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VI. El trabajo del sueño (continuación) D . El miramiento por la figurabilidad Hasta aquí estuvimos indagando el modo en que el sue- ño figura las relaciones {lógicas} entre los pensamientos oníricos. Pero al hacerlo debimos incursionar, una y otra vez, en un tema más vasto: la alteración que el material onírico en general experimenta a los fines de la formación del sueño. Ahora sabemos que el material onírico, despo- jado de buena parte de sus relaciones, sufre una compre- sión, mientras que al mismo tiempo desplazamientos de in- tensidad sobrevenidos entre sus elementos fuerzan en él una subversión de los valores psíquicos. Los desplazamientos an- tes estudiados resultaron ser sustituciones de una determina- da representación por otra que, de algún modo, le era veci- na en la asociación; se volvían aprovechables para la conden- sación puesto que así, en lugar de dos elementos, conseguía ser recogido en el sueño uno solo, algo común intermedio entre ambos. Aún no hemos hablado de que haya otro tipo de desplazamiento. Sabemos de su existencia por el análisis: se anuncia por una permutación de la expresión lingüística de los pensamientos respectivos. En ambos casos se trata de un desplazamiento a lo largo de una cadena asociativa; el proceso es el mismo, pero se cumple en esferas psíquicas diversas y "el resultado de tal desplazamiento es, en el pri- mer caso, la sustitución de un elemento por otro, mientras que en el segundo un elemento permuta las palabras que lo expresan por las que expresan a otro. Este segundo tipo de desplazamiento que se presenta en la formación del sueño posee gran interés teórico; más aún: contribuye notablemente a esclarecer esa apariencia de ab- surdo fantástico con que el sueño se disfraza. El desplaza- miento se consuma, por regla general, siguiendo esta direc- ción: una expresión incolora y abstracta del pensamiento onírico es trocada por otra, figural y concreta. La ventaja —y con ella el propósito— de esa sustitución es patente. Para el sueño, lo figural es susceptible de figuración, puede insertarse en una situación; en cambio, la expresión abstrac- VI? ta ofrecería a la figuración onírica dificultades parecidas a las que opondría, por ejemplo, el artículo político de fondo de un periódico a su ilustración. Pero no sólo la figurabi- lidad, también los intereses de la condensación y de la cen- sura pueden ganar con ese trueque. Si el pensamiento oní- rico, inutilizable en su expresión abstracta, es remodelado en un lenguaje figural, entre esta nueva expresión y el resto del material onírico pueden establecerse con mayor facilidad que antes los contactos e identidades que el trabajo del sueño re- quiere y que él se crea toda vez que no los encuentra ya dados; en efecto, en cualquier lenguaje, en virtud de su evo- lución, los términos concretos son más ricos en anudamien- tos que los conceptuales. Cabe imaginar entonces que en la formación del sueño buena parte del trabajo intermedio, que procura reducir los pensamientos opíricos aislados a la ex- presión más unitaria y escueta posible, se produce de esta manera, a saber, mediante la apropiada remodelación lin- güística de cada uno de ellos. Un pensamiento, cuya expre- sión acaso está fijada por otras razones, influirá sobre las posibilidades de expresión de otro distribuyéndolas o selec- cionándolas, y ello quizá de antemano, como sucede en el trabajo del poeta. Si una poesía ha de crearse respetando la rima, la segunda serie de versos está atada a dos condicio- nes: debe expresar el sentido que le corresponde y hallar la consonancia con los versos de la primera serie. Las mejores poesías son sin duda aquellas en que no se nota el propósito de hallar la rima, sino que los dos pensamientos han selec- cionado de antemano, por inducción recíproca, su expresión lingüística, tras lo cual una ligera reelaboración permite ha- cer surgir la consonancia. En algunos casos, la permutación de la expresión facilita la condensación onírica por una vía aún más corta: cuando permite hallar una construcción léxica que por su multivo- cidad pueda servir de expresión a varios pensamientos oní- ricos. Todo el ámbito del chiste verbal queda entonces al servicio del trabajo del sueño. No cabe asombrarse ante el papel que toca a la palabra en la formación del sueño. La palabra, como punto nodal de múltiples representaciones, está por así decir predestinada a la multivocidad, y Jas neu- rosis (representaciones obsesivas, fobias) aprovechan tan des- prejuiciadamente como el sueño las ventajas que la palabra ofrece así a la condensación y al disfraz.