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El Comercio

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A modo de introducción 
El presente texto de cátedra se propone realizar una breve aproximación a la actividad 
económica conocida como “comercio”, y buscaremos poner de relieve algunas de sus 
características más destacadas. 
El comercio es una actividad profundamente ligada a la economía sin la cual difícilmente se 
podrían haber desarrollado muchas teorías, doctrinas y escuelas a lo largo de la historia. En 
este sentido, esta actividad además de estar presente de manera casi permanente en 
nuestras vidas, asume una importancia superlativa para el desarrollo y crecimiento de las 
sociedades. 
 
Noción y concepto de comercio 
Para comenzar, tomaremos la definición postulada por el SCIAN (2002) según la cual el 
comercio es “la actividad socioeconómica consistente en la compra y venta de bienes, para su 
uso, para su venta o para su transformación. Es el cambio o transacción de algo a cambio de 
otra cosa de igual valor. Por actividades comerciales o industriales entendemos tanto 
intercambio de bienes y servicios que se afectan a través de un mercader o comerciante. El 
comerciante es la persona física o jurídica que se dedica al comercio en forma habitual, como 
las sociedades mercantiles” 1. 
 
Esta definición, sencilla pero elocuente, permite tener una noción bastante completa de esta 
actividad. En rigor: 
 
a. Es una actividad socioeconómica: Ante todo, el comercio implica la noción de alteridad, es 
decir, de la intersubjetividad, de la participación de dos o más sujetos. Difícilmente podamos 
pensar que el comercio pueda tener lugar con tan solo un sujeto interviniente. Por ello, 
sostenemos que es condición necesaria la participación de dos o más sujetos para que se 
pueda llevar a cabo. Pero además reviste una vital importancia no solo para los sujetos que 
participan del intercambio, sino que expande sus efectos en términos globales: el comercio 
es ante todo una actividad que se desarrolla en el marco de las sociedades y posibilita su 
 
1 Instituto Nacional de Estadística y Geografía e Informática (INEGI) de México, “Sistema de Clasificación 
Industrial de América del Norte, México 2002 SCIAN”. México, 2002. Diponible en 
https://www.snieg.mx/DocAcervoINN/documentacion/inf_Nvo_Acervo/SNIE/SCNM_Calc_CorPlazo_Base_200
3_entidad_fed/SCIAN_2002.pdf 
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN 
 
CÁTEDRA DE NOCIONES DE ECONOMÍA / TEORÍAS ECONÓMICAS 
 
 Texto 08 - Comercio 
 
 
Autor: LUIS ENRIQUE PEREYRA 
 
desarrollo y su crecimiento. Gran parte de la actividad económica de nuestras sociedades 
tiene estrechos vínculos con el comercio; de ahí que hablemos de una actividad 
“socioeconómica”. Por lo tanto, el comercio lleva implícito un abordaje de lo económico y lo 
social considerados en su interrelación, no aisladamente. Es decir, una combinación de dos 
factores que se entrelazan y surten efectos mutuamente. 
 
b. consistente en la compra y ventas de bienes: es esta quizá la nota distintiva de la actividad 
en sí misma. El comercio implica intercambio de un bien por otro, o de un bien por un 
servicio, o de un servicio por otro servicio. Pero no existe un proceso de creación ni tampoco 
transformación de los bienes que se adquieren para su posterior venta o consumo porque si 
hubiera tal transformación hablaríamos de actividad industrial o fabril. El comercio es 
intercambio de dos o más objetos que se presumen equivalentes, pero sin que sean 
sometidos a un proceso de transformación que altere significativamente su esencia. 
 
