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CLASE6 Historia II

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Historia política argentina II: 
Las Argentinas. Presente, pasado y futuro.
Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
Coordinador general
Facundo Sassone
Coordinadora académica
María Agustina Díaz
Autores y autoras de contenido
Santiago Régolo, Ramiro Ortega, Ramiro Ortega, 
Juan Pablo Enríquez, María Agustina Díaz y Andrea Cuellar
Editores y correctores de contenido
Daniela Drucaroff
Josefina Rousseaux
Tomás Litta
Diseño, diagramación, ilustración 
Lía Ursini
Titular del INCaP
Hernán Brienza
Ministro del Interior
Wado de Pedro
Presidente de la Nación
Alberto Fernández
Vicepresidenta de la Nación
Cristina Fernández 
de Kirchner
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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4C. Política y género en perpectiva histórica y como desafío
Capítulo 1: Mujeres en la historia nacional
 1.5. Feminismos en los años 60 y 70
Por María Elena Martin
La caída del peronismo en 1955, su posterior proscripción entre 1955 y 1973 y el ciclo de inestabilidad 
política, que nuevamente aquejaba a la democracia argentina, a través de sus múltiples manifestaciones 
pretorianas, produjeron una retracción en la participación política desde entonces y hasta 1983. Esta 
regresión en materia de derechos afectó particularmente a las mujeres, cuya ciudadanía se había 
obtenido más tardíamente y apenas había comenzado a ejercerse antes del golpe.
No obstante, pueden recogerse sucesos institucionales importantes para las mujeres en la etapa del 
gobierno de Frondizi (1958-1962): en 1958 por primera vez una mujer alcanzó un cargo de alto rango en 
la administración del Estado: la docente e historiadora de tradición radical, Rosa Clotilde Sabattini, fue 
designada al frente del Consejo Nacional de Educación. 
Ese mismo año se creó la Dirección Nacional de Previsión y Seguridad Social de la Mujer y quedó a 
cargo de Blanca Stábile, quien integró a varias mujeres en su equipo de trabajo. Desde esta área se 
dictaron varios cursos de capacitación para las mujeres sobre diversas temáticas. En 1960 se desarrolló 
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) el Primer Seminario Nacional sobre 
la Participación de la Mujer en la Vida Pública, que impulsó debates acerca de la contribución política 
femenina, muchos de ellos recogidos en el libro La mujer en el desarrollo nacional, publicado en 1961.
Desde fines de la década de 1960, el país asistió al fenómeno denominado como segunda ola feminista, 
contribuyendo a la ampliación y enriquecimiento del debate. La disolución de la Unión de Mujeres 
Argentinas (UMA) dio paso al fortalecimiento y desarrollo de un nutrido número de actividades en 
diversos lugares del país (Barrancos, 2007: 237).
El impacto de esta tendencia fue limitado porque ninguna de las organizaciones que se conformó durante 
esa década -y la siguiente- alcanzó un número significativo de miembros. No obstante, su presencia fue 
suficiente como para promover el debate sobre las cuestiones que preocupaban a las mujeres en el 
continente. 
Volante de la Unión Feminista 
Argentina (1972)
En 1968, luego de una larga experiencia en proyectos cooperativos y 
asistenciales que serían la base de su posterior vuelco al feminismo, 
Gabriella Christeller “fundó el Centro de Investigación y Conexiones sobre 
la Comunicación Hombre - Mujer (CIC), convirtiéndose en el primer intento 
sistemático en la Argentina de estudiar el género en términos de una 
relación social entre varones y mujeres” (Vasallo, 2005: 66-67). 
En los años 60 surgió también el Movimiento de Liberación de Mujeres 
(MLM) que una década más tarde se nucleó en la Unión Feminista 
Argentina (UFA), tal vez la más significativa de las organizaciones 
feministas, cuyo propósito, como señala Vasallo, además de analizar la 
opresión de clase, fue el de visualizar la subordinación genérica de las 
mujeres como una constante a través de las diversas etapas históricas: 
esclavitud, feudalismo, capitalismo y aún dentro de los países con 
estructura socialista. 
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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Su proyecto fue de largo plazo, “de concientización, de construcción del 
movimiento y de crítica social, que no sólo las involucraba a sí mismas y a 
las generaciones pasadas, sino también a futuras generaciones de mujeres. 
Si bien la UFA fue numerosa y representativa de los diferentes sectores de 
mujeres, surgieron en su interior diferencias políticas inconciliables. En un 
clima de fuerte politización que circulaba por toda la sociedad, en 1973 sufrió 
una crisis interna, debida a la heterogeneidad ideológica de sus miembros y, 
a partir de la misma, se produjeron numerosas deserciones, subsistiendo un 
grupo muy reducido” (Gil Lozano, 2006: 3). 
Tanto el Movimiento de Liberación Feminista (MLF), fundado en 1972, y el grupo 
Nueva Mujer, nacido en 1970 y disuelto en 1972, “se centraron en el estudio y 
discusión de trabajos teóricos de feministas europeas y norteamericanas” (Gil 
Lozano, 2006: 3-4). Ambas organizaciones “fueron impulsoras del activismo 
teórico y práctico de aquellos momentos creativos del feminismo argentino’’ 
(Bellucci & Rapisardi, 2001:275). En el Frente de Lucha por la Mujer, conformado 
en 1974, confluyeron varios de los grupos feministas. 
En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró el Año 
Internacional de la Mujer con una serie de actividades. Este evento propició 
el encuentro de mujeres de distintos países del mundo que no estuvo exento 
de diferencias internas, debido a las discrepancias entre mujeres militantes 
pertenecientes a los partidos políticos y las feministas “puras”. Paradójicamente, 
con una mujer al frente del Poder Ejecutivo Nacional (María Estela Martínez, alias 
“Isabelita”), las políticas públicas no incorporaron en la agenda las cuestiones 
planteadas como prioritarias por el movimiento feminista, tales como la patria 
potestad compartida, la igualdad de oportunidades, la creación de guarderías, 
la no discriminación a la madre soltera, la difusión y el uso de anticonceptivos y 
el aborto legal y gratuito.
Con la interrupción democrática producida por el golpe de Estado iniciado 
el 24 de marzo de 1976 y sus políticas de persecución, secuestro, tortura y 
desaparición de toda identidad “subversiva”, muchos grupos fueron disueltos, 
produciéndose un paréntesis en estas luchas. Pese al clima de represión y 
desaparición, “podemos encontrar [durante la dictadura] algunas organiza-
ciones que resistieron y sostuvieron discusiones y reivindicaciones feministas” 
(Gil Lozano, 2006: 6). Tal es el caso de la Asociación Juana Manso, conformada 
en Córdoba en 1978, la Unión de Mujeres Socialistas, nacida en 1979 y presidida 
por Alicia Moreau de Justo en 1981.
María Elena Oddone, líder 
del MLF, en el primer acto 
público del día de la mujer, 
8 de marzo de 1984.
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Hacia el interior de los partidos políticos comenzaron a conformarse organizaciones de mujeres: 
el Frente de Izquierda Popular (FIP), que en 1974 había fundado el Centro de Estudios Sociales de la 
Mujer Argentina, formó en 1977 junto a mujeres que no pertenecían a una organización partidaria, 
la Agrupación de Mujeres Argentinas (AMA). Esta agrupación se organizaba en torno a la reflexión 
respecto de la manera en que su condición de ser mujeres afectaba su participación política y militante. 
Posteriormente este grupo cambió las siglas pasándose a denominar Asociación de Mujeres Alfonsina 
Storni (AMAS). 
En este período también se conformó la agrupación de Mujeres Socialistas, ligadas al Partido Socialista 
de los Trabajadores (PTS). Por la fecha de constitución de estos grupos, parece claro que “su militancia 
era clandestina o por lo menos, no pública” (Gil Lozano, 2006: 7). 
La torturay desaparición forzada de militantes y el nacimiento de sus hijos en cautiverio hicieron emerger 
un movimiento de mujeres que comenzó a marchar de forma pacífica todos los jueves para preguntar 
dónde estaban sus hijos y nietos: las Madres de Plaza de Mayo. Este movimiento, aún cuando no se 
concibió a sí mismo como feminista, resulta una referencia ineludible que evidencia la presencia de las 
mujeres en su reivindicación por los derechos humanos y representa un caso ejemplar de la lucha por la 
memoria la verdad y la justicia en América Latina y el mundo.
 1.6. Mujeres: entre la revolución y el terrorismo de Estado
Por Daniela Drucaroff6
Las mujeres formaron parte de la organización política que emergió durante las décadas 
de los años 60 y 70. Las luchas de sus predecesoras, ya habían logrado abrir ciertos 
ámbitos públicos para hacerlas partícipes de una vida que no era sólo privada, familiar 
y doméstica. Hubo mujeres en las fábricas, los sindicatos, los centros de estudiantes, 
las universidades, los grupos ligados al movimiento cristiano tercermundista, la 
organización barrial, campesina, las organizaciones revolucionarias y las calles. Fueron 
espacios de amplia diversidad ideológica, que confluyeron en un categórico rechazo 
hacia el capitalismo, la dependencia y la injusticia social. Los recorría por igual el deseo de 
transformación, emancipación y liberación de los pueblos. No era un fenómeno aislado, 
sino que abrazaba movimientos y procesos políticos del continente y del mundo entero.