^ Es fácil mostrar 1 \Nota agregada en 1909:] Véase mi volumen sobre los chistes ( 1905r) [esp, la última parte del capítulo Vil y el uso de «palabras- puentes» en la solución de síntomas neuróticos. [Véase, por ejemplo, la síntesis del primer sueño de «Dota» en «Fragmento de análisis de 346 que la desfiguración onírica saca también provecho del des- plazamiento de la expresión. Ya induce a engaño el que una palabra multívoca remplace a dos unívocas; y la susti- tución de los giros expresivos usuales y sobrios por una ex- presión figural suspende nuestra comprensión, en particular porque icl sueño nunca enuncia si los elementos que ofrece han de interpretarse en sentido literal o traslaticio, ni si es preciso referirlos al material onírico directamente o por me- diación de giros lingüísticos intercalados.^ En general, en la interpretación de un elemento onírico cualquiera es dudoso: a. Si debe ser tomado en sentido positivo o negativo (re- lación de oposición). b. Si debe interpretárselo históricamente (como reminis- cencia ). c. Si debe serlo simbólicamente. d. O si debe aplicárselo partiendo de su enunciación li- teral. A pesar de esta multiplicidad de vertientes, puede decirse que la figuración característica del trabajo del sueño, si bien es cierto que no lleva el propósito de que se la comprenda, no ofrece a su traductor dificultades más grandes que las que ofrecía a sus lectores la escritura jeroglífica de los antiguos. Ya he citado muchos ejemplos de figuraciones oníricas que sólo por una ambigüedad de la expresión se mantie- nen cohesionadas («La boca se abre bien», en el sueño de la inyección; «Y no puedo marcharme», en el último sue- ño, etc.).^ Comunicaré ahora un sueño en cuyo análisis la remodelación figural del pensamiento abstracto desempeña un papel más importante. La diferencia entre esta interpre- tación del sueño y la interpretación por medio del simbo- lismo puede precisarse mejor: en la interpretación simbó- lica, la clave de la simbolización es escogida arbitrariamente por el intérprete; en nuestros casos de disfraz lingüístico, un caso de histeria» (Freud, 1905í), AE, 7, págs. 77 y sigs. (donde se usa también la expresión «cambio de vía»), y la solución de la obsesión de las ratas del «Hombre de las Ratas» en «A propósito de un caso de neurosis obsesiva» (Freud, 1909¿), AE, 10, págs. 157 y sigs.] - [El resto de este párrafo se agregó como nota al pie en 1909 y se incluyó en el texto en 1914.] • '•^ [Cf. supra, 4, págs, 132 y 341, respectivamente. {Se entiende que ks remisiones internas de los volúmenes 4 y 5 corresponden a las pá- ginas de la presente edición. Como aclaramos en la «Advertencia so- bre la edición en castellano» (supra, 4, pág. xii, n. 5), en el volu- men 24 se dará la equivalencia con la paginación de las Cesamtnelte Werkc y la Standard Edition.)'] 347 en cambio, esa clave es de todos conocida y la procuran unos hábitos idiomáticos arraigados. Si uno atrapa en la oportu- nidad justa la ocurrencia que viene al caso, es posible re- solver total o fragmentariamente los sueños de este tipo, aun con independencia de las informaciones que pueda propor- cionar el soñante. He aquí el sueño de una dama de mi amistad: Ella se encuentra en el teatro. Representan una obra de Wagner. La función ha durado hasta las 7 y cuarto de la mañana. En la plateay los palcos bajos hay mesas donde se come y se bebe. Su primo, que acaba de volver a casa tras su viaje de bodas, está sentado a una de estas con su joven es- posa-, junto a ellos, un aristócrata. De este se dice que la joven se lo trajo de su viaje de bodas desembozadamente, como habría podido hacerlo con un sombrero. En mitad de la platea se alza una alta torre; encima, una plataforma ro- deada por un enrejado de hierro. Ahí, arriba de todo, está el director de la orquesta, con los rasgos de Hans Richter; de continuo corre de un lado al otro tras su enrejado, tras- pira