desafiar el destino 
del desempleo asistido, cuestiona y resignifica su propia tradición obrera. 
Cuenta, en este sentido, con la empatía de quienes saben lo que es perder 
el trabajo, enlazado en forma muy cercana al sentimiento de perder la 
dignidad. El trayecto vivido, no es una historia externa, quienes trabajan en 
IMPA saben de luchas y contraofensivas, por lo que su propuesta desafía al 
sistema a hacerle lugar como una opción más, que no se confunde ni se 
homogeniza con las otras. 
 
 En cambio, la propuesta de El CorreCamino es una propuesta de 
regular identidades, trayectos y prácticas en una empresa común. Es más 
evidente la búsqueda de inclusión y de aceptación por la función social que 
se proyecta. No hay consenso previo sobre ellos o, mejor aún, quieren 
alejarse del consenso que involucra a las mayorías respecto a su propia 
identidad como sujetos al margen de la sociedad y por lo tanto peligrosos. 
Al mismo tiempo, quieren alejarse de sus historias pasadas interponiendo 
aquello que proponen como servicio a la comunidad en el presente. Con El 
CorreCamino asistimos al momento de construcción de consistencia que se 
expresa en la frase “lo primero que tenemos que reciclar es a nosotros 
mismos” (presidente de la cooperativa, comunicación personal, 6 de abril 
de 2011). 
 
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4. LA ACCIÓN POLÍTICA A PARTIR DE LA TEORÍA DE LA REPRESENTACIÓN 
 
 En las últimas décadas del siglo pasado comenzó a producirse un 
reconocimiento de la decadencia de los sistemas representativos (Laclau & 
Mouffe, 1987) que abarcó y dio cuenta del desgaste de las concepciones 
tradicionales de la política, y también de nuevos modos de comprensión del 
lenguaje y su poder de construcción. Desde entonces, muchos análisis se 
producen en un enclave denominado posmoderno que tiene, entre otras 
notas comunes a muchos y distintos movimientos, su antiobjetivismo, 
antiesencialismo y énfasis en los procesos constructivos y en la politización 
de las acciones. 
 
 Laidea de dos órdenes paralelos en los que un nivel es representado 
por otro; la sociedad civil por sus representantes políticos, la realidad por el 
lenguaje; tiene antecedentes históricos en los siglos XVII y XVIII y se 
corresponde con una concepción moderna de la política que la hace 
dependiente de la sociedad de la que emerge. Esta pregnancia de la teoría 
de la representación y de la relación entre el representante y lo 
representado sirve de base para comprender concepciones sociológicas 
tales como ideología, orden social, así como, también, la relación genética 
entre la sociedad y sus procesos políticos consecuentes. 
 
 El relevo y discontinuidad que el pensamiento posmoderno realiza, 
contempla concepciones complejas como imaginario (Baczko, 1991) orden 
del discurso (Marí, 1993) el poder fundante de la política en su construcción 
de lo social (Laclau, 2006) y las prácticas de gobernabilidad en el régimen 
de subjetividad (Rose, 2007) –que desarrollaremos en el apartado siguiente-
; los que precisamente pusieron en cuestión la naturaleza de una realidad 
por fuera de lo discursivo, la entidad de un objeto que no estuviese en la 
superficie de un discurso. 
 
 En cuanto a la concepción de lo imaginario aparece enlazado a la 
forma en que los miembros de una sociedad representan sus condiciones de 
existencia en sí y, en especial, el modo en que se producen los procesos de 
universalización, y homogeneidad de derechos y aspiraciones, que dan 
sustento a la sociedad civil. No obstante, en la mayoría de los análisis 
intelectuales se observa que tal comunidad de intereses se encuentra 
producida simbólicamente a partir de la dominancia de ciertos grupos con 
capacidad de establecer condiciones de reciprocidad, de subordinación y de 
dominación argumentalmente legitimadas, naturalizadas y sostenidas 
simbólicamente en un conjunto de atribuciones esencializadas. 
 