De modo que las mujeres estuvieron ahí al momento de fundarse las organizaciones 
vinculadas a aquellos frentes, como habían estado siempre pero con mayor voz e 
implicancia en las diversas luchas. Ellas habían visto a sus madres tantas veces doblar sus 
deseos como pañuelos; pocas habían logrado estudiar, elegir un trabajo, amar libremente, 
decidir por sí mismas o participar de la vida política. Pero entonces resonaban en el 
mundo movimientos contraculturales que alcanzaron nuestra región, y especialmente 
a las poblaciones urbanas. Fueron movimientos contestatarios, pacifistas y libertarios, 
que pusieron en cuestión a la sociedad de consumo, al autoritarismo y el patriarcado. 
Nacían también el rock y pop local y una nueva cultura musical, asociada a un modo de 
vida más trashumante, comunitario y autogestivo, alejado de la mercantilización y el 
consumismo. Cambiaban las modas, los usos y las costumbres. 
Las mujeres que integraban el movimiento feminista de esta nueva ola, tomaban la 
posta de sus antecesoras pero iban por más. Paradas sobre los derechos ya adquiridos, 
fueron a la búsqueda de una reforma social y cultural. La revolución sexual representó 
un profundo cambio para la moral de la época y una transformación en el modo de 
vivenciar los cuerpos y de vincularse. Proclamaba la igualdad entre hombres y mujeres 
y el amor libre, distinguiendo reproducción de sexualidad. La difusión en el uso de 
métodos anticonceptivos posibilitó una vida sexual no necesariamente vinculada 
a la reproductiva. El placer también debía ser un derecho para ellas.
 
6. Realizó el profesorado de Enseñanza Media y Superior y la licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social 
(UBA) Mail: daniela.jaipur@gmail.com 
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Mujeres manifestándose 
el 8 de marzo de 1984.
Esa autonomía y libertad de elección, promovieron una mayor emancipación para 
aquellas vidas signadas por el ritmo de la procreación, la crianza, las tareas familiares 
y domésticas. Por entonces, aparecían las primeras legislaciones sobre el derecho a la 
interrupción voluntaria del embarazo; si bien la Unión Soviética ya lo había legislado 
en 1920, avanzada la década del cincuenta otros países iniciaban sus propios procesos. 
Estaban puestas en cuestión ciertas instituciones y normas tradicionales, como el 
matrimonio, la virginidad y la heterosexualidad, el concepto de “lo femenino” y los 
roles tradicionalmente asignados a mujeres y varones. Para el modelo hegemónico 
neoconservador que intentaron implementar las sucesivas dictaduras, esta 
transgresión de género fue absolutamente disruptiva. 
La dictadura de 1966-1973, de acuerdo a la Doctrina de la Seguridad Nacional y a la 
política exterior de Estados Unidos para América Latina en un contexto de la Guerra 
Fría, se propuso eliminar al enemigo interno, persiguiendo todo ámbito, organización 
o ideología que pudiera vincularse al comunismo. Fueron suprimidos con violencia 
derechos civiles, sociales y políticos, prohibidos los partidos políticos y todo tipo de 
participación, en un estado de sitio casi continuo y de permanente censura. 
En ese contexto, las universidades fueron vistas como una amenaza a la seguridad, 
pues eran un ámbito de gestación de aquel opositor subversivo. El gobierno de 
facto decidió intervenirlas, reprimir los centros de estudiantes, la actividad gremial y 
las movilizaciones. Y desalojaron las casas de estudio a fuerza de bastones cuando 
la comunidad universitaria quiso defender su autonomía. Cientos de estudiantes, 
docentes e investigadores debieron abandonar las universidades y el país. 
En 1967, el régimen dictatorial emitió un decreto ley de represión al comunismo 
(Ley N° 17.401), término con el que identificaba a toda la oposición. Fueron años de 
convulsión y conflictividad social, de los que emergieron organizaciones de resistencia 
que desafiaban la hegemonía dominante. El régimen recrudeció y respondió con 
mayor disciplinamiento. En 1969, tras el asesinato en manos de las fuerzas amadas de 
tres jóvenes que se manifestaban, una pueblada tomó las calles y se inició una ola de 
barricadas que comenzó en Rosario y se sucedió en casi todas las provincias. Obreros 
y estudiantes conformaron un movimiento articulado, cada vez más politizado y 
combativo. La respuesta fue mayor represión. En Córdoba, la toma de calles tuvo tal 
magnitud que la policía debió retroceder y sólo pudo retomar el control con ayuda de 
tanques y aviones. En ese contexto, muchas de las organizaciones optaron por abrir 
brazos armados en sus estructuras. La lucha armada se presentaba como una posible 
vía de acción y resistencia. 
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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Surgieron partidos y organizaciones revolucionarias de diverso origen 
y frente: obrero, agrario, estudiantil, femenino, barrial, territorial, 
cultural, intelectual. Los años que siguieron fusionaron los grupos 
más pequeños y los hicieron confluir en las organizaciones de mayor 
envergadura. Las mujeres provenían de territorios, experiencias y 
formaciones diferentes, y la propia actividad y participación en la 
vida pública fue integrándolas a aquellas estructuras. Primero en la 
superficie y más tarde en la clandestinidad.
Militantes arrestadas el 25 de mayo de 1974 en 
Plaza Garay, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La lucha de clases y la insurrección popular ingresaron desde entonces 
en una nueva etapa de radicalización política, en un contexto 
más amplio y regional de movimientos de liberación nacional. Se 
sucedieron levantamientos, huelgas, tomas de universidades y 
fábricas, y acciones de guerrilla urbana y rural. 
La militarización y la clandestinidad del proceso revolucionario 
impusieron al interior de las organizaciones un orden y un 
disciplinamiento mayor. En sus estructuras, los vínculos y relaciones 
afectivas debían regirse necesariamente por ciertas normas. En ese 
marco, algunas de las cuestiones proclamadas por los movimientos 
juveniles y el feminismo representaban un riesgo organizacional.Fue propio de las organizaciones entablar lazos solidarios y vida 
comunitaria, compartir las casas, la comida, lecturas, peñas, 
discusiones, el dinero, la ropa, incluso la maternidad. Así como el 
movimiento feminista revisaba la conceptualización tradicional de 
la maternidad y del modelo de género, la vida en el marco de las 
militancias practicaba el cuidado de los niños/as de modo compartido 
y una crianza colectiva, incluso las lactancias se podían socializar7. Al 
mismo tiempo, la crítica del feminismo a la exaltación de la función 
maternal, en muchos casos se topó con el proyecto de tener hijos 
para la revolución, que encontraba en esta crítica un basamento 
burgués e individualista. La vida militante sacrificaba la intimidad, el 
deseo personal y hasta la propia vida, en virtud del objetivo grupal. 
Del mismo modo, allí donde el feminismo defendía el amor libre y la 
libertad sexual, algunas organizaciones revolucionarias condenaban 
la infidelidad y establecían normativas para vincularse. Entre los 
movimientos hubo confluencias y disidencias, y para muchas mujeres 
la maternidad y la crianza, en ese contexto, pusieron en tensión el 
deseo de pertenencia al colectivo con el deseo personal.
 
7. El primer documental de Virginia Croatto, “La guardería”, narra la experiencia de un lugar en La Habana, Cuba, 
destinado al resguardo de hijas e hijos de militantes políticos argentinos, muestra el rol del cuidado de los y las 
militantes políticos en plena dictadura.
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Fueron reflexiones que llegaron tiempo después, tal vez por sacrificar entonces 
la disconformidad individual en virtud de la convicción grupal, o por lo que 
ya representaba de por sí la avanzada en el terreno de la vida política. Del 
mismo modo, se postergó la reflexión vinculada al lugar de las mujeres en 
aquellas estructuras. Si bien ellas ya eran parte del escenario público, de las 
luchas sociales, los debates políticos, integraban estos movimientos y tenían 
referentes concretos, como sucede todavía en las organizaciones de estructura 
jerárquica, no ocupaban con frecuencia los niveles de mayor grado, destinados 
preferentemente a los varones. Este rasgo jerárquico y vertical se profundizó 
luego, ante la avanzada del terrorismo de Estado, cuando fue imprescindible 
compartimentar el funcionamiento orgánico.
Luego de la brevísima primavera camporista, comenzaron pronto a actuar las 
fuerzas paramilitares y la Triple A, al mando de José López Rega, en la órbita 
del Ministerio de Bienestar Social. La persecución política y la represión ilegal 
anticiparon los mecanismos que luego la dictadura iba a implementar como 
modalidad del terrorismo de Estado; atentados, secuestros, torturas, asesinatos 
y desaparición de personas. En Tucumán se implementaron los primeros centros 
clandestinos de detención, todavía en funcionamiento de las instituciones 
democráticas. En 1975, durante el gobierno de María Estela Martínez, fue 
emitido el decreto que ordenaba la actuación de las Fuerzas Armadas para 
aniquilar el accionar de los elementos subversivos en esa provincia. El Operativo 
Independencia instaló allí un régimen de terror que se volcó sobre todas las 
organizaciones sociales, populares y revolucionarias. 
