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Greenson, R Teoría y práctica del psicoanálisis [Caps 1 y 2

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traducción de TÉCNICA Y PRÁCTICA
FÉLIX BLANCO
DEL PSICOANÁLISIS
revisión técnica de
ANDRÉS MARTÍNEZ CORZOS
por
RALPH R. GREENSON
)3KI
siglo
veintiuno
editores
1
ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
1.1 LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA
Un modo de captar lo esencial de la terapia psicoanalítica es echar una
ojeada a su evolución histórica y apuntar los cambios principales que
ha habido en los procedimientos técnicos y los procesos terapéuticos.
A continuación damos un resumen selectivo de los puntos más impor-
tantes al respecto que se hallan en las obras de Freud. A su debido tiem-
po se verá en el texto una investigación más detallada de cada tema,
incluso las contribuciones de los demás.
Esclarezcamos la terminología. Empleo la expresión procedimiento téc-
nico para referirme a una medida, un instrumento, un modo de obrar,
unos medios a que recurren el terapeuta o el paciente con el fin de fa-
vorecer los procesos terapéuticos. La hipnosis, la sugestión, la asocia-
ción libre y la interpretación son ejemplos de procedimientos técnicos.
Un proceso terapéutico es una serie interrelacionada de sucesos psíqui-
cos dentro del paciente, una continuidad de fuerzas y actos psíquicos
que tienen un fin o efecto reparador. Suelen provocarse por los procedi-
mientos técnicos. La abreacción, la recuperación de recuerdos y el in-
sight son procesos terapéuticos. (Véase E. Bibring [1954] para un enfo-
que metodológico semejante pero más amplio.)
La técnica psicoanalítica no se descubrió ni inventó de repente, sino
que se fue haciendo poco a poco, a medida que Freud se esforzaba en
24 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
gador científico (Jones, 1953, p. 348; 1955, capítulo 16). Tuvo la audacia
y el talento de explorar nuevas regiones del pensamiento con vigor y
capacidad creadora. Cuando se veía errado, tenía la humildad de cam-
biar de técnica y de teoría.
Una lectura atenta de los trabajos técnicos y clínicos de Freud revela
que sus cambios de técnica no fueron abruptos ni totales. Se puede ob-
servar un desplazamiento del interés principal o un cambio en el orden
de importancia atribuido a determinado procedimiento o a un proceso
terapéutico. De todos modos, es posible delinear diferentes fases en el
desarrollo de los procedimientos técnicos y en la teoría del proceso te-
rapéutico. El mismo Freud describió brevemente tres fases, pero esto
fue antes de llegar a un punto de vista estructural (1914c).
1.1 .1 CAMBIOS EN LOS PROCEDIMIENTOS TÉCNICOS
Aunque Freud había oído a Breuer hablar del caso de Anna O. en 1882
y había estudiado la hipnosis con Charcot, de octubre de 1885 a febrero
de 1886, se limitó a emplear los métodos terapéuticos acostumbrados
en la época en que empezó a practicar. Durante unos veinte meses aplicó
la estimulación eléctrica, la hidroterapia, el masaje, etc. (Dones, 1953,
capítulo 12). Descontento de los resultados, empezó a emplear la hip-
nosis en diciembre de 1887, según parece con la intención de hacer de-
saparecer los síntomas del paciente.
El caso de Emmy von N., tratada en 1889, es significativo porque
en él empleó por primera vez Freud la hipnosis con fines catárticos.
Su método terapéutico consistió en hipnotizar a la paciente y ordenarle
que hablara del origen de cada uno de sus síntomas. Le preguntó qué
la había asustado, hecho vomitar o desconcertado, cuándo había suce-
dido el caso, etc. La paciente respondió sacando una serie de recuer-
dos, acompañada a veces de una gran cantidad de afecto. Al final de
algunas sesiones Freud sugería que la paciente olvidara los inquietan-
tes recuerdos emergidos.
Para 1892 comprendió Freud que su capacidad de hipnotizar pacien-
tes era muy limitada y hubo de decidirse a elegir entre abandonar el
tratamiento catártico o intentarlo sin llegar al estado de sonambulismo
(Breuer y Freud, 1893-5, p. 108). Para justificar este modo de proceder
recordó que Bernheim había demostrado cómo se podía lograr que los
pacientes recordaran acontecimientos mediante la sugestión en estado
de vigilia (p. 109). Por eso se basó Freud en la suposición de que sus
pacientes sabían cuanto tenía una importancia patógena y que sólo se
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 25
trataba de hacer que se lo comunicaran. Mandaba a sus pacientes acos-
tarse, cerrar los ojos y concentrarse. Aplicaba presión en la frente en
momentos dados e insistía en que aparecieran los recuerdos (p. 270).
Elisabeth von R. (1892) fue la primera paciente que Freud trató por
completo mediante la sugestión en estado de vigilia. Para 1896 había
abandonado por completo la hipnosis.' Es menos seguro cuándo re-
nunció a la sugestión como principal instrumento terapéutico. De to-
dos modos, para 1896 había ya terminado la esencial obra sobre La
interpretación de los sueños, aunque no se publicó hasta 1900. Parece plau-
sible suponer que la capacidad de entender la estructura y el sentido
del sueño incrementara su destreza interpretativa. Por consiguiente,
Freud pudo confiar cada vez en la producción espontánea de material
por parte de sus pacientes. Por medio de las interpretaciones y cons-
trucciones podía llegar hasta los recuerdos reprimidos.
No se tiene la fecha exacta del descubrimiento del método de asocia-
ción libre. Según parece se fue formando entre 1892 y 1896, purificán-
dose gradualmente de la hipnosis, la sugestión, los apremios e interro-
gatorios que lo acompañaron al principio (Jones, 1953, pp. 242-244.
Ya hay indicios de ello en 1889 en el caso de Emmy von N., Breuer
y Freud, 1893-5, p. 56). Describe Jones una ocasión histórica en que
Freud estaba apremiando a preguntas a Elisabeth von R. y ella le re-
prochó que interrumpía el curso de sus pensamientos. Freud tuvo la
modestia de aceptar esta indicación y así el método de asociación libre
adquirió una importancia mucho mayor.
Explicaba Freud que al renunciar a la hipnosis y la sugestión le fal-
taba el ensanchamiento de la conciencia que había proporcionado al
analista recuerdos y fantasías patógenos. La asociación libre era un sus-
tituto completamente satisfactorio porque dejaba que los pensamientos
involuntarios del paciente entraran en la situación del tratamiento. He
aquí cómo describe Freud este método: "Actualmente trata a sus en-
fermos sin someterlos a influencia personal ninguna, haciéndoles adop-
tar simplemente una postura cómoda sobre un diván y situándose él
a su espalda, fuera del alcance de su vista. No les pide tampoco que
cierren sus ojos, y evita todo contacto, así como cualquier otro manejo
que pudiera recordar la hipnosis. Una tal sesión trascurre, pues, como
un diálogo entre dos personas igualmente dueñas de sí, una de las cua-
les evita simplemente todo esfuerzo muscular y toda impresión senso-
rial que pudiera distraerla y perturbar la concentración de su atención
sobre su propia actividad anímica... Para apoderarse de estas ocurren-
1 Véase nota de Strachey y Standard Edition, 2:111.
26 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
cias, Freud invita a sus pacientes a comunicarle todo aquello que acu-
da a su pensamiento, aunque lo juzgue secundario, impertinente o
incoherente" (1904, pp. 250-1; 393-4). El procedimiento de la aso-
ciación libre se hizo conocido como la regla básica o fundamental del
psicoanálisis (Freud, 1912a, p. 107; 417).
La asociación libre ha seguido siendo el método básico y exclusivo
de comunicación para los pacientes en tratamiento psicoanalítico. Y la
interpretación es todavía el instrumento decisivo y definitivo del psi-
coanalista. Estos dos procedimientos técnicos imprimen a la terapia
psicoanalítica su sello distintivo. Otros medios de comunicación se dan
también en el curso de la terapia psicoanalítica pero son asociados, pre-
paratorios o secundarios y no lo característico del psicoanálisis. Estu-
diaremos este punto en la sección 1.3.4.
1.1.2 CAMBIOS EN LA TEORÍA DEL PROCESO TERAPÉUTICO
Los Estudios sobre la histeria (1893-5) pueden considerarse el comienzo del
psicoanálisis. En ellos podemos discernir cómo se afanaba Freud por
descubrirlo esencial en el proceso terapéutico del tratamiento de la his-
teria. Es impresionante observar que algunos de los fenómenos que des-
cribió Freud entonces se han convertido en la base de la teoría de la
terapia psicoanalítica. Es característico de Freud que empezara luchando
por superar algunos obstáculos a su enfoque terapéutico sólo para des-
cubrir después que aquellos obstáculos tenían una importancia capital
para la comprensión de la neurosis del paciente y del proceso terapéu-
tico. La perseverancia y la flexibilidad de Freud le permitieron triunfar
sobre diversos tipos de obstáculos y así llegó a descubrir el psicoanálisis.
En la Comunicación Preliminar (1893), Breuer y Freud (1893-5)
sostenían que "los distintos síntomas histéricos desaparecían inmedia-
ta y definitivamente en cuanto se conseguía despertar con toda clari-
dad el recuerdo del proceso provocador, y con él el afecto concomitan-
te, y describía el paciente con el mayor detalle posible dicho proceso
dando expresión verbal al afecto" (p. 6; 27). Creían que sólo por la
abreacción podía un paciente lograr cabalmente un efecto "catártico"
y liberarse así del síntoma histérico. Según ellos, aquellas experiencias
estaban fuera de la memoria de la paciente en condiciones normales
y sólo se podía llegar a ellas por la hipnosis.
Las ideas patógenas habían persistido con tanta vivacidad y fuerza
afectiva por no haber seguido el proceso normal de desgaste. Enton-
ces, ellos estaban habiéndoselas con afectos en estado de "estancamien-
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 27
to" (p. 17; 32). La descarga de los afectos estancados privaría de su
fuerza al recuerdo patógeno y los síntomas desaparecerían.
