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PSIQUIATRÍA Y TEORÍA DE LO GRUPAL A. Bauleo La complejidad de la vinculación establecida en el título (Psiquia- tría y Teoría de lo Grupai) nos pone en la situación de involucrar en el texto diferentes niveles de elaboración. La dificultad en el abordaje de ciertas problemáticas surge cuando se desea mostrar las transformaciones sufridas en determi- nados campos de prácticas y en sus teorizaciones, después que se han introducido otras perspectivas de reflexión y ejecución en aque- llas prácticas y otras nociones en aquellas teorizaciones. Es decir, no se trata de señalar uniones, a través de la "y", de dos elementos, sino de los "efectos" de inserciones, de implicacio- nes mutuas, de saltos en la continuidad, de fracturas en un área que se pensaba cerrada en su sistematización, y de la cual resultan interrogantes y demandas que abren un nuevo universo en el tra- bajo cotidiano. Aunque es difícil de creer, entre "enfermedad" (o evolución de la enfermedad) y "proceso de enfermarse" la distancia no es sola- mente sideral, sino que directamente son dos lenguajes. Éste podría ser un nivel de trabajo. Otro nivel sería, por ejemplo, que en este texto no hablamos sólo de cómo los grupos entraron a ser parte del instrumental tera- péutico en la visión psiquiátrica. Dicho de otra manera, no habla- mos de cómo hacer grupos terapéuticos en una institución psiquiá- trica. Se trata de establecer que nuestra posición (la de la concepción operativa de grupos) estuvo interesada y comprometida a trabajar en el campo psiquiátrico desde una idea de grupalidad. El individuo no era la enfermedad, sino su manifestación, su emergente, en 67 último caso su síntoma. Entre el enfermo y la enfermedad existe todo un camino recorrido por el proceso del enfermarse, a la ida y a la vuelta, por el proceso terapéutico. Es así que nuestra línea de exposición debería mostrar los vaive- nes de la participación en el campo de la psiquiatría de nuestra visión de grupalidad. Podemos también imaginar la estructuración de un campo psi- quiátrico en el cual el colectivo (sea grupal, institucional o social) sea un pilar sólido de su constitución. Tenemos que establecer que para el trabajo de aquellos diferen- tes niveles de elaboración utilizaremos cierta historicidad acompa- ñada con una posición en la cual las cuestiones disciplinarias surgen de la estructura interna y también de la estructura externa (psicoso- cial) que acompaña cada ciencia (Lakatos)'. Comencemos con nuestro tema. Es interesante observar que el nacimiento de los grupos operati- vos concuerda con un momento álgido del movimiento que co- menzó a darse dentro de la Psiquiatría, cuando ésta se va plan- teando dos tipos de cuestiones: Primero, la apertura hacia una perspectiva social, y su posible inclusión, sea a nivel etiológico o de intervención. Segundo, la problemática de lo dinámico en el interior de la misma psiquiatría. Es decir, salir de una psicopatología descriptiva y evolutiva (Kraepelin, Jaspers) para entrar a considerar otros fac- tores dentro del campo de observación; por ejemplo, el propio psiquiatra u otro cuadro de las motivaciones y causas de la enferme- dad mental, etc. Reformulando las cuestiones antes esbozadas es necesario escla- recer el ámbito de las problemáticas que ellas engloban. La primera, la apertura hacia una perspectiva social, involucra que, alrededor de los inicios de los años 50, se da una irrupción en el campo - psiquiátrico de pensamientos y prácticas que llevan a con- siderar dentro de los factores etiológicos (sea a nivel de "disposi- ción" o de interinfluencia, o de desencadenante) de las enfermeda- des mentales a factores sociales (sean de clases sociales y económi- cos, de comunidades urbanas y rurales, de crisis socio-política, etc.) que con su presencia o influjo o como efecto, posibilitarían la ins- talación y desarrollO de toda una psicopatología. 1 Lakatos, 1.: "Historia de la ciencia"; Ed. Tecnos, Madrid, 1982. 68 Es así que se va rompiendo la falsa dicotomía de lo endógeno y de lo exógeno para entrar más en el campo de la multicausalidad o de la causalidad estructural o, como hoy hemos comenzado a designarla, de complejidad de lo causal. En referencia a la segunda cuestión, la de la problemática de lo dinámico al interior de la misma psiquiatría, esta dinamicidad se fue instalando, también por aquellos años, cuando se fue saliendo de una actitud neutral del observador y de una descripción formal del cuadro clinico. Ante todo el observador comenzó por considerar los efectos de su presencia en el campo de la observación. Así el observador se dio cuenta que él observaba en un campo en el cual observaban lo que él observaba, y de ahí fueron surgiendo las distintas posturas sobre esta situación (la figura del observador participante, una teo- ría de la contratransferencia, una concepción de la implicación) que llevaron a una "lenta disolución" de la neutralidad para pensar más en una situación de inclusión en la cual se estaba trabajando 2 . Dentro de una perspectiva de dinámica interna a la misma psi- quiatría deberíamos incluir que, cuando se modifica la estructura de la motivación y causas de la enfermedad, esto conlleva otra concepción sobre el proceso del enfermarse y sobre el proceso de curación, pues es otra idea que tenemos del encarar e intervenir, así como otra idea de los métodos y estrategias terapéuticas. Frente a un cuadro que se creía evolucionaba casi linealmente hacia su organización final, tenernos ahora un esquema de proceso en espiral en el cuaba evolución del cuadro dependerá de múltiples factores incluyendo la subjetividad y presencia del terapeuta. Es por estas razones que he considerado y pensado englobar estas dos cuestiones, para mí centrales, (la inclusión de lo social y la dinamicidad interna) como elementos fundamentales para refle- xionar sobre la estructuración de la relación entre una teoría de lo grupal y la psiquiatría. En el tercer trimestre de 1987 se publica en Francia el N° 83 de Raison Presente, con el título "La necesidad de Psiquiatría" (Le Besoin de Psychiatrie). En su presentación explicita que "hoy en Francia, la Psiquiatría tiene un lugar preeminente en el dominio sanitario, en el plano técnico, profesional y económico". Continúa: "Un vasto movimiento de ideas anima, desde hace algunos años; 2 Devereux, G.: "De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento". Ed. Siglo XXI, Méjico. 