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anatomia y fisiologia del cuerpo-148

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Capítulo 5 Sistema cardiovascular 133
menor en los vasos de menor calibre. Por ello, la velocidad de 
la sangre disminuye progresivamente a medida que ésta avanza 
desde las arterias hasta los capilares. Por el contrario, cuando 
la sangre vuelve al corazón por el sistema venoso, la superficie 
disminuye progresivamente y la velocidad del f lujo aumenta. La 
baja velocidad de f lujo en los capilares es una condición necesa-
ria para que se cumpla la función de intercambio de nutrientes y 
oxígeno entre los tejidos y la sangre. 
La distensibilidad de los vasos permite que aumente su 
diamétro a medida que la presión intravascular aumenta, ad-
mitiendo mayor volumen de sangre. Por el contrario, cuando 
se reduce la presión dentro del vaso, el radio de éste se reduce, 
pudiendo llegar a colapsarse (sólo las venas) totalmente. Ello es 
debido a que los vasos están rodeados de tejidos que ejercen una 
presión sobre aquéllos. Por tanto, para que circule la sangre es 
necesario que la presión intravascular sea mayor que aquella que 
en sentido opuesto ejercen los tejidos sobre el vaso. Debido a la 
estructura de la pared, las venas tienen mayor distensibilidad 
que las arterias, por lo que pueden albergar grandes volúmenes 
de sangre sin aumentar prácticamente la presión; sin embargo, 
pequeños aumentos de volumen en el árbol arterial producen un 
aumento marcado de la presión intravascular. Esta diferencia de 
comportamiento hace que el circuito venoso se comporte como 
un reservorio dinámico de volumen, ya que en condiciones de 
reposo en él se aloja la mitad del volumen sanguíneo.
La circulación de la sangre dentro de los vasos hace que se ge-
nere una presión sobre la pared del vaso que se denomina presión 
dinámica (P) y depende del f lujo sanguíneo (Q
.
) y de la resisten-
cia (R) que opone la pared del vaso al paso de la sangre, y viene 
definida por la ecuación P = Q
.
 / R. Por ello, el f lujo sanguíneo es 
directamente proporcional a la diferencia o gradiente de presión 
entre los dos extremos de un vaso e inversamente proporcional a 
las resistencias vasculares (R) que se oponen al desplazamiento 
de la sangre. De esta ecuación se extrae la conclusión fundamen-
tal de que si no existieran diferencias de presión en el sistema 
circulatorio la sangre no se movería. El corazón ejerce dos fun-
ciones íntimamente ligadas: generar el movimiento de la sangre 
(f lujo) y establecer el gradiente de presiones entre las distintas 
secciones del sistema circulatorio. 
Cuando un líquido se desplaza por un vaso siguiendo un 
f lujo laminar, la resistencia al paso de f lujo depende de las ca-
racterísticas tanto del f luido como del vaso, y se determina por 
la ecuación de Poiseuille-Hagen: R = 8 L / π r4. Donde L y 
r son respectivamente la longitud y el radio del vaso y es la 
viscosidad de la sangre. La resistencia del sistema circulatorio 
en conjunto y de los distintos lechos vasculares en particular, no 
es constante y varía en función de las necesidades de suministro 
de sangre a los tejidos, de la distribución de gasto cardíaco a 
los tejidos y de la regulación de la presión arterial. Los cambios 
en la resistencia de un vaso o de un lecho vascular se deben 
fundamentalmente a variaciones del calibre vascular, ya que la 
resistencia es inversamente proporcional a la cuarta potencia 
del radio vascular, pequeñas variaciones en el radio producen 
grandes cambios en la resistencia vascular.
El aparato circulatorio está formado por múltiples vasos 
ramificados cuyas resistencias estan situadas en paralelo (con 
algunas excepciones de circuitos con resistencias vasculares en 
serie). Hay que recordar que varios conductos conectados en se-
rie ejercen una resistencia total que es la suma de sus resistencias 
individuales (R1, R2 y R3; Rt = R1 + R2 + R3). La resistencia 
total de un sistema de conductos en paralelo viene determinada 
por la ecuación: Rt = 1/ R1 + 1/ R2 + 1/ R3. Es decir, la resis-
tencia de un sistema en paralelo no se corresponde con la suma 
de las resistencias individuales, sino con la suma de sus inversos, 
por lo que cuanto mayor sea el número de vasos conectados en 
paralelo menor será la resistencia del conjunto. 
Aunque la ecuación de Poiseuille-Hagen es válida única-
mente para tubos rígidos, pasivos, no ramificados con sección 
circular, cuando el f lujo de la sangre es laminar y el f luido ho-
mogéneo, sirve como aproximación a la hemodinámica. Los va-
sos sanguíneos son estructuras distensibles, f lexibles y elásticas, 
y pueden modificar su diámetro en respuesta a los cambios que 
la presión de la sangre ejerce sobre ellos. Es decir, un aumento de 
presión intravascular produce un aumento del calibre o sección 
y, en consecuencia, a una disminución de la resistencia del vaso. 
Esta propiedad se denomina distensibilidad. La distensibilidad 
es 6-10 veces mayor en las venas que en las arterias, y es mayor en 
las arterias pulmonares que en las arterias sistémicas. Es impor-
tante destacar que los vasos no son conductos pasivos. La capa 
media de los vasos arteriales, y en menor medida los venosos, 
está formada por músculo liso, cuya contracción produce una 
disminución del radio vascular, y el aumento consiguiente de la 
resistencia (la relajación tiene efectos opuestos). Por tanto, el tono 
de la musculatura lisa vascular, especialmente de las arterias de 
resistencia y arteriolas, produce cambios muy importantes en la 
resistencia. Gracias a estos cambios del radio arteriolar, cada te-
jido u órgano puede regular su f lujo sanguíneo en función de sus 
necesidades de cada momento. Las variaciones de la resistencia 
permiten que un lecho vascular pueda mantener niveles de f lujo 
relativamente constantes incluso con variaciones grandes en la 
presión, debido al fenómeno de autorregulación. 
3.8. FLUJO SANGUÍNEO
El gasto cardíaco se distribuye entre a los diferentes tejidos y ór-
ganos de acuerdo a la demanda de oxígeno y nutrientes en cada 
uno de ellos en base a su actividad metabólica. El flujo sanguíneo 
local depende por tanto de la capacidad de los propios tejidos 
para controlar su flujo sanguíneo de acuerdo a sus necesidades 
metabólicas. Si aumenta la actividad metabólica en un tejido de-
terminado, los requerimientos de oxígeno y nutrientes aumentan, 
y por tanto, la necesidad de aporte de sangre para satisfacerlos; si 
esta actividad disminuye, los requerimientos también lo hacen, 
y consiguientemente el flujo sanguíneo disminuye. Existe un 
principio de economía en el organismo por el que el flujo en los 
tejidos siempre se regula al nivel mínimo para satisfacer las nece-
sidades metabólicas.
Las arterias de pequeño calibre y las arteriolas, en cuya pa-
red predomina el músculo liso, son las encargadas de regular la 
distribución del f lujo sanguíneo a los distintos tejidos según las 
necesidades de éstos. Este control se ejerce mediante el aumento 
(vasodilatación) o disminución (vasoconstricción) del diámetro 
de estos vasos; la vasodilatación es responsable del aumento 
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