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46 - Miracco, et al , (2015) Interconsulta y terapia cognitivo conductual El rol del psicólogo en el hospital Ficha de cátedra

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INTERCONSULTA Y TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL: 
EL ROL DEL PSICÓLOGO EN EL HOSPITAL 
 
Miracco, M.; Sánchez, E.; Venturino, C.; Glombovsky, N.; 
Galarregui, M.; Scappatura, L. y Keegan, E. 
 
 
RESUMEN 
El presente trabajo se propone describir y ejemplificar la tarea del psicólogo como interconsultor en el 
hospital general. Se describe el rol del psicólogo en la interconsulta en diversos niveles de atención de la 
salud, así como las herramientas de evaluación más comúnmente utilizadas en esta práctica. También se 
presentan los objetivos y modalidades más frecuentes de interconsulta, así como estrategias de 
intervención desde el modelo cognitivo conductual. Finalmente, se concluye con desafíos y aspectos a 
tener en cuenta para la efectividad de la interconsulta en salud mental. 
 
 
Introducción 
 
Para nuestra disciplina el hospital como ámbito de formación y práctica es relativamente reciente. 
El desarrollo de la psicología y la creciente especialización de la medicina han permitido al 
psicólogo incluirse progresivamente en el ámbito hospitalario junto a otros profesionales para 
asistir conjuntamente al paciente. El surgimiento de la interconsulta como parte del servicio de 
salud mental data de mediados del siglo pasado (Fabrissin, 2011). Desde entonces se la ha 
entendido como un espacio de intervención interdisciplinar ante situaciones en las que el acto 
médico no logra su cometido o excede lo esperable o accesible a sus herramientas teóricas y 
técnicas. 
Tenconi (2003) define la interconsulta médico-psicológica como aquella intervención que el 
profesional de la salud mental lleva a cabo cuando se solicita su participación frente a una 
dificultad en el acto médico. Generalmente se trata de situaciones en las que el médico identifica 
dificultades en la adherencia al tratamiento indicado, presencia de síntomas presuntamente 
psicopatológicos, o bien situaciones socio-ambientales conflictivas que afectan el tratamiento 
médico. En estos casos, el interconsultor entabla un contacto directo con el paciente para realizar 
una evaluación en función del pedido recibido por parte del médico tratante. 
También puede solicitarse una interconsulta frente a situaciones que implican al médico como 
persona y exceden lo relativo al conocimiento científico; por ejemplo, dificultades en la relación 
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médico-paciente, problemas en la adecuada transmisión de información médica, o hacer frente a 
emociones ligadas con situaciones complejas asociadas con la práctica. En este sentido resulta 
útil diferenciar interconsulta y trabajo de enlace. En este último caso, el especialista de salud 
mental brinda un servicio a otro profesional o especialista, en un rol predominantemente 
educativo (Fabrissin, 2011), a los fines de contribuir a mejorar la comunicación y/o la atención del 
paciente. En estos casos, el interconsultor no establece un contacto directo con el paciente en 
cuestión, sino que trabaja asistiendo al profesional tratante. Por ejemplo, el psicólogo puede 
hacer un trabajo de enlace puntual realizando psicoeducación con el médico respecto de un 
paciente con fobia a la sangre y las inyecciones, y sugerir intervenciones adecuadas para el 
abordaje clínico del paciente con ese diagnóstico. 
 
 
Interconsulta y Salud Mental 
 
A partir de la definición mencionada anteriormente, podemos pensar que en toda interconsulta 
hay al menos tres participantes: el profesional solicitante o consultante, aquel que recibe el pedido 
o interconsultor, y el paciente en cuestión. La designación de “al menos tres” se vincula con la 
posibilidad de sumar profesionales de otras disciplinas a la tarea, así como también involucrar 
otros actores en la situación, por ejemplo, familiares, cuidadores o acompañantes. 
La interconsulta también puede ser entendida como una indicación terapéutica que complementa 
la atención recibida hasta el momento, y que se caracteriza por la implementación de un trabajo 
interdisciplinario. En este sentido, cabe mencionar que la Organización Mundial de la Salud 
(OMS) sostiene que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no 
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 1946). Argentina adhiere a esta 
concepción de salud integral, que entiende a un individuo como una unidad biopsicosocial y, por 
ende, se espera que los profesionales actúen en consecuencia. El trabajo en interconsulta se 
enmarca en esta línea al permitir la confluencia de diversos enfoques para abordar una misma 
situación, lo cual enriquece y complejiza la mirada de las personas implicadas en la misma. 
Si bien la interconsulta surgió en el terreno de la medicina, luego se extendió a otras disciplinas 
de la salud. En el ámbito de la salud mental son varios los profesionales que pueden intervenir 
frente a un pedido de interconsulta: psicólogos, psiquiatras, neuropsicólogos, psicopedagogos, 
trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, por nombrar a los más requeridos. 
El pedido de interconsulta puede ser requerido por un profesional de la misma disciplina o área o 
por el contrario provenir de otro ámbito. Por ejemplo, un psicólogo podría solicitar una 
interconsulta con un médico clínico así como con un psiquiatra ante el caso de un paciente con 
sintomatología depresiva, con el fin de que se descarten causas orgánicas que puedan explicar 
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los síntomas y se determine la pertinencia de un tratamiento farmacológico en combinación con la 
psicoterapia. Como contraparte, un médico clínico podría identificar sintomatología depresiva 
asociada a una enfermedad médica y realizar una interconsulta con un psicólogo. 
De manera que el pedido de interconsulta dependerá de cuál sea la necesidad que el profesional 
tratante quiera satisfacer en cada caso. La fluidez con que tenga lugar este proceso muchas 
veces estará determinada por variables ligadas al contexto en el que se realiza la atención del 
paciente. Por ejemplo, en un hospital público es habitual que los equipos de los diferentes 
servicios sean relativamente estables y esto favorezca la comunicación entre los profesionales, 
mientras que la implementación de intervenciones por fuera de un marco institucional requiere de 
un trabajo adicional por parte de cada profesional. Veamos a continuación qué particularidades 
tiene el rol del psicólogo como interconsultor, especialmente en el ámbito hospitalario. 
 
