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TEÓRICOS 2021 ADULTOS- COMPLETAR

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TEÓRICOS 2021
Psicología clínica de adultxs y gerontes
Primer teórico (13-4-21)
Que sea clínica quiere decir que, desde el punto de vista de los conceptos, lo que interesa es su valor instrumental. Se llama clínica, pero debería agregarse la palabra “práctica” porque también debemos hablar de ella. Intervenciones, interpretación, control, de una serie de cosas que hacen a la práctica. El primer tema es la entrevista clínica como tal; de manera que hay que tener una definición ampliada de “clínica”. No es solo la aplicación de un saber teórico a un caso particular, y a que allí se juega toda la dimensión de la práctica. 
Hay que responder a situaciones que se presentan en la práctica. Nos preguntamos ¿para qué nos sirven los conceptos? El valor y la propiedad conceptual que tienen desde el punto de vista clínico.
¿Cómo pasamos del saber universal al caso singular? La psicopatología y la clínica, como partenaires, se han tenido que distanciar en esta época. 
La fuente de determinación del síntoma: según Freud, la familia. Lacan lo denomina el gran Otro. Estructura fundamental. El síntoma y el Otro “el sujeto depende enteramente de lo que ocurra en el Otro”. El sujeto es una categoría social, aunque sea en esa microsociedad llamada familia. 
Transformamos el saber del síntoma en toda una clínica.
Las identificaciones también provienen del Otro. Nos orientan en la vida. 
“ser hablante contemporáneo”. Para Lacan, Marx describe al capitalismo en su fase sintomática. Según lacan, a nivel del orden social, hay dos cosas que nos conducen a esta época clínicamente hablando. Una es la ciencia, al comando del lazo social, como discurso, como ordenadora (en la determinación que tiene). 
En el lugar donde antes estaba el Otro como determinante del síntoma, el cuerpo es cada vez más el centro de la cuestión. El cuerpo en un sentido amplio, como una manera de gozar, de vivir. 
Definición clínica, que se puede leer a la luz de la subversión de la época: la clínica es lo imposible de soportar (Lacan). Lo que es insoportable para un sujeto. Poder aislar el punto insoportable para el sujeto, es el comienzo de la clínica. Comenzar con la pregunta ¿qué es lo que el sujeto no soporta? ¿Qué es lo que le hace síntoma?
2do Teórico 
27-4-2021
Tomar como punto de partida este principio, para la clínica psicoanalítica, “lo real como imposible de soportar” para el sujeto que vamos a ver. No hay una normalidad definible por fuera ni una enfermedad definible por fuera de la palabra del propio sujeto. Porque se basa en un principio fundamental q Freud llamó castración y Lacan “ausencia de relación sexual”. Quiere decir que no hay una relación sexual a nivel del sexo, sin síntomas. 
Podríamos decir que es una constatación clínica que la pareja sea cual fuere, no hay relación sin síntoma. Que no haya relacion sexual quiere decir que no tenemos como seres hablantes, un saber predeterminado que nos oriente respecto de qué hacer con el otro, con su cuerpo y por lo tanto, es un campo en el que nosotros vamos a encontrar trauma y síntoma. 
Siempre solemos hacer una comparación con lo que sería el saber en lo real, el saber programado de la especie animal (alejarse para morir, como saber constitutivo e instintivo) son saberes que orientan a cada especie sobre cualquier tipo de necesidad. 
Si hay un campo donde aparecen los efectos traumáticos y sintomáticos, es el campo de lo sexual como relación. Por supuesto que el lenguaje, la cultura nos proveen de recursos que suplen, que nos dan maneras de relacionarnos. O cada quien, en cada época va inventando sus recursos y cómo se presenta/se relaciona en lo sexual. Eso no está garantizado por ningún saber genético, por ende, no está garantizado por la objetividad del saber científico. Como no hay garantía, no podemos decir “este es el saber que va, y este no”. 
La cuestión es cómo se trabaja, cómo podemos evocar bajo algunos términos, una práctica que nos permita localizar lo sintomático para el sujeto. No es algo que se produzca por un automatismo en la consulta con el paciente. Hay toda una práctica clínica que, en principio, está vinculada a dicha localización. Esto supone que ya hay un sujeto que nos habla, asocia, etc.
La entrevista: entre la llamada y estar sentados en un mismo espacio, hay otros pasos. Lo fundamental es que, quien consulta, tiene que atravesar un umbral necesariamente. Es importante la angustia que surge entre la decisión y el encuentro con el analista. Hay que tenerla como una especie de ley. Hay que hacer la hipótesis de la angustia e ir viendo cómo el sujeto lo atraviesa. Hay un acto, un real del encuentro que le resulta imposible de soportar.
En ese momento podemos preguntar, agregar cosas que vamos pensando, darle otras articulaciones posibles a lo que escuchamos, pero estructuralmente por más que hablemos, estamos haciendo silencio de nuestras propias palabras, de nuestras propias maneras de enunciar o de forzar, cambiar lo que viene como articulación de la demanda del sujeto. Es un pivote nuestro silencio, alrededor del cual van girando las demandas. Se trata de que nuestras propias sanciones no interrumpan la articulación de esa demanda, que girará en torno al síntoma. Silencio de estructura, puede ser dicho con palabras o asentimientos.
¿Con qué criterio cortamos la primera entrevista? Una cosa es el corte en el discurso, el fin de la entrevista, y otra es la separación de los cuerpos. El momento en que se interrumpe el discurso, es otro momento de angustia que debemos suponer (como al inicio). En el momento de la separación de los cuerpos, volverá el efecto que ha tenido el corte en el discurso, donde el sujeto queda desarmado en cuanto a su Yo y su realidad, posterior al gasto libidinal que ha desplegado durante la entrevista. 
El momento de la separación, implica una vuelta a la angustia y permite observar cómo está el Yo de ese sujeto. De ese encuentro, quedará una marca. Nombrar algo de su malestar, de manera singular, puede constituir una marca. El tiempo nos dirá cuáles son las marcas sobre las que se podrá trabajar, siempre y cuando nosotros hayamos colaborado en la producción de esa marca. Así comenzamos a volvernos otro para el sujeto. Ahí empezará a circular la transferencia como relación singular con quien marcó eso. 
Respecto de la transferencia, había una suerte de espera para que eso sucediera, en el psicoanálisis más ortodoxo. “No intervengo hasta que no se instale algo de la relacion transferencial”. Lacan invierte la relacion transferencia-interpretación, siendo la interpretación (marca) una condición para la transferencia. Va a haber una interpretación que causa la transferencia. Se trata de aislar un término, de sacarlo fuera de su contexto de significación común. Puede ser un término o puede tratarse de todo un comportamiento.
Por ejemplo: al hablar de sintomatología en la obsesión, donde siempre se presente un síntoma disfrazado de realidad. la realidad no es un argumento. ¿Cómo despegamos el síntoma neurótico de la realidad? el obsesivo siempre habla de la realidad objetiva, pero es la realidad de su neurosis. Si uno se vuelve cómplice de esa realidad, nunca va a poder sintomatizar la obsesión. Nunca podrá darse cuenta de las postergaciones del deseo, en nombre de dicha realidad. 
Una marcación que separe el significante del significado, que produzca una ruptura. Deja al sujeto en su relacion con el significante, sin sentido. ¿Por qué dije esto? ¿Qué quise decir? Pensaba hablar de tal cosa, pero terminé hablando de otra. Es decir, el sujeto hace la experiencia del encuentro con un significante, separado de su significación. Eso es el pivote de la transferencia. Porque a partir del encuentro con un significante sin significado, eso aislado por el analista, lo que va a causar es que el trabajo clínico se vuelva la búsqueda de los otros significantes que le vendrían a dar un sentido a esa marca insensata, primera. 
En este sentido, lo que aislamos no es una operación original. Uno tiene que suponer que, para que un sujeto nos venga a ver,ya el sujeto se ha encontrado en el mundo con un significante que no tiene sentido, es decir, que todo su aparato de significar algún día se encuentra con algo, a lo que todo su aparato o respuestas queda en suspenso. No sabe cómo hacer, ni qué hacer frente a ese significante que se le presentó. Esto es lo que se trata de reproducir, en un contexto simbolizado, para que advenga la transferencia. Lacan la define como “sujeto supuesto saber”. Se basa –no en una cuestión de cargas libidinales sobre el analista- sino en la suposición, al mismo tiempo que me encuentro con ese significante sin sentido, la suposición de que algo podré hacer con eso. 
Teórico 3 
Unidad 1 - La clínica psicoanalítica, la clínica actual. Psiquiatría y neurociencias.
Actualmente, ya no se trata de las diferentes concepciones sobre el sujeto, sino que se ingresa a la clínica preguntándose ¿qué es un cuerpo? Esta pregunta es fundamental para nuestra práctica. ¿Qué es un cuerpo? Lo que se ha transmitido siempre es el cuerpo biológico. 
¿De qué está hecho un ser hablante? (desde el PSA) incluso una palabra más conceptual sería ¿de qué está hecho un parletre? ¿de qué está hecho un cuerpo hablante? Es una pregunta de interés fundamentalmente clínico, a los fines de que tomemos en cuenta cuál es la materia que nosotros manipulamos. Está implícito que no es la materia de la biología.
Un ser hablante está hecho de cuerpo y alma. Desde el sentido común, pasando por las filosóficas y religiosas, hasta las concepciones científicas estarían de acuerdo en establecer este punto de partida. Esta concepción tiene, a lo largo de los siglos, numerosas variaciones. Pero, en este abordaje general, está claro que se plantea que hay una relacion o incluso, una correlación entre cuerpo y alma. Estamos hablando de un cuerpo vivo. Esta noción dualista se origina en Aristóteles “tratado del alma”. Ese pensamiento aristotélico, las coordenadas del mismo, llegan hasta nuestros días y hace a la idea que tienen sobre “de qué está hecho el ser humano”.