c. para su uso, para su venta o para su transformación: si adquirimos un bien o un servicio 
diremos que es un bien o servicio final y lo destinamos para consumirlo de manera inmediata 
(por ejemplo si compramos alimentos) o bien para su consumirlo o usarlo a lo largo del tiempo 
(tal sería el caso de un bien inmueble o un vehículo) es decir que no se extingue con su primer 
uso, sino que está destinado a perdurar -en más o en menos- a lo largo del tiempo. Estos 
bienes se conocen en Economía como “bienes finales”. 
Podría suceder que estos bienes sean adquiridos con el ánimo de ser sometidos a una 
posterior venta o para ponerlos a disposición de otras personas que pagarán por su uso. En 
el primer caso existe transferencia de propiedad (yo le compro a un proveedor, luego lo 
revendo en el mercado) o bien, en el segundo supuesto (cuando no hay transferencia de la 
propiedad), no existe un cambio en la titularidad del dominio sino simplemente la posibilidad 
de su uso y disfrute, por ejemplo, si compro un departamento para destinarlo locación por 
parte de otros sujetos. 
En cualesquiera de los casos mencionados no hubo un proceso de transformación que genere 
una mutación o cambio en la naturaleza misma del bien, sino que se lo usa en el estado mismo 
en que se lo adquiere2. 
Una tercera alternativa, es que esos bienes que se adquieran sean sometidos a un proceso de 
transformación, lo que nos lleva a pensar que nos referimos a “bienes intermedios”, o sea 
aquellos que son destinados para formar parte de una cadena de procesamiento y que por 
ello sufrirán algún tipo de modificación o bien serán consumidos definitivamente en este 
proceso (tal sería el caso de adquirir pintura para pintar una mesa; una vez que se la utilice, 
el bien “pintura” no existirá como tal, sino como parte de otro bien que es la mesa). 
 
2 Podríamos pensar que a la propiedad que se destinará a locación se le introducen cambios; pero ello no altera 
en sí la actividad misma del comercio que se traduce en la adquisición de un bien para su uso. Distinto sería el 
caso, por ejemplo, si una empresa se dedica a la compra de terrenos para construir casas y venderlas o 
alquilarlas; en ese caso, en principio, existe un proceso de transformación que excede la actividad comercial. 
Vale decir, los bienes se adquieren para someterlos a un proceso de transformación y luego 
se destinarán a la venta. Es cierto que podemos advertir una actividad del tipo industrial en 
el referido proceso de transformación; sin embargo, la adquisición que se realiza en primer 
lugar es en sí misma actividad comercial. Una segunda etapa será la transformación, lo que 
no estaría comprendido dentro de la definición misma de comercio. Sin embargo, en una 
tercera etapa, cuando se la destine a su venta final, habrá actividad comercial. 
 
d. Es el cambio o transacción de algo a cambio de otra cosa de igual valor: el cambio de 
algo por algo es la esencia misma del comercio. Pero, se parte del supuesto de que los bienes 
o servicios que se intercambian guardan algún tipo de equivalencia en términos de valor. Ello 
es así, aunque no siempre haya una igualdad exacta entre una cosa y la que se intercambia. 
La valuación o estimación del valor es aproximada, y si bien casi nunca es exactamente igual 
el valor de los bienes o servicios que se intercambian, se trata de arribar lo máximo posible a 
los términos de equivalencia. Se advierte una operación en la que subyace la igualdad entre 
comprador y vendedor con especial énfasis en el aspecto sinalagmático a fin de evitar 
ventajas desproporcionadas en favor de uno de los sujetos. De presentarse esta ventaja 
desmedida en favor de uno de ellos, se estaría desvirtuando la esencia misma del intercambio 
de “cosas de igual valor” y estaríamos en presencia del abuso de una posición dominante, por 
ejemplo en el caso de una empresa monopólica que sea la única que venda un producto 
determinado. No es objeto de este trabajo, pero destacamos existe normativa para evitar 
estos abusos en perjuicio de los consumidores y usuarios, tema que corresponde a otras 
ramas del derecho. 
 
e. entendemos tanto intercambio de bienes y servicios: El comercio no solo alude al 
intercambio de bienes sino también de servicios, es decir la realización de una actividad queno tiene forma corporal, que no tiene materia, sino que refiere a la ejecución de un acto, 
conducta o comportamiento que proporciona una utilidad a quien la recibe. 
El intercambio no solo incluye los bienes físicos o materiales, sino que es abarcativo de los 
bienes inmateriales que, aun cuando no posean una forma tangible, sí tienen valor 
económico. Un ejemplo de ello sería la compraventa de un software informático, de un 
videojuego, de un fondo de comercio, de una marca, o una patente, etc. 
 