 
El rol del psicólogo como interconsultor 
 
El rol de un interconsultor es facilitar información e intervenir de forma directa o indirecta en una 
situación determinada, siempre y cuando le sea solicitado. De manera que la tarea del psicólogo 
como interconsultor dependerá del pedido que reciba de parte del profesional solicitante, así 
como del ámbito de trabajo en el que se desempeñe (véase Tabla 1). En términos generales, 
pueden mencionarse tres motivos frente a los cuales suelen solicitarse interconsultas 
psicológicas: la primera es la evaluación psicológica de un paciente, la segunda es la realización 
de intervenciones psicosociales, y la tercera el acompañamiento o la asistencia -del paciente, la 
familia o del equipo médico- en internaciones por causas médicas (no psiquiátricas). En este 
último caso, la asistencia al equipo médico exclusivamente, se trataría de un trabajo de enlace, tal 
como se mencionó previamente. 
 
Tabla 1. Interconsulta: tareas del psicólogo y ámbitos de trabajo 
 Tareas 
 Evaluación psicológica 
 Intervención psicoterapéutica 
 Acompañamiento 
 Ámbito de trabajo: nivel de atención sanitario 
 Primario 
 Secundario 
 Terciario 
 
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Respecto del ámbito de trabajo debe diferenciarse la tarea según el nivel de atención en el que el 
psicólogo se desempeñe: nivel primario, secundario o terciario de atención de la salud. A 
continuación presentaremos ejemplos de intervenciones en los niveles primario y terciario, y 
desarrollaremosun apartado especial para ejemplificar las intervenciones en el nivel secundario 
de atención de la salud por ser éste el ámbito donde es más habitualmente requerida la 
interconsulta psicológica. 
 
En el nivel de atención primaria, donde los principales objetivos son la prevención de 
enfermedades y la promoción de la salud, un pedido característico de interconsulta suele 
realizarse a los equipos de orientación escolar (EOE) que funcionan dentro del centro de salud 
del área programática, por ejemplo, frente al caso de un adolescente intoxicado por abuso de 
alcohol. En este caso, el psicólogo del centro de salud podría acercarse a la escuela para evaluar 
la situación, reunirse con quienes solicitaron el pedido y, luego de la evaluación, decidir la 
necesidad o no de intervención. Una intervención posible sería el diseño de un taller preventivo 
sobre el uso y abuso de alcohol en adolescentes. Así, la intervención quedaría enmarcada en el 
ámbito del subsector estatal del sistema de salud, junto con el agregado intersectorial del sector 
educativo. 
El tercer nivel de atención se caracteriza por las intervenciones de alta complejidad y 
especialización; un ejemplo de este tipo de atención sería la que realizan los psicólogos de los 
hospitales monovalentes (hospitales de atención psiquiátrica). Podríamos pensar, a modo de 
ejemplo, en la solicitud de intervención a un psicólogo como interconsultor, para planificar y llevar 
adelante un programa de rehabilitación psicosocial con un paciente con un trastorno mental 
severo crónico tras una internación, conjuntamente con un terapista ocupacional. 
 
Ahora bien, al hablar de interconsulta en salud mental no podemos dejar de referirnos al trabajo 
que se realiza en el segundo nivel de atención. En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos 
Aires encontramos un total de 29 hospitales con internación, entre generales o polivalentes y 
especializados o monovalentes (Bonazzola, 2010). Dentro de éstos se encuentran trabajando 
distintos profesionales de la salud mental, entre ellos los psicólogos. La mayoría de ellos 
pertenecen a los servicios de Salud Mental, mientras que otros forman parte del equipo de planta 
de otros servicios (como por ejemplo en Neurología realizando evaluaciones neuropsicológicas, o 
en el Área Programática desarrollando tareas de Atención Primaria de la Salud). Aquí podemos 
apreciar una primera distinción en la forma de inserción del profesional psicólogo en el ámbito 
hospitalario. Evidentemente las funciones que tendrá que cumplir no serán las mismas si está 
trabajando dentro del servicio de salud mental, que si lo hace en otro servicio de atención 
específica. 
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En nuestro sistema hospitalario el psicólogo interconsultor suele formar parte del servicio de 
Salud Mental y suele ser requerido por consultas que provienen de otros servicios hospitalarios. 
Aquí, el psicólogo –generalmente en conjunto con un médico psiquiatra - acudirá a las salas de 
internación de las especialidades médicas, desde las cuales se realizaron los pedidos de 
interconsulta, por ejemplo, Cirugía, Clínica, Neumonología, Traumatología, Pediatría, 
Gerontología, etc. El trabajo que desarrollará el psicólogo interconsultor podrá ser con el paciente, 
la familia, o un trabajo de enlace con el equipo médico. El propósito puede ser la evaluación, el 
acompañamiento, las intervenciones focalizadas o la facilitación en la gestión de algún trámite 
específico (por ejemplo, la obtención de un certificado de discapacidad). 
 