terriblemente y desde ese puesto dirige la orquesta des- plegada en la base de la torre. La soñante está sentada [sit- zen] en un palco con una amiga (también de mi conoci- miento). Su hermana menor quiere alcanzarle desde la pla- tea un gran pedazo de carbón, aduciendo que ella no sabia que eso se prolongaría tanto y seguramente estarla ahora muriéndose de frío. (Como si los palcos, durante esa pro- longada representación, debieran ser caldeados.) Si bien es cierto que se refiere a una situación única, el sueño es bastante disparatado. La torre en mitad de la pla- tea, desde la cual el director guía la orquesta; más todavía: ¡el trozo de carbón que la hermana de la soñante alcanza a esta! Deliberadamente no promoví análisis alguno de este sueño; con algún conocimiento de las relaciones personales de la soñante pude interpretar por mí mismo fragmentos de él. Sabía que ella había sentido gran simpatía por un músico cuya carrera malogró prematuramente una enfermedad men- tal. Me decidí por eso a tomar literalmente la torre de la platea. Resultó entonces que el hombre que ella habría de- seado ver en el lugar de Hans Richter se destacaba como una torre {turmhoch} sobre los otros miembros de la or- questa. Esta torre {Turm} ha de caracterizarse como un pro- ducto mixto, construido por aposición: su estructura infe- rior figura la grandeza del hombre, y su enrejado en lo alto, 348 donde este corre de un lado al otro como un prisionero o como un animal enjaulado (alusión al nombre del desdi- chado),'' figura su destino final. «Narrenturm» * sería quizá la palabra en que ambos pensamientos podrían coincidir. Una vez descubierto así el modo de figuración del ¿ueño, se pudo tratar de resolver con la misma clave el segundo ab- surdo aparente: el carbón que su hermana alcanzaba a la so- ñante. «Carbón» tenía que significar «amor secreto»: «Ningún fuego ni carbón pueden dar calor tan fuerte como da el amor secreto, del que nadie sabe nada».** La soñante y su amiga habían permanecido sentadas {sit- zen geblieben, solteras}; la hermana más joven de aquella, aún casadera, le alcanza el carbón porque «no sabía que eso se prolongaría tanto». ¿Qué era lo que se prolongaría tanto? El sueño no lo dice; en un cuento, completaríamos: «la fun- ción de ópera»; en el sueño tenemos el derecho de conside- rar la frase por sí misma, declararla multívoca y agregar: «has- ta encontrar marido». La interpretación «amor secreto» está apoyada también por la mención del primo, que está sentado con su mujer en la platea, y por el amorío desembozado que le endilgan a ella. Las oposiciones entre el amor secreto y el desembozado, y entre el fuego de la soñante y el frío de la joven desposada, presiden el sueño. Por lo demás, aquí como allí hay un «encumbrado» {«Hochstehender»} como palabra intermediaria entre el aristócrata y el músico en quien se cifraban tantas esperanzas.^ Con las elucidaciones precedentes hemos terminado por descubrir un tercer factor " cuya contribución a la mudanza de los pensamientos oníricos en el contenido del sueño no ha de tasarse en poco: el miramiento por la figurabilidad dentro del peculiar material psíquico de que se sirve el sue- ño, y que consta entonces, las más de las veces, de imágenes visuales. Entre los diversos anudamientos colaterales de los pensamientos oníricos esenciales se prefieren los que per- •* [Nota agregada en 1925:] Hugo Wolf [«Wolf», «lobo»}. * (Antiguo término para designar un manicomio, como «casa de orates» en castellano.} '•'•••• {«Kein Feuer, keine Kohle», canción popular alemana.} '̂ [El elemento de absurdidad en este sueño es comentado infra, pág. 434.] « [Los dos primeros son la condensación y el desplazamiento.] 