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A modo de introducción El presente texto de cátedra se propone realizar una breve aproximación a la actividad económica conocida como “comercio”, y buscaremos poner de relieve algunas de sus características más destacadas. El comercio es una actividad profundamente ligada a la economía sin la cual difícilmente se podrían haber desarrollado muchas teorías, doctrinas y escuelas a lo largo de la historia. En este sentido, esta actividad además de estar presente de manera casi permanente en nuestras vidas, asume una importancia superlativa para el desarrollo y crecimiento de las sociedades. Noción y concepto de comercio Para comenzar, tomaremos la definición postulada por el SCIAN (2002) según la cual el comercio es “la actividad socioeconómica consistente en la compra y venta de bienes, para su uso, para su venta o para su transformación. Es el cambio o transacción de algo a cambio de otra cosa de igual valor. Por actividades comerciales o industriales entendemos tanto intercambio de bienes y servicios que se afectan a través de un mercader o comerciante. El comerciante es la persona física o jurídica que se dedica al comercio en forma habitual, como las sociedades mercantiles” 1. Esta definición, sencilla pero elocuente, permite tener una noción bastante completa de esta actividad. En rigor: a. Es una actividad socioeconómica: Ante todo, el comercio implica la noción de alteridad, es decir, de la intersubjetividad, de la participación de dos o más sujetos. Difícilmente podamos pensar que el comercio pueda tener lugar con tan solo un sujeto interviniente. Por ello, sostenemos que es condición necesaria la participación de dos o más sujetos para que se pueda llevar a cabo. Pero además reviste una vital importancia no solo para los sujetos que participan del intercambio, sino que expande sus efectos en términos globales: el comercio es ante todo una actividad que se desarrolla en el marco de las sociedades y posibilita su 1 Instituto Nacional de Estadística y Geografía e Informática (INEGI) de México, “Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, México 2002 SCIAN”. México, 2002. Diponible en https://www.snieg.mx/DocAcervoINN/documentacion/inf_Nvo_Acervo/SNIE/SCNM_Calc_CorPlazo_Base_200 3_entidad_fed/SCIAN_2002.pdf FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN CÁTEDRA DE NOCIONES DE ECONOMÍA / TEORÍAS ECONÓMICAS Texto 08 - Comercio Autor: LUIS ENRIQUE PEREYRA desarrollo y su crecimiento. Gran parte de la actividad económica de nuestras sociedades tiene estrechos vínculos con el comercio; de ahí que hablemos de una actividad “socioeconómica”. Por lo tanto, el comercio lleva implícito un abordaje de lo económico y lo social considerados en su interrelación, no aisladamente. Es decir, una combinación de dos factores que se entrelazan y surten efectos mutuamente. b. consistente en la compra y ventas de bienes: es esta quizá la nota distintiva de la actividad en sí misma. El comercio implica intercambio de un bien por otro, o de un bien por un servicio, o de un servicio por otro servicio. Pero no existe un proceso de creación ni tampoco transformación de los bienes que se adquieren para su posterior venta o consumo porque si hubiera tal transformación hablaríamos de actividad industrial o fabril. El comercio es intercambio de dos o más objetos que se presumen equivalentes, pero sin que sean sometidos a un proceso de transformación que altere significativamente su esencia. c. para su uso, para su venta o para su transformación: si adquirimos un bien o un servicio diremos que es un bien o servicio final y lo destinamos para consumirlo de manera inmediata (por ejemplo si compramos alimentos) o bien para su consumirlo o usarlo a lo largo del tiempo (tal sería el caso de un bien inmueble o un vehículo) es decir que no se extingue con su primer uso, sino que está destinado a perdurar -en más o en menos- a lo largo del tiempo. Estos bienes se conocen en Economía como “bienes finales”. Podría suceder que estos bienes sean adquiridos con el ánimo de ser sometidos a una posterior venta o para ponerlos a disposición de otras personas que pagarán por su uso. En el primer caso existe transferencia de propiedad (yo le compro a un proveedor, luego lo revendo en el mercado) o bien, en el segundo supuesto (cuando no hay transferencia de la propiedad), no existe un cambio en la titularidad del dominio sino simplemente la posibilidad de su uso y disfrute, por ejemplo, si compro un departamento para destinarlo locación por parte de otros sujetos. En cualesquiera de los casos mencionados no hubo un proceso de transformación que genere una mutación o cambio en la naturaleza misma del bien, sino que se lo usa en el estado mismo en que se lo adquiere2. Una tercera alternativa, es que esos bienes que se adquieran sean sometidos a un proceso de transformación, lo que nos lleva a pensar que nos referimos a “bienes intermedios”, o sea aquellos que son destinados para formar parte de una cadena de procesamiento y que por ello sufrirán algún tipo de modificación o bien serán consumidos definitivamente en este proceso (tal sería el caso de adquirir pintura para pintar una mesa; una vez que se la utilice, el bien “pintura” no existirá como tal, sino como parte de otro bien que es la mesa). 