f. “a través de un mercader o comerciante. El comerciante es la persona física o jurídica que 
se dedica al comercio en forma habitual, como las sociedades mercantiles”: Es muy 
importante destacar la figura del comerciante, mercader o empresario que lleva adelante la 
actividad con cierta nota de habitualidad (sobre este punto nos referiremos más adelante). 
La actividad mercantil o comercial implica la presencia de un sujeto que haga de ella algo 
habitual, no esporádico. Actualmente lo llamamos empresario, aunque en otros tiempos se 
solía utilizar con mayor frecuencia el término comerciante o mercader (término íntimamente 
asociado a la corriente económica llamada Mercantilismo). La figura de este comerciante 
(también llamado vendedor o revendedor en algunos casos) no necesariamente refiere a una 
persona humana, sino que puede referirse a una persona jurídica, tal sería el caso de una 
empresa que opera bajo la forma de una sociedad anónima, por ejemplo. 
 
Además de los elementos que propone la definición anterior existen otros elementos que son 
inherentes a la actividad comercial y son: 
 
1. bilateralidad o multilateralidad: es la necesaria participación de dos o más personas para 
que la actividad pueda ser desarrollada. Sin la existencia de dos o más personas no puede 
concretarse el intercambio al que nos hemos referido (justamente, en este contexto el prefijo 
“inter” alude a una actividad que se realiza “entre” dos o más entes). 
Asimismo, en la jerga jurídica se habla de bilateralidad3 cuando es necesaria la manifestación 
del consentimiento de todas las personas que participan de este acto para que se concrete y 
produzca sus efectos. Además, para que exista la bilateralidad en el ejercicio del comercio, es 
necesario que todas las partes que participan en un negocio jurídico resulten obligadas 
recíprocamente a realizar alguna prestación (es decir, una prestación de dar, de hacer o de 
no hacer). Por ejemplo: en una compraventa de un producto “X”, el vendedor asume la 
obligación de entregar ese bien; al mismo tiempo el comprador se obliga a recibirlo y a pagar 
un precio por su adquisición. 
 
2. onerosidad: es el sacrificio económico necesario para adquirir un producto. Es lo opuesto 
a la gratuidad en la que no se verifica sacrificio alguno para obtener algo. Esta onerosidad es 
bilateral, es decir, los sujetos que participan del intercambio deben someterse a un sacrificio 
económico (la entrega de su propio bien) para obtener otra cosa a cambio. Vale decir, se debe 
hacer un sacrificio para obtener una ventaja. 
 
3. lucro: es casi una regla general que quien se dedica al comercio lo hace con el ánimo de 
obtener alguna utilidad en beneficio propio, lo que no es reprochable bajo ningún punto de 
vista, siempre que ello guarde correspondencia y esté dentro los estándares que admite y 
protege el derecho. Pensemos que quien se dedica a esta actividad no lo hace por una 
cuestión altruista, sino en la búsqueda de su bienestar y crecimiento personal o empresarial. 
 
4. equivalencia en el intercambio: el acto por el cual se intercambian bienes y/o servicios 
deben guardar algún tipo de correspondencia, es decir una cierta equivalencia entre lo que 
se da y lo que se recibe. Es probable, y de hecho así sucede, que el “comerciante” obtenga 
una “diferencia a su favor”, lo que hemos dado en llamar utilidad o ganancia. Pero esa 
ganancia o beneficio que obtiene no debe ser desproporcionada en comparación con lo que 
recibe el otro sujeto. De ser así, estaríamos hablando de un posible abuso del ejercicio del 
derecho, una desventaja reprochable en términos jurídicos y claramente ajena al espíritu de 
la actividad comercial. En definitiva, tal como sostienen Wayar, E. y Wayar F. (2014): “para el 
 
3 Sobre la bilateralidad en términos jurídicos, se sugiere profundizar con la lectura del artículo 966 y 
concordantes del Código Civil y Comercial de la Nación. 
derecho el grado óptimo de onerosidad se logra cuando una ventaja y sacrificio guardan 
relativa equivalencia. Es obvio que no siempre se alcanza ese ideal, ya que por el contrario, 
esa onerosidad admite grados, así, cuando la ventaja es mayor que el sacrificio, desde la 
perspectiva de la parte a quien beneficia, el contrato es menos oneroso; en cambio cuando el 
sacrificio es mayor, el contrato será más oneroso”. 
 
