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Hollywood On Syndication

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Hollywood On Syndication
(Ironically)
Nombre y Apellido del alumno: Nicolás Ezequiel Acosta
Carrera: Profesorado y Licenciatura en Historia
Profesor: Marcelo Summo
Deja Vues de una película ya vista (valga la redundancia)
En el argot de lo que podemos llamar TV anglosajona (ya que no deberíamos contemplar a la industria audiovisual estadounidense como la única visiblemente poderosa entre las correspondientes a países angloparlantes, sino también a la británica, canadiense e incluso australiana), el término broadcast syndication refiere al proceso que aquí, en la lengua castellana, conocemos como redifusión; dicho en palabras más familiares, la venta de contenidos, de una compañía productora de ellos, a estaciones de transmisión del mundo entero, como dentro del propio país de origen. El ejemplo harto conocido para los argentinos, sería el de cada temporada de Los Simpson a Telefe.
Al leer el término syndication, nuestra primera impresión podría ser la de que estamos hablando de una operación protegida por el ala de alguna asociación gremial, intentando abogar por los derechos de cada una de las personas involucradas en ella. No obstante, es sabido que el inglés, al igual que la mayoría de las lenguas foráneas, nos depara falsos amigos o false friends que nos hacen creer que una palabra significa x o y cosa, y, nada más alejado de la realidad, se traducen en otra completamente distinta; donde la sindicación se vuelve o transforma en una redifusión.
Sin embargo, e irónicamente, este artículo busca describir las acciones que una de esas asociaciones está llevando a cabo desde mayo pasado, buscando proteger derechos que un sector microscópico, más aun así vital para el contento y satisfacción personal de millones de personas alrededor del mundo, ve sumamente vulnerados; producto en parte también, de un largo proceso de crecimiento de la industria audiovisual que, como nunca, en la última década experimentó un raudo agigantamiento. 
Hablamos, ni más ni menos, del Gremio de Escritores de América/Estados Unidos (WGA, en inglés), que desde inicios del susodicho mes, se encuentran de huelga, algo que no habían llevado a cabo desde el último cuatrimestre del 2007; y que podría sumar el inminente apoyo del Sindicato de Actores (SAG-AFTRA, por sus siglas en su lengua original), poniendo en aprietos a la mayor industria de entretenimiento del mundo, la cual ya ha comenzado a dejar “en el freezer” proyectos y continuaciones de productos audiovisuales de gran popularidad; tal es el caso de las próximas temporadas de Cobra Kai, Stranger Things, The Last of Us, e incluso causado cancelaciones, siendo el ejemplo más visible, la serie sobre la clásica película alemana Metrópolis; y un debilitamiento de la pronta edición de la Comic Con de San Diego. 
La anterior ocasión donde esta forma de protesta se había adaptado y tomado, fue en los últimos meses del 2007 y primeros del 2008; donde por entonces, se demandaba al sector productor para poder percibir mayores ingresos monetarios ante el auge de la venta de contenidos en tiendas digitales (las cuales recién comenzaban, como iTunes), la mayor contratación por parte de las flamantes compañías de streaming hacia los guionistas miembros del WGA, entre otros motivos; uno de los mayores impactos supo ser la cancelación de importantes ceremonias como los Globos de Oro, y que casi los premios Oscar debieran ser reducidos a una rueda de prensa; así también como el recorte abrupto en episodios y longitud de varias series, la postergación y cancelación de estrenos de películas, etcétera.
La actual huelga, en cambio, se presenta en un momento donde Hollywood se ha engrandecido de tal forma que existe una consciencia en el sector gerencial y un gran temor, surgido de ese crecimiento raudo, producto del avance de las formas y medios de producción y difusión de contenidos audiovisuales, de que todo ello se desmorone.
Motivos quizás no les faltan: los reclamos que los escritores y autores realizan, se avizoran como más complejos de resolver, que aquellos de 2007/2008: mayores garantías en la estructuración de la producción de series y películas que permitan mayores ingresos y así sean distribuidos de forma más justa, la reducción de carga horaria en las largas e intensas jornadas laborales que los guionistas trabajan, la definición de un salario mínimo en varios sectores/géneros, incremento en las regalías correspondientes a retransmisiones, acuerdos salariales más adaptados a la gran inflación que viven los Estados Unidos, y, en menor medida, regulaciones hacia la inteligencia artificial (IA), que comienza a presentarse como una alternativa para el proceso de escritura de películas y series, y preocupa considerablemente a los miembros del WGA. 
Á la Sorel
El diario online peruano Gestión describe a la huelga como una iniciativa cuya estrategia e intención es la de “obstaculizar el avance del mayor número de producciones posibles hasta vaciar la tubería de contenidos”, razón por la cual se han ido turnando de entre grupos en diversas actividades de protesta en Los Ángeles, Nueva York y Chicago, acaso considerados los 3 grandes centros de producción audiovisual de los Estados Unidos.
Independientemente de la línea editorial que dicha fuente pudiese tener, y con ello, el tono con el que pudo haber sido redactada la nota, esta no hace otra cosa sino, desde un punto de vista descriptivo, analizar la potencia y/o vigor con la que los miembros de la WGA están dispuestos a hacer valer sus reclamos/derechos.
La manera de definir a la huelga del sitio peruano, nos podría permitir la libertad de, entonces, leer a la situación con los ojos de diversos autores que, a lo largo de la historia, han trabajado y hablado sobre las innumerables e interminables problemáticas del quehacer laboral.
Pero es cuando leemos los términos obstaculizar y vaciar, que, al recordar y tener bien presente, qué es lo que estamos leyendo, que es muy difícil evitar etiquetar a dichas palabras como portadoras de una connotación negativa, cargada de agresividad y vigor; algo que nos hace, al final de todo, llegar a un concepto por encima de los demás: violencia.