Fue la antesala de la dictadura cívico militar instaurada a partir de 1976. En la 
región ya se sucedían los golpes que implementaron el terrorismo de Estado y 
el neoliberalismo en América Latina: Paraguay, Brasil, Bolivia, Uruguay, Chile, 
Argentina. La dictadura en Argentina se propuso destruir la identidad de los 
subversivos, identificados como grupo por su pertenencia político-ideológica, e 
imponer una identidad nacional a través del disciplinamiento y el control social. 
Su modo de operar recayó sobre el cuerpo colectivo y sobre el cuerpo individual. 
Los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio tuvieron 
por objeto destruir la subjetividad. Marcar los cuerpos, desmembrarlos, 
ocultarlos. Degradar, humillar, deshumanizar. Borrar el nombre, destruir la 
identidad. 
En los centros clandestinos las mujeres padecieron tormentos que además 
de oprimir el cuerpo ideológico, castigaron el cuerpo del género mediante 
el sometimiento sexual. Sobre las mujeres, específicamente, además de los 
padecimientos habituales sufridos por los detenidos, recayeron sistemáticamente 
delitos de violencia sexual; un disciplinamiento sobre el rol que las mujeres 
habían asumido en su vida política durante las últimas décadas, transgresor y 
discordante del modelo patriarcal. Eran mujeres que el régimen debía recuperar. 
Disciplinar sus cuerpos, restaurar el modelo familiar y reubicar el rol femenino en 
su lugar tradicional: pasivo, dependiente, doméstico y subordinado. La represión 
dispuso de sus cuerpos como propiedad, para humillarlos, acosarlos, torturarlos 
y violarlos. Muchos años debieron pasar para que las denuncias sobre estos 
crímenes y su consideración jurídica comenzaran a visibilizarse y definirse como 
delitos de lesa humanidad. 
Aun en las condiciones más vejatorias, hubo entre detenidos y detenidas signos 
de resistencia a la deshumanización, gestos de complicidad y solidaridad que les 
permitieran recomponer su identidad; la mirada de un compañero/a, una palabra 
suelta, una sonrisa. Así fue entre las mujeres embarazadas. Acompañarse dentro 
de sus posibilidades, asistir el parto de una compañera, preparar un mínimo 
detalle, compartir una ración de comida, ofrecer la leche de sus pechos, abrazar 
el desgarro de la ausencia. 
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Madres de la Plaza de Mayo corren en una marcha. 
Fuente: Télam. Autor: José Manuel Fernández.
En torno a las mujeres embarazadas, el genocidio organizó un plan sistemático: 
mantenerlas vivas hasta el momento del parto y entregar a los recién nacidos, 
generalmente a familias vinculadas al régimen y a su moral. Luego matarlas y borrar 
en sus hijos/as la historia, robarles la identidad. Para ello se montaron maternidades 
clandestinas, en las que las mujeres en cautiverio debieron parir muchas veces 
engrilladas. Las militantes eran malas madres, por eso apropiarse de sus hijos/
as constituía para el régimen un modo de salvación, no sólo de esas vidas 
nacientes sino de la reproducción social de la subversión. Con ese fin, se tejió 
una trama de relaciones e instituciones en las que no sólo estaban implicadas las 
fuerzas armadas y las familias apropiadoras, sino médicos, funcionarios judiciales, 
de la administración pública y de la iglesia católica, por mencionar algunos de los 
agentes de la connivencia civil. 
Las mujeres embarazadas evidenciaban la posibilidad de la vida en las zonas 
más hondas del dispositivo de la muerte, no había instrumentos de control para 
dirigir sus gestaciones. En cambio, sí los había para administrar partos y entregas 
de bebés. 
Para entonces, en los recorridos desesperados de sus búsquedas, las madres de las 
detenidas y detenidos desaparecidos comenzaron a encontrarse y reconocerse. Se 
organizaron, enfrentaron al terrorismo de Estado y resistieron, dando inicio a una 
lucha que tiene más de cuarenta años y que se reconfigura, en la actualidad, en 
las luchas de otras mujeres. Dieron marcha al proceso que promueve la memoria, 
reconstruye la verdad histórica, investiga las violaciones de derechos humanos y 
avanza en la justicia por los crímenes de lesa humanidad. Lograron romper el silencio 
y denunciar el horror, restituir la identidad de ciento treinta nietos/as, identificar los 
restosde personas desaparecidas, llevar adelante los juicios, establecer políticas de 
reparación y recuperar sitios de la memoria. 
A ellas también las llamaron malas madres, locas de la plaza, por haber “descuidado” 
de sus hijos e hijas. Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo también socializaron 
la maternidad, la hicieron colectiva, pública y política. Esta vez, desdoblaron los 
pañuelos y los alzaron como banderas. Nada ni nadie pudo decirles que debían 
volver a su hogar. 
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 1.7. Mujeres en Malvinas
Por María Agustina Díaz y Uriel Erlich8
“El día de Santa Rosa de Lima, patrona de América, se reunieron 
todos, hombres y mujeres de buena voluntad que fueron a 
habitar suelo argentino. Según cuenta la abuela de mi abuelo, 
gritaron “Viva la Patria”, en tonadas y acentos que me es difícil 
imaginar. Ese día, la Comandancia de Malvinas nació bajo el 
signo de América. Y bajo este signo se cifra su destino”. 
Marcelo Vernet9
Malvinas tiene un importante lugar en la identidad 
nacional argentina y las mujeres han ocupado un espacio 
fundamental en este capítulo de nuestra historia y 
las luchas por la soberanía. Sin pretender alcanzar un 
recorrido exhaustivo, nos parecía fundamental visibilizar 
la presencia y el rol de las mujeres en la causa Malvinas. 
 
8. Magister en Políticas Públicas (UNSAM – Georgetown University). Cursó estudios de doctorando en Ciencias 
Sociales (UBA). Fue Profesor de Sociología (UBA). Fue asesor en el Observatorio Parlamentario Cuestión Malvinas 
(2017-2019), consultor en la Secretaría de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas (2014-2015) y asesor en la Comisión 
de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación (2011-2013). Se dedicaba a la investigación, docencia 
y desarrollo de proyectos vinculados a Malvinas.
9. Fragmento de La Guerra por otros medios. Papeles de Malvinas, 2017.
10. Diario de María Sáez de Vernet. 
 1.7.1. María Sáez de Vernet y María “La Grande”
El dominio sobre las Islas Malvinas, por parte de la naciente República Argentina 
se inició con el proceso de independencia de España en 1810, continuó con 
el nombramiento de autoridades desde 1820, el sistemático poblamiento 
argentino de las Islas a partir de 1823, el otorgamiento de licencias para 
usufructuar la pesca y el ganado cimarrón y la concesión de tierras para el 
establecimiento de pesquerías, estancias y población (Vernet, 2017: 95).
Allí aparece, tempranamente, el nombre de María Sáez de Vernet, quien llegó 
a las Islas Malvinas el 15 de julio de 1829, con tres hijos, junto a una expedición 
de veintitrés familias que iban a engrosar la población argentina existente en 
el archipiélago.
María Sáez de Vernet contribuyó a fundar un establecimiento argentino en las 
Islas junto a su esposo, Luis Vernet, que viajó desde 1826 a las Islas y, el 10 de 
junio de 1829, fue nombrado por decreto oficial como el primer comandante 
político y militar de las Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos en el 
Océano Atlántico. Desde su llegada, María escribió un diario, en el que cuenta la 
vida cotidiana en las islas, las carreras, los bailes, los casamientos10. Se trata de 
un valioso documento histórico porque sus páginas nos permiten reconstruir 
las costumbres de entonces y son testimonio del efectivo ejercicio de la 
soberanía argentina sobre el archipiélago hasta la ilegítima ocupación de las 
islas por parte del Reino Unido. En Puerto Soledad tuvo una hija a quien llamó 
Matilde Malvina Vernet.
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11. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9487-2015-02-06.html
Entre 1826 y 1831, María “La Grande”, cacica tehuelche, acordaba y 
comerciaba con Vernet, en los viajes que el comandante político y 
militar realizaba hacia el continente, las provisiones necesarias para la 
vida en las Islas. La Grande tenía cinco hijos/as y hablaba castellano. 
“Vivía en el continente, en la bahía San Gregorio, rodeada por quince 
toldos y 120 guerreros bajo su mando (…). La cacica dominaba desde 
el estrecho de Magallanes hasta el río Negro y logró que los blancos 
reconocieran los derechos de los tehuelches sobre el ganado. A su 
muerte, el duelo duró tres días y tres noches”11.