69 el campo de la psiquiatría y éste desborda grandemente el dominio santario y técnico. Cada vez más, cualquiera que se interese por la investigación en Salud Mental, se compromete más o menos, a favor o en contra en un combate que, en Francia, se desenvuelve entre tres 'lugares fuertes': la Salud Pública, la Educación Nacional y sobre todo con las Finanzas". "Más que cualquier otro dominio sanitario, la tarea de la psiquia- tría hace considerar las relaciones del Hombre y de la Sociedad". En otro lugar de esa revista, se comenta que "a partir de los años 1950 fue clara la penetración del campo psiquiátrico por tres ten- dencias: la sociología, el psicoanálisis y la biología". "Debemos concordar que el panorama de la psiquiatría ha sido profundamente transformado. El asilo, lugar de exclusión pero también exclusivo de los cuidados posibles, ha desaparecido y en su puesto, en los países anglo-americanos, aparece la Psiquiatría Comunitaria, y en Francia la Psiquiatría de Sector. Otros países han ido más lejos: Italia, con su ley 180 ha suprimido la utilización del Hospital Psi- quiátrico" 3 . Deberíamos agregar que otro capítulo lo constituye el desarrollo de la psiquiatría en América Latina 4 ' 5 . La situación manicomial en América Latina es complicada. En estos últimos 20-25 años ha mejorado en términos generales la aten- ción a los pacientes 6 . Se buscan nuevos métodos de asistencia, algunas salas del Hospi- tal Psiquiátrico se han convertido en hospitalesde día, otras se han abierto al. mundo exterior, en otros casos el hospital mismo se rela- ciona con la comunidad y la gente asiste a funciones teatrales y corales dadas por los hospedados en el establecimiento. Otras salas siguen igual o peor que antes. La represión policial y las dictaduras militares han destruido muchas intenciones y pro- gramaciones (algunas eran en curso) pues las suponían como proba- bles empujes para la subversión, pero en líneas generales hay preo- cupación en el personal y en los equipos para efectuar los cambios que puedan ser posibles. Esta es en una forma global el resumen 3 Raison Presente N° 83 - 3« Trimestre 1987. 4 Freire Costa, Jurandir.: "Historia da Psiquiatría no Brasil". Ed. Campus, Río de Janeiro, 1981. 5 Vezzetti, Hugo.: "La locura en Argentina". Ed. Paidós. Buenos Aires, 1985. 6 Suárez, Armando (comp.): "Razón, locura y sociedad". Ed. Siglo XXI. Méjico, 1978. 70 de mi experiencia después de haber discutido, trabajado y supervi- sado en el Galba Velloso y en el Raúl Soares (Belo Horizonte), en la colonia Juliao Moreira (Río de Janeiro), en el Melchor Romero (La Plata) y en el Hospital Borda (Buenos Aires). Pero en todos ellos surge otra cuestión que interroga al cierre del manicomio. Las condiciones sociales hacen que estos establecimien- tos hayan modificado en parte sus objetivos, ya que ahora son lugares que abrigan y dan de comer a desgraciados, vagabundos, sujetos despauperizados, desesperados alcohólicos, abandonados o desarraigados por las migraciones internas y de países limitrofes, etc. La relación que antes dijimos del hombre con la sociedad de la cual la psiquiatría se encarga más que ningún otro dominio sanitario, en estas situaciones obliga a reflexionar sobre el cómo actuar. Nue- vamente, pareciera surgir la problemática marcada por aquella Fi- lantropía que estaba .en el nacimiento de la Psiquiatría (junto a la Filosofía y a la Moral). ¿No era esa línea la perspectiva de Pinel? Pero han pasado casi dos siglos, la situación deberá ser pensada en función de otras líneas, lo que sí podemos decir es que estas cuestiones frente a las cuales nos encontramos tienen obstáculos no fáciles de salvar. Siguiendo un camino zigzagueante para llegar a nuestro argu- mento de hoy, debemos de nuevo volver atrás. En 1856 nacen dos investigadores que colocarán otros cimientos a la psiquiatría, Kraepelin y Freud. Revisé "Les legons cliniques sur le demence precoce et la psi- chose maníaco-depresive" 7 . Es interesante observar la minuciosa clasificación, en la cual el criterio central es el de la evolución, del pronóstico, que convierte a las enfermedades mentales en curables y no curables. La enfermedad mental se individualiza y se define por su evolu- ción. • La catatonia estudiada por Kahlbaum (1874) será para Kraepelin el modelo y luego el núcleo de la demencia precoz. Recordemos que Kahlbaum muestra que la catatonia es una en- fermedad mental que tiene un recorrido cíclico variable, en el cual los sintomas psíquicos revisten sucesivamente el aspecto de la me- Kraepelin. Editeur Privat. Toulouse, 1970. 