349 miten una figuración visual, y el trabajo del sueño no aho- rra esfuerzos para refundir tal vez primero los pensamientos abstractos en otra forma lingüística, aun la más insólita, con tal que posibilite la figuración y así ponga fin al aprieto psi- cológico del pensamiento estrangulado. Pero este vaciamien- to del contenido del pensamiento en otra forma puede po- nerse simultáneamente al servicio del trabajo de condensa- ción y crear vínculos con otro pensamiento, que sin ello no habrían existido. A su vez, este otro pensamiento puede ha- ber alterado ya antes su expresión originaria con miras a la transacción {zum Zwecke des Entgegenkommens}. Herbert Silberer (1909)' indicó un buen camino para observar directamente esa trasposición de los pensamientos en imágenes que se produce durante la formación del sueño y, así, para estudiar aislado este aspecto particular del tra- bajo del sueño. En estado de fatiga y somnolencia, Silberer se imponía un esfuerzo intelectual; solía suceder entonces que el pensamiento se le escapaba y en su lugar aparecía una imagen en que podía individualizar el sustituto de aquel. Silberer llama a este sustituto, no del todo adecuadamente, «autosimbólico». Reproduzco aquí algunos ejemplos del tra- bajo de Silberer [ibid., págs. 519-22], que volveré a con- siderar en otro lugar a causa de ciertas propiedades que presentan los fenómenos por él observados [cf. infra, págs. 498 y sigs.]: «"Ejemplo n° 1: Pienso en que me dedico a mejorar, en un ensayo, un pasaje complicado. »"Stmbolo: Me veo cepillando un trozo de madera". »"Ejemplo n° 3: Procuro hacerme presente el fin de cier- tos estudios metafísicos que ahora me propongo realizar. Ese fin consiste, según entonces pienso, en alcanzar trabajosamen- te, a la busca de los fundamentos de la existencia, formas de conciencia o estratos existenciales cada vez más elevados. »"Stmbolo: Introduzco un largo cuchillo debajo de una tarta, como si quisiese tomar un trozo. »"Interpretacíón: Mi movimiento con el cuchillo signi- fica el 'alcanzar trabajosamente' en cuestión. ( . . . ) He aquí la explicación del fundamento de ese símbolo: algunas ve- ces me toca, estando a la mesa, dividir y servir una tarta, tarea para la cual utilizo un cuchillo grande y largo, lo cual " [Este párrafo y la subsiguiente cita de Silberer se agregaron en 1914.] 350 exige alguna precaución. En particular, retirar limpiamente de la tarta los trozos ya cortados ofrece ciertas dificultades: el cuchillo debe deslizarse cuidadosamente debajo de los tro- zos correspondientes (el largo 'alcanzar trabajosamente' para llegar a los fundamentos). Pero la imagen contiene otros sim- bolismos. La tarta del símbolo era hojaldrada, y por lo tan- to el cuchillo debía atravesar diferentes estratos para cor- tarla (los estratos de la conciencia y del pensamiento)". »"Ejemplo rí- 9: Pierdo el hilo de mis pensamientos. Me esfuerzo por reencontrarlo, pero debo reconocer que se me ha escapado por completo. »"S¡mbolo: Un trozo de composición tipográfica cuyas últimas líneas faltan"». En vista del papel que chistes verbales, citas, canciones y proverbios desempeñan en la vida intelectual de las personas cultas, es atinado esperar que disfraces de esa índole se em- pleen con mucha frecuencia para figurar los pensamientos oníricos. ¿Qué significan en el sueño, por ejemplo, vagones cargados cada uno con una legumbre distinta? Es lo opuesto en el deseo a «como coles y nabos» [«Kraiit tind Rüben»), dicho que significa «revoltijo» y, por tanto, «desorden». Me asombra que este sueño me haya sido comunicado una sola vez." Muy pocas son las materias para lascuales se ha puesto de relieve un simbolismo onírico universalmente válido, ba- sado en alusiones y en sustituciones de palabras de todos co- nocidas. Por lo demás, el sueño comparte en buena medida este simbolismo con las psiconeurosis, las sagas y los usos populares.'' En efecto, si lo consideramos más atentamente, es preciso reconocer que el trabajo del sueño en modo alguno rinde algo original con este tipo de sustitución. Para alcanzar sus fines (es decir, en este caso, la figurabilidad exenta de cen- sura) no hace más que transitar las vías que ya encuentra facilitadas en el pensamiento inconciente; prefiere aquellas trasmudaciones del material reprimido que en calidad de chis- te y alusión tienen permitido también devenir concientes, y de las cuales rebosan todas las fantasías de los neuróticos. Aquí se nos abre de pronto una vía para comprender las interpretaciones de sueños de Scherner, cuyo núcleo correcto ** [Nota agregada en 1925:] En realidad, nunca más encontré esta figuración, así que anduve errado en cuanto a mi manera de justi- ficar la interpretación. '•> [El tema del simbolismo onírico se trata con detalle en la sec- ción siguiente.] 351 he defendido en otro lugar.