2 Podríamos pensar que a la propiedad que se destinará a locación se le introducen cambios; pero ello no altera en sí la actividad misma del comercio que se traduce en la adquisición de un bien para su uso. Distinto sería el caso, por ejemplo, si una empresa se dedica a la compra de terrenos para construir casas y venderlas o alquilarlas; en ese caso, en principio, existe un proceso de transformación que excede la actividad comercial. Vale decir, los bienes se adquieren para someterlos a un proceso de transformación y luego se destinarán a la venta. Es cierto que podemos advertir una actividad del tipo industrial en el referido proceso de transformación; sin embargo, la adquisición que se realiza en primer lugar es en sí misma actividad comercial. Una segunda etapa será la transformación, lo que no estaría comprendido dentro de la definición misma de comercio. Sin embargo, en una tercera etapa, cuando se la destine a su venta final, habrá actividad comercial. d. Es el cambio o transacción de algo a cambio de otra cosa de igual valor: el cambio de algo por algo es la esencia misma del comercio. Pero, se parte del supuesto de que los bienes o servicios que se intercambian guardan algún tipo de equivalencia en términos de valor. Ello es así, aunque no siempre haya una igualdad exacta entre una cosa y la que se intercambia. La valuación o estimación del valor es aproximada, y si bien casi nunca es exactamente igual el valor de los bienes o servicios que se intercambian, se trata de arribar lo máximo posible a los términos de equivalencia. Se advierte una operación en la que subyace la igualdad entre comprador y vendedor con especial énfasis en el aspecto sinalagmático a fin de evitar ventajas desproporcionadas en favor de uno de los sujetos. De presentarse esta ventaja desmedida en favor de uno de ellos, se estaría desvirtuando la esencia misma del intercambio de “cosas de igual valor” y estaríamos en presencia del abuso de una posición dominante, por ejemplo en el caso de una empresa monopólica que sea la única que venda un producto determinado. No es objeto de este trabajo, pero destacamos existe normativa para evitar estos abusos en perjuicio de los consumidores y usuarios, tema que corresponde a otras ramas del derecho. e. entendemos tanto intercambio de bienes y servicios: El comercio no solo alude al intercambio de bienes sino también de servicios, es decir la realización de una actividad queno tiene forma corporal, que no tiene materia, sino que refiere a la ejecución de un acto, conducta o comportamiento que proporciona una utilidad a quien la recibe. El intercambio no solo incluye los bienes físicos o materiales, sino que es abarcativo de los bienes inmateriales que, aun cuando no posean una forma tangible, sí tienen valor económico. Un ejemplo de ello sería la compraventa de un software informático, de un videojuego, de un fondo de comercio, de una marca, o una patente, etc. f. “a través de un mercader o comerciante. El comerciante es la persona física o jurídica que se dedica al comercio en forma habitual, como las sociedades mercantiles”: Es muy importante destacar la figura del comerciante, mercader o empresario que lleva adelante la actividad con cierta nota de habitualidad (sobre este punto nos referiremos más adelante). La actividad mercantil o comercial implica la presencia de un sujeto que haga de ella algo habitual, no esporádico. Actualmente lo llamamos empresario, aunque en otros tiempos se solía utilizar con mayor frecuencia el término comerciante o mercader (término íntimamente asociado a la corriente económica llamada Mercantilismo). La figura de este comerciante (también llamado vendedor o revendedor en algunos casos) no necesariamente refiere a una persona humana, sino que puede referirse a una persona jurídica, tal sería el caso de una empresa que opera bajo la forma de una sociedad anónima, por ejemplo. Además de los elementos que propone la definición