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Ann T Ryan - The Godfather_s Lover

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La distribución de esta traducción queda prohibida sin la 
previa aprobación de la Administradora de “El Mundo de 
la Luna Roja”, y de sus traductores y correctoras. 
 
Esta obra posee CONTENIDO HOMOERÓTICO, es decir tiene 
escenas sexuales explicitas de M/M. 
 
 
 
 
 
Apoyemos a los autores que nos brindan entretenimiento y 
fomentan nuestra imaginación comprando sus libros. 
 
 
 
 
 
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Chris estaba frente a la ventana, observando a su amigo alejarse de la casa. 
Tim se volvió para mirar hacia arriba directamente a él, agitando su pequeña 
mano, sonriéndole ampliamente antes de meterse en el coche con su nueva 
familia. Cuando Chris comenzó a agitar las manos de regreso, el coche ya 
estaba acelerando, hacia el camino de acceso, pasando velozmente los 
portones. Repentinamente sintió el deseo de echar a correr y alcanzar el 
vehículo. Necesitaba decirle adiós a Tim, una vez más, una última vez. 
Porque todas las promesas que le hacían, nunca las cumplían, todos le 
prometían regresar a visitarlo y nunca lo hacían. Así que, como 
probablemente iba a ser su último a dios, necesitaba que Tim supiera que 
para él era como el hermano menor que nunca tuvo. 
Chris salió del dormitorio que había compartido con Tim, dando un patinazo 
a lo largo del corredor, bajó corriendo por las escaleras de madera, abriendo 
la puerta para continuar bajando hacia los portones de entrada. El coche ya 
no estaba a la vista, pero Chris continuó corriendo y corriendo. Sus pulmones 
se sentían como si fuesen a explotar, y los músculos de sus piernas dolían 
como el demonio, pero continuó corriendo y corriendo, lo único que 
consiguió pararlo en seco, fueron los grandes portones. Sus palmas 
 
 
 
 
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sudorosas agarraron las verjas de hierro mientras se dejaba caer al suelo. 
Chris sintió deslizar unas gotas húmedas por sus mejillas, percatándose de 
que lloraba. ¿Cómo no iba a llorar si sentía su corazón desgarrado? 
Chris no supo cuánto tiempo estuvo sentado sobre el duro suelo. Sus 
lágrimas se habían secado y su cuerpo estaba frío debido al viento 
borrascoso. Sintió una mano caliente en su hombro Había notado la 
presencia de alguien junto a él durante un rato, miró hacía arriba y descubrió 
al padre Marcus en cuclillas junto a él, sus ojos llenos de simpatía y 
comprensión. 
—Regresará, Chris —dijo el padre Marcus calmadamente. 
—No, ellos le acogieron, Padre —carraspeó Chris, con voz un poco ronca—. 
Y, ¿los sacerdotes deben mentir? 
—No te estoy mintiendo —dijo el Padre Marcus, sonriendo amablemente—. 
Siempre hay esperanzas de que regresen a visitarnos. 
—Nunca regresan, Padre. No lo han hecho Amy, Lucas, ni Dave y tampoco lo 
hará Tim. Nadie regresa. 
—Oh, Chris —dijo tristemente el padre Marcus antes de envolverlo en sus 
brazos—. Un día, alguien vendrá a por ti. 
—No diga gilipolleces, Padre —dijo Chris. 
—¿Que te dije acerca de usar palabrotas? —dijo el padre Marcus arqueando 
una de sus cejas. 
—Que no las utilices a menos que sea realmente necesario y no hasta que 
tenga por lo menos doce años —repitió Chris secamente. Esa era una de las 
cosas que le gustaba acerca del Padre Marcus, no era ultraconservador como 
algunos otros sacerdotes que había conocido. 
—¿Y tienes doce, Chris? 
 
 
 
 
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—Los tendré en un año —dijo Chris tercamente. 
—Entonces espera un año más. No te matará —Bromeó el padre Marcus. 
—Todavía estaré aquí un año más, me criaré a aquí —dijo Chris a sabiendas. 
—Oh, Chris. 
—No tiene que estar triste por mí. Sé que nadie me quiere. Siempre escogen 
a alguien más con quien ir a casa. No soy joven como Amy o lindo como Tim 
o… 
—Eres especial, Chris. Y un día alguien verá eso. Confía en mí —dijo 
firmemente el padre Marcus—. Un día tendrás una familia. 
Chris se encogió de hombros. Sabía que no dejaría el orfanato hasta que 
pudiera cuidar de sí mismo a los ojos de la ley. Había algo mal con él, que 
ocasionaba que no se fijaran en él. Tal vez fuera la tristeza que siempre había 
sentido, muy adentro. Chris comenzó a disimular desde ese mismo día. Su 
sonrisa pequeña y tímida se ampliaba, mostrándola más seguida. Hablaba 
más e hizo nuevos amigos. Fingió ser feliz, cuando no se sentía así por 
dentro. Sólo el Padre Marcus sabía que disimulaba y se sentía triste cada vez 
que observaba a Chris intentar tan duro ser alguien que no era. 
Pero fingir que era feliz, aún no convertía a Chris en un candidato de primera 
calidad para la adopción por una familia cariñosa. Cuando otra pareja de 
casados sin hijos hizo una visita al orfanato, escogieron a Suzie en lugar de a 
él, con sus rizos de oro y sonrisa brillante y alegre. 
—Simplemente se tú mismo, Chris —le había dicho el padre Marcus, 
palmeándole balsámicamente el dorso, y se marchó dando media vuelta sin 
oír la respuesta de Chris. 
—¿Qué ocurre si ser uno mismo no es bastante bueno? —pronunció Chris 
con un medio susurro sin dejar rastro. 
 
 
 
 
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 **** 
Jarod caminó hacia el ataúd abierto para dar sus últimos respetos. Llevaba 
puesto su mejor traje, el único que su madre pudo comprarle, a ella le 
encanta vérselo puesto decía que le resaltaba el color de sus bellos ojos. 
Mientras miraba la cara serena que le saludaba desde dentro del Ataúd, se 
preguntó si su madre todavía lo podría ver ahora, con sus ojos cerrados. 
Sintió un sollozo intentando escapar de su pecho y aspiró profundamente 
antes de que saliera. Su padre le había dicho que los verdaderos hombres no 
lloraban. 
—Tu madre está muerta, Jarod —le había dicho su padre, sin ninguna 
emoción en su voz. 
—¿Qué… que? —había lloriqueado Jarod, en medio de la confusión y la 
desaprobación. 
—¿No me escuchaste? Ella está muerta. Duró más tiempo de lo que espere, 
de cualquier manera. Era demasiado débil para este mundo. Al menos me 
dio a ti antes de que muriese. 
Jarod se había quedado paralizado mientras las noticias de la muerte de su 
madre le abrumaban. Miró a su padre, quien se veía más molesto por 
cualquier otra cosa que por la muerte de su esposa. Y de pronto, quiso darle 
un gran puñetazo a la cara con expresión burlesca y desdeñosa de su padre. 
Pero no lo hizo. Era muy listo por no hacerlo. En lugar de eso apretó sus 
puños y preguntó—: ¿Cómo? 
—Se cortó las venas de sus muñecas —contestó brutalmente su padre, sin 
importándole que se lo decía a su joven hijo—. Era débil, que quieres que 
diga. Tienes que ser más fuerte que eso para sobrevivir en este mundo. 
Jarod no sabía exactamente por qué se casaron sus padres, si lo hicieron por 
amor o no, o si el amor se había acabado cuando Jarod vino al mundo. Su 
madre lo había querido de todo corazón, había intentado protegerlo de la 
 
 
 
 
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vida cruel que su padre dirigía. Su padre odiaba eso, la había odiado. Y Jarod 
siempre había estado entre ellos. 
Las dos personas a las que debía amar más que nada en el mundo. Bueno, al 
menos la mitad de eso se cumplió. La otra mitad dejó de cumplirse cuando 
vio a su padre dándolegolpes a su madre dejándola amoratada y 
melancólica por haberlo desobedecido. Jarod más tarde supo que no era la 
primera vez que había ocurrido. 
Todo el abuso, físico, oral, y mental, que su padre le había lanzado a su 
madre, finalmente había alcanzado su límite, dando como resultado su 
muerte. 
Jarod estaba fuertemente enojado con su padre en ese momento, pero lo 
que verdaderamente le oprimió, fue la desesperación por ver que la última 
persona que le amó había muerto. Al percatarse de ello, Jarod comenzó a 
llorar. Su padre le gritó antes de caminar a grandes pasos hacia él, dándole 
una dura cachetada, sacudiéndolo como una muñeca de trapo. 
—¡Los verdaderos hombres no lloran, eres mi hijo, Jarod! ¡Recuerda eso! 
Ningún Greene alguna vez lloró. Y mejor no empieces con esa mierda. Me 
comprendes, ¿hijo? ¡Deja de joder con el llanto! ¿O es por que eres débil, 
chico? ¿Eres débil, como lo era la perra de tu madre si esa hija de puta de tu 
mamá? —La saliva de su padre aterrizó en su cara mientras le gritaba. 
Las lágrimas de Jarod se detuvieron en ese mismo momento. Miró de frente 
a su padre y asintió con la cabeza. Un día su padre pagaría por todas las 
cosas que le había hecho a su madre. Un día el hombre pagaría por causarle 
su muerte. Jarod se calló, mordiéndose la lengua para contener las rudas 
palabras que querían liberarse de su boca. En lugar de eso se limpio sus 
lágrimas y dijo—: ¿Puedo irme ahora, padre? 
Jarod de diez años de edad nunca lloró otra vez. No lloró cuando miró al 
cuerpo de su madre descansar sobre unas sabanas blancas cremosas de raso 
 
 
 
 
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en un ataúd. No lloró cuando observo como bajaban el ataúd de su madre a 
seis pies bajo tierra. No lloró. Ni ese día, ni cualquier otro después de eso. 
A fin de cuentas, un verdadero hombre nunca lloraba. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Jarod sujetaba al hombre llorón con un agarre mordaz, castigador, alrededor 
de su cuello, contra la pared de ladrillo. 
—Ahora contéstame, ¿qué te dije que pasaría si me traicionabas, Carlos? —
El hombre lloriqueó como respuesta. Jarod tiró de él hacia adelante antes de 
golpearlo duro y ruidosamente contra la pared otra vez—. ¿Qué mierda te 
dije, Carlos, o se te olvido? —La voz de Jarod era más calmada. Sus hombres 
alrededor de él cambiaron de posición con inquietud. Sabían que con Jarod, 
mientras más alto hablara mejor era. Si gritaba quería decir que tenías más 
posibilidades de vivir. Pero cuando la voz de Jarod bajaba de tono, algo muy 
malo iba a suceder. Jarod era como una cobra a punto de atacar, y sus 
hombres estaban agradecidos de no ser el blanco de esos ojos grises 
metálicos, ojos de acero. 
Jarod olió algo acre en el aire y observó la húmeda mancha en los pantalones 
del hombre. —Maldita perra. Sera mejor que no tenga nada de tu pis en mí. 
O me aseguraré que tengas una muerte dolorosa. —El hombre comenzó a 
temblar con fuerza, sus ojos abiertos con aprensión—. Deberías saber que es 
mejor no entrometerse conmigo, Carlos. Mi Ciudad, mis reglas. Conocías eso. 
 
