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FISIOLOGÍA DE SISTEMAS CAPÍTULO XXVIII FISIOLOGIA DE LA BOCA Y EL ESÓFAGO ESQUEMA DEL CAPÍTULO ✓ Introducción ✓ CAVIDAD BUCAL • Los dientes • Glándulas salivales • Histología de las glándulas salivales • Control de la salivación ✓ DIGESTIÓN MECÁNICA Y QUÍMICA EN LA BOCA ✓ FARINGE Y ESÓFAGO • La deglución • El esófago ✓ APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS ✓ Bibliografía OBJETIVOS DEL CAPÍTULO 1. Comprender las funciones que tienen la cavidad bucal, las estructuras faríngeas y el esófago en el traslado del alimento de la boca al estómago durante la deglución. 2. Describir el proceso de la masticación. 3. Explicar la regulación del reflejo de la masticación. 4. Explicar cómo se mantienen separados los contenidos del sistema respiratorio y el digestivo. 5. Conocer las estructuras que participan en la deglución. 6. Describir las etapas voluntaria e involuntaria de la deglución y sus diferentes fases. 7. Describir el origen y la función de los cambios de presión del esfínter esofágico superior durante la deglución y después de ésta. 8. Comparar el tipo de inervación extrínseca en las distintas partes del esófago. 9. Diferenciar entre el peristaltismo primario y secundario durante la deglución. 10. Describir el comportamiento motor del esfínter esofágico inferior durante la deglución y después de ésta. 11. Describir el modo en que el esfínter esofágico inferior protege contra el reflujo del contenido gástrico. 12. Describir los cambios de presión intraesofágica durante el proceso de deglución. 13. Explicar los trastornos en los que son anormales la motilidad esofágica y la deglución. 761 FISIOLOGIA DE LA BOCA Y EL ESÓFAGO Introducción La función del TGI es introducir nutrientes y agua en el torrente circulatorio y eliminar los productos de deshecho, esto lo logra mediante los siguientes procesos: motilidad, secreción, digestión y absorción. La mayoría de los nutrientes en la dieta se consumen como macronutrientes (sólidos) que no están preparados para ser transportados a través de las membranas celulares para entrar en el torrente circulatorio. De este modo, la digestión consiste en la modificación física y química de la comida de forma que la absorción se pueda llevar a cabo a través de las células epiteliales del intestino. Todo lo anterior comienza con la masticación para luego ser deglutidos. Los alimentos cocinados se mastican bien, mezclándose con la saliva. Esta actúa como una película lubricante y también contiene sustancias defensivas y enzimas, pasando al esófago por la apertura del esfínter esofágico superior (EES) en la deglución hacia el esófago, el cual transporta el alimento con rapidez hacia el estómago, a través del esfínter esofágico inferior (EEI) que se abre durante poco tiempo para permitir su pasaje, pero se cierra rápidamente para evitar el reflujo de jugo gástrico (reflujo gastroesofágico o RGE). CAVIDAD BUCAL La cavidad bucal o simplemente boca (del latín “bucca”, abertura) tiene la tarea de permitir la ingestión de alimentos, el gusto y otras respuestas sensitivas a la comida, la masticación, parte de la digestión química, la deglución, el habla y la respiración. La boca está rodeada por las mejillas que forman las paredes laterales, los labios, el paladar y la lengua. Su apertura anterior es el orificio de la boca y su apertura posterior en la garganta o fauces. Se encuentra recubierta con epitelio pavimentoso estratificado (queratinizado en áreas sujetas a la mayor abrasión por parte de la comida, como las encías y la bóveda del paladar, pero no lo está en áreas como el piso de la boca, el velo del paladar y el interior de las mejillas y los labios). Las mejillas y los labios retienen alimentos y los empujan entre los dientes para su masticación; también son importantes para articular el habla y para las acciones de succionar y soplar, incluida la lactancia (succión de la leche). Su estructura incluye grasa subcutánea, los músculos buccinadores de las mejillas, y el orbicular de la boca en los labios. Un pliegue medio, el frenillo labial, une cada labio a las 762 encías, entre los incisivos anteriores. Además, se forma el vestíbulo que es el espacio entre las mejillas o labios y los dientes. Los labios presentan el área cutánea que tiene el color del resto de la cara y cuenta con folículos pilosos y glándulas sebáceas. Otra área roja es la región que carece de pelo y donde los labios se unen. Tiene una papila dérmica muy alta, que permite que los capilares sanguíneos y las terminaciones nerviosas lleguen cerca de la superficie epidérmica. Por lo tanto, esta área es más roja y más sensible que el área cutánea. La mucosa labial es la superficie más interna del labio, adyacente a las encías y los dientes. La lengua, un órgano muscular, mueve la comida entre los dientes mientras evita que se le muerda, puede extraer partículas de comida de los dientes después de comer y es tan sensible que puede percibir una hebra de pelo en una porción de comida. Su superficie está cubierta con epitelio pavimentoso estratificado no queratinizado, presenta bordes y extensiones denominados papilas linguales y es el sitio con mayor cantidad de papilas gustativas. El cuerpo de la lengua (las dos terceras partes anteriores) ocupan la cavidad bucal, mientras que la raíz (tercera parte posterior) ocupa la bucofaringe. El límite entre ellas está marcado por una fila en forma de “V” de papilas y, detrás de éstas, una muesca conocida como surco terminal. El cuerpo está unido al piso de la boca por un pliegue medio llamado frenillo lingual. Los músculos intrínsecos, los cuales se encuentran por completo dentro de la lengua son los que producen los sutiles movimientos de ésta. Los músculos extrínsecos (geniogloso, el hiogloso, el palatogloso y el estilogloso), con orígenes en cualquier otro sitio e inserciones en la lengua, producen la mayor parte de los movimientos más vigorosos de la manipulación de los alimentos. Entre los músculos hay glándulas linguales serosas y mucosas, que secretan una parte de la saliva. Las amígdalas linguales están contenidas en la raíz. El paladar separa la cavidad bucal de la nasal y permite respirar mientras se mastica. Su porción anterior, la bóveda del paladar (paladar duro u óseo), tiene el soporte de los rodetes palatinos del maxilar y de los huesos palatinos. Incluye pequeñas rugosidades (pliegues palatinos transversos) que ayudan a la lengua a mantener y manipular la comida. Posterior a éste se encuentra el velo del paladar (paladar blando), compuesto por músculo estriado y tejido glandular, pero no hueso. La úvula (uva pequeña), visible en la parte posterior de la boca, tiene una extensión medial cónica y ayuda a retener la comida en la boca, hasta que parte de ella esté lista para deglutirse. En la parte posterior de la boca, dos arcos o pilares musculares a cada lado empiezan en la raíz, cerca de la úvula, y descienden al piso, éstos son los pilares anterior y posterior del velo del paladar. Este último, marca el principio de la faringe. La amígdala palatina se halla en la pared entre ambos arcos. Los dientes Los dientes (o piezas dentales) reciben el nombre colectivo de dentadura y son órganos digestivos accesorios. Sirven para masticar los alimentos, dividiéndolos en partes más pequeñas. Esto no sólo hace que la comida sea más fácil de deglutir, sino que expone más superficie a la acción de las enzimas digestivas y, por consiguiente, acelera la digestión química. En general, los adultos tienen 16 piezas dentales en la mandíbula (o maxilar inferior) y 16 en el maxilar superior. De la línea media a la parte posterior de cada maxilar, hay dos incisivos, un canino, dos premolares y hasta tres molares a cada lado. 763 Los incisivos son dientes que cortan como cinceles y que se usan para fragmentaruna pieza de comida. Los caninos son más puntiagudos y actúan para perforarla y desmenuzarla. Los premolares y molares (muelas) tienen superficies amplias, adaptadas