anterior existen otros elementos que son inherentes a la actividad comercial y son: 1. bilateralidad o multilateralidad: es la necesaria participación de dos o más personas para que la actividad pueda ser desarrollada. Sin la existencia de dos o más personas no puede concretarse el intercambio al que nos hemos referido (justamente, en este contexto el prefijo “inter” alude a una actividad que se realiza “entre” dos o más entes). Asimismo, en la jerga jurídica se habla de bilateralidad3 cuando es necesaria la manifestación del consentimiento de todas las personas que participan de este acto para que se concrete y produzca sus efectos. Además, para que exista la bilateralidad en el ejercicio del comercio, es necesario que todas las partes que participan en un negocio jurídico resulten obligadas recíprocamente a realizar alguna prestación (es decir, una prestación de dar, de hacer o de no hacer). Por ejemplo: en una compraventa de un producto “X”, el vendedor asume la obligación de entregar ese bien; al mismo tiempo el comprador se obliga a recibirlo y a pagar un precio por su adquisición. 2. onerosidad: es el sacrificio económico necesario para adquirir un producto. Es lo opuesto a la gratuidad en la que no se verifica sacrificio alguno para obtener algo. Esta onerosidad es bilateral, es decir, los sujetos que participan del intercambio deben someterse a un sacrificio económico (la entrega de su propio bien) para obtener otra cosa a cambio. Vale decir, se debe hacer un sacrificio para obtener una ventaja. 3. lucro: es casi una regla general que quien se dedica al comercio lo hace con el ánimo de obtener alguna utilidad en beneficio propio, lo que no es reprochable bajo ningún punto de vista, siempre que ello guarde correspondencia y esté dentro los estándares que admite y protege el derecho. Pensemos que quien se dedica a esta actividad no lo hace por una cuestión altruista, sino en la búsqueda de su bienestar y crecimiento personal o empresarial. 4. equivalencia en el intercambio: el acto por el cual se intercambian bienes y/o servicios deben guardar algún tipo de correspondencia, es decir una cierta equivalencia entre lo que se da y lo que se recibe. Es probable, y de hecho así sucede, que el “comerciante” obtenga una “diferencia a su favor”, lo que hemos dado en llamar utilidad o ganancia. Pero esa ganancia o beneficio que obtiene no debe ser desproporcionada en comparación con lo que recibe el otro sujeto. De ser así, estaríamos hablando de un posible abuso del ejercicio del derecho, una desventaja reprochable en términos jurídicos y claramente ajena al espíritu de la actividad comercial. En definitiva, tal como sostienen Wayar, E. y Wayar F. (2014): “para el 3 Sobre la bilateralidad en términos jurídicos, se sugiere profundizar con la lectura del artículo 966 y concordantes del Código Civil y Comercial de la Nación. derecho el grado óptimo de onerosidad se logra cuando una ventaja y sacrificio guardan relativa equivalencia. Es obvio que no siempre se alcanza ese ideal, ya que por el contrario, esa onerosidad admite grados, así, cuando la ventaja es mayor que el sacrificio, desde la perspectiva de la parte a quien beneficia, el contrato es menos oneroso; en cambio cuando el sacrificio es mayor, el contrato será más oneroso”. 5. habitualidad: si bien el concepto de habitualidad entendida como la reiteración de actos sostenidos en el tiempo con una marcada frecuencia (lo opuesto a la idea de esporádico, atípico u ocasional) ha entrado en crisis en los últimos tiempos, es necesario advertir que muchas veces el ejercicio de ciertos actos de naturaleza comercial requieren de la característica de habitualidad para ser subsumidos dentro de esta actividad4. Pero, tal cual indicamos, el concepto ha entrado en crisis, particularmente cuando pensamos en el derecho de los consumidores, pues para este plexo normativo estaremos en presencia de un “proveedor” aun cuando no haya habitualidad. Esto es importante porque la Ley de Defensa del Consumidor es una norma de orden público que protege y tutela a los consumidores y usuarios en una relación de consumo. Breve aproximación a la historia del comercio Cuando intentamos hacer una mirada retrospectiva del comercio para estudiarlo en torno a los distintos momentos de la historia de la humanidad, podemos advertir que esta actividad es más antigua de lo que a veces creemos, y es tal la importancia que tiene y tal la manera de adaptarse a la realidad cambiante, que ha logrado moldearse al ritmo de las distintas vertientes ideológicas y doctrinarias y también a los avances de la técnica y la tecnología; siendo