Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Neurofisiología II – Cát. 123 Ficha de cátedra Nº 7 Procesos emocionales Viviana Mandich y Jorge Mario Andreau Índice Síntesis del tema 2 La activación del sistema nervioso autónomo 4 Emociones y expresiones faciales 4 Reseña histórica de las teorías de los procesos emocionales 6 Tipos de procesos emocionales 13 Control nervioso de los procesos emocionales 15 El Síndrome de “Klúver Bucy” 27 Conclusiones 29 1 https://docs.google.com/document/d/16v9FaHGYqayDMTNQArN8WQNIN-CJ3XkZ/edit#heading=h.gjdgxs https://docs.google.com/document/d/16v9FaHGYqayDMTNQArN8WQNIN-CJ3XkZ/edit#heading=h.gjdgxs https://docs.google.com/document/d/16v9FaHGYqayDMTNQArN8WQNIN-CJ3XkZ/edit#heading=h.2et92p0 https://docs.google.com/document/d/16v9FaHGYqayDMTNQArN8WQNIN-CJ3XkZ/edit#heading=h.tyjcwt 1. Síntesis del tema 1.1. Concepto de procesos emocionales Ante situaciones determinadas, los seres humanos y otras especies, presentan estados transitorios que se caracterizan por la combinación de expresión conductual, activación fisiológica y experiencias subjetivas. Las expresiones emocionales consisten en conductas específicas más o menos estereotipadas (p.e. agitación, risa, llanto). La activación fisiológica consiste en cambios fisiológicos mediados por el sistema nervioso autónomo y el sistema neuro-endócrino-hormonal sobre efectores viscerales, órganos encargados de generar esta activación fisiológica que se pueden observar, por ejemplo, como taquicardia, rubor, suspiro, etc. Las experiencias subjetivas, o también llamados “estados afectivos”, pueden ser verbalizables o expresadas a través del arte por los seres humanos (aunque también inferidos de las actitudes y conductas que realizan los animales). Son procesos subjetivos resultantes de la combinación de la percepción del propio estado de activación fisiológica e ideaciones vinculadas (por ejemplo, evaluaciones cognitivas respecto del sujeto y el contexto, así como también estilos y formas de afrontamiento). Los procesos emocionales son, además, formas de comunicación intraespecíficas (por expresión y reconocimiento de comportamientos emocionales en una misma especie), e interespecífica, tanto para desencadenar conductas de defensa o huída, como en el contexto del comportamiento de predación (p.e. provocar el estado de “freezing” o congelación en la presa). En otras palabras, la expresión y el reconocimiento emocional, tanto por sus componentes conductuales como fisiológicos, constituyen formas de comunicación tanto dentro de una misma especie como entre especies distintas, de manera que inducen formas de comportamiento en los individuos que las perciben. Evidencias de la etnopsicología y de la psicología del desarrollo sugieren que los estados emocionales están relacionados con mecanismos adaptativos innatos adquiridos por selección natural. En humanos de diferentes culturas (y sin relaciones culturales entre ellas), se han constatado analogías tanto en la expresión como en el reconocimiento emocional según la mímica o la gestualidad. Varios estados emocionales son evidentes en las crías de seres humanos y otras especies, en estadíos en 2 los que no es posible que puedan haber resultado del aprendizaje –considerándolos, al menos en parte, de carácter innato. Aunque los estudios en primates no humanos revelan la existencia de gestos análogos a los de los humanos en situaciones emocionales específicas, la menor cantidad de músculos faciales y su menor índice de inervación hacen que las expresiones faciales de los no humanos sean más reducidas. Sin embargo, algunos autores enfatizan el rol “para-lingüístico” de las expresiones faciales o la utilización de las expresiones faciales según el contexto social (p.e. la expresión de desagrado ante determinados estímulos se observa en algunos casos sólo en compañía de otros individuos). 1.2. Significado funcional del comportamiento emocional Como los procesos emocionales suelen suceder ante eventos o situaciones consideradas desencadenantes, se ha hecho aparente el carácter reactivo de muchos de ellos, por lo que es común que sean denominados "respuestas emocionales". Sin embargo, existen evidencias de que los estados emocionales no ocurren sólo en forma reactiva, sino que pueden presentarse en forma espontánea o "activa", especialmente cuando se asocian a comportamientos motivacionales (p.e. la predación - alimentación, o la actividad sexual). En realidad, resulta difícil separar los estados emocionales de los comportamientos motivacionales. De esta forma, resulta más razonable considerar a los procesos emocionales como “estados metaestables” transitorios y distintos del estado “homeostático” en reposo, por los cuales los individuos se movilizan activamente para asegurar su supervivencia o la de la especie. Los procesos emocionales son capaces también de presentar cambios persistentes o "plasticidad" (como se verá en el caso del "condicionamiento emocional”), pero que en mamíferos superiores, tales como los seres humanos, les posibilitan desprenderse del carácter fatal de las conductas estereotipadas innatas, y trascender a los automatismos que los harían inviables en una comunidad en las cuales existen pautas de convivencia y cordialidad. 3 2. La Activación del sistema nervioso autónomo La investigación del papel del sistema nervioso autónomo en la emoción se ha concentrado en el grado por el cual pautas concretas de actividad del sistema nervioso autónomo se relacionan con emociones concretas. En general, las emociones se expresan tanto a través de cambios fisiológicos como de respuestas motoras estereotipadas, sobre todo de los músculos faciales. Estas respuestas acompañan a las experiencias subjetivas que no se describen fácilmente, pero que son muy similares en todas las culturas humanas. Los resultados experimentales indican que la especificidad de las reacciones del sistema nervioso autónomo está en algún punto entre los extremos de la especificidad total y la generalidad total. Existen muchas pruebas de que no todas las emociones se relacionan con el mismo patrón de actividad del sistema nervioso autónomo, sin embargo no existen suficientes datos para defender el punto de vista de que cada emoción se caracteriza por un patrón diferente de actividad del sistema nervioso autónomo. 