A continuación se presenta un esquema general del circuito de interconsulta en el sistema de 
salud pública de CABA (véase Gráfico 1 en el anexo, al final del texto). El pedido se realiza por 
escrito, desde una sala de internación (no psiquiátrica), firmada por un médico especialista, y se 
recibe en el servicio de Salud Mental. Se designa un equipo interconsultor psicólogo/psiquiatra, 
quienes acuden al servicio correspondiente para hablar con el médico que solicitó la interconsulta. 
Se recaban más datos del pedido y del paciente en cuestión, y se aclaran dudas que pudieran 
surgir a partir del pedido escrito. Luego se evalúa al paciente realizando un examen semiológico y 
relevando otros datos de rutina, además de lo referido específicamente al motivo de interconsulta. 
Una vez que se haya conversado con todos los actores involucrados (podrían sumarse familiares 
o personal no profesional), se discute con el equipo de Salud Mental la conducta a seguir y se 
implementa la estrategia consensuada. 
 
En resumen: 
 El trabajo en interconsulta es interdisciplinario en consonancia con la legislación nacional 
vigente para el abordaje del padecimiento mental (Ley 26.657, año 2010); por tal motivo, el 
equipo tratante está formado por un psicólogo y un psiquiatra, además de la inserción de 
otros profesionales cuando el caso lo amerita. Por ejemplo, se solicita la intervención de un 
trabajador social cuando es necesario solicitar una derivación a un tercer nivel, por 
ejemplo, un nosocomio geronto-psiquiátrico. 
 El primer paso obligatorio antes de realizar cualquier intervención es aclarar el motivo por 
el cual se solicita la interconsulta, conversando con el profesional que realizó el pedido, 
leyendo la historia clínica del paciente, y relevando la información necesaria con el 
paciente y/o la familia. De esta manera, evitamos cometer algún error causado por un 
malentendido. Por ejemplo, suele suceder que los psicólogos seamos convocados para 
trabajar en la aceptación de un diagnóstico o la necesidad de realizar una intervención 
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clínica que podría angustiar al paciente (por ejemplo, la necesidad de realizar una 
amputación). En este tipo de casos será importante indagar si el paciente ya fue informado 
sobre dicho diagnóstico o si en cambio es el equipo médico el que está experimentando 
dificultades para comunicarlo al paciente, en cuyo caso nuestro trabajo puede ser clarificar 
esto y ayudar al médico a encontrar la forma adecuada de transmitir dicha información. 
Cabe aclarar que en este tipo de casos el pedido suele ser de interconsulta; sin embargo, 
luego de entrar en contacto con el consultante se establece que se trata de un trabajo de 
enlace, ya que la intervención se realiza con el equipo médico y de forma indirecta sobre el 
paciente, lo cual se diferencia de una interconsulta propiamente dicha donde el contacto 
con el paciente es directo. 
 En relación con el punto anterior, la estrategia de trabajo que resulte del pedido de 
interconsulta no siempre incluirá únicamente al paciente. Se puede trabajar además con la 
familia y/o con el equipo médico. 
 
 
Los pedidos de Interconsulta 
 
Según Smaira, Kerr-Correa y Contel (2003), la mayoría de los pedidos de interconsulta se deben 
a los siguientes factores: dudas en el diagnóstico del paciente, colaboración en el diagnóstico 
diferencial entre patologías orgánicas y psiquiátricas, consulta por pacientes que presentan 
quejas continuas, comportamientos de los pacientes que dificultan el funcionamiento del personal 
del servicio, reacciones negativas por parte del equipo tratante hacia las actitudes del paciente, 
intentos o riesgo de suicidio, pacientes que presentan sintomatología psiquiátrica o que presentan 
antecedentes psiquiátricos. En la Tabla 2 se presentan los pedidos de interconsulta más 
frecuentes. 
 
Tabla 2. Pedidos de Interconsulta más frecuentes 
 Signos y síntomas presuntamente psicopatológicos 
 Dificultades en evolución o adherencia al tratamiento de una dolencia 
física o cuadro clínico 
 Dificultades en el vínculo médico-paciente 
 Dificultades con la familia o conflictiva entre el paciente y la familia 
 Dificultades en otorgar determinado diagnóstico/pronóstico 
 
 
 
