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Protagonistas olvidados las luchas obreras Nassif

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ESTUDIOS - N° 34 -ISSN 0328-185X (Julio-Diciembre 2015)159-176
Introducción
Los años ’70 continúan siendo en la Argentina un nudo en el debate
historiográfico, teórico y político. En estos momentos, nos encontramos ante
Protagonistas olvidados: las luchas obreras
en Tucumán en los años ’60 y principios
de los ‘701*
Silvia Nassif2
Resumen
El caso tucumano generalmente es conocido
como uno de los centros del accionar de las
organizaciones armadas, especialmente a par-
tir de 1974. En este artículo, en cambio, in-
dagamos en el protagonismo de la clase obre-
ra tucumana y las causas de su lucha desde el
cierre de los ingenios en 1966 y sus conse-
cuencias sociales. A partir de esta política se
explica por qué el conflicto social en la pro-
vincia se desató incluso antes del Cordobazo
de 1969. Asimismo estudiamos la continui-
dad de las luchas obreras hasta el golpe de
Estado del 24 de marzo de 1976. Estos he-
chos contradicen los balances que niegan o
secundarizan el proceso de auge de lucha de
los años ’60 y ’70 y el importante protagonis-
mo en estas protestas del movimiento obrero
y demás sectores populares.
Palabras clave: Movimiento obrero – Agro-
industria azucarera – FOTIA – década del ‘70
– Represión en Tucumán
Abstract
The Tucuman case is generally known as one
of the centers of armed organizations’ activi-
ty, especially from 1974. However, this arti-
cle intends to investigate the role of the wor-
king class in Tucuman and the causes of their
struggle highlighting the closure of sugar mi-
lls in 1966 and its social consequences. This
policy is the main reason for the eruption of
social conflict in the province even before
the Cordobazo in 1969 and the workers stru-
ggles continued until the beginning of Mar-
ch 24, 1976 dictatorship. These facts contra-
dict the statements that deny or minimize
the process upsurge in social struggle during
the ‘60s and ‘70s and the important role the
labor movement and other popular sectors
played in these protests.
Key words: Labor movement – Sugar agro-
industry – FOTIA – 70s – Repression in
Tucumán
1 Trabajo recibido el 23/09/2015. Aceptado el 24/12/2015.
* Se agradece las sugerencias de las/los evaluadores de la revista Estudios.
2 Profesora y Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán. Doctora en
Historia por la Universidad de Buenos Aires. Contacto: nassifsilvia@gmail.com
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múltiples conmemoraciones que tienen a la provincia de Tucumán como
uno de los escenarios más destacados. Además de las próximas celebraciones
por los 200 años de la declaración de la Independencia, adentrándonos en la
historia más reciente en el 2015 se cumplieron 40 años del establecimiento
del «Operativo Independencia» y en el 2016 se conmemorarán los 50 años
del proceso iniciado por la dictadura de Juan Carlos Onganía de cierre de
ingenios azucareros tucumanos.
Estas conmemoraciones remiten a procesos sociales que marcaron fuer-
temente la historia de la Argentina, en particular la historia de Tucumán, y
que continúan generando múltiples polémicas tanto en el campo académico
como en el conjunto de la sociedad. Ello queda de manifiesto, por ejemplo,
en la significativa cantidad de juicios por delitos de lesa humanidad que se
están llevando a cabo en la provincia desde 2008 y en las numerosas contro-
versias sociales que aún suscita este proceso (hasta febrero de 2015 se realiza-
ron en Tucumán 10 juicios en los que fueron condenados 65 represores por
delitos cometidos contra 289 personas).3
En este contexto, el análisis de las luchas de la clase obrera tucumana
cobra indudable relevancia no sólo para registrar lo específico frente a una
narrativa histórica nacional centrada principalmente en el área pampeana,
sino también frente a visiones que subordinan o reducen los conflictos de los
años ‘70 al accionar de las organizaciones armadas y a la represión ejercida
desde el Estado, desconociendo o negando la centralidad del movimiento
obrero y sindical.4
3 Ya en democracia en 1995, Antonio Domingo Bussi -quien había comandado el tramo final
del «Operativo Independencia» y luego sería nombrado primer interventor de facto de la
provincia de Tucumán- se postuló para gobernador a través del partido Fuerza Republicana,
resultando electo a pesar de la oposición de los organismos de derechos humanos y algunos
partidos políticos. En 2008 Bussi fue condenado por crímenes de lesa humanidad. No obstan-
te, lejos de que su figura fuera desterrada de Tucumán, en 2015 en las elecciones para gober-
nador el hijo menor de Bussi, Ricardo, se presentó como candidato por Fuerza Republicana y
como parte de su campaña electoral enalteció a su progenitor: «Mi padre es un gran motivo de
orgullo. Es un héroe nacional. Un soldado con un gran compromiso. Fue el último caudillo de
la República Argentina.» La Gaceta, 05/08/2015.