3. Emociones y expresiones faciales Eckman y colaboradores comenzaron en la década de los años 1960 analizando cientos de películas y fotografías de personas que experimentan diferentes emociones reales. A pesar de la afirmación de Darwin de que las personas de todas partes del mundo muestran expresiones faciales parecidas, en general se pensaba que las expresiones faciales se aprendían y variaban en función de la cultura. Posteriormente, en varios estudios empíricos, se mostró que personas de diferentes culturas efectivamente realizan expresiones faciales parecidas en situaciones parecidas, y que pueden identificar correctamente el significado emocional de las expresiones faciales que presentan personas de otras culturas. Eckman y Friese llegaron a la conclusión de que la expresión facial de las seis emociones que figuran a continuación son primarias: sorpresa, enfado, tristeza, asco, miedo, felicidad. Los autores concluyeron así que todas las demás expresiones faciales 4 de emociones genuinas se componen de mezclas predecibles de las seis emociones primarias. Siguiendo esta línea, consideraron también que además de que la expresión facial de las emociones revelaba que además de constituir “estados emocionales”, la secuencia de cambios que se producen en la expresión facial revelan que las emociones ocurren como “procesos”, en tanto se comprueben modificaciones en la sucesión de fenómenos emocionales en el corto plazo. La hipótesis de que las expresiones faciales influyen en la experiencia emocional se denomina hipótesis de la retroalimentación facial. Debido a que podemos ejercer control voluntario sobre nuestros músculos faciales,es posible inhibir expresiones faciales verdaderas y sustituirlas por expresiones falsas. Hay muchas razones para decidir mostrar una expresión facial falsa. Algunas de ellas son positivas y algunas negativas. Existen dos formas de distinguir las emociones verdaderas de las falsas. En primer lugar, hay microexpresiones de la emoción real que a menudo se manifiestan a la vez que la expresión falsa. Estas microexpresiones duran solo alrededor de 0.05 segundos. En segundo lugar, a menudo existen diferencias sutiles entre las expresiones faciales genuinas y las falsas. La diferencia más estudiada fue la sonrisa real versus la ficticia. La sonrisa de placer contrae 2 músculos faciales, el orbicular, que rodea el ojo y tira de la piel de las mejillas y la frente hacia el globo ocular, y el cigomático mayor, que tira de la comisuras de los labios hacia arriba. Según Duchene, el cigomático mayor puede controlarse voluntariamente, mientras que el orbicular normalmente se contrae solo por un placer verdadero. Por tanto, la inactividad del orbicular del ojo durante la sonrisa descubre al falso amigo. El estudio de la emoción en pacientes con lesiones corticales ha llevado a dos descubrimientos principales: en primer lugar, que la corteza frontal desempeña un papel importante en la emoción, siendo que uno de los efectos de la lobotomía prefrontal es un embotamiento emocional general, que consternaba a la familia y amigos de muchos pacientes lobotomizados; en segundo lugar, que hay una tendencia general, a pensar que la corteza del hemisferio derecho desempeña un papel más importante en la emoción que la corteza del hemisferio izquierdo. Es importante reconocer que la intervención de 5 la corteza en la emoción depende de la manifestación concreta de la emoción de que se trate, las áreas de la corteza que controlan la percepción de la emoción son diferentes de las que controlan la expresión de las emociones. Figura 1. Ilustraciones del libro de Charles Darwin “La expresión de las emociones en los animales y el hombre”. (A) miedo / terror; (B) ira / espanto / horror. 4. Reseña histórica de las teorías de los procesos emocionales Tabla 1. Reseña histórica de la biopsicología de las emociones. Año Autores Investigaciones, escritos, etc. 1872 Darwin “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el Hombre” 1884 James y Lange Primera teoría fisiológica de las emociones 1928 Cannon y Bard Segunda teoría fisiológica de las emociones 1928 Bard Integración de los cambios emocionales 19.. Hess Integración de la conducta emocional 1937 Papez Sistema límbico y comportamiento emocional 1939 Klüver y Bucy Síndrome con componentes emocionales por lesión 1960s P. Eckman Expresión facial de las emociones 1954 Karl Pribram Lesiones en la amígdala primates no humanos 1960s Schacter Teoría cognitiva de las emociones 1960s Damasio Hipótesis del marcador somático 1987 Le Deux Mecanismos nerviosos del miedo condicionado 6 4.1. Teoría de Charles Darwin de la evolución de las emociones El primer acontecimiento importante en el estudio de la biopsicología de las emociones fue la publicación en 1872 de su libro “La Expresión de las Emociones en el Hombre y los Animales”, en el que Darwin sostenía que determinadas respuestas emocionales, tales como las expresiones faciales humanas, tenían tendencia a ir acompañadas de los mismos estados emocionales en todos los miembros de una especie. Charles Darwin señaló además las claras semejanzas existentes en el comportamiento emocional entre especies diferentes, postulando su continuidad interespecies por presión de selección para asegurar la supervivencia. Darwin consideraba que la expresión de las emociones, como de las otras conductas, era el resultado de la evolución, por lo tanto, trató de comprenderlas comparándolas entre diferentes especies. A partir de estas comparaciones entre especies, elaboró una teoría de la evolución de la expresión emocional que se componía de tres ideas principales: 1) Que las expresiones de la emoción evolucionan a partir de conductas que indican lo que probablemente el animal vaya a hacer a continuación. 2) Que si las señales que proporcionan dichas conductas son beneficiosas para el animal que las muestra, evolucionarán de forma que aumentará su función comunicativa, y puede que su función original se pierda. 3) Que los mensajes opuestos a menudo se indican por movimientos y posturas opuestas. La explicación de la teoría de Darwin de las manifestaciones de amenaza consistía en lo siguiente: enfrentarse con los enemigos, alzarse y exponer las propias armas, constituían los componentes de las primeras fases de ataque o de lucha. Pero una vez que los enemigos empezaron a reconocer estas conductas como señales de una agresión inminente, los atacantes que podían comunicar su agresividad de forma más efectiva, e intimidar a sus víctimas sin luchar realmente, obtenían una ventaja de supervivencia. Como resultado, evolucionaron las manifestaciones elaboradas de amenaza y disminuyó el combate real. Para lograr su máxima efectividad, las señales de agresividad y sumisión deben distinguirse claramente, por lo tanto, tendieron a evolucionar en direcciones opuestas. 