para aplastar y moler. Cada pieza dental está insertada en un hueco de conexión al que se denomina alveolo, que forma una articulación llamada gónfosis, entre el diente y el hueso. El alveolo está cubierto por un ligamento periodontal, un periostio modificado cuyas fibras de colágeno penetran en el hueso por un lado y en la pieza dental por el otro. Esto ancla la pieza con firmeza en el alveolo, pero permite un ligero movimiento bajo la tensión de masticar. La encía cubre el hueso alveolar. La corona es la parte que se encuentra arriba de la encía; la raíz es la parte debajo de ésta, incrustada en el hueso alveolar; y el cuello es el punto donde la corona, la raíz y la encía se unen. El espacio entre la pieza dental y la encía es el surco gingival. La higiene de este surco suele ser muy importante para la salud dental dado que la boca humana aloja más de 700 especies de microorganismos, sobre todo bacterias. Las bacterias y el azúcar forman un residuo pegajoso en los dientes conocido como placa. Si ésta no se elimina por completo mediante el cepillado y el uso de hilo dental, las bacterias se multiplican, metabolizan los azúcares y liberan ácido láctico y otros ácidos, los cuales disuelven los minerales del esmalte y la dentina, y las bacterias digieren mediante enzimas el colágeno y otros componentes orgánicos, formando “cavidades” erosionadas en los dientes denominadas “caries”. Las caries deben repararse ya que pueden penetrar la dentina y diseminarse por la cavidad pulpar. Esto provoca la extracción del diente o el tratamiento del conducto radicular, en el que se retira la pulpa y se reemplaza con material inerte. Cuando la placa se calcifica en la superficie de los dientes, se le denomina sarro. En el surco gingival, el sarro forma una cuña entre el diente y la encía, los separa y permite la invasión bacteriana del surco; esto provoca gingivitis (inflamación de las encías). En algunos casos, las bacterias se dispersan del surco hacia el alveolo y empiezan a disolverlo, produciendo periodontitis. La mayor parte de la pieza dental consta de un tejido amarillo y duro llamado dentina, cubierto con esmalte en la corona y cemento en la raíz. La dentina y el cemento son tejidos conjuntivos vivos con células o extensiones celulares incrustados en una matriz calcificada. Las células del cemento (cementocitos) están dispersas de manera más o menos aleatoria y ocupan pequeñas cavidades similares a las lagunas del hueso. Las células de la dentina (odontoblastos) recubren la cavidad pulpar y tienen extensiones delgadas que viajan a través de pequeños túneles paralelos en la dentina. El esmalte no es un tejido sino una secreción libre de células producida antes de que los dientes hagan erupción sobre la encía. La dentina y el cemento dañados pueden regenerarse, pero el esmalte dañado no; debe repararse de manera artificial. En el aspecto interno, una pieza dental tiene una cavidad pulpar dilatada en la corona y un conducto radicular en la raíz inferior. Estos espacios son ocupados por la pulpa (una masa de tejido conjuntivo laxo, vasos sanguíneos y linfáticos, y nervios). Los nervios y vasos entran en la pieza a través del agujero (o foramen) apical, en el extremo basal de cada conducto radicular. 764 La unión de las piezas dentales, cuando la boca se cierra, recibe el nombre de oclusión y las superficies donde éstas se unen son las superficies de oclusión. Esta superficie en un premolar tiene dos bordes redondeados, las cúspides; por consiguiente, a los premolares se les conoce como bicuspídeos. Los molares tienen cuatro o cinco cúspides. Las cúspides de los premolares y molares superiores e inferiores se entremezclan cuando las mandíbulas están cerradas y se deslizan entre sí mientras la quijada hace movimientos laterales de masticación, moliendo y rompiendo la comida de manera más efectiva que si las superficies de oclusión fueran planas. Glándulas salivales Las glándulas salivales liberan en la cavidad bucal una secreción llamada saliva. Normalmente, se secreta suficiente saliva como para humedecer las mucosas de la boca y la faringe y mantener limpios la boca y los dientes. Cuando los alimentos ingresan en la boca, aumenta la secreción de saliva, que los lubrica y disuelve e inicia su digestión química (enzimática). La mucosa de la boca y la lengua contiene glándulas salivales pequeñas que se abren, directa o indirectamente, a través de pequeños conductos, en la cavidad bucal. Entre estas glándulas, se encuentran las glándulas labiales, bucales y palatinas en los labios, mejillas y paladar, respectivamente, y las glándulas linguales en la lengua, las que contribuyen a la formación de la saliva. Sin embargo, la mayor parte de la saliva se secreta en las glándulas salivales mayores, 765 que no están contenidas en la mucosa de la boca y cuyos conductos desembocan en la cavidad bucal. Las glándulas salivales mayores que se presentan en pares, son la parótida, la submaxilar o submandibular y la sublingual. Las glándulas parótidas (del griego, “pará”-, al lado de y “otós”, oído) se localizan por debajo y por delante de las orejas, entre la piel y el músculo masetero. Cada una secreta saliva en la cavidad bucal mediante el conducto parotídeo que atraviesa el músculo buccinador para abrirse en el vestíbulo frente al segundo molar superior. Las glándulas submaxilares o submandibulares se hallan sobre el piso de la boca, en posición medial y parcialmente inferior con respecto al cuerpo de la mandíbula. Los conductos submandibulares transcurren por debajo de la mucosa, a cada lado de la línea media del piso de la boca, y entran en la cavidad bucal en sentido lateral al frenillo de la lengua. Las glándulas sublinguales se encuentran por debajo de la lengua y por encima de las glándulas submaxilares. Sus conductos sublinguales menores, se abren en el piso de la boca. La saliva está compuesta por del 99,5% de agua y 0,5% de solutos como el sodio, potasio, cloro, bicarbonato y fosfato, algunos gases disueltos y varias sustancias orgánicas, como urea y ácido úrico, mucus, inmunoglobulina A, lisozima (enzima bactericida) y la α-amilasa salival (enzima digestiva que actúa sobre el almidón). Estos constituyentes orgánicos e inorgánicos salivales forman una secreción hipotónica porque los conductos salivales son impermeables al agua. Histología de las glándulas salivales Las glándulas salivales están formadas por cúmulos de ácinos parecidos a racimos de uvas que drenan en un sistema de conductos intercalados e intralobulares (estriados) para llegar al final a los conductos interlobulares que drenan en la cavidad bucal. Los ácinos individuales y los conductos relacionados con éstos también están rodeados por una vaina de miofibroblastos, células contráctiles que se presume importantes para proporcionar la fuerza hidrostática que expulsa la saliva de la glándula; por lo tanto, contribuyen con los altos índices de secreción de los que es capaz este tejido. Las glándulas salivales también reciben inervación simpática y parasimpática extensa. Las vías eferentes simpáticas provienen de los centros salivales, adyacente al complejo vagal dorsal, mientras que las parasimpáticas derivan de los núcleos salivatarios. Las glándulas salivales también tienen un suministro sanguíneo bien desarrollado que puede sostener un flujo sanguíneo más de 10 veces más alto, gramo por gramo, que el observado en el músculo esquelético durante la contracción activa. Las diversas glándulas salivales tienen una estructura y función un poco heterogéneas y aportan diferentes componentes a la saliva; por ejemplo, la glándula parótida produce25% de la secreción total y está constituida por células serosas que producen un líquido acuoso (secreción serosa) que contiene 766 amilasa salival. La glándula submandibular contribuye con 70% de la secreción total y produce moco (proteínas) y secreciones serosas, por lo cual, se dice que es mixta (secreción seromucosa), ya que un ácino de estas glándulas puede contener