4 Precisamente, sobre las causas del «Operativo Independencia» y el despliegue del Ejército en
Tucumán uno de los argumentos esgrimidos fue el de «combatir a la guerrilla», en especial al
PRT-ERP que desde mediados de 1974 había instalado la compañía de monte «Ramón Rosa
Jiménez», llevando ese nombre en conmemoración a un obrero del surco que había sido
asesinado en Santa Lucía en 1972 por fuerzas represivas. Desde los sectores que intentaron
justificar el accionar represivo de las Fuerzas Armadas se alude a que fue parte de una «guerra»
interna que vivió el país antes del golpe de Estado de 1976 González Breard (2001). Desde
otra posición que cuestiona el peligro real de la guerrilla, Andersen (2000): 155, afirma que
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La insuficiencia de estudios sobre las luchas de los obreros azucareros
tucumanos en los ’70 –en especial a los años correspondientes al tercer go-
bierno peronista- contrasta con el rol protagónico de la clase obrera en ese
período, señalado por ejemplo a mediados de los ’80 en el informe elaborado
por la Comisión Bicameral provincial investigadora de las violaciones de los
derechos humanos durante la última dictadura:
«El movimiento obrero organizado resultó el blanco principal de esta
ofensiva represiva, ya que constituyó históricamente un indoblegable bas-
tión para la aplicación de políticas sociales y económicas regresivas, como
lo demuestra el hecho de que un altísimo porcentaje -casi el 40%- de los
desaparecidos, encarcelados, torturados y asesinados, fueron de extrac-
ción obrera.»5
Sin restar importancia al papel de las organizaciones armadas y a su
inserción en el movimiento obrero (por cierto también poco estudiado), en
este trabajo sostenemos que la lucha política y social que se desarrolló en
Tucumán, inclusive antes del Cordobazo de 1969, de ninguna manera puede
reducirse o subordinarse al accionar de las mismas.6 Por el contrario, en este
artículo sostenemos que, si la intención es poder entender integralmente a
qué vino la dictadura de 1976, resulta necesario enfocar el rol desempeñado
por la clase obrera azucarera en las luchas previas al golpe de Estado como
así también en contextualizar el momento de auge de lucha en el que se
llevaron a cabo estos conflictos populares.
Por esta razón, en este artículo nos proponemos analizar el papel de la
clase obrera azucarera tucumana durante el auge de luchas populares de
esta organización no significó una amenaza importante –el Ejército enfrentó con 5.000 hom-
bres a no más de 120 o 140 combatientes- y que, en cambio, la lucha en la provincia sirvió
como banco de prueba, particularmente en el Ejército, para la institucionalización de algunas
de las técnicas de la «Triple A».
5 Comisión Bicameral, (1991): 14. Casi 40 años después del golpe de Estado de 1976 todavía
no contamos con datos precisos sobre el total de secuestrados-desaparecidos en Tucumán. Por
ello la cifra señalada por dicha Comisión sería significativamente mayor. Sobre esta problemá-
tica consultar Izaguirre (2010). Respecto al movimiento obrero azucarero durante el tercer
gobierno peronista partimos de la bibliografía existente, tanto más valiosacuanto que el tema
ha sido poco estudiado: el trabajo de Taire (2008) acerca de la huelga de FOTIA de 1974 y el
artículo de Siviero (1991) respecto a la conformación de una lista para las elecciones de 1973
en la que predominaban los cuadros sindicales que habían enfrentado la política de cierre de
ingenios en los ’60. Entrevistas a dirigentes obreros en Mercado (2005).
6 Uno de los pocos estudios sobre la integración de cuadros del PRT en el movimiento obrero
azucarero corresponde al trabajo coordinado por González (1999).
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mediados de los años ’60 y principios de los años ’70 como así también re-
pensar distintos aspectos de las luchas sociales y políticas de aquel período
previo a la última dictadura militar.
Tucumán y el auge de lucha de los años ‘70
Con el propósito de comprender algunas particularidades del auge de
lucha de los años ’70 necesariamente tenemos que remontarnos a los años
’60, ya que a partir de 1969 en especial con el Cordobazo se abrió una nueva
etapa en la Argentina caracterizada por el cuestionamiento de distintos sec-
tores populares a la dictadura autodenominada «Revolución Argentina», con
estallidos generalizados. Tanto la justificación dada por la última dictadura
como por la «teoría de los dos demonios» coinciden en negar este auge de
lucha protagonizado por grandes sectores obreros y populares, reduciéndolo
a un período signado por la «violencia».7
Precisamente, la última dictadura vino a cerrar el auge de lucha que se
había desplegado a nivel nacional luego de mayo de 1969, que en el caso de
Tucumán estuvo precedido por importantes manifestaciones obreras y popu-
lares, incluso anteriores a la instauración de la «Revolución Argentina». Ha-
cia fines de 1965, durante la presidencia de Arturo Illia, Tucumán se encon-
traba en el medio de una verdadera crisis económica, social y política. Ello
agudizó la lucha de la clase obrera azucarera previo al golpe de Estado.8
A mediados de 1966, ya con Onganía y previa militarización de distin-
tas localidades azucareras tucumanas, la dictadura intervino distintos inge-
nios y terminó cerrando 11 de los 27 ingenios de la provincia.9 Esta política
7 Durante el alfonsinismo se consolidó la denominada «teoría de los dos demonios», que
sostenía, a grandes rasgos, que la Argentina durante los años ‘70 había sido convulsionada
«…por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda…»,
«…y a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo
infinitamente peor que el combatido…». Extractos del «Prólogo» del Nunca Más, modificado
en 2006. Más allá de este prólogo, cabe señalar el valor político y social que contiene dicho
informe y el mérito de haber sido uno de los primeros trabajos sistemáticos sobre la desapari-
ción de personas en la Argentina.
8 Para el abordaje del proceso de lucha de la clase obrera en Tucumán durante los años ’60
hasta el advenimiento del gobierno peronista nos basamos en las contribuciones de Sigal
(1973); Crenzel (1997); Pucci (2007); Ramírez (2010); y Nassif (2012) y (2015).