 
 
 
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¿Ahora por qué querías joder con eso, huh? Simplemente por más dinero. 
¿Es ese el precio de tu vida? O cualquiera de… 
Jarod oyó la puerta trasera del club abrirse y cerrarse de un golpe, cuando un 
desconocido tropezó fuera en el callejón. Hizo una pausa, haciendo señales a 
sus hombres para que acercaran al hombre. Sería muy mala suerte, el tener 
que lidiar con un posible testigo potencial para el FBI. No es que no pudiera 
resolverlo con sobornos y amenazas de muerte. Sin embargo algunos no 
escuchaban. 
Jarod prefería mantener sus manos limpias en estos días. Intentaba no matar 
a la gente que no estuviera en la cima de su lista de tareas como jefe de la 
mafia. 
Sus hombres arrastraron al hombre hacia la luz tenue, y Jarod fue capaz de 
ver su rostro. Además de ser evidente su estado de ebriedad, o en camino de 
ella, el hombre era de su tipo. Más pequeño que él, con un cuerpo atractivo 
y una cara igualmente hermosa. Con ojos grandes, glaseados, de color café 
que le contemplaban con curiosidad, acompañado de una boca esponjosa, 
de color rosa que imploraba ser besada. La polla de Jarod tembló en sus 
pantalones. Suspiró, sabiendo que su negocio con Carlos había terminado. 
Tenía que atender otro asunto ahora. 
—Ya trataré con Carlos —dijo Jarod a sus hombres, sin apartar sus ojos del 
chico. 
—¿Y qué hacemos con él, Jefe? —preguntó Joe, con los ojos en el hombre 
ebrio que sostenía con un brazo. 
—Déjamelo a mí —dijo Jarod, mientras alcanzaba al chico, evitando que 
cayera de bruces contra al suelo, cuando su hombre lo soltó. 
—Entonces nos encargamos nosotros de Carlos, Jefe —dijo Mike, esperando 
a que Jarod le diera una confirmación. 
 
 
 
 
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Jarod hizo un gesto con su mano libre y esperó a que sus hombres se 
retiraran. Pero Mike estaba todavía allí, probablemente, sonriendo. —Déjalo 
estar, Mike. Y es mejor que no estés sonriendo. 
Mike soltó un bufido. —Es de tu tipo, no es así, Jefe —No era una pregunta. 
Mike sabía perfectamente el tipo de hombre que le gustaba a Jarod. 
—¿Vas a salir, o quieres verme follar con él contra la pared? Porque yo estoy 
bien con eso. —Jarod hizo ademán de abrir la cremallera de sus pantalones, 
riéndose ahogadamente cuando oyó el ruido de los pasos de Mike 
desvanecerse rápidamente en la distancia... 
—¿Realmente me vas a joder contra la pared? —la voz sonó borrosa, pero 
Jarod podía ver como los ojos del hombre no estaban tan vidriados como 
antes. 
—¿Lo quieres? —preguntó Jarod, inclinándose hacia adelante para saborear 
los labios que tanto le tentaban. Se lamió el labio inferior por breves 
segundos, haciendo al hombre gemir y contorsionarse contra él—. Ni 
siquiera te he besado aún —señaló Jarod entre risas. 
—Bésame —dijo el hombre, mordiéndose el labio inferior tentadoramente. 
Jarod separó los labios brillantes por su saliva, empujando su lengua en él, 
tomándose su tiempo para explorar el interior de la cavidad húmeda y 
caliente. 
El hombre sabía a cerveza con un ligero toque de menta. No había sabor 
persistente de cigarrillos, lo cual era bueno porque Jarod odiaba el olor y el 
sabor de los hombres que fumaban. Pero no lo suficiente, como para no 
follarlos, si eran tan lindos como el que tenía en sus brazos en estos 
momentos. 
El hombre gimió más fuerte cuando Jarod comenzó a rozar su palpitante 
polla contra el endurecimiento del hombre. Jarod liberó los labios del 
 
 
 
 
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hombre, y empezó a chupar sobre el pedazo de piel expuesta encima de su 
cuello. 
—Fóllame… por favor, fóllame —suplicó el hombre, mientras golpeaba sus 
caderas hacia delante. 
Jarod apretó los dientes, preguntándose que tenía ese hombre que le hacia 
perder el control tan rápido. Buscó en sus bolsillos, el lubricante y el condón 
que sabía que estaban allí. Jarod nunca fue un Boy Scout, pero siempre 
estaba preparado. Que se le iba a hacer, si tenía la libido alta. 
—Si puedes apoyarte por ti mismo, contra la pared, entonces te follaré —
dijo Jarod. Podría tener alta la libido, pero no jodía con hombres que estaban 
demasiado borrachos para apreciar cuán grande era su polla. 
—No estoy tan borracho, sabes —dijo el hombre, soltando los brazos que se 
habían engarzado al cuello de Jarod, distanciándose de él, exhaló un suspiro. 
Jarod podía ver el contorno de la dura polla del hombreestirando la 
bragueta del pantalón que llevaba puesto. —Mierda, será mejor que quieras 
esto. 
—Oh, yo lo quiero —dijo el hombre, humedeciéndose los labios antes de 
palmear su polla con un movimiento lento y circular. 
La polla de Jarod se puso aún más dura, aumentando su incomodidad al 
estar limitado en los pantalones que, de pronto, se sentían demasiado 
apretados. Desabrochándoselos, Jarod tomó su polla dura y palpitante de 
sus pantalones y de los calzoncillos negros que llevaba. Rompió el envoltorio 
de aluminio, abriéndolo con los dientes, antes de enrollar el condón en su 
polla. Rasgando un sobre de lubricante, lo apretó saliendo un líquido que 
deslizó hasta su longitud hinchada, antes de extenderlo a su alrededor. 
El hombre agarró el sobre de lubricante de la mano de Jarod, mientras que, 
con su otra mano, abría la cremallera de sus pantalones. Jarod observó como 
 
 
 
 
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la polla expuesta del hombre se balanceaba de arriba abajo en el aire. Los 
pantalones del hombre y sus calzoncillos estaban ahora alrededor de sus 
rodillas cuando introdujo sus dedos lubricados en su ano. La garganta de 
Jarod se secó, al ver como el hombre arqueaba su cuello por el placer, su 
polla se agrandó más y se ponía más dura, contra su estómago. 
—Joder —Jarod empujó los pantalones del hombre hasta los tobillos—. 
Levanta tus piernas un poco, bebé, vamos, necesito quitarte estos 
pantalones —intentó persuadirlo con ruegos. Alzó las piernas del hombre, 
envolviéndolas alrededor de su cintura antes de ahuecar su tenso culo—. No 
puedo esperar, date prisa —gimió Jarod. 
El hombre se limitó a mirarlo, insertando otro dedo, estirándose a sí mismo. 
Cuando el hombre cabeceó ligeramente, Jarod empujó su polla gruesa en el 
agujero estrecho y cálido. El hombre lo golpeó fuerte en el pecho. —Más 
despacio —dijo apretando fuertemente los dientes. 
—Lo siento —logró murmurar Jarod. Se movió un centímetro en el canal y 
fue recompensado con un gemido necesitado del hombre. Se introdujo aún 
más profundo, un poco más, dejando deslizar su polla a través del anillo de 
nervios—. Mierda, mierda, mierda —maldijo el hombre cuando empujó en 
él, una y otra vez, más y más rápido. Sus manos estaban arañándolo, 
clavándole las uñas en la espalda de Jarod, habrían dejado marcas de no ser 
por la chaqueta que llevaba puesta. 
El hombre hizo un sonido de lamento, contrayendo aún más su agujero 
alrededor de la polla rígida, cuando se vino, derramando su semilla en 
chorros densos y calientes. Las bolas de Jarod se tensaron antes de que 
bombeara más rápido, explotando su liberación en el hombre, mientras 
gruñía fuertemente. 
Jarod tomó conciencia de su entorno y lo que había hecho con un extraño, 
unos instantes después. No había perdido el control de su libido así desde 
que era adolescente. 
 
 
 
 
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La frente sudorosa del hombre descansaba sobre el hombro de Jarod, sus 
piernas estaban ahora envueltas alrededor de sus caderas. Sus manos 
colgaban débilmente alrededor de su cuello. Con el peso del hombre en sus 
brazos, Jarod se preguntó, como todavía podía estar de pie, sobre todo 
después de un orgasmo que hizo que sus rodillas se sintieran débiles. Se 
movió, dejando deslizar la flácida polla del hombre, que gimió en voz baja 
cuando lo hizo. 
El hombre levantó la cabeza, tenía la cara enrojecida por la excitación, sus 
labios hinchados de color rojo, Jarod sintió la necesidad de follarlo contra la 
pared nuevamente. Apartó las piernas del hombre de su cintura, antes de 
que estuviese aún más tentado de hacerlo, permitiendo al hombre 
estabilizarse antes de apartar sus brazos de su cintura. 
—Tú…—Jarod tosió, aclarándose la voz áspera—. ¿Estás bien? 
El hombre asintió débilmente con la cabeza, en respuesta. Antes de que 
Jarod pudiese preguntarle su nombre al hombre, escuchó a uno de sus 
hombres aclararse la garganta a unos metros de distancia. Probablemente 
era Mike, lo que indicaba que sus hombres habían esperado todo el tiempo 
que podían. Sólo Mike tenía la osadía de hacer eso. Por otra parte, Mike lo 
conocía desde la infancia, antes de que se convirtiera en el padrino de Los 
Ángeles, como algunos lo llamaba. 
Jarod tomó su flácido eje, todavía pegajoso por su liberación, y lo metió 
dentro de sus calzoncillos. Echó una mirada al hombre silencioso, que seguía 
mirándolo fijamente, todavía desnudo de cintura para abajo. El espectáculo 
era demasiado tentador. Jarod interiormente gimió cuando su polla se 
crispó. Curvándose en sus rodillas, levantó los calzoncillos del hombre 
conjuntamente con sus pantalones, cerrando la cremallera con un 
movimiento rápido. 
—Jefe, ¡tenemos que irnos! —gritó Mike. 
 