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Evaluación 
 
El proceso de evaluación en el ámbito de la interconsulta suele estar determinado por el pedido 
que realiza el médicoconsultante y debe adecuarse, a su vez, a las condiciones del paciente y a 
las características del ambiente en el cual se llevará a cabo. Si bien existen diversos instrumentos 
de evaluación, tales como la entrevista, la observación, cuestionarios y tests psicológicos, la 
elección de los mismos siempre quedará a cargo del interconsultor quien deberá tener en cuenta 
los factores antes mencionados. 
Tal como afirman Nunes-Baptista, García-Capitao y Alba-Scortegagna (2006), la evaluación 
psicológica en el ámbito médico es un instrumento fundamental para orientar la toma de 
decisiones en lo que respecta al diagnóstico diferencial, al tipo de tratamiento que se requiere y al 
pronóstico. Tomando los aportes de Belar y Deardorff (1995), estos autores proponen una 
síntesis de las principales áreas a evaluar, cuando el psicólogo se encuentra con un paciente 
internado por causas médicas y el motivo de la interconsulta es la evaluación de: 
 Aspectos Biológicos: evaluación de la naturaleza de la afección o síntomas físicos que 
presenta el paciente, así como su frecuencia e intensidad, tipo de tratamiento que recibe 
en la actualidad y sus características, antecedentes de tratamientos médicos recibidos 
previo a la internación actual. 
 Aspectos Afectivos: evaluación de los sentimientos del paciente acerca de la enfermedad 
actual, acerca del tratamiento que está recibiendo y del futuro. Incluye también la historia 
de las variaciones en el estado de ánimo del paciente. 
 Aspectos Cognitivos: evaluación de lo que el paciente conoce acerca de la enfermedad o 
afección diagnosticada y sobre su estado de salud actual. También de las funciones 
cognitivas tales como atención, memoria y la percepción. Por otra parte, es importante la 
evaluación de las creencias del paciente respecto a su enfermedad, percepción de control 
de la situación (locus de control), capacidad para evaluar los costos y beneficios de las 
diferentes opciones de tratamiento, así como las expectativas del paciente acerca de cada 
una de las alternativas posibles. 
 Aspectos Comportamentales: reacciones del paciente, como por ejemplo señales de 
hostilidad o ansiedad frente a los cuidados médicos recibidos. También se deben evaluar 
factores de riesgo o factores protectores que presenta el paciente en su repertorio 
conductual. 
 
Cabe agregar que, además de las áreas mencionadas, al recibir un pedido de interconsulta 
psicológica es fundamental indagar por la presencia de trastornos mentales que pueden preexistir 
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a la enfermedad actual del paciente, pueden ser una consecuencia de ella o bien pueden coexistir 
de modo independiente y tener un importante impacto en la evolución del cuadro clínico. 
Al momento actual existe un gran número de escalas, inventarios y tests psicométricos que 
pueden ser de utilidad para evaluar la presencia de diferentes cuadros psicopatológicos, y si bien 
no reemplazan a la entrevista, pueden ser útiles para complementarla. En la Tabla 3 se presentan 
algunos ejemplos de los instrumentos más utilizados en la práctica de la interconsulta en 
pacientes adultos. 
 
Tabla3. Escalas e inventarios de uso frecuente en la interconsulta. 
Nombre Aspectos que evalúa 
Inventario de Depresión de Beck (BDI) 
 
Síntomas depresivos 
Test de depresión de Hamilton 
 
Síntomas depresivos 
Escala de Depresión Geriátrica (GDS) Síntomas depresivos en gerontes 
 
Escala de Young para la Evaluación de la Manía (YMRS) 
 
Síntomas maníacos 
Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI) Síntomas ansiosos 
 
Escala de Hamilton para la Ansiedad (HARS) Síntomas ansiosos 
 
Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo (STAXI) 
 
Tendencia a la ira y su expresión 
Escala de Intencionalidad Suicida de Beck (SIS) 
 
Ideación suicida 
Cuestionario CAGE 
 
Abuso de alcohol 
Evaluación de la Abstinencia Alcohólica (CIWA-Ar) 
 
Abstinencia alcohol 
Mini Mental State Examination 
 
Funciones cognitivas 
Anddenbrooke´s Cognitive Examination (ACE) Funciones cognitivas 
 
Test del Reloj 
 
Deterioro cognitivo 
Índice de Barthel 
 
Actividades básicas de la vida 
cotidiana 
Inventario de Respuestas de Afrontamiento (CRI-A) Afrontamiento 
 
 
 
Interconsulta y abordajes cognitivo-conductuales 
 
Uno de los temas de mayor relevancia en la práctica de la interconsulta tiene que ver con la alta 
prevalencia de los trastornos mentales en pacientes que se encuentran internados en hospitales 
generales por presentar algún cuadro clínico. Según Fabrissin (2011), el trastorno depresivo 
mayor es el diagnóstico más prevalente en esta población, con valores que oscilan entre el 16 y el 
43%. Asimismo este autor menciona otros trastornos mentales altamente prevalentes entre estos 
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pacientes, tales como los trastornos de ansiedad, los trastornos adaptativos, el trastorno por 
consumo de sustancias (alcohol) y los trastornos cognitivos (deterioro cognitivo, demencias). 
 