células serosas y mucosas. Las glándulas sublinguales contribuyen con 5% de la secreción total y contienen, predominantemente, células mucosas, por lo cual produce secreciones sobre todo mocosas (proteínicas) mucho más espesa. También hay ácinos serosos dispersos. Por su parte, a medida que la saliva sale de los ácinos, pasa por el sistema de conductos. Los conductos intercalados, vinculados en forma directa con los ácinos, sirven sobre todo para llevar la saliva fuera de los ácinos y prevenir el reflujo. Por otro lado, las células de los conductos intralobulares estriados son células epiteliales polarizadas con funciones especializadas de transporte, análogas a las de los túbulos renales. Además, las células epiteliales de los conductos intralobulares tienen uniones intercelulares herméticas que limitan de forma notoria la permeabilidad de este segmento de la glándula en relación con el acino que permite las fugas. El agua de la saliva suministra el medio propicio para disolver los alimentos, de manera que puedan ser detectados por los receptores del gusto y comenzar las secreciones digestivas. Los electrólitos elementales en la saliva incluyen Na+, Cl-, HCO3 - y K+, con bajos niveles de NaCl y altos niveles de KHCO3. Esta composición depende del flujo, ya que frente a altas tasas de secreción de saliva no hay suficiente tiempo para que ocurra la absorción normal y, por ende, aparecen cantidades mayores de Na+, HCO3 - y Cl- en la saliva. A medida que aumenta la tasa de secreción, se dispone de menos tiempo para la extracción de NaCl y aumenta la tonicidad de la saliva, pero siempre permanece un poco hipotónica con respecto al plasma. El ductus salival produce una reabsorción activa de Na+ a lo largo de todo el trayecto y, al mismo tiempo, se secretan activamente K+, que se intercambian por los de Na+. De esta forma, se reduce mucho la concentración salival de Na+, al tiempo que aumenta la de K+. Sin embargo, la reabsorción de Na+ supera a la secreción de K+, por lo que en los conductos salivales se crea una negatividad de unos -70 mV, lo cual facilita la reabsorción pasiva de Cl- y este desciende mucho para acoplarse a las bajas concentraciones de iones Na+, pero, el epitelio ductal secreta iones HCO3 - hacia la luz del conducto, al menos en parte, por un intercambio pasivo de Cl-/HCO3 -, aunque también podría ser consecuencia de un proceso de secreción activa. El resultado neto de estos procesos de transporte es que, en condiciones de reposo, las concentraciones salivales de NaCl alcanzan solo alrededor de 767 15 mEq/l cada una, es decir, entre la séptima y la décima parte de sus concentraciones plasmáticas. A su vez, la concentración de K+ se aproxima a 30 mEq/l, que es siete veces mayor que la del plasma, y la concentración de HCO3 - varía de 50 a 70 mEq/l, alrededor de dos a tres veces la del plasma. En general, los tres pares de glándulas salivales que drenan hacia la cavidad bucal abastecen de 1.000 a 1.500 ml de saliva por día. El Cl- de la saliva activa la α-amilasa salival (ptialina), actúa en los enlaces α (1-4) glucosídicos del almidón para producir maltosa, maltotriosa y dextrinas límite α. La ptialina continúa actuando en el estómago en tanto el bolo alimenticio se mantenga intacto, incluso si no se mantiene el pH óptimo de la amilasa (de 6,9) para su función. Los iones bicarbonato y fosfato amortiguan los alimentos ácidos que ingresan en la boca y, por lo tanto, la saliva es ligeramente ácida (pH de 6,35 a 6,9) y se inhibe una vez que alcanza el estómago dado su pH muy bajo. Otra enzima, la lipasa lingual, inicia la digestión de grasas contenidos en los alimentos. El moco (mucina) lubrica los alimentos para que puedan movilizarse fácilmente en la boca, formen un bolo y sean deglutidos. También facilita el habla. La inmunoglobulina A (IgA), junto con lisozimas (enzima que destruye bacterias), tiocianato, lactoferrina y HCO3-, contribuyen en conjunto a neutralizar el reflujo ácido proveniente del estómago, inhibe la formación de caries dentales por neutralización del ácido producido por las bacterias que actúan sobre los alimentos e impide la adhesión de microrganismos, de modo que no puedan franquear el epitelio; sin embargo, estas sustancias no tienen una concentración suficiente para eliminar las bacterias bucales. Los esteroides sexuales también se secretan en la saliva, como la testosterona; por tanto, la concentración de la hormona en la saliva puede indicar el estado endocrino de un varón, ayudando a diagnosticar alteraciones como el hipogonadismo. También los estrógenos y la progesterona se secretan en la saliva. Otras sustancias como la calicreína (tisular) también se secretan con la saliva y es una enzima que fragmenta proteínas como el cininógeno de alto y bajo peso molecular, dando lugar al decapéptido la lisil-bradicinina (vasodilatadora) del plasma. También se encuentran el péptido intestinal vasoactivo (VIP) y el factor de crecimiento epidérmico (EGF) en la saliva. Este último se relaciona con la erupción dental, la maduración del revestimiento celular del intestino y la citoprotección del esófago. Las glándulas salivales (al igual que las glándulas sudoríparas de la piel) ayudan a eliminar desechos del cuerpo, lo que explica la presencia de urea y ácido úrico en la saliva. Ciertos síntomas pueden indicar la presencia de venenos o virus en ella (p. ej., la presencia de encías azules lleva al diagnóstico de intoxicación por plomo o saturnismo). Control de la salivación La salivación (secreción de saliva) implica un volumen aproximado de 1.000 a 1.500 ml/día y está controlada por el SNA y, en condiciones normales, la actividad del SNPS promueve la secreción continua de una cantidad moderada de saliva, que mantiene las mucosas húmedas y lubrica los movimientos de la lengua y los labios, durante el habla. Luego, la saliva se deglute y ayuda a mantener húmedo el esófago, para luego recuperarse por reabsorción la mayoría de los componentes de la saliva, previniendo la pérdida de líquido y electrolitos. Las señales nerviosas parasimpáticas que inducen una salivación copiosa dilatan de forma moderada, los vasos sanguíneos. Además, la salivación produce vasodilatación por sí misma, 768 facilitando así el aporte nutritivo necesario para las células secretoras, mediante un efecto vasodilatador adicional debido a la calicreína secretada por las células salivales activadas que, a su vez, actúa como una enzima, escindiendo una de las proteínas sanguíneas, una α2-globulina, dando lugar a la bradicinina, sustancia vasodilatadora potente. Por su parte, la actividad del SNS predomina durante el estrés y puede causar la sequedad bucal. Sin embargo, estimula una secreción más espesa con el objeto de retener gran parte del agua que se secreta con la saliva. Así, el SNS puede incrementar la salivación en cantidad moderada, aunque mucho menos de lo que lo hace el SNPS. Los nervios simpáticos se originan en los ganglios cervicales superiores, desde donde viajan hasta las glándulas salivales acompañando a los vasos sanguíneos, produciendo vasoconstricción en las glándulas salivales y una salivación espesa. Muchos estímulos gustativos, especialmente los amargos (causados por los ácidos), desencadenan una copiosa secreción de saliva, a veces hasta 8 a 20 veces superior a la basal. Además, determinados estímulos táctiles, como la presencia de objetos lisos enla boca (un botón, por ejemplo), provocan una salivación notable, mientras que los objetos rugosos la estimulan muy poco o incluso la inhiben. Estos impulsos son transmitidos desde receptores de la lengua hasta los núcleos salivales superior e inferior del tronco del encéfalo, cerca del 4° ventrículo entre el bulbo y la protuberancia. Los impulsos parasimpáticos retornan por medio de las fibras de los nervios facial (VII), glosofaríngeo (IX) e hipogloso (XII), estimulando la secreción copiosa de saliva, la cual continúa secretándose en abundancia por algún tiempo después de que se ingieren los alimentos; este flujo de saliva limpia la boca y, a la vez, diluye y amortigua el remanente de sustancias químicas irritantes. El olor de la comida, ver o pensar en ella, puede también estimular la secreción salival, puesto que los centros de control de la salivación reciben información del sistema límbico. El área del apetito del encéfalo, que regula en parte estos efectos, se encuentra en la proximidad de los centros parasimpáticos del hipotálamo anterior y, en gran medida, responde a las señales procedentes de las áreas del gusto y el olfato de la corteza cerebral o de la amígdala. 