 En nuestro ámbito, la palabra “alma” hace muchos siglos se comenzó a usar con el termino griego “psiquis”. El psiquismo algo simbólico o imaginario que no articula nada real. ¿Con qué real trabajamos nosotros? 
El modelo CUERPO (Real) y ALMA (se sustituye por “psiquis” imaginario-simbólico) está compuesto por estos dos elementos que se correlacionan. A esto se lo llamó “materialismo”. Por eso, circunscribir y articular un real es circunscribir y articular un real propio de nuestra práctica. No un real que sea epifenómeno del organismo, sino un real propio de nuestra práctica. Nuestro real, lo que manipulamos, es materia. Lo que pasa al nivel del psiquismo, incide en lo que sucede a nivel del organismo. 
¿Cómo interrogar este modelo? Cuando uno quiere deconstruir e interrogar este modelo, lo primero que debe decir, desde la clínica PSA, es que no hay una relación dada, una relacion natural entre el cuerpo y el alma. Quienes estudian esa relacion, estudian una relacion que se CONSTRUYÓ, SE CONSTITUYÓ, pero no hay una relación dada por la naturaleza. 
Para demostrarlo, la psicopatología es fundamental. El desencadenamiento de una psicosis (paradigma de Schreber) implica que el alma se separa del cuerpo. Y el cuerpo empieza a estar invadido de fenómenos elementales en las que sufre alteraciones de todo tipo. Lo simbólico –el delirio- se desplaza y se separa del cuerpo imaginario, del real. Entonces, ese hecho clínico fundamental nos muestra que la relacion entre cuerpo y alma, la relacion que Schreber había conseguido hasta antes del desencadenamiento, era una relacion constituida, construida. Porque si esa relacion era naturalmente dada, no podría haberse producido ese estallido y separación consecuente. 
Otro ejemplo. Nuevo paradigma para pensar fenómenos del orden de la psicosis –no al estilo Schreber- sino del orden de la psicosis de cada unx de nosotrxs. Un episodio que está relatado en la literatura de Joyce, en un texto llamado “retrato del artista cuando era adolescente”. Texto testimonial donde relata un episodio de un desencadenamiento de la psicosis que no resulta tan “espectacular”. A raíz de una discusión con compañeros de la escuela, ellos lo agarran en patota y le dan una paliza. Él queda en un estado de perplejidad y no logra sentir nada respecto de esa situación, no logra sentir su cuerpo. Utiliza una metáfora que toma Lacan “el alma se desprendió de su cuerpo, como la cáscara se desprende de un fruto”. Ese episodio es tomado y leído por Lacan como la separación entre el cuerpo y el alma en un sujeto que, cuando se estudia su obra y su vida, se ve que todos sus esfuerzos literarios fueron en pos de no volver a tener esa experiencia. Para que su cuerpo y alma se mantengan juntos. 
El segundo argumento para interrogar el modelo es que, a partir de Freud, se puede mantener el modelo cuerpo y alma, pero con a partir de él, si tomamos esta nueva perspectiva, tenemos que separar del conjunto del alma, y hacer un conjunto aparte con lo simbólico. Freud lo llamó INCONSCIENTE: hay una parte del pensamiento, del lenguaje, de la memoria que está separada de la conciencia. Está entre la percepción y la conciencia (esquema del peine en “interpretación de los sueños”) está entre, no debajo de la CC.
Nosotros podemos separar del conjunto de la conciencia y hacer un conjunto aparte, donde nosotros decimos “lo simbólico” que no es el alma (lo imaginario). Nos queda un trialismo. CUERPO- ALMA- LO SIMBÓLICO. No hay una relación dada entre cuerpo y alma; sino que el sujeto tiene que construirla. Del alma, extraigo el conjunto de lo simbólico o del lenguaje. 
Donde habíamos puesto cuerpo- pondremos GOCE. Porque el cuerpo al que nosotros nos referimos, cuando trabajamos en la clínica, no es al cuerpo de los órganos y sus funciones; sino, al cuerpo en tanto está afectado por el goce – el campo del goce que no puede acontecer en otro lado, sino en el cuerpo. Hay goces mortificantes (sufrimiento) de distintos tipos, soportables e insoportables, que son SENTIDOS en el cuerpo. También hay goces placenteros, satisfactorios que se sienten en el mismo lugar. La medicina, como ciencia, se encuentra con los límites del goce. 
Hay que percatarse de que la materia de ese cuerpo llamado goce es tan material como el del cuerpo médico, biológico. 
El cuerpo de goce es absolutamente determinante de muchísimas cosas. Por ejemplo, mi cuerpo de goce puede NO condecirse con mi cuerpo biológico. Si yo puedo sentir que soy una mujer, aunque tenga un cuerpo anatómico de hombre, es porque lo decisivo NO es lo anatómico. Son actos constitutivos. A ese cuerpo de goce, lo escribimos con R (REAL), al alma imaginaria la llamamos CUERPO IMAGINARIO y a lo simbólico lo llamamos CUERPO SIMBÓLICO, para que podamos darle a cada uno de los registros, la consistencia material que tienen. 
Pretendemos modificar el cuerpo de goce con palabras, porque son prácticas de la escucha. 
El cuerpo simbólico: hay síntomas que se hicieron con palabras y se deshacen con palabras. Esas palabras no son el lenguaje y sus leyes, es cuerpo hablante. El síntoma se produce en el cuerpo. La mortificación del síntoma y su curación se producen en el cuerpo. Si tomamos el pensamiento obsesivo, sostenemos que es lo que tortura al sujeto obsesivo; lo hace sufrir en el cuerpo. Hay que llevar el lenguaje al cuerpo. No hay que creer que el lenguaje es una estructura que flota. 
El cuerpo imaginario: palabras claves -Freud- el narcisismo, -Lacan- el estadio del espejo. La formulación que Lacan dio del cuerpo imaginario, no es un momento constitutivo que pasó, es un momento que permite que un sujeto o un parletre constituya su cuerpo imaginario, a partir de una imagen. A partir de una imagen se conforma el cuerpo-organismo. Un niño que todavía no puede erguirse, cuando ve su imagen en el espejo, recibe una inyección de libido, que hace que pueda erguirse y hacer un ajetreo jubiloso. Que el organismo en sí no se lo permitía. Entonces, la causa es la imagen y el efecto es la conformacióndel cuerpo. Es un fenómeno LIBIDINAL. 
En algunos autismos vemos que el YO no se constituyó, entonces vemos que se trata de una operación necesaria para conformar el cuerpo imaginario. 
No es simplemente una cuestión de identificación. Se constituye el cuerpo a partir de una imagen. Hay un órgano, que es fundamental en el cuerpo imaginario, y es lo que llamamos Narcisismo. Ese órgano es la piel: si es un cuerpo vivo, la piel es una superficie libidinizada. Al sentir placer por una caricia, no es por el organismo biológico, es porque ese cuerpo es un cuerpo erógeno, que goza. 
Modelo de causalidad imaginaria que había sido utilizado por los etólogos, quienes demostraron que las imágenes en el mundo natural-animal, tenían efectos formadores en el organismo. Es decir, si una especie no veía a otro miembro de su especie, había cosas que no pasaban en su cuerpo. Los efectos de las imágenes sobre el organismo. 
El efecto de la imago en nuestro organismo es primero la de constituir el cuerpo, de darnos una forma integral-organizada. Justamente, en el desencadenamiento de una psicosis se produce la regresión tópica al estadio del espejo, una desorganización, fragmentación. 
Nosotros sentimos que TENEMOS un cuerpo, no por naturaleza, sino porque ocurrieron ciertas operaciones que lo constituyeron. El narcisismo, el estadio del espejo, es ya un nuevo acto psíquico que permite la constitución. ¿de qué forma está constituido el narcisismo por nuestro cuerpo?
El ser hablante, el cuerpo viviente, adora su cuerpo. Y adora todas las formas que reflejan la forma de su cuerpo. El cuerpo libidinal del narcisismo, está a nivel de la piel. Lo que nosotros libidinizamos, si usamos la expresión Freudiana y nos referimos al mito, nosotros nos enamoramos de la superficie corporal, solamente de eso. Y no, por ejemplo, justamente porque no se libidinizaron, tenemos una mala relacion con los órganos interiores de nuestros cuerpos. 
El narcisismo es la libidinización de la superficie corporal, de la piel. Por eso, lo que nos preocupa, es tener siempre la mejor imagen. Necesitamos reeditar todo el tiempo el estadio del espejo. 
La visión no es decisiva en la constitución del imaginario humano. En una persona no vidente, se constituye de la misma manera el cuerpo, porque no se trata sólo de un imaginario visual, sino que esta soportado por una lógica del cuerpo del semejante y el cuerpo propio. 
Teórico 4 
Tiempos lógicos de la cura 
Que una cura tenga una serie de tiempos lógicos, quiere decir que requiere de pasos. La idea es hacer una experiencia del inconsciente.
Un primer momento lógico, nosotros lo estudiamos con el nombre de “Entrevistas preliminares”. En ese primer momento, recibimos un paciente que se acerca por un sufrimiento. Le damos importancia a que haya un síntoma para tratar. El punto de partida de la clínica: cuando un sufrimiento se hace insoportable para el sujeto, tal que motiva la consulta clínica. Solicita ayuda a otro que supone que puede responder ante eso.
En las “Entrevistas preliminares” nos tomamos el trabajo de localizar cuál es el síntoma. Hacer un diagnóstico. En principio establecemos un diagnóstico entre psicosis y neurosis (clínica clásica). Pero hay un punto muy importante y fundamental de las E. Preliminares: el paciente trae a la consulta la necesidad de contarnos su verdad subjetiva. Esto ya requiere de una posición de alguien que pueda escuchar analíticamente. Esta posición, en el paciente, está subrayada por Lacan con el nombre de “afirmación de la verdad” que trae el paciente. A veces, incluso, el analista debe ser activo en reconocer, alojar, admitir esa verdad subjetiva. 