Dado que la presencia de trastornos mentales en comorbilidad con enfermedades clínicas se 
asocia con una peor evolución del cuadro clínico, una mayor duración del tiempo de las 
internaciones, un mayor número de rehospitalizaciones, así como mayores dificultades en la 
funcionalidad del paciente (Fabrissin, 2011), es importante realizar una correcta evaluación del 
cuadro psicopatológico y planificar intervenciones orientadas al tratamiento del mismo. 
Los tratamientos cognitivo conductuales, al ser por lo general breves, estructurados y enfocados 
específicamente en la remisión de los síntomas o problemáticas que un sujeto presenta en el 
momento actual (Beck, 1995), proveen estrategias o intervenciones específicas que resultan 
útiles para ser aplicadas en el contexto de la interconsulta. Tal como mencionamos antes, el 
objetivo de la interconsulta no es aplicar un tratamiento psicoterapéutico. No obstante, a menudo 
se aplican intervenciones provenientes de estos modelos, evaluándose la pertinencia de un 
abordaje focalizado y puntual a la demanda específica de la situación. En caso de ser necesario, 
se deriva para su continuación en un tratamiento psicoterapéutico ambulatorio. 
En la actualidad la terapia cognitivo conductual cuenta con protocolos de tratamiento para 
múltiples trastornos mentales o problemáticas psicológicas. En términos generales, su estructura 
puede ser resumida en los siguientes pasos: evaluación, psicoeducación, tratamiento 
propiamente dicho (aplicación de las intervenciones específicas para cada trastorno), cierre y 
prevención de recaídas (Keegan, 2007). 
Si bien los tiempos de la interconsulta son diferentes a los del tratamiento ambulatorio para los 
cuales están diseñados los diferentes protocolos, es posible realizar intervenciones de acuerdo a 
las características del cuadro que presente el paciente, adaptándolo al contexto y a los tiempos 
de la interconsulta. En este último dispositivo, además, es fundamental poder evaluar si las 
intervenciones que realizamos han logrado aquello que se proponían, para poder determinar si 
podemos cerrar la interconsulta mientras el paciente continúa cursando la internación, o si será 
necesario realizar una derivación al equipo de Salud Mental para que el paciente pueda continuar 
con el tratamiento psicoterapéutico, luego de obtener el alta clínica. 
 
A continuación, con el fin de dar cuenta de este proceso, se presentan algunas viñetas de trabajo 
de psicólogos en interconsulta desde un enfoque cognitivo-conductual. 
 
 
 
 
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Casos clínicos 
 
El objetivo de este apartado es ilustrar algunos pedidos de interconsulta al servicio de Salud 
Mental y las diversas formas de intervenir (en cuanto a los objetivos y los actores involucrados en 
las intervenciones) según lo evaluado en cada caso. Para ello, se presentan diversos casos 
clínicos de interconsultas realizadas por residentes y concurrentes de Psicología Clínica y 
Psiquiatría en distintos hospitales generalesde la CABA. Todos los datos personales de los 
pacientes han sido modificados para resguardar debidamente la identidad y la confidencialidad de 
los mismos. 
 
El trabajo con pacientes 
 
Caso 1. 
Alcira es una paciente de 70 años, re-internada en la sala de Cirugía de un Hospital General de 
CABA. Como consecuencia de su diabetes, uno de sus pies había sido amputado algunas 
semanas atrás. La re-internación de la paciente se debía a que la herida quirúrgica no había 
evolucionado adecuadamente. La paciente, soltera y sin hijos, contaba con la compañía de una 
hermana durante su internación. 
Al momento en que se realizó la interconsulta con Salud Mental, Alcira estaba cursando su 
décimo día de internación y ya había sido intervenida nuevamente: le habían amputado el área 
afectada de la herida quirúrgica anterior. Llega al Servicio de Salud Mental el pedido por escrito 
realizado por un médico residente de cirugía, el cual solicitaba la interconsulta con Salud Mental 
por presentar la paciente “labilidad afectiva” y “episodios de llanto”. Al pedido responden una 
médica residente de psiquiatría y una residente psicóloga, que se acercan a la sala de cirugía a 
conversar con los médicos, antes de evaluar a la paciente. Los médicos refieren que la paciente 
"se pone a llorar" con frecuencia, "a veces por la noche". 
Durante las entrevistas con la paciente, ésta presentó episodios de llanto relacionados con 
distintas situaciones: su estado de salud y el no saber su pronóstico, preocupación por la 
hermana que la acompañaba y preocupación por no saber a dónde iría a vivir luego de ser dada 
de alta. 
Respecto a la preocupación por su pronóstico, la paciente refería que los médicos "pasaban muy 
rápido a verla", y que a veces no entendía lo que le explicaban. 
En este caso, se trabajó sobre la habilidad de comunicarle al médico que necesitaba una nueva 
explicación. Para esto, se intervino sobre factores asociados con la dificultad presentada por la 
paciente, tales como la vergüenza que le ocasionaba preguntar y el pensamiento: "si pregunto 
voy a parecer tonta". 
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En cuanto a su derivación luego del alta, la paciente tenía pensamientos catastróficos del tipo 
“voy a quedarme a vivir para siempre en el hospital" o “voy a quedar abandonada". Se trabajó 
sobre este tipo de pensamientos en el intento de que lograra flexibilizarlos, es decir, no tomarlos 
como hechos concretos de la realidad. Para ello, se entrenó a la paciente en cuestionar estos 
pensamientos, por ejemplo, preguntándose qué evidencia tenía que le indicara que las cosas 
eran como su pensamiento decía, y qué evidencia había de que ese pensamiento podría no ser 
exacto. 
Asimismo, se trabajó con la paciente la habilidad para poder tolerar la incertidumbre respecto a 
algunos temas (como su situación clínica y su situación habitacional luego del alta), manteniendo 
el foco atencional en el momento presente, notando y dejando pasar los pensamientos 
relacionados con la incertidumbre. Esto último se combinó con habilidades de resolución de 
problemas en los momentos en que se consideraba oportuno aplicarlas. Por ejemplo, estas 
habilidades resultaban útiles para la consideración de alternativas en las entrevistas con los 
trabajadores sociales, o para despejar dudas y conocer las decisiones de los médicos durante las 
evaluaciones de estos últimos. 
Por otra parte, debido a la cantidad de días que estuvo internada, Alcira tuvo períodos breves de 
desorientación temporal. Para ello, se indicaron algunas medidas ambientales que pueden 
resultar de ayuda frente a cuadros confusionales tales como tener un almanaque cerca, un reloj, 
mantener las persianas abiertas para que ingrese luz natural, escuchar las noticias en la radio, 
etc. 
 
