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original Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-2316 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato Epidemiología En los países desarrollados, las demencias no sólo son enfermedades prevalentes, sino que también se han convertido en un importante problema sociosanita- rio, como demuestra su cuarto lugar como causa de pérdida de años de vida ajustados por discapacidad1. Las predicciones indican que la situación no va a mejo- rar, ya que las proyecciones realizadas para el año 2050 auguran que la prevalencia actual se cuadriplicará2. Sin embargo, aplicando unas medidas de prevención primaria adecuadas, que lograsen retrasar un año el ini- cio de la enfermedad, podría reducirse para media- dos del siglo XXI la prevalencia estimada de las demen- cias en un 11,8%3. Por tanto, es importante conocer los factores de riesgo para poder implementar estra- tegias de prevención primaria adecuadas, que logren revertir esta tendencia. Dentro de las demencias, la más frecuente es la enfer- medad de Alzheimer (EA), seguida de la demencia vas- cular, aunque en las series necrópsicas se observa fre- cuentemente su coexistencia4,5. La incidencia de la EA Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Jon Toledo Atucha Especialista en Neurología. Centro de Investigación Médica Aplicada. Universidad de Navarra. Resumen Las demencias son un importante problema sociosanitario en los países desarrollados, con una prevalencia que va a aumentar a lo largo de este siglo, a menos que se traten los factores de riesgo asociados a las mismas con el fin de pre- venir su aparición. Dentro de las demencias, la más frecuente es la enfermedad de Alzheimer. Entre los factores etiológi- cos, destacan las causas genéticas y los factores de riesgo vasculares. Sin embargo, medidas como el entrenamiento cognitivo y el ejercicio físico aumentan la reserva cogniti- va, disminuyen la incidencia de la enfermedad y mejoran las funciones cognitivas de los pacientes. (Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-23) Palabras clave: demencia, enfermedad de Alzheimer, epi- demiología, factores de riesgo, etiología. Abstract Dementia is an important socio-sanitary problem in developed countries. Its prevalence is going to increase this century unless the risk factors associated to dementia are treated, in order to prevent its appearance. Alzheimer’s disease is the most frequent dementia. Among its etiological factors genetic and vascular risk factors stand out. However, measures like cognitive trai- ning and physical exercise increase the cognitive reserve, decre- asing the incidence of the disease and improving patients’ cog- nitive functions. (Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-23) Keywords: dementia, Alzheimer’s disease, epidemiology, risk factors, etiology. Recibido para su publicación: 3 de mayo de 2010. Aceptado para su publicación: 11 de mayo de 2010. Correspondencia: J. Toledo Atucha. E-mail: jtoledo@alumni.unav.es Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-23 17 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato aumenta exponencialmente a partir de los 65 años (1,5 casos/1.000 personas-año), llegando a 69,2 casos/1.000 personas-año en las personas con edades superiores a los 90 años en nuestro medio6. La incidencia en muje- res es superior a la de los hombres. Curso de la enfermedad Hasta llegar a presentar una demencia causada por la EA, los pacientes pasan por diferentes etapas. Ini- cialmente, el paciente no presenta ningún trastorno y, debido a la conjunción de determinados factores genéticos, la exposición a factores de riesgo ambien- tales y los estilos de vida que ha seguido a lo largo de los años, evoluciona de una etapa de cerebro suscep- tible a una etapa subclínica. Durante ésta, aparecen las primeras lesiones en el parénquima cerebral y se producen cambios sistémicos, aunque no se detecta un deterioro cognitivo. Si el cuadro progresa, se pasa a la fase de deterioro cognitivo leve y, posteriormen- te, a la de demencia (fig. 1). Factores genéticos Existen tres genes, con patrón de herencia mendelia- na autosómica dominante (APP, PSEN1 y PSEN2), que han destacado al indicar la importancia de la vía amiloidogénica en la EA. Sin embargo, respecto al ries- go atribuible poblacional, tienen escasa relevancia, ya que suponen en su conjunto menos de un 1% de los casos. Por tanto, para explicar la heredabilidad del 60-80% observada en estudios de gemelos, debemos recurrir a los genes de susceptibilidad. El más impor- tante y mejor conocido es el gen APOE, responsable del 50-60% de los casos genéticos esporádicos. Es la variante epsilon 4, con una frecuencia del 16% en Figura 1. Historia natural de la enfermedad. DCL: deterioro cognitivo leve. Cerebro susceptible Etapa subclínica DCL Demencia Prevención primaria Prevención secundaria Neurodegeneración Función cognitiva Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-2318 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato la población caucásica, la que aumenta el riesgo de presentar EA, con una odds ratio de 3,2 en personas heterocigotas y de 11,6 en las homocigotas. Pero su papel no sólo se restringe a aumentar el riesgo, sino que también modifica el efecto de otras exposicio- nes y se ha identificado como uno de los factores a tener en cuenta para ajustar la dosis de los tratamientos o la respuesta a los mismos. Recientemente, gracias a los estudios de asociación del genoma entero (GWAS, genome-wide association studies), se han descrito otros dos genes que aumentan el riesgo (PCDH11X y CR1)7,8 y dos genes protectores (CLU y PICALM). El primero de éstos codifica una proteína pertenecien- te a la subfamilia de las protocaderinas, incluida den- tro de la familia de las caderinas. Las caderinas son proteínas transmembrana, que median en la adhesión intercelular y están implicadas en la señalización celu- lar. Por otro lado, el gen CR1 codifica el receptor 1 del componente del complemento C3b/4b, implicado en la fagocitosis y en la regulación de la cascada del com- plemento y de la respuesta mediada por células T y B. El primero de los genes con un efecto protector, el gen CLU, codifica la apolipoproteína J, que, junto con la APOE, es la apolipoproteína más abundante en el sis- tema nervioso central (SNC). Por último, el PICALM está implicado en la endocitosis mediada por clatri- na y, por tanto, en el tráfico intracelular de proteínas y lípidos. Dentro del campo de la genética, está cobrando importancia la epigenética, que estudia las modifica- ciones de la expresión génica que no se deben a cambios en la secuencia de nucleótidos, como la meti- lación del ácido desoxirribonucleico (ADN), la modi- ficación de las cromatina (p. ej., acetilación de histo- nas), los ácidos ribonucleicos (ARN) no codificantes y la edición del ARN9. Se ha observado que, en geme- los monocigóticos, las diferencias en los patrones de metilación del ADN y de la acetilación de las histo- nas se incrementan a lo largo de la vida10. Estas modi- ficaciones epigenéticas serían la vía utilizada por algunos factores ambientales para modular la expre- sión génica, lo que modificaría el riesgo de presen- tar EA. Factores de riesgo vascular Obesidad y adiposidad La obesidad está aumentando su prevalencia a escala mundial, llegando a presentarse incluso en edades tem- pranas. En España, se estima que la obesidad afecta al 13,2% de los hombres y al 17,5% de las mujeres, duplicándose esta cifras en el grupo de mayores de 65 años. Inicialmente, en el caso de las demencias, losdiferentes estudios defendieron que la obesidad era tanto un factor de riesgo como un factor protector para la EA. Sin embargo, al estratificar los grupos en fun- ción de la edad, se observó que el efecto variaba en los diferentes grupos etarios. En las personas mayores de 76 años, la obesidad parecía ejercer un efecto protec- tor frente a la demencia, mientras que, en el grupo más joven, se observaba un efecto en U, y la pérdida de peso se asociaba a un aumento en la incidencia de demen- cia11. Posteriormente, otros estudios han confirmado estos hallazgos, indicando que la obesidad en edades medias de la vida es un factor de riesgo para la EA y que el diagnóstico de demencia se ve precedido en la década anterior al diagnóstico por una pérdida de peso debida