La dimensión de la verdad, que se despliega en el discurso de un sujeto, es algo que tenemos que fundar, algo a lo que le tenemos que dar lugar. Es un paso sin el cual no se puede pensar la entrada en análisis. Es la relación del sujeto con su inconsciente. Eso no es sin un primer momento que es el de afirmación de la verdad. 
La enunciación del sujeto cuando solicita un tratamiento analítico es una enunciación de queja, pero, en esa queja, se quiere afirmar una verdad. Entonces, una vez que el analista le reconoce al sujeto la verdad que quiere transmitir, es posible que el sujeto después se haga responsable de su parte. El analista tiene que ser el garante de la verdad de su enunciación. Paso fundamental para que se genera una dimensión transferencial. 
Luego, la rectificación subjetiva consiste en que el sujeto se pregunte acerca de la responsabilidad que tiene en lo que le ocurre. Tratamos de obtener un sujeto de la palabra que sea responsable de sus dichos. Responsabilidad que el sujeto NO sabe cuál es, porque es un tiempo lógico en el cual, lo que tiene que saber, es algo que va a advenir luego. Saber en suspenso.
Entonces, lo que se llama SUJETO DEL INCONSCIENTE, es algo que tenemos que fundar en acto. En ese momento, pasa a ser muy importante –junto con la responsabilidad subjetiva- la Suposición de saber en el inconsciente. Suposición de que, analizando el síntoma, implicándose en sus dichos, el sujeto podrá obtener un saber que hasta entones no sabía. 
Las entrevistas preliminares culminan cuando el paciente entra en análisis (emergencia del Sujeto del inconsciente, sujeto del deseo). 
A partir de ahí marcaríamos el comienzo de un 2do tiempo lógico: el análisis del síntoma, con el aparato de lectura del inconsciente. Desde la entrada en análisis hasta la finalización del mismo, el hilo rojo es siempre el síntoma. La interpretación del analista apunta a hacerle legible el inconsciente a ese sujeto (interpretación inaugural). Tiene que haber sujeto del inconsciente para poder interpretar. Eso NUNCA se debe hacer en las entrevistas preliminares, sino una vez que el sujeto ha ingresado en análisis. 
Según se trate de una neurosis histérica u obsesiva, será distinta la orientación de la cura.
Por ejemplo, el equivalente de la queja en la neurosis obsesiva es la justificación. Su manera de sentirse culpable pero no hacerse responsable es a través de la justificación, argumentos de realidad objetiva para justificar su posición. Por lo tanto, a veces es muy difícil conseguir el efecto de un sujeto dividido. En las entrevistas preliminares y dentro de la puesta en forma del síntoma, es muy importante mostrar lo disfuncional de su síntoma. Porque en la obsesión, el sujeto suele tener a su síntoma asimilado a una forma de ser (funcionamiento egosintónico).
Las dificultades para la entrada en análisis suelen ser mayores, porque presenta una posición defensiva difícil de sacudir y no hay otra vía que no sea el desacomodar las defensas del sujeto neurótico obsesivo. En este caso, el Yo y la conciencia trabajan en función de sostener la sintomatología. Siempre el sujeto encontrará una “justificación razonable” para no llevar adelante su deseo (síntoma de postergación). O la figura de Otro, amo, que no se lo permite, que no lo deja. 
Luego tenemos el 3er paso lógico: atravesamiento del fantasma. Pasa a ser importante aquí lo que conocemos como el fantasma fundamental, que pone sobre el tapete el privilegio de ciertos objetos que son los objetos de la pulsión. El fantasma ya pone en juego algo que es del orden de una satisfacción. 
Hay una oposición clásica entre síntoma y fantasma. Son los dos productos con los que trabajamos en análisis. El fantasma originalmente es la fantasía. En una perspectiva de análisis estructural, todas las fantasías obedecen y se corresponden a una misma lógica. Por eso se habla del “fantasma fundamental” (fantasía fundamental). Después de la travesía por el fantasma, se empezó a hablar de la temática del “fin del análisis”, como el 4to momento lógico. Freud, en análisis terminable e interminable habla de los restos sintomáticos, que son restos incurables, que no admiten más desciframiento. Ahí, nosotros agregaremos “el sínthome”. 
El fantasma es una matriz repetitiva del sujeto que determina sus relaciones con la realidad. Freud hablaba de un axioma fantasmático por el cual el sujeto siempre repetíalos mismos tipos de movimientos. ES EL PRIMER CONCEPTO QUE PONE EN JUEGO, por primera vez, los tres registros. Hay un imaginario, un modo de satisfacción y un texto a descifrar en el fantasma. 
Cuando hablamos de la entrada y la salida del análisis, Freud utilizó la metáfora de que, al igual que en el ajedrez, sólo las entradas y salidas se pueden formalizar, pero lo que sucede en el medio del juego- al igual que en el análisis- es muy difícil saber lo que pasará. Nosotros introducimos allí el análisis del síntoma y la travesía del fantasma. 
Lo que permite conocer el axioma del fantasma es saber cuál es el determinismo fantasmático en el sujeto. Se trata de saber-hacer algo con eso. 
Hay síntomas que se curan, a medida que se producen los efectos terapéuticos del tratamiento. Pero, por otro lado, están los restos sintomáticos que son los que no se curan, se trata de un producto reducido. Forman parte de un resto de repetición: lo real del inconsciente. 
Hay un fin de análisis entendido como atravesamiento del fantasma. Y hay otro, entendido como saber-hacer con el resto sintomático. Son dos teorías diferentes del fin del análisis, que fueron elaboradas en momentos lógicos distintos de la obra de Lacan. 
No hay que confundir nunca el Sujeto supuesto saber con la persona del analista (QUE NO DEBE IDENTIFICARSE AL SSS) porque la suposición de saber es en el inconsciente. Tengo de un lado al sujeto y del otro lado al Otro (analista), la suposición de saber es una función tercera: le debe suponer saber al ICC para que sea un analizante que trabaja realmente. 
El inconsciente es un saber que no se sabe. No lo sabe el paciente ni el analista. Pero se puede producir. Lo que tenemos que hacer funcionar como analistas, es un dispositivo de producción de ese saber inconsciente. 
Hoy hablaremos de un concepto muy importante en la clínica psicoanalítica: sujeto supuesto saber. Es un aspecto fundamental de la transferencia. No es toda la transferencia, es un aspecto. Hay dos términos que subsisten y resisten desde la fundación del PSA: transferencia positiva y transferencia negativa. Desde un inicio, la transferencia –que estuvo muy vinculada al llamado “amor de transferencia”- es realmente un enigma. Entonces, se puede plantear como fenómeno que acontece en el dispositivo analítico, y como un fenómeno muy real. Por eso, un misterio. 
Si se plantea como enigma y como problema a elucidar dentro de la experiencia analítica, lo podríamos pensar en términos de ¿por qué sucede de una manera tan frecuente? 
La transferencia con la persona del analista, ¿por qué se produce de una manera casi automática?
Es un misterio que lleva a plantearnos con un poco más de rigor qué es la transferencia, que vamos a empujarla para el lado del sujeto supuesto saber. Es un fenómeno que estuvo siempre vinculado al amor (lo que Freud llamó transferencia tierna). 
Freud planteaba que el fenómenos transferencia se produce, de manera diferente, tanto dentro como fuera del espacio analítico. Se puede generalizar a muchos fenómenos humanos, incluso de masas, y a su vez se le puede dar un uso más restringido considerando cuál es la transferencia propiamente analítica e incluso, qué uso se hace en el análisis del sujeto supuesto saber. 
Hay una extraña conexión del amor con el saber- un saber que moviliza al sujeto. Quizás esa forma del saber tenga que ver con “sólo sé que no sé nada”. Lacan le da una forma lógica a un aspecto fundamental de la transferencia en el análisis: el sujeto supuesto saber.
Cada vez que suponemos que hay una respuesta, estamos suponiendo un saber. Es una noción enraizada en cualquier ser hablante. Cada vez que unx hace una pregunta, se supone que hay una respuesta.
Se trata del poder que inviste la figura objeto de la transferencia; ese poder es dado por la transferencia misma. Se propone como la única práctica que no EJERCE un poder. (Dirección de la cura: el psicoanálisis se define por negarse al ejercicio del poder, y eso muchas veces le cuesta sostenerlo tanto al analista, como al analizado). 
“Pretendemos mostrar en que la impotencia para sostener auténticamente una praxis, se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder” Lacan critica así al psicoanálisis de su momento (los posfreudianos) 
El sujeto supuesto saber es un operador vinculado a la lógica del significante. S1 (cualquier significante-cualquier palabra o conjunto de palabras) luego tengo un Sujeto, que es sujeto de ese significante- que pronuncia esa palabra o frase, en una pregunta. Desde ese momento, tenemos esta estructura: S1- S barrado … ( ) - este paréntesis vacío es el lugar de la respuesta a la pregunta. Ese lugar será S2, cuando tenga una respuesta a la pregunta. 
Esa pregunta que concierne al sujeto, es una pregunta que concierne a este a partir de un sufrimiento que define el sujeto, no el analista. El sujeto sólo podrá poner el sufrimiento en palabras; frecuentemente, ese sufrimiento se convierte en una pregunta. El analista está en un lugar que llamamos el lugar del Otro. Pero, ese lugar se puede ejercer en muchas direcciones. Freud decía que él se había dedicado al PSA porque no servía para mandar, porque le causaba aversión. 
Recibimos el sufrimiento de un sujeto, y ¿cómo debemos proceder? Inmediatamente se plantea que no hay clínica sin ética. Además de que el sujeto que nos viene a hablar deposita una confianza inconscientemente, también se puede pensar que es inocente- porque no sabe en qué manos se entrega. Confía su sufrimiento a otro. Desde ese lugar de entera responsabilidad, podemos decir que hay una suposición de saber sobre la persona del analista. Eso no es una transferencia propiamente analítica, en el sentido más profundo que tiene ese sujeto supuesto saber. ¿qué hace el paciente con una suposición de saber?