 En cuanto al orden del discurso, expresa el potencial constructivo y 
creativo que le atribuye Foucault (1999) a la estrategia dispersiva por la cual 
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los discursos se transforman en dispositivos de inteligibilidad y de sujeción 
entre distintos niveles en los que confluyen procesos, objetos y relaciones 
que resultan en un estado de cosas que denominamos orden. La vigencia 
de la teoría de la representación en su versión clásica, por su parte, es 
articulable con la idea de totalidad social que precede y sustenta el accionar 
político, siendo la sociedad el fundamento del mismo. Una parte del 
pensamiento contemporáneo ha invertido o, más aún, destotalizado el 
proceso a partir de pensar lo social como un efecto de las prácticas político 
discursivas (Laclau, 2006). En esta línea, lo social nunca es una totalidad 
cerrada ni tampoco es el punto de partida; el comando y el relevo del 
mismo es la acción política. En esta concepción lo político antecede a lo 
social, y le da motivo y razón de ser. Lo político aquí tiene como tarea 
desplegar la conflictividad existente, aumentando la oportunidad de 
múltiples emancipaciones y nuevas articulaciones identitarias. En esta 
segunda concepción hay creación de sujetos que son efecto de nuevas 
relaciones. 
 
 La capacidad de politización de IMPA, ha caracterizado de distintas 
maneras sus acciones. Sin embargo, una de las más preciadas por los 
trabajadores es la que culmina en la creación del Museo. Este representa la 
oportunidad de plasmar una memoria obrera que confronta y rompe la 
continuidad de cualquier historia no narrada por sus propios protagonistas: 
 
[El Museo] tiene como dos significados, el principal es que sea un 
elemento importante, que sirva a los jóvenes para entender el proceso 
de globalización y de concentración económica que llevó a la 
destrucción de la industria en la Argentina. Queremos que se exprese 
el esfuerzo de miles de trabajadores que pasaron por acá y fueron 
partícipes de la construcción y de la resistencia. (Trabajador de IMPA, 
comunicación personal, 6 de marzo de 2013) 
 
 El Museo aparece como un efecto de des-sujeción de la habitualidad 
de ser relatado por otros, de ser interpretado por otros que no sean los 
protagonistas y aquellos que forman parte de la cultura popular, es decir, 
optando por el relato en primera persona y no la representación. Esto es 
una cuestión política porque se trata más de un punto de partida que de 
llegada, en el que la expectativa es transformar la concepción naturalizada 
de las identidades y prácticas de los trabajadores que ahora los ubica como 
un grupo subalterno, objeto de disciplinamiento y como el espacio que 
amenaza las propiedades de la sociedad buena. 
 
 Otra dimensión de la politización de IMPA ha sido su potencia en el 
proceso de creación de leyes generadas bajo el impulso de múltiples 
cooperativas para tutelar la expropiación, permitiendo la explotación del 
predio. En 2004, por ejemplo, la Legislatura del Gobierno de la CABA 
sancionó la Ley 1.529 sobre Expropiación de Inmuebles y Bienes de 
Empresas Recuperadas. Esta norma declara de utilidad pública y sujetos a 
 
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expropiación los inmuebles e instalaciones de empresas recuperadas en las 
que funcionan las cooperativas de trabajo. A esta ley le siguen otras para 
ampliación de los plazos prescriptos, hasta que el 23 de diciembre de 2012 
el gobierno de la CABA veta la ley 4008, lo que inaugura una nueva serie 
de luchas. Pero más allá del devenir de las leyes, IMPA propone: 
 
Nosotros no queremos, nosotros no nos planteamos como dueños de 
la propiedad. Es más nosotros siempre tratamos de que IMPA sea del 
pueblo, por eso los espacios todos abiertos al conjunto de nuestro 
pueblo. Y es nuestro proyecto que tenemos hacia el estado que hoy 
estamos discutiendo […] Y el planteo que nosotros hacemos al estado 
es que el estado expropie, se lo ceda a la cooperativa en comodato 
mientras perdure la cooperativa y si la cooperativa fracasa en su 
trabajo, el Estado haga con el bien algo para educación, salud, trabajo 
¿no?, nunca estamos pidiendo la propiedad. Cosa que ¡ojo! que no… 
no quiere decir que todas las empresas recuperadas están pidiendo lo 
mismo ¿no?, hay muchas que plantean tener la propiedad. (Principal 
referente de la recuperación de IMPA, comunicación personal, 13 de 
julio de 2011) 
 