769 Asimismo, ocurre salivación excesiva antes del vómito ya que los centros del vómito y de la salivación se localizan en estrecha proximidad en el bulbo raquídeo y existen conexiones entre ellos. Esto ocurre para minimizar los daños que pueda causar el ácido del jugo gástrico a nivel bucal y esofágico. La salivación también puede producirse como respuesta a los reflejos que se originan en el estómago y en la parte alta del intestino, sobre todo cuando se degluten alimentos irritantes o cuando la persona siente náuseas debidas a alguna alteración gastrointestinal. DIGESTIÓN MECÁNICA Y QUÍMICA EN LA BOCA La digestión mecánica en la boca es el resultado de la masticación, mediante la cual los alimentos son manipulados por la lengua, triturados por los dientes y mezclados con la saliva. Este proceso reduce el alimento a una masa blanda, flexible y fácil de deglutir denominado bolo alimenticio. Las moléculas del alimento comienzan a disolverse en el agua de la saliva, lo cual es importante porque las enzimas pueden actuar sobre aquéllas sólo en un medio líquido. Aquí, la amilasa salival y la lipasa lingual, contribuyen a la digestión química en la boca. La amilasa salival de las glándulas salivales inicia la degradación del almidón. Los hidratos de carbono de la dieta son monosacáridos y disacáridos o polisacáridos complejos, como el almidón. La mayoría de los hidratos de carbono que ingerimos son almidón, pero sólo los monosacáridos pueden pasar a la corriente sanguínea. De este modo, el almidón y los disacáridos ingeridos deben degradarse a monosacáridos. Por ello, la función de la amilasa salival es comenzar con la digestión del almidón desdoblándolo en moléculas más pequeñas, como el disacárido maltosa, el trisacárido maltotriosa o los polímeros de glucosa de cadena corta llamados α-dextrina. Aunque los alimentos se ingieren demasiado rápido como para que todo el almidón se degrade en la boca, la amilasa salival actúa sobre el almidón durante aproximadamente una hora, tiempo en el que los ácidos estomacales la inactivan. Por su parte, la lipasa lingual, secretada por las glándulas salivales de la lengua se activan en el medio ácido del estómago y de este modo comienza a actuar después de que los alimentos se degluten. Degrada los triglicéridos de la dieta en ácidos grasos y diglicéridos (molécula de glicerol unida a dos cadenas de ácidos grasos). La masticación es proceso mecánico que se controla de manera consciente e inconscientemente. Es una actividad compleja que requiere del concierto de los grupos nucleares que inervan los músculos que movilizan la mandíbula, la lengua, las mejillas y el hueso hioides. El principal centro de control parece localizarse en un área de la corteza premotora directamente enfrente de la representación facial en la corteza motora. La estimulación de esta área da lugar a ciclos de masticación. Por ello, podemos controlar la velocidad y fuerza de los movimientos de forma voluntaria o podemos masticar sin pensarlo dado que se activa el reflejo de masticación gracias a la presencia de alimentos en la boca. Cuando el alimento no está en la boca, los músculos que mantienen la mandíbula cerrada están activos de forma tónica y ejercen fuerza constantemente. Sin embargo, cuando hay alimentos en la boca, se estimulan los mecanorreceptores y desencadenan la inhibición de los músculos que cierran la mandíbula, dejando que esta caiga en respuesta a la fuerza de la gravedad. El núcleo supratrigeminal recibe información propioceptiva de los músculos con abundantes husos y que cierran la mandíbula (masetero, temporal, pterigoides medial), así como de los 770 ligamentos periodontales. También recibe la información táctil (comida en la boca) del núcleo principal (pontino) e información nociceptiva del núcleo espinal. Emite una proyección trigémino-cerebelosa homolateral y una proyección trigémino-talámica contralateral; ambas contienen información propioceptiva. Controla la masticación directamente por mediación de las aferencias excitadoras e inhibidoras del núcleo motor del nervio trigémino. La mayor parte de los músculos de la masticación están inervados por ramas motoras del V par craneal y el control del proceso de la masticación depende de núcleos situados en el tronco del encéfalo. La activación de zonas reticulares específicas de los centros del gusto del tronco encefálico induce movimientos masticatorios rítmicos. Además, la estimulación de distintas áreas del hipotálamo, la amígdala e incluso la corteza cerebral próxima a las áreas sensitivas del gusto y del olfato también desencadena a menudo la masticación. El reflejo de cierre de la mandíbula se inicia por el contacto de la comida con la mucosa bucal. La respuesta del generador de patrón es activar las motoneuronas de cierre de la mandíbula de forma que los dientes se sitúan en oclusión. El reflejo de apertura de la mandíbula se inicia por aferencias de estiramiento periodontal activadas por la oclusión dental. La respuesta del generador de patrón es inhibir las motoneuronas de cierre de la mandíbula y activar las que abren la mandíbula. Los husos musculares son especialmente numerosos en la parte anterior del masetero, y cuando el estiramiento llega a nivel crítico, el generador del patrón pasa al modo de cierre de la mandíbula. La acción conjunta de todos los músculos maxilares ocluye los dientes con una fuerza que puede llegar a 25 kg en los incisivos y a 100 kg en los molares. Absorción de sustancias a nivel de la boca Si bien la mucosa oral posee un epitelio delgado y está muy vascularizada, lo cual favorece la absorción, el tiempo de contacto suele ser demasiado corto como para que se produzca una absorción significativa de nutrientes. Sin embargo, algunos fármacos que se depositan entre las encías y la superficie interior de la mejilla (administración bucal) o bajo la lengua (administración sublingual), pueden absorberse más fácilmente ya que el tiempo de contacto aumenta. Estos medicamentos se transfieren al torrente sanguíneo desde las membranas mucosas de la boca después de disolverse, lo que permite una rápida absorción y evita la pérdida de la potencia que implica la llegada al estómago y el pasaje por el hígado con el metabolismo de primer paso. Algunas drogas sublinguales se usan en las urgencias hipertensivas. 