En este punto de la historia del psicoanálisis se consideraba que los
procesos terapéuticos eran la abreacción y el recuerdo, con preferencia
por la abreacción. Se hipnotizaba al paciente y se trataba de hacerle
recordar el hecho traumático porque entonces tendría una experiencia
catártica y curativa. Anna O., a quien Breuer tratara en 1882, tenía
trances hipnóticos espontáneos en que revivía espontáneamente suce-
sos traumáticos pasados. Después de reponerse del estado de sonam-
bulismo se sentía aliviada. Las experiencias de Anna O. prepararon
así el camino para el método de la terapia catártica. Ella lo llamaba
"talking cure" o "chimney sweeping" (p. 30).*
Freud iba comprendiendo más y más que dentro de la paciente ha-
bía una fuerza que se oponía al tratamiento. Cristalizó ese convenci-
miento en el caso de Elisabeth von R., a quien no podía hipnotizar
y que se negaba a comunicarle algunos de sus pensamientos, pese a
los apremios de él (p. 154; 89). Así llegó a la conclusión de que aquella
fuerza, que era una resistencia al tratamiento, era la misma que impe-
día a las ideas patógenas hacerse conscientes (p. 268; 110). El fin era
defensivo. "El 'no saber' de las pacientes histéricas era en realidad un
`no querer saber' " (pp. 269-70; 110-1). La tarea del terapeuta, para
Freud, consistía en vencer esa resistencia, y lo hacía mediante el "apre-
mio", presionando, apretando la frente, interrogando, etcétera.
Reconocía Freud que la influencia personal del médico podía tener
gran valor y proponía que el terapeuta hiciera de elucidador, de maes-
tro y de padre confesor (p. 282; 118). Pero también comprendía que
en ciertas condiciones la relación del paciente con el médico podía que-
dar "perturbada", y ese factor convertía la relación en "el obstáculo
más grave que puede oponerse a nuestra labor" (p. 301; 127). Esto
puede suceder si la paciente se siente desatendida, si se hace sexual-
mente dependiente o si trasfiere a la figura del médico las penosas ideas
del contenido del análisis (p. 302; 128). Se trataba esto haciéndolo cons-
ciente y siguiendo su huella hasta el momento del tratamiento en que
apareciera, y entonces se intentaba persuadir a la paciente de que pro-
siguiera su comunicación a pesar de esos sentimientos (p. 304; 129).
Así descubrió Freud los fenómenos de resistencia y trasferencia, pe-
ro en lo esencial los consideraba obstáculos para su labor. El objetivo
principal era conseguir la abreacción afectiva y recobrar los recuerdos
* En inglés en el original. El reporte de Breuer sobre el caso Anna O. no está incluido
en la versión española aquí utilizada [T.].
28 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TERAPIA PSICOANALÍTICA 29
traumáticos. Las reacciones de trasferencia y las resistencias tenían que
evitarse o superarse.
En los Estudios sobre la histeria Freud intentó enfocar sus esfuerzos te-
rapéuticos sobre los síntomas individuales de la paciente. Comprendía
que esta forma de terapia era sintomática y no causal (p. 262; 107).
En el caso de Dora, publicado en 1905 pero escrito en 1901, Freud de-
claraba que la técnica psicoanalítica había sido revolucionada totalmente
(1905a, p. 12; 603). Ya no trataba de hacer desaparecer los síntomas
uno por uno. Este método le pareció totalmente inadecuado para la
complicada estructura de una neurosis. Ahora dejaba a la paciente que
escogiera el tema de la sesión y empezaba a trabajar con cualquier su-
perficie del inconsciente que la paciente presentara en ese momento.
Freud parece haber comprendido que un proceso terapéutico no po-
día efectuarse en una sola operación porque los síntomas neuróticos te-
nían múltiples causas. Si bien había ya reconocido el principio de la
sobredeterminación en sus Estudios sobre la histeria (pp. 173-4; 99) sólo
en su trabajo "El método psicoanalítico de Freud", publicado en 1904,
lo expuso explícitamente. Declaraba en ese ensayo que el cambio de
técnica, de la hipnosis y la sugestión a la asociación libre, condujo a
nuevos descubrimientos que "acabaron por imponer una concepción
distinta aunque no contradictoria, de la labor terapéutica" (p. 250; 393).
La hipnosis y la sugestión ocultan las resistencias y obstruyen la visión
que el médico tiene de las fuerzas psíquicas. Evadiendo las resistencias
uno sólo puede obtener información incompleta y un éxito terapéutico
transitorio. La tarea terapéutica consiste en vencer las resistencias, anu-
lar las represiones.., y entonces se colman las lagunas de la memoria.
Creo que vemos aquí un cambio en la teoría del proceso terapéuti-
co, de la importancia dominante de la abreacción de los afectos a la
superación de la amnesia. Esto no contradice el hecho de que la abreac-
ción tiene un efecto terapéutico. Al favorecer la descarga de tensiones
emocionales, se procura al paciente una sensación temporal de alivio.
Además, la catarsis es válida porque la descarga emocional reduce la
cantidad de afecto y las cantidades pequeñas de afecto son más fáciles
de tratar. Más importante es el hecho de que la verbalización que acom-
paña a la descarga de emociones e impulsos hace posible estudiarlos,
más claramente. Pero la catarsis no es ya un objetivo último de la tera-
pia. Creo que es a esto a lo que aludía Freud en su declaración arriba
citada de "diferente aunque no contradictoria".
Ahora había mayor interés por volver consciente lo inconsciente, su-
primir la amnesia y recobrar los recuerdos perdidos. La resistencia se
convirtió en una piedra angular de la teoría psicoanalítica y se relacio-
naba con las fuerzas que habían producido la represión. El analista apli-
caba el arte de la interpretación para vencer las resistencias.
En el caso de Dora (1905a), Freud puso de relieve por primera vez
el papel capital de la trasferencia. "La trasferencia, destinada a ser el
mayor obstáculo del psicoanalista, se convierte en su más poderoso auxi-
liar cuando el médico consigue adivinarla y traducírsela al enfermo"
(p. 117; 665). En el post scriptum a este caso describía Freud cómo la
paciente había interrumpido el tratamiento por no haber podido anali-
zar los múltiples elementos de trasferencia que interferían en la situa-
ción del tratamiento.
En el trabajo sobre "La dinámica de la trasferencia" (1912a) descri-
bía la relación entre trasferencia y resistencia, la trasferenciapositiva
y la negativa y la ambivalencia de las reacciones de trasferencia. Mere-
ce ser citada una parte de un parágrafo porque declara perfectamente
la nueva orientación terapéutica de Freud. "Esta lucha entre el médi-
co y el paciente, entre el intelecto y el instinto, entre el conocimiento
y la acción, se desarrolla casi por entero en el terreno de los fenómenos
de trasferencia. En este terreno ha de ser conseguida la victoria, cuya
manifestación será la curación de la neurosis. Es innegable que el venci-
miento de los fenómenos de la trasferencia ofrece al psicoanalista máxi-
ma dificultad; pero no debe olvidarse que precisamente estos fenóme-
nos nos prestan el inestimable servicio de hacer actuales y manifiestos
los impulsos eróticos ocultos y olvidados de los enfermos, pues, en fin
de cuentas nadie puede ser vencido in absentia o in effigie" (p. 108; 418).
A partir de 1912, el análisis constante de la trasferencia y la resisten-
cia se convirtió en el elemento central del proceso terapéutico. Poste-
riormente aquel mismo año ponía Freud en guardia contra las satisfac-
ciones de la trasferencia y aconsejaba que el psicoanalista fuera para
sus pacientes como un espejo y conservara su carácter anónimo (1912b,
p. 118; 422). En su trabajo "Recuerdo, repetición y elaboración"
(1914c) describía el problema especial de actuar en relación con la tras-
ferencia y la resistencia y lo relacionaba con una compulsión de repetir.
También empleó el término de "neurosis de trasferencia" para denotar
que durante el psicoanálisis el paciente remplaza sus neurosis ordina-
rias por su implicación con el analista. Esto se amplifica en el capítulo
XXVIII* en la "Introducción al psicoanálisis" (1916-7, pp. 454-5; 385-6).
En este capítulo se añade algo nuevo al estudio de los procesos tera-
péuticos cuando menciona Freud que una alteración del Yo es posible
al analizar la trasferencia (p. 455; 386). Decía que la labor de interpre-
• Apartado M de la versión española [T.1.
tación, que trasforma lo inconsciente en consciente, ensancha el Yo a
costa del inconsciente. En El yo y el ello (1923b) expresaba esta idea de
modo muy sucinto: "El psicoanálisis es un instrumento que ha de faci-
litar al Yo la progresiva conquista del Ello" (p. 56; 29). En 1933 escri-
bía Freud que los efectos terapéuticos del psicoanálisis están destinados
a "robustecer al Yo, hacerlo más independiente del Superyó, ampliar
su campo de percepción y desarrollar su organización, de manera que
pueda apropiarse de nuevas partes del Ello. Donde era Ello, ha de ser
Yo" (p. 80; 916). De nuevo en "Análisis terminable e intermina-
ble" (1937a) afirma Freud que "el papel del psicoanálisis es lograr las
condiciones psicológicas mejores posibles para las funciones del Yo; con
esto habrá cumplido su tarea" (p. 250; 570).
Si examinamos los acontecimientos históricos en los principales pro-
cedimientos y procesos de la terapia psicoanalítica podemos observar
que se ha renunciado a la hipnosis pero se han conservado todos los
demás elementos, aunque con un papel muy diferente en la jerarquía te-
rapéutica (Loewald, 1955). La sugestión no se utiliza para obtener re-
cuerdos y no es ya un recurso principal en el psicoanálisis. Puede utili-
zarse como una medida temporal de sostén, cuya necesidad tendremos
que analizar definitivamente. (Veremos esto en la sección 1.3.4.)