El 3 de enero de 1833 Gran Bretaña invadió las islas por la fuerza y 
expulsó a la población civil y militar argentina que allí se encontraba 
legítimamente, estableciendo, en adelante, autoridades y población 
proveniente de la metrópoli. De allí en más, la República Argentina no 
ha cesado de protestar por la ocupación ilegítima de las islas, dominio 
que el Reino Unido mantiene hasta la actualidad, de forma contraria al 
Derecho Internacional.
 1.7.2. María Cristina Verrier y el Operativo Cóndor
La década de 1960 fue un momento de quiebre en la forma concebida 
de organización mundial. El proceso de descolonización, iniciado tras la 
segunda guerra mundial, tuvo un rol preponderante, a partir del impulso 
dado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En este contexto, 
en 1965 la ONU sancionó la Resolución 2065 (XX), que reconoció la 
existencia de un diferendo de soberanía por las Islas Malvinas, que era 
entre dos partes, Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda 
del Norte, e instó a ambas partes a su resolución.
Un año después, María Cristina Verrier y otros diecisiete militantes 
peronistas, llevaron adelante el Operativo Cóndor. En plena dictadura de 
Onganía, desviaron un avión de Aerolíneas Argentinas y aterrizaron en 
las Islas, desplegando siete banderas nacionales. 
El período de negociaciones bilaterales -sobre la soberanía y sobre 
asuntos prácticos-, iniciado a partir de la Resolución 2065 (XX) de 
Naciones Unidas, conllevó a que en 1971/72 se estableciera el Acuerdo de 
Comunicaciones, por el que a partir de 1974 y hasta 1982, viajaron a las 
Islas maestras de idioma castellano.
 1.7.3. El fin de la desmalvinización también tuvo rostro de mujer
Tras el conflicto bélico de 1982, el proceso de desmalvinización implicó 
el destrato de quienes habían formado parte del mismo, así como su 
invisibilización tras la derrota militar. 
A partir del año 2003, uno de los objetivos propuestos por el 
Gobierno nacional, según presentó el ex canciller Jorge Taiana, fue el 
“fin del proceso de desmalvinización” (Erlich, 2015:167). Este proceso 
significó poder volver a hablar de Malvinas, y hacerlo, desarticulando 
la reivindicación de la soberanía argentina de la reivindicación del 
conflicto bélico.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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Como parte del fin del proceso de desmalvinización, en el año 2012, 
mediante la Resolución 1438/2012, el Ministerio de Defensa de la 
Nación, durante el mandato de Cristina Fernández, reconoció a las 
mujeres que desempeñaron diversas labores en el Conflicto Armado del 
Atlántico Sur: Susana Mazza, Silvia Barrera, María Marta Lemme, Norma 
Etel Navarro, María Cecilia Riccheri, María Angélica Sendes, Mariana 
Florinda Soneira, Marta Beatriz Giménez, Olga Graciela Cáceres, Doris 
Renee West, Marcia Noemí Marchesotti, María Liliana Colino, Maureen 
Dolan, Silvia Storey, Cristina María Cormack y Graciela Liliana Gerónimo. 
La creación de la Secretaríade Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, 
Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos 
Circundantes en el Atlántico Sur (en diciembre 2013) y la creación del 
Museo Malvinas (en junio 2014) cristalizaron “en la estructura orgánica 
del Estado la importancia asignada por la Argentina a la defensa de sus 
legítimos e imprescriptibles derechos de soberanía en el Atlántico Sur” 
(Erlich, 2015: 195).
Ello significó la creación de la Secretaría de Malvinas, Antártida 
y Atlántico Sur de la Cancillería, ya bajo la presidencia de Alberto 
Fernández en diciembre 2019. 
Actualmente en el Museo Malvinas podemos encontrar, desde su 
inauguración en 2014, como parte de la recuperación de estas historias, 
un panel dedicado a las Mujeres en Malvinas. 
Con estas palabras, asentamos el compromiso que tenemos con las 
Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur como causa nacional 
y con la memoria de aquellos y aquellas que la habitaron y defendieron.
Mujeres en Malvinas.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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 1.8. Las mujeres en la recuperación democrática
Por María Elena Martin y Josefina Rousseaux
El resurgimiento de la participación política y ciudadana propio del restablecimiento 
de la democracia en 1983, estuvo signado también por la lucha activa de múltiples 
organizaciones de mujeres que retomaron las demandas ya realizadas años anteriores 
en pos de remover las desigualdades y repensar estrategias para mejorar la condición 
política y social de las mujeres en el país.
Con el inicio de este período, las mujeres comenzaron a tener un rol protagónico tanto 
en la función pública, en los partidos políticos, como en organizaciones de la sociedad 
civil, ampliando sus derechos civiles, políticos y sociales. A partir de entonces, una larga 
lista de leyes servirán de soporte para el cambio cultural que se ha protagonizado en los 
últimos 35 años. 
La participación de las mujeres en tanto movimiento político manifestándose en las 
calles como en los poderes legislativos abonó a la ampliación de sus derechos como los 
de las identidades disidentes.
Un ejemplo de este tipo de organizaciones, fue la fundación de la Asociación de Trabajo 
y Estudio de la Mujer (ATEM) en 1982. Este grupo fue uno de los primeros en relacionar 
la violencia política con la violencia sexual, así como interesarse por las organizaciones 
de Madres, Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de detenidos-desaparecidos. Bajo 
el slogan de que la violencia contra las mujeres es una cuestión de derechos humanos, 
investigaron la situación de las mujeres militantes en cautiverio y bajo tortura, así como 
la visibilización de las mujeres desaparecidas. A su vez, en 1988, durante una de sus 
jornadas, se fundó la Comisión por el Derecho al Aborto. Esta asociación, que congregó a 
varias feministas que militaron durante los años 60 y 70, editó la revista Brujas, que tuvo 
su primer número en 1983.
Militantes de ATEM en el primer 
acto público del día de la mujer,
8 de marzo de 1984. 
Fuente: Archivo Hasenberg-Quaretti.
La participación de las mujeres, tanto manifestándose en las calles como movimiento 
social, así como por el incremento de su representación en los poderes legislativos a 
partir de la sanción del cupo femenino, contribuyó a la ampliación de sus derechos, y en 
una alianza convergente con los movimientos de la disidencia sexual, la consecución de 
derechos humanos fue irradiando también hacia las identidades disidentes a partir de la 
década del 2000.
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Ley N° 23.264 Ley que estableció la Patria Potestad compartida
Ley N° 23.515 Ley de Divorcio
Ley N° 24.012 Ley de Cupo Femenino 
Ley N° 24.417 Protección contra la violencia familiar 
Ley N° 25.087 Ley de tipificación de delitos sexuales
Leyes de 
ampliación de derechos 
entre 1983-1999
En la reapertura democrática se avanzó en la creación de instituciones estatales 
y áreas que buscan garantizar y promover los derechos de las mujeres. Primero 
se creó el Programa de Promoción de la Mujer y la Familia en el Ministerio de 
Salud y Acción Social, que en 1987 se transformó en Subsecretaría de la Mujer, 
liderada por Zita Montes de Oca, de filiación feminista.
Florentina 
Gómez Miranda.
Fuente: Télam
En 1990, bajo el lema “con pocas mujeres en política cambian las mujeres; con muchas 
mujeres en política, cambia la política”, se constituyó la Red de Feministas Políticas, una 
coalición integrada por 15 partidos políticos que tuvo como objetivo impulsar, junto a 
mujeres de la sociedad civil, el cupo femenino.
La multipartidaria feminista estaba conformada por Margarita Malharro de 
Torres, Florentina Gómez Miranda, Norma Allegrone, de la Unión Cívica Radical, 
Juliana Marino, Liliana Gurdulich, Virginia Franganillo, Marcela Durrieu, del 
Partido Justicialista; Ruth Monjardín, del Partido Federal: Matilde Fernández 
de Quarracino, de Democracia Cristiana, entre otras.
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 1.8.1. Las locas de Plaza de Mayo: “un ejemplo de salud mental”
En una columna llamada “El Derecho de Soñar”, Eduardo Galeano se adelantaba 
al año 2000 pensando que: “en Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un 
ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la 
amnesia obligatoria”. En Argentina, la dictadura cívico-eclesiástico-militar cometió 
los crímenes de lesa humanidad más atroces: desaparición forzada de personas, 
tortura, violaciones, partos en cautiverio y un plan sistemático de robo de bebés a 
los cuales les sustrajeron su identidad.
Cuando las madres de las personas desaparecidas12 y las abuelas de estos bebés 
secuestrados comenzaron a ocupar el espacio público portando un “pañuelo blanco” 
en la cabeza, no sabían que éste se convertiría en una insignia de los derechos 
humanos. En efecto, fue durante una peregrinación a la Virgen de Luján en 1977, 
que estas mujeres decidieron cubrirse la cabeza con los pañales de tela de sus hijas 
e hijos, a efecto de distinguirse del resto de los feligreses. Así fue que comenzó 
la lucha de quienes en nuestro país, encarnaron las banderas por “la Memoria, la 
Verdad y la Justicia” y el “Nunca Más”.