5. habitualidad: si bien el concepto de habitualidad entendida como la reiteración de actos 
sostenidos en el tiempo con una marcada frecuencia (lo opuesto a la idea de esporádico, 
atípico u ocasional) ha entrado en crisis en los últimos tiempos, es necesario advertir que 
muchas veces el ejercicio de ciertos actos de naturaleza comercial requieren de la 
característica de habitualidad para ser subsumidos dentro de esta actividad4. 
Pero, tal cual indicamos, el concepto ha entrado en crisis, particularmente cuando pensamos 
en el derecho de los consumidores, pues para este plexo normativo estaremos en presencia 
de un “proveedor” aun cuando no haya habitualidad. Esto es importante porque la Ley de 
Defensa del Consumidor es una norma de orden público que protege y tutela a los 
consumidores y usuarios en una relación de consumo. 
 
 
Breve aproximación a la historia del comercio 
Cuando intentamos hacer una mirada retrospectiva del comercio para estudiarlo en torno a 
los distintos momentos de la historia de la humanidad, podemos advertir que esta actividad 
es más antigua de lo que a veces creemos, y es tal la importancia que tiene y tal la manera de 
adaptarse a la realidad cambiante, que ha logrado moldearse al ritmo de las distintas 
vertientes ideológicas y doctrinarias y también a los avances de la técnica y la tecnología; 
siendo así, el comercio (al igual que otras actividades) logró superar las barreras del tiempo y 
trascender las fronteras y, por supuesto, reinventarse al lado de los fenómenos globales más 
cercanos a nuestra historia reciente. 
Dentro del estudio de la Historia (Historia General, para ser más exactos), existe lo que se 
conoce como la “Historia del Comercio” (Tejado, 1962)5 que nos permite entender y analizar 
los orígenes de esta actividad, su concepción, su aceptación o rechazo por las distintas 
sociedades en los distintos momentos históricos e incluso entender el dinamismo de su 
crecimiento en relación a los caracteres de la productividad. El estudio de la historia del 
comercio permite entender con mayor precisión la historia general en el marco social en que 
 
4 A modo anecdótico citamos como ejemplo la definición de comerciante que hacía el derogado Código de 
Comercio que sostenía en su Art. 1°: “La ley declara comerciantes a todos los individuos que, teniendo capacidad 
legal para contratar, ejercen de cuenta propia actos de comercio, haciendo de ello profesión habitual”. La 
habitualidad de la que hablaba la vieja ley de comercio de nuestro país marcaba una característica 
importantísima al momento de reconocer o no como comerciante a un sujeto. Este Código de Comercio fue 
derogado por la Ley N° 26.994 y en su lugar crea el “Código Civil y Comercial”. Sin embargo, el código unificado 
no contiene una norma que reproduzca con exactitud lo que disponía la normativa derogada, al mismo tiempo 
que deja atrás el término “comerciante” para comenzar a utilizar el de “empresario”. 
5 Tejado, Manuel“La historia del comercio en el marco de la historia general”, 1962, disponible en: 
https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819 
se desarrollan las instituciones y toda clase de fenómenos, pues de alguna manera, el 
comercio está íntimamente ligado al desarrollo de estas sociedades. 
 
