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FUNCION Y ESTRUCTURA DEL CUERPO HUMANO (433)

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Capítulo 17 Aparato urinario 405
de la vejiga carece de rugosidades. Esta zona, llamada 
trígono, es siempre lisa. Allí la membrana de revesti­
miento está firmemente unida a la capa muscular, 
más profunda. El trígono se extiende entre los orifi­
cios de los dos uréteres por arriba y el punto de salida 
de la uretra por abajo.
URETRA
Para salir del cuerpo, la orina pasa desde la vejiga 
por la uretra y sale al exterior por su orificio externo, 
el meato urinario. En otras palabras, la uretra es 
la parte inferior del aparato urinario. La misma 
mucosa que recubre las pelvis renales, los uréteres y 
la vejiga se prolonga también por la uretra; es una 
característica estructural que merece destacarse 
porque explica el hecho de que una infección de la 
uretra pueda difundirse hacia arriba por el aparato 
urinario. La uretra es un tubo estrecho; tiene sola­
mente unos 4 cm de largo en la mujer, pero alcanza 
una dimensión de unos 20 cm en el hombre. En este, 
la uretra tiene dos funciones: 1) es la porción termi­
nal del aparato urinario, y 2 ) es la vía para el movi­
miento del líquido reproductor (semen) desde el 
cuerpo. En la mujer, la uretra solo forma parte del 
aparato urinario.
MICCIÓN
El término micción se refiere a la salida de la orina 
del cuerpo o al vaciamiento de la vejiga.
Dos esfínteres o anillos de tejido muscular cierran 
el camino que viene desde la vejiga. Cuando se con­
traen ambos esfínteres, cierran la vejiga urinaria y 
permiten la acumulación de orina sin salida al 
exterior. El esfínter uretral interno está formado por 
músculo liso involuntario y está localizado, en 
ambos sexos, en la salida de la vejiga alrededor de 
la unión vesicouretral. El esfínter uretral externo es 
voluntario y está formado por músculo estriado. En 
la mujer, este esfínter rodea el tercio medio de la 
uretra debajo del cuello de la vejiga. En el hombre 
rodea la uretra justo debajo de la glándula prostática 
(v. fig. 17-7, A).
La pared muscular de la vejiga permite a este 
órgano admitir una considerable cantidad de orina 
con un aumento muy pequeño de la presión, hasta 
que se alcanza un volumen de 300 a 400 mi. Enton­
ces, a medida que la pared vesical se tensa, se trans­
miten impulsos nerviosos al segundo, tercero y 
cuarto segmentos sacros de la médula, iniciándose 
un reflejo de vaciamiento. El reflejo provoca la con­
tracción del músculo de la pared vesical y la relaja­
ción del esfínter interno. Entonces, la orina penetra en 
la uretra. Si el esfínter externo, que está bajo control 
voluntario, está relajado, se produce la micción. La 
contracción voluntaria del esfínter externo interrum­
pe el reflejo de vaciado hasta que la vejiga se llena con 
orina hasta su capacidad y se produce la pérdida del 
control. La contracción de este potente esfínter 
termina también de forma brusca la micción volun­
taria.
Los centros superiores del cerebro funcionan 
también en la micción al integrar la contracción de la 
vejiga y la relajación de los esfínteres interno y 
externo, con la contracción colaboradora de los mús­
culos pélvicos y abdominales. La retención urinaria 
es un trastorno en el que disminuye o se anula la 
evacuación de orina. Los riñones producen orina, 
pero la vejiga urinaria, por una razón u otra (v. 
cuadro «Aplicaciones clínicas: hipertrofia prostática», 
pág. 448), no puede completar el vaciado por sí 
misma. En estas personas, la orina residual, un buen 
medio de cultivo para las bacterias, a menudo 
provoca infecciones vesicales repetidas o cistitis. En 
algunos casos puede ser necesaria la cirugía, para 
resolver una obstrucción, o un sondaje intermitente 
o crónico. En esta técnica se introduce una sonda 
hueca en la vejiga urinaria a través de la uretra para 
evacuar la orina. En la supresión urinaria, los riñones
El riñón que envejece
Igual que les sucede a otros órganos corporales, los riñones 
sufren cambios estructurales por la edad y una reducción de 
su capacidad funcional. Los adultos mayores de 35 años sufren 
una pérdida gradual de nefronas funcionales y se reduce el 
peso renal. Hacia los 80-85 años de edad, la mayor parte de los 
individuos han sufrido una pérdida de un 30% en la masa renal 
total. A pesar de la reducción numérica de nefronas renales y 
la reducción de la actividad metabólica de las células tubulares 
que persisten, la mayor parte de estas personas siguen conser­
vando una función renal normal. Esto se debe a que las perso­
nas mayores suelen tener una menor masa magra en general 
y producen menos desechos que se tienen que excretar del 
cuerpo. Sin embargo, el «margen de seguridad» está reducido 
y cualquier estrés aplicado sobre las nefronas funcionantes 
que quedan, como una infección sistémica o una reducción 
del flujo renal, puede determinar síntomas de insuficiencia 
renal casi inmediatos. La función renal marginal en los ancia­
nos dificulta la excreción de fármacos, que se eliminan con 
facilidad de la sangre de personas más jóvenes; en consecuen­
cia, es obligado ajustar las dosis de muchos medicamentos en 
este grupo de ancianos.
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