Fuentes secundarias de información, indican que las Madres comenzaron a reunirse 
en la Iglesia Stella Maris y que fue Azucena Villaflor quien un día exclamó: “basta, no 
vengamos más acá. Se burlan de nosotras. Vayamos a la Plaza de Mayo y llevémosle 
una carta al presidente”13. Así fue que el sábado 30 de abril de 1977, a pesar del estado 
de sitio decretado -que prohibía manifestaciones y concentraciones de personas en 
las calles- catorce de ellas se reunieron en la Plaza de Mayo a efecto de encontrarse 
con el secretario del vicario castrense 14.
 
12. “Le diré que frente al desaparecido en tanto éste como tal, es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede 
tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo..., está desaparecido”, cita de Videla 
durante una conferencia brindada en 1979. Reproducida por la Agencia Télam, el 17 de mayo de 2013. Recuperado de: 
https://www.lavoz.com.ar/noticias/politica/videla-1979-no-esta-muerto-ni-vivo-esta-desaparecido
13. Giacometti, M. (2016): “La conmovedora historia de las marchas de Madres de Plaza de Mayo en su vuelta 2000”; 
en Infonews, 11 de agosto de 2016. Recuperado de: http://www.infonews.com/nota/300374/la-conmovedora-
historia-de-las-marchas-de
14. El primer grupo de madres estuvoconformado por la mencionada Azucena, Berta Braverman, Haydée García 
Buelas, María Adela Gard, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Felicia Gard , Delicia González, Pepa García de 
Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, Antonia Cisneros, Elida E. de Caimi, Ada Cota Feingenmüller 
de Senar.
El 8 de marzo de 1991 se creó el Consejo Nacional de la Mujer (CNM), 
organismo pionero a nivel nacional que tenía como pilares la jerarquización, 
la transversalidad, el pluralismo ideológico y político, el federalismo y la 
igualdad de oportunidades. Uno de los logros más contundentes del CNM -en 
articulación con la Red de Feministas Políticas- fue la sanción de la Ley de 
Cupo Femenino en 1991.
Franganillo dirigió el CNM hasta antes de la Conferencia Mundial de la Mujer 
en Beijing (1995), cuando renunció por diferencias con el alineamiento que 
había tomado el gobierno argentino con el Vaticano, particularmente por su 
posición conservadora ante los derechos reproductivos. 
Hacia los años 2000, el CNM comenzó a perder relevancia en el organigrama 
gubernamental y dos años después pasó a depender del Consejo de Políticas 
Sociales, bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social. 
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Ese día, el hartazgo que vivía el grupo de Madres las llevó a plantarse 
en la plaza sin moverse. Luego, ante la presión de las fuerzas de 
seguridad que exigieron circular, comenzaron a dar vueltas alrededor 
del monumento a Manuel Belgrano colocado frente a la Casa Rosada. 
Sin haberlo planeado, hacían la primera de muchas marchas, pues poco 
a poco otras madres comenzaron a unirse. El viernes siguiente -desde 
La Plata- apareció una figura muy importante: Hebe de Bonafini. 
Decidieron entonces, que todos los jueves a las 15:30 horas, caminarían 
alrededor de la Pirámide de Mayo.
La historia de las Madres de Plaza de Mayo ha estado marcada por 
momentos de alegría y dolor. Entre los días 8 y 10 de diciembre de 
1977 recibieron un duro golpe, cuando las tres principales fundadoras 
Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce de Bianco, las 
monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y varios activistas 
de derechos humanos fueron secuestrados en la Iglesia de la Santa 
Cruz donde solían reunirse. Esta tragedia, lejos de atemorizarlas 
y vencerlas, las unió y fortaleció. Luego de esto, fueron los viajes al 
extranjero para entrevistarse con gobernantes y sus declaraciones 
en medios internacionales durante el Mundial de 1978, que otorgaron 
visibilidad y legitimidad a su lucha a nivel internacional.
En 1980, las Madres recibieron una donación de la Asociación de 
Mujeres Neerlandesas, que les permitió tener una sede donde 
encontrarse y organizarse. Así fue que a partir de 1981 y en plena 
dictadura, comenzaron a realizar la Marcha de la Resistencia. Durante 
esta manifestación anual de 24 horas de duración, el reclamo por el 
respeto a los Derechos Humanos ocupa el centro político de la ciudad de 
Buenos Aires. Resulta importante mencionar que la Asociación Madres 
de Plaza de Mayo, tomó la decisión de interrumpir la marcha entre el 
26 de enero de 2006 y el 10 de diciembre de 2015 (y nuevamente el 10 
de diciembre de 2019), por considerar que “el enemigo no estaba más 
en la casa de gobierno”. Por el contrario, Madres de Plaza de Mayo, 
Línea Fundadora, ha marchado todos los años.
Madres de Plaza de 
Mayo en una de sus 
tantas marchas. 
Fuente: Archivo Télam.
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En efecto, desde 1986 y a raíz de los testimonios ante la CONADEP, se dio un quiebre entre 
ellas, que originó la división entre Asociación Madres de Plaza de Mayo y Asociación Madres 
de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Dentro del legado de las Madres de Plaza de Mayo, 
podemos mencionar al Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de 
Plaza de Mayo”, fundado en el año 2000, antes llamado “Universidad popular”, que forma 
estudiantes en las carreras de historia, abogacía y trabajo social, así como en la rama de la 
comunicación. Por otro lado, en 2005 se creó una radio llamada “La Voz de las Madres” 
(antes “Radio Madre”), desde la cual se informan las actividades que realiza la asociación. 
Además, todos los lunes desde la sede ubicada en la Plaza del Congreso, se lleva adelante el 
“Mateando con Hebe”; espacio abierto al que concurren personas de todas las edades, que 
se transmite simultáneamente desde su sitio de internet15.
Del conjunto original de las Madres, se había desprendido un grupo que luego conformó la 
Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo. Estas mujeres que también rondaban las periferias 
de la casa de gobierno, reconocieron que requerían de estrategias distintas para recuperar 
a sus nietas y nietos apropiados por las fuerzas represivas. Los casi 500 bebés que fueron 
secuestrados, privados de su identidad y apropiados, constituyeron el motivo de vida de las 
inicialmente llamadas Abuelas Argentinas con Nietitos desaparecidos.
 
15. Para más informacción acceder a: http://madres.org/index.php/mateando-con-hebe/
La historia de estas guerreras irrefrenables se inició a partir de un encuentro entre 
Licha Zubasnabar y Chicha Mariani, en el que advirtieron que -como ellas- había 
otras mujeres en la misma búsqueda. Así fue que a raíz de la visita a la Argentina del 
Secretario de Estado de los Estados Unidos Cyrus Vance, Licha y Chicha se sumaron 
a la acción de las Madres. Ese 22 de octubre de 1977 (hoy considerado “Día Nacional 
de la Identidad” por ser la fecha simbólica de la fundación de esta organización), 
fue la primera vez que estuvieron juntas las doce abuelas precursoras. A partir de 
entonces y a efecto de no ser objeto de sospecha, empezaron a reunirse en cafés e 
iglesias para organizarse y planear la búsqueda de sus nietos.
Es importante resaltar que la mayoría de las Abuelas desconocía el funcionamien-
to de los procedimientos legales e institucionales. Sin embargo, intuitivamente 
desarrollaron un plan de búsqueda: recorrieron casas-cuna y orfelinatos, hicieron 
trámites ante jueces de menores e investigaron casos que ofrecían indicios. Una vez 
que sistematizaron los datos de sus familiares desaparecidos, haciendo énfasis en 
la condición de embarazo de sus hijas o nueras y en la desaparición de sus nietas y 
nietos, acudieron ante instancias y organizaciones nacionales e internacionales, con el 
fin de solicitar ayuda humanitaria.
Pese a sus múltiples intentos, las Abuelas recibieron el rechazo de la Corte Suprema 
de Justicia de la Nación, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) 
y la Cruz Roja. Sumado a lo anterior, la Iglesia Católica les negó reiteradamente la 
asistencia; lo cual -más tarde- las llevó a conocer la complicidad de miembros de 
las cúpulas en la concreción de los crímenes de lesa humanidad. Años después, las 
Abuelas dirigieron una carta a la Conferencia Episcopal, en la cual hicieron saber su 
posición crítica hacia la institución. 
El 18 de noviembre de 1978, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 
(CIDH) resolvió que los hechos por los cuales desapareció Clara Anahí Mariani (nieta 
de Chicha Mariani) constituían “gravísimas violaciones al derecho a la libertad, a la 
seguridad e integridad de la persona y al derecho de protección contra la detención 
arbitraria”. Además, ordenó al gobierno investigar la autoría del crimen, sancionar 
a los responsables y devolver la niña a su familia. Luego, el 6 de septiembre de 
1979 un grupo de expertos de la CIDH, se instaló en la Argentina para investigarlos 
hechos de violación a los derechos humanos. En este punto, el trabajo realizado por 
las Abuelas fue fundamental; aportaron información de 5566 casos, y la CIDH dio 
cuenta de “la desaparición de recién nacidos, infantes y niños”.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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16. Esta idea es ampliamente desarrollada por la socióloga Dora Barrancos, en su libro “Mujeres, entre la casa y la 
plaza” (Editorial Sudamericana, 2012).
