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P4-Moreira la escobilla del estadio del espejo-14-10-2020 CERR

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1. La escobilla del estadio del espejo: Marx un precursor
"Y Kojéve añadía a continuación en tono enigmático: 'Nunca inter-pretará usted El banquete si no sabe por qué Aristófanes tenía hipo' ". 
J. Lacan (Seminario 7. 1960/61, p. 75) 
Fase del espejo 
Identificación 
Agresividad 
Lalangue
Diego Moreira[footnoteRef:2] [2: Moreira, D. (2016) “La escobilla del estadio del espejo: Marx un precursor”. En Ética y quehacer del analista con niños y adolescentes. Ed. Letra Viva. Texto actualizado. ] 
Hacia 1933 y 1939 Alexandre Kojève (Alexander Vladimirovich Kojevnikov) dictó Seminarios en la Ecole de Hautes Etudes. Entre los asistentes se encontraban Jacques Lacan, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Queneau, Georges Bataille, Raymond Aron, el Padre Fessard, Robert Marjolin y, en ocasiones, André Breton (Lapouge, G., 2003).
En 1936, Jacques Lacan y su maestro hegeliano Kojève, iniciaron un estudio sobre Hegel y Freud, para ser publicado en la revista Recherches Philosophiques. El trabajo quedó inconcluso, pero no se lo puede ignorar sin riesgo; tiene tres partes: 1- Génesis de la conciencia de sí, 2- El origen de la locura, 3- La esencia de la familia. Y un capítulo agregado, llamado "Perspectivas". 
 
Lo único escrito fueron 15 páginas producto de la pluma, la curiosidad, y la investigación de Alexandre Kojève. Este autor ruso se detiene en la pregunta: ¿dónde emerge el yo deseo? Responde que es en Hegel donde el yo pienso de Descartes se convierte en el yo deseo, de donde surge el yo deseo filosofar que pondrá en evidencia y sin asperezas, al acceder a la satisfacción, el ser verdadero del deseo primordial. Sin embargo, cabe precisar que la expresión del “ego cogito" de Descartes, escrita hacia 1636, época de la invasión de Indoamérica, se enlaza y despliega en una erótica alienante al "yo conquisto” de Hernán Cortez, en el contexto de una economía capitalista mercantil (Dussel, 1992). 
Kojève considera a la “Fenomenología del Espíritu”[footnoteRef:3] de Hegel (1966), escrita hacia 1807, como una introducción a la filosofía, con una orientación particular que se expresa en el relevo del yo pienso de Descartes por el yo deseo, como he mencionado. Sin embargo, en la filosofía cartesiana el yo no puede ser reducido al pensamiento “es decir, a la revelación adecuada del ser por la conciencia. El yo es también voluntad y es precisamente la voluntad la que es la fuente del error, es decir, es el hecho del yo-voluntad el que implica la imperfección necesaria para la transformación de la filosofía en 'filosofar' y el que desempeña también un papel análogo al que desempeña el yo-deseo en el sistema hegeliano. Para confrontar los dos sistemas son, pues, ante todo esos dos conceptos análogos y sin embargo diferentes del yo los que deberían confrontarse" (Roudinesco, 1994, p. 163). [3: Un espíritu que sólo corresponde a una Europa cristiana y moderna. ] 
De esta manera, Alexandre Kojève establecía un distingo fundamental entre el “je” como pronombre referido al sujeto ligado al verbo, que se constituye como lugar del deseo, y el “moi” como pronombre que puede ser aislado. En las páginas que escribió Alexandre Kojève se describen varios conceptos a los que recurrió Lacan en sus trabajos: El “je” [yo] configurado como sujeto del deseo, aunque no es el yo [je] de la gramática, el “moi” [yo] como espacio de ilusión y de error, y el deseo considerado como revelación de la verdad del ser. Desde luego, la locura y la familia, correspondientes a la segunda y tercera parte del estudio, están presentes en una diversidad de producciones[footnoteRef:4]. [4: ] 
En nota en los Escritos 1, el traductor y revisor Armando Suárez, escribe que Lacan se atendrá a la traducción de Idealich por moi-ideal, considerando su bipartición: moi - «yo» como construcción imaginaria, je - «yo» como posición simbólica del sujeto.
Para Oscar Masotta (1976, p. 12, 1991), el impacto hegeliano encuentra un cierto límite en “El estadio del espejo”. Donde no sólo se considera el narcisismo y la pulsión de muerte, sino también, y en su justa medida, la «conciencia de sí» y la «lucha de puro prestigio» de la fenomenología hegeliana. 