a la propia enfermedad12,13 (tabla 1). Este des- censo en el peso es la causa del sesgo por causalidad inversa observada en los ancianos y en estudios que no valoraban la edad de las personas. Estos datos confir- man que la obesidad es un factor de riesgo para la EA en edades medias de la vida y que la pérdida de peso se debe probablemente a la etapa subclínica de la enfer- medad. Aunque en menor grado, también se han valo- rado en dos estudios medidas antropométricas de adi- posidad central, como el índice cintura-cadera y el perímetro abdominal, y han indicado un aumento de la incidencia de demencia, si bien no han distinguido de qué tipo. Existen dos mecanismos a través de los cuales la obesidad incrementaría la incidencia de la EA: el primero es la producción de hormonas deriva- das de los adipocitos (citocinas y adipocinas) y el segun- do es favorecer la aparición de otros factores de ries- go, principalmente de tipo vascular, como son la hiperinsulinemia, la hipertensión arterial y la hiperco- lesterolemia. Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-23 19 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato Hipercolesterolemia En el caso de la hipercolesterolemia, de nuevo encon- tramos que la medición de las cifras de colesterol en diferentes etapas de la vida arroja resultados dispa- res. En edades medias de la vida, existen pruebas con- sistentes de que la hipercolesterolemia es un factor de riesgo para la EA (tabla 1). También se ha confir- mado que un descenso de las cifras de colesterol pre- cede hasta en 15 años al diagnóstico de demencia. Los resultados del efecto de la hipercolesterolemia en eda- des avanzadas han sido inconsistentes y tampoco se han obtenido resultados cuando se han valorado el coleste- rol HDL (high density lipoprotein) o LDL (light density lipoprotein), aunque estos últimos han sido analizados en pocos estudios. Tampoco se ha confirmado si existe una interacción entre el alelo APOE 4 y las cifras de colesterol. Tras los resultados iniciales de los estudios de casos y controles a favor del efecto protector de las estatinas, los estudios observacionales mostraron resul- tados contradictorios, y, finalmente, los resultados de los ensayos clínicos no corroboraron estos resultados, lo que llevó a la colaboración Cochrane a afirmar que el tratamiento con estatinas en edades avanzadas de la vida en individuos con riesgo vascular no previene la EA (tabla 1). Sin embargo, estos resultados no exclu- yen que el tratamiento de la hipercolesterolemia en eda- des medias de la vida disminuya el riesgo de EA. Cifras de presión arterial La hipertensión arterial (HTA), presente en el 25% de la población, no es únicamente un factor de riesgo para el ictus y la demencia vascular, sino que también incre- menta el riesgo de EA si está presente desde edades medias de la vida (tabla 1) y, de nuevo, en edades avan- Tabla 1. Factores de riesgo modificables de enfermedad de Alzheimer. Cochrane: Cochrane Database of Systematic reviews; EA: enfermedad de Alzheimer; PA: presión arterial; RR: riesgo relativo. D: no se valoró enfermedad de Alzheimer, sino demencia en general/deterioro cognitivo. Adaptado de: Martínez-González14. Factor Metanálisis Conclusión Comentario Obesidad Obes Rev. 2008;9:204-18 RR = 1,8 (1,0-3,3) Asociación moderada Hipercolesterolemia Am J Geriatr Psychiatry. Efecto perjudicial en Como otros factores de riesgo 2008;16:343-54 edades medias cardiovascular Hipertensión arterial Cochrane. 2009;CD004034 Efecto perjudicial en Falta consistencia en ensayos Lancet Neurol. 2005;4:487-99 edades medias al reducir la PA Diabetes tipo 2 Diabetología. 2005;48:2460-69 RR = 1,6 (1,4-1,8)D Posible efecto de insulina, Plos One. 2009;4:e4144 RR = 1,4 (1,2-1,7) mayor efecto en D vascular Tabaco J Alzheimers Dis. 2010;19:465-80 RR = 1,7 (1,3-2,1) Sí en cohortes (mejores), no en Am J Epidemiol. 2007;166:367-78 RR = 1,8 (1,4-2,2) casos y controles (peores) Alcohol Age Ageing. 2008;37:505-12 RR = 0,6 (0,5-0,8) Pequeñas cantidades pueden proteger (mejor: vino) Terapia hormonal Cochrane. 2009;CD003799 No hay beneficio No debe recomendarse Nivel educativo bajo Neuroepidemiology. 