7 4.2. Primeras teorías fisiológicas de las emociones La historia clásica del estudio de las emociones hace referencia a dos teorías que de manera independiente fueron propuestas como la primera “teoría fisiológica de las emociones”: William James, en 1884, y Carl Lange, en 1887, propusieron que en la experiencia emocional juega un papel especial la percepción del estado de activación fisiológica. Formas esquemáticas de referirse a esta teoría -por el cual la reacción emocional desencadena primariamente la activación fisiológica, la cual al ser reconocida por los sistemas sensoriales produce el estado subjetivo emocional., pueden ser resumidas en las frases: "estamos tristes porque lloramos", o “de la expresión emocional al sentimiento emocional”. En 1928, Walter Cannon propone un modelo diferente por el cual la expresión emocional es independiente de la percepción sensitiva corporal y que ambas, experiencia y expresión emocional ("lloramos y estamos tristes" según el esquema) resultan de la actividad nerviosa superior inmediata al estímulo desencadenante. Existen evidencias que apoyan (aunque parcialmente), ambas hipótesis: Pacientes con lesión de médula espinal (incapacitados para percibir el estado de activación corporal por "de- aferentación"), dicen experimentar estados emocionales con diferente calidad e intensidad respecto de sujetos sanos. Por otro lado, animales privados de aferencias sensoriales, son capaces de presentar comportamientos de expresión emocional. Walter Cannon argumentó que en las conductas emocionales la actividad intensa de la división simpática prepara al animal para utilizar totalmente los recursos metabólicos y de otro tipo para las emergencias. Por el contrario, la actividad de la división parasimpática del sistema nervioso autónomo promueve un aumento de las reservas metabólicas. Cannon sugirió además que la oposición natural del gasto y el almacenamiento de recursos se expresa en una oposición paralela de las emociones asociadas con estos diferentes estados fisiológicos. En 1928 Phillip Bard comunicó los resultados de una serie de experimentos que señalaron al hipotálamo como el centro exacto de la coordinación de los componentes autónomos y somáticos de la conducta emocional. Bard extirpó ambos hemisferios en una serie de gatos. Cuando la anestesia quirúrgica se había terminado los animales se 8 comportaron como si estuvieran muy enojados. Esta conducta se desarrolló espontáneamente e incluyó las correlaciones autónomas habituales de esta emoción, aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca, dilatación de las pupilas y erección de los pelos sobre el dorso y la cola. Esta conducta fue denominada “rabia fingida” o “falsa rabia”, porque no tenía ningún blanco obvio,al contrario de la rabia mostrada por un gato normal. Bard mostró que se obtenía una respuesta completa de rabia mientras el hipotálamo caudal estuviera intacto. Sin embargo, no se pudo obtener la rabia fingida cuando se seccionaba el encéfalo en la unión del hipotálamo y el mesencéfalo, aunque se seguían observando algunos componentes incoordinados de la respuesta. Bard sugirió que mientras la experiencia subjetiva de la emoción podría depender de una corteza cerebral intacta, la conducta emocional coordinada no depende necesariamente de los procesos corticales. Este autor destacó que las conductas emocionales a menudo están dirigidas hacia la autopreservación y que las emociones son compartidas por muchas especies de vertebrados. La prevalencia de las emociones entre distintos animales implica la participación de partes filogenéticamente más antiguas del sistema nervioso. Basándose en la observación, Bard llegó a la conclusión de que el hipotálamo es esencial para la expresión de respuestas agresivas, y que la función de la corteza cerebral es inhibir y dirigir estas respuestas. Según la teoría propuesta por ambos autores, conocida como la teoría de Cannon-Bard, los estímulos emocionales tienen dos efectos excitatorios independientes: provocan tanto el sentimiento de emoción en el cerebro como la expresión de la emoción en los sistemas nerviosos autónomo y somático. Por consiguiente, la teoría de Cannon-Bard, a diferencia de la teoría de James Lange, considera que la experiencia emocional y la expresión emocional son procesos paralelos, que no guardan una relación causal directa. "Lloramos y estamos tristes" (según el esquema) resultan de la actividad nerviosa superior inmediata al estímulo desencadenante. Las teorías de James - Lange y de Cannon - Bard hacen diferentes predicciones sobre el papel de la retroalimentación de la actividad de los sistemas nerviosos somático y autónomo en la experiencia emocional. Según la teoría de James y Lange, la experiencia emocional depende totalmente de la retroalimentación de la actividad de los sistemas nerviosos autónomo y somático; según la teoría de Cannon-Bard, la experiencia emocional es totalmente independiente de dicha retroalimentación. Cannon 9 argumentó que la actividad intensa de la división simpática prepara al animal para utilizar totalmente los recursos metabólicos y de otro tipo para las emergencias. Por el contrario, la actividad de la división parasimpática del sistema nervioso autónomo promueve un aumento de las reservas metabólicas. Cannon sugirió además que la oposición natural del gasto y el almacenamiento de recursos se refleja en una oposición paralela de las emociones asociadas con estos diferentes estados fisiológicos. Se ha demostrado que estas dos posturas extremas son incorrectas. Por un lado, para que se produzca la experiencia de emoción, no es necesaria la retroalimentación autónoma y somática; los pacientes humanos cuya retroalimentación autónoma y somática se ha visto eliminada en gran medida por la fractura de cuello son capaces de tener toda una gama completa de experiencias emocionales. Por otro lado, hay numerosos informes, de que las respuestas autónomas y somáticas a los estímulos emocionales pueden influir en la experiencia emocional. Los resultados experimentales indican que la especificidad de las reacciones del sistema nervioso autónomo está en algún punto entre los extremos de la especificidad total y la generalidad total. Existen muchas pruebas de que no todas las emociones se relacionan con el mismo patrón de actividad del sistema nervioso autónomo, sin embargo, no existen suficientes datos para defender el punto de vista de que cada emoción se caracteriza por un patrón diferente de actividad del sistema nervioso autónomo. El hecho de no haber encontrado apoyo sin restricciones tanto a la teoría de James Lange como a la de Cannon-Bard ha llevado a la idea de que cada uno de los tres factores principales de la respuesta emocional, como la percepción del estímulo provocador de la emoción, las respuestas autónomas y somáticas al estímulo, y la experiencia de emoción, influye en los otros dos. Si bien existen evidencias que apoyan (aunque parcialmente), ambas teorías, se considera que las versiones extremas son incorrectas. Por un lado, pacientes con lesión de médula espinal (incapacitados para percibir el estado de activación corporal por "de- aferentación"), dicen experimentar estados emocionales con diferente calidad e intensidad respecto de sujetos sanos. Como se mencionó anteriormente, animales privados de aferencias sensoriales, son capaces de presentar comportamientos de expresión emocional. Por otro lado, hay numerosos informes, de que las respuestas autónomas y somáticas a los estímulos emocionales pueden influir en la experiencia emocional. 