La abreacción no se considera ya un fin terapéutico pero es válida
de otros modos. El analista sigue intentando atravesar la barrera de
la conciencia, pero se sirve de la asociación libre, el análisis de los sue-
ños y la interpretación. El campo principal de la labor analítica es el
de la trasferencia y la resistencia. Esperamos hacer consciente lo in-
consciente, recobrar recuerdos arrinconados y superar la amnesia in-
fantil. Pero ni siquiera esto es conceptualizado como un objetivo últi-
mo. El fin del psicoanálisis es en definitiva aumentar la fuerza relativa
del Yo respecto del Superyó, el Ello y el mundo exterior.
1.2 CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA
1.2.1 LA RELACIÓN ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA
Antes de que podamos pasar a un examen más completo y sistemático
de los procedimientos y procesos terapéuticos convendría revisar bre-
vemente algunos de los conceptos teóricos básicos del punto de vista
psicoanalítico. Hay una relación de reciprocidad entre teoría y prácti-
ca. Los descubrimientos clínicos pueden conducir a nuevas formula-
ciones teóricas, que a su vez pueden agudizar nuestra perceptividad
y técnica de modo que se logren nuevos conocimientos clínicos. La in-
versa es también cierta. La técnica defectuosa puede provocar deforma-
ciones en los descubrimientos clínicos, que a su vez pueden conducir
a conceptos teóricos erróneos. Siempre que hay falta de integración entre
teoría y técnica es probable que salgan perjudicadas ambas (Hartmann,
1951, p. 143). Por ejemplo, podemos tratar más eficazmente una resis-
tencia si tenemos conciencia de las múltiples funciones de resistencia,
su relación con las defensas en general, así como su fin en un caso
particular.
Hay analistas que tienden a separar su conocimiento práctico del teó-
rico. Algunos lo hacen siguiendo al paciente a la deriva hasta que al-
gún fragmento del material del paciente resulta comprensible, y enton-
ces se lo comunican al paciente sin discernir. Abusan de la idea de que
la mente inconsciente del analista y su empatía son sus instrumentos
más valiosos para la terapia y desdeñan la necesidad de realizar alguna
operación intelectual con los datos que puedan haber obtenido. La con-
secuencia es que no tienen una visión general del paciente, no recons-
truyen grandes porciones de su vida y sólo les queda una colección de
apreciaciones intuitivas. Los errores en la otra dirección son igualmen-
te graves: hay analistas que formulan teorías con demasiada rapidez
basándose en unos cuantos datos clínicos. Para ellos, la experiencia del
análisis se convierte en un certamen mental o un ejercicio intelectual.
Esos analistas evitan la implicación instintual o emocional con sus pa-
cientes, olvidan la intuición y la empatía y se convierten en recolecto-
res de datos o distribuidores de interpretaciones.
La terapia psicoanalítica impone al psicoanalista fuertes y contradic-
torias exigencias. Tiene que atender al material de su paciente y dejar
que sus propias fantasías asociativas y recuerdos funcionen libremen-
te; pero tiene que escudriñar y exponer a sus facultades intelectuales
los conocimientos así obtenidos antes de poder trasmitírselos sin peli-
gro al paciente (Ferenczi, 1919a, p. 189). La capacidad de dejarse uno
asociar libremente se adquiere con la experiencia del analista que fue
exitosamente analizado. Para emplear efectivamente el saber teórico
en la práctica hay que dominarlo primero intelectualmente; también
tiene que ser accesible cuando se le necesite sin dominar las destrezas
clínicas. Si la labor del psicoanalista ha de seguir siendo una disciplina
científica, es imperativo que él conserve la facultad de oscilar entre el
empleo de la empatía y la intuición por una parte y sus conocimientos
teóricos por la otra (Fenichel, 1941, pp. 1-5; Kohut, 1959).
CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 3130 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
32 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
En los primeros años del psicoanálisis, la mayoría de los progresos
se debieron a descubrimientos clínicos. Pero en años recientes parece
haber un rezago por la parte de la técnica. Cuando Freud descubrió
la capital importancia que tenía analizar sistemáticamente las resisten-
cias de sus pacientes, faltaban unos veinte años para el descubrimiento
de las implicaciones de este procedimiento para el Yo. Hoy parece que
sabemos mucho más acerca de las funciones del Yo que lo que pode-
mos aplicar directamente a nuestra técnica (Hartmann, 1951). Pero creo
que nuestra mayor esperanza de progresar en la técnica está en la me-
jor integración de los conocimientos clínicos, técnicos y teóricos.
1.2.2 LA TEORÍA PSICOANALÍTICA DELAS NEUROSIS
La teoría y la técnica del psicoanálisis se basan esencialmente en datos
clínicos procedentes del estudio de las neurosis. Aunque en años re-
cientes ha habido tendencia a ampliar el campo de la investigación para
hacerle abarcar la psicología normal, las psicosis, los problemas so-
ciológicos e históricos, nuestro conocimiento de esas regiones no ha avan-
zado tanto como nuestra comprensión de las psiconeurosis (A. Freud,
1954a; Stone, 1954b). Los datos clínicos relativos a las neurosis toda-
vía constituyen el material original más seguro para la formulación de
la teoría psicoanalítica. Para comprender la teoría de la técnica psico-
analítica es necesario que el lector tenga un conocimiento práctico de
la teoría psicoanalítica de la neurosis. La Introducción al psicoanálisis
(1916-7) de Freud y los textos de Nunberg (1932), Fenichel (1945a) y
Waelder (1960) son magníficas fuentes condensadas. Aquí sólo podré.
esbozar los que me han parecido ser los conceptos teóricos más impor-
tantes necesarios para el entendimiento de la técnica.
El psicoanálisis afirma que las psiconeurosis se basan en el conflicto
neurótico. Este conflicto ocasiona una obstrucción en la descarga de
las pulsiones instintivas que se producen en un estado de represión.
El Yo se va haciendo menos capaz de manejar las tensiones en aumen-
to y llega un momento en que es vencido por ellas. Las descargas invo-
luntarias se manifiestan clínicamente como síntomas de la psiconeuro-
sis. La expresión "conflicto neurótico" se emplea en singular aunque
siempre hay más de un conflicto importante. Por costumbre y comodi-
dad nos referimos a un solo conflicto (Colby, 1951, p. 6).
Un conflicto neurótico es un conflicto inconsciente entre un impulso
del Ello que busca su descarga y una defensa del Yo que impide la des-
carga directa del impulso o su acceso a la conciencia. A veces, el mate-
CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 33
rial clínico puede revelar un conflicto entre dos exigencias instintivas,
por ejemplo, la actitud heterosexual puede emplearse para soslayar de-
seos homosexuales. El análisis revelará que en tal caso la actividad he-
terosexual se emplea con fines de defensa para evitar los dolorosos sen-
timientos de culpabilidad y vergüenza. La heterosexualidad, en este
ejemplo, está satisfaciendo una exigencia del Yo y oponiéndose a un
impulso instintivo más prohibido: la homosexualidad. Por eso es toda-
vía válida la formulación de que un conflicto neurótico es un conflicto
entre el Ello y el Yo.
El mundo exterior todavía desempeña un papel importante en la for-
mación de neurosis, pero aquí también tiene que sentirse el conflicto
como un conflicto interno entre el Yo y el Ello para que se suscite un
conflicto neurótico. El mundo que nos rodea puede movilizar tentacio-
nes instintuales, y tal vez haya que evitar situaciones porque presentan
el peligro de alguna suerte de castigo. Entonces tendremos que habér-
noslas con un conflicto neurótico si la tentación instintual o el peligro
ha de quedar fuera de la conciencia. Un conflicto con la realidad exte-
rior se ha convertido en un conflicto entre el Ello y el Yo.
El Superyó desempeña un papel más complicado en el conflicto neu-
rótico. Puede entrar en el conflicto por el lado del Yo o el del Ello o
por ambos. El Superyó es la instancia que hace parecer prohibido el
impulso instintivo al Yo. Es el Superyó el que hace al Yo sentirse cul-
pable aun de las descargas simbólicas y desfiguradas, y así se sienten
de modo consciente como esencialmente dolorosas. El Superyó tam-
bién puede intervenir en el conflicto neurótico haciéndose regresiva-
mente reinstintualizado, de modo que los reproches que uno se hace
adquieren una cualidad semejante a la de una pulsión. El paciente abru-
mado por la culpabilidad puede entonces verse orillado a situaciones
que siempre acaban siendo dolorosas. Todas las partes del aparato psí-
quico participan en la formación de síntomas neuróticos (véase Fe-
nichel, 1941, capítulo fi; 1945a, capítulos vii, Waelder, 1960,
pp. 35-47, la lista adicional de lecturas).
El Ello nunca deja de buscar su descarga, y sus impulsos tratan de
lograr una satisfacción parcial mediante algunas evacuaciones deriva-
tivas y regresivas. El Yo, para calmar las exigencias del Superyó tiene
que desfigurar incluso esos derivados instintuales para que aparezcan
de alguna forma disimulada, cuyo carácter de instinto apenas sea reco-
nocible. El Superyó hace entonces que el Yo se sienta de todos modos
culpable y la actividad instintiva desfigurada ocasiona dolor de muchos
modos. Se siente como castigo y no como satisfacción.
El factor clave para entender el resultado patógeno del conflicto
34 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 35
neurótico es la necesidad que el Yo tiene de gastar constantemente sus
energías para tratar de impedir a los peligrosos impulsos el acceso a la
conciencia y la motilidad. En última instancia, esto produce una insu-
ficiencia relativa del Yo y los derivados del conflicto neurótico original
abrumarán el Yo empobrecido y penetrarán en la conciencia y el com-
portamiento. Desde este punto de vista pueden entenderse las psico-
neurosis como neurosis traumáticas relativas (Fenichel, 1945a, capítu-
los vil, vIII). Un estímulo relativamente inocuo puede remover, algún
impulso del Ello, relacionado quizá con el depósito instintual acumula-
do. El Yo empobrecido es incapaz de seguir con su labor defensiva y
se ve invadido a tal grado que debe permitir alguna descarga instinti-
va, si bien ésta también desfigurada y disimulada. Estas descargas in-
voluntarias desfiguradas y disimuladas se manifiestan clínicamente co-
mo los síntomas de la psiconeurosis.