71 lancolía, de la manía, del estupor, de la confusión, y al final de la demencia; esta afección comporta, como manifestaciones esenciales al lado de los síntomas psíquicos, fenómenos del sistema nervioso motor que tienen el carácter general del calambre. Luego Khalbaum establece un paralelismo entre ella y la parálisis general progresiva. Las dos enfermedades presentan, en efecto, al lado de su sintomatología mental, una afección de orden motor. Pichón Riviére investigará la tercera enfermedad que proporciona síntomas en ambas áreas, es decir la epilepsia. Para P. Riviére la epilepsia es una enfermedad "total", ya que se manifiesta en las tres áreas de expresión fenoménica: la mental, la corporal y la del mundo exterior 8 . Pero a diferencia de Kraepelin, y de lo que hoy se desarrolla en E.E. U.U., cuando muestran la enfermedad de Alzheimer como enfermedad global con causalidad biológica y para justificar esta causalidad; P. Riviére con la epilep- sia, además de ser uno de los pocos psicoanalistas a incluirla como objeto de análisis, la señala como cuadro total en el sentido que sus expresiones fenoménicas pueden ser múltiples y abarcan el área de la mente, del cuerpo y del mundo exterior. También es con este cuadro clínico donde Pichón Riviére subraya mejor la relación en- tre una entidad mórbida y el contexto familiar, y a veces cultural. Continuemos con Kraepelin que, al no poder utilizar los criterios anátomo-clínicos indicados por Virchow para la individualización de las enfermedades somáticas, puso a nuestra disposición, en pato- logía mental, .el criterio de la evolución, que podía ser específico de cada afección, poniéndolo así en paralelo con las lesiones histo- lógicas. Por lo tanto el enfermo era definido por su estado terminal. Pero también en Kraepelin convergen dos problemáticas que nos interesan, el encierro y la discusión entre lo endógeno y lo exógeno. El encierro y la noción de "psicosis endógena" colocan una barrera entre el enfermo (y la enfermedad) y la sociedad. Ambos sugieren que el medio exterior no ha participado en la causalidad de la enfermedad y además, la necesidad del encierro aparece como una medida de seguridad frente a lo social. Pero el problema es complicado ya que los organicistas por un Pichón Riviére, E.: "Algunos conceptos fundamentales de la teorfa psicpanalítica de la Epilepsia". "Patogenia y dinamismos de la Epilepsia". "Los dinamismos de la Epilepsia". En: "Del psicoanálisis a la psicología social". Tomo I, Ed. Galerna, Buenos Aires, 1970. 72 tiempo se han declarado exogenistas y los psicogenistas, espiritua- listas alemanes del siglo XIX, se han denominado endogenistas. Después los psiquiatras neurólogos han defendido una causalidad mórbida endógena sobre todo con las "psicosis degenerativas" pri- vilegiando la noción de constitución y de biotipo, reforzada actual- mente con afecciones dismetabólicas. En tanto, los psicogenetistas, bajo la influencia freudiana, se han encontrado en el campo de la exogénesis9 . Por último podemos decir que en tanto, Freud descubre que los síntomas tienen un sentido elihie se extiende cuando el psiquiatra se lo sumerge dentro del campo de la misma observación. Kraepelin en una perspectiva semiológica neurológica, no bus- caba detrás de los síntomas y signos psiquiátricos más que entidades mórbidas. Pero "los descubrimientos freudianos no hán suprimido la noso- grafía psiquiátrica. Freud mismo no ha dudado en crear una entidad mórbida nueva como la neurosis obsesiva" 10 . Los conceptos fundamentales psicoanalíticos revolucionan el campo psiquiátrico. Dinamizan este campo al colocar al observador en escucha, incluido en el contexto de la práctica, como caja de resonancia del sentido de los síntomas y la interpretación aparece como instrumento central terapéutico. Si a Freud se le debe esta conmoción de la disciplina, también los discípulos, siguiendo esos pasos, hicieron entrecruzar el psicoa- nálisis y la psiquiatría. Como ejemplo, dos de ellos que, como psiquiatras y psicoanalistas, aportaron desde sus prácticas una serie de puntuaciones sobre ciertas áreas problemáticas. Tanto Grot- jahan lo cuando presenta a Abraham, como Weiss cuando lo hace de Federn, señalan lo que ellos aportaron a la psiquiatría y al psi- coanálisis, un enfoque atractivo. Abraham con sus estudios sobre la demencia precoz y sobre la locura maníaco-depresiva (subrayado también por Jones 12 y Federn por los trabajos sobre los estados narcisistas). 9 Artículo de J. Wyrsch en Rey. Evolution Psychiatrique, N° 4, 1956. 10 Poste!, J.: Presentador de "Lec9ns Cliniques" de Kraepelin. u Alexander, F., Grotjahn, M. ed altri: "Pioneri della Psicoanalisi". Ed. Feltrinelli. Milano, 1971. 12 Iones, E.: Estudio introductorio a "Psicoanálisis Clínico" de Karh Abraham. Ed. Horme.Buenos Aires, 1959. 73 Deberíamos aquí incluir los trabajos de la escuela de Zurich (Jung, Bleuler) sobre la esquizofrenia. Pero cuando hablamos de cómo la psiquiatría se vuelve dinámica no podemos dejar de lado otras teorías y tendencias que han contri- buido a esa movilización. Un ejemplo de ello puede ser compendiado en la postura de Masserman 13 . La psiquiatría aparece como ciencia del comporta- miento y éste es definido desde los ámbitos de una psicología clási- ca, desde el psicoanálisis y desde la biodinámica. Se establece una tipología del comportamiento. Es interesante que el esfuerzo que realiza Masserman para dar una perspectiva dinámica de la psiquiatría, surge claramente de la combinación, por momentos contradictoria y por momentos crítica, de las diferentes tendencias que se pueden leer a partir de la biblio- grafía indicada por su libro. Ahí vemos que en ella se encuentran, entre otros, las psicoanalistas (Alexander, Sullivan, Stekel), psicó- logos sociales (Dollard), antropólogos y sociólogos (Kardiner), los reflexólogos (Luna), los conductistas (Watson y Tolman), etc. Si nombro el texto de Masserman como modelo es porque él muestra con nitidez la búsqueda de una convergencia de tendencias, ideas, prácticas que intentaban solas o a través de conexiones (po- sibles o ilusorias) movilizar y proporcionar otras direcciones a aque- lla psiquiatría manicomial, endógena y evolutiva. Bleger al inicio de los años 60, cuando es responsable de la cáte- dra de Introducción a la Psicología, trabaja y desarrolla lo que habían producido en la época anterior las diversas tendencias que habían colocado al campo "psi" en otros niveles de elaboración y de trabajos. Para él esas diferentes tendencias colocaban a la práctica psicoló- gica en una dimensión disciplinaria y la separaban para siempre del campo filosófico. Su texto más polémico "Psicología de la conduc- ta" es el resultado de esas opiniones. Pero a su vez Bleger sinteti- zaba experiencias que se habían ya realizado en el campo psiquiá- trico por Pichón Riviére en Buenos Aires, por Gavrilov en Tucu- mán y por G. Bergmann en Córdoba, en las cuales se habían utili- zadó respectivamente, en la primera una visión grupal, en la se- gunda una psicología experimental, y en la tercera una institucio- 9 Masserman, Jules.: "Principes de Psychíatrie Dynamique". Ed. Presses Universitai- res de France. Vendome, France, 1956. 