así, el comercio (al igual que otras actividades) logró superar las barreras del tiempo y trascender las fronteras y, por supuesto, reinventarse al lado de los fenómenos globales más cercanos a nuestra historia reciente. Dentro del estudio de la Historia (Historia General, para ser más exactos), existe lo que se conoce como la “Historia del Comercio” (Tejado, 1962)5 que nos permite entender y analizar los orígenes de esta actividad, su concepción, su aceptación o rechazo por las distintas sociedades en los distintos momentos históricos e incluso entender el dinamismo de su crecimiento en relación a los caracteres de la productividad. El estudio de la historia del comercio permite entender con mayor precisión la historia general en el marco social en que 4 A modo anecdótico citamos como ejemplo la definición de comerciante que hacía el derogado Código de Comercio que sostenía en su Art. 1°: “La ley declara comerciantes a todos los individuos que, teniendo capacidad legal para contratar, ejercen de cuenta propia actos de comercio, haciendo de ello profesión habitual”. La habitualidad de la que hablaba la vieja ley de comercio de nuestro país marcaba una característica importantísima al momento de reconocer o no como comerciante a un sujeto. Este Código de Comercio fue derogado por la Ley N° 26.994 y en su lugar crea el “Código Civil y Comercial”. Sin embargo, el código unificado no contiene una norma que reproduzca con exactitud lo que disponía la normativa derogada, al mismo tiempo que deja atrás el término “comerciante” para comenzar a utilizar el de “empresario”. 5 Tejado, Manuel“La historia del comercio en el marco de la historia general”, 1962, disponible en: https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819 se desarrollan las instituciones y toda clase de fenómenos, pues de alguna manera, el comercio está íntimamente ligado al desarrollo de estas sociedades. En razón de ello, podemos rastrear los orígenes del intercambio6 en el Neolítico, etapa en la que muchas comunidades empiezan a convertirse en sedentarias, y que tiene como distintivo la aparición de los poblados, en la que las comunidades comienzan a domesticar animales, a cultivar plantas, en la que se consolida la agricultura, se comienza a organizar el trabajo, etc. Es decir, el intercambio de “una cosa por otra” encuentra razón de ser en la necesidad de satisfacer necesidades; es una operación de características básicas y rudimentarias, en la que el fin primordial era el consumo alimentario y la vestimenta. Ese intercambio no es más que la antesala de una actividad económica que se desarrollará en profundidad en los próximos siglos y que además pone en evidencia los primeros vestigios del trueque7, mecanismo que constituye lo que usualmente se denomina una “forma primitiva del comercio”. Va de suyo, que con el correr del tiempo esta estructura básica de intercambio comienza a complejizarse y a tomar otros matices, pues ya no se van a intercambiar solamente productos que podríamos identificar como de “primera necesidad” sino que se someterán a transacción otros tipos de productos que van más allá de la mera subsistencia. Es en este contexto en que el ser humano asume -conscientemente o no- su limitación para satisfacer todas y cada una de sus necesidades, y que para que ello se concrete debe articular ciertos vínculos con sus pares en pos de adquirir aquellos bienes o servicios que requiere para saciar las más básicas necesidades (y otras no tan básicas). Así, si avanzamos un poco más en la historia encontraremos fuertes rastros de una actividad comercial mucho más organizada y metódica, principalmente entre los Fenicios, los Egipcios, los Chinos, los Asirios y también en muchas otras comunidades que se desarrollaron en las cercanías de la antigua Mesopotamia. Esto demuestra que el comercio nace con rasgos muy sencillos, pero paulatinamente, con el correr del tiempo, comienza a verse atravesado por la complejidad que van adquiriendo las relaciones sociales, en particular por la incidencia de la especialización8, que llevó a determinados sectores a centrar sus esfuerzos y sus aprendizajes en un área determinada del ámbito productivo. 6 En este punto nos referimos a “intercambio” y no a “comercio”, porque la actividad en sí misma consiste en intercambiar una cosa por otra. Con el correr del tiempo, con la complejización de las relaciones sociales y con el avance de la economía y del derecho comercial esta actividad fue definiendo su propia fisonomía, pero siempre manteniendo la esencia del “intercambio”. 