 
 
 
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—¡Estaré justo ahí! —gruñó de regreso—. A la mierda —murmuró en voz 
baja. Desenrolló el preservativo, atándolo rápidamente y se lo metió en el 
bolsillo. El otro hombre enarcó una ceja. 
—Voy a deshacerme de él más tarde, o ¿prefieres guardarlo? —preguntó 
Jarod a la defensiva cerrando la cremallera de sus pantalones, haciendo una 
mueca al ver las manchas de semen en la camisa. 
—¿Tienes que irte? —preguntó el hombre en vez de contestarle. 
—Sí. Pero voy a verte de nuevo —prometió Jarod. 
—Oh, definitivamente. —El hombre sonrió con complicidad—. Por supuesto 
que sí. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Jarod se sirvió un vaso de té verde helado cuando el último de sus hombres 
salió de la habitación. 
El sabor ligeramente amargo del té explotó en su lengua, dejándole sentirse 
renovado. Funcionaba mejor para él que el whisky, bebida que sus hombres 
asumían que era su favorita. 
Los dejó pensar que su jefe era un hombre al borde de un colapso renal en 
lugar de un hombre con prácticas saludables. 
Para sus hombres, era más “varonil” para un capo de la Mafia comportarse 
de cierta forma. 
Así que no iluminó a sus hombres sobre los beneficios de beber té verde, 
algo que había aprendido hace mucho tiempo del líder, Yakuza Shibuya. 
—¿Hoy no estabas allí ,estabas ausente? 
Jarod suspiró. —¿Qué quieres decir con eso, Mike? Ha sido un largo día. 
Mike le miró fijamente. —No estabas en tus cabales hoy. 
—Algunas veces no sé si debería preocuparme, que me conozcas tan bien. 
—¿Qué es lo que te molesta? —preguntó Mike, preocupado. 
 
 
 
 
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Jarod se quedó en silencio. 
—Has estado distraído desde el problema con Carlos. Me pareció que el 
tema había quedado resuelto. La venta de… —Los ojos de Mike se abrieron 
cuando su mente comprendió lo que ocurría—. No es por Carlos, ¿verdad? 
Es por aquel hombre. 
—Tú me conoces, Mike. No dejo que mi polla controle mi mente, no importa 
lo bueno que sea un…. O lo que sea —dijo Jarod, sólo medio en broma. Mike 
soltó un bufido de risa antes de decir seriamente—: Lo sé, pero no puedes 
distraerte con un niño en estos momentos. No con todos esos idiotas, de 
todas partes, tratando de hacerse cargo de tu lugar. 
—¿No me oíste, antes? —contestó Jarod con severidad. Mike podría ser un 
viejo amigo, pero todavía estaba bajo sus órdenes. 
—Ya te he oído, Jefe —respondió Mike—. Pero este es mi consejo para ti 
como un amigo, sácalo de tu sistema. 
Jarod pensó por unos momentos antes de tomar su decisión. —¿Encuentra 
información sobre él? —Era conveniente poner un nombre a la molesta 
persona que había sido, y era, la cosa más importante en sus pensamientos. 
No importaba lo borracho que el hombre parecíaestar ese día, era un cabo 
suelto que Jarod tenía que atar. Y si en el camino se encontraba con el chico 
adecuado, nadie podría juzgarlo por conseguir un chico juguete nuevo. 
—Todavía estamos recopilando información —dijo Mike antes de 
preguntar—: ¿Estás pensando en remplazar a Brian, ¿no? Por el puto ese 
—Brian es mi problema, no el tuyo. 
—¿No puedes tomar al hombre y mantener a Brian? —preguntó Mike. 
—¿Desde cuándo me cuestionas? 
 
 
 
 
18 
—Te cuestiono todo el tiempo, Jefe. Brian ha estado contigo por un largo 
tiempo. 
—Y últimamente ha estado pidiendo más. 
—Es sobrino de Moretti. Podría traer repercusiones. ¿Te advertí cuando 
quisiste al chico? Y me prometiste que estaría bien. 
—Lo hice. Y somos más fuertes ahora, más que antes. 
—Está bien, te voy a conseguir sus datos. Pero ten cuidado, con Brian. 
—¿Desde cuándo no lo he tenido? 
—¿Desde que tienes relaciones sexuales en callejones de clubes, aún si los 
clubes son exclusivos? 
—Consígueme la información del hombre, Mike —dijo Jarod, su tono de voz 
indicaba que la conversación se había acabado. 
Mike asintió con la cabeza antes de dejar a Jarod con sus pensamientos. 
 *** 
A Mike le tomó sólo tres días terminar de recabar toda la información sobre 
el hombre al que Jarod había jodido en el callejón trasero. Contempló a 
Mike, quien había colocado una carpeta delante de él, encima de los 
documentos que él estudiaba atentamente. Arqueó una ceja en forma 
interrogativa a su amigo. 
—Querías información sobre el hombre. Aquí la tienes. Toda, justo ahí. 
—¿Completo? 
Mike suspiró. —Mira, hombre. No voy a decirte lo que pienso, nada más 
aconsejarte que tomes tu decisión cuidadosamente en este caso, ¿sí? 
—Huh ¿tan malo? —le preguntó Jarod irónicamente. 
 
 
 
 
19 
—Es del FBI, Jarod. 
—¿Qué? —con todas las cosas que Jarod había pensado, esta no era ninguna 
de ellas. 
—Bueno, técnicamente es sólo miembro de uno de los eslabones más 
bajos... un interno de tecnología de la información. Sin embargo, todavía 
tienes que tener cuidado. 
Ahora, esa información jodía enormemente los planes que Jarod tenía para 
el hombre. Sabía que el FBI había estado investigando su clan desde hacia 
años, con ganas de poner a su padre, y ahora a él, detrás de las rejas. 
Le pasó por la cabeza que el hombre podría haber sido enviado para causar 
su caída .Después de todo, Jarod no mantenía en secreto, su debilidad por 
los hombres bonitos. Pero cuando recordó la cara desvergonzada y despierta 
con ojos de gacela que no parecían ocultar nada, apartó a la fuerza el 
pensamiento fugaz de su mente. 
—Me tomo un descanso esta noche. 
Mike asintió con la cabeza. —¿Necesitas a los muchachos habituales 
contigo? 
—Sólo a dos, Mike. Voy a ir a Pulso esta noche. 
—Informaré a Jeff —dijo Miguel. Jeff Chang era el director de Pulso, uno de 
los muchos clubes nocturnos propiedad de Jarod. Su seguridad en uno de sus 
clubes era mayor que en cualquier otro lugar. 
—¿No has mirado el archivo? 
Jarod miró el archivo que tenía en su mano. Miró las fotos del hombre de 
pelo castaño al que ahora podía poner nombre, Chris Wilkinson. Cerró el 
archivo con firmeza y dijo—: lo veré más tarde. 
 *** 
 
 
 
 
20 
Pulso era el club de moda entre la gente joven gay. Tenías que estar dentro 
de un cierto rango de edad para entrar en Pulso. Era un lugar para jóvenes 
profesionales que querían desconectar de sus trabajos y divertirse. También 
debías ser condenadamente atractivo. Los guardias que estaban en la 
entrada se aseguraban de ello. 
No era que Jarod discriminara por edad o por físico. Pero cada uno de sus 
clubes estaba destinado a un determinado grupo de edad y a personas con 
determinadas características. La única regla que se aplicaba a todos los 
clubes era la especialización de su clientela. 
Jarod era un astuto hombre de negocios. Sabía lo que la gente pensaba y 
quería, a menudo les facilitaba cumplir sus fantasías y, a cambio, conseguía 
su dinero. La gente, generalmente estaba dispuesta a gastar más dinero en 
los lugares en los que creían que eran especiales. 
Cuando la entrada en clubes era limitada a sólo ciertas personas, más 
personas intentaban entrar, lo cual significaba más dinero. Pero otra regla 
que Jarod había aprendido, casi desde el principio, era no ser codicioso. Así 
que el número de personas permitidas en Pulso era limitado. De hecho, 
tenían un límite todos los días. 
Mike se había reído y había estado en desacuerdo con la regla de 
exclusividad, una vez. Había comentado que podría ganar más dinero si más 
personas eran permitidas. Jarod simplemente había contestado—: Si se le 
permite entrar a más gente, sería igual a cualquier otro club de la ciudad. Y 
las ganancias sólo se mejorarían por un período breve. —Le mostró a Mike 
los libros de contabilidad de uno de los clubes que había operado durante 
casi diez años, y Mike nunca más le volvió a cuestionar temas de negocios. 
El gorila en la entrada, Sam, saludo con la cabeza y abrió la puerta, 
respetuosamente, cuando vio venir a Jarod. 
 