9 Días previos a la intervención de los ingenios, el teniente coronel Antonio Domingo Bussi,
al mando de las tropas del Regimiento 19 de Infantería, fue uno de los que recibió a Juan
Carlos Onganía en su primer viaje a Tucumán como presidente de facto por el sesquicentena-
rio de la declaración de la Independencia. Nassif (2015): 235.
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se llevó a cabo en una de las provincias en la que la agro-industria azucarera
era la principal actividad económica, por lo que las repercusiones sociales
fueron catastróficas.
De este modo, en el caso tucumano las políticas de cierre de ingenios
agudizaron los conflictos sociales y generaron un desarrollo de las moviliza-
ciones obreras que fueron creando condiciones sociales y políticas y anticipa-
ron rasgos del mencionado auge de lucha que se abrió a escala nacional con
el Cordobazo, que también tuvo su correlato en Tucumán. La modalidad de
estos levantamientos populares se manifestó en Tucumán de manera embrio-
naria en enero de 1967 con el asesinato de Hilda Guerrero de Molina, que
derivó en una «pueblada» en la localidad donde está emplazado el ingenio
Bella Vista. Luego, en abril de 1969 con la «pueblada» en Villa Quinteros,
localidad en el que funcionaba el ex ingenio San Ramón. Y posteriormente,
se profundizó en los Tucumanazos de noviembre de 1970 y junio de 1972, en
un movimiento general de carácter simultáneo y en interacción recíproca
con el proceso nacional.
En estas luchas los obreros azucareros se organizaron a través de sus
sindicatos de base, nucleados en la Federación Obrera Tucumana de la In-
dustria Azucarera (FOTIA), y distintas organizaciones que surgieron en ese
período como la Coordinadora de Ingenios Cerrados (que nucleaba a los
sindicatos de ingenios cerrados) o los Comités Pro-Defensa (en los que parti-
cipaban distintos sectores sociales de las localidades afectadas por la clausura
de su principal fuente de trabajo, como las de Bella Vista, Amalia, Villa Quin-
teros, entre otras).
Al finalizar la dictadura en 1973, los resultados de este proceso fueron:
el cierre de 11 de los 27 ingenios azucareros existentes en Tucumán, la elimi-
nación de más de 50.000 puestos de trabajo, la emigración de la provincia de
más de 200.000 personas y la profundización del proceso de concentración
monopolista de la industria azucarera, desfavoreciendo también a un sector
de los industriales tucumanos. Esta salida regresiva tuvo como principales
víctimas a la clase obrera, los pequeños y medianos productores cañeros –
nucleados mayoritariamente en la Unión de Cañeros Independientes de Tu-
cumán, UCIT- y el conjunto de los sectores populares. Fue una política de
«racionalización» económica enfrentada por la FOTIA y demás sectores
populares afectados. Además ese proceso de «racionalización» económica
también había operado sobre el sector ferroviario provincial, que había visto
disminuir el número de trabajadores.
Solamente si tenemos en cuenta el alto grado de combatividad del
movimiento obrero azucarero durante los años ’60 podemos comprender
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mejor cuál fue el propósito de la «Revolución Argentina» en Tucumán, ya
que para llevar a cabo aquella drástica reorganización del campo laboral se
necesitaba recurrir a la represión abierta. Así, esta dictadura vino a dominar
el proceso previo de resistencia obrera y popular que amenazaba con tornarse
incontrolable y a resolver la crisis provincial en un curso de concentración
monopolista de la industria azucarera. Estas políticas serán continuadas y
profundizadas durante la siguiente dictadura.
Sin embargo, el proceso de auge de lucha en Tucumán no se detuvo
con la llegada del tercer gobierno peronista sino que se prolongó, con nuevos
rasgos y factores determinantes, incluyendo nuevas formas a través de las
cuales el movimiento obrero buscó recuperar el terreno perdido en materia
de conquistas sociales, entrando en conflicto incluso con la política económi-
ca del gobierno peronista, el cual contó con un gran respaldo popular inicial.
Es que este auge de lucha coexistió y se vio condicionado por la amplia in-
fluencia y el apoyo histórico de sectores mayoritarios de la clase obrera al
peronismo, incluyendo la mayoría de los obreros afiliados a la FOTIA. Tam-
bién por la existencia de una fuerte jerarquía sindical de ese signo a nivel
nacional y provincial.
Entre dos dictaduras
Durante el tercer gobierno peronista, no obstante el proceso de con-
centración monopolista que había ocurrido con el cierre de ingenios, la in-
dustria azucarera continuó ocupando un lugar central en la economía de la
provincia. Además se produjo en el plano sindical una reactivación del papel
dirigente de la FOTIA. Más allá de la drástica disminución de los afiliadosa
la Federación, el movimiento obrero azucarero continuaba siendo uno de los
actores gremiales-políticos más importante en la provincia. A mediados de
1973, el dirigente peronista Atilio Santillán –que había dirigido la Federa-
ción entre 1965 y 1968- regresaba a la conducción de la FOTIA como secre-
tario general, cargo que ocuparía hasta su asesinato, dos días antes del golpe
de Estado de marzo de 1976.10
10 Con respecto a las circunstancias del asesinato de Atilio Santillán, publicaciones del PRT-ERP
adjudican a esta organización el hecho, acusando al dirigente azucarero de traición, ver Estrella
Roja, 19/04/1976. Por el contrario su hermano Hugo, detenido el 24 de marzo de 1976,
día en que se velaban los restos de Atilio, afirma que fue asesinado por las fuerzas represivas.