2006;26:226-32 RR = 1,8 (1,4-2,3) Asociación fuerte para EA Ejercicios cognitivos Am J Geriatr Psychiatry. Se demostró Recomendable, pero se 2009;17:179-87 su efectividad necesitan grandes ensayos Redes sociales Lancet Neurol. 2004;3:343-53 Posible asociación Puede haber causalidad inversa y actividades sociales protectora Actividad física Lancet Neurol. 2004;3:343-53 Asociación inversa Prometedor, pero faltan Cochrane. 2008;CD005381 consistente estudios de intervención Estatinas Am J Epidemiol. 2005;161:114-20 Parece deberse Faltan pruebas Cochrane. 2009;CD003160 a sesgo zadas, la HTA no parece incrementar el riesgo de EA. También aquí se produce una disminución de las cifras de presión arterial previa al diagnóstico clínico, pero, en este caso, acaece 3 o a lo sumo 6 años antes del diagnóstico15. Aunque un metanálisis de ensayos clí- nicos realizado por la colaboración Cochrane no ha podido demostrar el efecto protector de los fármacos antihipertensivos (tabla 1), parece plausible el efecto protector sugerido por los datos de estudios de cohor- tes con largo seguimiento y bien diseñados16, ya que el período de seguimiento de los ensayos fue corto. Por otro lado, al valorar el efecto de las cifras de pre- sión arterial en edades avanzadas, aparece un efecto en J, lo que indica la existencia de una asociación entre la hipotensión diastólica y la EA. El efecto negativo de la hipotensión parece estar favorecido por la pérdida de la autorregulación del flujo sanguíneo cerebral que se da en edades avanzadas17. Este hecho produciría una hipoperfusión cerebral durante los episodios de hipo- tensión arterial, sobre todo en áreas temporales y parie- tales17, en unas personas que, además, presentan una mayor prevalencia de hipotensión ortostática. En un estudio de cohortes en el cual se realizó un Doppler transcraneal en personas sin demencia, se encontró una disminución del flujo sanguíneo cerebral 6,5 años antes del diagnóstico de EA18, aunque no puede descartarse que fuese una fase presintomática. Entre los mecanis- mos implicados, se ha demostrado que la hipoxia aumen- ta la expresión del factor de transcripción HIF-1α, que, a su vez, incrementa la expresión de BACE1. Diabetes mellitus Entre los múltiples efectos que tiene la diabetes melli- tus (DM) de tipo 2 sobre la salud, se encuentra el incre- mentar en un 39% la incidencia de EA (tabla 1). También los estados de hiperinsulinemia que no cum- plen criterios de DM parecen aumentar el riesgo de presentar EA. La hiperglucemia (que produce un aumento de los productos finales de glucosilación avan- zada y especies reactivas del oxígeno), los cambios microvasculares, la insulinorresistencia (alteración de la señalización del receptor de insulina) y la hiper- insulinemia (competición de la insulina por la enzi- ma degradadora de la insulina) se han implicado en el incremento de la incidencia de la EA.A su vez, a modo de mecanismo retroactivo, el amiloide aumenta la insu- linorresistencia. Se ha comparado prospectivamente, aunque no en ensayos clínicos, el curso de pacientes tratados con antidiabéticos orales con el de pacien- tes tratados con insulina, y se ha observado un mayor deterioro en el grupo de pacientes con antidiabéticos orales19. También se ha valorado en necropsias el núme- ro de placas neuríticas en personas con DM, y se ha observado que los pacientes con DM tratada con insuli- na y otro antidiabético tienen menor número de placas que los controles o los diabéticos en monoterapia. Existe un estudio realizado en personas ancianas con DM de tipo 2 que confirmó un aumento de la inci- dencia de demencia en función del número de episo- dios de hipoglucemia graves, aunque son precisos más estudios donde se descarte específicamente el desenlace al inicio del estudio19. Tabaco El tabaco fue responsable de 5,4 millones de muer- tes en el año 2005, y se prevé un aumento del núme- ro de muertes por esta causa para el año 2030 a expen- sas de un incremento de la mortalidad en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, gracias a las campa- ñas sanitarias desarrolladas, la mortalidad por esta cau- sa disminuirá en los países desarrollados. En el caso de la EA, los estudios iniciales de