 
 
 
21 
—¿Cómo va la noche, Sam? —preguntó Jarod. Esa era otra cosa que había 
aprendido con el tiempo, era importante ganarse el respeto de los hombres 
que trabajaban para él, empezando por conocer sus nombres, de esa 
manera conseguía su lealtad. Su padre había aprendido eso de la forma más 
difícil. Él no cometería el mismo error. 
—Realmente bien, Jefe. Mucha gente ha intentado entrar hoy. —Sam hizo 
un gesto hacia la larga fila detrás de Jarod—. Eso es bueno. Gracias por el 
trabajo duro, Sam. 
Jarod pudo ver el comienzo de un rubor en la cara de Sam antes de que lo 
mantuviera bajo control. Sam carraspeó antes de decir—: Um, sí, que pase 
un buen rato, Jefe. 
—Lo haré. 
 *** 
Jarod estaba en el segundo piso, en una exclusiva habitación para su uso 
personal, contaba con una gran ventana desde donde podía observar a la 
masa bailando, con sus cuerpos sudorosos en la pista de baile. Estudió al 
conjunto de imponentes hombres delante de él. Algunos de los hombres 
habían mirado hacia arriba, hacía donde estaba él de pie. No tenia duda de 
que ninguno de ellos podía verlo allí, pero debía haberse difundido que 
estaba allí esa noche. 
Jarod era consciente de su reputación. La mayoría lo conocía como el dueño 
del club. Algunos incluso lo conocían como el jefe de la mafia, que 
predominaba en California. Cualquiera de esos hechos por sí solos lo hacían 
muy atractivo. Poder y riqueza eran un fuerte afrodisíaco para algunos 
hombres. 
El hecho de que Jarod combinara la apariencia de su madre y el intelecto de 
su padre lo hacían aún más peligrosamente atractivo. Sabia que algunos 
consideraban un privilegio ser follado por él, y otros querían ser uno de los 
 
 
 
 
22 
hombres de su propiedad Lástima que sólo tomara un amante a la vez, 
incluso si se follaba algún otro, de vez en cuando. 
—¿Alguien que le interese, Jefe? —preguntó Jeff. Jarod al azar señaló a un 
chico lindo, de pelo castaño que estaba rozando sus caderas contra otro 
hombre. Jeff asintió con la cabeza antes de irse. Jarod continuó observando 
al hombre que había escogido. Uno de los hombres de Jeff estaba hablando 
con él ahora. 
El hombre de pelo castaño miró hacia arriba, casi directamente a él, y supo 
que iba a decirque sí. El hombre tenía la opción de rechazarlo, si así lo 
deseaba, pero los compañeros de cama que Jarod elegía, rara vez lo 
rechazaban. El hombre dejó a su disgustado socio en la pista de baile y 
caminó hacía la escalera de caracol que conducía a su habitación. Jarod 
presionó el botón al lado de la ventana para que bajaran las persianas antes 
de sentarse en el sofá de cuero negro, a la espera de que el jovencito llegara. 
 *** 
—¡Mierda! —maldijo el chico bajo la autoridad de Jarod, cuando este golpeó 
duramente su gruesa longitud repetidamente en él. Las piernas del chico 
estaban sobre sus hombros y las manos entrelazadas alrededor del cuello de 
Jarod. 
Cuando el hombre se corrió con fuerza en el condón que le hizo ponerse, 
porque no quería que le arruinara su camisa, Jarod se vino también, soltando 
un gruñido fuerte, ocultando el nombre que casi se escapa de sus labios. 
Cuando miró por encima del hombro al joven que lo miraba con ojos 
vidriosos, se dio cuenta de que podía tener el pelo de Chris, pero no se 
parecían en nada más en absoluto. Se quitó el preservativo que llevaba 
puesto, atándolo antes de tirarlo a una papelera cercana. 
Cerrando la cremallera de sus pantalones, Jarod empezó a salir del cuarto. Se 
volvió, para echar un vistazo al hombre aturdido, sus piernas todavía estaban 
 
 
 
 
23 
tiradas sobre el sofá. Cerró la puerta y dio instrucciones a su hombre que 
esperaba afuera. —Cuida de él. 
—Sí, Jefe. 
Jarod dejó Pulso, sabiendo que el hombre sería atendido. Su hombre se 
encargaría de que el jovencito tuviera una entrada de ‘cortesía’ para 
pertenecer a otro de sus clubes exclusivos. 
Jarod había llegado al club con la esperanza de poder sacar a Chris de sus 
pensamientos, sólo para tener imágenes de él invadiendo su mente durante 
los últimos momentos del orgasmo con el jovencito. 
Decidido, ahora tenía que hacer su camino a ver a alguien más. 
—Dónde, ¿Jefe? —le preguntó, Lee, su chofer. 
—Donde Brian, Lee. 
—De acuerdo, Jefe. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Brian le saludó en la puerta, con una sonrisa en su rostro. Llevaba puesto 
sólo sus bóxer negros de seda. La seda era un tejido que agradaba a Jarod, 
desde que se dio cuenta de la sensación erótica que provocaba cuando 
bombeaba a Brian en la ropa de cama de seda, que Brian insistió en comprar. 
Los gastos que pagaba mensualmente eran realmente desorbitados, pero 
Jarod hizo la vista gorda, dado que Brian era uno de los mejores amantes 
que alguna vez había tenido. Aunque también era uno de los de más alto 
coste de mantenimiento, lo que haría que romper con él fuera mucho más 
difícil que cualquiera de las relaciones anteriores de Jarod. 
Brian podría ser el sobrino de Moretti, mano derecha de uno de los más 
influyentes capos de la Mafia en California, James Giordano, pero no ganaba 
mucho. Dado que trabajaba como mesero, cuando Jarod lo conoció. 
Brian estaba esperando su gran oportunidad como actor, y pensaba que ser 
un camarero en uno de los mejores y más lujosos restaurantes en Hollywood 
le daría esa oportunidad. El gran sueño se desvió sin embargo, cuando se 
reunió con Jarod, que le prometió un subsidio mensual de cinco cifras y un 
apartamento de lujo para vivir en el mientras durara su relación. 
 
 
 
 
25 
—No me has visitado por casi dos semanas —dijo Brian acusadoramente, 
mirando a Jarod. 
—Estaba ocupado —dijo Jarod. Había estado ocupado, ocupado en sus 
negocios y ocupado en intentar sacar a Chris Wilkinson de su mente. 
—Hmmm —dijo Brian mientras caminaba cerca de Jarod, inhalando por la 
nariz—. ¿Has follado con otro hombre? 
Jarod podía ver el disgusto en el rostro de Brian. Y esa era otra razón por la 
qué su relación de dos años tenía que terminar, aún si Chris no hubiera 
entrado en escena. Brian se estaba convirtiendo en un pegajoso 
últimamente, poniéndose cada vez más celoso por las conquistas de una sola 
noche de Jarod. 
—Sabías a lo que accedías cuando decidimos hacer esto, Brian —dijo Jarod 
cansadamente. 
—Bueno, aún así no es justo —Brian hizo pucheros, su labio inferior 
sobresalía en una maniobra que habría hecho sucumbir a Jarod en el pasado. 
Jarod casi suspiró en voz alta. —Tal vez es por eso que debemos poner fin a 
esto, Brian. 
—¿Qué? —Los ojos de Brian se abrieron por la sorpresa—. No... no Jarod ... 
no me quejaré más. Simplemente no termines esto. 
—Sabíamos que iba a terminar algún día, Brian. Yo te daré la cantidad 
prometida, y todavía te puedes quedar aquí. El contrato de arrendamiento 
ha sido cubierto por un año. 
—¿Y qué pasa después? ¡Tengo que irme! 
—Tienes un año hasta entonces. 
—¡Al diablo contigo, Jarod! ¿Quién es? Qué juguete nuevo y brillante llamó 
tu atención ahora, ¿eh? Por eso me dejas a mi, ¡hijo de puta! ¡Vas a lamentar 
 
 
 
 
26 
esto, cabrón!¡No pienses que puedas escaparte, deshacerte de mí tan 
fácilmente! ¡Nadie se deshace de Brian Moretti! ¡Nadie! 
Jarod se limitó a sacudir la cabeza mientras volvía a caminar hacia la salida. 
La única pena que tenía, justo en ese momento, era no haber puesto fin a su 
relación mucho antes. 
 *** 
Jarod se fue a su casa, se sentó en su escritorio de madera de cerezo en su 
estudio, y se concentró en estudiar el contenido del archivo de Mike, con la 
información que había recogido sobre Chris. Chris Wilkinson tenía veintiocho 
años. Fue abandonado en un orfanato cuando era un bebé. Vivió en el 
orfanato hasta que cumplió los dieciocho años. 
Se graduó en la Universidad Estatal de California con una licenciatura en 
Matemáticas. Trabajo como profesor asistente por un período de seis meses 
antes de dimitir. Y después de eso, trató de conseguir un puesto de trabajo 
para la policía de Los Ángeles, pero fue rechazado. Jarod se preguntó por el 
repentino intento de cambiar su carrera. Chris trabajó en una variedad de 
puestos de trabajo después, antes de convertirse en un interno de 
tecnología de la investigación del FBI. 
—Mike —dijo Jarod por teléfono. 
—¿Sí, Jefe? 
—Mantén vigilado a Chris Wilkinson —ordenó Jarod antes de terminar la 
llamada. 
Jarod sabía de los muchos intentos por parte de agentes del FBI para 
infiltrarse en su organización. Sin embargo, hasta ahora, ninguno había 
tenido éxito. Cuando Jarod por primera vez tomó las riendas, después de un 
desafortunado accidente de su padre, el clan se sometió a una revisión. 
 
 
 
 
27 
Algunas medidas fueron inmediatas mientras que otras se adoptaron 
gradualmente. Una de las medidas más inmediatas fue deshacerse de los 
secuaces de su padre y sustituirlos por hombres a los que podía confiar su 
vida. 
Y ahora, aquí estaba, pensando en la posibilidad de mantener una relación 
con un interno del FBI. Jarod se preguntó si éste podría ser el peor error de 
su vida. 
 *** 
—¿Dónde está? —preguntó Jarod al hombre al otro lado del teléfono, sin 
más preámbulos. 
—Lo encontrare para ti, Jefe —contestó Mike. 
Cinco minutos más tarde, recibió un mensaje de texto. Su niño está en Suede. 
Su niño. A Jarod le gustó como sonaba eso. 
—Lee. 
—¿Sí, Jefe? 
—Llévame a Suede. 
—Bien, Jefe. 
 *** 
El gerente de Suede lo saludó en la puerta, ansioso y complaciente. 
—¿Por qué no me dijo que iba a venir, señor Greene?Le hubiera preparado 
la mejor sala VIP para usted. Pero, por desgracia, ya ha sido reservada. 
Jarod levantó la mano, parando el discurso del hombre. —Estoy buscando a 
alguien. Sólo necesito cualquiera de sus salas VIP. No es necesario que sea la 
mejor. Si eso se puede arreglar. 
 