Ahora bien, elaborando la enseñanza del filósofo Alexandre Kojève, Lacan asistió al Congreso de Marienbad, al que Freud enfermo no pudo concurrir. En las diversas actividades del Congreso se desplegó un duro enfrentamiento teórico ideológico, en el contexto del psicoanálisis con niños, entre el grupo liderado por M. Klein y el grupo de Anna Freud[footnoteRef:5]. [5: En este mismo Congreso de Marienbad, Lacan presentó un texto, cuya exposición, que incluía la construcción llamada "del estadio del espejo", fue interrumpida deliberadamente por E. Jones [presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Londres]. La armonía estaba rota y Lacan se retiró sin entregar el texto para la memoria del Congreso. Parte de esa conferencia se publicó en el artículo de la Encyclopédie Française, “La familia” [1938]. Hacia 1946, en “Acerca de la causalidad psíquica”, Lacan considera que se trata de una «fase», más bien que estadio, fundamental para acceder a la relación en la cuál se constituye el yo. En 1949, Lacan presenta una comunicación al 16° Congreso Internacional de Psicoanálisis en Zurich: “El estadio del espejo como formador de la función del yo [Je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Luego de haber aparecido en la Revue Francaise de Psychanalyse, y resumido en el International Journal of Psychoanalysis, fue incluido en los Escritos (1966).] 
En este Congreso de Marienbad [IPA], el 16 de junio de 1936, el autor francés presentó una referencia tópica: “El estadio del espejo”[footnoteRef:6]. Al respecto, años después dice: “Cada uno sabe que, cuando entré en el psicoanálisis con una escobilla que se llamaba estadio del espejo, comencé por señalar —porque después de todo estaba dicho, señalado, machacado en Freud— tomé el estadio del espejo para hacer un perchero” (Clase del 10 de enero de 1968, p. 80, Seminario 15: El acto psicoanalítico. Ver. AFI)[footnoteRef:7]-[footnoteRef:8]. Se trata de una concepción del yo que genera una ruptura con una interpretación adaptativa de la Ego Psychology. El estadio del espejo es considerado como un drama cuya presión interna “se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante” (Lacan, 1966, p. 90). Su estructura distingue todo el “desarrollo” anímico[footnoteRef:9]-[footnoteRef:10]. [6: Lacan recurre al "test del espejo", descrito en 1931 por Henri Wallon. Aunque Lacan le atribuye el trabajo a Baldwin en los Escritos 1.] [7: Lacan se incorpora a la Sociedad Psicoanalítica de París en 1934, a la edad de 33 años.] [8: "Chacun sait que quand je suis entré dans la psychanalyse avec une balayette qui s'appelait le stade du miroir, j'ai commencé par repérer, - parce qu'après tout, c'était dans Freud, c'est dit, repéré, sérié - j'ai pris le stade du miroir pour faire un porte manteau". Traducción propia. ] [9: La noción de la agresividad se enlaza a un desgarramiento del sujeto. Este desgarramiento implica un momento primordial que remite a la captación de la imagen del otro, y a la anticipación del sentimiento de su discordancia motriz, a la que luego va a estructurar retroactivamente en imágenes de fragmentación como lo pone en evidencia la fenomenología de la experiencia kleiniana (Lacan, 1966, “Variantes de la cura tipo”). ] [10: La identidad se puede diferenciar en los entes de la totalidad; la identidad y la diferencia se constituyen como dos modos de la totalidad. Lo diverso se conforma por lo dis-tinto. ] 
Entonces, cuando hablamos de la fase del espejo, hablamos de una encrucijada estructural, que implica, por una parte, la identificación con una imagen (imago) que, si bien formael yo, fundamentalmente aliena. Podemos decir que lo hace «otro», enlazándose a un transitivismo identificatorio, que se configura como una verdadera captación por la imagen del otro —acto identificatorio—. De manera, que el pequeño que golpea dice que le pegaron, el que ve a un niño llorar, llora. Se trata de la instancia de lo imaginario. 
Dicho de otra forma, el estadio del espejo implica una identificación, un acto del pensar que incluye la transformación en el sujeto cuando admite una imagen. Así, el yo [moi] se constituye como la imagen del espejo, pero en su estructura invertida.
Por otra parte, cobra valor la agresividad, que ocupa su lugar sobre el otro y procura imponerse. 
Lacan enlaza la agresividad en la relación del yo con el semejante. Se configura una tensión agresiva entre la imagen especular y el cuerpo, la completud de la imagen amenaza al cuerpo con el enorme trabajo del despedazamiento y la fragmentación.
La identificación con la imagen especular implica una relación ambivalente con el semejante, que incluye entonces, fragmentación y agresividad.
