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CAMBIOS HEMODINÁMICOS Y REGULACIÓN DE LA TEMPERATURA CORPORAL EN EL ADULTO MAYOR Mengarelli Guillermo, Spengler María Isabel. Cátedra de Física Biológica. Facultad de Ciencias Médicas, UNR. Dedicaremos un tiempo adicional al análisis de las variaciones que, en el adulto mayor, se presentan a nivel del aparato cardiovascular, haciendo hincapié, desde una mirada hemodinámica. Nos interesa sobretodo estudiar de que manera, los cambios tisulares asociados al proceso de envejecimien- to, sumados a los hábitos: alimentación, actividad física, sedentarismo, determinan cambios en las variables que hemos estudiado en unidades anteriores. El “envejecimiento” del aparato cardiovascular está asociado a cambios bioquímicos, histológicos y morfo- lógicos, aunque no por ello, haya que necesariamente asociarlos a un deterioro de la función que los mismos determinan. Las principales características de este proceso reflejan cambios anatómicos (visibles) y estructurales a nivel de la pared de los vasos sanguíneos, como así también en la relajación miocárdica, en el llenado ventricular y en la respuesta a las catecolaminas. A nivel cardíaco hay reemplazo de miocitos por fibroblastos, que provocan un remodelamiento ventricular y la consiguiente hipertrofia tisular, con disminución de las células especializadas del sistema cardionector. Las paredes arteriales también sufren cambios, así se puede observar un engrosamiento de la íntima arterial y una mayor fibrosis de la capa media muscular arterial lo que da como resultado una disminución de la adap- tabilidad de los estos vasos sanguíneos a los cambios de presión y/o de volumen. Al ser las arterias menos distensibles, la resistencia periférica está aumentada, y mientras la presión diastólica no manifiesta cambios, la presión sistólica será superior a la que corresponde a edades más tempranas. La aparición de respuestas diferentes (alteradas) frente a las demandas propias de esta etapa o algo exigidas para la edad, que le generan al corazón la probabilidad de desarrollar alguna susceptibilidad, se conoce con el nombre de presbicardia. Retomando el análisis hemodinámico, podemos afirmar que con respecto al adulto joven, el adulto mayor presenta en reposo, una disminución en la frecuencia cardíaca, en el volumen sistólico y consecuentemente en el gasto cardíaco. Ahora bien, cuando el adulto mayor realiza una actividad física, en el momento del ejercicio máximo se manifiestan otros cambios: así la frecuencia cardíaca disminuye notablemente (en comparación a lo esperado) lo que refleja menor capacidad de respuesta beta-adrenérgica (estimulación 1 a células del nodo sinusal). Debido a que el gasto cardíaco se mantiene sin mayores variaciones, el corazón debe, en consecuen- cia, incrementar los volúmenes al final de la diástole y de la sístole. Este aumento de la precarga que implica un mayor trabajo cardíaco, sumado al mayor esfuerzo para bombear la sangre a las arterias (resistencia au- mentada por disminución de la distensiblidad de las mismas) y a la presión sanguínea más alta, determinan el desarrollo de una hipertrofia cardíaca. Como los mecanismos de reserva del miocardio se utilizan para mantener la función normal durante la adultez mayor, estas personas son más vulnerables al desarrollo de alguna disfunción cardíaca cuando se superpone alguna enfermedad o patología concomitante. La disfunción diastólica en los adultos mayores (retraso del llenado ventricular izquierdo y mayor presión diastólica ventricular izquierda) se observa tanto en reposo como en el ejercicio. Estas personas se hacen entonces dependientes en mayor medida de la contracción auricular, y no de la relajación ventricular para un efectivo llenado del ventrículo izquierdo. 527 Gu ía de A pr en diz aje - Tr ab ajo y T iem po Li br e Las cardiopatías que pueden observarse en este grupo etario constituyen la principal causa de mortalidad, y el índice de enfermedad coronaria, en el octavo y noveno decenio de la vida, es del 50%, de allí la importancia de conocer los cambios fisiológicos que a nivel cardiovascular se producen en esta etapa. Muchas veces estas modificaciones – precoces – suelen modificar el cuadro clínico de la enfermedad cardíaca. El índice cardíaco (gasto cardíaco por m2 de superficie corporal) disminuye proporcionalmente con la edad en 0,25 l. min.-1. m-2. / década, desde la adolescencia, momento que es por término medio de 4,4 l. min.-1. m-2, hasta la edad adulta que es de 3,5 l. min.-1. m-2 en la cuarta década y 2.4 l. min.-1. m-2 en la octava década. Este parámetro resulta de importancia en los aspectos diagnósticos de la patología cardíaca, ya que su disminución induce a pensar en las consecuencias que el hipoflujo genera para los diferentes tejidos. Se ha observado que no siempre la presión sistólica se encuentra aumentada en el adulto mayor. Con res- pecto a esto último se conocen ejemplos de poblaciones en las que la presión arterial no se eleva con la edad. Todas ellas son etnias aisladas, homogéneas con escasos contactos o ninguno con el modelo occidental de civilización industrializada. La idea de atribuir esta diferencia de evolución de la presión con la edad, al impacto más o menos grande de los factores externos resulta tentadora. El factor más verosímil teniendo en cuenta las comprobaciones realizadas, al que atribuir esta consecuencia es el sodio. Todas estas poblaciones se carac- terizan por la escasez de sodio en su régimen alimenticio. Además estos hombres realizan ejercicio físico de manera regular y sostenida. Finalmente, resulta sorprendente comprobar que cuando los sujetos procedentes de estos grupos étnicos pequeños son trasladados a un país industrializado, la presión arterial comienza a aumentar con la edad al igual que sucede entre los autóctonos. Regulación de la temperatura en el adulto mayor Los cambios que se observan en la regulación de la temperatura en adultos mayores demuestran la limitación de los mecanismos homeostáticos que aparecen conforme avanza la edad. Las personas mayores tienen una menor capacidad de adaptación frente a temperaturas ambientales extremas. Los estados de hipotermia e hipertermia son trastornos que predominan en este grupo etario, con mayor frecuencia respecto a adultos más jóvenes. Estudios realizados en el Reino Unido revelan que la hipotermia es un hallazgo frecuente entre la población geriátrica durante el invierno, cuando los hogares se mantienen a menos de 21ºC. El centro termorregulador mantiene la temperatura corporal a través del control de la transpiración, los proce- sos de vasoconstricción y vasodilatación, la termogénesis química y la producción de temblores. En la hipertermia las principales manifestaciones observadas son los efectos en la piel por una inadecuada percepción del calor, la mayor probabilidad de deshidratación y la modificación de reacciones enzimáticas, como así también la disminución o ausencia de transpiración, frecuentemente observada en los adultos mayo- res. En cuanto a la hipotermia, los cambios que se pueden evidenciar son la disminución de la sensibilidad al frío y una respuesta subnormal a la vasoconstricción refleja, reactiva al frío que sufren los adultos mayores, con la consiguiente pérdida de calor que autoagravaría el cuadro, y la disminución de reacciones enzimáticas. Bibliografía • Clínica Geriátrica . Robert Kane, Joseph G. Ouslander, Itamar B. Abrass.3ra Edición . OPS. • Bases Fisiológicas de la Práctica Médica. Best y Taylor. Editorial Panamericana, 12ª edición. • Fisiología Médica. W. Ganong. El Manual Moderno, 15ª edición. • Fisiología Humana . Philippe Meyer. Editorial Salvat 528
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