 
 
 
28 
—¡Por supuesto, Sr. Greene, por supuesto! Por favor, venga por aquí. 
Jarod se habría dirigido hacia el cuarto y habría pedido a sus hombres que 
llevaran a Chris con él, de no haber sido por la imagen que le llegó cuando 
divisó a Chris. Se encontraba en un sandwich entre dos hombres grandes, su 
culo apretado moviéndose seductoramente contra la entrepierna de uno de 
ellos, mientras sus manos descansaban sobre la cintura del otro hombre. 
Sin pensarlo, Jarod se movió a través de la pista de baile con rapidez, 
dirigiéndose directamente hacia Chris. 
La multitud de personas se apartaban de su camino, quizá por instinto, ya 
que sentían su furia saliendo de él. 
Cuando llegó al lado de Chris, todo lo que tuvo que hacer fue mirar a los dos 
hombres para que estos dieran marcha atrás. Era más grande que los dos 
hombres, y probablemente habían leído la advertencia en su postura. 
Los ojos de Chris aún estaban cerrados, hasta que se dio cuenta de que la 
calidez de los cuerpos alrededor de él se había ido. Abrió los ojos, y Jarod fue 
golpeado una vez más por los ojos marrones que parecían tristes, antes de 
que se ampliaran por la sorpresa. 
Jarod no le dio oportunidad a Chris de hablar. Le apretó de la muñeca en un 
estricto control antes de tirar de él lejos de la multitud hacia el cuarto que 
les esperaba. 
 *** 
Jarod quería más que nada follarse a Chris en el sofá, pero tenía que esperar 
hasta que hablara con él. Y tal vez después, podría llevarlo a su casa, a su 
nuevo apartamento de cuatro habitaciones, en lugar del apartamento de un 
dormitorio que Chris alquilaba, y podría bautizar la cama king-size nueva que 
Jarod había ordenado para el dormitorio. 
 
 
 
 
29 
—¡Qué diablos! —maldijo Chris cuando Jarod lo sentó, no muy gentilmente, 
en el sofá. 
—¿Sabes quién soy? —preguntó Jarod. 
—¿Debería? —le preguntó Chris en respuesta antes de añadir—: 
Además del hecho de que eres el hombre que me folló en el callejón trasero 
de un club, hace casi un mes. 
—¿Así que no sabes que soy Jarod Greene? 
Jarod observó el rostro de Chris de cerca cuando el respondió. —Bueno, 
ahora lo sé —la cara de Chris no cambió en absoluto, cuando lo dijo. La única 
emoción que había revelado hasta ahora era su ligera confusión, lo que era 
normal, teniendo en cuenta que Jarod lo había arrastrado de repente a una 
habitación después de no ver al chico durante un mes. 
—Tengo una propuesta para ti, Chris. 
—¿Cómo sabes mi nombre? 
—Tengo mis fuentes. 
—Esto… no me va a pasar algo como en las películas, y voy a ser violado y 
luego asesinado en un callejón oscuro, ¿verdad? —preguntó Chris 
secamente. 
Jarod se echó a reír. —No. 
—Está bien, entonces. Adelante, Jarod. 
—Tienes deudas estudiantiles que pagar, además de que vives en un 
apartamento miserable. 
—¿Y qué? 
—Mí propuesta borraría esas deudas, y mucho más. 
 
 
 
 
30 
—¿Y qué tengo que hacer para que esto suceda? —preguntó Chris, como si 
supiera ya la respuesta. Jarod miró al hombre de cerca. Según los archivos, 
Chris llevaba como nueve meses en el departamento de informática. 
Había subestimado el hombre, pensando que eso era por causa de la 
incompetencia de Chris. El FBI debió haber visto algo en el hombre para 
ofrecerle un puesto de interno en primer lugar. Y ahora Jarod podía ver que 
había inteligencia en Chris. Había un gran intelecto bajo esa superficie 
atractiva. Eso animó a Jarod aún más. 
—Tendrás que ser mío, hasta que yo diga lo contrario. 
—¿Qué te hace pensar que puedo ser comprado? —le preguntó Chris, con 
curiosidad en su mirada fija. 
—¿Puedes? 
Chris se rio, pero no había nada de felicidad en ello. —Debe ser tu día de 
suerte, Greene. 
—¿Por qué? —preguntó Jarod. Ahora era él el curioso. Chris no parecía del 
tipo que ansiaba poder y riqueza. 
—Tal vez yo necesito el dinero. Y tal vez estoy aburrido. Además, el sexo es 
realmente bueno. —Chris se encogió de hombros. 
Jarod agarró su tarjetero de acero inoxidable, sacó una tarjeta y escribió una 
cifra en la parte posterior de esta. 
—Además de esta cantidad mensual, te mudaré a un apartamento más 
grande que en el que vives. —La colocó sobre la mesa. 
Chris tomó la tarjeta y leyó el título en la parte delantera antes de pasar a la 
parte de atrás. Sus ojos se abrieron un poco antes de colocar la parte 
posterior de la tarjeta sobre la mesa. —¿Eres el director general de 
Corporación Greene? ¿En serio? 
 
 
 
 
31 
Jarod sonrió. —¿Sí? 
Chris se quedó quieto por unos momentos, y Jarod se preguntó si la cantidad 
ofrecida era muy baja. —¿Eso es lo mucho que valgo? —preguntó en voz 
baja. 
—Si escribiese lo que realmente vales, yo estaría en quiebra, muy pronto. 
Chris se echó a reír. —Muy bien, señor Greene. Con adulación se consigue 
todo en todas partes. 
—¿Lo harás? 
—Sí —dijo Chris tomando la tarjeta sobre la mesa antes de colocarla en su 
bolsillo—. A los dos preguntas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
32 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Jarod sonrió mientras los ojos de Chris contemplaban su nuevo 
apartamento. Cuando Jarod le había preguntado si necesitaba ir a su antiguo 
apartamento para obtener sus cosas, Chris había declinado. 
Jarod asumió que el hombre estaba avergonzado por el lugar donde vivía. No 
estaba en una buena zona de la ciudad, después de todo. Dejó que Chris lo 
resolviera en otro momento y ahora veía como Chris iba de habitación en 
habitación. 
A diferencia de sus anteriores amantes, que habían visto sus apartamentos 
con ojos codiciosos o mirando a Jarod con envidia por que podía permitirse 
el lujo, Chris simplemente parecía curioso, como si lo que necesitaba era 
saber dónde estaba todo. 
—¿Te gusta? 
—¿Cómo no me va a gustar? —Chris dijo—. Veo que preparaste todo esto de 
antemano. Sabías que iba a decir que sí. 
 
 
 
 
33 
Jarod se encogió de hombros. Sabía de la tentación del poder y la riqueza. —
Es difícil rechazar esa cantidad de dinero, ¿no? 
—Tal vez. Pero hay cosas que valen más, a veces —dijo Chris, simplemente, 
era extraño, viniendo de un hombre que iba a aceptar su dinero y a cambio 
le daría a Jarod el uso de su cuerpo. 
—¿Y qué podría ser? 
—Quédate conmigo, y te lo diré algún día —dijo Chris. 
—Nunca me das una respuesta directa, ¿sabes eso? —Se rio Jarod. 
—Tal vez estoy tratando de mantenerte intrigado para que me dejes 
quedarme más tiempo. 
—Ya lo estás haciendo otra vez. 
Chris se rio. 
—Necesitó que estés de acuerdo con algunas cosas más —dijo Jarod. 
—Nunca me dijiste que habría condiciones impuestas — dijo Chris con 
cautela. 
—Siempre hay condiciones. 
—Está bien. Entonces tengo el derecho de rechazar tu oferta, si no me 
gustaran las condiciones. 
—Harías eso, ¿verdad? ¿Incluso con la gran cantidad de dinero que 
perderías? 
—Hay algunas cosas que yo no haría. 
—¿Cómo qué? —le preguntó Jarod, con curiosidad. 
—Como asesinar a un hombre —dijo Chris, medio en broma.34 
—Yo no te pediría que hicieras eso —respondió Jarod. No añadió que podría 
hacer ese trabajo por sí mismo. 
—Está bien, ¿cuáles son esas condiciones? suéltalas —Chris se sentó en la 
cama. 
Jarod permaneció en la puerta de la habitación de invitados, aún de pie. —
Uno. Sólo follarás conmigo. 
Chris miró a Jarod. —Está bien. ¿Será lo mismo para ti, o tendrás permiso de 
joder a otras personas? 
—Tendré permiso de joder con otras personas. 
—No parece justo, ¿verdad?— Jarod estaba a punto de decir algo cuándo 
Chris continuó—: Pero una vez más, me estás pagando una suma mensual 
grande, así que supongo que puedo mantener mi culo solo para ti por un 
tiempo. Pido una cosa sin embargo. 
—¿Estás pidiendo cosas? —Jarod se echó a reír, pero no había humor—. 
¿Qué es? ¿Más dinero? 
—No. No a pelo. No me voy a poner en riesgo, incluso por esa cantidad de 
dinero —dijo Chris en serio. 
—No lo hago a pelo con nadie —dijo Jarod, tratando de no perder los 
estribos ante la implicación de que no era seguro—. Y para tu información, 
me hice un test hace poco, y estoy limpio. 
—Bien por ti. Así soy yo, y me gustaría que siga siendo así. —Chris ignoró el 
tono de enfado en la voz de Jarod—. ¿Cuál es la segunda condición? 
Jarod estaba frustrado. Estaba perplejo más que frustrado, al entender que 
todavía quería a Chris, aunque el chico le molestase. —Tendrás que 
abandonar tu período de capacitación con el FBI. 
—¿Por qué? 
 