74 nal". Además, por aquellos mismos tiempos, (fines de los años 50) se desarrollaba el ámbito de la medicina psicosomática (Ravscovs- ky, Garma, Pichón Riviére, Marie Langer, etc.)'5 . También Lagache'6 en el momento en el que comienza a desarro- llar la cátedra de Psicología Clínica (en París), elabora y señala diferentes tendencias que podrían otorgar una delimitación y un objetivo al trabajo clínico-psicológico, aprovechando para ello hasta el viejo método crítico de Piaget (1926). Dará una idea del "hombre en situación", es decir, una forma de enfocar las reaccio- nes del individuo teniendo en cuenta el contexto en el cual está ubicado. Politzer'7 muchos años antes, con su idea de Drama, también apuntaba al entretejido entre historia individual e historia social. He nombrado a Bleger, Lagache y Politzer, porque hubo un momento histórico de ligazón entre la constitución del campo de la psicología clínica y la introducción de elementos dinámicos y socia- les en la Psiquiatría. Creo que es útil señalarlo. Por otro lado, esa idea de que el individuo debería ser pensado como "hombre en situación" acompañó siempre a Pichón Riviére (amigo de Lagache) y la tuvo como noción de base para su "Teoría del Vínculo"'s y también para el desarrollo de su "Teoría de la enfermedad única". Es importante señalar que la polémica entre tendencias disciplinarias o la búsqueda de sus articulaciones ipen el campo clínico, lleva a P. Riviére a elaborar dos niveles de respues- tas. El primero, sería el pensamiento de una Epistemología Conver- gente, en la cual la articulación entre saberes, o fragmentos de saberes, serviría para comprender ciertos hechos. La experiencia y la tarea son quienes organizan los esquemas de referencia, y no a la inversa. En segundo término, las diversas tendencias actuando en el ca npo grupal harían posible el principio que la mayor heterogenei- dad entre los miembros frente a la homogeneidad de la tarea lleva- ría a un "ideal de equipo". Volvamos a mi tesis inicial, en la cual planteo que la transforma- Bleger, J.: "Psicología de la Conducta". Ed. Paidós. Buenos Aires, 1964. Varios autores: "Medicina Psicosomática". A.P.A. Buenos Aires, 1947. ' 6 Lagache, D.: "La unidad de la Psicología". Ed. Paidós. Buenos Aires, 19b3. 17 Politzer, G.: "Critique des fondements de la psychologie". Ed. PUF 4a edition, 1974. ' 8 Pichón Riviére, E.: "Teoría del vínculo". Ed. Nueva Visión. Buenos Aires, 1975. 75 ción de la psiquiatría llega a un punto culminante a mediados de este siglo, cuando debe asumir la doble problemática de la inclusión de lo social y su propia dinamicidad. En relación a la primera problemática, a partir de la primera y sobre todo de la segunda guerra mundial, cuestiones socioeconómi- cas y culturales impidieron que lo social quedase fuera del cuadro psíquico. No solamente en los casos extremos (neurosis traumática) lo so- cial viene incluido, sino también se deberían reconsiderar los facto- res ambientales dentro de la etiología o de los mecanismos del enfermarse (culturales, clases sociales, grupos de pertenencia, la misma familia), como ecología del proceso del enferMarse y como elementos a incluir en el diagnóstico y sobre todo en el pronóstico del cuadro clínico. No es extraña tampoco la presencia de los factores anteriores en la selección de los pacientes para determinar su inclusión, o no, en determinados procesos terapéuticos, y las modificaciones que esos criterios fueron teniendo. Dentro de lo social adjuntemos la posición del terapeuta. Desde sus motivaciones hasta su status social personal y profesional. Por último, la instrumentalización de lo social aparece en la uti- lización de las mismas instituciones, de los grupos y de las comuni- dades como factor único o combinado en el trabajo terapéutico. Lo dinámico es una problemática muy especial de la psiquiatría. Parecería que lo que se consideraba un "edificio monumental" como era la clasificación kraepeliana y la psicopatología jasperiana, sufre un resquebrajamiento empezando a moverse fragmentaria- mente al recibir un impacto en sus diversas instancias estructurales. De nuevo la psiquiatría se pregunta sobre las causas de las enfer- medades, sobre sus diagnósticos, los procesos terapéuticos, la posi- ción e identidad del psiquiatra y del personal psiquiátrico, sus insti- tuciones, el lugar social de la psiquiatría, sus relaciones con la me- dicina y otras disciplinas, su lugar dentro del orden civil, sobre la ética y apuntando fundamentalmente a los límites, necesidades y finalidades de la sociedad sobre ella. En todo ese clima es que nacen los Grupos Operativos, dentro del sistema psiquiátrico. Frente a problemas político-económicos de esos momentos (1948), en Argentina, Pichón Riviére (jefe de una sala de adolescentes en el Hospicio de las Mercedes, Bs. As.) ensaya diversas posibilidades colectivas para salir de una circunstan- cia de desorganización sanitaria y de atención disminuida y en parte deteriorada de los pacientes. Estas posibilidades colectivas: reuniones de pacientes, de pacien- tes y de personal sanitario, intenciones de formar equipos con el personal para-médico (ya que la mayoría de los médicos estaban en huelga), la probabilidad de formar "psicoterapeutas de emergen- cia" con los enfermeros, la utilización de los pacientes que estaban en mejoría (o para salir de alta) como asistentes de los más graves, asambleas generales, grupos