771 FARINGE Y ESÓFAGO Cuando los alimentos se degluten, pasan de la boca a la faringe (del griego, “phárinx”, garganta), un conducto con forma de embudo que se extiende desde las coanas u orificios posteriores de las fosas nasales, hacia el esófagopor detrás y la laringe por delante. La faringe está constituida por músculo esquelético, se encuentra revestida por una mucosa, y comprende tres partes: la nasofaringe, la bucofaringe y la laringofaringe. La nasofaringe interviene sólo en la respiración, pero la orofaringe y la laringofaringe tienen funciones digestivas y respiratorias. Los alimentos ingeridos pasan de la boca a la orofaringe y la laringofaringe; las contracciones musculares de estos segmentos ayudan a propulsarlos hacia el esófago y, de allí, al estómago. La deglución Es un proceso por el cual el alimento pasa desde la boca hasta el esófago. Es una maniobra compleja que implica preparar el bolo alimenticio de tamaño y consistencia adecuados, evitar que el bolo se disgregue, generar un gradiente de presión durante todo el trayecto que haga que el alimento avance, impedir que el alimento entre en la nasofaringe o en la laringe de manera rápida para que la parada respiratoria que se produce sea de corta duración y, finalmente, debe haber algún mecanismo que evite la regurgitación del alimento. Esta complejidad hace que en lesiones neurológicas o en anomalías del nivel de consciencia, la deglución no se haga correctamente, situaciones estas en las que existe un riesgo real de que el alimento se dirija hacia las vías respiratorias, lo que se conoce como aspiración alimentaria. Aunque es un proceso ininterrumpido, se pueden distinguir tres fases: 1. Fase bucal (sigue a la masticación y salivación): cuando se considera que el bolo alimenticio tiene la consistencia adecuada, la lengua empuja el alimento hacia el techo de la boca. Este movimiento es voluntario, aunque el individuo no lo piense. El bolo alimenticio compactado, es comprimido contra el paladar duro y, empujado por la lengua, se dirige hacia la región posterior de la boca. El paladar blando se eleva tapando el acceso a la nasofaringe y haciendo que el bolo resbale hacia la orofaringe, momento en que empieza la siguiente fase. 2. Fase faríngea: es involuntaria y se inicia cuando el bolo alimenticio penetra en la parte posterior de la boca y en la faringe, estimulando las áreas epiteliales receptoras de la deglución situadas alrededor de la entrada de la faringe y, principalmente, en los pilares amigdalinos. Los impulsos que salen de estas áreas llegan al tronco del encéfalo e inician una serie de contracciones automáticas de los músculos faríngeos. Los impulsos se transmiten desde estas áreas a través de las ramas sensitivas de los nervios trigémino (V par) y glosofaríngeo (IX par) hacia el bulbo raquídeo, en el núcleo del tracto solitario, que recibe casi todos los impulsos sensitivos de la boca. De esta forma, el 772 inicio de las fases sucesivas del proceso de la deglución, sigue una secuencia ordenada y está controlado automáticamente por las áreas neuronales distribuidas por toda la sustancia reticular del bulbo y la porción inferior de la protuberancia. La sucesión del reflejo de la deglución es siempre la misma y se repite una y otra vez; la duración de la totalidad del ciclo también permanece constante de unas degluciones a otras. Las áreas del bulbo y de la región inferior de la protuberancia que controlan la deglución reciben en conjunto el nombre de centro de la deglución. Los impulsos motores procedentes del centro de la deglución que se dirigen hacia la faringe y la porción superior del esófago viajan por los pares craneales V, IX, X y XII e incluso por algunos de los nervios cervicales superiores. Los nervios somáticos que inervan estas estructuras tienen placas terminales motoras que finalizan de manera directa en las fibras del músculo estriado. Se originan en regiones del bulbo raquídeo en el núcleo retrofacial y el núcleo ambiguo, y liberan acetilcolina (ACh), que actúa por medio de receptores nicotínicos, generando los siguientes eventos: a) El paladar blando se eleva para taponar las coanas e impedir el reflujo de alimentos hacia las fosas nasales. b) Los pliegues palatofaríngeos a cada lado de la faringe se desplazan hacia la línea media, aproximándose entre sí, de manera tal que forman una hendidura sagital a través de la cual los alimentos pasan a la parte posterior de la faringe. Esta hendidura tiene una acción selectiva y solo permite el paso con facilidad, en menos de 1 segundo, a los alimentos bien masticados. c) Las cuerdas vocales de la laringe se aproximan con fuerza, al tiempo que los músculos del cuello tiran y desplazan hacia arriba de todo el órgano. Estas acciones, combinadas con la presencia de ligamentos que impiden el ascenso de la epiglotis, obligan a esta a inclinarse hacia atrás para cubrir la entrada de la laringe. Todos estos fenómenos impiden la entrada de los alimentos en la nariz y en la tráquea. La acción primordial es la aproximación íntima de las cuerdas vocales, pero la epiglotis contribuye a evitar que los alimentos ingresen a la tráquea. d) El ascenso de la laringe también tracciona del orificio de entrada al esófago hacia arriba y lo amplía. Al mismo tiempo, los 3 o 4 primeros cm de la pared muscular esofágica, el esfínter esofágico superior (EES) o esfínter faringoesofágico, se relajan para que los alimentos penetren y, así, se desplacen con mayor facilidad desde la faringe posterior hacia la parte superior del esófago. Entre deglución y deglución, este esfínter permanece fuertemente contraído y, por tanto, impide la entrada de aire en el esófago ya que tiene una presión menor a la atmosférica (equivalente a la presión intrapleural). El movimiento ascendente de la laringe también desplaza a la glotis, apartándola de la dirección principal del flujo de los alimentos, que se dirigen de forma preferente a los dos lados de la epiglotis y no resbalan sobre su superficie; esta acción procura una protección adicional contra la entrada de alimentos en la tráquea. Toda la fase faríngea de la deglución dura menos de 6 segundos, por lo que la interrupción del ciclo respiratorio solo afecta a una fracción de este. El centro de la deglución inhibe de manera específica el centro respiratorio del bulbo durante ese intervalo e interrumpe la respiración en cualquier punto de su ciclo para que tenga lugar la deglución. Así pues, aunque la persona esté hablando, la deglución interrumpirá la respiración durante un período tan corto que apenas resultará perceptible. 3. Fase esofágica: la constricción de los músculos de la faringe se continúa en la pared esofágica en forma de onda peristáltica, que es un movimiento coordinado de la musculatura de la pared del tubo digestivo que se produce por constricción de los segmentos proximales y relajación de los distales para hacer avanzar el alimento. El 773 alimento viaja por el esófago empujado por la onda peristáltica a una velocidad de 3 cm por segundo hasta llegar al esfínter esofágico inferior, que se relaja con la onda peristáltica y deja pasar el alimento al estómago. Con posterioridad, otras contracciones peristálticas impedirán que haya un reflujo desde el estómago hacia el esófago y la faringe. Correlato entre la fisiología y la clínica. La disfagia se define como una “sensación de dificultad en el avance de la comida desde la boca al estómago”. Su prevalencia en la población general es de un 6 a 9% y aumenta progresivamente con la edad, llegando a afectar a un 60% de los pacientes añosos que viven en casas de reposo. La disfagia tiene consecuencias sociales, económicas y una significativa morbimortalidad. Los frecuentes atoros e incluso episodios de asfixia que pueden presentar estos pacientes hacen que se aíslen y eviten alimentarse en presencia de otras personas. Más grave aún, la disfagia aumenta el riesgo de desarrollar una neumonía aspirativa, la que tiene un 40% de mortalidad y sería la 4ª causa de muerte más frecuente en adultos mayores. La disfagiacorresponde a un “trastorno para tragar alimentos sólidos, semisólidos y/o líquidos por una deficiencia en cualquiera de las cuatro etapas de la deglución y que puede desencadenar neumonía, desnutrición, deshidratación y obstrucción de la vía aérea”. Existen dos tipos de disfagia: a) orofaringea o de transferencia y b) esofágica. En el primer tipo (disfagia orofaringea) se altera la capacidad para impulsar el bolo hacia la hipofaringe (fallo de la fase oral) o para realizar la contracción de la hipofaringe (fase faríngea). Las causas principales de disfagia por alteraciones de la fase oral son: a) problemas neurológicos que alteran la masticación (p. ej., alteración de los pares craneales); b) alteraciones en la producción de saliva; c) lesiones dolorosas de la regi6n oral (p. ej., infecciones). Los mecanismos fundamentales que alteran la fase faríngea son de dos tipos: a) un fallo en la fase de propulsión por alteraciones neurológicas (desde el tronco del encéfalo, pares craneales, unión neuromuscular o musculo), y b) obstrucción del transite (tumores, abscesos, divertículo de Zenker). 