El 19 de marzo de 1980 fue un día de festejo: se recuperaron las dos primeras nietas y el 
seguimiento e investigación de este caso permitió la localización de otras niñas y niños. 
Luego, con la asunción del presidente Raúl Alfonsín y la recuperación de la democracia, se 
abrió un complejo panorama de investigación de los crímenes de lesa humanidad cometidos 
durante la dictadura. El enjuiciamiento y la condena de varios integrantes de las juntas 
militares, desataron fuertes presiones y levantamientos de las fuerzas armadas para cerrar 
las investigaciones. Así fue que en 1986 y 1987, el Congreso sancionó las leyes de Punto Final 
y Obediencia Debida, luego de una sublevación militar en el cuartel de Campo de Mayo. 
Las llamadas “Leyes de impunidad” impulsadas por Alfonsín, restringieron la posibilidad de 
perseguir a la mayor parte de los represores; lo cual se agravó en 1989 y 1990, con los indultos 
concedidos por el presidente Carlos Menem a genocidas y represores.
Conocer la larga lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nos permite reflexionar 
sobre distintas cuestiones. En primer lugar, nos permite entender las disputas que 
llevaron a que hoy se reconozca legalmente como derecho, algo tan fundamental como 
es la identidad de una persona. Por otro lado, aporta a reconstruir la historia que durante 
años desvalorizó e invisibilizó las contribuciones de las mujeres en la vida doméstica y 
en el espacio público. Estas “amas de casa” que rompieron con la condición femenina de 
subordinación, demostraron la potencia de la lucha colectiva para transformar la sociedad y 
la política. Las Madres y Abuelas salieron de “la casa a la plaza”16 y, con su accionar, guiaron 
el camino para la construcción de la democracia en Argentina.
 1.8.2. Los Encuentros 
Todos los avances en la conquista de derechos, de impulsar leyes en las cámaras 
y organismos, así como las campañas por los derechos de las mujeres no pueden 
pensarse sin la organización. Con la reapertura democrática se reavivó la participación 
ciudadana-política y el feminismo fue uno de los movimientos que se caracterizó por su 
horizontalidad y diversidad. 
Normativas como la Ley de Cupo Femenino, la Ley de Violencia de Género, programas de 
salud reproductiva, la incorporación en la Constitución Nacional de la Convención Sobre 
la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, según 
sus siglas en inglés) o el reclamo por el derecho al aborto seguro y gratuito son fruto de 
los Encuentros Nacionales de Mujeres.
El primero se realizó en 1986 en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se estima 
que asistieron alrededor de 1.000 mujeres. Los encuentros son autónomos y se 
realizan un fin de semana del año para que pueda asistir la mayor cantidad de 
mujeres. Se definen temas y se realizan talleres en los que prima la interrelación 
de debates teóricos con la experiencia personal. Cada taller nombra a dos o más 
secretarías que registran los debates y opiniones, pero éstos son soberanos y 
no se vota: las conclusiones sintetizan lo debatido en búsqueda de consensos 
que se leen en el acto de cierre. Además, durante la última jornada las mujeres 
realizan una marcha -cada vez más multitudinaria- en la que cantan canciones 
para visibilizar las principales demandas que circulan y son priorizadas en la 
edición de ese año.
Marchas del Encuentro 
Nacional de Mujeres. 
Fuente: Archivo Télam.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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17. Para abordar esta temática con mayor detalle, leer el apartado 1.10. Ni Una Menos.
De “Nacional y de mujeres” a “Plurinacional e Interseccional” 
Desde hace pocos años en Argentina estamos asistiendo a una nueva ola del 
feminismo en la cual se integraron demandas de identidades diversas que 
reconocen la existencia de un sistema económico social que, a través de múltiples 
dispositivos, subyuga, domina, empobrece, discrimina a toda identidad que no 
cumple con los estándares de normalidad que la lógica del capital requiere. El 
patriarcado, puesto en función de la lógica del capital, no sólo es misógino y 
sexista, sino que también es racista, xenófobo, transfóbico, lesbo y homofóbico.
Esta complejidad y diversidad de demandas llevó en el 2019 al Encuentro 
Nacional de Mujeres a reconocer en sus siglas las identidades que desde hace 
unos años comenzaron a participar activamente en los debates de los talleres 
y no necesariamente se identifican con la categoría “mujer”. Con tensiones y 
disputas, este ritual que congregó a mujeres por más de 34 años, ahora propone 
un nombre más amplio: Encuentro Plurinacional, de Mujeres, Lesbianas, Travestis 
y Trans. 
Estos encuentros se desarrollan en sinergia con las movilizaciones del 8 de 
marzo, jornada en la cual cada vez más ciudades del país deciden hacer huelgas 
de tareas en trabajos para visibilizar la necesidad del trabajo, asalariado o no 
asalariado, de las mujeres para el funcionamiento del capital.
Pero quizás la más relevante en términos de masividad sea la movilización de 
#NiUnaMenos, que se realizó por primera vez el 3 de junio de 2015, en reclamo de 
los numerosos femicidios que acontecen en nuestro país. Desde hace cinco años 
que esa jornada de lucha se repite17. 
34° Encuentro 
Plurinacional de 
Mujeres Travestis y 
Trans en La Plata. 
Fuente: Archivo Télam
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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 1.10. Ni Una Menos 
Por María Agustina Díaz, Ana Egido y Josefina Rousseaux
“Basta. Una palabra que surge en miles de gargantas y resuena en miles de cuerpos. Que 
se grita y se murmura y pasa de boca en boca como contraseña. Palabra que se encarna, 
que pone al cuerpo rígido y en estado de pelea, lo pone memorioso y en esa rememoración 
aparecen las capas de violencia atravesadas, las humillaciones y los deseos. Una palabra 
que aterra y convoca, que nos junta, que nos reúne en un grito común. Punto de partida, 
unioncita breve: ahí nos paramos.”
María Pía López, Apuntes para las militancias.
En los últimos años, comenzamos a asistir a la confluencia multicausal 
de distintos fenómenos: la maduración y consolidación de determinadas 
demandas hacia el interior de los feminismos, así como la configuración 
de una nueva etapa de la genealogía feminista latinoamericana, 
caracterizada por nuevos feminismos disidentes, descoloniales, 
antiracistas, antipatriarcales que se pronuncian en contra de las políticas 
neoliberales.
Producto de esos fenómenos, el #NiUnaMenos surgió también como 
una resistencia, como un modo de desentramar el tradicional trata-
miento que los medios de comunicación tienen sobre los femicidios.
El 10 de mayo de 2015 el femicidio de Chiara Pérez, una joven de 14 
años que embarazada, fue asesinada por su novio, desató la bronca y 
conmoción, tanto haciael interior del movimiento feminista como de 
la sociedad en su conjunto. Chiara no fue la primera y tampoco sería la 
última mujer asesinada por la violencia patriarcal, pero había que actuar.
El 26 de marzo de 2015, reunidas en una maratón de lectura contra 
el femicidio en la Plaza Boris Spivacow (Buenos Aires), las mujeres 
convocaron una marcha multitudinaria en Plaza de los Dos Congresos 
para el 3 de junio de ese mismo año.
Las redes sociales funcionaron como un epicentro fundamental para 
la convocatoria, recibiendo adhesión de grupos de familiares de chicas 
asesinadas, colectivos feministas, personas de la cultura y del arte.
La frase: “Ni una menos, ni una muerta más”, surgió en 1995 cuando la 
empleó la poeta mexicana Susana Chávez, defensora por los derechos 
de la mujer en la Ciudad de Juárez. En 2011 y con 36 años unos jóvenes 
alcoholizados la violaron y asfixiaron. Desde ese entonces, la figura del 
femicidio se hizo presente en la sociedad mexicana.
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La primera Marcha de #NiUnaMenos convocó a más de 300.000 personas 
y tuvo adhesiones masivas en distintas localidades del país. Desde ese día se 
hizo visible que el machismo no sólo se lleva mujeres todos los días, sino que 
ejerce cotidianamente la violencia simbólica a través del odio, de impartir 
miedo, vergüenza y desvalorización.
Performance en la marcha 
Ni Una Menos (2017). 
Autor: David Radosta.
En esa marcha, Diana Sacayán levantó un cartel que decía “#NiUnaMenos 
Basta de travesticidios”. En su cuello llevaba el pañuelo verde por la 
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Cuatro 
meses después la hallaron asesinada en su departamento en el barrio de 
Flores tras recibir puñaladas.
Nacida en Tucuman el 31 de diciembre de 1975, Diana era descendiente del 
pueblo diaguita. Se crió y creció en el San Gregorio de Laferrere, donde vive 
más de un tercio de los matanceros. A los 17 años asumió su identidad de 
género y la exclusión la empujó a prostituirse por más de una década. Conoció 
la violencia institucional y, con ella, los calabozos del conurbano.