 
 
 
35 
—Debido a la naturaleza de mi trabajo. 
—¿Eres buscado por el FBI? —le preguntó Chris con toda claridad. 
—¿Y si la respuesta es sí? 
—Soy sólo un interno de tecnología de la información allí de cualquier 
manera, pero… si tu respuesta es sí, tendría que preguntar si has violado o 
asesinado a alguien. 
—No he violado a nadie, y nunca he matado a alguien que no se lo mereciera 
—dijo Jarod a la ligera, como si el tema no fuera nada excepcional. 
—Joder, Jarod. No sé siquiera si estás bromeando. ¿Qué es exactamente lo 
que haces? 
Jarod supo que no podría mantener las cosas lejos de Chris por mucho 
tiempo y tenía el presentimiento de que Chris estaría allí por más tiempo 
que la mayor parte de sus amantes. Pero ahora no era el momento de 
decirle a Chris, quien era en realidad.—Tal vez te lo diré con el tiempo si 
decides quedarte —dijo Jarod en su lugar. 
—Hmmm. ¿De verdad quieres que yo renuncié a mi trabajo?, ¿y qué, 
convertirme en un amo de casa? 
—El dinero que te daré mensualmente es más que suficiente como para 
mantenerte. Puedes practicar algún hobby. 
—Uh huh. Me aburriría en un mes. 
—Estoy seguro de que encontrarás algo para entretenerte. 
—Muy bien —dijo Chris—. No es como si me encantara el trabajo, de 
cualquier manera. ¿Sabías que he sido un interno allí por casi un año? 
Jarod no le dijo a Chris que, efectivamente, lo sabía. 
 
 
 
 
36 
Jarod se despertó al día siguiente con la vista de un Chris que lo miraba 
completamente despeinado. Era una hermosa vista para contemplar al 
despertar, a primera hora de la mañana. 
—Sabes. Realmente deberías ser más cuidadoso. ¿Qué pasa si yo fuera un 
asesino, contratado para matarte? Podría haberte matado mientras dormías. 
Jarod se echó a reír. —Qué romántico, Chris. Esas eran las palabras exactas 
que quería oír de ti al despertarme. Aunque dudo que un asesino quiera 
matar a un hombre de negocios común y corriente. 
—No hay nada común acerca de ti, Jarod. ¿Y que eres, un hombre de 
negocios? ¿En que trabajas? —preguntó Chris. 
—Yo trato con un montón de cosas —respondió vagamente Jarod. 
—Uh huh. Así que sigues evadiendo mis preguntas. —Una expresión 
desagradable apareció en la cara de Chris antes de que la suavizase. 
—¿Estás enojado? —preguntó Jarod, estirándose lánguidamente—. ¿No? —
En un movimiento rápido, Jarod había tumbado a Chris sobre su espalda, los 
brazos levantados sobre su cabeza, una mano de Jarod le sujetaba sus 
muñecas mientras que la otra estaba envuelta alrededor de su cuello, en un 
apretón firme y suave. 
Las rodillas de Jarod descansaban sobre la parte exterior de los muslos de 
Chris, su polla se agrandó, engordando por la fricción causada por el roce 
contra la polla dura de Chris. Jarod se alegró mucho en ese momento de que 
a ambos les gustara dormir desnudos. 
Chris intentó tomar posición en contra de Jarod fuera de su agarre, pero lo 
único que consiguió fue el gemido que salió de la boca de Jarod cuando Chris 
involuntariamente se arqueó en su contra provocándole más fricción. 
—¿Estás tratando de probar mi fuerza, Chris? —Jarod preguntó cuando Chris 
intentó seriamente quitárselo de encima. 
 
 
 
 
37 
—¿Me podrías soltar? 
—¿Por qué? Esta es una posición muy confortable —Jarod rodó sus caderas, 
provocando un gemido de Chris. 
—Joder, Jarod... mi culo aún sigue dolorido de anoche. Y deja de frotarte 
contra mi polla así. Es doloroso también 
Jarod soltó a Chris repentinamente, tratando de alcanzar la botella de 
lubricante de la mesita de noche. Estrujó una cantidad considerable en su 
palma antes de envolverla alrededor de la polla de Chris. 
—¿Mejor ahora? —preguntó Jarod. 
—Mierda, sí y… —Chris gimió mientras Jarod seguía acariciando su pene con 
movimientos desiguales. 
Jarod soltó la polla de Chris por un momento, agarrando sus piernas y 
abriéndolas de par en par con el fin de que sus rodillas estuviesen dobladas, 
sin obstrucción a la vista. Se inclinó hacia delante, con la nariz a una pulgada 
del rosado agujero de Chris. Sopló suavemente en la apertura, provocando 
que esta se apretara ligeramente, oyó a Chris gemir al mismo tiempo que el 
agujero se contraía. 
Quería golpear duramente su polla palpitante contra el pasaje de Chris en 
ese mismísimo momento, y maldecía a la parte racional de él que le decía 
que esperara. 
En su lugar, comenzó a lamer el círculo de carne arrugada, de color rosa, 
gustándole el sabor almizclado tan familiar que persistía en su boca. 
Penetrando en lo más profundo, retorció su lengua, tratando de alcanzar el 
manojo nudoso de nervios que traerían placer a Chris. Las caderas de Chris 
se movían hacia abajo, y Jarod podía oír sus gemidos, suspiros, que sonaban 
más y más a medida que Chris se ponía más excitado. 
 
 
 
 
38 
Con un agarre en masajeando la polla de Chris y una lengua follándole el 
apretado agujero, Chris se vino fuertemente, su semen salía a chorros a gran 
altura en el aire. Jarod contempló la imagen, y con la misma mano con la que 
había agarrado la polla de Chris hacía unos momentos, se acarició a sí mismo 
fuerte y rápido antes de venirse sobre su estómago y el pecho de Chris. 
Chris con un dedo cogió una gota que cayó sobre su duro pezón y lo chupó. 
—Mmmm, proteínas para el desayuno. Saludable. 
Jarod se derrumbó sobre Chris, riendo. —Tu serás la muerte para mí. 
—Tal vez —dijo Chris—. A menos que tu me mates primero con las sesiones 
sexuales maratonianas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
39 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Chris salió de su nuevo apartamento y empezaba a caminar hacia la parada 
de autobús más cercana, cuando un sedán negro se detuvo en la acera junto 
a él. Se preguntaba si el conductor lo habría confundido con otra persona, 
entonces vio bajarse la ventanilla, el hombre preguntó—: ¿Sr. Wilkinson? 
—¿Sí? 
—El Jefe... eh... el Sr. Greene me instruyó para que le recogiera —dijo el 
desconocido. 
—El señor Greene hizo… eh. ¿Por qué? 
—B-bueno —balbuceóel extraño mientras se tocaba el cuello, obviamente 
incómodo al ser cuestionado sobre las órdenes de su Jefe—. No lo mencionó, 
Sr. Wilkinson. Sólo me dijo que le llevara a cualquier lugar al que necesitase 
ir, hasta que llegara su coche. 
—¿Mi coche? —preguntó Chris, un poco desconcertado—. No tengo coche, 
Sr… perdona ¿cuál es su nombre? 
 
 
 
 
40 
—Joe, señor. Usted me puede llamar Joe. Y joder, se suponía que iba a ser 
una sorpresa. El Jefe me va a matar. 
—Dudo que te vaya a matar, Joe. Una sorpresa, ¿eh? ¿Me está consiguiendo 
un coche? Hmmm... Y por favor, llámame Chris. 
—Esta bien le llamare Chris, pero por favor ¿puede entrar en el coche? 
Chris se mudó hacia el lado opuesto, abriendo la puerta antes de deslizarse 
en el asiento delantero del pasajero. 
—¿No sería mejor que se sentara en la parte de atrás, Sr...umm, Chris? 
—No. Me gusta ver el paisaje desde el frente —contestó Chris. 
—Está bien. —Joe asintió con la cabeza—. ¿Y ahora? 
Chris recitó la dirección y vio como los ojos de Joe se ampliaron por la 
sorpresa. —¿Algún problema, Joe? 
—No, señor. No hay ningún problema en absoluto. 
Estaba claro que Jarod no les había hablado a algunos de sus hombres, sobre 
la ocupación de su actual amante y su lugar de trabajo. A Chris le extrañó un 
poco, sonrió burlonamente mientras Joe lo llevaba hacia el centro de 
operaciones del FBI. 
—¿Quiere que espere aquí, Chris? —le preguntó Joe cuando finalmente 
llegaron. 
—Podría tomarme algunas horas, Joe. ¿Quieres dar una vuelta primero? 
—Está bien. Estaré de vuelta en ¿dos horas? 
Chris asintió con la cabeza, pero después negó nuevamente con la cabeza, al 
pensar en Jim. —No, mejor en tres horas. Y gracias, Joe. —Chris salió del 
coche y cerró la puerta detrás de él con firmeza antes de caminar hacia la 
entrada del FBI. 
 
 
 
 
41 
 *** 
Chris abrió paso, subiendo las escaleras en lugar de tomar el ascensor. Los 
que habían trabajado con él lo suficiente, sabían que esa era su rutina 
habitual. No importaba si necesitaba llegar a la quinta planta, o a la 
decimoquinta, subiría por las escaleras, no perdería la oportunidad de 
mantenerse en forma cuando podía. Lo necesitaba por su línea de trabajo. 
Chris se detuvo primero en el departamento de informática y se encontró 
con Maggie, su supervisora. Le entregó una copia de la carta formal de 
renuncia. 
—¿Estas renunciando? —preguntó Maggie, sorprendida, al leer el contenido 
de la carta. 
—Sí. 
—Pero, lo has estado haciendo tan bien. Sé que han pasado meses, pero 
estoy segura de que te ofrecerán un puesto en el departamento pronto. Ya 
he hablado con Jerry sobre eso y… 
— Está bien, Maggie. Otra oportunidad de trabajo surgió, y no la pude 
rechazar. ¿Está Jerry por ahí hoy? 
—Sí. Está en la oficina. Te vamos a extrañar, Chris. 
Chris sonrió, con el tipo de sonrisa que había aprendido en el orfanato años 
atrás. —También los extrañare. —Abrazó a Maggie antes de caminar hacia la 
oficina de Jerry. 
Chris dejó el departamento de informática con una caja con sus objetos 
personales y se dirigió hacia la escalera. 
Subió unos cuantos pisos más antes de escanear su tarjeta de identificación 
para acceder al espacio interior. Algunos hombres y mujeres lo saludaron 
 
 
 
 
42 
con la cabeza, al reconocerlo, les devolvió el saludo, sin detenerse a 
conversar con nadie. Tenía que hablar con Jim. 
Dando un golpe en la puerta de Jim, Chris entró en la oficina de su jefe real y 
esperó a que el hombre dejara de hablar por el teléfono. Jim arqueó una ceja 
hacia él, con una pregunta en sus ojos, acompañada de una leve censura. 
Colocando el teléfono en su soporte, Jim medio gruñó—: ¿Qué diablos estás 
haciendo aquí, Wilkinson? 
—Informarte de las novedades. 
—¿No me puedes llamar? —le preguntó Jim con sarcasmo. 
—Me pidió que dejara el FBI —dijo Chris secamente. No había necesidad de 
especificar quién era “él” a Jim. 
—Así que lo sabe. 
—Sabíamos que iba a investigarme, al igual que sabías que estaría 
interesado en mi culo. 
—Estaba interesado en los culos, ¿no es cierto, Wilkinson? Ves que tenía 
razón al proponerte para este caso —dijo Jim, con chulería. 
—Tengo un culo bastante fino, así que lo entiendo —dijo Chris encogiéndose 
de hombros. 
Jim soltó un bufido. —Volviendo al tema. ¿Hurgó profundamente en ti. Fue 
tan lejos como para averiguar sobre tu tiempo en el orfanato? 
Chris se estremeció antes de asentir. —Esperaba que lo hiciera. Es un 
hombre cuidadoso. Aún no he podido acceder a ninguna información 
importante para nosotros. Aunque me sorprende que me esté dejando 
acercarme a él, sabiendo que soy del FBI. Interno o no. 
—Esa fue idea tuya también. Recuerda, tú lo propusiste. 
 