 En el caso de la cooperativa El CorreCamino, las prácticas políticas se 
sostienen en construir la verosimilitud del proyecto, la eficacia potencial de 
su acción, pretendiendo fundamentalmente la inclusión por el servicio que 
la cooperativa ofrece a la ciudad y a los vecinos. Sus miembros se integran 
tratando de lograr identidad como uno más, en palabras de su presidente 
“queremos ser un contribuyente más”. Mientras IMPA intenta desmarcarse 
del colectivo laboral naturalizado bajo el axioma de la subordinación, El 
CorreCamino busca integrarse a la comunidad como un par, constituirse 
como sujeto de derecho, con responsabilidades. Por otra parte El 
CorreCamino se agencia desarrollar las regulaciones que están 
pronunciadas en la ley 1.854 del año 2006, de Basura Cero de la CABA. 
Mientras IMPA busca transformar los espacios vigentes con nuevas formas 
de legitimidad, El CorreCamino desarrolla sus prácticas amparándose en y 
desde la legalidad: 
 
Este proyecto [de El CorreCamino] se complementa con el proyecto 
del Programa de Promoción y Ayuda al Reciclado Solidario Barrial, 
oportunamente aprobado por la Asamblea [de la Comuna 15]. 
Creemos que este es el primer paso para crear centros de gestión 
integral de residuos en la Comuna, y apuntar al cumplimiento de la 
Ley 1854 conocida como de Basura Cero. (Presidente de la 
cooperativa, comunicación personal, 6 de abril de 2011) 
 
 
 
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5. CAPITALISMO Y DEMOCRACIA REPRESENTATIVA, O NO REPRESENTATIVIDAD 
DE LA DEMOCRACIA 
 
 En otro orden de antecedentes, la teoría de la representación ha 
dado fundamento a las democracias representativas, así como a la 
dificultad de admitir qué clase de intereses se encontrarán representados o 
no en la esfera pública, cuáles estarán distorsionados por los agentes 
representativos y cuáles estarán ausentes por resultar infra representados 
(Ferrari & Loguidice, 2009). 
 
 Si bien en principio la teoría política admite que el representante 
está en el lugar de lo representado o bien mantiene los intereses de los 
representados, desde la puesta en marcha de este modelo, las múltiples 
experiencias sociales han cuestionado esta situación. Paralelamente, han 
dado un cierto estatuto al representante de una jerarquía diferente de 
aquellos a quienes representa. Así en el lenguaje de muchos colectivos 
aparece una denominación, clase política, que se funde con la idea de clase 
dirigente. La fuerza del representante borra y subordina la de lo 
representado y, fundamentalmente, la del discurso de distintos grupos de 
la sociedad civil. 
 
 La crítica a esta conformación y funcionamiento es relativa a la 
dificultad de que los representantes formulen proyectos sociales que den 
lugar a las particularidades y necesidades requeridas de forma equitativa. 
En este sentido, para muchos, el potencial realizativo de la democracia 
representativa encuentra sus límites en el modelo capitalista que la sostiene 
y, complementariamente, en la concepción de progreso que acompaña su 
proyecto; y también en su capacidad o incapacidad de incluir sin 
“ventrilocuizar” lo marginal. 
 
 El proyecto democracia representativa-capitalismo-progreso tiene su 
origen en una concepción totalizante, que se realiza a partir de una 
perspectiva eurocéntrica, cuyo modelo -el europeo- se propone para ser 
discutido y reproducido, con mínimas diferencias, en múltiples contextos, ya 
sea como proyecto en el presente o como expectativa de futuro. La 
diversidad queda descalificada y tratada acorde a las postulaciones de este 
modelo universal hacia el que deberían tender todas las sociedades 
(Wallerstein, 2001). 
 