Ilustremos esto con un ejemplo clínico relativamente sencillo. Hace unos años,
una dama joven, la señora A, se presentó a consulta acompañada de su mari-
do. Se quejaba de no poder dejar la casa sola y únicamente se sentía segura
con su esposo. Se quejaba además de temor a desmayarse, temor a los vértigos
y temor a volverse incontinente. Los síntomas de la señora A se habían presen-
tado súbitamente hacía unos seis meses, estando en una sala de belleza.
El análisis, que duró varios años, reveló que el desencadenador real del esta-
llido de sus fobias era el hecho de haberla peinado un empleado varón. Pudi-
mos descubrir por fin el hecho de que en aquel momento recordó cómo le pei-
naba el pelo su padre cuando era niña. La razón de que hubiera ido a la sala
de belleza aquel día era su placentera esperanza de ver a su padre, que iba
a visitar a la joven pareja por primera vez desde su casamiento. Él debía parar
en su casa y ella estaba, conscientemente, loca de alegría. Pero inconsciente-
mente estaba llena de sentimientos de culpa por amar a su padre y por su hosti-
lidad predominante inconsciente para con su esposo.
El sucedido aparentemente inocuo de que se hiciera peinar el pelo agitó en
ella ansias incestuosas, hostilidades, culpabilidad y ansiedad. Para acabar, la
señora A tenía que estar acompañada por su marido para estar segura de que
no lo habían matado sus deseos de muerte. Su presencia le impedía también
actuar sexualmente. Los temores de desmayarse, de los vértigos y de la inconti-
nencia eran representaciones simbólicas de pérdida de su equilibrio moral, de
su dominio de sí misma, de perder su reputación y verse humillada y caída
de su elevada posición. Los síntomas de la joven tenían conexión con las pla-
centeras sensaciones corporales de la infancia, así como infantiles fantasías de
castigo.
Creo que se puede formular el hecho de la siguiente manera: la peinadura
del cabello había agitado en ella impulsos reprimidos del Ello que la pusieron
en conflicto con su Yo y su Superyó. A pesar de la ausencia de síntomas neuró-
ticos notorios antes de la aparición de las fobias, hubo indicaciones de que su
Yo estaba ya relativamente menoscabado y que su Ello no tenía suficientes po-
sibilidades de descarga. La señora A llevaba muchosaños sin dormir bien, con
pesadillas e inhibiciones en su vida sexual. La consecuencia fue que las fanta-
sías movilizadas por la peinadura incrementaron las tensiones del Ello a tal punto
que invadieron las infantiles defensas del Yo y se produjeron descargas invo-
luntarias, con la formación al fin de un síntoma agudo.
Hay que señalar otros dos puntos, aunque de momento no hagamos
más aclaraciones. El Yo trata de manejar los impulsos prohibidos o pe-
ligrosos del Ello recurriendo a los diversos mecanismos de defensa con
que cuenta. Las defensas pueden dar buen resultado si permiten la des-
carga periódica de las tensiones instintivas. Se hacen patógenas cuan-
do excluyen del contacto con el resto de la personalidad total muchas
variedades de impulsos libidinales y agresivos (A. Freud, 1965, capítu-
lo v). Al final, lo reprimido retorna en forma de síntomas.
Una neurosis adulta se forma en torno a un núcleo desde la infan-
cia. El caso de la señora A demuestra que sus sentimientos sexuales
estaban todavía fijados en la imagen infantil que tenía de su padre, y
la sexualidad estaba tan prohibida como en sus años de infancia. Aun-
que se había sobrepuesto a sus neurosis infantiles lo suficiente para po-
der funcionar eficazmente en muchas actividades de su vida, la señora
A seguía neuróticamente involucionada en todo lo relacionado con la
sexualidad genital. Las fobias de la infancia y las angustias corporales
volvieron con su neurosis adulta. (Las únicas neurosis sin base en la
infancia son las puramente traumáticas, que son muy raras, y casi nunca
puras. A menudo están relacionadas con las psiconeurosis [Fenichel,
1945a, capítulo vil].)
1.2.3 LA METAPSICOLOGÍA DEL PSICOANÁLISIS
La metapsicología psicoanalítica se refiere al número mínimo de su-
puestos en que se basa el sistema de la teoría psicoanalítica (Rapaport
y Gill, 1959). La labor de Freud sobre metapsicología no es completa
ni sistemática y está esparcida por todos sus escritos. El capítulo séptimo*
de La interpretación de las sueños (1900), los "Trabajos sobre metapsicolo-
gía" (Freud, 1915b, 1915c, 1915d, 1917b), y el apéndice a Inhibición,
síntoma y angustia (1926a) son las principales fuentes de referencia. En
* Parágrafo 9 en la traducción española [T.].
36 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 37
realidad, Freud sólo formuló explícitamente tres puntos de vista me-
tapsicológicos: el tópico, el dinámico y el económico. El punto de vista
genético parecía lógico. Aunque no definió el punto de vista estructu-
ral, Freud dio a entender que podría remplazar al tópico (1923b, p. 17).
(Véase Rapaport y Gill [1959] y Arlow y Brenner [1964] al respecto.)
El punto de vista adaptativo está también implícito y es esencial para
el pensamiento psicoanalítico (Hartmann, 1939).
Las implicaciones clínicas de la metapsicología indican que para com-
prender un suceso psíquico cabalmente es necesario analizarlo desde
seis puntos de vista: tópico, dinámico, económico, genético, estructu-
ral y adaptativo. En la práctica clínica analizarnos las producciones dé
nuestros pacientes sólo parcialmente y en fragmentos en determinado
intervalo de tiempo. De todos modos, la experiencia nos enseña que
aplicamos todos esos puntos de vista cuando tratamos de operar con
nuestras intuiciones iniciales. Voy a tratar de hacer un esbozo de estos
conceptos. Para un estudio más amplio el lector podrá consultar a Fe-
nichel (1945a, capítulo u), Rapaport y Gill (1959) y Arlow y Brenner
(1964).
El primer punto de vista que formuló Freud fue el tópico. En el capí-
tulo siete s de La interpretación de los sueños (1900) describía los diferentes
modos de funcionamiento que rigen los fenómenos conscientes e in-
conscientes. El "proceso primario" gobierna el material inconsciente
y el "proceso secundario" dirige los fenómenos conscientes. El mate-
rial inconsciente sólo tiene un objetivo: la descarga. No hay sentido del
tiempo, orden ni lógica, y las contradicciones pueden coexistir sin anu-
larse unas a otras. La condensación y el desplazamiento son otras ca-
racterísticas del proceso primario. El designar un acontecimiento psí-
quico como consciente o inconsciente implica más que una mera dife-
rencia de cualidad. Los modos de funcionar arcaicos y primitivos son
característicos de los fenómenos inconscientes.
Ilustremos. Un paciente me cuenta el siguiente sueño: "Estoy construyendo
una prolongación en el frente de mi casa. De repente me interrumpe el llanto
de mi hijo. Lo busco inquietísimo y lo veo a lo lejos, pero corre alejándose de
mí. Empiezo a enojarme y al fin lo alcanzo. Me pongo a regañarlo por correr
cuando veo que tiene un corte triangular en una comisura de la boca. Le digo
que no hable para que la herida no se agrande. Veo la carne sonrosada bajo
la piel y siento como náuseas. Entonces me doy cuenta de que no se trata de
mi hijo sino de mi hermano mayor, que me sonríe condescendiente como si
* Véase nota anterior [T.I.
me hubiera tomado el pelo. Me aparto de él pero me siento turbado porque
noto que ahora estoy bañado en sudor y acalorado y quizá note que huelo mal."
Las asociaciones del paciente pueden condensarse así: Mi hermano mayor
solía maltratarme cuando yo era joven, pero tuvo un colapso nervioso y yo fui
el más fuerte de los dos. Mi hermano me copia en todo. Cuando me compré
un coche para la familia, él se compró otro. "Cuando mi esposa y yo nos emba-
razamos, él se embarazó." Mi hermano parece tener un problema con su mas-
culinidad. Su hijo todavía lleva ricitos a los cuatro años y no habla. Yo he tra-
tado de convencerle de que no está bien que un niño tenga ricitos.
Entonces intervine y le indiqué que había dicho: "Cuando mi esposa y yo
nos embarazamos, él se embarazó." El paciente replicó defensivamente que
era una manera de hablar. A continuación rió y dijo que tal vez había pensado
de niño que él podía concebir un hijo. Su madre había sentido que él no fuera
niña, le había rizado el pelo y le había puesto vestiditos. La verdad era que
recordaba haber jugado con muñecas hasta los seis años. La herida triangular
le recordaba una terrible cortadura que había visto de niño en un compañero
de juego. La cortadura le hace pensar en la vagina. Una vez operaron a su es-
posa de la vagina y se siente mal al recordarlo.
Intervengo otra vez y señalo al paciente que el sueño contiene la idea de que
vale más estarse callado si se quiere ocultar la cortadura, que se revelará aún
más al hablar. El paciente queda pensativo y después dice que teme descubrir
algo de sus propias preocupaciones acerca de su masculinidad. Es posible que
hubiera alguna actividad de índole homosexual con su hermano, como había-
mos supuesto.
El sueño y las asociaciones demuestran claramente algunas características de
los procesos primario y secundario. "Estoy construyendo una prolongación en
el frente de mi casa" parece simbolizar una fantasía de embarazo en el incons-
ciente del paciente. Esto aparece también después de las asociaciones cuando
dice que "Cuando mi esposa y yo nos embarazamos, él se embarazó." La cor-
tada triangular simboliza el modo de ver el paciente la vagina. También insi-
núa su angustia de castración, que indica el sentir náuseas en el sueño y el sen-
tirse mal al pensar en una operación en la vagina que aparece en sus asociacio-
nes. El hijo se cambia en hermano, pero esto no ocasiona sorpresa en el sueño,
ya que la lógica y el tiempo no tienen nada que ver allí. Pero este cambio ex-
presa en forma condensada que superficialmente el paciente puede parecer do-
minante pero en el pasado y en la situación analítica tuvo y todavía tiene algu-
nas actitudes y fantasías pasivas, anales y femeninas. La cortada triangular es
un desplazamiento de abajo arriba, así como una condensación. El niño que
corre de él es también una condensación del hijo del paciente, que le inspira
deseos y ansiedades homosexuales, el hermano mayor del paciente y él mismo.