hechos bajo su coordinación, etc. Es de este conjunto de situaciones colectivas,de estas interrela- ciones de agrupaciones, de estas circunstancias de agrupaciones, que comienza a perfilarse su idea de los Grupos Operativos, es decir, de grupos en los cuales la tarea, la finalidad, era un elemento fundante y convocante para la actividad del grupo. Es decir, que como primera instancia los grupos operativos sur- gen y retornan al ámbito psiquiátrico, surgen a partir de los momen- tos antes señalados, retornan para operar sobre esos momentos, buscando ayudar a la concretización de diversas problemáticas y a la posibilidad de su abordaje (asistencia, psicoterapia, contención, intervención en pacientes hospitalizados). Esta salida y luego entrada en el campo de la Psiquiatría", que se repetirá luego innumerables veces pero en otros niveles e instan- cias del trabajo psiquiátrico, ya conlleva desde el inicio un esbozo de lo que más tarde será una noción de grupalidad. Desde el co- mienzo no se habla sólo de una técnica, sino de otra manera de observar las situaciones. La instancia colectiva aparece como una óptica para entender ciertas cuestiones psiquiátricas desde otra ubi- cación. Desde su nacimiento los grupos operativos no fueron sólo una cuestión de otra técnica de psicoterapia, sino también otra com- prensión de diferentes problemáticas psiquiátricas, proceso del en- fermarse/proceso del tratamiento; el paciente como emergente de una situación grupal (familiar), grupo externo/grupo interno; la no- ción de tarea, aprendizaje/terapia, etc. En la base de estas ideas está la noción de vinculo. Antes de continuar, deseo hacer una acotación. Es también en ese tiempo que Bion estaba trabajando con grupos en una institu- ción psiquiátrica 20 . Podemos decir que él también descubría y luego Bauleo, A.: "Notas sobre Psicología y Psiquiatría Social". Ed. Atuel. Buenos Aires, 1988. 2" Bion. W.:"Experiencias en grupos". Ed. Paidós. Buenos Aires, 1968. 76 77 consolidó esta dimensión de lo grupal, a la cual daría una luz bri- llante. El tratamiento que Meltzer efectúa de sus ideas muestra la riqueza de los trabajos bionianos 2 '. Vuelvo sobre nuestro argumento de hoy. Pichón Riviére dirá: "la operación correctora o terapéutica se lleva a cabo siguiendo el tra- yecto de un vínculo no lineal, que se desarrolla en forma de una espiral contínua...", "se incluye así una problemática dialéctica en el proceso corrector o en el vínculo éon el terapeuta que sirve de encuadre general, tendiente a indagar contradicciones que surgen en el interior mismo de la operación y en el contexto de la misma". ("Una nueva problemática para la Psiquiatría") 22 . Esta idea base de vínculo será el soporte sobre el cual se desarro- lla luego la comprensión de ciertas circunstancias de la labor psi- quiátrica. En su libro, Pichón Riviére desarrolla las diversas mane- ras y las diferentes extensiones de la noción del vínculo. Podemos resumir que vínculo sería como un mecanismo de interacción, defi- nido como gestalt-gestaltung (es decir, una "forma" en movimien- to) que conlleva una dimensión temporal (historicidad), bicorporal y tripersonal ("dos" hablan del "tercero"), en el cual funcionan cuatro vías (dos de "ida" y dos de "vuelta" de emociones diversas). Además, la idea de vínculo en Pichón Riviére deberá ser leída a partir de un esquema de psicología de los ámbitos (individual, gru- pa!, institucional y comunitario), ya que comprende éstos ámbitos. Pienso que la problemática de la demanda corno hoy la entende- mos permitirá comprender lo que antes dije. Para quien trabaja en una institución es más claro que la demanda se inserta en estos cuatro ámbitos, y por ambos lados. La demanda la hace un indivi- duo, un grupo, una institución a un individuo, un grupo a una insti- tución. Lo que el individuo demanda siempre arrastra connotacio- nes grupales, institucionales y comunitarias y la respuesta será del operador, del equipo, de la institución. En aquellos tiempos (1939-48) Pichón Riviére imparte un curso sobre Psiquiatría Infantil. Su punto de partida será Kanner y la visión que éste tiene de la Psiquiatría Infantil como desenvolvimien- to, ya que estipula cuatro niveles: I. Pensar psiquiátricamente en los niños (emergente cultu- ral). 21 Ibídem 22 Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina. 13; 1967. Buenos Aíres. 78 11. Se hace algo en favor de los niños (comunidades infanti- les). III. Hacer en favor de los niños (utiliza como instrumentos a la familia y la escuela). I V, Se trabaja con los niños (considerándolos sujetos de la operación correctora). Continúa Pichón Riviére diciendo que comenzaremos por el V nivel: se trabaja con el grupo, es decir, con un enfoque que implica el análisis psicosocial, sociodinámico e institucional de la situación. La familia como grupo social primario, totalidad de la que emergen situaciones en las que el niño aparece cumpliendo la función de portavoz. El niño sufre el impacto de una situación global. Desde el punto de vista clínico, Pichón Riviére describe el cuadro de la oligotimia, débil afectivo (distinto de la oligofrenia, débil mental) como otra forma dentro de las psicosis infantiles: autismo precoz infantil (Kanner), psicosis simbióticas (Mahler), "psicotóxi- cos" descritos por Spitz. La oligotomía sería una redefinición y una ampliación del cuadro del autismo precoz. Pichón Riviére lo estudió en el Asilo de Tyrres (prov. de Buenos Aires). Dice P. Riviére: "El niño autista es gene- ralmente bonito, armónicamente hecho, 'bien construido', con una sensibilidad particular para la música, el ritmo y el baile, pero sin lenguaje o con un lenguaje regresivo". En todo el sujeto hay un cierto grado de retraimiento del mundo. Depende del monto del retraimiento, del momento de la emergen- cia y de la cronificación de la actitud el que esto se transforme o no en un cuadro clínico. Pasemos revista también a la idea central en P. Riviére de "enfer- medad Única" José Carlos Rosenthal, un estudioso de esta proble- mática pichoneana, nos proporciona indicios para entrar en aquella idea. Nos dice que la "Teoría de la Enfermedad Única", más que una teoría sobre la psicopatología, debería entenderse como una concepción explicativa de los "comportamientos" 23 . Se podrían distinguir como soportes ideológicos y metodológicos (según Rosenthal): 2 ' Rosenthal, J.C.: "La Teoría de la Enfermedad Unica". Temas de psicología social. Ed. Cinco. Buenos Aires, 1982. Pichón Riviére, E.: "Teoría de la enfermedad Unica", en "Del Psicoanálisis a la Psicología Social". Galerna, Buenos Aíres, 1970. 