Diana fundó el Movimiento Antidiscriminatorio por la Liberación (MAL) 
y fue una de las principales impulsoras de la Ley de Identidad de Género que 
rige en Argentina y de la Ley de cupo laboral travesti trans que obliga a que 
el uno por ciento de la administración pública de la provincia de Buenos Aires 
esté conformado por personas travestis y trans. Esta legislación fue aprobada 
en 2015.
Su brutal asesinato conmovió a la comunidad trans en particular como a 
sectores de la sociedad en general. Tres años después, empezó el juicio por 
el travesticidio de Diana Sacayán, en el que se acusó a Gabriel David Moreno, 
por “homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando 
violencia de género, por odio a la identidad de género y con alevosía”.
Por primera vez la Justicia argentina aplicó la figura del crimen de odio 
-travesticidio- al homicidio de una persona travesti trans, incorporando esta 
perspectiva de la violencia por prejuicio en razón de la identidad de género o 
su expresión.
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Cuando yo me vaya
“Cuando yo me vaya no quiero gente de luto. 
Quiero muchos colores, bebidas y abundante comida; Esa que de niñx me hacía falta.
Cuando yo me vaya no aceptaré críticas; 
más razonable y serio sería que me las hagan en vida.
Cuando yo me vaya desearía una montaña de flores… 
Esa que lxs mil amores por los que he sufrido nunca supieron regalarme
Cuando yo me vaya no quiero farsantes en mi despedida; 
quiero a mis travas queridas, a mi barrio lumpen a mis hermanxs de la calle, de la vida y de la lucha..
Cuando yo me vaya sé que en algunas cuantas conciencias habré dejado 
la humilde enseñanza de la resistencia trava, sudaca, originaria
Cuando yo me vaya quiero una despedida sin cruces; todxs saben sobre mi atea militancia
Y sin machos fachos; porque también saben sobre mi pertenencia feminista
Cuando yo me vaya espero haber hecho un pequeño aporte a la lucha
por un mundo sin desigualdad de género ni clase
Cuando yo, esta humilde trava se vaya; No me habré muerto…
Simplemente me iré a besarle los pies a la Pacha Mama”
Amancay Diana Sacayán, domingo 11 de mayo de 2014.
Otra de esas jóvenes comprometidas con el 
feminismo -y la justicia social- como herramienta 
de transformación fue Micaela García. Estudiaba 
educación física, era militante de la Juventud 
Peronista del Movimiento Evita y participaba en 
barrios de vulnerabilidad social de Concepción 
del Uruguay. Las marchas de #NiUnaMenos 
marcaron un hito en el movimiento feminista 
donde todas las mujeres se hermanaron en un 
sólo grito. Muchas jóvenes militaban la causa, y 
Micaela era una de ellas.
En 2017, su femicidio conmocionó al país. Una 
noche en Gualeguay salió como cualquier joven 
de su edad y nunca más regresó. Hoy, tenemos 
una Ley que lleva su nombre y que tiene como 
propósito capacitar a las personas que trabajan 
en el Estado en temas de género y violencia. Pero, 
principalmente, contamos con su legado, ese que 
parece multiplicarse en cada una de las mujeres que 
comparten su lucha. 
Micaela García.
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 Reflexiones finales
Abordar el protagonismo de las mujeres en la historia política nacional no ha sido una tarea 
sencilla y sabemos que sólo hemos cumplido parcialmente con este objetivo. Tras decenas de 
años de ocultamiento e invisibilización, escoger quiénes integrarían este capítulo fue complejo. 
Intentamos que estas líneas rescaten a todas las mujeres argentinas: las indígenas, las 
afrodescendientes, las guerreras, las políticas, las intelectuales, las feministas y que, en todos 
esos semblantes, se manifieste el colectivo que se muestra actualmente como el sector social 
más dinámico y transformador. 
Nos queda la ardua tarea de seguir rescatando biografías, relatos, luchas y conquistas que aún 
desconocemos o no han sido lo suficientemente reivindicadas. Nuestro pequeño aporte es 
contribuir al acto de justicia histórica de hacernos visibles, de revertir la violencia simbólica de 
silenciamiento.
Otra mujer víctima de la violencia patriarcal es Analía De Jesús, 
conocida como “Higui”. El 16 de octubre de 2016, yendo a visitar a 
su hermana en el barrio bonaerense Lomas de Mariló, Higui -que 
actualmente tiene 46 años- fue interceptada por un grupo de varones 
que ya la habían atacado en otras oportunidades por su aspecto 
masculino. La tiraron al piso de una trompada, y uno de ellos le bajó 
los pantalones rompiéndole el bóxer. Higui se defendió clavándole al 
violador un cuchillo que llevaba entre las ropas para defenderse. Los 
hombres comenzaron a darle patadas en el piso, mientras ella protegía 
su cuerpo, recibió golpes en la zona de brazos y hombros, riñones, 
genitales y perineo hasta perder la consciencia. Horas más tarde fue 
despertada por linternas y griteríos policiales. Ninguno quiso 
escuchar que ella se había defendido de una violación. “¿Quién te 
va a querer violar a vos, negra, gorda?”, se burlaban los policías. 
Higui fue enviada a un calabozo de Bella Vista, acusada de homicidio, 
aún sin saber que su agresor estaba muerto. Luego de permanecer 
nueve meses en el Destacamento de San Martín, Higui recuperó su 
libertad, pero se encuentra actualmente a la espera de dar su defensa 
en la justicia. La consigna “Libertad Para Higui” fue fundamental para 
la visibilización de este caso de defensa personal ante agresión e 
intento de violación lesbodiante.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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 7.2.5. Aborto legal seguroy gratuito: una demanda del movimiento feminista 
desde el retorno de la democracia42
 
Pañuelos verdes atados en mochilas de jóvenes viajando en colectivo, flamendo en 
el aire sobre puños en el paro nacional de mujeres, una niña sobre los hombros de su 
madre sujetando un cartel: “la maternidad será deseada o no será”, del otro lado de la 
calle llegan ecos de artistas haciendo una performance “VIVAS NOS QUEREMOS, VIVAS 
NOS QUEREMOS”, cientos de grupos de amigas en estado de vigilia. La madrugada del 
14 de junio de 2018, miles de mujeres asistimos a un acampe colectivo a cielo abierto a 
la espera de la media sanción del proyecto en la Cámara de Diputados. 
Cerca de las 8 de la mañana, se aprobó finalmente la media sanción del proyecto de ley 
con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención y en las calles, una ola verde hizo 
rugir los alrededores del Congreso. 
No obstante, y como se supo de antemano por las expresiones de distintos senadores 
y senadoras, el proyecto fue rechazado al ingresar al Senado: 38 senadores votaron en 
contra y 31 a favor, con dos abstenciones y un ausente.
Si bien para el movimiento feminista representó un golpe duro, debido a que la presencia 
de las mujeres en las calles había enmarcado el triunfo del proyecto de ley y esto no se 
dió, en la apertura de la Asamblea Legislativa de 2020, el presidente Alberto Fernández 
anunció que en diez días enviará al Congreso un proyecto de interrupción legal del 
embarazo- sabemos que hoy estamos recogiendo el fruto de más de 15 años de lucha, 
debate y reflexión.
 
42. Este apartado fue redactado en junio del 2020, meses antes de que la Cámara de Diputados diera media sanción 
al proyecto de ley y que luego el Senado lo sancionara. 
Festejos por la media sanción de la Ley de Interrupción 
voluntaria del embarazo en la Cámara de Diputados. 
Fuente: M.A.f.I.A - Movimiento Argentino de Fotógrafxs 
Independientes Autoconvocadxs.
4C. Política y género en perpectiva histórica y como desafío
Capítulo 7: Democracia, ciudadanía y género
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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Con sus simientes en el XVIII y XIX Encuentro Nacional de Mujeres, realizados en Rosario y 
Mendoza, en los años 2003 y2004, respectivamente, la Campaña Nacional por el Aborto Legal, 
Seguro y Gratuito43 fue lanzada el 28 de junio de 2005 en el Día Internacional de Acción por la 
Salud de las Mujeres.
Bajo la consigna “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal 
para no morir”, grupos de feministas y del movimiento de mujeres, así como también mujeres 
pertenecientes a movimientos políticos y sociales, asumieron el compromiso con la integridad de 
los Derechos Humanos y la defensa “del derecho al aborto como una causa justa para recuperar 
la dignidad de las mujeres y con ellas, la de todos los seres humanos”44.
Si bien no existen cifras oficiales, en Argentina se estima que alrededor de 500.000 mujeres 
recurren cada año al aborto clandestino, mostrando cómo la penalización no impide su práctica, 
sino que la hace peligrosa por la falta de recursos económicos de muchas mujeres. 
El aborto es parte de la cotidianeidad de medio millón de mujeres que año a año desoyen 
mandatos sobre sus cuerpos y sus vidas, trayendo al escenario público un tema crucial: la 
maternidad debe ser voluntaria, deseada, proyectada. Según cifras oficiales las complicaciones 
por abortos inseguros son la principal causa evitable de mortalidad materna en Argentina (más 
adecuado resultaría hablar de muerte de mujeres gestantes pero mantenemos la designación 
muertes maternas al hacer referencia a estadísticas de organismos oficiales).