 La crisis de la teoría de la representación conlleva la visibilización del 
descontento, la indignación, la precariedad y la desprotección de grupos y 
personas para quienes la política establecida resulta un modelo 
insuficiente, fracasado o falaz. En esta dirección, tomar la palabra y la 
práctica de sus propias necesidades caracteriza a múltiples colectivos que 
instalan otros modos de hacer política de manera directa, alternativa o en 
espacios inhabituales, usando los recursos del sistema y multiplicando su 
propia agencialidad. 
 
Una Perspectiva Psicosocial en Torno a las 
Estrategias de Politización en Conflictos Asimétricos 
	
  
	
  
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Liliana Ferrari & Claudia Bazán 
 
 Introducir la condición histórica en la cual han tenido origen los casos 
estudiados, nos permitirá una mejor caracterización de sus diferentes 
formas de cuestionamiento a las prácticas representativas, sin que en 
ningún caso, sin embargo, involucre un distanciamiento radicalizado de las 
mismas sino más bien un aprovechamiento instrumental, creativo y también 
suspicaz. Siguiendo lo que expusimos en otros trabajos, la salida del 
enclave neoliberal que dominó la década de los ’90, arrastra las siguientes 
notas subjetivas en torno a los procesos democráticos instituidos: 
 
• Distancia política por desencantamiento, por desasistencia. 
• Distancia sindical por desprestigio y por ausencia del sindicato 
cuando se está afuera del mundo del trabajo. 
• Distancia de la praxis: el trabajo que se consiga y el que se tenga será 
percibido en términos instrumentales. 
• Desvalorización del espacio laboral: sus condiciones son malas y no 
genera cultura, es de menos calificación que la que uno tiene y por lo 
tanto no dignifica. 
• Desidentificación con el mundo del trabajo, porque la oferta es la 
vulnerabilidad presentada de distintas formas (Ferrari & Logiudice, 
2009, p. 97). 
 
 A esta caracterización que hicimos en el 2009, debe contraponerse la 
forma en que nuestros casos se posicionan. En efecto ,el trabajo sigue 
siendo uno de los motivos de la lucha, que como práctica, excede la 
condición formal tanto de dependencia como de subordinación. También 
se aleja de la idea de asistencia enmarcada en políticas de inclusión para 
condiciones vulnerables y de precariedad. IMPA lo plasma, en palabras de 
Eduardo Murúa -principal referente de la recuperación de IMPA y del 
Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER)- de la siguiente 
manera: 
 
Los métodos de lucha anteriores que teníamos por reivindicaciones, 
por salarios, quedaban casi desarticulados, ya no servían. […] Ya en 
ese momento nosotros veíamos que había que hacer un nuevo 
método de lucha, esto de ocupar las fábricas y resistir porque no iba a 
haber salida […] En el momento que nos juntamos, cuarenta 
trabajadores decidimos tomar la fábrica. Pudimos frenar por lo menos 
que se vaciara la empresa, eso fue por mayo del 98. Solamente 
estaban las máquinas y cuarenta trabajadores manuales que habían 
decidido juntarse, que dijeron: ¿Qué hacemos? Bueno y nos metimos 
y… eso que decíamos en los bares, eso de ocupar, resistir, ahora 
había que hacerlo, lo hicimos. ¡Había que hacerlo!. (comunicación 
personal, 13 de julio de 2011) 
 
 Por su parte El CorreCamino sostiene a través de su presidente: 
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Yo no soy un charlatán, uno de esos que lo único que hacen es 
hablar, yo soy un trabajador. […] Nosotros, ¿por qué no queremos 
subsidio? Porque queremos ser legítimos, yo quiero sostener mi 
economía, todos los días servir la mesa, mínimamente lo que vamos a 
consumir… por qué tengo que esperar a que me den… tenemos que 
erradicar de la faz de la tierra el dar por dar. (comunicación personal, 
16 de mayo de 2012) 
 
 Finalmente, ambos movimientos son fuertemente personalizados, en 
términos de sus respectivos liderazgos. Si bien, su marca al interior de la 
propia estructura grupal es el diálogo, al momento de trasmitir posiciones 
hacia afuera, se unifican respectivamente en las voces de sus presidentes. 
 