Entrevista a Hugo Santillán, ex obrero de fábrica del ingenio Bella Vista.
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En septiembre de 1974 la FOTIA protagonizó una de las huelgas más
importantes del período, volviendo a desplegar su combatividad y demos-
trando que a pesar de los embates sufridos durante la dictadura de 1966-
1973, el movimiento obrero tucumano no había sido derrotado.
Ante la situación de crisis que atravesaban los trabajadores azucareros y
luego de una amplia y directa consulta a las bases a través de su Congreso de
delegados seccionales, el 9 de septiembre de 1974 la FOTIA resolvió realizar
una serie de paros progresivos que culminaron en una huelga que duró más
de dos semanas en pleno período de zafra, ocasionando grandes pérdidas
económicas a las patronales azucareras. En ese sentido la Cámara Gremial de
Productores de Azúcar informó que luego de 10 días de huelga se habían
perdido 24.360.000.000 pesos viejos.11
El Congreso contó con la presencia de 238 delegados. Resulta impor-
tante destacar que los Congresos de delegados seccionales habían sido instan-
cias de organización de relevancia en el pasado de la FOTIA, espacios en los
que se intentaba promover y jerarquizar la discusión de las bases obreras. De
ese modo la Federación se encontraba en un proceso de democratización.
Ello se puso de manifiesto también en el intento de cambio del Estatuto en el
que, retomando la iniciativa previa a la dictadura de 1966, el Congreso de
delegados seccionales adquiriría el carácter de organismo máximo de la Fe-
deración.12
En 1974 el Congreso resaltaba:
«…la necesidad de que el gobierno popular -con el que se sienten total-
mente identificados los trabajadores azucareros a través de sus progra-
máticas de reconstrucción y liberación-, proceda a la materialización de
una política azucarera que sea expresión de un nuevo pensamiento en la
materia…».13
Los obreros azucareros exigían, además de aumentos salariales, la anu-
lación de las leyes azucareras de la «Revolución Argentina», la expropiación
11 La Gaceta, 24/09/1974.
12 En enero de 1966 se había realizado el 1º Congreso de delegados seccionales de la FOTIA,
del que participaron alrededor de 400 delegados, «…poniendo en debate desde cómo debían
funcionar las estructuras gremiales hasta la política económica y social implementada a nivel
nacional y provincial.» Nassif, (2015): 219.
13 Documentación de Información Laboral, Serie Informes, septiembre de 1974. Refiriéndose
al Congreso de delegados, Evita Montonera, Revista Oficial de Montoneros, enero-febrero
1975, señalaba que «Es altamente representativo de la base azucarera, y en sus manos estuvo
la conducción del conflicto de septiembre de 1974, con el que ‘estrenó’ su funcionamiento.»
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sin indemnización de los ingenios, la creación de nuevas fábricas azucareras
que absorbieran la capacidad de producción de materia prima que tenía en
esos momentos Tucumán y la reapertura del ingenio Esperanza, entre otros
reclamos.
Uno de los problemas más acuciantes de los obreros azucareros, deba-
tido largamente por FOTIA desde hacía un tiempo, estaba vinculado al pro-
ceso de desplazamiento de mano de obra por la tecnificación y las medidas
de «racionalización económica» en el campo y en la fábrica. Los trabajado-
res denunciaban que cada máquina cosechadora reemplazaba aproximada-
mente a 260 obreros del surco.14 Ello en un contexto provincial en el que los
niveles de desocupación –altos en comparación con la media a nivel nacional
debido a las políticas impulsadas por la dictadura anterior- amenazaban con
incrementarse más aún. Los obreros resolvieron que hasta que no se crearan
nuevos puestos de trabajo se opondrían a la introducción de la máquina cose-
chadora integral.
Asimismo, otro de los puntos del programa de la FOTIA fue la defensa
de la Compañía Nacional Azucarera S. A. (CONASA). Ésta era una empresa
estatal que había sido creada a fines del turno dictatorial de Onganía, confor-
mada en ese momento por cinco ingenios tucumanos: Santa Rosa, La Trini-
dad, La Florida, Bella Vista y San Juan. En el directorio los trabajadores
estaban representados por dos directores obreros, entre ellos Benito Romano,
dirigente combativo del peronismo y ex obrero del ingenio Esperanza.
Los obreros que pertenecían a CONASA habían adquirido algunas
conquistas que habían sido largamente reclamadas por la FOTIA, como la
igualdad entre los que trabajaban en las la fábrica y los que realizaban labores
en el campo –mediante la aplicación a éstos últimos de la Ley Nº11.729– y
la exigencia a los productores de la ocupación de un hombre y medio cada
mil surcos de caña. La obtención de aquellas conquistas por los trabajadores
de CONASA actuaba como referencia para las protestas azucareras con el
objetivo de la extensión de las mismas al conjunto de los obreros.15
Apenas la FOTIA declaró la huelga azucarera por tiempo indetermi-
nado en 1974, a nivel nacional distintos sindicatos, cuerpos de delegados y
comisiones internas –que también protagonizaban procesos de lucha- deci-
14 Evita Montonera, enero-febrero 1975.
15 «La historia de CONASA concluyó cuando Martínez de Hoz, en 1977, dictó el decreto-ley
21.606 de liquidación del experimento (…) para terminar con la firma estatal y vender los
ingenios. Entre 1978 y 1979 fueron rematados los ingenios La Trinidad, Santa Rosa, Florida
y Bella Vista, todos por debajo de la base de remate fijada, a un precio vil. Luego seguirán el San
Juan y el Arno, de Santa Fe.» Pucci (2007): 287.