La verdadera suposición de saber operativa, es la suposición de saber en el inconsciente (no en el analista). Entonces, podríamos decir que, dada la situación originaria de un sujeto que nos trae un sufrimiento que se convierte en un síntoma que implica una pregunta, y que, de manera casi automática, esa pregunta supone que tiene una respuesta en el Otro, nosotros tenemos que pasar la suposición de saber del analista, al inconsciente de quien consulta (operación propiamente analítica). Este será el verdadero partenaire del analizado (su inconsciente, su gran Otro).
La suposición de saber no se hace sobre una persona, sino sobre un significante mismo. 
El método de la asociación libre consiste en trasladar la suposición de saber del analista, al inconsciente. 
En la situación analítica, el amor, es amor al inconsciente, lo derivamos a un amor al saber en el sentido de un amor al saber inconsciente. Esa enigmática pasión amorosa que puede generar la suposición de saber. Si nos suponen saber, va a aparecer el amor. El destino de ese amor, es el trabajo en relación del saber inconsciente. 
Freud siempre definió que el inconsciente es un saber no sabido. Para operar con eso en la experiencia analítica, es interesante considerar que el saber SE PRODUCE en la medida en que fundamos la dimensión del inconsciente, en la medida en que lo ponemos en marcha. El inconsciente es la superficie de un texto hablado. No es más profundo que eso. ¿Cuál es la materialidad del ICC? Las palabras, que están en la superficie.
El alcance que tiene el sujeto supuesto saber es ubicable por Lacan, en el mismo lugar de la represión primaria. Es decir que, desde que hay significante y su sujeto, hay estructuralmente un sujeto supuesto saber. El estatuto del saber como supuesto, es lo que permite el trabajo analizante. El trabajo del analizante. Es decir, un analizante es alguien que supone que hay un saber en el ICC, y trabaja para recuperar dicho saber. 
La suposición de saber es una función tercera – entre el analizante y el analista, hay una función en su máxima pureza simbólica, que es la suposición de saber. Es una función que permite que se despliegue el inconsciente. El analista interpreta lo que el analizanteproduce – desde su inconsciente. 
La suposición de saber es una función tercera, simbólica; y la suposición de saber propiamente analítica es EN EL INCONSCIENTE. Implica suponer un saber en el lugar de la VERDAD. Todo el que sostiene un saber en el lugar de la verdad, engendra transferencia, dice Lacan.
La verdad es subjetiva; la verdad del inconsciente es de cada sujeto. Por lo tanto, en ese sentido, nunca va a ser “para todos”. La otra característica estructural de la verdad es, justamente, la verdad no-toda. Porque no podemos hablar de verdad absoluta, si decimos que es subjetiva. Sería una manera religiosa, universal. 
El saber en el PSA, es un saber en el lugar de la verdad. Es un saber que nunca cierra del todo, siempre puede tener una vuelta más. 
El sujeto supuesto saber es una mediación entre el saber que sé, y el saber que hay. En un análisis voy del sujeto supuesto saber al saber expuesto- lo cual quiere decir que voy de un saber que sé- pero que no es el verdadero, al saber que hay- que hay en el ICC- y que es un saber expuesto (escrito). 
La función del sujeto supuesto saber es para ir de la suposición del saber, a un saber que puedo exponer, un saber que hay, y que para nosotros tiene valor de un saber real. Hay temas que se abren en el análisis, se pone un saber y esos temas se cierran, porque se obtuvo un saber. Extraemos un saber del ICC. 
Para los casos de los síntomas que no tienen relación con el inconsciente (en pacientes no neuróticos), ¿en qué se convierte la función supuesto saber? ¿puede haber sujeto supuesto saber sin inconsciente? Desde esta perspectiva, podría decir que un analizante es un creyente del sujeto supuesto saber. Entonces, si no puedo creer en el inconsciente porque no tengo, porque tengo un síntoma sin icc, ¿en qué puedo creer? Ej. Una enfermedad psicosomática. 
Por razones de época, tenemos cada vez más casos en la clínica de síntomas en desconexión con el icc. Por ejemplo, los síntomas vinculados con la adicción, anorexias, bulimias. No por eso, no son descifrables, no por eso los sujetos dejan de prestarle creencia. Esto quiere decir que, con esos síntomas, nos quiere decir algo. Pero no con una suposición de saber en el icc, sino con una creencia directa enraizada en el síntoma. 
Teórico del 1ero de Junio
Neurosis obsesiva
El primer punto conflictivo tiene q ver con la compulsión: esta noción, en un sentido general, que Freud llamó el zwang, es algo que podríamos llamar la constitución del campo del psicoanálisis. Es una noción que funda el campo. En Freud lo hace desde el Proyecto porque para él, todo lo que tenga q ver con la compulsión forma parte del campo explicativo del psicoanálisis. Allí donde haya zwang, hay un problema para la clínica psicoanalítica.
Ese campo construido sobre dicha noción, en la redefinición de Lacan encontramos el campo del goce, en tanto es un quantum de goce, encarnado en una representación. Para Freud se trata de algo que se ve particularmente en la clínica de las N.O como una representación que se impone al enfermo en una dimensión de exceso, que está más allá del principio del placer; una idea que se torna displacentera por su carácter repetitivo. Cada vez que se repite, pareciera ser la primera vez que ocurre. Ese Zwang tiene que ver con la relación del sujeto con el lenguaje. Se repite y, por otro lado, dice Freud que se opone a todas las otras representaciones. Es una representación que llama “incongruente”, “idea hiperintensa”, que la aísla en la clínica de la neurosis obsesiva, pero él la hace constitutiva y constituyente del campo de las neuropsicosis de defensa. La noción de zwang está en el centro y luego están las distintas defensas posibles frente a dicho zwang.
Que sea hiperintensa, alude a una carga de goce que la hace inconciliable con el resto de las representaciones. Esa representación inconciliable trae problemas respecto de las otras, en cuanto al sentido, por ejemplo. Es un sin sentido. Eso inconciliable, de alguna manera, tiene que ver con la sexualidad. Freud lo prueba con toda la clínica de su época, donde siempre el punto de ruptura de lo psíquico, del mundo del sentido, tiene que ver con el encuentro con un inconciliable del sexo. 
En la clínica de la obsesión, las representaciones inconciliables pueden asociarse a otras representaciones (falso enlace: el monto de afecto va a parar a una representación banal, como una forma de defensa). Esta última se vuelve compulsiva. Cómo pasa de la representación original de la idea inconciliable, a otra representación: hay una conexión lingüística que responde a algo del orden del significante; por conexiones de literalidad o de resonancia verbal. Ese pasaje del quantum de goce de una representación a otra, obedece a leyes que se dirimen en el plano del significante (no en el plano de los sentidos ni en el plano del simbolismo, no va por la asociación de imágenes) sino por conexión de palabra-equivoca. Una excelente interpretación a veces es tomar el equívoco y conmover el goce que está adherido a esa representación. 
La neurosis obsesiva, en su cara compulsiva, es una manera de defenderse de la idea inconciliable. Lacan diría esa representación es un imposible de negativizar. Él escribe a este goce con la letra griega phi mayúscula φ. Freud dice q en la obsesión le desconecta el afecto a la representación; y por estas leyes del significante, lo traslada a otra representación. Le baja la intensidad, a partir de distribuir la energía en otras representaciones. Lo obsesivo es qué se hace con esa representación. 
¿Cuándo hablamos de una defensa obsesiva? Cuando le quitamos el afecto a la representación. 
El obsesivo hace el síntoma egosintónico, porque es encarnado en representaciones inocuas “debo trabajar más, y lógico, debo hacerlo”; no se ve el síntoma como tal porque la representación en la que se encarna el afecto desplazado, es una representación alejada de la temática donde se originó el gran φ. 
Es muy frecuente que se traslade hacia representaciones manipulables, instrumentalizable, que sean susceptibles de repetirse, de armar una lógica; empieza a hacer rituales, como “lavarse las manos”, para anular la conexión con la representación de un goce sexual (masturbación). Ahora bien, si se lava las manos reiterativamente, siempre queda un resto, nunca se llega a la representación total de “manos limpias- de goce”. Una vez que logra tener las manos limpias, se le ocurre “tanto olor a jabón, esto es sospechoso, parece que estoy tapando algo”, ahí vuelve la defensa a ser sede del goce que se intenta anular. Allí tenemos toda la energía obsesiva que pasa de un ritual al otro. El significante embarazado de goce, del zwang, suele encarnarse en significantes matemáticos. Por ej. En el Hombre de las ratas, entre un trueno y el otro, hacía cuentas. Lo importante es que la operación será agotadora, hasta lograr eliminar todo resto del goce de la idea. 
 En la obsesión, hay distintas caras. Una misma obsesión, en un día o en años, o un mismo obsesivo puede ir manifestando distintos aspectos de la obsesión y se dan muchos pasajes – Freud habla de una defensa multiplicada, pero que se la puede formalizar- Lacan ha hablado de reducir el deseo a la demanda del Otro; sacrificarse por el Otro: en la cara de la demanda hay dos síntomas, la postergación y la duda. Otra cara, es la organizada por la compulsión. Lo importante son los pasajes de una cara a otra cara de la misma obsesión. 
Lacan habla del desdoblamiento del obsesivo, de estar en la escena y también en el palco. Se defiende del deseo, postergado su realización, esperando que algún día el Amo muera y pueda concretar su deseo. 
Hay otro efecto que Lacan lo llamó “el desierto de goce”; en el sentido, de un desierto de satisfacciones. Cuando la operación de anulación es exitosa (defensa bien armada) tienen vidas donde nunca pasa nada. No está inhibido, no está dudando, hace muchas cosas, tienen familia, viaja, les pasa la vida, pero no les afecta como debería afectarles. “Yo no lloro nunca” como defensa. No puedeestar en la escena. La viven como de afuera. Es el desierto de goce por anulación en la representación del zwang; viven todo, pero no lo viven con satisfacción. Es alguien que tiene una división sobre ese punto; pero a veces se sintomatizan porque no pueden comprender cómo no les afectan ciertas cosas. Al ser el acontecimiento la marca del encuentro con el goce, y ser anulado aquello, tienen algunas problemáticas de memoria “no recuerdo nada de tal o cual experiencia”. 