79 a) un método dialéctico b) una epistemología convergente e) una interacción teórica/práctica que llevaría al lector a ubicarse (o a una lectura) a partir de la situación clínica. Reaparece un concepto del cual hablamos anteriormente: el vín- culo. Estructura no lineal ni mecánica, no habría sujeto ni objeto fuera de la situación vincular. Winnicott diría: El bebé no existe" (sin tener en cuenta los cuidados maternales). Surge luego una noción polémica por su historia y sus significacio- nes, pero que en Pichón cumple un papel especial: la noción de necesidad. Aquí comienza a organizarse la problemática que nacerá a partir de la actividad basada en la ligazón entre necesidad-satisfac- ción perentoria. Pero antes hagamos una definición de Necesidad (dentro del es- quema pichoneano). La necesidad sería un núcleo dinámico de ac- ción, producto de la carencia concreta de naturaleza material (co- rrespondiente al nivel biológico) intrínsecamente ligada a la viven- cia de pérdida objetal. Entonces, no sólo un plano biológico sino en una articulación con una situación (y sensación) de pérdida. La necesidad apuntaría a una doble instancia carencia/pérdida. Se desliza de lo anterior una afinidad basada en el complemento posible entre necesidad y satisfacción perentoria. Esta relación de doble fuente y objetivo operan en un nivel donde se articulan y diferencian: Percepción y AcciónEspecífica. La percepción no es originaria, es un hecho que aparece después, cuando la satisfacción perentoria no se cumple. No involucra sola- mente el estado actual sino también el evocado asociativamente. Acción específica: es aquella dirigida a resolver mediante la inter- vención o ayuda externa la demanda y la carencia-pérdida implíci- tas. Se agrupa -aquí otra problemática que sería el rapport sujeto-con- texto. Esta ligazón perfecciona la percepción y permite un ajuste de la instrumentación operacional. Entonces, la necesidad experimentada y/o exteriorizada como demanda perentoria automática de satisfacción es producto de una carencia concreta de naturaleza material, correspondiente a nivel biológico, intrínsecamente ligada a la vivencia de pérdida objetal. Un aspecto básico en esta definición es la noción de exigencia de -satisfacción perentoria de la carencia. 80 La satisfacción perentoria de la carencia implica la negación au- tomática de la misma y la correlativa posición omnipotente de un objeto o vínculo ideal ilimitadamente gratificante. Esta es la situa- ción de alucinación. No sólo evita la carencia sino también la pér- dida. La falla de la alucinación posibilita que comience la percepción. La situación depresiva básica se instala en esta percepción de la pérdida. La percepción de la carencia no es un fenómeno simple y directo. La percepción es el emergente de una relación dinámica (conflicto) entre la necesidad de resolver realmente la carencia y la necesidad de poseer perentoriamente el objeto. La percepción de la realidad incluye indisolublemente la carencia material y la pérdida vincular, y es la resultante natural de ellas. Ello determina que, en el teórico momento de la percepción de la carencia/pérdida, el objeto externo aquí es situacionalmente grati- ficante y frustrante a la vez, por lo tanto buscado y rechazado ambivalentemente. La noción de vínculo a cuatro vías de Pichón Riviére, señala la contradicción simultánea y coincidente que se experimenta o/y ex- terioriza como estado o situación caótica. En este modo particular de la organización del vínculo ambiva- lente a cuatro vías, el denominado objeto externo juega un papel fundamental. La magnitud o intensidad de esta situación caótica es amplia- mente variable desde lo virtual o imperceptible hasta lo traumático, pero en última instancia depende de la acción recíproca entre el grado de evolución del propio sujeto y lo externo en términos de monto de frustración o privación. A esto se llama situación depresiva básica, tomando en cuenta como prototípica la situación de duelo. El agregado de básica es indicador que se la debe considerar como punto de partida motiva- dor de la conducta tanto en la dimensión vertical (histórico-genéti- ca) como en la actual, mejor dicho situacional (Rosenthal). De acuerdo al nivel de evolución y organización del sujeto pue- den ser más claramente percibidos o indagados los componentes emocionales de la situación depresiva básica. Lo que inicialmente, al nacer, constituye una situación fenoménicamente traumática ex- perimentada, casi exclusivamente, a nivel corporal, que Pichón Ri- viére denominó Protodepresión, se presenta posteriormente con 81 los componentes coincidentes que integran el clima caótico o labe- ríntico de la ambivalencia, desesperación, dolor, culpa, soledad, persecución. En este estado caótico de la situación depresiva básica, la actitud del sujeto, la única posible, es la paralización o inmovilización, que Pichón considera expresión de la inhibición como defensa. Es aquí donde ubica la posición Patogenética (existencial). Eti- mológicamente generadora, aunque no obligatoriamente, de enfer- medad, de este estado surge una necesidad implícita inicialmente. Es la necesidad de salir del estado de confusión-paralización y de poder aprehender el objeto. En