El análisis está representado por la edificación de una prolongación,por la te-
merosa espera, por la huida y por la admonición de estarse callado. El analista
está representado corriendo tras del niño, enojándose con él por correr y son-
riendo condescendiente, y además es el que turba porque podría notar el mal olor.
Creo que este sueño y sus asociaciones muestran muchos aspectos caracte-
rísticos del proceso primario y el secundario tal y como se presentan en un tro-
zo de labor clínica.
El punto de vista dinámico entiende que los fenómenos mentales son
resultado de la interacción de fuerzas. Freud (1916-7, p. 67; 180) em-
pleaba el análisis de los errores para mostrar la dinámica: "Conservad
en vuestra memoria, a título de modelo, el método seguido en el estu-
dio de estos fenómenos, método que habrá ya revelado a vuestros ojos
cuáles son las interacciones de nuestra psicología. No queremos limi-
tarnos a describir y clasificar los fenómenos; queremos también conce-
birlos como indicios de un mecanismo que funciona en nuestra alma
y como la manifestación de tendencias que aspiran a un fin definido
y laboran unas veces en la misma dirección y otras en direcciones opues-
tas. Intentamos pues formarnos una concepción dinámica de los fenóme-
nos psíquicos." Este supuesto es la base de todas las hipótesis relativas
a los impulsos instintivos, las defensas, intereses y conflictos del Yo.
La formación de síntomas, la ambivalencia y la sobredeterminación son
ejemplos de la dinámica.
Un paciente que padecía de eyaculación precoz tenía un temor y odio incons-
cientes a la vagina, que representaba para él una cavidad enorme, tremebun-
da, que lo podía devorar. Era un albañal sucio, viscoso, difusor de enfermeda-
des. Y al mismo tiempo era la vagina una mama opulenta, jugosa, galactófora
que ansiaba tener en la boca. Durante el coito oscilaba entre fantasías de que
la enorme vagina se lo tragaría y que su pene erecto rasgaría y destrozaría aque-
llas delicadas, frágiles paredes hasta hacerlas sangrar. Su eyaculación prematu-
ra era un modo de expresar impulsos de manchar y rebajar el odioso órgano,
así como el de huir de aquel peligroso y frágil genital. Era también una discul-
pa simbólica a la que tenía !a vagina: "Sólo soy un niñito que nada más orina
en la vagina, sé buena conmigo." La eyaculación prematura era un término
medio entre variedades de sensualidad destructiva y su aplicación oral. A me-
dida que el análisis fue progresando y su esposa era verdaderamente su esposa
durante el coito pudo ir manifestando su sensualidad agresiva en vigorosa acti-
vidad fálica y su oralidad en el jugueteo preliminar.
El punto de vista económico concierne a la distribución, las trasforma-
ciones y los gastos de energía psíquica. Conceptos como ligazón, neu-
tralización, sexualización, agresivización y sublimación se basan en es-
ta hipótesis.
Un ejemplo de economía puede verse en el caso de la señora A, descrita en
la sección 1.2.2. Antes de aparecer las fobias, la paciente se hallaba en un esta-
do de tensiones instintivas acumuladas, pero las funciones de su Yo todavía
podían realizar sus tareas defensivas bastante bien, de modo que la señora A
obraba sin síntomas evidentes. Podía conservar su equilibrio mental evitando
las relaciones sexuales con su marido, y cuando tenía que participar, no se de-
j
aba excitar sexualmente. Esto requería buena parte de las energías defensivas
de su Yo, pero logró manejar las cosas hasta que se produjo el incidente de
la peinadura. En aquel punto, la visita paterna y la peinadura le trajeron del
P
asado recuerdos sexuales y románticos. Además, aumentó su hostilidad para
con el marido. El Yo de la señora A no pudo manejar aquella nueva invasión
de apetencias en busca de satisfacción. Los impulsos instintuales se manifesta-
ron en forma de desmayos, vahidos e incontinencia. Esto condujo a una fobia
contra su salida de la casa sin la compañía del marido. Para entender plena-
mente el desplome de las capacidades defensivas de la señora A debemos verlo
en función de cambios en la distribución de su energía psíquica.
El punto de vista genético concierne al origen y desarrollo de los fenó-
menos psíquicos. No sólo trata de cómo el pasado está contenido en
el presente sino también de por qué en ciertos conflictos se adoptó una
solución determinada. Estudia los factores biológico-constitucionales tan-
to como los experienciales.
Ejemplo: un paciente mío, el señor N, pretendía ser el favorito tanto de su ma-
dre como de su padre. En apoyo de su aserto citaba cómo le habían permitido
ir a un campamento de vacaciones siendo niño, y después a la universidad.
Sus dos hermanos menores nunca habían recibido esos beneficios. También
decía tener un matrimonio feliz, aunque raramente tenía relaciones sexuales
con su esposa y la engañaba con frecuencia. Se sentía una persona fundamen-
talmente afortunada, aunque padecía de depresiones periódicas y a veces juga-
ba impulsivamente, por rachas.
Una de las principales maniobras defensivas del paciente era coleccionar re-
cuerdos encubridores. Eran recuerdos verdaderos, pero los conservaba para
olvidar experiencias desdichadas. En ocasiones lo habían tratado efectivamente
como hijo favorito, pero no siempre y no con regularidad. Sus padres eran in-
constantes e hipócritas, y eso era un factor decisivo en la conformación de su
sintomatología particular. Con frecuencia lo rechazaban y excluían y cuando
se quejaba, le recordaban algún placer especial que le habían concedido alguna
vez. Lo que sus padres hacían con él conscientemente, mi paciente lo hacía
inconscientemente con sus recuerdos encubridores. Negaba la desdicha pasada
y actual con formaciones encubridoras que proclamaban lo contrario. Sus pe-
ríodos de depresión revelaban la tristeza subyacente. El juego era un intento
de demostrar que era afortunado, el niño mimado de la diosa Fortuna.
El punto de vista estructural supone que el aparato psíquico puede divi-
dirse en varias unidades funcionales duraderas. Ésta fue la última gran
38 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTO S TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 39
40 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 41
contribución teórica de Freud (1923b). El concepto del aparato psíqui-
co compuesto de Yo, Ello y Superyó procede de la hipótesis estructu-
ral. Está implícito siempre que hablamos de conflictos interestructura-
les como formación de síntomas o de procesos intraestructurales como
la función sintética del Yo.
Un ejemplo clínico es el paciente, descrito antes, de la eyaculación prematura.
Cuando empezó el tratamiento perdía la función discriminadora del Yo en las
situaciones sexuales. Todas las mujeres eran su madre, todas las vaginas esta-
ban henchidas de fantasías oral-sádicas y anal-sádicas. A medida que fue pro-
gresando ya no volvió a ser así en las situaciones sexuales. Su Yo podía diferen-
ciar entre su madre y su esposa; y los anhelos de su Ello pudieron también
progresar de orales y anales a fálicos.
Finalmente, hoy formulamos también un punto de vista ndaptativo, aun-
que Freud sólo lo insinuó. El concepto de adaptación está implícito, por
ejemplo, en las proposiciones de Freud acerca de la coordinación entre
pulsión y objeto y en las proposiciones de Hartmann y Erikson acerca
de la preparación innata para una serie evolutiva de ambientes medios
probables (Rapaport y Gill, 1959, pp. 159-60).
Todas las proposiciones acerca de la relación con el medio ambien-
te, los objetos de amor y odio, las relaciones con la sociedad, etc., se
basan en esta hipótesis. Todos los ejemplos clínicos empleados por mí
anteriormente son también ejemplos de intentos de adaptación.
1.2.4 LA TEORÍA DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA
La terapia psicoanalítica es una terapia causal; trata de contrarrestar
las causas de la neurosis. Su objetivo es resolver los conflictos neuróti-
cos del paciente, incluso las neurosis infantiles que sirven de núcleo a
la neurosis adulta. Resolver los conflictos neuróticos significa reunir con
el Yo consciente aquellas porciones delEllo, el Superyó y el Yo incons-
ciente excluidas de los procesos de maduración del resto sano de la per-
sonalidad total.
El psicoanalista aborda los elementos inconscientes por sus deriva-
dos. Todos los componentes repelidos del Ello y el Yo producen deri-
vados, "híbridos" no conscientes pero altamente organizados de acuerdo
con el proceso secundario y accésibles al Yo consciente (Freud, 1915b,
pp. 190-2, 1062-3; Fenichel, 1941, p. 18).
El procedimiento que el psicoanálisis quiere que el paciente emplee
para facilitar la comunicación de los derivados es la asociación libre,
el método fundamental del psicoanálisis, la llamada "regla básica"
(Freud, 1913b, pp. 134-6, 432-3; 1915b, pp. 149-50; 1046-7). Estos de-
rivados aparecen en las asociaciones libres, los sueños, los síntomas, los
lapsus y las actuaciones* del paciente.
Se pide al paciente que trate dentro de lo posible de dejar venir las
cosas y de decirlas sin importarle la lógica ni el orden; ha de comunicar
incluso . lo que le parezca trivial, vergonzoso o descortés, etc. Dejando
que las cosas le vengan a la mente, se produce una regresión al servicio
del Yo y tienden a salir a la superficie los derivados del Yo inconscien-
te, el Ello y el Superyó. El paciente procede del pensamiento de proce-
so secundario estricto en dirección del proceso primario. La tarea del
analista consiste en analizar estos derivados por el paciente. (El signifi-
cado de la palabra "analizar" y otros términos técnicos y clínicos lo
veremos en la sección 1.3.)