 
6. LA CONTINGENCIA DEL SUJETO DE LA EMANCIPACIÓN 
 
 Para gran parte de la política moderna, el sujeto social es el punto de 
partida de su proyecto y de su potencia. Sin embargo, como hemos 
mencionado en el apartado anterior, en el terreno contemporáneo el 
principio de acción de la política se ha destotalizado, al punto de que 
muchos movimientos han ganado terreno suficiente para construirse en 
prácticas políticas como grupos sociales. Es decir, aparece el proceso 
inverso, lo político precede y construye lo social. 
 
 La manera en que los investigadores analizan esta transformación no 
es unívoca, ya que la perspectiva de muchos neomarxistas los ubica en una 
condición de mayor expectativa en torno a la potencia de los distintos 
actores en movimiento, denominados multitud (Hardt & Negri, 2004). En 
otras perspectivas, se enfatiza la potencia de las prácticas hegemónicas para 
lograr la equivalencia de las múltiples luchas de los distintos grupos que 
despliegan estrategias contra diversas formas de dominación (Laclau & 
Mouffe, 1987). 
 
 Sin embargo, las revisiones de otra línea de la crítica contemporánea 
van a intensificar que esta fragmentación política se encuentra bajo el 
comando de distintas comunidades, cuyo eje común de demanda puede 
ubicarse en la salud y la seguridad (Rose, 2007). La necesidad de conquistar 
condiciones de salud y seguridad, que impulsa a comunidades en riesgo, 
activa políticas públicas que terminan promoviendo una mayor 
oportunidad de gobernabilidad, más que una emancipación en términos de 
ampliación de oportunidades de elección y autodeterminación.Probablemente, esta sea una de las razones por la cual los casos que 
estamos analizando intentan desmarcarse de las políticas establecidas y 
pretenden generar nuevas formas de hacer política. 
 
 
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Liliana Ferrari & Claudia Bazán 
 Cabe entonces destacar que las neoformas de la acción política 
contemporánea no son unívocamente percibidas sino por sus líneas 
comunes de acción, aunque no por su significado ni oportunidad de 
transformación. Sus notas en común, la instalación de nuevas necesidades, 
reconocimientos, derechos y la búsqueda de justa redistribución son, en 
parte, los principios inspiradores de tales movimientos, pero sus puntos en 
común y las transformaciones que tendrán efecto a partir de sus distintas 
formas de lucha, están lejos de ser percibidas correctamente. La ganancia 
de emancipación no siempre es el resultado evidente y fundamental 
cuando los reclamos son relativos a la protección de derechos personales y 
sociales, en los que muchos autores ven crecer la intensidad de la 
regulación del régimen de subjetividad de comunidades y grupos. 
 
 En los modelos optimistas, como llamaremos a los de Hardt y Negri 
(2002), y Laclau (2006), la emancipación es un proceso potente y posible. 
Para los primeros, la multitud es el nuevo sujeto que confronta una 
maquinaria abstracta de dominación, el imperio que regula los conflictos 
sociales. Mientras que para el segundo, la emancipación es una 
oportunidad de las democracias pluralistas y populares, en tanto estas 
últimas permiten la articulación de diferencias que puedan modificar los 
atributos de las identidades existentes. Así, en Laclau (2006) la identidad 
relacional y la capacidad simbólica de una sociedad de interpretar muchos 
de sus procesos, como el de dominación, potencian la oportunidad 
emancipatoria que da existencia a nuevos sujetos políticos. 
 
 Otras visiones críticas, como la de Rose (2007), acentuarán el proceso 
de construcción del movimiento que reclama como una transformación en 
torno a prácticas de gobierno en sí que provienen del mismo proceso de 
visibilización de sus necesidades en tanto comunidad en riesgo. Se enfatiza 
aquí cómo el acreedor se transforma en deudor de una serie de estilos que 
ratifiquen su seguridad y la seguridad que mantiene para el resto de la 
sociedad. 
 