7 Trueque, según el Diccionario de la Real Academia Española es: intercambio de bienes y servicios, sin mediar la intervención del dinero. (Diccionario de la Lengua Española, 2014). Por otro lado, trueque “es el intercambio de un bien o servicio por otro. En una economía de trueque, el precio es la relación a la que se intercambian dos cosas” (Mochon Morcillo F. y Beker V., 2008) 8 Sostiene Mochon Morcillo F. y Beker V. (2008) que “para determinar qué producir y cómo producir de una forma eficiente, todas las sociedades emplean el intercambio, ya que esta permite la especialización. (...) La especialización tiene lugar cuando los individuos y los países concentran sus esfuerzos en un conjunto particular de tareas. Esto permite que utilicen mejor sus capacidades y recursos de la mejor manera posible”. De este modo, podemos afirmar que el comercio no es una invención del Medioevo ni de la Modernidad, sino que sus orígenes deben rastrearse mucho antes en la historia de la humanidad, particularmente, cuando los seres humanos comienzan a vivir en tribus que se caracterizan por ser sedentarias, marcadas por los rasgos de una básica pero incipiente organización social. Desde otra mirada, la aparición del dinero le dio un giro enorme a la antigua concepción del intercambio, ello en razón de las muchas complejidades que presentaba el trueque, entre las que podemos citar, por ejemplo, que para que este modo de intercambio tuviera lugar debe verificarse la coincidencia de dos sujetos que, en pos de satisfacer una necesidad puntual, entreguen un bien que le es propio para adquirir otro que necesiten recíprocamente (una doble coincidencia de necesitar justo lo que el otro sujeto tiene y que a su vez ese otro sujeto necesite lo que tiene el primero). Esa doble coincidencia representa quizá una de las mayores complicaciones; otro escollo es la dificultad de asignar un valor ideal a los bienes y lograr un intercambio equivalente (por ejemplo, ¿cuántas cabras equivalen a una vaca?; o ¿cuántos limones son equivalentes a un par de zapatos?). Un tercer problema que presenta el trueque es la indivisibilidad de algunos bienes y de la cantidad de participantes, pues cuanto mayor es la cantidad de sujetos que participan, más complejo se torna la concreción del intercambio (Mochon F. y Beker, 2008). El dinero vino a poner fin a diferentes problemas que plantea el trueque como mecanismo de intercambio, pero las funciones del dinero y su teoría es un tema que excede notoriamente el objeto de este trabajo. Finalmente, queremos destacar que la concepción que se tuvo sobre el comercio fue fluctuando a lo largo del tiempo, principalmente por incidencia de las ideas políticas, religiosas y culturales. Así, cuando estudiamos la antigua Grecia en las cercanías del siglo IV a.C encontraremos rastros de pensamiento platónico y aristotélico que abordan cuestiones relativas al comercio. Tal es así, que Aristóteles propone el estudio de la economía dividiéndola en dos segmentos: 1) la economía propiamente dicha, que es la ciencia de la administración doméstica, y 2) la ciencia del abastecimiento, que trata del arte de la adquisición. Es a través de este último aspecto que propone analizar el arte del cambio, por medio del cual se satisfacen las necesidades del hogar. En igual sentido, Aristóteles sostuvo que el cambio se basa en la equivalencia (Roll, E. 1978). Mucho tiempo después, el Mercantilismo impuso una mirada diferente sobre esta actividad comercial de la que hizo el centro principal de la actividad política, económica y social, lo que permitió sentar las bases de esta corriente de pensamiento económico. Así, con el devenir de las historia, la Fisiocracia delineó otra mirada del comercio al que llamó “actividad estéril” en el sentido de que no creaba riqueza alguna. Sin embargo, nos permitimos sostener que durante el medioevo fue la religión católica quien con mayor énfasis logró imponer sobre el comercio un juzgamiento valorativo, en particular en lo que refiere a lo que era o no aceptado, lo que era moralmente correcto y lo que a los ojos de la autoridad eclesiástica no era conveniente ni “natural”. No obstante, el crecimiento abrumador e imparable del comercio a partir del Siglo XV forzó a que la Iglesia no tuviera más remedio que elaborar cierta doctrina para justificarlo bajo determinadas circunstancias. Tal es así que Santo Tomás de Aquino elaboró la conocida teoría del “precio justo”9 que permitió una vía de escape para el ejercicio de esta actividad. En este sentido, debemos decir que el comercio no fue siempre una actividad socialmente aceptada pero su incuestionable crecimiento y expansión hizo necesario revisar la concepción ideológica y