774 Los dos mecanismos principales de la disfagia esofágica son: a) la estenosis, u obstrucción mecánica de la luz del esófago, y b) la alteraci6n motora de la pared. Las causas principales responsables de estos mecanismos patogénicos son las siguientes: a) estenosis y obstrucción de la luz esofágica, pueden ser luminales, parietales y extraparietales y alteración motora que puede aparecer de forma primaria o secundaria (miopática o neuropática). El esófago El esófago (“oisein”, llevar y “phagéma”, alimento) es un tubo muscular colapsable, de alrededor de 25 cm de longitud (22 y 28 cm), esta longitud es la distancia que se encuentra entre el cartílago cricoides y el orificio gástrico y se sitúa por detrás de la tráquea. Comienza en el límite inferior de la laringofaringe y atraviesa el mediastino por delante de la columna vertebral. Luego pasa a través del diafragma para dejar el mediastino, por un orificio llamado “hiato esofágico” y entrar en el abdomen justo a la izquierda de la línea media a nivel de la vértebra T10 (pilar derecho del diafragma) y termina en la porción superior del estómago. La mucosa del esófago consiste en un epitelio pavimentoso estratificado no queratinizado, la lámina propia (tejido conectivo areolar) y la muscularis mucosae (músculo liso). Cerca del estómago, la mucosa del esófago también contiene glándulas mucosas. El epitelio pavimentoso estratificado de los labios, la boca, la lengua, la orofaringe, la laringofaringe y el esófago, brinda considerable protección contra la abrasión y partículas de alimento que se mastican, se mezclan con secreciones y se degluten. La submucosa contiene tejido conectivo areolar, vasos sanguíneos y glándulas mucosas. La túnica muscular del tercio superior del esófago está constituida por músculo esquelético, en el tercio intermedio hay músculo esquelético y músculo liso, y el tercio inferior presenta músculo liso. En cada extremo del esófago, la muscular sufre un espesamiento y forma el EES (formado por músculo esquelético) y, en el extremo inferior, el EEI (formado por músculo liso). El EES regula la progresión del alimento desde la faringe hacia el esófago, y el EEI hace lo mismo, desde el esófago hacia el estómago. La capa superficial del esófago se conoce como adventicia en lugar de serosa como en el estómago y los intestinos, porque el tejido conectivo areolar de esta capa no está cubierto por mesotelio y se mezcla con el tejido conectivo de las estructuras del mediastino, a través de las cuales pasa. La adventicia une el esófago a las estructuras que lo rodean. El esófago secreta moco y transporta alimentos hacia el estómago, pero no produce enzimas digestivas ni cumple funciones de absorción; por ende, la función primordial del esófago consiste en conducir con rapidez los alimentos desde la faringe hasta el estómago, por lo que sus movimientos están organizados específicamente para cumplir esta función. Las ramas nerviosas esofágicas surgen del nervio vago y los troncos simpáticos. Las fibras musculares estriadas en la porción superior del esófago, originadas de los arcos branquiales, están inervadas por ramas eferentes branquiales de los nervios vagos. Las fibras de músculo liso están inervadas por fibras parasimpáticas de la parte parasimpática del sistema nervioso autónomo, eferencias viscerales de los nervios vagos. Son fibras preganglionares que hacen sinapsis en los plexos mientérico y submucoso del sistema nervioso entérico en la pared del esófago. La inervación sensitiva del esófago consta de fibras aferentes viscerales que se originan en los nervios vagos, troncos simpáticos y nervios esplácnicos. Las fibras aferentes del nervio vago están implicadas en la transmisión al sistema nervioso central de la información de retorno acerca de los procesos fisiológicos normales y las actividades reflejas. No están implicados en 775 el reconocimiento del dolor. Las aferencias viscerales que pasan a través de los troncos simpáticos y nervios esplácnicos son los primeros implicados en la detección del dolor esofágico y la transmisión de esta información a distintos niveles del sistema nervioso central. El esófago desarrolla un movimiento peristáltico primario, que continua a la onda peristáltica que se inicia en la faringe y que se propaga hacia el esófago durante la fase faríngea de la deglución. Esta onda recorre el tramo de la faringe hasta el estómago en 8 a 10 segundos, a una velocidad de 3 a 5 cm/s. El alimento deglutido por una persona en posición erecta suele llegar a la parte inferior del esófago con una rapidez aún mayor que la onda peristáltica, en unos 5 a 8 segundos, ya que en este caso se suma el efecto gravitatorio. El peristaltismo en el esófago se estimula por su distensión mediante mecanorreceptores en fibras aferentes sensoriales que transmiten impulsos hacia el núcleo del tracto solitario en el complejo vagal dorsal, que a su vez activa fibras eferentes somáticas y vagales que terminan, sea de manera directa en el músculo estriado en el tercio superior del esófago, o sobre nervios del SNE, respectivamente. Asimismo, la peristalsis es regulada por el SNE por reflejos locales y ocurre cuando el bolo alimenticio estimula las aferencias intrínsecas (con cuerpo celular en el plexo mientérico), que activan las interneuronas entéricas, las que a su vez estimulan las neuronas motoras. Estas neuronas motoras inervan las células de músculo liso, donde liberan neurotransmisores excitadores e inhibidores. Los neurotransmisores ACh y sustancia P estimulan la contracción del músculo liso por arriba del bolo, y el ON, el VIP y el ATP promueven por debajo del bolo la relajación del músculo liso. Si la onda peristáltica primaria no logra mover hasta el estómago la totalidad del alimento que ha penetrado en el esófago, se producirán ondas de peristaltismo secundario debidas a la distensión de las paredes esofágicas provocada por los alimentos retenidos. Estas ondas persisten hasta que se completa el vaciamiento del órgano y, con frecuencia, son necesarias varias peristalsis secundarias para aclarar completamente de bolo el esófago. Las ondas peristálticas secundarias se inician en parte en los circuitos intrínsecos del SNE y, en parte, gracias a los reflejos que empiezan en la faringe, ascienden luego por las fibras aferentes vagales hacia el bulbo y regresan de nuevo al esófago a través de las fibras eferentes de los nervios glosofaríngeo y vago. La musculatura de la pared de la faringe y del tercio superior del esófago está constituida por músculo estriado. Por tanto, las ondas peristálticas de estas regiones solo están controladas por impulsos de los nervios esqueléticos de los nervios glosofaríngeo y vago.En los dos tercios 776 inferiores del esófago, la musculatura es lisa, pero esta porción está sometida también a un fuerte control por los nervios vagos, que actúan a través de sus conexiones con el sistema nervioso mientérico del esófago. Por su parte, aunque se seccionen los nervios vagos que inervan el esófago, bastan algunos días para que el plexo mientérico del órgano adquiera la excitabilidad suficiente como para producir potentes ondas peristálticas secundarias, pese a la ausencia de reflejos vagales. Por tanto, incluso tras la parálisis del reflejo de la deglución del tronco del encéfalo, los alimentos que llegan al esófago a través de una sonda o por algún otro mecanismo siguen pasando con facilidad al estómago. La estimulación de la faringe por el bolo deglutido también produce relajación refleja del EEI y de la región proximal gástrica. De esta manera, cuando el bolo alcanza el EEI, éste ya está relajado para permitir el paso del bolo hacia el estómago. De forma similar, la parte del estómago que recibe el bolo también está relajada. Además, la distensión esofágica produce relajación gástrica adicional. La parte proximal del estómago se relaja al mismo tiempo que el EEI; esto se produce con cada deglución, y su