 En IMPA lo que comenzó como lucha por la supervivencia, en 
términos de mantener la fuente de trabajo, sostuvo siempre un perfil de 
distanciamiento de las modalidades tradicionales de empleo y asistencia. 
Esta lucha se llevó a cabo manteniendo el lugar de producción y 
protegiendo la misma con las leyes de expropiación, pero, además, 
abriendo el espacio a otros emprendimientos político-sociales de grupos de 
diferente inspiración. IMPA se propone como un sujeto múltiple capaz de 
albergar distintas necesidades populares a las que hace lugar, implicando, 
también, proyectos tales como el Museo y la revista Museo IMPA. 
 En el caso de El CorreCamino se trata de la construcción de la 
ciudadanía laboral a través del proceso de reconocimiento que lo 
identifique como promotor ambiental. Esto implica un conjunto de 
prácticas que aportan valor a un hacer habitualmente descalificado, como 
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es el “cartoneo”, que puede ser transformado por el reciclado, dando lugar 
a una visión ecológica que se comparte con muchos otros grupos sociales y 
que también es fuente de recursos económicos que no provee directamente 
el gobierno de la ciudad, sino la venta del material reciclable a las distintas 
empresas. 
 
 
7. CONSIDERACIONES FINALES 
 
7.1. UNA DISCUSIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL 
 
 En los apartados anteriores hemos retomado una serie de tradiciones 
relativas al pensamiento psico-político, sin la intención de dar soporte 
teórico a las praxis de los casos estudiados. No obstante, en el curso de la 
investigación, muchos de los procesos que hemos acompañado y, sobre 
todo, muchas de las transformaciones a las que hemos asistido, en términos 
de alter u otredad (Dussel, 1998, 2001), de ambos movimientos, nos 
llevaron a reflexiones conjuntas en torno a la acción política y a ciertos 
componentes que aparecen en las praxis de la misma, tales como consenso, 
minoría, cambio, influencia, representación, discursos, imaginario, 
ideología, derechos, legalidad-legitimidad, explotación, opresión, 
emancipación, liberación, inclusión-expulsión y marginalidad, por 
mencionar algunos de los tópicos. 
 
 Recordando los desarrollos de Martín-Baró (1998) en la década de los 
’80 para Centroamérica, la politización es una de las consecuencias de la 
conscientización y, aún más, es parte de la misma en tanto implica la 
interrogación-construcción de la propia identidad y también la liberación 
de sus distintas formas de opresión. Si la identidad mantiene la pregunta 
por quién soy, cada forma de respuesta histórica que una comunidad hace 
a este respecto, la remite a preguntarse a quiénes les sirve lo que inicia, las 
distintas formas de lo que contemporáneamente llamamos emancipación 
(Laclau, 2006). 
 
 Ningún conocimiento teórico o proveniente de la Academia puede 
generar ni sofocar las transformaciones identitarias que cada uno de los 
casos ha conllevado en la lucha política. Sin embargo, a partir de los 
problemas que estos grupos enfrentan, hemos tratado, aunque sea de 
forma fragmentaria, de dar cuenta de la acción política que les permite 
pasar de una condición sitiada a una condición situada, donde se toma 
riesgo y posición en el conflicto. En el caso de IMPA, la condición de asedio 
original tuvo como límite el quiebre de la empresa, la experiencia de 
explotación y el desempleo. No obstante, la respuesta de IMPA fue situarse 
como grupo de trabajadores con capacidad para rechazar la explotación 
tradicional, reintegrar la producción a la potencia cognitiva de los 
trabajadores y mantener la producción como forma de resistencia. 
 