religiosa que pesaba sobre él. Es por ello, que la aceptación en menor o mayor medida que se hizo del comercio junto a su ponderación como actividadprincipal tiene fuertes arraigos políticos, filosóficos, religiosos y socioeconómicos. Lo mencionado en los párrafos precedentes será profundizado al momento de encarar el estudio del Mercantilismo, del Capitalismo Comercial e Industrial. Clasificación del comercio Proponemos la siguiente clasificación del comercio, sin que tales categorías sean exhaustivas ni excluyentes de otras que puedan proponerse, pero que por razones metodológicas y didácticas hemos dado en agrupar de la siguiente manera: 1- Según el volumen de su operatoria: a) Comercio al por mayor: aquel en que las unidades económicas (empresas, distribuidores, revendedores, etc.) adquieren bienes y servicios en grandes volúmenes para revenderlos en el mercado en cantidades, las que posteriormente serán sometidas a otro proceso de compraventa. La clave en esta categoría es el gran volumen o cantidad que se comercializa. b) comercio al por menor: es aquel en que las unidades económicas comercializan bienes y servicios en unidades de escaso volumen (incluida la compraventa de una unidad) que son adquiridos por otros sujetos con miras a su consumo final. En general quienes adquieren estos productos (consumidor final) al por menor lo hacen para uso personal o doméstico. Usualmente quienes operan en este tipo de comercio son los supermercados, los almacenes, los quioscos, etc. 2- Según el ámbito geográfico en el que se desarrolla: a) interno: es el conjunto de operaciones comerciales que se realizan fronteras adentro de un país, es decir la compra y venta de productos o de servicios en un ámbito geográfico definido por los límites territoriales. Acá no es relevante si los productos fueron fabricados en 9 Definía como tal a “un precio objetivo, inherente a los valores de las mercancías, y apartarse de él era infringir un código moral” (Roll, E.. 1978) el país o si fueron importados, como tampoco adquiere importancia si los sujetos que compran o venden son nacionales; lo determinante es que la operatoria se realiza dentro del país, es decir en el mercado interno o mercado local. Este tipo de comercio, en general, se rige por las normas del derecho del país en que se desarrolla. b) externo: es el conjunto de operaciones comerciales que realizan las empresas o vendedores hacia el exterior. Acá lo que interesa es analizar quiénes venden (individuos que residen dentro de un país) y quiénes compran; considerando que unos y otros deben estar en países diferentes. En consecuencia, refiere a las operaciones de un país con el resto del mundo. c) internacional: comprende el conjunto de operaciones que realizan los países entre sí y los bloques económicos. Es un dato global que contiene mayor información y mayor contenido que el comercio exterior, pues acá analizamos el comercio en el plano internacional con la participación de varios sujetos de la comunidad internacional. 3- Según la forma en que se realiza: a) convencional: Es aquel en el que generalmente los compradores y vendedores se reúnen un ámbito territorial estipulado para concretar la operación. Es el caso típico de alguien que va a un supermercado, a la carnicería o a la farmacia para comprar un producto cualquiera. Hay presencialidad y simultaneidad en la operación. b) electrónico: también conocido como e-commerce o comercio digital y consiste en las transacciones que se concretan de manera virtual a través de plataformas y aplicaciones de internet o similares. Existe muy poca o ninguna interacción física o presencial entre los sujetos, pues casi toda la operación es virtual a través de medios informáticos o realizada mediante telecomunicaciones. Es una faceta relativamente nueva de la denominada “economía digital” y representa un importante volumen de las operaciones actuales en las economías nacionales. 4) Según el sujeto que lo realiza: a) por cuenta propia: es el que realiza un sujeto en su propio beneficio, sea que lo realice una persona humana o una persona jurídica. Lo relevante es que asume toda la responsabilidad de la operación, goza de los beneficios y soporta las pérdidas por sí mismo. No existe necesidad de realizar rendición de cuentas a otra persona, pues es él el propietario de la organización de medios y recursos. b) por cuenta ajena o de terceros: es la que se realiza por cuenta y orden de otro sujeto a quien se debe rendición de cuenta de la gestión y de los resultados. Quien vende lo hace por y para otro sujeto, no para sí mismo. Tal sería el caso de un viajante de comercio o