Uno de los autores que supo bien tratar esta cuestión, aplicada al vasto mundo de la sociedad obrera y las relaciones entre sus componentes, fue el filósofo y teórico francés Georges Sorel (1847-1922); quien para mayores datos introductorios, fue partidario de la defensa de la inocencia de Alfred Dreyfus; y monarquista y tradicionalista; antes de, hacia fines del siglo XIX, volcarse al marxismo, al cual, con el paso del tiempo, criticaría en cuestiones puntuales, que, como lo demostraría luego la historia, aletargarían el éxito de toda iniciativa de corte marxista, hasta el estallido de la Revolución Rusa; hacia la cual Sorel mostró apoyo. No está de más recordar que este mismo autor fue uno de los mayores referentes de Benito Mussolini, permitiendo de esta forma visualizar a un teórico, en lo peculiar, muy misceláneo.
Pese a esta constante transición en su vida, Sorel jamás abandonaría su trabajo en las cuestiones de la violencia y su necesidad de ella para el éxito garantizado en la lucha de las clases obreras y/o postergadas; afirmando que sin la unión total de todos los sectores marginados bajo la común consigna de la violencia, las conquistas que éstos buscaban alcanzar; y más particularmente desde el arribo de la Revolución Industrial, jamás se materializarían.
La actual situación que atraviesa la industria hollywoodense es muy equiparable a la que vivió Europa a lo largo del Siglo XVIII, puesto que esta produjo un gran efecto dominó que, de una u otra forma, conllevó a consecuencias que perdurarían en el tiempo, e incluso hasta nuestros días, y no siempre positivas: asentamiento y hacinamiento urbano debido al desplazamiento de campesinos a los centros urbanos, condiciones de empleo desiguales; mayor demanda de materia prima y subsecuente colonización, etcétera.
Los guionistas y escritores de la gigantesca fábrica norteamericana de contenidos audiovisuales,en su mayoría se han trasladado de menores centros urbanos sitos en el vasto territorio estadounidense, hacia los principales puntos que la industria posee, tales Los Ángeles (el mayor de ellos), Nueva York y Chicago; demandándoles una importante carga monetaria que incluye gastos de vivienda, transporte, seguridad sanitaria, formación, alimentación, entre otros; que la actual inestable situación económica atravesada por los EE.UU., combinada con la escala de prioridades que el sector gerencial otorga a los diversos departamentos en los que el proletariado hollywoodense se ramifica, va volviendo día a día más al asunto en toda una batalla cuesta arriba o uphill battle, tal la llaman los angloparlantes.
Ambas revoluciones, tanto la industrial como la audiovisual, trajeron consigo un indescriptible cambio a sus sendos universos; la aparición de nuevos medios de producción se pueden emparejar con las innumerables posibilidades ofrecidas por la aparición de modernas formas de transmisión de productos audiovisuales. Y así también acercaron a la vida urbana una matriz de problemáticas que, al final del día, resultan muy difíciles de solucionar.
Las expresiones esbozadas por el diario Gestión, por consiguiente, nos hacen formular la pregunta: ¿no hay cierta violencia ejercida por la prole guionística, o intención de causar daño alguno a su propia fuente de vida?, ¿es esa violencia justificable, de ser tal?, ¿qué tendría para decir Sorel de este momento bisagra para la mayor industria de entretenimiento del mundo?
Vider la tuyauterie
La medida de fuerza en curso ha llegado a sumar el apoyo del gremio Teamsters, que nuclea a choferes involucrados en distintas ramas del sector productivo estadounidense; además del ya mentado e inminente posible soporte de SAG-AFTRA, y, de manera parcial, el sindicato de directores (DGA, por sus siglas en inglés), entre otras asociaciones gremiales; dicha imagen parecería reproducir como una cierta unidad que podría recrear el ideal de Sorel de un proletariado totalmente unido y dispuesto a enfrentar, definitivamente con violencia, a la burguesía y clase patronal. 
Es natural y lógico que los guionistas, por nada del mundo, desearían destruir lo que ellos mismos han contribuido a poder erigir, ya que es algo totalmente utópico, si uno realizase un profundo análisis de su factibilidad; así como Sorel cuestionaba las ínfulas de sociedad de entelequia que Marx podría pregonar en su obra. 
No obstante, el propósito de la WGA, en el fondo, debería ser catalogado como una iniciativa que pretende visibilizar la imposibilidad de Hollywood de prescindir del sector guionístico, o de no darle el reconocimiento merecido por su más que crucial aporte a la incesante operación de minado de oro que el gigante del entretenimiento representa.
El mismo Sorel supo afirmar que la revolución sindical debía dejar de ser causa de la clase media, para ser algo de la clase obrera o proletariado. Y, aunque a más de uno se le pueda llegar a ocurrir que la vida del guionista estadounidense dista de ser la de un individuo o ciudadano marginado, si aún así sorteasen las dificultades de corte económico por las cuales aseveran luchar, no dejan de ser miembros de una clase trabajadora que sacrifica vida social, familiar, ocio, y un largo etcétera, en ayudar a mantener vivo el Hollywoodean Dream que David Wark Griffith supo soñar y construir a comienzos de los años ’10. 
Es por ello, que se puede definir al accionar de la WGA como un hecho en buena medida sorelliano, que busca exponer la escasa gratitud de quienes manejan las canillas de oro del entretenimiento internacional, aún si eso significara poner en considerables aprietos a dichos individuos encargados de abrirlas.
26 de junio de 2023.

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