 
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Estrategias de Politización en Conflictos Asimétricos 
	
  
	
  
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 El sitio de El CorreCamino parte de la condición de marginalidad, 
vulnerabilidad y opresión que es común a muchas trayectorias que se 
mantienen en las orillas del trabajo informal y el cirujeo. Para ellos situarse, 
implicó construir una alternativa de trabajo en una actividad clave para la 
ciudad, sus barrios y, sobre todo, para las comunidades vecinales. En 
términos comparativos la transformación del grupo de personas que 
integra IMPA fue dramática, pero no cambió su eje de integración, que es 
el trabajo, permitiendo ampliarlo a nuevos intereses sociales y culturales. El 
CorreCamino tuvo una transformación identitaria más profunda, sobre 
todo en términos de quien coordina la cooperativa. Aquí, una de las 
preguntas vitales para su expansión sería dar cuenta de cuántos más 
pueden ser parte de un proceso similar. 
 
 Ambos grupos tuvieron, desde el inicio, la preocupación política en 
torno a su posibilidad de influencia sobre otras agrupaciones sociales y 
sobre el gobierno mismo, al que identifican con intereses diversos a los de 
su propio posicionamiento. El lazo con el equipo de investigación, forma 
parte de esta interrogación y práctica en torno al consenso, y también a los 
distintos momentos de lucha planteados por la resistencia y los focos de 
conflicto. En este sentido, los psicólogos sociales que acompañamos estos 
procesos, tuvimos una función amplificadora al retomar la palabra, que en 
principio era propiedad de cada uno de los grupos. Un segundo tiempo fue 
participar en sus praxis de transformación, colaborando materialmente con 
las distintas actividades. Una tercera función ha sido la de formar parte de 
tácticas y estrategias que los grupos comparten en algunos temas con 
nosotros.Las tres funciones se mantienen en el tiempo y no son las únicas 
que hemos desarrollado, no obstante, son las más cercanas al proceso de 
práctica política que hemos descripto en los apartados anteriores. 
 
 En este sentido, el tipo de investigación que se lleva a cabo está 
orientada a la movilización de la conciencia con el fin de transformar no 
solo el ambiente y las condiciones materiales de vida, sino a los hombres y 
mujeres en su identidad social y en la valoración de sí mismos como 
ciudadanos, actores sociales y constructores de la realidad. Las 
transformaciones son producidas con la comunidad, desde ella, para ella y 
por ella. Siguiendo los lineamientos de la IAP, se busca la transformación de 
las comunidades y de los actores sociales que en ella participan, facilitando 
o catalizando el desarrollo de sus capacidades y auspiciando su 
fortalecimiento para obtener y producir nuevos recursos conducentes a los 
cambios deseados y planificados por los mismos actores en su entorno 
(Montero, 2006). Algunas de las actividades realizadas conjuntamente son: 
Junto a El CorreCamino se gestiona el equipamiento ante el Instituto 
Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) para alcanzar mayor 
rentabilidad y seguridad, dentro del marco de la Ley Nº 992 de la CABA. 
 
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Presentar un proyecto de cooperación internacional al Ayuntamiento 
de Gava en Barcelona, para la convocatoria 2013, el cual al ser seleccionado 
otorgó 4000 euros que posibilitarán a los miembros de El CorreCamino 
mejorar las condiciones laborales e incluso incluir a nuevos miembros. 
Como enfatiza su presidente: “Pretendemos, además de lograr sanear el 
ambiente, ser una alternativa para personas que se han convertido casi en 
residuos humanos, que han quedado afuera del sistema”. 
 
Colaborar en la creación de la Universidad de los Trabajadores y del 
Museo del Trabajo y la Identidad Obrera de la empresa IMPA, no solo por el 
valor cultural de estos emprendimientos, sino, también, porque 
contribuyen a enfrentar las permanentes amenazas de desalojo que 
emanan del poder, especialmente del judicial. 
 
Además, tanto IMPA como El CorreCamino participaron en 
seminarios desarrollados en la Facultad de Psicología (UBA), sede del 
proyecto de investigación, cuyos objetivos son dar a conocer experiencias 
nacidas “desde abajo”, modelos de acción social y política creada por los 
propios protagonistas. Es también un espacio para difundir y buscar nuevos 
adherentes y multiplicadores del modelo de trabajo cooperativo. Asimismo, 
sirve para sensibilizar a docentes y alumnos con la realidad que viven 
diariamente los colectivos en estudio. 
 
