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Capítulo 5 Sistema cardiovascular 133 menor en los vasos de menor calibre. Por ello, la velocidad de la sangre disminuye progresivamente a medida que ésta avanza desde las arterias hasta los capilares. Por el contrario, cuando la sangre vuelve al corazón por el sistema venoso, la superficie disminuye progresivamente y la velocidad del f lujo aumenta. La baja velocidad de f lujo en los capilares es una condición necesa- ria para que se cumpla la función de intercambio de nutrientes y oxígeno entre los tejidos y la sangre. La distensibilidad de los vasos permite que aumente su diamétro a medida que la presión intravascular aumenta, ad- mitiendo mayor volumen de sangre. Por el contrario, cuando se reduce la presión dentro del vaso, el radio de éste se reduce, pudiendo llegar a colapsarse (sólo las venas) totalmente. Ello es debido a que los vasos están rodeados de tejidos que ejercen una presión sobre aquéllos. Por tanto, para que circule la sangre es necesario que la presión intravascular sea mayor que aquella que en sentido opuesto ejercen los tejidos sobre el vaso. Debido a la estructura de la pared, las venas tienen mayor distensibilidad que las arterias, por lo que pueden albergar grandes volúmenes de sangre sin aumentar prácticamente la presión; sin embargo, pequeños aumentos de volumen en el árbol arterial producen un aumento marcado de la presión intravascular. Esta diferencia de comportamiento hace que el circuito venoso se comporte como un reservorio dinámico de volumen, ya que en condiciones de reposo en él se aloja la mitad del volumen sanguíneo. La circulación de la sangre dentro de los vasos hace que se ge- nere una presión sobre la pared del vaso que se denomina presión dinámica (P) y depende del f lujo sanguíneo (Q . ) y de la resisten- cia (R) que opone la pared del vaso al paso de la sangre, y viene definida por la ecuación P = Q . / R. Por ello, el f lujo sanguíneo es directamente proporcional a la diferencia o gradiente de presión entre los dos extremos de un vaso e inversamente proporcional a las resistencias vasculares (R) que se oponen al desplazamiento de la sangre. De esta ecuación se extrae la conclusión fundamen- tal de que si no existieran diferencias de presión en el sistema circulatorio la sangre no se movería. El corazón ejerce dos fun- ciones íntimamente ligadas: generar el movimiento de la sangre (f lujo) y establecer el gradiente de presiones entre las distintas secciones del sistema circulatorio. Cuando un líquido se desplaza por un vaso siguiendo un f lujo laminar, la resistencia al paso de f lujo depende de las ca- racterísticas tanto del f luido como del vaso, y se determina por la ecuación de Poiseuille-Hagen: R = 8 L / π r4. Donde L y r son respectivamente la longitud y el radio del vaso y es la viscosidad de la sangre. La resistencia del sistema circulatorio en conjunto y de los distintos lechos vasculares en particular, no es constante y varía en función de las necesidades de suministro de sangre a los tejidos, de la distribución de gasto cardíaco a los tejidos y de la regulación de la presión arterial. Los cambios en la resistencia de un vaso o de un lecho vascular se deben fundamentalmente a variaciones del calibre vascular, ya que la resistencia es inversamente proporcional a la cuarta potencia del radio vascular, pequeñas variaciones en el radio producen grandes cambios en la resistencia vascular. El aparato circulatorio está formado por múltiples vasos ramificados cuyas resistencias estan situadas en paralelo (con algunas excepciones de circuitos con resistencias vasculares en serie). Hay que recordar que varios conductos conectados en se- rie ejercen una resistencia total que es la suma de sus resistencias individuales (R1, R2 y R3; Rt = R1 + R2 + R3). La resistencia total de un sistema de conductos en paralelo viene determinada por la ecuación: Rt = 1/ R1 + 1/ R2 + 1/ R3. Es decir, la resis- tencia de un sistema en paralelo no se corresponde con la suma de las resistencias individuales, sino con la suma de sus inversos, por lo que cuanto mayor sea el número de vasos conectados en paralelo menor será la resistencia del conjunto. Aunque la ecuación de Poiseuille-Hagen es válida única- mente para tubos rígidos, pasivos, no ramificados con sección circular, cuando el f lujo de la sangre es laminar y el f luido ho- mogéneo, sirve como aproximación a la hemodinámica. Los va- sos sanguíneos son estructuras distensibles, f lexibles y elásticas, y pueden modificar su diámetro en respuesta a los cambios que la presión de la sangre ejerce sobre ellos. Es decir, un aumento de presión intravascular produce un aumento del calibre o sección y, en consecuencia, a una disminución de la resistencia del vaso. Esta propiedad se denomina distensibilidad. La distensibilidad es 6-10 veces mayor en las venas que en las arterias, y es mayor en las arterias pulmonares que en las arterias sistémicas. Es impor- tante destacar que los vasos no son conductos pasivos. La capa media de los vasos arteriales, y en menor medida los venosos, está formada por músculo liso, cuya contracción produce una disminución del radio vascular, y el aumento consiguiente de la resistencia (la relajación tiene efectos opuestos). Por tanto, el tono de la musculatura lisa vascular, especialmente de las arterias de resistencia y arteriolas, produce cambios muy importantes en la resistencia. Gracias a estos cambios del radio arteriolar, cada te- jido u órgano puede regular su f lujo sanguíneo en función de sus necesidades de cada momento. Las variaciones de la resistencia permiten que un lecho vascular pueda mantener niveles de f lujo relativamente constantes incluso con variaciones grandes en la presión, debido al fenómeno de autorregulación. 3.8. FLUJO SANGUÍNEO El gasto cardíaco se distribuye entre a los diferentes tejidos y ór- ganos de acuerdo a la demanda de oxígeno y nutrientes en cada uno de ellos en base a su actividad metabólica. El flujo sanguíneo local depende por tanto de la capacidad de los propios tejidos para controlar su flujo sanguíneo de acuerdo a sus necesidades metabólicas. Si aumenta la actividad metabólica en un tejido de- terminado, los requerimientos de oxígeno y nutrientes aumentan, y por tanto, la necesidad de aporte de sangre para satisfacerlos; si esta actividad disminuye, los requerimientos también lo hacen, y consiguientemente el flujo sanguíneo disminuye. Existe un principio de economía en el organismo por el que el flujo en los tejidos siempre se regula al nivel mínimo para satisfacer las nece- sidades metabólicas. Las arterias de pequeño calibre y las arteriolas, en cuya pa- red predomina el músculo liso, son las encargadas de regular la distribución del f lujo sanguíneo a los distintos tejidos según las necesidades de éstos. Este control se ejerce mediante el aumento (vasodilatación) o disminución (vasoconstricción) del diámetro de estos vasos; la vasodilatación es responsable del aumento https://booksmedicos.org booksmedicos.org Push Button0:
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