En razón de ello, podemos rastrear los orígenes del intercambio6 en el Neolítico, etapa en la 
que muchas comunidades empiezan a convertirse en sedentarias, y que tiene como distintivo 
la aparición de los poblados, en la que las comunidades comienzan a domesticar animales, a 
cultivar plantas, en la que se consolida la agricultura, se comienza a organizar el trabajo, etc. 
Es decir, el intercambio de “una cosa por otra” encuentra razón de ser en la necesidad de 
satisfacer necesidades; es una operación de características básicas y rudimentarias, en la que 
el fin primordial era el consumo alimentario y la vestimenta. Ese intercambio no es más que 
la antesala de una actividad económica que se desarrollará en profundidad en los próximos 
siglos y que además pone en evidencia los primeros vestigios del trueque7, mecanismo que 
constituye lo que usualmente se denomina una “forma primitiva del comercio”. Va de suyo, 
que con el correr del tiempo esta estructura básica de intercambio comienza a complejizarse 
y a tomar otros matices, pues ya no se van a intercambiar solamente productos que 
podríamos identificar como de “primera necesidad” sino que se someterán a transacción 
otros tipos de productos que van más allá de la mera subsistencia. 
 
Es en este contexto en que el ser humano asume -conscientemente o no- su limitación para 
satisfacer todas y cada una de sus necesidades, y que para que ello se concrete debe articular 
ciertos vínculos con sus pares en pos de adquirir aquellos bienes o servicios que requiere para 
saciar las más básicas necesidades (y otras no tan básicas). 
Así, si avanzamos un poco más en la historia encontraremos fuertes rastros de una actividad 
comercial mucho más organizada y metódica, principalmente entre los Fenicios, los Egipcios, 
los Chinos, los Asirios y también en muchas otras comunidades que se desarrollaron en las 
cercanías de la antigua Mesopotamia. Esto demuestra que el comercio nace con rasgos muy 
sencillos, pero paulatinamente, con el correr del tiempo, comienza a verse atravesado por la 
complejidad que van adquiriendo las relaciones sociales, en particular por la incidencia de la 
especialización8, que llevó a determinados sectores a centrar sus esfuerzos y sus aprendizajes 
en un área determinada del ámbito productivo. 
 
6 En este punto nos referimos a “intercambio” y no a “comercio”, porque la actividad en sí misma consiste en 
intercambiar una cosa por otra. Con el correr del tiempo, con la complejización de las relaciones sociales y con 
el avance de la economía y del derecho comercial esta actividad fue definiendo su propia fisonomía, pero 
siempre manteniendo la esencia del “intercambio”. 
7 Trueque, según el Diccionario de la Real Academia Española es: intercambio de bienes y servicios, sin mediar 
la intervención del dinero. (Diccionario de la Lengua Española, 2014). 
Por otro lado, trueque “es el intercambio de un bien o servicio por otro. En una economía de trueque, el precio 
es la relación a la que se intercambian dos cosas” (Mochon Morcillo F. y Beker V., 2008) 
8 Sostiene Mochon Morcillo F. y Beker V. (2008) que “para determinar qué producir y cómo producir de una 
forma eficiente, todas las sociedades emplean el intercambio, ya que esta permite la especialización. (...) La 
especialización tiene lugar cuando los individuos y los países concentran sus esfuerzos en un conjunto particular 
de tareas. Esto permite que utilicen mejor sus capacidades y recursos de la mejor manera posible”. 
De este modo, podemos afirmar que el comercio no es una invención del Medioevo ni de la 
Modernidad, sino que sus orígenes deben rastrearse mucho antes en la historia de la 
humanidad, particularmente, cuando los seres humanos comienzan a vivir en tribus que se 
caracterizan por ser sedentarias, marcadas por los rasgos de una básica pero incipiente 
organización social. 
 