 La naturaleza disímil de ambos grupos da cuenta también de su 
contexto histórico de emergencia. La Argentina que hereda las condiciones 
de los años ’90 dista mucho de poder ser interpretada acabadamente en 
una lectura de clases. Lo mismo ocurre con el mercado de trabajo y con el 
concepto mismo de grupos populares. En este sentido, la cuestión que 
trabajamos como representación política da cuenta de las dificultades y el 
desencantamiento, que es un punto común en ambos casos, en torno a lo 
que el sistema puede distribuir y lo que alcanza a reconocerles en términos 
identitarios. No obstante, la cultura del trabajo forma parte de la historia 
de IMPA y no del caso de El CorreCamino. Por lo expuesto, para El 
CorreCamino, la identidad se logra en el proyecto futuro y el trabajo que 
realiza es la clave. Mientras que en IMPA la clave es presentar una 
alternativa de producción y relación social que encuentra sus simientos en 
el pasado. 
 
 Las instituciones tradicionalmente ligadas al trabajo, como los 
sindicatos, no estuvieron presentes en los distintos procesos que ambas 
agrupaciones afrontaron, a pesar que, en el caso de IMPA, algunos de sus 
trabajadores tienen un pasado de compromiso sindical. Esta separación o 
extrañamiento coloca a ambos grupos en una situación de alternativa que 
tiende a facilitar lazos con grupos forjados en trayectorias e intereses 
similares o complementarios. Sus vínculos con la estructura del mercado 
formal de trabajo son menos significativos que los que se establecen con las 
 
Una Perspectiva Psicosocial en Torno a las 
Estrategias de Politización en Conflictos Asimétricos 
	
  
	
  
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empresas que pueden requerir sus servicios, con el entorno barrial e incluso 
con los profesionales que acopañamos estos procesos. 
 
Volviendo a las formas en que se han desarrollado las 
transformaciones emancipatorias de estos sujetos podemos situar, 
siguiendo el planteo de Laclau (2006), que hay en juego y en común una 
identidad popular, ya que hay una equivalencia de distintas y similares 
demandas individuales y colectivas insatisfechas, producidas por los 
sistemas institucionales que debieran satisfacer los derechos en juego. Este 
origen implica una equivalencia de posiciones cuyo efecto ha sido por 
momentos la frustración, pero también la articulación a través de 
liderazgos activamente personalizados. 
 
 Ambos grupos desarrollaron un conjunto de praxis orientadas a la 
supervivencia. No obstante, esa supervivencia trascendió las políticas 
asistenciales que constituían la oferta básica al desempleo, así como 
también la cooptación por los sistemas tradicionales mercado-estado, como 
fuentes de empleo. Esta lucha es una práctica emancipatoria que los 
conminó a reescribir los términos en los cuales querían establecer nuevas 
formas de relación social, de producción material y también de 
reformulación de la propia identidad. La posibilidad de extender estas 
alternativas a otros grupos con situaciones similares los incluye en una red 
ampliada de emancipaciones que, en ambos casos, constituye una fuente 
de poder social de naturaleza diferente a las de la solidaridad obrera y la 
asistencia a lo vulnerable, que conforman las normas habituales del orden 
establecido. Este sistema de política de red y de red política que se activó 
en momentos de resistencia o amenaza, hoy se manifiesta en la emergencia 
de prácticas educativas y culturales, y se institucionaliza como opción 
diferente. A nuestro entender, el curso del conflicto original no es ni 
debiera ser atrapado en modelos académicos que midan su potencia por las 
transformaciones del sistema. El valor y la fuerza del poder de la red está 
menos en lo que le puede ocasionar al sistema que en la transformación 
socio-subjetiva al mantenerse por opción alternativa. En ambos casos 
asistimos a la conformación política de un sujeto popular, que se construye 
desde abajo y no solo en oposición a los de arriba. 
 
 
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Revista Latinoamericana de Psicología Social Ignacio Martín-Baró, Vol. 3, Nº 1, Juio 2014 ISSN 0719-2703 
	
  
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