casos y controles parecían indicar que ejercía un efecto protector, al igual que en la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, los estudios prospectivos de cohortes realizados poste- riormente han demostrado que el tabaco es un factor de riesgo para la EA, con un riesgo relativo de 1,6-1,8 (tabla 1). Los resultados iniciales de los estudios de casos y controles pueden deberse al sesgo por mayor supervivencia de los no fumadores20. Síndrome metabólico y valoración conjunta de los factores de riesgo vasculares El síndrome metabólico se diagnostica cuando están presentes tres o más de los siguientes criterios: obesi- Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-2320 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato dad abdominal, hipertrigliceridemia, disminución del colesterol HDL, hipertensión arterial y/o alteración de la glucemia en ayunas. Un estudio de cohortes, que valoró el efecto del sín- drome metabólico, halló un efecto aditivo de los dife- rentes componentes del mismo21. En consonancia con estos datos, otro trabajo también mostró el efecto acu- mulativo de cuatro factores de riesgo vascular (hiper- tensión, DM, enfermedad cardíaca y tabaco)22. La siguiente hipótesis, que debía confirmarse, era si tratar cada uno de estos factores lograba un beneficio. No sería ético realizar un ensayo clínico, pero sí exis- ten datos de un estudio observacional que ha valorado la evolución cognitiva de pacientes con EA sin enfer- medad cardiovascular, en función de si todos, algunos o ninguno de los factores de riesgo vasculares (HTA, dislipemia, DM, tabaco y ateroesclerosis) habían sido tratados correctamente. El grupo de pacientes con todos los factores de riesgo tratados presentaba un menor deterioro a lo largo del seguimiento y existía una ten- dencia a favor de un menor deterioro en el grupo cuyos factores de riesgo se habían tratado parcialmente23. Factores nutricionales No se tratan en este artículo, puesto que se les ha asig- nado una revisión específica en este mismo ejemplar. Alcohol Existen numerosos estudios que han valorado el efec- to del consumo de alcohol y han mostrado de manera consistente que existe un efecto en U en función de la cantidad de alcohol consumida. Sin embargo, cuan- do se trata de dar recomendaciones, nos encontramos con una recogida de datos mediante cuestionarios hete- rogéneos, ya que algunos estudios consideran que el consumo frecuente de alcohol se define como un con- sumo de alcohol más de una vez al mes, mientras que otros estudios definen consumo moderado como 250- 500 ml de vino al día. Además, muchos trabajos tam- poco han valorado el efecto de los diferentes tipos de bebidas de manera independiente, y hay que tener en cuenta que los patrones de consumo y los tipos de bebidas consumidos varían en los diferentes países don- de se han realizado los estudios. Las pruebas apun- tan a que un consumo bajo-moderado de vino tinto tie- ne un efecto protector24 (tabla 1). Tratamiento hormonal Hasta la publicación de los resultados del estudio Women’s Health Initiative Memory Study en los años 2003 y 200425, se pensaba que la terapia hormonal sus- titutiva (THS) ejercía un efecto protector, pero los resul- tados de este ensayo clínico cambiaron esta concep- ción al indicar el efecto opuesto. Se han planteado diversas hipótesis sobre el tipo de estrógenos y pro- gestágenos empleados y el momento de iniciar el tra- tamiento, pero estas hipótesis no se han verificado. Recientemente, se ha publicado un estudio observa- cional que sugiere que el tratamiento a largo plazo con determinadas THS tiene un efecto beneficioso sobre el rendimiento cognitivo26. Sin embargo, a día de hoy, no existen pruebas a favor de la THS para mejorar la función cognitiva (tabla 1). Nivel educativo y entrenamiento cognitivo Para fundamentar los efectos beneficiosos de la edu- cación, el entrenamiento cognitivo y el ejercicio físico, se acuñó el término de reserva cognitiva cerebral. Ésta se define como los cambios que se dan en el cere- bro en respuesta a estímulos vitales crónicos, que modi- fican de manera protectora la susceptibilidad cerebral al deterioro asociado al envejecimiento o a las enfer- medades del SNC. Estos estímulos actúan en múlti- ples niveles moleculares y celulares27. Uno de los factores que aumenta la reserva cogniti- va cerebral es el alto nivel educativo (tabla 1). Sin embargo, también se ha descrito que las personas con alto nivel educativo presentan un deterioro más acele- rado. Dos estudios, el primero basado en necropsias28 Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-23 21 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato Toledo Atucha J. Epidemiología descriptiva y analítica de la enfermedad de Alzheimer Alzheimer. Real Invest Demenc. 