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dieron encontrarse en Tucumán para realizar allí un «Plenario Sindical Com-
bativo». El mismo debía realizarse entre el 14 y el 15 de septiembre en la
sede de la FOTIA. Para que los obreros y demás sectores populares participa-
ran del evento se habían establecido distintos puntos de encuentro: en los
sindicatos azucareros (incluyendo a los de los ex ingenios), en los Talleres
Ferroviarios de Tafí Viejo y en la Quinta Agronómica de la Universidad Na-
cional de Tucumán. Se anunció además la participación de Atilio Santillán
(FOTIA), Agustín Tosco (Luz y Fuerza-Córdoba), Raimundo Ongaro (Grá-
ficos-Buenos Aires), René Salamanca (SMATA-Córdoba), Ricardo Piccinini
(Acindar-Villa Constitución), Mario Aguirre (ATE-Rosario), Jorge Di Pas-
quale (Farmacia-Buenos Aires) y Enrique Tortosa (Periodistas-Buenos Ai-
res).16
De este modo se comprende la limitación que significa reducir el auge
de lucha de los años ’70 a las organizaciones armadas o incluso a una corrien-
te del movimiento obrero como el clasismo de izquierda o a determinadas
experiencias del proletariado de los grandes cordones industriales, ya que ello
no da cuenta de otros procesos combativos que fueron insoslayablemente
parte del auge de lucha de aquel período en los que se destacaron los sectores
de izquierda junto a una masa de obreros peronistas radicalizados.
En medio de una intensa persecución a los obreros que se aprestaban a
participar del evento, con la detención de la delegación del SMATA antes de
ingresar a la provincia y con la sede de la FOTIA bloqueada por carros de
asaltos,el plenario no pudo llevarse a cabo de la manera programada. La
FOTIA fue intervenida por el Ministerio de Trabajo, del mismo modo que
había ocurrido previamente con el SMATA cordobés y la Federación Gráfica
Bonaerense. Sobre la intervención a la FOTIA, Atilio Santillán afirmó: «…‘Es
una vergüenza (…) que a pesar de ser un gremio que siempre fue peronista,
tengamos que verlo en este momento rodeado de soldados’.»17
De todas maneras quienes pudieron llegar a reunirse elaboraron un
documento. Allí daban por constituida una «Coordinadora Nacional de Gre-
mios Combativos y Trabajadores en Lucha», cuyos objetivos principales eran
la defensa de salarios justos y la plena vigencia de la democracia sindical. Al
16 La Gaceta, 14/09/1974. «El plenario, propuesto originariamente por los cuerpos orgánicos
del SMATA-Córdoba, apuntaba a coordinar el accionar de los organismos recuperados.» Nue-
va Hora, órgano oficial de Partido Comunista Revolucionario, 2º quincena de septiembre de
1974. Cabe recordar que René Salamanca ya había participado en reuniones con los azucare-
ros, como por ejemplo en el Congreso de delegados seccionales de FOTIA de mediados de
1973. Nueva Hora, 1º quincena de septiembre de 1973.
17 La Gaceta, 14/09/1974.
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final del documento se señalaba:
«…en la ciudad de Tucumán, tierra de la histórica declaración de la Inde-
pendencia nacional, inspirados en el ejemplo de los héroes y mártires de
la liberación nacional y social, convencidos de que defender la verdad y la
justicia nos ha de significar mayores sacrificios pero también la victoria
final de los explotados y los oprimidos, reafirmamos nuestra decisión de
recorrer junto a los trabajadores y el pueblo nuestro el camino y las lu-
chas que sean necesarias hasta recuperar todo lo que nos pertenece.»18
En síntesis, la FOTIA durante la huelga del año 1974 volvió a demos-
trar el poder de lucha y convocatoria, cuestionando incluso el «pacto social»,
pilar de la política económica vigente. Aunque los obreros llegaron a parali-
zar la zafra durante un tiempo, la medida de fuerza terminó abruptamente al
ser intervenida la Federación y desalojados sus dirigentes de su sede por la
policía.19
El «Operativo Independencia»
En febrero de 1975 Tucumán sufrió una nueva intervención militar
con el «Operativo Independencia» a través del decreto Nº261/75 firmado
por María Estela Martínez de Perón, que permitió el despliegue del Ejército
en la provincia luego de la instalación de la «Compañía Ramón Rosa Jimé-
nez» del ERP. Primero se realizó bajo la conducción de Adel E. Vilas hasta el
17 de diciembre y luego por Bussi. Con el «Operativo» se instalaron Centros
Clandestinos de Detención (CCD) como la conocida «Escuelita» de Famai-
llá. De ese modo, como indicó la CONADEP, a «…Tucumán le cupo el
18 «Comunicado de la Coordinadora Nacional de Gremios Combativos y Trabajadores en
Lucha», Tucumán, 15/09/1974. Documento citado en Taire (2008): 185.