Caso 2. 
Fausto es un hombre de 63 años, internado en la sala de Neumonología de un Hospital General 
de la CABA, por presentar una masa pulmonar que debía ser estudiada e intervenida 
quirúrgicamente. Al momento de la interconsulta, el paciente llevaba internado cinco días. El 
motivo de la interconsulta estaba relacionado con la historia de salud mental del paciente: 
presentaba un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, y se encontraba en tratamiento 
psiquiátrico actual, el cual no cumplía de manera adecuada. 
Luego de conversar con los médicos tratantes, quienes no refirieron otro motivo adicional que 
motivara la interconsulta, el equipo de Salud Mental mantuvo entrevistas con la tía del paciente y 
con el paciente. 
En las entrevistas, la tía relata que Fausto “nunca pudo ejercer su profesión”. Cuenta que trabajó 
durante un tiempo en la oficina de un familiar, haciendo trámites y tareas de cadete 
principalmente. Luego abandonó dicho trabajo y nunca más consiguió un empleo relacionado con 
su carrera. La tía refiere que para ella esto se debe a las dificultades del paciente para 
relacionarse con otras personas. Al respecto, agrega que él vive solo en un departamento que 
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heredó de su familia, ya que "no puede convivir con nadie". Dice que en una época convivió con 
otro hombre compartiendo el alquiler de una propiedad, pero que se llevaba muy mal y decidió 
dejar de convivir con otras personas. La tía refiere estar preocupada al respecto y dice que “si 
vive solo, deja de tomar la medicación y se desorganiza en las rutinas”. También cuenta que 
Fausto nunca tuvo pareja. En cuanto a los antecedentes de Salud Mental, la tía cuenta que el 
paciente tuvo varias internaciones psiquiátricas, siendo la última motivada por un intento de 
suicidio hace muchos años atrás, cuando tenía alrededor de 40 años. 
En la primera entrevista, Fausto se presentó amable, invitando al equipo de Salud Mental a 
ingresar a su habitación. Su discurso era coherente, fluido y algo arborizado. Su relato estaba 
lleno de descripciones excesivamente detalladas. Presentaba algunas conductas bizarras, como 
ponerse una media en la mano, explicando que ello evitaría que su piel pierda humedad. Al 
momento de esta primera evaluación, Fausto no presentaba sintomatología psicótica aguda ni 
ideas de muerte. Se realizó una prueba de screening de las funciones cognitivas (atención, 
memoria, orientación espacio-temporal, lenguaje, percepción viso-espacial, etc.), la Mini Mental 
State Examination (MMSE), con el objetivo de descartar deterioro cognitivo. La prueba arrojó 
algunas dificultades en la percepción viso-espacial. El resto de las funciones se encontraban 
conservadas. 
En cuanto a su conducta en el hospital, los enfermeros informaron al equipo de Salud Mental que 
Fausto no aceptaba ir al baño de pacientes, sino que intentaba entrar al baño del personal de 
enfermería. Asimismo, los enfermeros refirieron que por la noche, después de cenar, el paciente 
solía salir de su habitación para dirigirse a la habitación de otros pacientes “a charlar”, o 
deambulaba por el pasillo. No describieron ninguna otra conducta extraña o de riesgo. 
Luego de la evaluación inicial, el equipo decidió hacer un seguimiento del paciente. Se 
mantuvieron dos entrevistas semanales desde Psicología, y desde Psiquiatría realizaron un ajuste 
en el plan psicofarmacológico, con controles periódicos. Inicialmente se trabajó sobre la 
importancia del cumplimiento de las normas de la institución. Asimismo, se trabajó sobre temas 
que el paciente traía espontáneamente, sobre sus preocupaciones e intereses. Por otro lado, se 
trabajó sobre la posibilidad de que el paciente volviese a vivir con alguien luego del alta. 
 