Es notorio que la fase del espejo concluya con el drama de celos por el que se conforma un objeto tercero, que implica una identificación (“Acerca de la causalidad psíquica”). Considero que la matriz del sentimiento de sí emerge del transitivismo cuya marca siempre llevará. El sentimiento de tener un único cuerpo se enlaza al despertar de los celos.
En el tiempo lógico de transitivismo se constituye lalangue, a la par que se instaura el conjunto de significantes y el cuerpo (diferente al organismo) acontecen por Simultaneidad. 
Es notorio que la voz, al igual que el deseo, derivan o transitan del cuerpo de la madre al niño y viceversa. En tanto la voz de la madre se puede separar, el pequeño la puede introyectar, hacerla propia y reelaborarla mediante sus gorgeos y balbuceos. 
Este trabajo de introyección implica el juicio de atribución (Freud, 1950a, 1925).
Finalmente, podemos hablar de la configuración de los objetos del deseo, que son siempre objetos del deseo del Otro.
Esta fase posibilita la aparición del uno unificante, e implica la cerrazón narcísica, graficable en la figura de la esfera (Lacan, 1966, Harari, 1993).
El autor francés sitúa en el período que va de los 6 a los 18 meses. Consiste en una anticipación de la adquisición de la unidad funcional del cuerpo por parte del infans (niño que aún no utiliza el lenguaje). Y esto con relación al estado de prematuración de la motricidad voluntaria.
Aquí agrego: “Este acontecimiento puede producirse, como es sabido desde los trabajos de Baldwin, desde la edad de seis meses, y su repetición ha atraído con frecuencia nuestra meditación ante el espectáculo impresionante de un lactante ante el espejo, que no tiene todavía dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero que, a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial (lo que solemos llamar unas andaderas), supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud en una postura más o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto instantáneo de la imagen. 
Esta actividad conserva para nosotros hasta la edad de dieciocho meses el sentido que le damos y que no es menos revelador de un dinamismo libidinal, hasta entonces problemático, que de una estructura ontológica del mundo humano...” (Lacan, 1966, p. 87).
Hacia 1953 Lacan, pone énfasis sobre la función del significante. Ubica al Ideal del yo en lo simbólico y no en la dimensión de la imago. De manera que lo simbólico determina lo imaginario, el Ideal del yo determina el Yo ideal.
Se reescribe a posteriori la fase del espejo. La pulsión escopica, la mirada del yo ideal, cobra eficacia desde el Ideal del yo.
Lacan en la clase del 27 de noviembre de 1957, del Seminario 5: Las formaciones del inconsciente, sugería no sólo leer El Capital, sino que también llegó a constituir a Carlos Marx en un "precursor del estadio del espejo". 
Así, en una nota al pie de página del Tomo 1, del El Capital, se lee una memorable e imprescindible frase: “En cierto modo, con el hombre sucede lo mismo que con la mercancía. Como no viene al mundo con un espejo en la mano, ni tampoco afirmando, como el filósofo fichtiano, ‘yo soy yo’, el hombre se ve reflejado primero sólo en otro hombre. Tan sólo a través de la relación con el hombre Pablo como igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consigo mismo como hombre. Pero con ello también el hombre Pablo, de pies a cabeza, en su corporeidad paulina, cuenta para Pedro como la forma en que se manifiesta el genus [género] hombre” (Marx, 2002, El Capital, Libro primero, Cap. I, Mercancía y dinero, nota 27).
Un Joyce adolescente y la relación con la imagen de su cuerpo
“No hay hecho más que por el hecho de que el parl'étre lo diga. No hay otros hechos que aquellos que el parl'étre reconoce como tales diciéndolos. No hay hechos más que de artificios” Lacan, 1975/76[footnoteRef:11]. [11: Lacan (1975/76) Seminario 23, clase 4, 13 de enero de 1975. ] 
Me he ocupado del lazo del sujeto con su cuerpo y el yo, siguiendo un singular itinerario, la tesis propuesta por Lacan desde El estadio del espejo hasta James Joyce: "El hombre adora su imagen". Así, consideré el estadio del espejo y el jubiloso ajetreo del sujeto ante la imagen especular que lo sustrae de la fragmentación. Y ahora accedo con Joyce “esta adoración es la única relación que el parlêtre tiene con su cuerpo” (Conferencia II).
En Lacan (1975/76) se lee: “Él adora su cuerpo. Lo adora porque cree que lo tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia - mental, por supuesto”.
Aquí, la pregunta por el ser habitado por el lenguaje debe ser planteada: en el Seminario 20: Aún, Lacan (1972/73) propone el término "parlêtre". Un neologismo francés, que implica la articulación de dos significantes, "parler" (hablar) y "etre" (ser), traducido como "habla-ser" o "hablanser”, en tanto el ser se constituye por el habla. Parlêtre nombra al inconsciente: “Ello habla de él, y ahí es donde él se aprehende".