10 4.3. Teorías integrativas de la conducta emocional En base a las comunicaciones de Bard, Walter Hess complementó la teoría de la integración hipotalámica de la conducta emocional, al mostrar que la estimulación eléctrica de sitios separados en el hipotálamo de gatos despiertos que se mueven libremente podría conducir también a una respuesta de rabia e incluso a la conducta ulterior de ataque. La estimulación de otros sitios en el hipotálamo produjo una respuesta defensiva que se asemejaba al temor. Otros experimentos, como los de Bard y Hess, condujeron a la conclusión importante de que existen circuitos básicos para los comportamientos organizados acompañados por emoción en el diencéfalo y en las partes del tronco encefálico conectadas con él. Más aún, sus investigaciones mostraron que el control del sistema nervioso autónomo no es totalmente separable del control de otras vías efectoras. La estimulación que produce respuestas autónomas casi siempre produce también respuestas motoras somáticas. Los principales blancos del hipotálamo se ubican en la formación reticular: esta estructura incluye algunos de los núcleos que controlan los estados encefálicos asociados con el sueño y la vigilia, la función cardiovascular, la respiración, la micción, los vómitos y la deglución. Las neuronas reticulares reciben aferencia hipotalámicas y se nutren de los sistemas efectores somáticos y autónomos en el tronco encefálico y la médula espinal. Por lo tanto, su actividad puede producir respuestas autónomas y somáticas difusas, que a menudo anulan la función refleja, y a veces afectan a casi todos los órganos del cuerpo. La conducta emocional unificada se logra, entonces, a través de la convergencia en la formación reticular del tronco encefálico, de vías hipotalámicas y otras vías descendentes que controlan las neuronas motoras. 11 Figura 2. Esquema ilustrativo de las teorías de James-Lange y Cannon-Bard. 4.4 Teorías cognitivas de los procesos emocionales En la década de 1960, Schacter efectuó experiencias en las que sujetos sanos son expuestos a un mismo activador fisiológico (fármaco activador autonómico), pero a diferentes situaciones de interacción social como "favorables" y "desfavorables" a la autoestima. Así, obtuvo resultados consistentes en el sentido de que los distintos estímulos situacionales provocaban diferentes estados emocionales. Estos resultados fueron interpretados como la dependencia de los estados emocionales de la evaluación cognitiva. 12 5. Tipos de procesos emocionales 5.1. Emociones primarias Según varios autores las emociones primarias son cuatro: miedo (o terror), ira (o enojo), felicidad (vinculado a satisfacción o a expectativa de satisfacción y contención ), y disgusto. Otros autores, como Eckman y Friese agregaron la sorpresa y la tristeza a las emociones primarias. 5.2. Miedo, defensa y agresión La investigación psicobiológica de la emoción se ha centrado en gran medida en el miedo y las conductas de defensa. Una razón de esto, es el importante papel que desempeñan los efectos estresantes del miedo crónico en la génesis de la enfermedad.El miedo es la reacción emocional a la amenaza, es la fuerza que motiva las conductas defensivas. Las conductas de defensa son conductas cuya función principal es proteger el organismo de una amenaza o de un daño, por el contrario, las conductas de agresión son conductas cuya función principal es amenazar o provocar daño. El comportamiento agresivo se refiere a la conducta caracterizada por el despliegue de acciones dirigidas a manifestar la tendencia y/o a concretar la captura, sometimiento, muerte, destrucción, etc., de otro individuo de la misma o de otra especie. Existen varios tipos de comportamientos agresivos, entre los cuales se destacan los asociados a las conductas de: a) predación alimentaria, b) autodefensa, c) frustración, d) proceptiva masculina, e) depredadora paterna, f) depredadora materna, g) canibalismo, h) parasitismo. La mayoría de estas conductas están vinculadas al mantenimiento de la supervivencia del individuo y/o la especie y tienen un componente innato, por lo que corresponde considerarlas como variantes de los comportamientos "motivacionales". No obstante, el componente emocional somático (manifestaciones de enojo o ira), subjetivo (agitación, odio) y activación fisiológica (activación simpática- hormonal), justifica su consideración como comportamientos "emocionales". En todo caso, estos comportamientos son una muestra de la forma en que los comportamientos motivacionales y emocionales se corresponden en los individuos, generalmente en 13 forma simultánea e integrada. La agresión es una conducta multifacética, que no se produce por la activación de un solo sistema aislado del cerebro. La investigación ha demostrado que las conductas de agresión y defensa de las mismas especies aparecen en diversas formas típicas, que tienen lugar en diferentes situaciones, que sirven para diferentes funciones, y que tienen diferentes bases nerviosas y hormonales. El descubrimiento de que las conductas agresivas y defensivas se producen de diversas formas estereotipadas comunes a una especie fue el primer paso necesario para la identificación de sus bases neurales. En estudios con animales se comprobó que existen dos tipos de conductas agresivas diferentes, una relacionada con la amenaza y la otra con una conducta predatoria. La conducta predatoria implica un ataque con el fin de obtener comida. Dicho ataque va acompañado por pocas vocalizaciones y se lanza contra la cabeza o cuello del adversario. Este tipo de conducta, no se asocia con altos niveles de activación del sistema simpático. La amenaza es una demostración, más que un ataque, e implica grandes niveles de activación del sistema simpático. 5.3. Agresividad y testosterona El hecho de que la agresividad social en muchas especies se produzca con más frecuencia entre machos que entre hembras suele explicarse con relación a los efectos organizadores y activadores de la testosterona. Se piensa que el breve período de liberación de testosterona que tiene lugar alrededor del nacimiento en machos genéticos organiza su sistema nervioso de forma masculina y por lo tanto crea la posibilidad de que se activen características masculinas de agresividad social, debido a los elevados niveles de testosterona que están presentes tras la pubertad. Por ejemplo, la castración neonatal de ratones macho elimina la capacidad de las inyecciones de testosterona de provocar agresividad social durante la vida adulta, y la castración adulta elimina la agresividad social en machos que no reciben sustitutorias de testosterona. A diferencia de la investigación con no primates, los intentos de mostrar los efectos organizadores y activadores de la testosterona en la conducta agresiva de los humanos han sido variados. En los varones la conducta agresiva no aumenta en la pubertad a medida que aumentan 14 los niveles de testosterona, no se elimina con la castración, y no se aumenta con las inyecciones de testosterona, no obstante, en algunos estudios se ha hallado que delincuentes, hombres violentos, y atletas masculinos agresivos tienden a tener niveles de testosterona ligeramente superiores a los normales. Esta débil correlación podría reflejar que los encuentros agresivos aumentan la testosterona en lugar de lo contrario. El hecho de que la agresividad humana sea independiente de la testosterona podría significar que su regulación hormonal se diferencia de la regulación en especies de mamíferos no primates. Ciertos autores afirman que existe una confusión en algunos investigadores que estudian la agresividad humana, quienes a menudo no tomarían en cuenta las diferencias que existen entre la agresividad defensiva y la agresividad social. 