Aunque el que padece una neurosis llega al tratamiento psicoanalíti-
co por el motivo consciente de desear un cambio, hay dentro de él fuerzas
inconscientes que se oponen al cambio y defienden la neurosis y el sta-
tu quo. Estas fuerzas se oponen a los procedimientos y procesos de tra-
tamiento y se denominan resistencias. Las resistencias proceden de las
mismas fuerzas defensivas del Yo que forman parte del conflicto neu-
rótico. En el curso del tratamiento el paciente repetirá todas las dife-
rentes formas y variedades de las maniobras defensivas que empleó en
su vida pasada. El análisis de las resistencias es una de las piedras an-
gulares de la técnica psicoanalítica. Como la resistencia es una mani-
festación de la función defensiva y desfiguradora del Yo, es la resisten-
cia lo primero que trata de analizar la técnica psicoanalítica. Sólo pue-
de ser efectivo el insight si el paciente puede tener y mantener un Yo
razonable. Las resistencias interfieren con el Yo razonable y han de
ser analizadas antes de que pueda hacerse ninguna otra buena labor
analítica.
Por ejemplo, un joven parece poco dispuesto a decirme nada negativo de su
esposa. Siempre que le halla una falta se apresura a excusarla o a justificar sus
defectos. Cuando le señalo esta actitud defensiva empieza por negarla y des-
pués reconoce lloroso que tengo razón. Confiesa que trata de ocultar las defi-
ciencias de su esposa porque está seguro de que yo esperaría que se divorciase
si supiera "verdaderamente" cuán imperfecta es ella. Prosiguiendo yo con la
cuestión del divorcio recuerda el paciente que en la infancia su padre amenaza-
" Actuación y el verbo actuar traducen a lo largo del texto el tecnicismo acting 02.d [T.].
42 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 43
ba a menudo con divorciarse de su madre si la encontraba en alguna falta. Era,
pues, evidente que la vacilación del paciente indicaba que temía que yo obrara
como su padre. Y quería proteger a su esposa de mí como había querido prote-
ger a su madre de su padre.
Sólo después de haber reconocido el paciente esta fuente de resistencia pudo
comprender que era él, y no yo, quien había tenido tan fuerte y "paterno"
resentimiento contra su esposa. Costó mucho más análisis hacerle llegar a com-
prender que si bien quería defender a su madre de su padre, él mismo tenía
mucho resentimiento contra ella. Inconscientemente deseaba que yo le instara
a divorciarse de su esposa, como otrora había deseado que su padre lo hiciera
de su madre.
En este ejemplo clínico fue necesario analizar cada aspecto de la re-
sistencia paso a paso para permitir que el paciente viera bien la reali-
dad de la situación. Primeramente, tenía que reconocer que temía que
yo le hiciera divorciarse y por eso me ocultaba cosas acerca de ella. Des-
pués tenía que comprender que me había confundido con su padre y
a su esposa con su madre. Finalmente, el paciente pudo descubrir que
por debajo de sus sentimientos de protección para con su madre había
también una gran hostilidad. Cada paso dado en el análisis de las re-
sistencias implica que el Yo razonable del paciente tenga la posibilidad
de enfrentarse a algún aspecto irracional y deforme de su propia
actividad.
Este ejemplo clínico nos lleva a otro concepto básico de la teoría de
la técnica psicoanalítica. Los pacientes neuróticos son propensos a las
reacciones trasferenciales. Es la trasferencia una de las más valiosas fuentes
de material para el análisis y una de las más importantes motivaciones,
así como el mayor obstáculo para el éxito. La frustración instintual del
neurótico tiende a hacerle buscar inconscientemente objetos hacia los
cuales desplaza sus impulsos agresivos y libidinales. El paciente tiende
a repetir su pasado, en términos de relaciones humanas, para obtener
satisfacciones que no tuvo o para dominar tardíamente alguna ansiedad
o algún sentimiento de culpa. La trasferencia es volver a vivir el pasa-
do y no entender el presente por querer entenderlo en función del pa-
sado. La importancia principal de las reacciones trasferenciales en la
teoría de la técnica se debe al hecho de que si las reacciones de trasfe-
rencia se manejan debidamente, el paciente sentirá en la situación del
tratamiento y en relación con el psicoanalista todas las relaciones hu-
manas importantes de su pasado que no son conscientemente accesi-
bles a él (Freud, 1912a).
La situación psicoanalítica está estructurada de modo que se facilite
el desarrollo máximo de las reacciones de trasferencia. La actitud frus-
trante del psicoanalista y su relativo incógnito contribuyen a hacer apa-
recer toda la gama de sentimientos y fantasías trasferenciales. No obs-
tante, es el análisis consistente de la trasferencia, dentro y fuera de la
situación analítica, el que permite al paciente soportar las diferentes
variedades e intensidades de la trasferencia.
La trasferencia es también la fuente de las mayores resistencias du-
rante el análisis. Un paciente puede trabajar mucho al principiar un
análisis para caerle bien al analista. Es inevitable que el paciente se sienta
rechazado en alguna forma porque todos nuestros pacientes han senti-
do el rechazo en su pasado y la actitud del analista es por esencia nada
gratificante. Los sentimientos hostiles del pasado reprimido o los anhe-
los sexuales prohibidos de la infancia o la adolescencia provocarán en
el paciente fuertes tendencias a luchar inconscientemente contra la la-
bor analítica. La calidad y cantidad de las "resistencias trasferencia-
les" las determinará la historia del pasado del paciente. La duración
de estas reacciones también padecerá la influencia de la mayor o me-
nor efectividad con que el psicoanalista analice los problemas de trasfe-
rencia que suscitan las resistencias.
Hay que añadir una palabra, llegados aquí, acerca de las actitudes
relativamente no neuróticas, racionales y realistas del paciente para con
el analista: la alianza de trabajo (Greenson, 1965a). Es esta parte de la
relación paciente-analista la que permite al paciente identificarse con
el modo de ver del analista y laborar con él a pesar de las reacciones
neuróticas de trasferencia.
La técnica psicoanalítica está directamente apuntada hacia el Yo, por-
que sólo éste tiene acceso directo al Ello, al Superyó y al mundo exte-
rior. Nuestro fin es hacer que el Yo renuncie a sus defensas patógenas
o que halle otras más propias (A. Freud, 1936, pp. 45-70). Las anti-
guas maniobras defensivas resultaron insuficientes;la defensa nueva,
diferente, o la ausencia de defensa podrían permitir alguna efusión de
los instintos sin sentimientos de culpa o ansiedad. La descarga del Ello
reduciría la presión instintual y el Yo tendría entonces una posición
relativamente más fuerte.
El psicoanalista espera inducir los aspectos relativamente maduros
del Yo del paciente a contender con lo que otrora desterrara de la con-
ciencia por considerarlo demasiado peligroso. El analista espera que
bajo la protección de la alianza de trabajo y la trasferencia positiva no
sexual el paciente considerará con una mirada nueva lo que antes le
pareciera demasiado amenazador, podrá reevaluar la situación y al fin
osará probar nuevos modos de habérselas con el antiguo peligro. Len-
tamente, el paciente comprenderá que los impulsos instintivos de la in-
44 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS
fancia que eran abrumadores para los recursos del Yo infantil y defor-
mados por el Superyó pueden verse de otro modo en la vida adulta.
El trabajo psicológico que se hace después de obtenido un conoci-
miento intuitivo y que conduce a un cambio estable de comportamien-
to o actitud se llama traslaboración [working through]* (Greenson, 1965b).
Consta de procesos como la utilización y la asimilación del insight y la
reorientación (E. Bibring, 1954). Lo examinaremos en la siguiente
sección.
El psicoanálisis trata a su manera de invertir, de dar marcha atrás
al proceso de la formación de neurosis y síntomas (Waelder, 1960,
p. 46). La única solución segura es lograr cambios estructurales en
el Yo que le permitirán renunciar a su defensa o hallar una que per-
mita suficiente descarga instintual (Fenichel, 1941, p. 16).
Tratemos de ilustrar una serie típica de sucesos con un ejemplo clínico. Una
mujer de veintisiete años, la señora K, busca análisis por varias razones. Du-
rante algunos años ha tenido episodios de sentirse fuera de las cosas, entorpeci-
da, "ida", "como un zombie". Además, presenta períodos de depresión, in-
capacidad de llegar al orgasmo en las relaciones sexuales y últimamente, una
idea impulsiva obsesiva de tener relaciones sexuales con un negro. Este último
síntoma la torturaba mucho y fue el que la decidió a pedir tratamiento. Utiliza-
ré este solo síntoma como el punto focal para ilustrar la descripción teórica que
he dado de los fines y objetivos de la técnica psicoanalítica. (Véase Altman [1964],
informe de una mesa redonda sobre el tema, y en particular la contribución
de Ross.)
Todas lás psicoterapias tratarían de aliviar a la paciente de sus síntomas, pe-
ro sólo el psicoanálisis intenta hacerlo resolviendo los conflictos neuróticos que
están en el fondo de los síntomas. Otras terapias podrían tratar de ayudar a
la paciente a reforzar sus defensas, o empleando la trasferencia y la sugestión
para atenuar o desplazar sus impulsos sexuales en relación con los negros. O
quizá tratarían de ayudar al conflicto defensa-instinto sugiriendo algún deriva-
do instintual que fuera posible bajo la protección de una trasferencia de tipo
superyoico hacia el psicoterapeuta. Algunos terapeutas utilizarían tal vez dro-
gas para calmar las pulsiones libidinales y de este modo ayudar al asediado Yo
de la paciente a salir del paso. Algunos otros quizá propondrían drogas como
el alcohol o el fenobarbital, que podrían de momento atemperar las exigencias
del Superyó del paciente. Todos estos métodos pueden ser útiles, pero son tem-
porales, ya que no efectúan un cambio duradero en las estructuras psíquicas
que entran en los conflictos inconscientes causales.