“yo soy así” “soy medio frio” se identifica a un “ser”. Eso es un síntoma que el sujeto no reconoce. Parte de nuestra tarea en la clínica es identificar esos síntomas que son muy camaleónicos, pasan desapercibidos. La verosimilitud que tiene la defensa obsesiva exige que sepamos bastante como para poder encontrar el síntoma. La sintomatización es devolver, sacar a todo ese mundo representativo, devolverle el carácter de anulación que podría tener. Miller hablaba de “perturbar” la defensa; interpretaciones que puedan romper esas construcciones que intentan anular lo acontecido. En esta cara de la defensa, de desierto de goce, se puede ver como la vida se transforma en una rutina. 
Nada lo conmueve, lo angustia ni lo interroga. Como defensa, exitosa. Esa anulación es la que, de alguna manera, en la clínica, tenemos que impedir. Es importante que la defensa no sea exitosa de manera absoluta, es decir, siempre estaremos marcando o cortando lo que no cierra. La obsesión intentará mejorarla, pero es importante sostener lo que resta, hasta q en algún momento el obsesivo hace una especie de concepto donde lo que quiere es que cierre todo. La defensa compulsiva busca siempre un todo, sin resto de goce. Si logra eso, la vida, el análisis se vuelve un ritual donde nada sucede y se realiza el colmo de la defensa. 
El talón de Aquiles de la defensa compulsiva es la constitución de un resto. La compulsión se dirige a matar todo goce, anularlo, absolutamente. La compulsión obsesiva va constituyendo un resto, a medida que va anulando. Nuestra orientación es, a veces, señalar el resto o directamente encarnarlo. Lacan dice que nosotros nos hacemos reconocer en algo; a veces, es el analista mismo el interlocutor constituido como el resto que lo despierta al obsesivo.
Teórico 8 de junio
Pregunta histérica. Modalizaciones. Obsesión y los matices del discurso.
Histeria y obsesión planteado desde el texto “función y campo de la palabra” Lacan
Freud nos habla de una división en el sujeto histérico, entre la polaridad hombre-mujer. Se puede ver la división entre lo que configuraría el Yo del histérico y su identificación viril (la pata que tiene de enganche a lo simbólico – ejemplo paradigmático de Dora al señor K- quien podía encarnar un símbolo fundamental que sostiene el Yo de Dora y su identificación viril) Desde ese pie en lo simbólico, Dora se pregunta ¿qué es una mujer? ¿qué es lo femenino?
Hay una suerte de polaridad en la que se ubica, que Freud la menciona como la pregunta ¿soy hombre o soy mujer? Esa es una modalización de la pregunta histérica; a veces es ¿de qué sexo soy? Pero lo importante es la polaridad. Son preguntas que, si vienen de la neurosis, siempre tienen una pata en lo simbólico y un simbólico que remite a algo que no es captable por lo simbólico. En el seminario 3, lacan dice q en la clínica de la neurosis, lo femenino existe como una ausencia muy presente. Ausencia interna a lo simbólico que define un polo, pero al otro (femenino) lo deja sin nombrar, o mejor dicho todo lo que pueda nombrarse desde lo simbólico como femenino, siempre será insuficiente, nunca lo simbólico podrá definir totalmente lo femenino. Por eso Lacan dice que no hay una definición de LA mujer, como un universal. Hay que ir singularidad por singularidad. 
Desde la perspectiva de la neurosis en general, allí donde hay una ausencia, hay una pregunta-inquietud-síntoma. El neurótico hace síntoma, el síntoma hace pregunta. La dignidad de la neurosis es que se hace cargo de preguntas que nadie quiere saber. En el neurótico hay una demanda de saber acerca del sexo, de lo femenino, de la preocupación, del Padre, de la muerte. Todo aquello que en la estructura no alcanza a nombrarse del todo. Lacan sitúa allí que precisamente donde hay falta, es donde circula el deseo. Entonces hay una afinidad entre la ausencia de definición de lo femenino, o lo femenino definido por la ausencia de definición (paradoja) y el deseo. El deseo que va derecho y se orienta siempre por lo que falta. No por lo que hay, sino precisamente por lo que falta.
Hay una convergencia estructural entre la falta y la inscripción de lo femenino en lo simbólico. Lo femenino se inscribe en lo simbólico como lo que queda ausente de cualquier significante que pudiera nombrar plenamente eso. 
El deseo histérico se modaliza como la pregunta por lo femenino. Hay síntomas que ponen en juego esa división o polaridad que a veces toma en la clínica clásica la pregunta histérica.
La intervención no se dirige al Yo, a los problemas con los intermediarios para hacerse la pregunta –sea quien fuese el intermediario, que es el partenaire- con quien se queja, de quien se siente insatisfechx, Lacan lo aclara para que nuestra intervención no trate de rectificar directamente la relación del sujeto con el partenaire. Lo fundamental no se encuentra en esa relación; allí el sujeto encuentra la manera para plantearse algo que va más allá de la relación en sí. Es la pregunta por lo femenino. 
Lacan plantea que el sujeto histérico se identifica al espectáculo, a la escena; el histérico no relata, sino que las vive de esa manera más pasional. Vive y actúa las cosas. Hay que hacerle reconocer dónde se sitúa su acción; para la cual el término acting out toma un sentido literal, puesto que actúa fuera de sí mismo. No es el acting out como respuesta a la angustia, sino lo nombra como un acting out literal, como que el sujeto está un poco fuera de sí. Esto está en íntima ligazón con lo que Lacan leyó en el error de Freud en el caso Dora. Donde él no pescó que la figura central de Dora no era el señor k, sino la señora K (ella era un enigma para Dora, es la cautiva de Dora porque encarna para ella “lo femenino”- da respuesta a eso). 
En este mismo texto, habla respecto de la obsesión “el obsesivo arrastra los objetos en la jaula de su narcisismo”. Tenemos una multiplicidad de objetos, pero lo importante es ver dónde está el Yo, dónde está el sujeto y para dónde orientar la intervención. El obsesivo tiene una relación de arrastre con los objetos. Los objetos tienen la marca de una carga. Tenes un auto, hay que pagar el seguro, la nafta. Tenes un hijo, hay que cuidarlo, llevarlo, traerlo. Advierte los riesgos, la carga de cada cosa. Algo que puede ahogar el deseo en nombre de todo lo que habrá que cargar. 
Utilizan metáforas que pueden ser laberintos, de ir caminando en el barro, remar en dulce de leche. 
Siempre tiene una característica de hazaña su discurso. Y si no lo es realmente, lo contará así. Siempre tiene algo para contar donde hubo una pequeña suerte de heroicidad, o donde estuvo a punto de fracasar, de que pase algo grave. 
Hay un Otro que está viendo la hazaña, desde el palco. El obsesivo es como si mirara con el rabillo del ojo a ver si el Otro está mirándolo; pero tampoco le interesa que lo aplaudan. En el libreto obsesivo se ve la ambigüedad del homenaje. El obsesivo sólo quiere corroborar si en el lugar del Otro, simbolizado por el palco, hay un ojo que lo esté mirando. Si lo quieren poner como centro y lo aplauden mucho, el obsesivo se pone mal, esto tiene que ser discreto.
 Su problema no está en la relacion con los objetos que intenta domesticar, tampoco está en que quiere rápidamente un reconocimiento. Si nosotros lo vamos siguiendo, lo que vemos – siguiendo los desciframientos de Lacan- hay un punto en que el obsesivo se pregunta si todo lo que hace, tiene o no sentido. Siempre hay un amo que no se ve, que es el mismo sujeto. Él está dividido, un poco en la escena de la hazaña, y otro poco él mirándose en esa escena.Ese es el carácter de desdoblamiento del obsesivo, entre el palco y la escena, que hace que el obsesivo nunca se sienta plenamente inserto en el mundo, vivo. Desdoblamiento en el sentimiento de la vida.
La división no va a ser “soy hombre/soy mujer”, sino “estoy adentro de las escenas o estoy en el ojito que mira la escena?” mucha sintomatología de la obsesión será una sensación de no estar plenamente en la vida, disfrutándola plenamente, sino siempre con una especie de mirada que lo abstrae de las escenas en las que se juegan los deseos. 
Puede padecer una cierta desvitalización, a veces de mayores empiezan a entrar en las escenas, piensan en todo lo que se perdieron o incluso no tienen memoria, miran de afuera su historia. En el velorio es el que hace los trámites, el que se ocupa/mira la escena, en lugar de estar llorando o habitando la escena. Está en el sostén de la escena, está atento a eso y no al acontecimiento en sí. Está a cargo de controlar la escena y no de vivirla. Esa falta puede aparecer como una queja. 
Es el personaje mismo del tratante, el que tiene que hacerse reconocer en el espectador invisible de la escena, a quien le une la mediación de la muerte, dirá Lacan. Hacerse reconocer. Es como si dijera lacan: primero iremos –como analistas- al lugar del Otro de la obsesión, que será generalmente el lugar del palco, a partir de allí podremos hacer algo desde una posición que intervenga sobre la estructura. Si nosotros intentamos hacerle un reconocimiento antes de que termine de contar su hazaña hasta llegar al punto final, se enojará. Asique hay que tener paciencia. No festejar antes de tiempo. La intervención es muy sutil y no es en cualquier momento del relato de la hazaña, no es interrumpirlo. 