6. Control nervioso de los procesoso emocionales En la actualidad no existe un modelo satisfactorio de un sistema especial para el control de las diferentes formas de estados emocionales, sin embargo, existen datos experimentales y clínicos que ilustran acerca del rol crítico que algunas estructuras nerviosas tienen en el control de algunos de esos estados. 6.1. Los procesos emocionales y el “sistema límbico” La palabra “límbico” significa “borde”. Alrededor de 1850, Paul Broca popularizó el concepto de "lóbulo límbico" para referirse a la parte de la corteza cerebral que forma un borde alrededor del cuerpo calloso en la cara medial de los hemisferios. Dos componentes sobresalientes del lóbulo límbico son la circunvolución del cíngulo, ubicada arriba del cuerpo calloso y la formación del hipocampo que está en el lóbulo temporal medial. Durante muchos años las estructuras del lóbulo límbico junto con los bulbos olfatorios se consideraban que estaban dedicadas solamente al sentido del olfato (rinencéfalo). Hoy se consideran que las estructuras que, interconectadas, forman parte del sistema límbico están vinculadas a funciones motivacionales, emocionales y mnésicas. 15 Figura 3. Algunas de las estructuras corticales y subcorticales relacionadas con el procesamiento emocional. En 1937, James Papez propuso por primera vez que estructuras del lóbulo límbico formaban parte de los circuitos cerebrales vinculados con la experiencia y la expresión emocional. Papez propuso que la función del lóbulo límbico podría ser distinta de la función exclusivamente olfatoria. Sus argumentos se basaron principalmente en la neuroanatomía, en la neuropatología de pacientes psiquiátricos y de animales afectados con el virus de la rabia. Este autor sabía a partir del trabajo de Bard y Hess, que el hipotálamo influye en la expresión de la emoción. Además, sabía que las emociones alcanzan la conciencia y que las funciones cognitivas superiores, afectan la conducta emocional. Finalmente, Papez mostró que la corteza y el hipotálamo están interconectados a través de vías que son conocidas hoy como el "circuito de Papez". En este circuito, el hipotálamo (específicamente los cuerpos mamilares), proyecta axones hacia el núcleo anterior del tálamo dorsal, el cual a su vez se proyecta a la corteza del cíngulo. Asimismo la corteza del cíngulo (como otras partes de la corteza cerebral) proyectan al hipocampo. Por último, el hipocampo se proyecta nuevamente hacia el hipotálamo a través del fórnix (un haz de fibras). Papez postuló que estas vías proporcionaban las conexiones necesarias para el control cortical de la expresión emocional. Con el tiempo, el circuito adquirió algunos elementos nuevos y llegó a 16 llamarse "Sistema Límbico". Uno de estos componentes más nuevos y sobresalientes es la amígdala, que está constituida por un conjunto de núcleos incluidos en la sustancia blanca del lóbulo temporal, por delante del hipocampo. Figura 4. Esquema del circuito propuesto por Papez, el cual involucra varias structuras cerebrales interconectadas; nótese el sentido de las flechas. Alrededor de los años 1970, Paul Mc Lean formuló una hipótesis especulativa de las emociones según la cual los seres humanos y algunos mamíferos modernos, en los cuales existe bien desarrolladala neocorteza y conservan las estructuras del sistema nervioso presentes en especies más antiguas (paleocorteza, archicortaza), existiría una cierta independencia entre estos tres niveles de control neural en el control funcional del comportamiento emocional (hipótesis del cerebro “tri-conformado”), lo que explicaría en los seres humanos la relativa dificultad para el manejo de los estados emocionales en condiciones especiales. La mención del concepto de "sistema límbico" en contexto del control nervioso del comportamiento emocional debería tener en cuenta las siguientes consideraciones: 17 - Es un concepto legítimo fundamentalmente desde el punto de vista de las relaciones y particularidades anatómicas. - Es discutible su validez como unidad funcional, especialmente en relación del "sistema" como totalidad con "las emociones" como entidades funcionales unitarias. Una búsqueda temática con un buscador convencional de internet, obtiene según las palabras clave "limbic system" & "emotion" 40 hallazgos, & "motivation" 75 hallazgos, & "memory" 51 hallazgos, & "attention" 65 hallazgos. - De la totalidad del "sistema límbico", sólo algunas estructuras tienen claras relaciones con aspectos específicos del comportamiento emocional (p.e. amígdala y miedo condicionado o síndrome de Klüver & Bucy), mientras otras no las tienen por lo menos directamente (p.e. hipocampo y memoria). En 1937, James Papez propuso por primera vez que los circuitos encefálicos específicos están dedicados a la experiencia y la expresión emocional. Buscando partes del encéfalo que pudieran regular esta función, este autor comenzó a explorar una región de la corteza conocida como Lóbulo Límbico. En la década de 1850 Paul Broca había popularizado el término lóbulo límbico para referirse a esa parte de la corteza cerebral que forma un borde alrededor del cuerpo calloso sobre la cara medial de los hemisferios. Dos componentes sobresalientes del lóbulo límbico son la circunvolución del cíngulo, ubicada arriba del cuerpo calloso y el hipocampo que está en el lóbulo temporal medial. Durante muchos años las estructuras del lóbulo límbico junto con los bulbos olfatorios se consideraban que estaban dedicadas solamente al sentido del olfato. Papez supuso que la función del lóbulo límbico podría ser más interesante que la del rinencéfalo. Su argumento se basó principalmente en la neuroanatomía. Este autor sabía a partir del trabajo de Bard y Hess, que el hipotálamo influye en la expresión de la emoción. Además, sabía que las emociones alcanzan la conciencia y que las funciones cognitivas superiores, afectan la conducta emocional. Finalmente, Papez mostró que la corteza y el hipotálamo están interconectados a través de vías que son conocidas como el circuito de Papez. En este circuito, el hipotálamo (específicamente los cuerpos mamilares), se proyecta hacia el núcleo anterior del tálamo dorsal, el cual a su vez se 18 proyecta a la corteza del cíngulo. La corteza del cíngulo (y también una parte del resto de la corteza) se proyecta al hipocampo. Por último, el hipocampo se proyecta a través del fórnix ( un haz grande de fibras) nuevamente hacia el hipotálamo. Papez postuló que estas vías proporcionaban las conexiones necesarias para el control cortical de la expresión emocional. Con el tiempo, el circuito adquirió algunos elementos nuevos y llegó a llamarse Sistema Límbico. Uno de estos componentes más nuevos y sobresalientes es la amígdala, una masa nuclear enterrada en la sustancia blanca del lóbulo temporal, rostral al hipocampo. 