 
El trabajo con familiares de pacientes 
 
Tal como se mencionó anteriormente, la interconsulta en Salud Mental no se circunscribe al 
trabajo exclusivo con el paciente o los médicos que la solicitan, sino que los familiares del 
paciente pueden ser objeto de las intervenciones del equipo de Salud Mental. ¿En qué medida se 
involucrará a los familiares? Ello dependerá del motivo del pedido de interconsulta, de losactores 
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disponibles y de la evaluación que realice el equipo de Salud Mental en cada caso. Se suele 
enfatizar en el trabajo con la familia cuando de la evaluación se desprende que la intervención 
sobre el ambiente familiar es clave para lograr el objetivo de trabajo. Esto es frecuente, por 
ejemplo, en los casos en los que la interconsulta se origina por pedido de los familiares, en 
aquellos en los que el problema del paciente está directamente relacionado con alguna conducta 
de la familia, o cuando se trata de pacientes niños/as o adolescentes. 
 
 
Caso 3. 
Simón es un paciente de 38 años de edad. Soltero, sin hijos. Su círculo familiar está compuesto 
por su hermano mayor y la mujer de éste. Sus padres fallecieron cuando él tenía 28 años. Vivía 
solo en el momento en que fue internado en la sala de Clínica Médica de un Hospital General de 
la CABA. El motivo de la internación fue "debilidad muscular en los miembros inferiores", lo cual le 
ocasionó al paciente una caída en su casa. Al momento en que el equipo de Clínica Médica 
realiza la interconsulta con Salud Mental, la causa de esta debilidad muscular aún estaba siendo 
estudiada. El pedido de la interconsulta decía: "paciente que presenta síntomas de depresión". 
Se realizó una entrevista con Simón y se utilizó un inventario de evaluación de sintomatología 
depresiva (Inventario de depresión de Beck; BDI), cuyo resultado arrojó un puntaje compatible 
con presencia de sintomatología depresiva moderada. Asimismo, el paciente consignó que tenía 
ideas de muerte, lo cual permitió retomar este tema en las entrevistas posteriores. Si bien el 
paciente refirió que últimamente había tenido pensamientos relacionados con su propia muerte, al 
momento de la evaluación no presentaba ideación ni plan suicida actual. 
En la entrevista, el paciente refirió que "no estaba satisfecho con lo que había hecho de su vida", 
y que últimamente había descuidado su salud. Sobre esto mencionaba, por ejemplo, no haber 
consultado al médico cuando empezaron los signos de la debilidad muscular, hacía semanas 
atrás. Asimismo, el paciente refirió que estaba desempleado y que "siempre trabajó en el negocio 
de su padre", hasta que éste falleció. 
Por otro lado, Simón refirió haber estudiado una carrera hasta tercer año, que luego abandonó 
porque "no podía estudiar” ya que “le costaba concentrarse”. Esta dificultad lo llevó a “atrasarse” 
en la carrera respecto a sus compañeros y entonces decidió dejarla. 
A pesar de que el paciente reconocía presentar dificultades, por ejemplo, respecto de su vida 
social, se mostraba ambivalente frente a la posibilidad de realizar una consulta en Salud Mental 
por estos temas. De manera que con el paciente se trabajó para incrementar la motivación a 
realizar una consulta luego del alta, desde el enfoque de la Entrevista Motivacional (Miller y 
Rollnick, 1999). Sin embargo, el foco principal estuvo puesto en el trabajo con la familia. Se 
mantuvo entrevista con el hermano del paciente, quien refirió hablar muy esporádicamente con 
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Simón. Agregó que la última vez que había visitado la casa de Simón, tanto el paciente como su 
casa se encontraban en un estado de falta de higiene: “Tenía basura en la casa que no quería 
tirar, la cual dificultaba la circulación por los ambientes. Desde botellas hasta diarios viejos". El 
hermano refirió que "no sabe qué le pasa a su hermano", y que cree que "nunca superó el 
fallecimiento de sus padres". 
Se trabajó con el hermano y su esposa durante tres entrevistas. Se realizó una intervención 
psicoeducativa en relación al cuadro que presentaba Simón. Se planteó el diagnóstico presuntivo 
que realizó el equipo de Salud Mental (sintomatología compatible con un trastorno depresivo 
mayor y un trastorno por acumulación) y se enfatizó en que sus conductas no se debían a "una 
falta de voluntad", y su dificultad para desechar cosas no se debía a que el paciente “era sucio". 
Por otra parte, se remarcó la importancia de que Simón realizara tratamiento, explicando que el 
cuadro no revertiría espontáneamente y sin ayuda profesional. Asimismo, se recomendó que la 
familia mantuviera contacto más fluido con el paciente y lo acompañara en sus tratamientos. 
 
 
El trabajo con otros actores e instituciones 
 
Si bien en la mayoría de los casos lo más frecuente es la intervención directa sobre el paciente, 
su familia y el equipo tratante, en ocasiones el equipo que responde a la interconsulta debe 
establecer contacto con otros servicios del hospital –o incluso con otras instituciones- con el 
objetivo de consensuar estrategias de intervención que exceden el campo de la salud mental. 
 