Desde otra mirada, la aparición del dinero le dio un giro enorme a la antigua concepción del 
intercambio, ello en razón de las muchas complejidades que presentaba el trueque, entre las 
que podemos citar, por ejemplo, que para que este modo de intercambio tuviera lugar debe 
verificarse la coincidencia de dos sujetos que, en pos de satisfacer una necesidad puntual, 
entreguen un bien que le es propio para adquirir otro que necesiten recíprocamente (una 
doble coincidencia de necesitar justo lo que el otro sujeto tiene y que a su vez ese otro sujeto 
necesite lo que tiene el primero). Esa doble coincidencia representa quizá una de las mayores 
complicaciones; otro escollo es la dificultad de asignar un valor ideal a los bienes y lograr un 
intercambio equivalente (por ejemplo, ¿cuántas cabras equivalen a una vaca?; o ¿cuántos 
limones son equivalentes a un par de zapatos?). Un tercer problema que presenta el trueque 
es la indivisibilidad de algunos bienes y de la cantidad de participantes, pues cuanto mayor 
es la cantidad de sujetos que participan, más complejo se torna la concreción del intercambio 
(Mochon F. y Beker, 2008). 
El dinero vino a poner fin a diferentes problemas que plantea el trueque como mecanismo de 
intercambio, pero las funciones del dinero y su teoría es un tema que excede notoriamente 
el objeto de este trabajo. 
 
Finalmente, queremos destacar que la concepción que se tuvo sobre el comercio fue 
fluctuando a lo largo del tiempo, principalmente por incidencia de las ideas políticas, 
religiosas y culturales. Así, cuando estudiamos la antigua Grecia en las cercanías del siglo IV 
a.C encontraremos rastros de pensamiento platónico y aristotélico que abordan cuestiones 
relativas al comercio. Tal es así, que Aristóteles propone el estudio de la economía 
dividiéndola en dos segmentos: 
1) la economía propiamente dicha, que es la ciencia de la administración doméstica, y 
2) la ciencia del abastecimiento, que trata del arte de la adquisición. Es a través de este último 
aspecto que propone analizar el arte del cambio, por medio del cual se satisfacen las 
necesidades del hogar. En igual sentido, Aristóteles sostuvo que el cambio se basa en la 
equivalencia (Roll, E. 1978). 
 
Mucho tiempo después, el Mercantilismo impuso una mirada diferente sobre esta actividad 
comercial de la que hizo el centro principal de la actividad política, económica y social, lo que 
permitió sentar las bases de esta corriente de pensamiento económico. Así, con el devenir de 
las historia, la Fisiocracia delineó otra mirada del comercio al que llamó “actividad estéril” en 
el sentido de que no creaba riqueza alguna. 
Sin embargo, nos permitimos sostener que durante el medioevo fue la religión católica quien 
con mayor énfasis logró imponer sobre el comercio un juzgamiento valorativo, en particular 
en lo que refiere a lo que era o no aceptado, lo que era moralmente correcto y lo que a los 
ojos de la autoridad eclesiástica no era conveniente ni “natural”. No obstante, el crecimiento 
abrumador e imparable del comercio a partir del Siglo XV forzó a que la Iglesia no tuviera más 
remedio que elaborar cierta doctrina para justificarlo bajo determinadas circunstancias. Tal 
es así que Santo Tomás de Aquino elaboró la conocida teoría del “precio justo”9 que permitió 
una vía de escape para el ejercicio de esta actividad. 
 
En este sentido, debemos decir que el comercio no fue siempre una actividad socialmente 
aceptada pero su incuestionable crecimiento y expansión hizo necesario revisar la concepción 
ideológica y religiosa que pesaba sobre él. Es por ello, que la aceptación en menor o mayor 
medida que se hizo del comercio junto a su ponderación como actividadprincipal tiene 
fuertes arraigos políticos, filosóficos, religiosos y socioeconómicos. 
Lo mencionado en los párrafos precedentes será profundizado al momento de encarar el 
estudio del Mercantilismo, del Capitalismo Comercial e Industrial. 
 