función es permitir que el estómago admita grandes volúmenes con un aumento mínimo de la presión intragástrica. Este proceso se conoce como relajación receptiva. El EEI también tiene importantes funciones protectoras. Está implicado en la prevención del reflujo ácido gástrico hacia el esófago; una deficiente contracción tónica del EEI se asocia con enfermedad por reflujo, una erosión gradual de la mucosa esofágica que no está tan bien protegida como la gástrica o duodenal. También hay evidencias de que la peristalsis en ausencia de deglución (peristalsis secundaria) es importante para el aclaramiento del reflujo gástrico. El EEI está constituido por músculo liso esofágico que es más prominente en la unión con el estómago (esfínter intrínseco). Las fibras de la porción de los pilares del diafragma, que es un músculo esquelético, rodean al esófago en este punto (esfínter extrínseco) y ejercen una acción de pinza sobre el esófago. Además, las fibras oblicuas o del cabestrillo de la pared gástrica crean una válvula unidireccional que ayuda al cierre de la unión gastroesofágica e impide el reflujo cuando aumenta la presión intragástrica. El tono del EEI está sujeto a control neural, ya que la liberación de ACh por las terminaciones vagales produce la contracción del esfínter intrínseco y la liberación de ON y VIP por las interneuronas inervadas por otras fibras vagales hace que se relaje. La contracción de la porción de los pilares del diafragma, que está inervada por los nervios frénicos, está coordinada con la respiración y las contracciones de los músculos torácicos y abdominales. Por consiguiente, los esfínteres intrínseco y extrínseco operan en conjunto para permitir el flujo ordenado del alimento hacia el estómago e impedir el reflujo del contenido gástrico hacia el esófago. El tono intrínseco del EEI es una propiedad del músculo liso en sí mismo y su inervación autonómica. La presión intraabdominal, la distensión gástrica, las hormonas, varios alimentos, y los medicamentos alteran su presión intrínseca, la cual típicamente va de 10 a 45 mmHg. La 777 longitud normal del EEI es de 3 a 5 cm. Su relajación se valora como la diferencia entre el nadir de relajación y la presión gástrica. Para evaluar la funcionalidad del esófago, pueden realizarse unas pruebas de gran utilidad clínica en ciertas alteraciones. Una de ellas es la manometría esofágica que es la exploración de elección para evaluar la actividad motora del esófago y sus esfínteres, siendo especialmente útil en el estudio de la disfagia (dificultad para deglutir) y en el dolor torácico de origen no cardíaco. También se realiza en el estudio del reflujo gastroesofágico, junto a la pHmetría de 24 horas, y cuando se sospecha afectación esofágica por determinadas enfermedades sistémicas. Se coloca un catéter de motilidad esofágica que está marcado a lo largo de su superficie a manera de regla, con indicación de 0 a 20 cm o más. El estudio se realiza, exclusivamente, con el paciente en decúbito dorsal para obtener las mediciones que corresponden al EEI y al cuerpo esofágico, puesto que la mayoría de los valores normales son resultado de estudios realizados en esta posición. Por su parte, para realizar la medición del pH esofágico se requiere, primeramente, de unos electrodos de pH en forma de sonda. Estos se conectan a un ordenador el cual recibe la señal y arroja los resultados. Correlato entre la fisiología y la clínica. La acalasia es una enfermedad poco común y de causa desconocida (probablemente inflamatoria) que se caracteriza por la pérdida de las células de los plexos nerviosos en el cuerpo del esófago y en el EEI. Las dos consecuencias de la perdida de células ganglionares son: a) la degeneración walleriana del nervio vago y, por lo tanto, la denervación colinérgica del órgano, y b) la falta de liberación de mediadores dilatadores (ON y VIP) en el EEI. Los datos característicos en la fisiopatología de la acalasia son: a) ausencia de peristaltismo (primario y secundario); b) fallo en la relajación del EEI y c) aumento del tono basal del esfínter. Por todo ello, se produce una retención de los alimentos ingeridos y de las secreciones (salival y esofágica) que van dilatando progresivamente al esófago. Puede comprobarse la denervación mediante la prueba de la metacolina, que da lugar a contracciones del cuerpo esofágico violentas y dolorosas (en el sujeto sano no hay respuesta). Realmente, este hecho comprueba la ley de Cannon (la hipersensibilidad del órgano desnervado al mediador químico), que se explica en la actualidad por la regulación positiva del número de receptores. También en la acalasia existe una respuesta paradójica a la colecistocinina (CCK), ya que en sujetos normales relaja el EEI, mientras que en los pacientes con acalasia aumenta el tono. Se debe sospechar acalasia en pacientes con disfagia con los sólidos y líquidos con regurgitación que no responde a los inhibidores de la bomba de protones. La disfagia es el síntoma principal de la acalasia, presente en el 98% de los casos; es tanto con los sólidos 778 como con los líquidos y empeora lentamente con el tiempo hasta volverse un problema constante. La disfagia y la sitofobia (miedo a comer) pueden llevar a la pérdida de peso, presente en más de la mitad de los pacientes. La regurgitación de alimentos sin digerir que se acumulan en el esófago dilatado se observa en el 78% de los pacientes. Se produce con más frecuencia durante la noche porque en decúbito no existe el efecto de la gravedad. La regurgitación puede llevar a la aspiración que se manifiesta como tos nocturna, neumonía por aspiración y hasta absceso pulmonar. Puede haber dolor torácico (alrededor del 42% de los pacientes), pero raras veces es intenso. Una molestia urente en la zona epigástrica puede ser secundaria a esofagitis por estasis, úlceras inducidas por medicamentos o esofagitis por cándida. En la acalasia no tratada, la regurgitación y la disfagia pueden motivar el diagnóstico de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y la indicación de inhibidores de la bomba de protones (IBP). Los pacientes con acalasia de larga data pueden evolucionar a un esófago notablemente dilatado (megaesófago). La manometría esofágica es el método de referencia para el diagnóstico de acalasia. Entre los tratamientos posibles se incluyen algunos fármacos, la inyección endoscópica de toxina botulínica, la dilatación con balón, la cirugía (miotomía de Heller laparoscópica) y un nuevo procedimiento, menos invasivo, de miotomía de Heller con cirugía transluminala través de los orificios naturales llamado miotomía endoscópica peroral. APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS Motivo de consulta: Jorge R, de 49 años de edad consulta por sensación de quemadura que sube desde el estómago hasta la faringe. Padecimiento actual: el paciente presenta pirosis de 5 años de evolución, diurna y nocturna, con regurgitaciones frecuentes y dificultades para conciliar el sueño. Refiere aumento de peso de 12 kilogramos en el último año. No presenta signos ni síntomas de alarma. Antecedentes médicos: infarto de miocardio (5 años antes de la consulta), hipertensión arterial, tabaquismo y consumo de 60 gramos de alcohol por día. Antecedentes familiares: padre fallecido por infarto de miocardio. Exploración física: no presenta hallazgos de importancia. Tensión arterial: 130/85 mmHg; Frecuencia cardíaca: 84 lpm. Peso: 94 kg; Talla: 1,68 m. Índice de Masa Corporal: 33,3 kg/m2. El tratamiento indicado por su médico de cabecera fue aspirina (81 mg/día) y dosis estándar de inhibidores de la bomba de protones (IBP)1 antes del desayuno durante un mes. Diagnóstico: Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Puntos de reflexión 1. ¿A qué se denomina pirosis? 2. ¿Cuáles son los mecanismos fisiológicos que tratan de evitar el reflujo gastro esofágico? 3. ¿Cómo influiría la dieta y los hábitos alimentarios en el tratamiento de la enfermedad? 