6.2. El hipotálamo y la integración de los fenómenos emocionales (continuación) El hipotálamo se encuentra dividido en diferentes regiones citoarquitectónicas: 1- periventricular, 2- infundibular, 3- lateral, 4- medial y 5- rostral o preóptica. El área del hipotálamo que se ha relacionado con la conducta defensiva es el núcleo ventromedial del hipotálamo medial, el cual presenta abundantes conexiones con la sustancia gris central de la formación reticular del tronco cerebral. Algunos estudios han indicado que la regulación de las respuestas de tipo agresivo requieren también la participación del hipotálamo anterior, atribuyéndole a esta región un papel esencial en la expresión de la conducta de defensa afectiva. 6.2.1. Datos experimentales – lesiones del hipotálamo La agresión es un tipo de conducta emocional que además del interés intrínseco por su importancia social e individual, se ha prestado fácilmente al estudio experimental. En realidad existen varios tipos de conductas que presentan la característica general de agresión. Pueden ser diferenciados: la agresión violenta, la agresión afectiva, la agresión predadora por el tipo de conducta y las exteriorizaciones vocales y corporales de la propensión al ataque. Por ejemplo, en la agresión predadora la captura de la presa, en general un individuo de otra especie, se efectúa sin vocalizaciones ni cambios corporales manifiestos. En la agresión afectiva la propensión al ataque se manifiesta: vocalizaciones (bufidos, gruñidos), cambios faciales (apertura 19 de la boca con exhibición de los dientes, descenso de las orejas), y corporales (arqueado del lomo, piloerección). Cada una de estas formas de comportamiento parecen estar controladas por diferentes estructuras nerviosas. En 1928 Phillip Bard comunicó los resultados de una serie de experimentos que señalaron que el hipotálamo era el centro de la integración de los componentes autonómicos y somáticos de la conducta emocional. Bard extirpó ambos hemisferios en una serie de gatos. Cuando los animales se recuperaron, el comportamiento predominante fue el de enojo o ira. Esta conducta se desarrolló espontáneamente e incluyó las correlaciones autonómicas habituales de esta forma de comportamiento emocional (aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca, dilatación de las pupilas y erección de los pelos sobre el dorso y la cola). Esta conducta fue denominada "falsa ira", porque no se dirigía a un objeto o ser determinado, al contrario de la furia mostrada por un gato normal. Bard mostró que se obtenía una respuesta completa de furia mientras el hipotálamo estuviera intacto (ver cuadro 1). Sin embargo, no se pudo obtener la conducta de falsa furia cuando se seccionaba el encéfalo en la unión entre el hipotálamo y el mesencéfalo, aunque se seguían observando algunos componentes incoordinados de la respuesta de furia. Bard sugirió que mientras la experiencia subjetiva de la emoción podría depender de una corteza cerebral intacta, la conducta emocional coordinada no depende necesariamente de los procesos corticales. Siguiendo las teorías de Darwin y Cannon, Bard destacó que las conductas emocionales a menudo están dirigidas hacia la autopreservación y que las emociones son compartidas por muchas especies de vertebrados. La prevalencia de las emociones entre distintos animales implica la participación de partes filogenéticamente más antiguas del sistema nervioso. Basándose en sus observaciones, Bard llegó a la conclusión de que el hipotálamo es esencial para la expresión de respuestas agresivas, y que la función de la corteza cerebral es inhibir y dirigir estas respuestas. 6.2.2. Datos experimentales – estimulación en el hipotálamo (continuación) En 1957, Walter Hess comunicó resultados complementarios al demostrar que la estimulación eléctrica de sitios separados en el hipotálamo de gatos despiertos que se mueven libremente podría conducir también a una respuesta de furia e incluso a la 20 conducta ulterior de ataque. La estimulación de otros sitios en el hipotálamo produjo una respuesta defensiva que se asemejaba al temor. Los experimentos de Bard y Hess, condujeron a la conclusión importante de que existen circuitos básicos para los comportamientos emocionales en el diencéfalo y en las partes del tronco encefálico conectadas con él. Más aún, sus investigaciones mostraron que el control del sistema nerviosoautónomo no es totalmente separado del control de otras vías efectoras como la somática. La estimulación que produce respuestas autónomas casi siempre produce también respuestas motoras somáticas. La conducta emocional unificada se logra así a través de la convergencia en la formación reticular del tronco encefálico, de vías hipotalámicas y otras vías descendentes que controlan las neuronas motoras. La estructura principal sobre la que proyecta el hipotálamo es la formación reticular. Esta estructura incluye algunos de los núcleos que controlan los estados encefálicos asociados con el sueño y la vigilia, la función cardiovascular, la respiración , la micción, los vómitos y la deglución. Las neuronas reticulares reciben aferencia hipotalámicas y se nutren de los sistemas efectores somáticos y autónomos en el tronco encefálico y la médula espinal. Por lo tanto, su actividad puede producir respuestas autónomas y somáticas difusas, que a menudo anulan la función refleja, y a veces afectan a casi todos los órganos del cuerpo. 6.3. Lóbulo temporal y amígdala 6.3.1. La amígdala El núcleo de la amígdala está situado en el polo del lóbulo temporal, debajo de la corteza cerebral. La amígdala es un complejo de núcleos divididos en tres núcleos, el núcleo basolateral, el núcleo corticomedial y el núcleo central. La amígdala recibe aferencias de varias fuentes, incluyendo el neocórtex, corteza hipocámpica y giro cingulado. Es importante destacar que mucha de la información sensorial que recibe la amígdala es procesada en el núcleo basolateral. Cada sistema sensorial proyecta a diferentes núcleos, y la interconexión dentro de los núcleos de la amígdala permite la integración de la información. Dos vías conectan la amígdala con el hipotálamo, la vía amigdalófuga ventral y la stria terminalis. 21 Figura 5. Esquema que representa los núcleos de la amígdala y sus conexiones con otras estructuras del sistema nervioso central vinculadas al procesamiento emocional. El descubrimiento de que la lobectomía temporal anterior bilateral produce un síndrome de docilidad, inició la búsqueda de la lesión concreta del lóbulo temporal anterior que le produjera la mansedumbre. El descubrimiento de que la lesión bilateral limitada a la amígdala es suficiente para producir una insensibilidad general a los estímulos generadores del miedo en varias especies de mamíferos, incluidos los humanos, llevó a la prescripción de la amigdalectomía para el tratamiento quirúrgico de la violencia humana. Se ha demostrado que la amigdalectomía es efectiva para reducir la conducta violenta de algunos pacientes. La lesión bilateral de la amígdala pero no la unilateral, reduce la capacidad de los pacientes humanos de reconocer expresiones faciales del miedo como miedo. Este efecto se produce en ausencia de problemas para identificar caras. Así mismo los sujetos humanos con lesiones de amígdala tienen problemas en el condicionamiento de miedo, es decir aprender a reaccionar ante estímulos neutros que predicen estímulos provocadores del miedo. 