función de esta necesidad entran en actividad las técnicas instrumentales del Yo. • La noción de técnicas instrumentales le permitiría a Pichón con- cebir la idea de adaptación activa a la realidad, lo cual sería más difícil si pensamos ciertos comportamientos sólo como mecanismos de defensa. Estas técnicas instrumentales del Yo posibilitarían la salida de la posición caótica, pero en otros momentos, ya transfor- mados en mecanismos de defensa, no sirven para abrir sino para cerrar y consolidar dicha situación caótica. La noción de Pre-tarea, en la labor grupal, señala el momento en el cual el grupo estructura conductas defensivas para huir - para- lizarse - luchar - agredir - perseguirse - atacar - aislarse, como for- mas diferentes de no comprometerse en la tarea programada 24 . La utilización de las técnicas instrumentales del Yo son los recur- sos aplicados a la resolución de la situación patogenética cuyo nú- cleo existencial es la situación depresiva básica, con su conflicto de ambivalencia característico. Por lo tanto, las técnicas instrumentales tienen un triple funciona- miento y objetivo: a) defensa contra la confusión, es por ello que la disociación es la técnica de base, gracias a la cual el sujeto escinde, modifi- cando el clima caótico de la ambivalencia por otro ordenado de la divalencia. b) la comunicación: las técnicas instrumentales hacen posible la articulación operacional con el objeto externo, cuyo antece- dente prototípico es la que Freud denominó acción específica al comienzo de la vida post-natal. El objetó externo es buscado 24 Pichón Riviére, E., Bauleo, A.: "La noción de tarea en psiquiatría". Del psicoaná- lisis a la psicología social. I. II. Galerna, 1970. 82 (mensaje) como ayuda o aporte para la resolución de la situa- ción de carencia-pérdida. El objeto es así receptor o destinatario del mensaje basado en la necesidad de controlar miedos básicos y de reaprehender el objeto. c) aprendizaje: serían todas las tentativas alrededor de la aprehensión de la realidad. Los emergentes de la disociación o escisión se eligen y ubican en los objetos con los cuales el Yo del sujeto inicia un proceso de depositación. La depositación no es una actividad unidireccional y estática, por el contrario se conforma y está sujeta a las permanen- tes vicisitudes del vínculo entre sujeto depositante y sujeto deposi- tario, lo cual implica una interacción basada en las necesidades recíprocas de resolución de las respectivas situaciones depresivas básicas subyacentes. Este es el basamento esencial de la reestructuración de la asun- ción y adjudicación de roles como funciones psicosociales interde- pendientes. Es por esto que la teoría de los roles en Pichón Riviére tiene otros sentidos que en la versión de la sociología norteamerica- na. Los roles, en nuestra concepción se estructuran en función de los mecanismos de asunción y adjudicación, articulados con las fases del movimiento de depositación y teniendo en cuenta una vincula- ción entre mundo externo y mundo interno. Estados internos que se pueden exteriorizar, si se lo permite el grupo, o la interiorización de lo externo. La depositación corno resultante situacional del pro- ceso de interacción, es el fundamento dinámico de los roles que podrían ser definidos como funciones contextuales interdependien- tes25 . Estipuladas las bases de la "Teoría de la Enfermedad Única", resumiremos con las palabras de Pichón: "En la ecuación etiopato- génica de la neurosis y de la psicosis debemos considerar lo que acontece en el proceso del enfermarse y del recuperarse, durante la operación correctora con el psicoterapeuta, así como la repara- ción de los aspectos instrumentales del par aprendizaje/comunica- ción. "Esta perturbación con antecedentes constitucionales, es una es- tructura con vigencia en la posición depresiva del desarrollo, a la 25 Bauleo, A.: "Problemas de Psicología Grupal". Lo Grupal 1. Ed. Búsqueda. 83 que se vuelve (partiendo de la depresión desencadenante) en el proceso regresional". "La funcionalidad de este proceso debeser descripta en términos de volver al lugar donde las técnicas del Yo fueron eficaces, pero al inmovilizar y dificultar la estructura depre- siva la hizo rígida, repetitiva (estereotipo) quedando en forma la- tente, como posición básica". Esta estructura actuó como punto disposicional en un momento del desarrollo y, si bien los miedos básicos fueron controlados, quedó estancada (estacionaria) como estructura prototípica que constituye el núcleo patogenético del proceso del enfermarse. La otra depresión, la iatrogenética, sería el aspecto positivo de la operación psicoterapéutica, cuya unidad de trabajo está com- puesta por tres elementos: existente-interpretación-emergente. "Esta depresión sería resultado de la articulación de la integración del sujeto y sus proyectos en los cuales se incluye la finitud de la vida". "Con la depresión iatrogenética cerramos nuestro esquema de las cinco depresiones: protodepresión, del desarrollo, desencade- nante, regresional, iatrogenética. Ellas constituyen el núcleo básico del acontecer de la enfermedad y la curación" 26 . He desarrollado en extensión estas teorías de Pichón, utilizando también estudios que se han realizado sobre ellas, porque deseaba reafirmar la idea que la noción de grupo con la cual trabajamos, desde el inicio, no se ciñó solamente a un aspecto técnico. Si obser- vamos cuidadosamente, veremos que Freud es el soporte de esas teorías, y también podemos señalar la presencia de Abraham, Fe- renzci, M. Klein. Estos cuerpos nocionales nos permiten hoy reflexionar sobre la grupalidad, la socialidad y la individualidad. Son la retroterra para comenzar nuevos espirales dialécticos de pensamiento sobre los procesos del enfermarse y del tratamiento, las cuestiones en torno a la comunicáción, las problemáticas de la formación y de la trans- misión. Pero desde el inicio hasta ahora han pasado cuarenta años o más. Parte de las citas y de los emunciados antes explicitados se fueron desarrollando durante ese tiempo, veamos también algunas de las producciones que fueron extendiendo nuestras ideas alrededor de la problemática grupal. 