19 Mientras el conjunto del movimiento obrero azucarero protagonizaba esta huelga ocurrie-
ron dos hechos cuyas valoraciones generaron distintas polémicas en el seno del movimiento
obrero. El primero fue la muerte de un dueño de ingenio a fines de agosto de 1974, después
de haberse intentado su secuestro. A este hecho se lo adjudicó Montoneros en su revista Evita
Montonera, enero-febrero 1975. Por otra parte, a mediados de septiembre en Santa Lucía el
ERP realizó un operativo. Según su prensa «La compañía de monte ‘Ramón Rosa Jiménez’ de
nuestro ejército guerrillero tomó (…) el pueblo de Santa Lucía y ajustició a responsables
directos del asesinato por torturas de nuestro inolvidable compañero ‘Zurdo’ Jiménez, hacha-
dor y pelador de caña de la zona, dirigente del PRT…». Estrella Roja, Órgano del Ejército
Revolucionario del Pueblo, 23/09/1974.
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siniestro privilegio de haber inaugurado la ‘institución’ Centro Clandestino
de Detención como una de las herramientas fundamentales del sistema de
represión montado en la Argentina».20
El peso que tenía en ese momento el movimiento obrero en la provin-
cia fue reconocido por el propio Vilas. Así, en un inédito manuscrito de su
autoría escrito en 1977, señalaba que no podía reducirse el campo de opera-
ciones al monte tucumano sino que había que otorgarles a los sindicatos un
lugar central.
A pesar de la ofensiva represiva, el movimiento obrero obtuvo algunas
conquistas. Los azucareros consiguieron en agosto de 1975, luego de más de
9 años de lucha, la promulgación del decreto Nº2.172 del Poder Ejecutivo
Nacional que autorizaba a CONASA a reabrir el ex ingenio Esperanza, fábri-
ca que había sido clausurada por Onganía pero que durante todos esos años
había sido resguardada por los obreros (con la dirección de Benito Romano
como secretario general), quienes cuidaron y limpiaron la maquinaria. Por
otra parte, los obreros ferroviarios lograron la incorporación de aproximada-
mente 1.000 trabajadores en los Talleres de Tafí Viejo.21
Uno de los lugares en los que con mayor fuerza se desplegó el «Opera-
tivo Independencia» ocurrió en la zona de Famaillá. Allí había al menos tres
ejes de organización de los trabajadores: el sindicato de obreros del ingenio
La Fronterita, el de Municipales y el de Grafanor. A partir de estos tres pun-
tos se generaron distintas tramas de militancia, atravesadas también por redes
comunales o de vecindad y vínculos familiares. Ese entramado, que seguía
teniendo como eje principal la organización sindical, estaba influenciado por
distintos grupos políticos provenientes del peronismo y también del PRT-
ERP.22
Según una publicación de aquella época, el lugar donde se emplazaron
las Fuerzas Armadas no era caprichoso. Por el contrario, «…las fuerzas mili-
tares se han instalado en todos aquellos lugares donde pueden preverse con-
flictos laborales. Para ellos, la huelga azucarera no debe repetirse.» A su vez
señalaba que en este punto era en el que ingresaban «…los patrones de forma
decisiva. Los empresarios y su infraestructura fabril se convierten en el apoyo
logístico de los milicos. Ellos acampan en los ingenios (…) y los zafreros
trabajan en los cañaverales ante la visión de soldados que se pasean con los
fusiles al hombro.»23 En el caso del ingenio La Fronterita, propiedad del
20 CONADEP (2013): 216.
21 Entrevista a Miguel Herrera, ex obrero ferroviario.
22 Jemio, (s/f).
23 Evita Montonera, agosto 1975.
Silvia Nassif / Protagonistas olvidados: las luchas obreras en Tucumán en los años ’60 ...
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grupo Minetti, se llegó al extremo de aportar espacios físicos a las fuerzas
represivas para el emplazamiento de un CCD.24
Durante el «Operativo Independencia» el movimiento obrero tucu-
mano sufrió la detención, el secuestro y la desaparición de trabajadores ade-
más del control extremo en sus lugares de trabajo. En ese sentido en la causa
judicial denominada «Operativo Independencia» se destacó explícitamente
la elevada cantidad de víctimas obreras en ese período. Así, de:
«…los 269 casos investigados, alrededor de un 42% de víctimas fueron
obreros y jornaleros del interior de la provincia y sus familiares directos
(alrededor de 113 casos), un 15% de víctimas eran dirigentes sindicales y
gremiales vinculados al partido peronista (alrededor de 40 casos), un 8%
de víctimas eran comerciantes y personas de oficio del interior de la pro-
vincia (alrededor de 20 casos), un 8% de víctimas eran empleados públi-
cos (alrededor de 20 casos), un 5% de víctimas eran profesionales inde-
pendientes (alrededor de 12 casos); un 4% eran estudiantes universitarios
(alrededor de 10 casos), un 2% militantes de partidos políticos de izquier-
da (alrededor de 5 casos), y sólo un 7% de víctimas acreditaban alguna
vinculación con el ERP/PRT (12 casos) o con Montoneros (4 casos).»25
De este modo, el despliegue del «Operativo Independencia» en Tucu-
mán, fue un anticipo de lo que luego se prolongaría a escala nacional.26Ello
implicó la ocupación de las Fuerzas Armadas del espacio público y limitó
drásticamente el accionar del movimiento obrero por sus reivindicaciones
sociales y en el plano político. La utilización de las Fuerzas Armadas para la
represión interna allanó el camino del golpe de Estado, tanto en el terreno
represivo como en el plano político más general, debilitando al movimiento
obrero, actor social fundamental de la vida política provincial. Aun así, para
que el terrorismo de Estado tomara escala nacional bajo un control centrali-
zado de las Fuerzas Armadas fue necesario derrocar al gobierno peronista a
través de un nuevo golpe de Estado.