2011;47:16-2322 Documento descargado de http://www.revistaalzheimer.com. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato y el segundo en estudios neuropsicológicos realizados en estudios de cohortes29, explican cómo se conju- gan estos hallazgos. Al valorar una extensa muestra de cerebros, se observó que, en los estadios más leves de las clasificaciones empleadas para el diagnóstico anatomopatológico de la EA, los casos con mayor nivel educativo presentaban puntuaciones superiores en el Mini-Mental State Examination (MMSE), pero, cuan- do presentaban un estadio más avanzado, esta dife- rencia desaparecía. En el estudio de cohortes se selec- cionó a pacientes con demencia incidente y se valoró el curso evolutivo previo en las puntuaciones de la prue- ba de recuerdo selectivo de Buschke. El análisis esta- dístico de los datos mostró que, en las personas con alto nivel educativo, el deterioro se iniciaba más tarde, es decir, más cerca de la fecha del diagnóstico, y una vez iniciado era más acentuado29. Esto parece indi- car que el alto nivel educativo y la actividad intelectual desarrollada permiten a la persona desarrollar una reser- va cognitiva cerebral, que mantiene el rendimiento cog- nitivo en las fases iniciales de la enfermedad, pero este efecto beneficioso se pierde cuando la enfermedad avanza y se supera un umbral. Además de los datos de estudios de cohortes que indican una reducción del riesgo de EA, en el caso del entrenamiento/actividad cognitiva, contamos con la evidencia de varios ensayosclínicos30, que indican una mejoría de la función cognitiva. El ensayo clíni- co con mayor tamaño muestral pone de manifiesto una mejora que se mantiene tras la intervención a los 5 años. Además, el grupo asignado a entrenar el ra- zonamiento presenta mejor puntuación en la escala de actividades instrumentales de la vida diaria em- pleada31. Actividades sociales Varios estudios longitudinales muestran de manera consistente un efecto protector de las actividades socia- les desarrolladas en el tiempo libre (tabla 1). Pero estos resultados deben interpretarse con cautela, debido a que es posible que se deban a sesgos de causalidad inversa y confusión. Ejercicio físico La actividad física también cuenta con múltiples estu- dios observacionales longitudinales, que han valora- do tanto el curso cognitivo de los pacientes como los casos incidentes de EA y han mostrado un efecto pro- tector con un riesgo relativo entre 0,2 y 0,7 (tabla 1). Existen varios ensayos clínicos, aunque con escaso tamaño muestral, que muestran igualmente un efecto protector. En este caso, sí existe una recomendación de la cola- boración Cochrane a favor de la actividad física en pacientes sin deterioro cognitivo para mejorar la fun- ción cognitiva (tabla 1). Bibliografía 1. WHO. The global burden of disease: 2004 update. 2008. 2. Ferri CP, Prince M, Brayne C, Brodaty H, Fratiglioni L, Ganguli M, et al. Global prevalence of dementia: a Delphi consensus study. Lancet. 2005;366:2112-7. 3. Brookmeyer R, Johnson E, Ziegler-Graham K, Arrighi HM. Forecasting the global burden of Alzheimer’s disea- se. Alzheimers Dement. 2007;3:186-91. 4. De Pedro-Cuesta J, Virues-Ortega J, Vega S, Seijo- Martínez M, Saz P, Rodríguez F, et al. Prevalence of dementia and major dementia subtypes in Spanish popu- lations: a reanalysis of dementia prevalence surveys, 1990- 2008. BMC Neurol. 2009;9:55. 5. Jellinger KA, Attems J. Prevalence of dementia disorders in the oldest-old: an autopsy study. Acta Neuropathol. 2010;119:421-33. 6. 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