 
 
 
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—Recuerdo lo que dije —Chris lo hacia. Los agentes previos que intentaron 
infiltrarse en el clan Greene ni siquiera consiguieron acercarse a Jarod. 
Lograba arrancarlos de raíz antes de que incluso le pudieran oler. Las 
identidades clandestinas que cuidadosamente habían creado fueron 
arruinadas en cuestión de semanas. 
Jarod Greene, era esencialmente un matón debajo de los trajes de diseño 
que llevaba, pero tenía hombres leales que lo protegerían con sus vidas. 
Chris no sabía cómo Jarod había logrado conseguir esa lealtad, pero iba a 
averiguarlo. 
—Uh huh. Era mejor crear algo simple. Obvio pero no demasiado. 
—No se puede imaginar que alguien que afirme trabajar como interno de TI 
para el FBI, en realidad lo haga como agente encubierto. Él sospecha, sí, pero 
piensa que no seríamos tan estúpidos. 
—Y vamos a mantenernos de esa manera. Lo que me recuerda, que, también 
en la oficina, hemos tenido chivatos antes —le recordó Jim. 
—Soy discreto. Nadie me recordará. 
—¿Discreto? claro —gruñó Jim—. Si eres tan discreto, como te las has 
arreglado para meterte debajo de la piel de Greene en menos de un mes. 
¿Cómo has hecho para que confiara en ti tan rápido? —Jim miró a Chris, 
observándolo de cerca. 
—De esta manera —contestó Chris mientras cambiaba la expresión de su 
cara, sus ojos endurecidos se volvieron inocentes mientras sonreía 
ampliamente. 
—Infierno ensangrentado —murmuró Jim—. Casi simpatizo con el hijo de 
puta. Casi. Sin embargo, ten más cuidado. 
—La seguridad en este piso está controlada. Además, confió en todo el 
mundo bajo tu mando. 
 
 
 
 
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—No confíes en nadie —dijo Jim, pero Chris sabía la verdad. Al igual que 
Jarod, Jim tenía la capacidad de contratar sólo a hombres y mujeres en los 
que se podía confiar. Y Jim confiaba en todos ellos, incluso si se negaba a 
admitirlo. Pero esa confianza no cubría a los chivatos de otros 
departamentos, y Chris lo sabía. 
—Esta será mi última vez aquí, Jim... al menos por un tiempo. He ofrecido mi 
renuncia al departamento de TI. Acabo de decir adiós. Me comunicaré 
contigo. —Chris se volvió para irse. 
—Chris —gritó Jim detrás de él. 
—¿Sí? 
—Cuídate, ¿me oyes? —dijo Jim, y Chris pudo captar los múltiples 
significados de esas palabras. No quedes al descubierto, no te involucres 
emocionalmente con el blanco y no resultes muerto. 
Chris asintió con la cabeza, murmurando en voz baja—: Siempre lo hago, Jim. 
Siempre lo hago. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Chris recibió una llamada de Jarod, diciéndole que iba a venirmás tarde esa 
noche. Cuando recibió la llamada, Chris estaba buscando, en el apartamento, 
cualquier signo de mini cámaras o cualquier otro dispositivo que registrara 
sus actividades diarias, pero no encontró ninguno. Se preguntó por qué le 
molestó que Jarod no tuviera mayor control sobre los hombres que se 
acostaban con él. 
Tal vez Jarod los subestimaba, o simplemente era muy cauteloso y mantenía 
ciertos asuntos lejos de ellos. Lo que no sabían, no podían revelarlo. Después 
de todo, había salido con el sobrino de Moretti por casi dos años, y aun así ni 
Moretti y su Jefe habían ganado nada de esa “fusión” en particular. A 
excepción de un periodo aparentemente pacífico entre los clanes de Greene 
y Giordano. 
—Así que vienes ¿en torno a qué hora? —preguntó Chris. 
—Tal vez a eso de las nueve. No sé cuánto tiempo tardará mi reunión —dijo 
Jarod sombrío. 
—Oh, ¿suena serio? 
 
 
 
 
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—Hmm —dijo Jarod sin comprometerse. 
Chris sabía que aún no se había ganado la confianza de Jarod. Y era algo en lo 
que necesitaba trabajar. —¿Así que sobre las nueve? Está bien, entonces. 
¿Te importa si preparó la cena? 
—¿Quieres preparar la cena? —Jarod le preguntó con sorpresa en su tono. 
—Sí, me gusta comer sano, siempre que puedo. A menos que no confíes en 
mi cocina. 
—No, no… No he tenido una comida casera desde… 
—¿Desde cuando? 
—No importa. Te veré más tarde. 
—Nos vemos más tarde, Jarod. 
Chris había leído el archivo de Jarod Greene. Sospechaba que no había 
tenido una comida casera desde que su madre murió, pero como no debería 
saberlo, había permitido que Jarod eludiera el tema. Tomando las llaves del 
coche que Jarod había comprado para él, Chris se dirigió al estacionamiento. 
Su única condición, cuando Jarod le había preguntado qué marca de coche 
quería, había sido que no fuera de color rojo. Se quedó mirando el Subaru 
Impreza WRX STI azul brillante, sabía que, la próxima vez, debería ser más 
específico con Jarod cuando le preguntara que quería. El tipo parecía gastar 
dinero como agua. Por otra parte, el hombre podía permitírselo. 
 *** 
Cuando jarod llegó al apartamento de Chris, lo recibió un fuerte olor a 
hierbas y especias, al abrir puerta. Se dirigió hacia la cocina donde encontró 
a Chris removiendo algo en una olla. El fragante olor le hizo la boca agua. 
 
 
 
 
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—¿Qué estás cocinando? —preguntó Jarod, caminando para ponerse detrás 
de Chris mientras miraba a hurtadillas el contenido de la olla. Chris no se 
sobresaltó mientras servía una generosa ración de una especie de mezcla 
rojiza, como sopa, dentro de un tazón pequeño—. Tom Yam Kung —dijo 
Chris, mientras se daba la vuelta, acercando la mezcla a la boca de Jarod. 
—Tom Yam, ¿qué? —Jarod nunca había escuchado acerca del plato. 
—Es una especie de sopa, de estilo tailandés. Espero que puedas comer 
comida picante. Un momento, no eres alérgico a las gambas, ¿verdad? Esta 
versión es una base de camarón. 
—La única comida a la que soy alérgico es la comida mal cocinada. 
—Oh, entonces no tendremos ningún problema. 
—Confiado, ¿verdad? —Jarod sonrió a Chris. 
Chris se encogió de hombros. 
—Si soy bueno en algo, sería en la cocina. 
—Eso no es en lo único que eres bueno —dijo Jarod moviendo sus cejas 
sugestivamente. 
—Deten las insinuaciones y di ah —Chris puso los ojos en blanco cuando 
lleno una cucharada, y la llevo a los labios de Jarod. 
Jarod abrió la boca para probar la sopa. 
—Mmmm… esta bastante bueno. Sin embargo, es más agrio que picante. 
—Eso es porque no he añadido las semillas de chile Birds Eye todavía. Yo no 
estaba seguro de si podías comer picante. —Jarod observó como Chris 
alcanzó un montón de lo que parecía ser pequeños chiles rojos. 
—¿Cómo de picante son? —preguntó, curioso. 
 
 
 
 
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—Más picantes que el pimiento de cayena —dijo Chris picando los chiles 
antes de añadirlos a la sopa. 
—Hmmm, entonces tal vez deberías reducir la cantidad, por si acaso… —
Jarod empezó a decir. Realmente no quería tener un malestar estomacal en 
la primera cena que preparaba Chris para él. 
—Esto es la mitad de la cantidad habitual que suelo poner. No te preocupes, 
Jarod. Estoy seguro de que un hombre tan grande como tú podrá tomarlo —
dijo Chris, con una mirada mordaz. 
—¿Por qué tengo la impresión de que estás burlándote de mí? 
—¿No me digas que te sientes amenazado por unos cuantos chiles rojos? —
dijo Chris mientras se acercaba a Jarod, lamiéndose los labios antes de 
besarlo. Jarod gimió cuando Chris se apartó del beso que él quería 
profundizar—.Tengo que ducharme, Jarod. Huelo a sopa Tom Yam ahora. 
Vigila la olla por mí. 
—Eres un bromista, Chris Wilkinson —dijo Jarod, con un falso enojo, sin que 
se debilitasen sus ganas de hundir su polla hasta sus bolas profundamente 
en Chris. 
—Nunca fingí ser de otra manera. —dijo Chris guiñándole un ojo antes de 
marcharse. Se detuvo a unos pasos después para decir—: Apaga el fuego, 
Jarod. Creo que la sopa esta hecha y sospecho que puedes necesitar una 
ducha también. 
Jarod veía el apretado y redondo culo de Chris, alejándose de él. No había 
manera de que rechazara la oferta. Ninguna manera en absoluto. Apagó el 
fuego, y empezó a desnudarse, mientras caminaba hacia el baño. 
 *** 
 
 
 