 
Clasificación del comercio 
Proponemos la siguiente clasificación del comercio, sin que tales categorías sean exhaustivas 
ni excluyentes de otras que puedan proponerse, pero que por razones metodológicas y 
didácticas hemos dado en agrupar de la siguiente manera: 
 
1- Según el volumen de su operatoria: 
a) Comercio al por mayor: aquel en que las unidades económicas (empresas, distribuidores, 
revendedores, etc.) adquieren bienes y servicios en grandes volúmenes para revenderlos en 
el mercado en cantidades, las que posteriormente serán sometidas a otro proceso de 
compraventa. La clave en esta categoría es el gran volumen o cantidad que se comercializa. 
b) comercio al por menor: es aquel en que las unidades económicas comercializan bienes y 
servicios en unidades de escaso volumen (incluida la compraventa de una unidad) que son 
adquiridos por otros sujetos con miras a su consumo final. En general quienes adquieren estos 
productos (consumidor final) al por menor lo hacen para uso personal o doméstico. 
Usualmente quienes operan en este tipo de comercio son los supermercados, los almacenes, 
los quioscos, etc. 
 
2- Según el ámbito geográfico en el que se desarrolla: 
a) interno: es el conjunto de operaciones comerciales que se realizan fronteras adentro de 
un país, es decir la compra y venta de productos o de servicios en un ámbito geográfico 
definido por los límites territoriales. Acá no es relevante si los productos fueron fabricados en 
 
9 Definía como tal a “un precio objetivo, inherente a los valores de las mercancías, y apartarse de él era infringir 
un código moral” (Roll, E.. 1978) 
el país o si fueron importados, como tampoco adquiere importancia si los sujetos que 
compran o venden son nacionales; lo determinante es que la operatoria se realiza dentro del 
país, es decir en el mercado interno o mercado local. Este tipo de comercio, en general, se 
rige por las normas del derecho del país en que se desarrolla. 
b) externo: es el conjunto de operaciones comerciales que realizan las empresas o 
vendedores hacia el exterior. Acá lo que interesa es analizar quiénes venden (individuos que 
residen dentro de un país) y quiénes compran; considerando que unos y otros deben estar en 
países diferentes. En consecuencia, refiere a las operaciones de un país con el resto del 
mundo. 
c) internacional: comprende el conjunto de operaciones que realizan los países entre sí y los 
bloques económicos. Es un dato global que contiene mayor información y mayor contenido 
que el comercio exterior, pues acá analizamos el comercio en el plano internacional con la 
participación de varios sujetos de la comunidad internacional. 
 
3- Según la forma en que se realiza: 
a) convencional: Es aquel en el que generalmente los compradores y vendedores se reúnen 
un ámbito territorial estipulado para concretar la operación. Es el caso típico de alguien que 
va a un supermercado, a la carnicería o a la farmacia para comprar un producto cualquiera. 
Hay presencialidad y simultaneidad en la operación. 
b) electrónico: también conocido como e-commerce o comercio digital y consiste en las 
transacciones que se concretan de manera virtual a través de plataformas y aplicaciones de 
internet o similares. Existe muy poca o ninguna interacción física o presencial entre los 
sujetos, pues casi toda la operación es virtual a través de medios informáticos o realizada 
mediante telecomunicaciones. Es una faceta relativamente nueva de la denominada 
“economía digital” y representa un importante volumen de las operaciones actuales en las 
economías nacionales. 
 
4) Según el sujeto que lo realiza: 
a) por cuenta propia: es el que realiza un sujeto en su propio beneficio, sea que lo realice una 
persona humana o una persona jurídica. Lo relevante es que asume toda la responsabilidad 
de la operación, goza de los beneficios y soporta las pérdidas por sí mismo. No existe 
necesidad de realizar rendición de cuentas a otra persona, pues es él el propietario de la 
organización de medios y recursos. 
b) por cuenta ajena o de terceros: es la que se realiza por cuenta y orden de otro sujeto a 
quien se debe rendición de cuenta de la gestión y de los resultados. Quien vende lo hace por 
y para otro sujeto, no para sí mismo. Tal sería el caso de un viajante de comercio o de un 
comisionista que vende a nombre de otro sujeto. 
 