*" El fantaseo acerca del cuerpo propio en modo alguno es exclusivo del sueño ni caracterís- tico de él. Mis análisis me han mostrado que es un fenómeno regular en el pensamiento inconciente de los neuróticos y que se remonta a una curiosidad sexual cuyo objeto son, para los niños y las niñas en crecimiento, los genitales del otro sexo, pero también los del propio. Como Schemer [1861] y Volkelt [1875] han destacado con todo acierto, el de la casa no es el único círculo de representaciones em- pleado para simbolizar lo relativo al cuerpo, y esto vale tan- to para el sueño cuanto para el fantasear inconciente de la neurosis. Por cierto, conozco pacientes que han conservado el simbolismo arquitectónico para el cuerpo y para los geni- tales (el interés sexual, a buen seguro, va mucho más allá del ámbito de los genitales externos), y para quienes pilares y columnas significan piernas (como en el Cantar de los Cantares), toda puerta sugiere uno de los orificios del cuer- po («agujero»), y las cañerías, el aparato urinario.jPero con la misma facilidad se escoge el círculo de representaciones de la vida, vegetal o el de la cocina para esconder imágenes sexuales;" en el caso del primero, los usos lingüísticos tie- nen ya preparado, y con gran riqueza, el precipitado de comparaciones de la fantasía que provienen de los tiempos más remotos (la «viña» del Señor, las «semillas», el «jar- dín» de la doncella en el Cantar de los Cantares). Con alu- siones en apariencia inocentes a las prácticas culinarias pue- den pensarse y soñarse los detalles más desagradables o ín- timos de la vida sexual, y los síntomas de la^Jiisteria no podráa ser interpretados si se olvida que lo cotidiano y lo trivial pueden, procurar el mejor escondrijo a los símbolos sexuales. Sin duda tiene su buena cuota de sentido sexual el hecho de que ciertos niños neuróticos no quieran ver san- gre ni carne fresca o sientan náuseas a la vista de huevos y fideos, o que el natural temor del hombre a las serpientes se intensifique enormemente en el neurótico; dondequiera que la neurosis se sirve de tales encubrimientos, recorre caminos ya transitados por toda la humanidad en épocas remotas de la cultura, y de cuya existencia dan hoy testimonio los giros del lenguaje, las supersticiones y las costumbres, a poco que se las desbroce ligeramente. Inserto aquí el sueño sobre las flores, ya enunciado,*^ de 1" [Cf. supra, 4, págs. 106 y sigs. y 239.] 11 [Nota agregada en 1914:] Para un abundante material proba- torio sobre esto, véanse los tres volúmenes • complementarios de Fuchs (1909-12). 1̂ ' [Cf. supra, 4, pág. 321.] 352 una de mis pacientes, destacando en él todo lo que ha de interpretarse sexualmente. Después de la interpretación, a la paciente dejó de gustarle su bello sueño. a. SUEÑO-PRÓLOGO : Ella va a la cocina y reprocha a las dos muchachas que no tengan preparado ese «bocadito»; allí ve mucha vajilla vuelta hacia abajo para que se escurra, vajilla tosca amontonada. Añadido posterior: Las dos mu- chachas van por agua y para eso tienen que entrar como en un río, que llega hasta la casa o hasta el patio}^ b. SUEÑO PRINCIPAL:" Desciende desde lo alto,'^'^ por extraños barandales o troncos unidos en forma de grandes paneles de pavimento, compuestos por un tejido de peque- ños cuadrados}^ Verdaderamente eso no está preparado para subir; ella tiene siempre cuidado de afirmar bien el pie, j le alegra que su vestido con todo eso no se haya desgarrado en ninguna parte y pueda seguir tan decorosa en su marchaP Lleva en la mano una GRAN RAMA/** en verdad como si fue- se un árbol densamente poblado de ROJAS FLORES, muy ra- mificado y extendido}'^ Sugiere la idea de FLORES de cerezo, pero también parecen como CAMELIAS dobles, que por cierto no crecen en los árboles. Mientras desciende, ella tiene pri- mero UNA, luego de pronto DOS, y después de nuevo UNA."" Cuando va llegando ahajo, las FLORES inferiores están ya bastante MARCHITAS. Una vez que ha descendido, ve a un criado de la casa que, diría ella, peina a un árbol parecido: con un MADERO mesa ESPESOS MECHONES que penden del árbol como musgo. Otros trabajadores han arrancado RAMAS semejantes de un JARDÍN y las han arrojado a la CALLE, donde YACEN, de manera que MUCHAS PERSONAS LAS TOMAN {sich davon nehmen). Vero ella ^pregunta si está bien TO- 1̂ Para la interpretación de este sueño-prólogo, que ha de lla- marse «causal», cf. [supra, 4] pág. 321, [Cf. también supra, 4, págs. 324-5 y 330.] l*" Describe el curso de su vida. ^5 Su elevado linaje: es el opuesto en el deseo al sueño-prólogo. i" Un producto mixto que reúne dos lugares: lo que llamaban el «sótano» de su casa, donde solía jugar con su hermano, el objeto de sus posteriores fantasías, y la granja de un tío malo que solía embromarla. 