En el Seminario 23: Le sinthome, Lacan (1975/76) persiste dialécticamente con su tesis: “El estadio del espejo” y la reformula a posteriori desde este Seminario. Aquí propone el parlêtre como relevo del hombre, a la par que privilegia una geometría de nudos borromeos y una energética cuántica. 
El autor francés considera que el cuerpo para el parlêtre (hablanser) se incluye en el registro de lo imaginario, en tanto implica la dimensión del engaño, y no se cruza con lo real o simbólico. En la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, Lacan (1975) afirma que el hombre está tomado por la imagen del cuerpo. 
Ahora bien, es notorio que en el Seminario 23 y en las conferencias “Joyce le symptôme” Lacan se ocupe de la relación de Joyce adolescente con su cuerpo. Se trata de una relación de “laisser tomber”, es decir, dejar caer, desenganchar, abandonar, y desanudar.
En el texto Retrato del artista adolescente, Joyce, mediante su alter Ego, Stephen, narra una escena, en la que varios compañeros de la escuela lo maltratan y golpean. Él mismo está sorprendido por su falta de reacción, no siente nada. 
Una elocuente frase de Lacan está vigente: “no hay relación sexual”. Es decir, que la relación sexual no se puede escribir. Pero, lo admito y de buena gana, hay una relación del hablanser con su propio cuerpo (imagen) y este lazo es de adoración. 
En el nudo del Joyce adolescente, hay un lapsus, un fallo, que opera como una excepción a la afirmación que el hombre adora su imagen. Este fallo implica que uno de los aros, el imaginario, quede desanudado. Estableciendo el desapego que el adolescente tiene con su cuerpo. Un cuerpo ligado al afecto. Cuando se pierde el matiz afectivo al cuerpo se lo deja caer. 
Aquí, se requiere entre las condiciones del hablan ser, que las dimensiones que habita, lo real, lo simbólico y lo imaginario, se anuden. 
Entonces y como anticipé, Lacan (1975/76) en el Seminario 23 se ocupa de un llamativoy curioso texto de James Joyce (2005): Retrato del artista adolescente. En el que se narran las relaciones con la falta como pecado y carencia en la vida de un adolescente de nombre Esteban (Stephen Dedalus), internado en un colegio jesuita. En determinado momento, y como mencioné, el joven es maltratado por un grupo de muchachos. Ante los golpes es llamativa la carencia de afectos via una forclusión de sentido. 
Se corrige el defecto del nudo mediante una escritura singular, críptica, que implica el itinerario del artista, letra de gozo, que procura acotar el sentido de la lengua inglesa. Así, Joyce el escritor del enigma por excelencia, se constituye en Padre de su propio Nombre. 
Ciertamente, el traumatismo no es el de seducción sino el traumatismo producido por la lengua, que posibilita un gozo parasitario, el cuerpo del hablanser. 
Con relación al desencadenamiento (o falla), en un principio Lacan hacia 1976, lo considera a partir de una ruptura o corte de un eslabón, para finalmente hablar del “lapsus del nudo”. Se trata de una escritura que falla y genera, un desanudamiento de todos los registros, o de uno solo, como en Joyce. Por consiguiente, el reanudamiento es posible vía el sinthome, una identificación narcisista con lo que salió de uno mismo. 
La cadena se deshace cuando se rompe (forclusión) un solo eslabón, la carencia de un anillo implica la psicosis, los fenómenos elementales, al estilo principalmente de la alucinación y el delirio y otros, como el empuje al otro sexo, la ausencia del shifter, el otro como un amo, y el gozo sin freno.
Así, Lacan nos dice que el Sinthome “está en el lugar mismo en el que el falla, donde hay una especie de lapsus del mismo” (17 de febrero de 1976). La tétrada, el nudo de cuatro implica el fracaso del nudo de tres.
Entonces, el sinthome enlaza las tres dimensiones y cifra el gozo del adolescente Joyce. 
En Joyce no sólo encontramos la conformación del sinthome, sino también, la singular manera de construir un Ego —el Ich de los alemanes y el Ego de los ingleses—, que no transita por el cuerpo sino por lo que piensa de sí. Este Ego es narcisista y se funda en la imagen del cuerpo. El Ego implica una articulación de la imagen y el afecto.
	Esto solo no justificaría el enorme trabajo de Joyce, que no adora su cuerpo y, por el contrario, tiene una idea de sí mismo que pasa por la escritura y no por dicho cuerpo que está desanudado. 
Ante la necesidad de su Ego, le llega una escritura críptica, ilegible y sin sentido, incluso habla de sí mismo como un libro. Así se construye y de manera incesante, un sinthome que lo anuda.

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