4. ¿Cuáles son las complicaciones de la ERGE? 1 Dosis estándar de IBP: lansoprazol 30 mg, rabeprazol 20 mg, pantoprazol 40 mg, omeprazol 20 mg o esomeprazol 40 mg. 779 Correlato entre la fisiología y la clínica. La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se define como una falla de la barrera antirreflujo que determina un paso anormal de secreciones digestivas altas al esófago y produce síntomas con daño esofágico y extraesofágico. Los mecanismos fisiológicos que impiden el reflujo son el aclaramiento, el esfínter esofágico inferior y el vaciamiento gástrico adecuado. El fracaso en estos mecanismos de defensa permite el reflujo gastroesofágico. La ERGE se presenta en personas con una condición sintomática o alteración histopatológica resultante de episodios de reflujo gastroesofágico. En la población general, se ha reportado una prevalencia del 3-4% de esofagitis. Aunque la acidez es el síntoma más común de esofagitis, 70% de las personas con acidez intermitente no tienen esofagitis, en tanto que 60- 95% de las personas con acidez diaria tienen esofagitis. Tiene la misma prevalencia entre hombres y mujeres, pero hay una discreta preponderancia en el varón para esofagitis (2:1 versus 3:1) y metaplasia de Barret (10:1). El embarazo se asocia con una mayor prevalencia de ERGE, pues 48-79% de las mujeres embarazadas se queja de acidez. Todas las formas de ERGE afectan más a la raza caucásica que a otras. El mecanismo protector contra el reflujo varía con las circunstancias fisiológicas. Esto es, el segmento intraabdominal del EEI es importante para prevenir el reflujo cuando se deglute y en reposo en decúbito; la crura diafragmática lo es cuando aumenta la presión intraabdominal. Cuando uno o más de estos mecanismos protectores fallan, el efecto deletéreo que sucede es aditivo, resultando en un aumento del número de eventos de reflujo y, consecuentemente, incrementando la exposición anormal del esófago al ácido. Son factores de riesgo para el desarrollo de la ERGE: herencia, sobrepeso, obesidad central, tabaquismo, alcohol y embarazo, entre los más importantes. Las investigaciones se han enfocado en tres mecanismos principales de la incompetencia de la unión gastroesofágica: relajaciones transitorias del EEI sin anormalidad anatómica, hipotensión del EEI sin anormalidad anatómica, o deformación de la unión gastroesofágica, que incluye, aunque no se limita a, la hernia hiatal. El mecanismo que predomina depende de varios factores, que incluyen la anatomía de la unión gastroesofágica. Una historia clínica que incluya en la anamnesis la naturaleza de la sintomatología, como es la duración del episodio, síntomas nocturnos, si se presentan con la inclinación, paciente con estrés emocional, así como la aparición de la clínica con la ingesta de ciertos alimentos como café o, en su caso, tabaco; son las herramientas iniciales para el diagnóstico de ERGE. La pirosis es el síntoma cardinal de la ERGE. La pHmetría es considerada el estándar de oro para valorar la presencia de reflujo. Se hace una medición cuantitativa de la exposición ácida al esófago cada 4-6 segundos; el paciente activa un marcador cuando siente los síntomas, está comiendo y con los cambios posturales. Se colocan los electrodos a cinco cm por arriba del EEI; otras pruebas los colocan en el estómago y 15 cm arriba del esfínter, teniendo que estar en promedio durante 24 horas. Con esta información se pueden calcular diferentes parámetros como el índice de DeMeester, que incluye porcentaje de tiempo total del pH < 4, porcentaje de tiempo continuo de pH < 4, número total de episodios de reflujo, número de episodios de reflujo que duran más de cinco minutos. La manometría, que es otro método de diagnóstico para el estudio del ERGE, brinda información en cuanto al funcionamiento del EEI y el cuerpo del esófago. Esto se traduce en detección de una motilidad esofágica anormal, como en la acalasia o esclerodermia; asimismo, permite identificar a los candidatos ideales para cirugía antirreflujo (deficiencia 780 en el EEI y presión del esfínter < 6 mmHg, distancia menor a dos cm y porción intraabdominal menor a un cm). Pacientes con ausencia de peristaltismo son candidatos a una funduplicatura2 parcial. Un tratamiento efectivo de la ERGE es reducir la secreción ácida del estómago, bien con antagonistas de los receptores H2 o ya sea con inhibidores de la bomba de ácido, siendo el más efectivo; la dosis dependerá de la severidad de la enfermedad en cada paciente, ya que cuanto mayor sea la exposición esofágica al ácido, mayor será el grado de supresión que se requerirá para sanar. El tratamiento quirúrgico es de elección cuando el tratamiento médico falla. Libros sugeridos ✓ Barret, K. E. (2006). Fisiología gastrointestinal. Bs As: McGraw-Hill. Interamericana. ✓ Barrett, K. E. (2013). Motilidad intestinal. En Raff. Fisiología médica. Un enfoque por aparatos y sistemas. VIII (54): 543-558. Bs As: McGraw-Hill. Interamericana. ✓ Barrett, K. E. Barman, S. M. Boitano, S. Brooks, H. L. (2013). Ganong. Fisiología médica. 24ª edición. Bs As: McGraw-Hill. Interamericana. ✓ FitzGerald, M. J. T. Gruener, G. Mtui, E. (2012). Neuroanatomía clínica y neurociencia. 6ª edición. España: Elsevier ✓ Koeppen, B. M. Stanton, B. A. (2009). Berne y Levy. Fisiología. Sexta edición. España: Elsevier. ✓ Pérez Arellano, J. L. (2013). Manual de Patología General. 7ª edición. Barcelona: Elsevier. ✓ Tortora, G. J. Derrickson, B. (2006). Principios de Anatomía y Fisiología. 13ª edición. Bs As: Editorial Médica Panamericana. Trabajos originales ✓ Anido Escobar, V. M. Martínez López, R. Brizuela Quintanilla, R. García Menocal, J. García Jordá, E. Díaz Drake, Z. (2011). Estudio por manometría esofágica de pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico en Cuba. Gen, 65(3), 177-182. ✓ de Jesús González-Izquierdo, J. Hernández-Aguilar, T. J. Palomares-Chacón, U. R. Hernández, L. F. C., Navarro, J. V. P. Anaya-Prado, R. (2015). Tratamiento actual de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Cirujano General, 37(1-2), 38-43. ✓ Huerta-Iga, F. Bielsa-Fernández, M. V. Remes-Troche, J. M., Valdovinos-Díaz, M. A. Tamayo-de la Cuesta, J. L. (2016). Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad por reflujo gastroesofágico: recomendaciones de la Asociación Mexicana de Gastroenterología. Revista de Gastroenterología de México, 81(4), 208-222. ✓ López-Colombo, A. Pacio-Quiterio, M. S. Jesús-Mejenes, L. Y. Rodríguez-Aguilar,J. E. G. López-Guevara, M., Montiel-Jarquín, A. J. Ávila-Jiménez, L. (2017). Factores de riesgo asociados a recaída de enfermedad por reflujo gastroesofágico en pacientes de primer nivel de atención exitosamente tratados con inhibidor de la bomba de protones. Revista de Gastroenterología de México, 82(2), 106-114. ✓ Nazar, M. Ortega, T. Fuentealba, M. (2009). Evaluación y manejo integral de la disfagia orofaríngea. Rev. Med. Clin. Condes, 449-457. 2 La funduplicatura es un procedimiento quirúrgico en el que se crean una serie de pliegues a nivel del fondo del estómago, generalmente a causa de patologías relacionadas con el esfínter esofágico inferior. Existen diversas técnicas, entre las que destacan la funduplicatura de Nissen y la de Toupet, relacionadas con el reflujo gastroesofágico patológico y la acalasia. 781 ✓ Olmos, J. A. Piskorz, M. M. Vela, M. F. (2016). Revisión sobre enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Acta Gastroenterológica Latinoamericana, 46(2). ✓ Pluma, V. H. C. López, C. A. V. Aguilar, E. A. E. Ramos, O. A. A. (2011). La pH- metría y la manometría esofágica como estudios útiles en Medicina Interna. Medicina Interna de México, 27(3), 254. ✓ Stavropoulos, S. N. Friedel, D. Modayil, R. Parkman, H. P. (2016). Diagnosis and management of esophageal achalasia. BMJ, 354, i2785. ✓ Vázquez-Elizondo, G. (2017). La enfermedad por reflujo gastroesofágico: la dicotomía del ensayo clínico y la práctica clínica. Revista de Gastroenterología de México, 82 (2), 103-105.
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