" Hemos preferido utilizar traslaboración como traducción del original alemán Dura-
arbeiten y del inglés working through por aparecer en varias traducciones técnicas. Otros
términos antes utilizados han sido elaboración interpretativa y perlaboración [T.] ,
CONCEPTOS TEÓRICOS ESENCIALES PARA LA TÉCNICA 45
La terapia psicoanalítica trataría de hacer que la paciente tuviera conciencia
de todos los diferentes impulsos inconscientes, fantasías, deseos, temores, cul-
pabilidades y castigos que se expresan en forma condensada en su síntoma. La
paciente que tomo por ejemplo fue adquiriendo poco a poco el conocimiento
intuitivo de que el negro era un disfraz de su padrastro, fuerte, sexualmente
atractivo y temible cuando ella estaba en la pubertad. La idea impulsiva obse-
siva de tener relaciones sexuales con negros resultó parcialmente derivada de
deseos incestuosos disfrazados hacia el padrastro. Era también una pantalla
de los impulsos sadomasoquistas y ocultaba una "excrementización" o esfinteri-
zación de la sexualidad. El negro representaba también una condensación de
un hombre anal-fálico correspondiente a la edad de tres años. La dolorosa índo-
le del síntoma se develó como autocastigo de la culpabilidad por los impulsos
prohibidos.
Como la paciente pudo ir enfrentándose gradualmente a estos insights su Yo
ya no necesitaba gastar tanta energía en tratar de reprimir los impulsos y fan-
tasías prohibidos. Su Yo razonable podía aceptar ahora la noción de que las
fantasías incestuosas no son lo mismo que las acciones y que forman parte del
crecimiento en nuestra sociedad. La señora K podía ahora reconocer que su
Superyó había sido demasiado severo y sádico. Comprendió que se había esta-
do haciendo crueles reproches de un modo parecido a sus fantasías sexuales
masoquistas. El pegar y ser pegada y el ensuciarse resultaron ser intentos re-
gresivos de obtener sustitutos para una satisfacción sexual.
A medida que la paciente permitía que todos esos fenómenos hasta entonces
inconscientes se hicieran conscientes se fue notando un cambio en las tres estruc-
turas psíquicas. El Yo no tenía que echar mano de la represión, las formaciones
reactivas y el aislamiento contra los impulsos que quedaban al descubierto. Esto
era posible porque su severo Superyó se había hecho menos sádico para con su
Yo. Una vez que pudieron ser revelados a la conciencia los impulsos sadomaso-
quistas, perdieron su intensidad, y los anhelos de su Ello se modificaron en el
sentido de buscar el placer genitalmente. La modificación de sus apremios ins-
tintuales hizo posible que la señora K experimentara algún placer sexual con su
marido y perdió su impulsión obsesiva en relación con los hombres negros.
El análisis de las reacciones ele trasferencia y las resistencias desempeñó un
importante papel en todos estos sucesos. Por ejemplo, los sentimientos sexuales
de la señora K por su padrastro se descubrieron cuando comprendió que me
sentía sexualmente atractivo "aunque es usted lo bastante viejo para poder ser
mi padre". Sus fantasías de ser golpeada aparecieron en el análisis como temor
de que yo la golpeara y después como deseo de que lo hiciera. La señora K tenía
enormes resistencias a hablar de algunas de sus fantasías sexuales porque se sen-
tía como si la estuviera viendo en el wc. Esto condujo a descubrir su "esfinteri-
zación" de la sexualidad.
La señora K trabajó mucho en su análisis y al cabo de unos seis meses formó
una alianza de trabajo relativamente firme conmigo. A despecho de dolorosas
reacciones trasferenciales y resistencias, al fin logró identificarse con mi punto
de vista analítico y trató de entender sus reacciones neuróticas.
46 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS COMPONENTES DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA CLÁSICA 47
La mejoría temporal y parcial movió a la paciente a proseguir con el trata-
miento. Pudo entonces permitirse una regresión más profunda en la situación
analítica y experimentar formas más primitivas de sus conflictos neuróticos. Los
deseos sexuales por los negros tenían también una función defensiva contra fuer-
tes impulsos homosexuales que la inclinabais hacia las mujeres. A su vez se de-
mostró que éstos se debían a impulsos orales de succión para con su madre hon-
damente reprimidos, que la paciente había sentido como amenaza a su propia
identidad. Junto con este conflicto había un enorme encono primitivo contra su
madre, percibido como peligroso para la existencia de la madre y también comoamenaza a la propia existencia de K. El insight de los distintos niveles del conflic-
to neurótico defensa-instinto produjo cambios graduales en la estructura del Yo,
el Ello y el Superyó de la paciente. Algunas defensas antiguas fueron abandona-
das por innecesarias, y se hallaron otras nuevas que hacían posible el placer ins-
tintual sin sentimiento de culpabilidad. Se modificó toda la relación entre las es-
tructuras psíquicas y así nació una nueva relación, más efectiva y gratificante,
con el mundo exterior.
1.3 LOS COMPONENTES DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA
CLÁSICA
Tiene ahora el lector una visión general de la terapia psicoanalítica
partir de la evolución histórica y del esquema teórico. Podemos, pues,
pasar en esta sección a esbozar una introducción general a la técnica
que suele practicarse. Serán definiciones o descripciones operativas de
los procedimientos y procesos terapéuticos empleados en el análisis
clásico. Se trata de dar un glosario de vocablos y conceptos técnicos
y mostrar cómo se emplean algunos de ellos en terapias analíticas par-
ciales y desvirtuadas en comparación con la terapia psicoanalítica (E.
Bibring, 1954; Greenacre, 1954; Gill, 1954, y la lista de lecturas adi-
cionales).
1.3. 1 LA PRODUCCIÓN DE MATERIAL
1.3.1.1 La asociación libre
En el psicoanálisis clásico, el modo predominante de comunicar mate-
rial clínico es que el paciente intente la asociación libre de sus ideas,
que por lo general se inicia después de haber concluido las entrevistas
preliminares. En éstas, el analista había llegado a valorar la capacidad
que tiene el paciente de trabajar en la situación psicoanalítica. Parte
de la evaluación consistía en determinar si el paciente tenía en sus fun-
ciones yoicas la elasticidad de oscilar entre las funciones yoicas más re-
gresivas que se necesitan en la asociación libre y las funciones yoicas
más avanzadas necesarias para entender las intervenciones analíticas,
responder a las preguntas directas y resumir la vida cotidiana al final
de la hora.
El paciente suele asociar libremente sus ideas en la mayor parte de
la hora, pero también puede comunicar sueños y otros sucesos de su
vida diaria o de su pasado. Es característico del psicoanálisis el que se
pida al paciente que incluya sus asociaciones cuando cuenta sus sueños
u otras experiencias. La asociación libre tiene prioridad sobre todos los otros
medios de producir material en la situación analítica.
Sin embargo, la asociación libre suele emplearse indebidamente al
servicio de la resistencia. Toca entonces al analista estudiar esas resis-
tencias para restablecer el empleo apropiado de la asociación libre. Tam-
bién puede suceder que un paciente no pueda detener la asociación li-
bre por un colapso en las funciones de su Yo. Este es un ejemplo de
situación de emergencia que puede presentarse en el curso de un análi-
sis. La misión del analista sería entonces tratar de restablecer el pensa-
miento yoico lógico del proceso secundario. Tal vez tuviera entonces
que recurrir a la sugestión y dar órdenes para ello. Se trata de un pro-
cedimiento antianalítico, pero está indicado en el caso arriba dicho por-
que podría tratarse de una reacción psicótica incipiente.
La asociación libre es el método principal de producir material en
el psicoanálisis. Se emplea en ocasiones especiales en aquellas formas
de psicoterapia exploratoria, las llamadas "psicoterapias de orientación
psicoanalítica". No se emplea en las terapias antianalíticas, ni en aque-
llas que refuerzan defensas o de apoyo.
Estudiaremos también la asociación libre en el capítulo que trata de
qué clase de psicoanálisis requiere el paciente (sección 4.1.2). La intro-
ducción de la asociación libre en conexión con la transición al diván
se describirá en el segundo volumen.
1.3.1.2 Las reacciones trasferenciales
Desde el tratamiento de Dora, Freud supo que las reacciones de trasfe-
rencia y las resistencias del paciente proporcionaban el material esen-
cial para la labor analítica (1905a, pp. 112-22; 653-8). A partir de en-
tonces, la situación analítica se disponía de modo que facilitara el de-
senvolvimiento máximo de las reacciones de trasferencia del paciente.
48 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS COMPONENTESCOMPONENTES DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA CLÁSICA
:
49
Las resistencias apuntan a impedir este desenvolvimiento o a obstruir
el análisis de la trasferencia. Tanto la resistencia como la trasferencia
son las que comunican información de vital importancia acerca de la
historia, reprimida, del pasado del paciente. Los capítulos 2 y 3 de este
volumen están consagrados a un examen sistemático y a fondo de estas
cuestiones. Aquí trataré tan sólo de ofrecer una orientación preliminar.
La trasferencia es sentir impulsos, actitudes, fantasías y defensas res-
pecto de una persona en la actualidad que no son apropiados para tal
persona y son una repetición, un desplazamiento de reacciones naci-
das en relación con personas que tuvieron importancia en la primera
infancia. La susceptibilidad de un paciente a reacciones trasferenciales
se debe al estado de insatisfacción de sus instintos y la consiguiente ne-
cesidad de oportunidades de descarga (Freud, 1912a).
Importa concentrarse en el hecho de que el paciente propende a re-
petir en lugar de recordar; la repetición es siempre una resistencia en
relación con la función de la memoria. Pero repitiendo, reviviendo el
pasado, el paciente facilita que el pasado entre en la situación del trata-
miento. Las repeticiones trasferenciales introducen en el análisis un ma-
terial que sin eso sería inaccesible. Debidamente manejado, el análisis
de la trasferencia llevará a recuerdos, reconstrucciones, al insight y al
final al cese de la repetición.
Hay muchos modos de clasificar las diversas formas clínicas de las
reacciones de trasferencia. Las designaciones más comúnmente emplea-
das son la trasferencia positiva y negativa. La trasferencia positiva se refie-
re a las diferentes formas de apetencias sexuales así como al amor, el
respeto o el gusto por el analista. La trasferencia negativa entraña al-
guna variedad de agresión en forma de enojo, disgusto, odio o despre-
cio por el analista. Debe tenerse presente que todas las reacciones de
trasferencia son esencialmente ambivalentes, y lo que aparece clínica-
mente es sólo la superficie.