 
49 
Cuando salieron de la ducha, la sopa ya se había enfriado y Chris tuvo que 
calentarla. Tomó algunas cucharadas de arroz, y las sirvió en los recipientes a 
la espera de la sopa hirviera. 
Chris cambió de posición, y Jarod pudo ver que le había dejado un moratón 
oscuro en el cuello a Chris como resultado de su “ducha”. Un sentimiento de 
satisfacción lo abrumó por el pensamiento de haber marcado a Chris como 
suyo. Jarod observaba muy de cerca de Chris que cortaba en trocitos algunas 
cebolletas y hierbas de limón, dándose cuenta de la facilidad con la que el 
hombre realizaba la tarea, los cortaba en cuestión de segundos. 
—Cocinas a menudo —indicó. 
Chris apagó el fuego, sirvió unos cucharones de la sopa y rocío las hierbas 
picadas sobre ella. Colocó un recipiente en frente de Jarod. 
—Se ve y huele de maravilla —dijo Jarod, aspirando el aroma acre 
admirando los colores vibrantes de la sopa—. ¿Quién te enseñó a cocinar de 
esta manera? —le preguntó Jarod cuando comenzó a comer los fideos. 
—El padre de Marcus —dijo Chris en voz baja. 
Jarod pudo ver como los ojos de Chris se oscurecieron con tristeza antes de 
que esta desapareciera. Entonces Chris sonrió con una sonrisa brillante, y 
Jarod realmente debería haberlo dejado pasar. Como había hecho con sus 
otros amantes, pero no con Chris, con Chris quería aprender más. Se estaba 
empezando a preocupar, por cómo había logrado meterse bajo su piel tan 
rápido. Quería saber todo sobre él. —¿El padre de Marcus? 
Chris vaciló antes de contestar —Era la persona encargada del orfanato en el 
que viví. 
—¿Creciste en un orfanato? Jarod preguntó, sabiendo la respuesta pero 
necesitaba oírla de la boca de Chris. 
 
 
 
 
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Chris miró a Jarod por algunos momentos y finalmente dijo—: Sí, lo hice. Viví 
en uno desde que nací. El padre de Marcus era lo más parecido que tuve a 
un padre. 
—¿Era? 
—Lo mataron. —Chris volvió a comer sus fideos, y Jarod sabía que el tema 
estaba cerrado. Había una expresión cerrada en la cara de Chris que nunca 
había visto antes. No pudo descifrar esa mirada. Chris no era el hombresencillo que había pensado que era. Se preguntó qué otros pensamientos 
escondía de él. 
—Siento haberte traído malos recuerdos —dijo Jarod en su lugar. 
—Está bien. Lo superé. —Chris sonrió, pero era forzada. Jarod sabía que 
estaba mintiendo. Uno nunca se recuperaba de la muerte de un ser querido. 
Se pegaba a ti hasta el día en que mueres. Pero no quería decirle a Chris que 
estaba mintiendo. Hacer eso daría lugar a una conversación que involucraría 
a su madre. Y él todavía no estaba listo para hablar de ella, ni siquiera con un 
amante bien parecido que le estaba empezando a importar más de lo que 
quería admitir 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
51 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El agente especial Chris Wilkinson era uno de los mejores en su campo. No 
decía eso porque fuera un culo engreído, sino por el papel que desempeñó 
en la detención de algunos de los criminales más escurridizos de la nación. Y 
Jarod Greene era uno de los muchos criminales que todavía nadie había 
logrado poner tras las rejas. Muchos agentes antes que él, lo habían 
intentado, sin éxito, y Chris estaba decidido a no unirse a sus filas. Jarod era 
simplemente otro caso que necesitaba resolver. 
Le molestaba tener que recordárselo a sí mismo, cada vez más a menudo, 
sobre todo después de que el hombre en cuestión le revelara aspectos de sí 
mismo, que no aparecían en los archivos que le entregaron a Chris, cuando 
se decidió aceptar el caso. 
Como un día que Jarod había llegado al departamento, con un montón de 
cannoli1. Jarod le había dicho que Mike los había comprado, pero sabía que 
Jarod conocía que Chris quería probarlos. Esa era la primera vez que Chris 
había probado la masa de hojaldre frito con relleno dulce y cremoso. Lo amó 
 
1 Dulce típico de Sicilia lugar de donde es originario. El postre consiste en una masa enrollada en forma de 
tubo y dentro posee los ingredientes mezclados con queso ricota. 
 
 
 
 
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a tal extremo que no pudo detener que se le escapará un gemido sensual de 
su boca cuando tomó el primer bocado. Jarod se había reído y lo había 
observado con una mirada cariñosa en su rostro cuando Chris devoró los 
cuatro cannoli que había traído. 
Al día siguiente, Joe estaba en la puerta, entregándole más cannoli a Chris. 
Esta vez, el paquete contenía el doble. No había ninguna nota de Jarod, pero 
Chris sabía que había pedido a su hombre que los comprara para él. Si Chris 
fuese un hombre más sentimental, el gesto habría movido su endurecido 
corazón. 
Casi parecía como si Jarod lo estuviera cortejando. Comprándole los pasteles 
que le gustaban. Llevándolo a los restaurantes que servían su comida 
favorita. Regalándole artículos caros que nunca podría comprar por sí 
mismo. Se preguntó por qué Jarod estaba haciendo todo eso si ya había 
conseguido lo que quería, el cuerpo de Chris a su disposición. Tal vez trataba 
a todos sus amantes de esa manera. Con esa excusa en su mente, Chris 
encontró más fácil cumplir con su trabajo en lugar de sentirse un poco 
culpable por engañar a Jarod. No era el amante de Jarod Greene, era el 
Agente Especial del FBI Chris Wilkinson, y lo primero era solo un papel, para 
lograr cumplir con su objetivo. 
Y por eso Chris se sentó en una de las cabinas de Pulso, llevando puesto la 
ropa más ajustada que tenía en el armario, observando a la multitud de 
cuerpos girando delante de él. Jarod estaba de viaje de negocios, llevaba 
fuera unos días. No le había revelado a Chris a donde iba ni cuando 
regresaría. Chris le había dado esa información a Jim, dejando que su Jefe 
encontrará las piezas que faltaban. No podía cavar más profundo sin revelar 
toda la estrategia. Era más importante seguir con su papel de amante de 
Jarod y ganarse su confianza absoluta. 
Jarod había autorizado la entrada de Chris en la mayoría de sus clubes de Los 
Angeles. Podía entrar en ellos sin pagar la entrada. 
 
 
 
 
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Todo lo que tenía que hacer era entrar, poner una deslumbrante sonrisa, y 
sería escoltado por el gerente a uno de los mejores asientos. 
Chris no sabía qué le esperaba cuando logró entrar en el exclusivo mundo de 
riqueza y Glamour de Jarod, pero sin duda no era esto. 
Era la tercera visita de Chris a pulso, y se encontró lo mismo que en el resto 
de clubes de Los Angeles. Todos los empleados de Jarod tenían cosas 
maravillosas que decir de él, aunque también podía deberse al hecho de que 
podrían pensar que Chris había sido enviado por Jarod para poner a prueba 
su lealtad. 
Pero incluso así, Chris, que podía leer a las personas muy bien, supo que la 
mayor parte de los empleados de los clubes de Jarod no eran conscientes de 
que trabajaban para el Padrino de Los Angeles. 
Chris continuó observando a la multitud en busca de actividades 
sospechosas, se desilusionó y también se alivió por no encontrar ninguno. 
No quiso reflexionar sobre por qué se sentía aliviado, prefirió hacer caso 
omiso a esa sensación. Desde el rabillo del ojo, Chris pudo ver a algunos 
hombres en trajes que entraban en el club, y supo que los hombres de Jarod 
habían llegado. 
Eso también era algo extraño. Los hombres de Jarod hacían una visita 
semanal a los clubes, para revisar la situación. Ningún trato ilegal, tuvo lugar, 
al menos no mientras Chris estaba allí. Venían, se relacionan con los 
empleados, observaban a la multitud, y entonces, se iban. 
Chris suspiró cuando vio la mirada fija de uno de los hombres de Jarod 
aterrizar en él. Al parecer se veía sospechoso estar sentado allí toda la 
noche. Salió de la cabina, y logró llegar al medio de la pista de baile y 
comenzó a contonearse al ritmo de la música. No pasó mucho tiempo antes 
de que fuera arrastrado en medio de un sándwich, cuando dos hombres 
altos y musculosos empezaron a retorcerse en su contra. 
 
 
 
 
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Jarod estaba exhausto. El viaje a Taiwán no había sido fructífero, por no decir 
otra cosa. Cuando se había enterado de que iba a tratar con un líder recién 
elegido de la banda en lugar de con el hombre que la había liderado, se 
desvínculo del negocio con tanta gracia como pudo. A Jarod no le gustaba 
tratar con los hombres de poder en los que no podía confiar. El nuevo líder 
había organizado la muerte de su mentor, con el fin de tomar su lugar. Jarod 
podía entender la sed de poder, pero incluso así, matar a alguien al que 
deberías estar agradecido era deshonroso. Algunos podrían pensar que Jarod 
estaba siendo hipócrita, ya que él no detuvo el plan, del clan rival, de 
asesinar a su propio padre cuando se enteró de la noticia. Pero a diferencia 
de su padre, que no tenía ni idea de lo que significaba el honor, Lee Chin era 
un hombre cuya integridad se había impreso en Jarod antes de su muerte. 
Lo que más deseaba Jarod al llegar de su viaje, era ir a casa de Chris y 
martillear a su amante contra la cama toda la noche. Cuando, en su lugar, se 
encontró un apartamento vacío, se sintió muy frustrado, por no decir algo 
más. 
—¿Dónde está? —ladró Jarod en el teléfono sin más preámbulos. 
—No sabes que yo estaba en ese vuelo contigo, de vuelta a los Ángeles, ¿no? 
—dijo Mike secamente. 
Jarod permaneció en silencio. Sabía que Mike tendría una respuesta para él. 
Mike suspiró. —Voy a llamar a uno de los chicos y te llamo. 
—Hazlo —dijo Jarod, poniendo fin a la llamada. 
Menos de cinco minutos más tarde, Jarod tenía su respuesta. 
Chris tenía que admitir que este era uno de los mejores trabajos de 
encubierto que alguna vez había tenido. 
Allí estaba

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