26 Pichón Riviére, E.: "Una nueva problemática para la Psiquiatra". Ed. Nueva Vi- sión. 84 Un discípulo de Pichón, que estuvo con él en la primera experien- cia comunitaria de los grupos operativos en Rosario, el Dr. David Liberman, publica en 1962 un libro interesante y totalmente nove- doso sobre la posibilidad de establecer una Psicopatología psicoana- lítica en conexión con la teoría de la comunicación. Lo interesante de esta versión de la psicopatología es que ella se va organizando, por un lado, dentro del marco de la Escuela de Psiquiatría Dinámi- ca, en la cual Pichón Riviére era el director y Bleger, Liberman y Rolla, sus profesores centrales, y por otro lado cursos de Psiquiatría Psicoanalítica y del empleó de los grupos operativos para la ense- ñanza de la psiquiatría y del psicoanálisis27 . La revisión de la psicopatología nace como "cosa natural" a partir de establecer una teoría del vínculo. Es decir, la idea de "una grupalidad de la cual emerge un individuo" provoca una revuelta a la estructura que se ha dado a la psicopatología, y los cuadros clínicos deben ser apreciados en su multiplicidad causal y su plura- lidad fenoménica. Las ideas freudianas que enuncian que primero es una psicología social y luego una psicología individua1 28 , van significando que es sólo teniendo en cuenta una idea de colectivo (de socialidad sincré- tica dirá Bleger), de comunidad en la cual las relaciones son no-re- laciones, y que aparece como prolegómeno de cualquier individua- lidad (o individualizaciones) 29, 30 . No olvidemos que es también Bion que se coloca en esta línea cuando nos enuncia la "diferencia- ción de las personalidades psicóticas y no psicóticas" y "los ataques al vínculo" 31 . Es decir desde perspectivas y experiencias que giran alrededor de los grupos y los trabajos con pacientes psicóticos va surgiendo una idea de "aglutinación", de "sincretismo" que debería ser apre- ciada en toda concepción de la grupalidad. Una especie de grupali- dad, o de comunidad primitiva, en la cual lo colectivo o lo "social" se ubica como masa uniforme en la cual la diferenciación sería un esfuerzo para recortarse y establecer otra forma de vincularse (so- 27 Liberman, D.: "La comunicación en la terapéutica psicoanalítica". Ed. Eudeba. Buenos Aires ; 1962. 28 Freud, S.: "Psicología de las Masas y Análisis del Yo". Ed. Eudeba. Buenos Aires, 1956. 29 Bleger, J.: "El grupo como institución y el grupo en las instituciones" en Temas de Psicología. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971. 38 "Simbiosis y ambigüedad". Ed. Paidós. Buenos Aires, 1967. 31 Bion, W.: "Volviendo a pensar". Ed. Paidós. Buenos Aires, 1977. 85 cialidad e interacción según Bleger). Se inscribe en esta línea la interrogación sobre si esto sería un aspecto filogenético reactuali- zado en cada grupo y en cada individuo en grupo. Lo protomental de Bion se conjugaría con estas ideas. Para finalizar, podríamos decir que los grupos fueron utilizados por nosotros en diversos trabajos institucionales. Utilizando la ins- titución como medio terapéutico en el tratamiento de psicóticos y de borderlines, el núcleo de la labor terapéutica se centraba en las dificultades y conflictos (internos y externos), en el vínculo estable- cido entre un grupo (el equipo) y otro grupo (el de usuarios y pacientes)32 . La noción de emergente grupal nos proporciona, por momentos los indicios de por dónde circula el trazo del proceso terapéutico, y los sentidos que éste adopta, sea para los pacientes, sea para los terapeutas33 . Es decir, que no solamente las manifestaciones expuestas sino también los lazos latentes o inconscientes van desenvolviéndose y se nos aparecen a través de las expresiones verbales, gestuales, escénicas, que van rotando en torno al observador. Se trata, como en el cine, de rodar de otra manera la historia grupal que estuvo implicada en nuestra vida cotidiana. Juego de naipes con las fotos de familia, de amigos, de compañeros de la escuela, de camaradas de la política, de colegas, etc., etc., etc. Es por ello que en la Psiquiatría vista por el prisma de los grupos no se distingue terapia de aprendizaje. Los tratamientos como los aprendizajes son "efectos" de los grupos que están en relación en todo vínculo grupal, institucional. En la Psiquiatría de Territorio, como les gusta decir a los italia- nos, los grupos emergen como soporte natural del dispositivo inter- medio entre la institución y la comunidad. Ellos ofrecen el "hol- ding" (Winnicott) y el "continente" (Bion) necesario para la labor terapéutica y la elaboración "in situ" de la conflictividad de los individuos. Es difícil imaginar sea un trabajo ambulatorio, sea en un servicio como en una visita domiciliaria, sin una idea de grupo. Nuestro trabajo actual se centra sobre estas cuestiones. Pero a su vez, entrelazado con esto aparece en toda su magnitud 32 Bauleo, A.; Duro, J.C. y Vignale, R.: "La idea y la práctica de los corredores terapéuticos" en Notas de Psicología y Psiquiatría Social. Ed. Atuel, Buenos Aires, 1988. " Bauleo, A. Contrainstitución y grupo. 2a Edición. Ed. Atuel. Buenos Aires, 1989. 86 la idea basagliana del cierre de los manicomios; entonces los grupos mostraron no sólo la posibilidad de hacerlo, sino también las resis- tencias a realizarlo sea de parte de los pacientes pero sobre todo del personal sanitario. Creo haber dado una imagen del vínculo que se va desarrollando entre concepción operativa de los grupos y la psiquiatría. El vínculo tiene poco tiempo, esperamos mucho más de éi. 87 Page 1 Page 2 Page 3 Page 4 Page 5 Page 6 Page 7 Page 8 Page 9 Page 10 Page 11
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