Para que las reacciones de trasferencia se produzcan en la situación
analítica, el paciente debe estar dispuesto a y ser capaz de correr el riesgo
de alguna regresión temporal en lo referente a las funciones del Yo y
las relaciones objetales. El paciente debe tener un Yo capaz de regresar
temporalmente a reacciones trasferenciales, pero esta regresión ha de
ser parcial y reversible, de modo que el paciente pueda ser tratado ana-
líticamente y seguir viviendo en el mundo de la realidad. Las personas
que no afrontan la regresión de la realidad y las que no pueden volver
fácilmente a la realidad son poco convenientes para el psicoanálisis.
Freud dividía las neurosis en dos grupos sobre la base de si un paciente
podía o no tener y conservar una serie relativamente cohesiva de reac-
ciones de trasferencia y funcionar así de todos modos en el análisis y
en el mundo exterior. Los pacientes con una "neurosis de trasferen-
cia" podían, los que padecían una "neurosis narcisista" no (Freud,
1916-7, pp. 341, 414-5, 420-3; 327, 365, 367-9).
Freud empleaba también la expresión neurosis de trasferencia para de-
signar esa constelación de reacciones trasferenciales en que el analista
y el análisis se han convertido en el centro de la vida emocional del
paciente, quien revive sus conflictos neuróticos en la situación analítica
(Freud, 1914c, p. 154; 441). Todos los aspectos importantes del mal
del paciente se revivirán o repetirán en la situación analítica (Freud,
1905a, pp. 118-9, 655-6; 1914c, pp. 150-4, 439-41; 1916-7, capítulo
XXVII [apartado L de la traducción española]).
La técnica psicoanalítica está estructurada para garantizar el desa-
rrollo máximo de la neurosis de trasferencia.El anonimato relativo del
analista, su no intrusividad, la llamada "regla de abstinencia" y el com-
portamiento "de espejo" concurren todos al propósito de preservar un
campo relativamente incontaminado para la neurosis de trasferencia
en desarrollo (Fenichel, 1941, p. 72; Greenacre, 1954; Gill, 1954). La
neurosis de trasferencia es un instrumento de la situación analítica y
sólo puede anularla la labor analítica. Facilita la transición de la enfer-
medad a la salud.
Por una parte, la neurosis de trasferencia es el vehículo más impor-
tante para el éxito del psicoanálisis; por la otra, es la causa más fre-
cuente de fracaso terapéutico (Freud, 1912a, 1914c; Glover, 1955, ca-
pítulos VII y VIII). La neurosis de trasferencia puede resolverse sólo por
el análisis; otros procedimientos podrán modificar su forma, pero no
harán más que afianzarla (Gill, 1954).
El psicoanálisis es la única forma de psicoterapia que trata de resol-
ver las reacciones trasferenciales analizándolas sistemática y totalmen-
te. En algunas versiones más breves o desvirtuadas del psicoanálisis se
hace así sólo parcial y selectivamente. Uno puede por ejemplo analizar
tan sólo la trasferencia negativa cuando amenaza con trastornar el tra-
tamiento o analizarla nada más hasta donde sea necesario para que el
paciente pueda colaborar en la situación terapéutica. En tales casos siem-
pre queda un residuo de reacciones de trasferencia no resueltas des-
pués de terminado el tratamiento. Esto implica que algo de neurosis
no analizada quede sin modificar.
En las formas antianalíticas de psicoterapia, las reacciones de trasfe-
rencia no se analizan sino que se satisfacen y manipulan. El terapeuta
asume el papel de alguna figura del pasado, real o imaginada y satisfa-
ce algún deseo infantil del paciente. Podría actuar como un padre aman-
50 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS COMPONENTES DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA CLÁSICA 51
te o alentador, o como un moralista castigador, y el paciente podría
sentir una mejoría temporal o incluso creerse "curado". Pero esas "cu-
ras de trasferencia" son pasajeras y duran sólo mientras la trasferencia
idealizada del terapeuta está intacta (Fenichel, 1945a, pp. 559-61; Nun-
berg, 1932, pp. 335-40).
1.3.1.3 Las resistencias
Resistencia quiere decir todas las fuerzas que dentro del paciente se
oponen a los procedimientos y procesos de la labor psicoanalítica. En
mayor o menor grado, está presente desde el principio hasta el fin del
tratamiento (Freud, 1912a). Las resistencias defienden el statu quo de
la neurosis del paciente. Se oponen al analista, a la labor analítica y
al Yo razonable del paciente. La resistencia es un concepto operacio-
nal, no algo creado por el análisis. La situación analítica es el campo
donde se manifiestan las resistencias.
Son las resistencias repeticiones de todas las operaciones defensivas
que el paciente ha realizado en su vida pasada. Todas las variedades
de fenómenos psíquicos pueden emplearse para resistir, pero cualquie-
ra que sea su origen, la resistencia opera por medio del Yo del pacien-
te. Aunque algunos aspectos de una resistencia puedan ser conscien-
tes, la parte esencial la desempeña el Yo inconsciente.
Caracteriza la terapia psicoanalítica el análisis total y sistemático de
las resistencias. Al psicoanalista toca descubrir la forma en que resiste
el paciente, a qué resiste, y por qué lo hace. La causa inmediata de
una resistencia es siempre la evitación de algún afecto doloroso como
la ansiedad, la culpabilidad o la vergüenza. Detrás de esta motiva-
ción se hallará un impulso instintual que desencadenó el afecto doloro-
so. En definitiva se descubrirá que lo que la resistencia quiere evitar
es el miedo a un estado traumático (A. Freud, 1936, pp. 45-70; Feni-
chel, pp. 128-67).
Hay muchos modos de clasificar las resistencias. La distinción prác-
tica más importante es diferenciar las resistencias egosintónicas de las aje-
nas al Yo. Si un paciente siente que una resistencia es ajena a él, está
dispuesto a tratarla analíticamente. Si es egosintónica, puede negar su
existencia, tratar de reducir su importancia o de librarse de ella racio-
nalizándola. Uno de los primeros y decisivos pasos en el análisis de una
resistencia es convertirla en ajena al Yo para el paciente. Una vez rea-
lizado esto, el paciente formará una alianza de trabajo con el analista;
y se identificará temporal y parcialmente con él por su disposición a
tratar analíticamente sus resistencias.
Otras formas de psicoterapia tratan de rehuir o vencer las resisten-
cias por medio de sugestiones o de drogas o aprovechando la relación
trasferencia]. En las terapias de apoyo, el terapeuta trata de reforzar
las resistencias. Esto bien pudiera ser necesario en pacientes suscepti-
bles de caer en un estado psicótico. Sólo en el psicoanálisis es donde
el terapeuta trata de descubrir la causa, el objeto, el modo y la historia
de las resistencias (Knight, 1952).
1.3.2 EL ANÁLISIS DEL MATERIAL DEL PACIENTE
En el psicoanálisis clásico se emplea buen número de procedimientos
terapéuticos en diversos grados. Caracteriza todas las técnicas conside-
radas analíticas el que tienen por objetivo directo incrementar el insight
que el paciente tiene de sí mismo. Algunos procedimientos no facilitan
el insight per se pero refuerzan las funciones del Yo necesarias para lle-
gar a la comprensión. Por ejemplo, la abreacción puede lograr que se
produzca una descarga suficiente de la tensión instintual, de modo que
el Yo asediado no se sienta ya en peligro inminente. El Yo así tranqui-
lizado puede observar, pensar, recordar y juzgar, funciones que había
perdido en el estado de ansiedad aguda. Entonces se hace posible el
insight. La abreacción es uno de los procedimientos no analíticos frecuen-
temente aplicados en el tratamiento psicoanalítico. Con frecuencia es
una condición indispensable para el insight.
Los procedimientos antianalíticos son aquellos que bloquean o redu-
cen la capacidad de insight y comprensión. El empleo de cualquier me-
dida o método de acción que reduce las funciones yoicas de observar,
pensar y juzgar entra en esta categoría. Son ejemplos obvios la admi-
nistración de ciertas drogas y de intoxicantes, las seguridades dadas
pronto y fácilmente, ciertos tipos de gratificaciones trasferenciales, di-
gresiones, etcétera.
El procedimiento analítico más importante es la interpretación; todos
los demás le están subordinados, tanto teórica como prácticamente. To-
dos los procedimientos analíticos son pasos que conducen a una inter-
pretación o que hacen efectiva una interpretación (E. Bibring, 1954;
Gill, 1954; Menninger, 1958).
"Analizar" es una expresión taquigráfica que alude a los procedi-
mientos que favorecen el insight. Suele comprender cuatro procedimien-
tos: confrontación, aclaración, interpretación y traslaboración. En los capítulos
que siguen veremos ampliamente, con ejemplos clínicos, cómo se ern-
52 ESTUDIO DE LOS CONCEPTOS BÁSICOS COMPONENTES DE LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA CLÁSICA 53
plea cada uno de estos procedimientos. Ahora me limitaré a dar defini-
ciones e ilustraciones simples.
El primer paso para analizar un fenómeno psíquico es la confronta-
ción. El fenómeno en cuestión tiene que hacerse evidente, tiene que re-
sultar explícito para el Yo consciente del paciente. Por ejemplo, antes
de poder interpretar la razón que pueda tener un paciente para evitar
cierto tema en la hora de consulta tengo que ponerlo frente al hecho
de que está evitando algo. A veces el mismo paciente reconocerá el he-
cho y me evitará ese trabajo. Pero antes de pasar a otra cosa, debe que-
dar asentado que el paciente discierne dentro de sí el fenómeno psíqui-
co que estamos tratando de analizar.
La confrontación lleva al paso siguiente, la aclaración. Por lo general,
estos dos procedimientos se funden, pero me parece bueno separarlos
porque hay casos en que cada uno de ellos ocasiona problemas distin-
tos. La aclaración se refiere a aquellas actividades que tienden a enfo-
car nítidamente los fenómenos

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