 
Caso 4. 
Para ejemplificar este punto, mencionaremos el caso de una paciente de 78 años, internada en la 
sala de Cirugía, que requería ser externada a una institución que contara con ciertos cuidados 
específicos que la paciente necesitaba. La familia de la paciente tenía dificultades para conseguir 
una institución de tales características y responsabilizaba a la obra social por ello. El equipo de 
Salud Mental consultó el caso con Servicio Social, que ya estaba interviniendo por esta paciente. 
Desde dicho Servicio se sostenía que el motivo por el cual no habían derivado a la paciente a una 
institución “era la familia”, ya que, luego de haber encontrado vacante en algunas instituciones, a 
la familia "ninguna le venía bien”, según lo referido por la trabajadora social. 
En este caso, Salud Mental intervino generando un “puente” entre Servicio Social y la familia de la 
paciente, mediante la participación en las entrevistas que la familia tenía con la trabajadora social. 
El objetivo de esta intervención fue mejorar la comunicación entre ambas partes, para que 
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pudieran alcanzar el objetivo principal que compartían: encontrar una institución adecuada para la 
paciente. 
 
Caso 5. 
Otro ejemplo es el de un paciente de 65 años, internado en Neumonología, que presentaba 
signos de deterioro cognitivo secundario a consumo crónico de alcohol. El paciente estaba 
desorientado temporal y espacialmente y no recordaba cómo había llegado al hospital. Los 
médicos tratantes refirieron que el paciente se había presentado en la guardia, y como allí se 
evaluó que podría tener tuberculosis, se lo internó para evaluación y tratamiento. Asimismo, como 
el paciente tenía signos de un síndrome confusional en el contexto de consumo crónico de 
alcohol, se realizó la interconsulta con Salud Mental. 
En las entrevistas con el equipo de Salud Mental, el paciente sólo proporcionó la información de 
que había estado internado un hospital monovalente de la Provincia de Buenos Aires. Con este 
dato, el equipo de Salud Mental se comunicó con dicho hospital y pudo recoger más información. 
El paciente se había retirado por sus propios medios del hospital donde estaba internado, sin el 
alta médica. Asimismo, estaba siendo buscado por la policía, debido a que el paciente estaba 
internado en el hospital por haber cometido un delito y haber sido considerado inimputable. 
Finalmente, el paciente fue trasladado nuevamente al hospital en la Provincia de Buenos Aires, 
luego de finalizar el tratamiento en Neumonología. 
Los casos clínicos presentados ejemplifican la flexibilidad respecto a las estrategias e 
intervenciones que los casos le exigen al equipo interconsultor de Salud Mental, para poder 
responder adecuadamente al pedido de una interconsulta. 
 
 
Conclusiones 
 
A grandes rasgos podría decirse que el objetivo de cualquier interconsulta es dar respuesta a la 
solicitud de intervención, realizando una evaluación global de la situación y una devolución en 
función de ésta. En términos generales, entonces, cualquier interconsulta tiene como primer 
objetivo realizar un análisis de la situación o contexto en que emerge su demanda. Para ello se 
entrevista al médico solicitante, luego al paciente yfamiliares, si los hay, y a cualquier otro 
profesional interviniente. Con toda esta información se realiza una síntesis y una recomendación 
o sugerencia que puede implicar el seguimiento del paciente, intervenciones con el paciente y/o 
familiares, o bien intervenciones con el/los profesionales tratantes. 
Las intervenciones que se implementan en interconsulta son siempre focalizadas. En los 
hospitales el dispositivo de interconsulta está pensado para abordar problemáticas específicas 
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que escapan al conocimiento de quien realiza el pedido. No se trata de implementar un 
tratamiento psicoterapéutico con el paciente, ya que tal intervención se realiza en el dispositivo de 
consultorios externos. Sin embargo, muchas de las intervenciones realizadas en interconsulta 
comparten algunos principios y objetivos de los tratamientos cognitivo conductuales para diversos 
problemas y trastornos. 
Tal como se intentó mostrar a lo largo del presente trabajo, la interconsulta es un campo amplio y 
diverso, en el que la inserción del psicólogo tiene múltiples y variadas modalidades, posibilidades 
y retos. Para el psicólogo esta práctica representa una oportunidad desafiante, dado el 
entrecruzamiento de múltiples campos de conocimiento. A su vez, esta práctica resulta 
enriquecedora para nuestra disciplina, en tanto permite ampliar la mirada acerca del padecimiento 
mental y su relación con el contexto en que éste emerge, que puede estar sesgada en la práctica 
predominantemente individual del consultorio particular. Más específicamente, en el hospital el 
trabajo interdisciplinario se torna prácticamente obligatorio, y pone en juego habilidades de 
comunicación e intervención conjunta en pos del bienestar del paciente; tarea nada fácil, sobre 
todo en contextos de urgencia o de vulnerabilidad social, en los que las herramientas requieren 
un dinamismo y una reconstrucción permanente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Referencias 
 
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y W. W. Deardorff, Clinical Health Psychology in Medical Settings: A Practitioner´s 
Guidebook. Washington: APA. 
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http://www.buenosaires.gob.ar/areas/salud/dircap/mat/matbiblio/bonazzola.pdf 
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estrategias para su efectividad. Vertex. Revista Argentina de Psiquiatría., XXII, 356-367. 
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www.msal.gov.ar/saludmental/.../ley-nacional-salud-mental-26.657.pdf 
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psicológica en la salud: contextos actuales. Estudios Sociales, 15(28), 138-161. 
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enlace. VERTEX Revista Argentina de Psiquiatría, XIII, 97-102. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Anexo. Gráfico 1. Flujograma de la interconsulta.

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