La intervención se produce de acuerdo a cierto timing, es un momento que es justamente cuando dirige el homenaje ambiguo; cuando se dirige al palco, lo importante es que ese lugar tiene que aparecer vacío: no prestarse a encarnar ese “ojo” que da sentido a la hazaña del obsesivo. Cuando se encuentran con que ese “ojo” no está, es el momento en que se va a preguntar por si quiere lo que desea o no. La pregunta va a aparecer cuando hay una caída de este Otro. 
Una clínica del discurso histérico- teórico
La histeria como discurso, como un lazo social, tiene como antecedente el texto de Freud “Psicología de las masas y análisis del yo”, donde –en el capítulo sobre la identificación- encontramos unas reflexiones del autor sobre la identificación histérica. El término identificación define un tipo de lazo social.
En el caso de la identificación histérica, ese lazo tiene una especificidad: es distinta la identificación que se produce entre los sujetos histerizados y la identificación al líder de una masa (cuando en el lugar de esa identificación, encontramos lo que Lacan va a llamar “el significante amo”, la encarnadura del S amo, que es la clave para entender el discurso del amo). Lo que Freud llamó en ese momento “la identificación al rasgo unario”.
En el caso de la identificación histérica, más que la identificación a un rasgo, se trataba –en el caso de las internas de Freud- los fenómenos clínicos que se producen en una interna que recibe la carta, se ven repetidos en las otras internas. Es una especie de síntoma que “se contagia”. En el discurso histérico, lo que se contagia es algo del orden de una insatisfacción. No es un rasgo positivo o un significante como en el caso del líder. Sino, en todo caso, un significante anudado a algo que se ha perdido, que representa para el sujeto histérico una insatisfacción o un deseo. 
Es una identificación al deseo del Otro. A alguien que, de repente, se queda sin eso que tiene. En esa carta la interna recibe una carta que le conlleva una pérdida, un sufrimiento a nivel del amor. Encuentra en las otras un eco identificatorio del que Freud se interroga. Por lo tanto, el hecho de que la histeria no es sólo una estructura o cuadro clínico, no es sólo la calificación que uno puede hacer para un síntoma, sino que ya tiene esta propiedad que cuesta más demostrarla en otros lazos sociales, cómo eso proviene de un síntoma. Por ende, ya estaba presente esta idea en la obra de Freud. 
El síntoma histérico muestra cómo es a partir del síntoma, que se constituye un lazo social. Freud intenta distinguirlo de la identificación al líder que hace la masa; que da una especie de amor entre sí a los sujetos, por haber introyectado al Líder (tienen algo en común, que es la identificación al líder). En la histeria, eso no se trata de un rasgo positivo y tampoco se produce una imitación especular de un sujeto histérico con otro. No se trata de una copia. Freud dice que, lo que se comparte, es una causa común (no un rasgo). Esa causa es negativa: una insatisfacción que se comparte. Una manera de estar en falta. Particular identificación a la falta. Relación entre dos sujetos, que está mediada por un tercer elemento, que es precisamente la falta. Es por eso que hacen el mismo síntoma; no se copia aquel, sino el motivo, la causa.
Lacan dice que el rasgo de esa Otra, es indecible, es una falta de representación, es in-imitable porque no se puede simbolizar. Es una falta. Si esa Otra sostiene la falta con un síntoma, pues será un síntoma lo que constituirá la consecuencia. Entonces, hay una solidaridad a nivel de la causa. Es una identificación a la causa. A partir de eso, hace lazo social.
En el lugar del “agente”, aquello que comanda el discurso, está el Sujeto dividido (hay una falta de significante): le falta lo esencial de la representación. En “el amo castrado” es interesante destacar, en la página 98, que la pregunta histérica se dirige a la relación sexual, a nivel de lo social, mostrando fundamentalmente los problemas, fracasos, imposibilidades de sostener la relación sexual. Lo que no cierra por el discurso del amo. Para el psicoanálisis, nunca se resolvería el tema de la relación entre los sexos. La relación del sujeto con el objeto, sexualmente hablando. 
La histeria como discurso es interesante en este punto porque en general todo el discurso del amo intenta que eso cierre, que estemos satisfechos. 
“no vacilaré en llamar histérico cuando tenemos todo dado para una relación sexual satisfactoria, y pasa algo que no funciona” dice Freud. Revisando el caso Dora, Lacan habla del “prejuicio de la relación sexual”. Desde lo social, deberíamos encontrar nuestro complemento y si no lo encuentra, debe preguntárselo el sujeto. Ese es el prejuicio de fondo que intenta sacar a la luz Lacan en la histeria. Su punto de partida es lo contrario, hay algo que no anda en lo social, que no cierra en los discursos. El discurso histérico tiene el mérito de sostener la pregunta por la relación sexual que no cierra a nivel social. El discurso histérico siempre ha denunciado lo que en el discurso social no tenía representación. Esto incluye no solo la pregunta por la relación sexual, sino también la pregunta por el sexo y la relación de cada uno con su sexo. La identidad que alguien recibe por el discurso del amo, puede no cerrarle y allí aparece la pregunta por la identidad sexual. Ese es el valor desde el cual Lacan entra en la clínica de la histeria.
No es que Dora estaba enamorada del Señor K y era una histérica que después se sustraía de los encuentros, y analizando su relación con el falo, la vamos a introducir al discurso del amo para que se case y sea feliz. Ese es el prejuicio que comandó la orientación del tratamiento en Freud. Comanda allí el discurso del amo. Son interpretaciones enrevesadas, donde no hay que perder de vista algo que Freud recubre con prejuicios, dirá Lacan. 
En la dialéctica del caso Dora, en su recorrido, Lacan nos recomienda no perder de vista que muchas de esas vueltas están causadas por los embates de las interpretaciones freudianas vehiculizadas por ese embate de fondo. Freud trata de introducir al sujeto-Dora en la norma del discurso amo. 
Si seguimos con el lugar del agente, con la división subjetiva ($), será lo que gobierna el discurso. La orden, enese discurso histérico, es mantener la pregunta por el sexo-amor-identidad sexual-pareja (lo más amplio de la clínica, entra allí). El que está en el lugar del amo no se pregunta nada, en el lugar del agente del discurso amo hay un significante amo que emite una orden. 
En el discurso histérico hay un agente que mantiene una pregunta imperativa. No se puede dejar de hacer esa pregunta. Si no la hace, produce síntomas. Lacan tenía la idea de que, si uno le pone la voz a la división subjetiva, muchos síntomas espontáneamente remiten. Esto quiere decir que esos síntomas están en lugar de una pregunta que ha sido silenciada. En ese sentido, la histeria siempre sostuvo la denuncia de lo que no funciona en el discurso del amo, apelando a cualquier modo de ser escuchada. Siempre será una piedra en el zapato del amo. Ese síntoma, esa falta de la histérica, se pondrá en juego en el cuerpo. Le pone el cuerpo a esa falta. 
El sujeto dividido, agente del discurso histérico, realiza una interrogación al amo, con una fuerza imperativa. 
En el otro término, debajo del agente ($), en el lugar de lo reprimido- de lo que no aparece en la superficie del discurso- tenemos al objeto a. Ese lugar, Lacan lo llama “el lugar de la verdad”, es el lugar de lo no sabido, lo reprimido. 
En el discurso del amo, en ese lugar de la verdad, se esconde la división subjetiva ($), alguien que encarna el lugar del amo, que emite una orden, no puede mostrarse dividido. Sino no funcionaría el discurso. En el lugar del agente, arriba, está el Significante amo que autoriza a dar la orden al otro. 
En el discurso histérico, lo que está escondido, es el objeto de goce (objeto a, en el lugar de la verdad). Lo que el sujeto histérico grita es la insatisfacción (esto está en la superficie, se oye). Se escucha lo que no anda, lo que falta, lo que ha salido mal. Con lo cual, lacan decía que Freud hablaba de una complacencia somática en el síntoma, había algo que el cuerpo ofrecía como material, para que en ese lugar apareciera el síntoma. 
Luego, en el estudio del entramado de los significantes, se podía encontrar que los síntomas obedecían a leyes de la trama de la lengua, más que a una complacencia del cuerpo orgánico con los síntomas histéricos. Más que complacencia, habría que decir “rechazo del cuerpo” decía Lacan, un rehusamiento a poner el cuerpo de goce a jugar; un esconder el cuerpo. Ese lugar es lo que escribiríamos a nivel del discurso, la “sustracción histérica”, sacar el cuerpo al que podría habitarlo un goce. Se saca el cuerpo de la satisfacción. 
El sujeto histérico no es esclavo, porque en el discurso del amo, el esclavo pone el cuerpo para trabajar para el amo, para producir por medio del saber, el objeto que el amo pide. En este caso, hay un rehusamiento a eso. En el histérico hay un “no” seré tu esclavo, no te procuraré el objeto de tu satisfacción. 
El obsesivo puede responder a la demanda, ubicarse como esclavo, poner el cuerpo y el saber para cumplir la orden del amo. Lacan dice que, en el caso de la obsesión, hay algo que Hegel no pensó en su dialéctica: la obsesión responde, pero siempre esperando la muerte del amo. Responde en una espera. No está de cuerpo entero y con un goce en ser esclavo. El esclavo obsesivo responde a la demanda, pero no tiene la satisfacción en el saber-hacer. No tiene un goce en la tarea misma, sino que espera la muerte del amo. En esa espera, es imposible tener una satisfacción, estar de cuerpo entero en algo. El obsesivo está desdoblado: una parte suya en la escena, y la otra esperando el día en que se libera del amo. 
Volviendo al discurso histérico. La relación del $ - S1 (del sujeto dividido, al significante amo: ese ese es un lugar que está idealizado, está elevado a una pureza simbólica y para eso sirve la impotencia paterna, que lo hace al padre más puro). Se encuentra en el discurso histérico las marcas de la idealización. Padre ejemplar de Lucía. El lugar del S1 tiene una marca especial, de un imaginario de agrandamiento. Hay marcas de la idealización: padre, jefa. 
En la histeria, el descubrir que ese padre idealizado no era tan santo, es un paso que contribuye a ir subjetivando el tipo de lazo social del sujeto. 