1'' Una deseada antítesis de una reminiscencia real que conservaba de la casa de campo de su tío, donde solía quitarse las ropas mientras dormía. !>* Tal como en la Anunciación de María el ángel lleva un ramo de lirios. 1" Para la explicación de este producto mixto, cf. [supra, 4] págs. 324-5: inocencia, período, La dama de las camelias. 20 PQJ la multiplicidad de las personas que sirven a su fantasía. 353 MARSE TAMBIÉN UNA,"̂ En el jardín se encuentra un HOM- BRE 'loven (una personalidad conocida de ella, un extran- jero), a quien se dirige preguntándole por el modo en que podrían TRASPLANTARSE tales RAMAS A SU PROPIO JARDÍN,"- £/ la abraza, ¡rente a lo cual ella se revuelve y le pregunta cómo se le ocurre que se pueda abrazar así. El dice que no es ninguna falta, que está permitidop Declara estar dispuesto a ir con ella al OTRO JARDÍN y mostrarle esa implantación, y le dice algo que ella no entiende bien: «Me faltan por lo demás tres METROS (luego dice ella: "metros cuadrados") o tres brazas de terreno». Es como si él quisiera pedirle algo a cambio de su aquiescencia, como si tuviera el propósito de RESARCIRSE EN SU JARDÍN O de BURLAR alguna ley, de ob- tener así una ventaja sin ocasionarle un perjuicio. La so- ñante no sabe si efectivamente le mostró algo. Este sueño, en el que he destacado sus elementos simbó- licos, ha de llamarse «biográfico». Tales sueños son frecuen- tes en los psicoanálisis, pero probablemente sean raros fuera de ellos.-'' Desde luego,"^ poseo sobrado material de este tipo, pero comunicarlo me haría entrar demasiado profundamente en -1 Pregunta si puede quitarse una {«sich einen herunterrcissen»), es decir, masturbarse. [Fteud ya había prestado atención a este simbolismo en su trabajo «Sobre los recuerdos encubridores» (1899a); cf. también infra, págs, 391-2.] -^ La rama desde hace mucho ha tomado sobre sí la subrogación del genital masculino, pero también contiene unaalusión muy clara a su apellido. ^ '-^ Esto, como lo que sigue a continuación, se refiere a precauciones matrimoniales. -•' [Este párrafo fue agregado en 1925. — La nota que sigue (originariamente referida al párrafo anterior) es de 1911:] Un sueño «biográfico» análogo se encontrará más adelante; es el tercero que comunico entre los ejemplos del simbolismo onírico [págs. 369-70], Otro es el comunicado con detaüe por Rank [1910Í2]; para otro, que debe leerse «al revés», véase Stekel (1909, pág. 486). — [Se hallará una referencia a sueños biográficos en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (Freud, 1914¿), AE, 14, pág. 62.] -'» [En las tres primeras ediciones (las de 1900, 1909 y 1911), a este párrafo lo precedía el que consignamos a continuación, omi- tido de 1914 en adelante: «Debo mencionar otro círculo de repre- sentaciones que a menudo sirve de disfraz para el material sexual, tanto en los sueños cuanto en las neurosis, a saber: las representa- ciones vinculadas con el "mudarse de casa", fácilmente remplazables por el "mudarse de ropa" {la palabra "Ausziehen" tiene ambos signi- ficados) y que por ende se vinculan con la "ropa". Si además hay en el sueño un ascensor {en inglés, "lift"), tendremos presente el verbo inglés "to lift" en la expresión "to lift one's clothes" {"alzarse la ropa"}».] 354 el estudio de las constelaciones de la neurosis. Todo él nos encamina a la misma conclusión: no hace falta suponer una particular actividad simbolizante del alma en el trabajo del sueño, sino que el sueño se sirve de tales simbolizaciones, que están contenidas ya listas en el pensamiento inconcien- te, debido a que ellas satisfacen mejor los requerimientos de la formación del sueño por su figurabilidad, y las más de las veces también por estar exentas de censura. 355
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