22 6.4. Mecanismos nerviosos del “miedo condicionado” La amígdala desempeña un papel clave en la experiencia y la expresión del miedo. Varios estudios de los mecanismos neurales del miedo se han centrado en el estudio del miedo condicionado. LeDoux y col descubrieron los mecanismos del condicionamiento auditivo del miedo. Descubrieron que las lesiones bilaterales del núcleo geniculado medial impedía el condicionamiento del miedo a un tono, pero las lesiones bilaterales de la corteza auditiva no lo impedían. Esto indicaba que para que se produzca el miedo condicionado es necesario que las señales provocadas por el tono lleguen al núcleo geniculado medial pero no a la corteza auditiva, así mismo, indicaba que había una vía desde el núcleo geniculado medial a otra estructura, que no era la corteza auditiva que desempeñaba un papel fundamental en el miedo condicionado. Se demostró que esta vía era la que va desde el núcleo geniculado medial a la amígdala. Las lesiones de la amígdala, como las lesiones del núcleo geniculado medial impiden el condicionamiento del miedo. La amígdala recibe entradas de todos los sistemas sensoriales, y se piensa que es la estructura donde se aprende y se mantiene el significado emocional de las señales sensoriales. Existen varias vías que transportan señales de la amígdala a las estructuras que controlan las diversas respuestas emocionales. Por ejemplo, una vía que se va a la sustancia gris periacueductal del mesencéfalo provoca respuestas defensivas adecuadas, mientras que otra vía que va al hipotálamo lateral provoca respuestas simpáticas oportunas. El hecho de que las lesiones de la corteza auditiva no alteren el condicionamiento del miedo a tonos simples no significa que la corteza auditiva no intervenga en el condicionamiento auditivo del miedo. Existen dos vías que van del núcleo geniculado medial a la amígdala: una directa, una indirecta que se proyecta a través de la corteza auditiva. Ambas vías pueden mediar el condicionamiento del miedo a sonidos simples, se destruye solamente una de ellas, el condicionamiento se produce de modo normal, sin embargo, solamente la vía cortical es capaz de mediar el condicionamiento del miedo a sonidos complejos. Las señales auditivas que provienen del núcleo geniculado medial del tálamo llegan a la amígdala directamente, bien a través de la corteza auditiva. En la amígdala se evalúa la importancia emocional del sonido en función de los encuentros previos con el mismo, y 23 entonces la amígdala activa los circuitos oportunos de respuesta simpática de la conducta en el hipotálamo y la sustancia gris periacueductal, respectivamente. La amígdala está también relacionada con los comportamientos de agresividad. En estudios realizados por Pribram en 1954 con monos, se pudo observar que la estimulación eléctrica del núcleo basolateral produce conductas de amenaza, presumiblemente a través de la vía amígdalofugal ventral sobre el hipotálamo y el tronco encefálico. Lesiones en el núcleo basolateral reduce la conducta de amenaza. El núcleo corticomedial tiene una influencia inhibitoria sobre la agresión, a través de la vía estría terminal sobre el hipotálamo. Lesiones en este núcleo amigdalino o su vía produce un incremento en los ataques. Figura 6. En un procedimiento de condicionamiento clásico para estudiar el miedo, un tono es asociado con un shock eléctrico, lo que causa que aumente la presión sanguínea y el animal se paralice; eventualmente solo el tono disparara la respuesta. Los gráficos muestran la respuesta de la presión sanguínea (línea) y miden la paralización del animal (barra). 24 Figura 7. Diferentes vías de salida del núcleo amigdalino que controlan diferentes respuestas del “miedo condicionado”. 6.5. La expresión de las emociones y la neocorteza Como lo sugirió el trabajo de Papez sobre el sistema límbico, el conocimiento de la base neural de las emociones requiere una apreciación del papel de la corteza cerebral. En animales como la rata la mayoría de las respuestas conductuales son altamente estereotipadas. Sin embargo, en los encéfalos más complejos, la experiencia individual influye cada vez más en la determinación de las respuestas a estímulos particulares. Así el daño de porciones específicas de los hemisferios cerebrales humanos puede producir trastornos del humor, y como sucede en muchos otros aspectos de la función cortical, los dos hemisferios efectúan contribuciones diferentes al gobierno de la emoción. 25 La emocionalidad parece estar lateralizada en los hemisferios cerebrales al menos en dos formas. En primer lugar, partes del hemisferio derecho son especialmente importantes para la expresión y la comprensión de los aspectos afectivos de las palabras y de la expresión facial. Así, los pacientes con daño de las porciones suprasilvianas de los lóbulos frontal posterior y parietal anterior del lado derecho pueden perderla capacidad para expresar la emoción por la modulación de sus patrones de palabra. ( esta pérdida de las respuestas emocionales se denomina aprosodia, una lesión similar del lado izquierdo daría origen a una afasia de broca). Los pacientes que muestran aprosodia tienden a hablar con voz monótona, sin importar las circunstancias o significado de lo que se diga. Aún cuando estos pacientes no pueden expresar emoción al hablar, sus sentimientos emocionales son normales. Tanto los estudios clínicos como experimentales sustentan la idea de que el hemisferio izquierdo está más relacionado, con las que se pueden considerar emociones positivas, mientras que el hemisferio derecho está más relacionado con las emociones negativas. Por ejemplo, la incidencia y la gravedad de la depresión es significativamente mayor en los pacientes con lesiones del hemisferio anterior izquierdo en comparación con cualquier otra localización. Por el contrario, los pacientes con lesiones del hemisferio anterior derecho a menudo se describen como extraordinariamente alegres. Estas observaciones sugieren que las lesiones en el hemisferio izquierdo pueden producir la pérdida de sentimientos positivos, que llevan a la depresión, mientras que las lesiones del hemisferio derecho pueden producir la pérdida de sentimientos negativos y aparece en un optimismo exagerado. La asimetría hemisférica relacionada con el humor también es observable en individuos normales. Por ejemplo, algunos experimentos de audición que introducen sonido en uno o ambos oídos indican una superioridad del hemisferio derecho para detectar los matices emocionales de la palabra (o incluso sonidos que no son palabras). Hay estudios que sugieren que el hemisferio derecho está más íntimamente involucrado tanto con la percepción como con la expresión de las emociones que el hemisferio izquierdo, aunque como en el caso de otras conductas lateralizadas participan ambos hemisferios. 