 
 
 
Reflexión final sobre el comercio 
Es innegable que el comercio es una actividad de gran trascendencia para el desarrollo de las 
economías locales, regionales y nacionales, como de las sociedades en general. Ello porque 
adquiere la dimensión de actividad socioeconómica, característica que pone de manifiesto los 
diversos vínculos y aspectos que están involucrados. 
No es un dato menor que este haya sido y siga siendo un componente presente de manera 
permanente en los vínculos sociales, tal es así que muchas veces hemos leído que “el comercio 
es tan antiguo como las sociedades”. En realidad, es casi tan antiguo como lo es la forma de 
vivir en comunidad (independientemente de que esa comunidad adquiera la característica de 
sociedad políticamente organizada), pues esta forma de organización en el modo de vivir 
fortaleció la necesidad de intercambio para lograr satisfacer las necesidades. 
 
El comercio no es ajeno al derecho: tiene una importante protección normativa a nivel 
nacional y es objeto de diversos tratados internacionales entre distintos países. Cuando 
pensamos un poco más en la diversidad de normas que existen y tutelan al comercio, vemos 
que existe un amplio margen para que los particulares definen el qué, el cómo, el cuándo y el 
para qué de las transacciones que quieren concretar, y es ahí donde se evidencia la presencia 
de la “autonomía de la voluntad”; sin embargo, es notorio que el ordenamiento jurídico 
propone un marco normativo en función al cual se protegen los derechos e intereses de 
quienes participan en el negocio jurídico. 
Si hiciéramos una rápido repaso por algunas normas que protegen la libertad de comercio y 
el ejercicio de la actividad, podemos encontrar regulación en los artículos 12, 19, 126, (entre 
otros) de la Constitución Nacional; Código Civil y Comercial, Ley de Defensa de la 
Competencia, Ley de Lealtad Comercial, la Convención sobre ley Aplicable a la Compraventa 
Internacional de Mercadería (Convención de la Haya de 1986), entre otros muchos ejemplos 
normativos que se encargan de establecer un marco de regulación y protección de la actividad 
y de los sujetos que en ella intervienen. 
Es necesario poner de manifiesto que el derecho se encarga de estudiar en profundidad todo 
lo vinculado en el comercio, y para ello existe una rama del derecho privado denominada 
“Derecho de la Empresa y de los Negocios”, materia que otros tiempos fue conocida como 
“Derecho Comercial” o “Derecho Mercantil”. 
Visto desde este punto de vista, el derecho tuvo y tiene mucho que ver con el comercio, pues 
subyace detrás de la actividad comercial un entramado de relaciones jurídicas que es objeto 
de estudio de esta ciencia. 
Pero no solo podemos encarar el estudio del comercio desde el punto de vista del Derecho, 
sino también desde la Historia, la Geografía, la Sociología, la Economía, la Administración de 
Empresas, las Finanzas, la Contabilidad, etc. Por ello, afirmamos que el comercio puede ser 
objeto de estudio de muchas disciplinas, lo que nos permitirá tener una mirada más acabada 
del impacto que produce en el desarrollo de las sociedades. Todo ello pone de relieve cuán 
importante ha sido y es esta actividad que sigue estando tan presente en nuestras vidas. 
 
Bibliografíaconsultada 
 
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA E INFORMÁTICA de México (INEGI): 
“Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, México 2002 SCIAN”. México, 2002. 
Diponible en 
https://www.snieg.mx/DocAcervoINN/documentacion/inf_Nvo_Acervo/SNIE/SCNM_Calc_C
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LORENZETTI, Ricardo Luis (Director). “Código Civil y Comercial de la Nación 
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MOCHÓN MORCILLO, Francisco y BEKER, Víctor. “Economía. Principios y Aplicaciones”. 4ta 
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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en 
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ROLL, Eric. “Historia de las doctrinas económicas”. décima reimpresión, México, Fondo de 
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SAMUELSON, Paul y NORDHAUS, William. “Economía”. 18 ed. Madrid, España. Mc Graw-Hill 
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TEJADO, Manuel “La historia del comercio en el marco de la historia general”, 1962, disponible 
en: https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819 
 
WAYAR, Ernesto y WAYAR Federico, “Lecciones sobre la teoría del contrato”, tomo 1, 1era 
edición, Tucumán, Argentina, Fac. de Derecho y Ciencias Sociales UNT, 2014. 
 
 
https://dle.rae.es/
https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819

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