24 El funcionamiento del CCD en La Fronterita quedó explicitado en los informes de la
CONADEP y de la Comisión Bicameral de Tucumán. Ésta última señaló además la existencia
de 33 centros clandestinos durante la última dictadura en Tucumán, al tiempo que advertía
que esa cifra era incompleta. Comisión Bicameral (1991): 98.
25 Poder Judicial de la Nación, (2012): 281.
26 Artese y Roffinelli (2012): 311, indican que en Tucumán «…la estrategia armada de discipli-
namiento social produjo la mayor proporción de muertos y desaparecidos, previos al inicio de
la dictadura militar (37% del total).»
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El golpe de Estado de 1976 y la desarticulación del movimiento
obrero
El debilitamiento del accionar del movimiento obrero fue un factor
central de la nueva correlación de fuerzas sociales y políticas que hizo posible
el golpe de Estado. Ese debilitamiento operó a partir de la división y desorga-
nización de los diversos sectores populares, incluida la propia clase obrera,
que resultó en un escenario definitorio para la instauración de la dictadura.
El 24 de marzo de 1976 la FOTIA se encontraba realizando un paro
de 36 horas en repudio al asesinato del secretario general de la Federación,
Atilio Santillán, ocurrido dos días antes. El mismo día del golpe de Estado
Bussi, a través del uso de las fuerzas represivas, suspendió y prohibió el paro e
intervino la Federación de los azucareros y también la CGT Regional.
La represión dictatorial se concentró en el movimiento obrero y en los
sectores populares combativos. No fue casual entonces que la geografía re-
presiva siguiera los pasos de lo que anteriormente había sido el reguero de
luchas. Los puntos represivos bordearon los dos núcleos principales en donde
se establecía la agro-industria azucarera: un punto concentrado en la zona
del noreste, cercano a la capital de la provincia, y el otro en la zona extendida
a la vera de la ruta nacional 38, desde la capital hacia el suroeste de la provin-
cia. De esta manera, el circuito represivo coincidió exactamente con los nú-
cleos obreros más importante en Tucumán.27
La FOTIA sufrió el secuestro y desaparición de una de las camadas
más combativas de la historia de la Federación: dirigentes como Benito Ro-
mano28, del ex ingenio Esperanza; Leandro Fote (vinculado al PRT- El Com-
27 Sobre el «circuito represivo» en Tucumán ver las declaraciones de Laura Figueroa, una de las
abogadas querellantes en la «Megacausa» Jefatura II y Arsenales. Agencia de Prensa Alternati-
va, 11/11/ 2014.
28 Conocer el recorrido político-sindical de Benito Romano nos ilustra algunos aspectos de la
vida política y social de Tucumán de aquella época. Hijo de un obrero azucarero, Romano fue
delegado del ingenio desde los 17 años, luego de la autodenominada «Revolución Libertado-
ra» se fue exiliado a Bolivia. En 1959 fue elegido secretario general de FOTIA y, mientras se
desempeñaba como diputado nacional se produjo el cierre del ingenio en el que trabajaba. Así
pasó a ser parte del nuevo contingente de obreros sin trabajo. A pesar de este golpe Romano,
como muchos obreros, continuó luchando por la reapertura de los ingenios, integrando la
Comisión de Ingenios Cerrados. Tiempo después fue elegido director obrero de CONASA.
El mismo 24 de marzo de 1976 las fuerzas represivas fueron a buscarlo a su domicilio y al no
encontrarlo se llevaron secuestrado a su hermano. En busca de respuestas Benito viajó a
Buenos Aires, lugar en el que fue secuestrado, continuando desaparecido hasta la actualidad.
Nassif, (2015).
Silvia Nassif / Protagonistas olvidados: las luchas obreras en Tucumán en los años ’60 ...
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batiente) del ex ingenio San José, Simón Campos del ingenio Santa Rosa,
Martín Décima del ingenio La Florida, Jacobo Ortiz de La Fronterita y Zoilo
Reyes del ingenio Concepción, para mencionar sólo a algunos de los secreta-
rios de los sindicatos de base de la Federación y en ellos a los cientos de
obreros azucareros desaparecidos. También ese mismo día fue asesinado el
líder histórico de los maestros de ATEP, Isauro Arancibia junto a su hermano.
Todos ellos, precisamente, protagonistas de las luchas obreras y populares de
los años ’60 y ’70 mencionadas en este trabajo.
Por último cabe destacar los beneficios económicos extraordinarios que
obtuvo un sector de las empresas azucareras.29 Un caso particular lo constitu-
ye el ingenio Concepción, que de los 16 ingenios existentes en Tucumán era
el mayor productor de azúcar y el que empleaba más cantidad de mano de
obra. Justamente, durante la primera mitad de los años ’70 el sindicato de
obreros de fábrica y de surco de este ingenio se había destacado por su alto
grado de combatividad, con un organizado y numeroso cuerpo de delegados.
Asimismo, este sindicato tuvo un rol notable en la huelga del ’74.
Durante el período de la dictadura «Revolución Argentina» el ingenio
Concepción fue el que más había aumentado su producción de azúcar, tanto
en valores absolutos como relativos, incrementando su producción en 1973
en un 115,8% respecto a 1965, año de la crisis de sobreproducción azucare-
ra.30 Esta tendencia de crecimiento de la producción continuó.