Lacan dice que el padre idealizado, pensado como impotente, sin un goce que lo degrade, favorece su imagen idealizada. Es por esa idealización que, después el hecho de descubrir una potencia, pareciera que se produce una hecatombe. Esta es la clínica del S1 en el discurso histérico. Lacan le da, por un lado, el lugar del padre idealizado y, por otro lado, que suele encontrarse desdoblado- en paralelo, es la otra figura que llama “el tercer hombre”. El hombre del órgano-fálico. En el discurso histérico la relación con el amo puede estar con el S1 en la dimensión paterna o el S1 en el portador del órgano, el que tiene, el potente (y no el impotente). Son figuras donde pueden luego aparecer las variantes clínicas más disímiles, incluso no es necesario tener un órgano fálico, puede ser encarnado alguien con cierta valentía, o palabras que ha puesto a prueba. 
Entonces, en el paradigma Dora, estaba el padre impotente-idealizado y el Señor K (hombre que es portador del órgano y que ha dado pruebas de eso, lo ha evidenciado). Cuando hablamos del triángulo, diferenciamos las funciones y las encarnaduras diferenciadas de ese lugar. La histeria se sostiene en un doble triangulo armado por el padre idealizado y el hombre del órgano/la mujer valiente/no importa quién sea. Una figura que sostiene la pureza de lo simbólico y la otra que sostiene la potencia sexual. Son los mediadores para la pregunta. Lacan plantea que esta estructura es muy sólida cuando los dos triángulos le funcionan a la histérica: podrían ser incluso dos partenaires. Una histérica que tiene por un lado al marido, en lugar del padre simbólico y, por otro lado, al amante potente. 
Cuando se cae la figura el señor K, que se confunde en el sentido de- en lugar de tomarse como símbolo del hombre del órgano-, quiere tomar a Dora como objeto, rompe el triángulo y se produce una vuelta al padre. Dora no quería ese órgano para ser feliz, sino para que Otra la prive de él. A Dora no le interesa la joyita del Señor K, sino el joyero, la envoltura del precioso órgano. Le interesa, en todo caso, la pregunta por el otro sexo; a dónde va ese falo. Ahí está el misterio. El falo señala un lugar, es un mediador, para hacerse la pregunta por el otro sexo. Al sujeto histérico le interesa la Otra. La Otra en tanto la referencia o la que podría hacer algo con eso. 
Por eso, vamos a buscar el lugar del saber, que estará debajo del S1: como producto de la relación entre $ S1, estará el saber. La señora K podría encarnar ese lugar. Hay una suposición de saber puesto en la señora K, acerca de qué es lo femenino. Lo importante de la señora K era un saber acerca del sexo. Siempre el discurso sobre lo femenino va a fracasar, porque es indecible. 
El logro histérico es hacer de lo femenino, un misterio, un enigma. Buscar en saber de la Otra, la respuesta al misterio. 
Si miramos el conjunto del discurso, esa sustracción del cuerpo, tendrá que ver con la posibilidad de que el amo produzca saber, hacerlo trabajar. No se sustrae para provocar insatisfacciones, sustrae el objeto que el amo querría, porque si se lo diera, el amo no produciría nada. La sustracción más la interpelación al amo: el discurso histérico ha puesto a los amos a trabajar, para producir un saber. Por eso, en el lugar del producto, está el saber (que puede estar encarnado por Otra).
Teórico 22-6 
La duda y la postergación corresponden al real que se llama “deseo del Otro”. Toda la Neurosis Obsesiva se considera una neurosis de defensa frente al deseo del Otro. Del otro lado, está el síntoma de compulsión cuyo real es el gran phi (letra griega) o el Uno fálico. Si en la primera versión de la neurosis obsesiva que considera los síntomas de la duda y la postergación, consideramos de qué se defiende el obsesivo, se defiende del deseo del Otro (A barrado); cuando abordamoslos síntomas de compulsión, vemos de manera más directa que, lo que se pone en juego, es un goce; es decir que, el N.O se defiende de una intrusión de goce que le resulta traumática. Esta última se tipifica como “goce fálico” y se escribe como gran phi. 
gran phi es una letra que, a diferencia del Significante, la letra en psicoanálisis es algo que articula una cara de significante y una cara de goce. Entonces gran phi representa la irrupción del goce sexual (goce fálico). Lo traumático del goce sexual es un tema que fue planteado en primera instancia por Freud, donde él encontraba q todo trauma era sexual. Pero ese trauma sexual tiene siempre coordenadas de una escena traumática q relata el paciente; escena con acciones y personajes. Las acciones, en el caso de la N.O, eran acciones en las que el sujeto había sido activo, partícipe. Si sacamos el imaginario que tiene esa escena, vemos que lo sexual traumático es una irrupción de goce fálico. Por ejemplo, el caso Juanito, lo traumático es la erección de su pene en la infancia. es decir, eso representa la intrusión de lo sexual traumático para él. Lo que tiene de paradigmático ese caso es que nos muestra que la primera aparición de lo sexual para cualquier ser hablante, es traumática. Esto se explica porque al cuerpo le aparece un goce (en este caso localizado en un órgano), que no puede elaborar, asimilar. No entiende, en esa primera irrupción sexual; el sujeto vivencia el cuerpo como si fuera un cuerpo a la manera de la esquizofrenia. Es decir, que a un órgano le ocurran cosas, le aporta sensaciones, cambia de tamaño, de un modo que el sujeto no puede incorporar ni a lo simbólico ni a lo imaginario.
En ese sentido, va la expresión de “lo imposible de negativizar”. Esto quiere decir que es imposible de afectar por una falta. Es una presencia con la que habrá que hacer algo, pero no se puede negativizar. Todo lo que puede ser afectado por una falta, es posible de ser negativizado. Sería darle un tratamiento simbólico; sin embargo, la irrupción de lo sexual es algo que emerge y a partir de ese momento, el sujeto tiene que hacer algo con eso. Ya el hecho de que un niño se masturbe o encuentre algún modo de domeñar ese goce, es ya una respuesta del orden del “hacer algo con eso”. Esa emergencia de lo sexual como traumático es ALGO UNIVERSAL. Lo que tiene de distinto es que Juanito hizo una fobia como respuesta que intenta por la vía del mito, pasar de la irrupción de goce a la castración. 
Podríamos decir que una parte de lo que llamamos significación fálica, es darle algún sentido a esa irrupción traumática de goce. No importa cuál, pero cualquier sentido que se le dé, le llamamos significación fálica (que podrá ser afectada por una falta, una castración). Otra cosa es la irrupción de goce misma, que en tanto es real, no puede ser incorporada al imaginario corporal. Conlleva un enorme esfuerzo y trabajo, incorporar los genitales al imaginario corporal.
El real del síntoma compulsivo es un goce fálico. La compulsión es un tipo de goce al que no se le puede poner límite. 
Vamos a usar como sinónimos gran phi y Uno fálico. Lo que llamamos modos de goce tienen algún tipo de lógica respecto de su funcionamiento. 
El goce fálico funciona por la repetición del Uno. Eso quiere decir que es siempre la repetición de un mismo movimiento satisfactorio. Si tomamos una compulsión a la bebida, que no es necesariamente una compulsión obsesiva- pero compulsión al fin, desde el punto de vista del goce, satisfacción que proporciona el alcoholismo, es siempre la repetición de un trago; unidades discretas a las que llamamos “Uno”. Eso produce una gran satisfacción, pero también una pérdida de satisfacción que hace que se vuelva a repetir el mismo trago. Cada trago es el mismo, desde el punto de vista de la satisfacción. Así funciona el goce fálico; proporciona una satisfacción y simultáneamente, una pérdida de satisfacción que llama a más satisfacción. 
En la lógica de la compulsión, lo que se convierte en fundamental es qué va a funcionar como límite. Qué es lo que detiene esa compulsión. Lo que va a detenerla, es algo vinculado a la angustia y/o la culpa. Entonces el sujeto, llegado a ese límite, se siente culpable de lo que hizo y eso le funciona como límite (con formaciones reactivas de tipo “esto no lo hago nunca más”; respuesta del Yo que en la N.O es el escenario de la lucha directa del Yo y la pulsión). El N.O trata de dominar ese gran phi. Mediante el Yo y la conciencia, trata de mantener controlado el gran phi. Un nuevo acto compulsivo será vivenciado como un fracaso del control. En términos del psicoanálisis, la solución no está en el control, sino más bien que el control del Yo será siempre impotente respecto de dominar el goce fálico.
Convertir ese gran phi en un phi minúscula, que se supone que el N.O puede controlar, sería su respuesta. El escenario de esa lucha es la consciencia del obsesivo. 
La posición llamada “estar en el palco” está articulada al Otro barrado. Es la manera q tiene el obsesivo de velar la castración del Otro. Armar Otro –que puede ser él mismo- que lo está mirando. En ese mirarlo, espera de él su reconocimiento. Inscribir su imagen en el gran Otro. Sería una temática vinculada al fantasma obsesivo. Es una clave fundamental que dio Lacan, de la diferencia entre la histeria y la neurosis obsesiva. Porque ese desdoblamiento no está en la histeria; este tipo de espectador de su propia vida es del obsesivo, por el hecho de ubicar –para velar el deseo del Otro- un desdoblamiento de su propio Yo. Puede ser un gran Otro o puede ser él mismo. Todo lo que ocurre en el plano de la escena, en ese modo particular de relación de objeto –de domesticación de los objetos- que es también su modo de intentar un control, eso es lo que Lacan dice que son “los medios” de los que se vale. No hay que engañarse, en realidad su problema no está ahí; son los medios que tiene para plantear su pregunta. 
La estrategia obsesiva sería armar un Otro que no está barrado. Convertir el Otro barrado estructural, en un Otro completo, que alimenta su fantasma. Duda, y no podrá decidir hasta no aceptar que no existen garantías simbólicas. La única garantía que tiene es que él se la juegue por lo que desea; y puede salir mal. Pero nadie se arrepiente de haber sido valiente.