26 La expresión de las emociones y las lesiones corticales En algunos estudios de pacientes con lesiones cerebrales unilaterales se ha hallado dominancia del hemisferio derecho respecto de la expresión emocional, mientras que en muchos otros no se ha encontrado. Hay datos que indican que el hecho de que las lesiones del hemisferio derecho alteren la expresión emocional más que las lesiones del hemisferio izquierdo, depende de la localización de las lesiones en cada hemisferio. Lateralización funcional de la expresión facial de las emociones Hay un estudio sobre la expresión facial que proporciona un firme apoyo a la dominancia del hemisferio derecho en la expresión emocional. Hauser en 1993 llevó a cabo un análisis fotograma a fotograma de monos rhesus de granja. Halló que cada expresión comenzaba a formarse en el lado izquierdo de la cara y que algunos milisegundos después se producían cambios similares en el lado derecho de la cara. Además, en su momento de mayor amplitud los cambios de lado izquierdo de la cara eran mayores que los del derecho. El estudio de Hauser amplía los datos de la dominancia del hemisferio derecho para la expresión emocional en humanos. Así mismo, supone una prueba concluyente de que la lateralización de funciones no está limitada a la especie humana. 7. El Síndrome de “Klüver Bucy” En 1939 casi al mismo tiempo en que Papez propuso que el lóbulo límbico y las estructuras asociadas eran importantes para la integración de la conducta emocional, Klüver y Bucy llevaban a cabo una serie de experimentos sobre monos rhesus, en los cuales extirparon gran parte de ambos lóbulos temporales mediales, destruyendo así gran parte del circuito de Papez. Estos autores comunicaron un conjunto de anomalías en la conducta de estos animales que se conocen actualmente como el síndrome de 27 Klüver-Bucy. Entre los desórdenes más salientes que observaron, existían cambios pronunciados en la conducta emocional. Dado que los monos habían sido atrapados en la vida salvaje, la reacción típica era la hostilidad y el temor frente a los seres humanos antes de la cirugía. Sin embargo, en el postoperatorio estaban mansos. La aproximación de los seres humanos, ya no generaba reacciones vocales y motoras asociadas generalmente con el enojo o el temor, y los monos mostraban ahora poca o ninguna excitación cuando los experimentadores los manipulaban. Tampoco mostraban temor cuando se les presentaba una víbora, un estímulo repulsivo para un mono rhesus normal. Otros desórdenes descritos fueron: 1) agnosia visual, aparente incapacidad de reconocer objetos, aunque los animales no estaban ciegos; 2) conductas orales extrañas, (por ejemplo se colocaban todo tipo de objetos en sus bocas, incluídas algunas cosas que normalmente un mono no tocaría); 3) tendencia a explorar objetos conocidos de forma repetida; 4) hiperactividad e hipersexualidad, aproximándose y haciendo contacto físico casi con cualquier elemento de su medio ambiente. En los primates, la mayoría de los síntomas del síndrome de Klüver-Bucy parecen ser resultado de lesiones en la amígdala. Klüver y Bucy llegaron a la conclusión de que este cambio pronunciado en la conducta se debía, al menos en parte, a la interrupción de las vías descritas por Papez. Se ha descrito un síndrome similar en los seres humanos que han sufrido daño bilateral de los lóbulos temporales. Weiskrantz (1956), demostró que los trastornos emocionales del síndrome de Klüver-Bucy podrían ser generados por la extirpación de la amígdala aislada, la atención se volvió específicamente al papel de esta estructura en el control de la conducta emocional. Resultados de estudios realizados han conducido a la hipótesis más amplia de que la amígdala participa en el establecimiento de asociaciones entre estímulos y recompensas, ayudando así al animal a evaluar la importancia emocional de los acontecimientos en su medio ambiente. En 1954, Karl Pribram realizó una serie de experimentos en los cuales realizaba lesiones en la amígdala en primates no humanos. Se comprobó que la lesión de la amígdala producía una disminución de la agresividad natural de los especímenes machos, y que esto se asoció a cambios en el rango social que ocupaba el individuo en la colonia de monos. Además, la consideración de que el hipotálamo desempeña una función clave en 28 el inicio de la respuesta de defensa ha sido cuestionada. Así, en los trabajos de Bandler (1982) y Bandler y McCulloch (1984), por ejemplo, se observa que la inyección de glutamato en el cerebro medio provoca la aparición de la respuesta de defensa, mientras que la estimulación del hipotálamo mediante este agente neuroquímico no la provoca, lo que lleva a estos autores a sugerir que la respuesta de defensa se encuentra mediada por eferencias hacia la sustancia gris central provenientes de otras regiones distintas al hipotálamo. En la actualidad se considera que la amígdala es la estructura implicada en el inicio de la respuesta de defensa (tanto en animales como en humanos), mientras que el hipotálamo constituye la estructura responsable de la integración de los cambios vegetativos que acompañan al comportamiento emocional pero no de su inicio. A su vez, en la activación de la corteza prefrontal lateral pueden observarse dos subcomponentes: 1) El componente de la corteza prefrontal ventrolateral es la que permitiría acceder a representaciones procedentes del córtex posterior y mantenerlas activas (generando un repaso superficial). 2) Luego, esa información que se sostiene puede ser seleccionada y manipulada a través de la corteza prefrontal dorsolateral (esto permite un repaso elaborado). Ver figura 2. 8. Conclusiones Los procesos emocionales continúan siendo un aspecto principal de la conducta. Sólo recientemente han comenzado a ser entendidos en el contexto de otros procesos cognitivos / conductuales. Varios aspectos del control nervioso de los procesos emocionales han comenzado a ser entendidos, a pesar de la larga historia de investigacionesy teorías que se han ido acumulando a lo largo del tiempo. 29 Los procesos emocionales son además una cuestión vinculada a la de varios trastornos afectivos y conductuales, e incluso a enfermedades que afectan al organismo de manera diversa. Bibliografía Andreau, J.M. Neurociencias y Psicología: Aportes hacia una ciencia de la mente. Universidad del Salvador. Buenos Aires, 2019. Bear M.F., Connors B.W. & Paradiso M.A. Neurociencia. Explorando el Cerebro. Masson. Williams & Wilkins. Barcelona, 1998. Cap. 16. Bridgman, B. Biología del Comportamiento y de la Mente. Alianza Editorial. Madrid, 1991. Caps. 9 y 15. Cardinali D. Manual de Neurofisiología. Centro Editor Argentino. Buenos Aires, 1995. Cap. 14. Carlson N.R. Fundamentos de Psicología Fisiológica. Prentice Hall. Mexico, 1996. Cap. 11. Guyton A.C. Anatomía y Fisiología del Sistema Nervioso Central. 1994. Cap. 22. Kolb B. & Whishaw IQ. Fundamentos de Neuropsicología Humana. Editorial Labor. Barcelona, 1986. Cap. 22. Rosenzweig M.R. & Leiman A.I. Psicología Fisiológica. Mc Graw Hill. Madrid, 1992. Cap. 15. 30
Compartir