En la zafra de 1976 el Concepción había empleado 5.077 trabajadores
-de planta permanente: 177 administrativos y técnicos y 959 operarios y obre-
ros; transitorios: 96 administrativos y técnicos y 3.845 operarios y obreros-.
Significativamente durante la zafra siguiente en 1977, el número de obreros
disminuyó abruptamente a 2.279 personas -de planta permanente: 198 ad-
ministrativos y técnicos y 436 operarios y obreros; transitorios: 235 adminis-
trativos y técnicos y 1.410 operarios y obreros-. Es decir que en el transcurso
de un año la cantidad de trabajadores disminuyó más de la mitad, aproxima-
damente en un 56%. Esto cobra especial relevancia si se tiene en considera-
ción que este ingenio fue el que más crecerá a nivel nacional durante el últi-
mo período dictatorial, llegando a producir al final de la dictadura un 42%
29 Consultar el informe realizado en 2015 por el Programa Verdad y Justicia y la Secretaría de
Derechos Humanos, ambos pertenecientes al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de
la Nación, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Área de Economía y Tecnolo-
gía de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el que se analiza la
responsabilidad de las patronales azucareras de los ingenios Concepción y La Fronterita en
crímenes de lesa humanidad cometidos contra los obreros durante el terrorismo de Estado.
30 Nassif, (2015): 158.
ESTUDIOS - N° 34 (Julio-Diciembre 2015) 159-176
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más de lo que había producido en 1976 pero con menos de la mitad de sus
trabajadores.31
Conclusión
En este trabajo se puso de manifiesto que reducir los conflictos ocurri-
dos en Tucumán durante la primera mitad de los años ’70 al accionar de las
organizaciones armadas y a la represión implica el ocultamiento de las prin-
cipales luchas obreras y populares del período. Así el análisis de las formas de
lucha y organización de la clase obrera azucarera tucumana desde mediados
de los años ’60 hasta el inicio de la última dictadura permitió demostrar que
ese movimiento obrero, más allá de los golpes que había recibido, no había
sido derrotado por la «Revolución Argentina», protagonizando una de las
huelgas más importantes delperíodo como fue la de septiembre de 1974,
convirtiéndose la provincia en uno de los puntos de encuentro a nivel nacio-
nal de distintos sindicatos, cuerpos de delegados y comisiones internas com-
bativas. Incluso los obreros tucumanos obtuvieron importantes conquistas en
pleno proceso represivo del «Operativo Independencia», como la reapertura
del ex ingenio Esperanza y el aumento de personal en los Talleres Ferrovia-
rios.
Precisamente para desarticular a la clase obrera fue necesaria una nue-
va dictadura, en la que las Fuerzas Armadas, en complicidad con distintos
grupos económicos asociados al capital extranjero, hicieron desaparecer a
una de las camadas más combativas del movimiento obrero argentino.
La dictadura autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional»
fue prologada por el «Operativo Independencia», llevado a cabo por las mis-
mas Fuerzas Armadas que luego concretarían el golpe de Estado un año des-
pués. Tucumán sirvió como laboratorio para ensayar su política de «aniquila-
miento de la subversión», que no sólo fue hacia la guerrilla sino hacia el
conjunto del movimiento obrero y popular.
Por otra parte, más allá de la intensa pugna entre los distintos sectores
de las clases dominantes que se expresaba también en el seno de las Fuerzas
Armadas, existieron diversos vasos comunicantes entre la dictadura autode-
nominada «Revolución Argentina» y la última dictadura. Uno lo constituyó
la política represiva utilizada por el Estado para desarticular al movimiento
31 Los datos de la zafra de 1976 fueron obtenidos de la Cámara Gremial de Producción de
Azúcar, citado en Gobierno de la Provincia de Tucumán, (1980): 314.
Silvia Nassif / Protagonistas olvidados: las luchas obreras en Tucumán en los años ’60 ...
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obrero azucarero, descabezar la FOTIA y a los sindicatos combativos. Ésta
fue una de las tareas pendientes que vino a completar la dictadura encabeza-
da por Bussi en Tucumán, terreno inexplorado aún por los investigadores.
Otro de estos vasos fue la política de concentración y «racionalización» eco-
nómica en beneficio de los monopolios azucareros, con la eliminación de la
mano obra, la notable reducción de puestos de trabajo y las significativas
pérdidas de conquistas económicas y políticas. Éste fue el objetivo que siguió
el disciplinamiento de la mano de obra logrado por la dictadura de 1976. Fue
de este modo que, por ejemplo, la cosechadora integral finalmente pudo ser
impuesta en beneficio de las ganancias de los monopolios azucareros y dejan-
do en la miseria a miles de obreros del surco.
Por otra parte, la última dictadura garantizó el desguace de la empresa
estatal CONASA, a través de la privatización de los ingenios, permitiendo el
beneficio de determinados grupos económicos –como por ejemplo el ya
mencionado grupo Minetti que se vio favorecido por el traspaso del ingenio
Bella Vista- y la eliminación de las conquistas obreras que habían conseguido
sus trabajadores.
Todavía se requieren más estudios que profundicen en las transforma-
ciones recién señaladas. Sin embargo, si estos procesos son analizados en for-
ma aislada y descontextualizada del auge previo de lucha a nivel nacional y
de las protestas obreras y populares en Tucumán tampoco se termina de com-
prender por qué la clase obrera azucarera fue uno de los principales blancos
de la represión dictatorial.
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