La cara significante del síntoma- con sus modalidades- la represión al modo de desconexión (dicen no tener memoria, no recordar nada) y hay una posición subjetiva de negar la castración del Otro. Lacan estaba convencido de que, si no se sacudía dicha posición, no había resultados analíticos significativos. Conseguir que acepte un poco más el deseo, la castración del Otro, el hecho de que no existen las garantías en las elecciones. 
Su pregunta está en el “para quién” hace todo eso. Es ese homenaje que dirige al Otro que lo está mirando. Fantasma de gloria, de ser reconocido por el gran Otro. Este punto que llamamos “escópico” (mirada) tiene conexión con todos los síntomas, pero de diversas maneras.
El obsesivo transforma el deseo en una demanda del Otro. El obsesivo desea-demanda. Transformar el deseo en una demanda, para poder responder a ella. De ese modo, el deseo se hace imposible: no se puede desear porque todo deseo es convertido en una demanda. Entonces no lo hago porque quiero, sino porque me lo pedís. Hace de la demanda, su objeto. Necesita que le pidan, que le demanden. Esa posición en sí misma, es una defensa contra el deseo. 
El histérico demanda-deseo. El enganche en la parte problemática es que “un histérico le demanda al otro que sienta deseo, pero si lo demanda- ya no es deseo del Otro”. Tiene una relación con el deseo como una falta. Insatisfacción. 
Si al obsesivo le insisten con la demanda, se pone nervioso. Reducir, degradar el deseo a la demanda. El deseo parece ser una cosa peligrosa. Un deseo lo toma como algo que presentifica algo positivo, no como una falta; la presencia de algo real. 
Lo que para un sujeto histérico puede ser una aventura, para un sujeto obsesivo puede ser unsufrimiento espantoso. Porque la relacion al deseo es diversa. 
El objeto “a” es distinto al significante. Y como es real, no puede nombrarse. Las noticias que tengo de ese objeto, es la angustia (su traducción clínica). Lo que hay que hacer es localizar al objeto “a”; no preguntarse qué es. 
Cuando se trata de deseos reales, en el neurótico obsesivo, los deseos q plantean sus síntomas, son deseos que se tienen que realizar en acto –no en sueños. El obsesivo tiene que llevar a cabo sus deseos y su problema está ahí “en llevarlos a la acción”. Duda y postergación y toda la fantasmática de deseo, son deseos que se tienen que realizar en un acto; allí se traba el sujeto obsesivo.
La postergación es un síntoma que implica un acto que no se puede realizar, y se deja para el día siguiente. Los argumentos de postergación en la N.O son sumamente realistas. Son las astucias de la razón. Si no tenemos claves para seguir el problema de la N.O, es muy difícil dirigir una cura. Entonces, sobre este punto veremos que los argumentos son irrefutables, del orden de la realidad “no hay dinero” “no están dadas las condiciones” “ahora no se puede, hay pandemia”. Y justamente, ahí se evita la angustia de tener que realizar un deseo querido. 
Posición del analista en la obsesión 
No se trata tanto de interpretar la defensa obsesiva, sino de perturbarla. El analista debe evitar que el obsesivo lo ubique en el lugar del muerto –espectador de la escena- exactamente en el lugar de un desdoblamiento de su propio yo. Por eso, el analista tiene que mostrarse más activo en ese hacer o reconocer, más deseante. Entonces, el analista debe ser alguien que muestra un deseo. No puede ser un Otro completo; tiene que ser BARRADO. Si el N.O nos ubica en el palco como analistas, el problema es que nosotros NO debemos aceptar ese lugar. No podemos ser el que aplaude la hazaña o el amo a quien el sujeto obedece. Eso significaría que somos un Otro de la demanda. Eso hay que articularlo con la lógica significante o el síntoma que trae cada sujeto.
La N.O muestra que el analista pide que venga, que hable, pague, traiga sueños. Demanda. 
Si todo eso, el sujeto lo hace en respuesta a una supuesta demanda del Otro, no es muy útil como trabajo analítico. El N.O se ubica como el paciente obediente, o incluso el mejor. No es lo mismo que traiga un sueño que le genera pregunta, que traerlo “porque es lo que el analista quiere”. Porque allí vendría a hablar de lo que supone que el analista quiere escuchar. No sirve. 
Esa perturbación que se produce tiene un plus que es una presencia activa del analista, un deseo mostrado. 
Los tres tiempos del Edipo y la Fobia (Unidad 3)
El discurso del amo tiene, en el psicoanálisis clásico, una enorme elaboración. Por ej,. Bajo el nombre del CDE freudiano. 
En un Lacan tardío, del Seminario 17, con la escritura del discurso del amo, se puede leer mejor los desarrollos clásicos sobre complejo de Edipo, que tiene algunas diferencias de enfoque respecto a Freud.
El Complejo de Edipo se desarrolla en tres tiempos. Hay que hacer una pequeña inversión respecto a los planteos freudianos: lo aborda como las temáticas de los deseos de un sujeto ubicado como niño, en relación a la función materna y paterna. Funciones estructurales. Es inversión consiste en que, en el punto de partida del CDE de Lacan, no tenemos los deseos del sujeto en relación a sus padres, sino contrariamente, tenemos el deseo del Otro (deseo de la madre –A tachada-). Ante el deseo del Otro, como no sabe el sujeto qué desea el Otro, hablamos de la angustia.
En el desarrollo de los 4 discursos, habíamos dicho que eran respuestas al “no hay relación sexual”. Ahí también hay, como punto de partida, un agujero (x). Esa x, en principio, es deseo del Otro, un enigma.
El discurso del amo, abordado como Complejo de Edipo, consiste en las respuestas que ese discurso da a qué es el deseo del Otro. Qué quiere el Otro. Esa respuesta está hecha en tres tiempos. Los vamos a desarrollar, para poder ubicar ahí el síntoma fóbico. Nos va a permitir dilucidar qué pasa en nuestra civilización con el discurso del amo, en la actualidad. Sabemos que es un discurso que fue dominante durante muchos siglos, pero que comenzó a declinar. Precisamente por el surgimiento de la Ciencia y posteriormente, del Capitalismo. 
El primer tiempo del Edipo es darle a ese deseo del Otro, una respuesta en términos de FALO. Es decir, en términos de que el deseo de la Madre es el deseo de falo. El niño en lugar de “objeto fálico” (PHI) (objeto del deseo) adquiere el máximo valor para el deseo de la Madre en este tiempo. Ya hay una primera operación del Nombre del Padre: producir la significación fálica. En este primer tiempo, esa significación fálica coincide con el niño. Valor enorme para la constitución del narcisismo. El niño ubicado en este lugar, se cree que es el objeto más deseado por el Otro. 
Por la significación que le da el discurso del amo, el Deseo de la madre = x, pero por la metáfora paterna que está inscripta en ese discurso, el Deseo de la madre adquiere un valor = significación fálica. Ese Nombre del Padre, sería una de las formas del significante amo (S1). La función paterna –simbólica- hay que diferenciarla del personaje imaginario que ocupa ese lugar. 
En este primer tiempo, se empieza a jugar algo muy importante en la dinámica de la presencia-ausencia de la madre. Lo han llamado angustia de separación, que le sobreviene al niño cuando la madre se ausenta. Para el niño, se presentifica el deseo del Otro cuando la madre se ausenta. Aparece la angustia respecto de ¿qué quiere? ¿me quiere realmente a mí o quiere otra cosa? La posición del niño, de ser el objeto más querido por el Otro, empieza a vacilar cuando la madre se ausenta, porque retorna la pregunta por el deseo del Otro. Esto suscita la demanda de amor del Otro, las pruebas de amor.
Esto vuelve a ocurrir cada vez que cualquier sujeto se cree el objeto más valioso para el Otro, de una manera absoluta. Pueden aparecer signos de que el Otro desea otra cosa, y esos signos corren al sujeto del lugar en que se había creído. Eso suscita la angustia.
La posición de ser el objeto más valioso para el Otro, es una posición que deja una enorme pregnancia en cada uno de nosotros. Es decir, el momento en que tuvimos esa creencia. Quizás sea algo que no dejamos de buscar. Queda como una especie de Paraíso perdido luego de atravesar el CDE.
La famosa metáfora paterna aparece en los tres tiempos del Edipo. Aquí vimos el primer tiempo. 
El segundo tiempo del Edipo es el más desarrollado por Freud, porque ocurría algo que para él era decisivo: el complejo de castración. Este último tenía para él, un valor estructurante fundamental. Lacan dice que tiene una función de NUDO en la Neurosis. Es una nueva intervención de la función paterna, que consiste en la aceptación, por parte del niño, de que NO SE ES EL FALO: esto es la Castración. Operador simbólico por el cual el sujeto acepta ser desalojado del lugar de falo. Esto tiene enormes beneficios, de pacificar la locura del tiempo anterior, de querer ser el objeto de máximo valor para el Otro. (-PHI) = CASTRACIÓN 
El tercer tiempo del Edipo era, desde el punto de vista de la aceptación de la castración, un tiempo que Freud denomina “de conquistas”. El sujeto, después de haber atravesado el CDP, conquista una posición en lo simbólico que puede asumir en relación a tres puntos: 
· El sujeto conquista el Ideal del Yo (el significante que toma del Otro, que lo representa, es el que le permite al sujeto darse una identificación, responde a la pregunta de ¿quién soy?). 
· El sujeto conquista una relación a la ley: la puede cumplir o transgredir.
· El sujeto conquista una apariencia, un semblante sexual. 
Todas esas conquistas estaban puestas entre comillas, porque eran conquistas que el sujeto todavía tenía que someter a un ejercicio. Por eso se dice “apariencia” sexual, porque después se verá si en la adultez se ejerce y de qué manera. 
Los síntomas neuróticos: neurosis histeria y neurosis obsesiva,

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