de un comisionista que vende a nombre de otro sujeto. Reflexión final sobre el comercio Es innegable que el comercio es una actividad de gran trascendencia para el desarrollo de las economías locales, regionales y nacionales, como de las sociedades en general. Ello porque adquiere la dimensión de actividad socioeconómica, característica que pone de manifiesto los diversos vínculos y aspectos que están involucrados. No es un dato menor que este haya sido y siga siendo un componente presente de manera permanente en los vínculos sociales, tal es así que muchas veces hemos leído que “el comercio es tan antiguo como las sociedades”. En realidad, es casi tan antiguo como lo es la forma de vivir en comunidad (independientemente de que esa comunidad adquiera la característica de sociedad políticamente organizada), pues esta forma de organización en el modo de vivir fortaleció la necesidad de intercambio para lograr satisfacer las necesidades. El comercio no es ajeno al derecho: tiene una importante protección normativa a nivel nacional y es objeto de diversos tratados internacionales entre distintos países. Cuando pensamos un poco más en la diversidad de normas que existen y tutelan al comercio, vemos que existe un amplio margen para que los particulares definen el qué, el cómo, el cuándo y el para qué de las transacciones que quieren concretar, y es ahí donde se evidencia la presencia de la “autonomía de la voluntad”; sin embargo, es notorio que el ordenamiento jurídico propone un marco normativo en función al cual se protegen los derechos e intereses de quienes participan en el negocio jurídico. Si hiciéramos una rápido repaso por algunas normas que protegen la libertad de comercio y el ejercicio de la actividad, podemos encontrar regulación en los artículos 12, 19, 126, (entre otros) de la Constitución Nacional; Código Civil y Comercial, Ley de Defensa de la Competencia, Ley de Lealtad Comercial, la Convención sobre ley Aplicable a la Compraventa Internacional de Mercadería (Convención de la Haya de 1986), entre otros muchos ejemplos normativos que se encargan de establecer un marco de regulación y protección de la actividad y de los sujetos que en ella intervienen. Es necesario poner de manifiesto que el derecho se encarga de estudiar en profundidad todo lo vinculado en el comercio, y para ello existe una rama del derecho privado denominada “Derecho de la Empresa y de los Negocios”, materia que otros tiempos fue conocida como “Derecho Comercial” o “Derecho Mercantil”. Visto desde este punto de vista, el derecho tuvo y tiene mucho que ver con el comercio, pues subyace detrás de la actividad comercial un entramado de relaciones jurídicas que es objeto de estudio de esta ciencia. Pero no solo podemos encarar el estudio del comercio desde el punto de vista del Derecho, sino también desde la Historia, la Geografía, la Sociología, la Economía, la Administración de Empresas, las Finanzas, la Contabilidad, etc. Por ello, afirmamos que el comercio puede ser objeto de estudio de muchas disciplinas, lo que nos permitirá tener una mirada más acabada del impacto que produce en el desarrollo de las sociedades. Todo ello pone de relieve cuán importante ha sido y es esta actividad que sigue estando tan presente en nuestras vidas. Bibliografíaconsultada INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA E INFORMÁTICA de México (INEGI): “Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, México 2002 SCIAN”. México, 2002. Diponible en https://www.snieg.mx/DocAcervoINN/documentacion/inf_Nvo_Acervo/SNIE/SCNM_Calc_C orPlazo_Base_2003_entidad_fed/SCIAN_2002.pdf LORENZETTI, Ricardo Luis (Director). “Código Civil y Comercial de la Nación comentado”. 12ed. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2015 MOCHÓN MORCILLO, Francisco y BEKER, Víctor. “Economía. Principios y Aplicaciones”. 4ta ed. México, DF. Mc Graw-Hill Interamericana, 2008 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> ROLL, Eric. “Historia de las doctrinas económicas”. décima reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1978. SAMUELSON, Paul y NORDHAUS, William. “Economía”. 18 ed. Madrid, España. Mc Graw-Hill Interamericana, 2006. TEJADO, Manuel “La historia del comercio en el marco de la historia general”, 1962, disponible en: https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819 WAYAR, Ernesto y WAYAR Federico, “Lecciones sobre la teoría del contrato”, tomo 1, 1era edición, Tucumán, Argentina, Fac. de Derecho y Ciencias Sociales UNT, 2014. https://dle.rae.es/ https://redined.mecd.gob.es/xmlui/handle/11162/77819
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