 
43. Para mayor información sobre la campaña nacional por el derecho al aborto legal seguro y gratuito ingresar a su 
página web: http://www.abortolegal.com.ar/
44. Ibídem.
Festejos por la media sanción de la Ley de Interrupción 
voluntaria del embarazo en la Cámara de Diputados. 
Fuente: M.A.f.I.A - Movimiento Argentino de Fotógrafxs 
Independientes Autoconvocadxs.
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Según datos de la campaña, “desde la recuperación democrática en 
diciembre de 1983 han muerto más 3.000 mujeres como consecuencia 
de abortos inseguros, así se expresa esta gran deuda de la democracia 
que constituye un gravísimo problema de salud pública”. La mayoría de 
las que han muerto eran jóvenes y se encontraban en situación de pobreza, 
lo que evidencia las desigualdades que atraviesa el problema del acceso 
al aborto cuando una mujer decide que no puede seguir adelante con un 
embarazo no deseado. 
La ya restrictiva legislación45 que contempla al aborto no punible para 
determinados casos46 no se termina cumpliendo, esto se ve reflejado en 
los embarazos producto de violaciones a niñas, obstaculizando el derecho 
a decidir de esas niñas y hasta incluso poner en riesgo sus vidas. Esta 
demanda cobró repercusión en Argentina y en la región a través de la 
campaña #NiñasNoMadres. En nuestro país cada tres horas una niña de 10 
a 14 años es forzada a gestar, según un informe de maternidad y paternidad 
adolescente de UNICEF de 2017. Las niñas que cursan embarazos forzados 
sufren dilaciones del Estado, exposiciones mediáticas y riesgos obstétricos. 
La puesta en la escena de la despenalización y legalización del aborto trajo 
al debate la importancia de admitir que no hay una única manera válida de 
enfrentar el dilema ético que supone un embarazo no deseado; reconocer 
la dignidad, la plena autoridad, la capacidad y el derecho de las mujeres 
para resolver estos dilemas y dirigir sus vidas; y aceptar que el derecho a 
decidir sobre el propio cuerpo es un derecho personalísimo ya que éste es 
el primer territorio de ciudadanía de todo ser humano. 
La amplia y diversa alianza federal de mujeres que se viene gestando hace 
décadas en Argentina puede afirmar en el presente la relevancia de la 
consigna “lo personal es político”. Las mujeres sabemos que si existe algo 
traumático en abortar no es el hecho en sí mismo, sino tener que recurrir 
a la clandestinidad y no contar con los recursos necesarios para poder ser 
soberanas de nuestro cuerpo.
Pañuelazo en el Congreso, 19 de febrero de 2020. 
Autor: David Radosta.
 
45. Desde 1922 la legislación argentina penaliza el aborto con ciertas excepciones definidas en el artículo 86 del 
Código Penal. 
46. El aborto no es punible 1. Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este 
peligro no puede ser evitado por otros medios; 2. Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor 
cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser 
requerido para el aborto.
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 7.2.6. Ley de Educación Sexual Integral
La Ley 26.150 o Ley de Educación Sexual Integral (ESI), sancionada el 4 de 
octubre de 2006 y promulgada días después estableceque “todxs los 
educandos tenemos el derecho a recibir educación sexual integral en 
los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada 
de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma 
de Buenos Aires y municipal”. La normativa propone la creación de 
un Programa Nacional de Educación Sexual Integral en el ámbito 
del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, con la finalidad de 
cumplir los lineamientos educativos de las regulaciones nacionales 
e internacionales -que ya fueron mencionadas en el apartado 1 del 
capítulo 2 de este cuadernillos: creación del Programa Nacional de 
Salud Sexual y Procreación responsable (Ley 25.673), la Ratificación de la 
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación 
contra la Mujer (Ley 23.179), la Convención sobre los Derechos de los 
Niños, Niñas y Adolescentes (CDN) y la Convención sobre la Eliminación 
de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Transcurrida más de una década desde la promulgación de la Ley de 
Educación Sexual Integral en Argentina y la redacción consensuada 
de lineamientos curriculares para toda la nación existen estudios que 
indican que si bien se ha avanzado en la institucionalización de la ESI, 
aún falta mucho camino por andar para su efectiva implementación 
en las aulas de todo el país. Una encuesta publicada por Fundación 
Huésped en 2018 reveló que el 96% de los y las docentes y el 50% de 
los y las estudiantes dicen conocer la Ley de Educación Sexual Integral. 
No obstante, el 75% de los y las adolescentes de los dos últimos años 
de la secundaria señala que la escuela no les ofrece temas que sean de 
su interés, entre ellos, los contenidos de educación sexual integral y 
violencia de género (Ministerio de Educación, 2018).
Los objetivos del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, 
aprobado por el Consejo Federal de Educación en mayo de 2008, son: 
• Incorporar la educación sexual integral dentro de las propuestas educativas orientadas a la 
formación armónica equilibrada y permanente de las personas.
• Asegurar la transmisión de conocimientos pertinentes, precisos y confiables actualizados 
sobre los distintos aspectos involucrados en la educación sexual integral.
• Promover actitudes responsables ante la sexualidad.
• Prevenir los problemas relacionados con la salud en general y la salud reproductiva en 
particular.
• Procurar igualdad de trato y oportunidades para mujeres y varones.
La educación sexual integral es un derecho de chicos y chicas de todas 
las escuelas del país, en sus tres niveles: inicial, primaria, secundaria, 
sean instituciones privadas o estatales, confesionales o laicas.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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En el nivel inicial los niños y niñas comienzan a transitar experiencias 
de vínculo con otros diferentes a sus grupos familiares, y a ampliar 
de este modo su horizonte social y cultural para el desarrollo 
pleno de sus subjetividades. En este nivel la ESI promueve hábitos 
de cuidado del cuerpo, el reconocimiento de la intimidad propia y 
ajena, la expresión de los afectos y el respeto por los sentimientos 
y necesidades de los/las otros/as, el desarrollo de las competencias 
y habilidades psicosociales y el desarrollo de comportamientos de 
autoprotección como, por ejemplo, no guardar un secreto que hace 
daño como en los casos de abusos a niños y niñas. La propuesta para 
este nivel también incluye otras formas de pensar la organización de 
los espacios escolares, las relaciones entre niñas y niños, como entre 
adultos y niñas/os, el vínculo entre la escuela y las familias. En este 
aspecto, la ESI fomenta un uso igualitario del aula y del patio entre 
varones y mujeres, así como también de los juegos y juguetes en la 
medida en que considera que no son “exclusivamente de varones” o 
“exclusivamente de mujeres”.
En el nivel primario se introduce el conocimiento de diferentes 
modos de organizar la vida social en distintos contextos y tiempos, 
problematizando los roles de género y las relaciones entre mujeres y 
varones en la organización familiar. Se promueve el reconocimiento 
del cuerpo como totalidad con necesidades de afecto, cuidado 
y valoración, y la relación con el propio cuerpo como dimensión 
significativa en la construcción de la identidad personal. En este 
nivel se sistematizan los conocimientos y las prácticas que hacen al 
cuidado de la salud personal y colectiva, incluyendo la salud sexual 
y reproductiva desde una mirada integral. La propuesta también 
recupera y desarrolla a través de diferentes lenguajes artísticos, la 
expresión sensible y emocional de las/los niñas/os, posibilitando 
el ejercicio de las diversas formas de expresión y comunicación 
“Palabras para infancias libres” 
de Josefina Rousseaux.
Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años.
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de ideas, sentimientos, emociones y sensaciones. En este nivel la ESI requiere 
ser incorporada desde un abordaje integral a las distintas áreas curriculares: 
ciencias sociales, formación ética y ciudadana, ciencias naturales, lengua y 
literatura, educación física y educación artística. También se consideran las 
distintas situaciones de la vida cotidiana escolar como oportunidades para 
trabajar actitudes, prácticas y conocimientos vinculados al marco de los 
derechos humanos como orientación para la convivencia social y el desarrollo de 
competencias vinculadas con la prevención del maltrato infantil, abuso sexual y 
trata de niños/as.
En el nivel secundario la ESI requiere ser trabajada preferentemente desde 
un espacio específico, atendiendo a las inquietudes e intereses propios de 
la edad, y posibilitando de esta manera la participación activa de los y las 
adolescentes. Se fomenta el acceso a información sobre los marcos normativos 
y jurídicos que garantizan sus derechos en general y sus derechos sexuales 
y reproductivos en particular. También a dónde concurrir para proteger sus 
derechos y para poder obtener los recursos que necesitan a fin de ejercer su 
sexualidad con responsabilidad, para prevenir infecciones de transmisión sexual 
VIH/Sida y decidir cuál es el mejor método anticonceptivo. El Programa Nacional 
de Educación Sexual Integral considera necesario en este nivel el fortalecimien-
to de los procesos de construcción de autonomía, que posibilitan el respeto por 
la diversidad de identidades sin prejuicios derivados de la orientación sexual, la 
identidad de género, la apariencia física, las diferencias étnicas, culturales, entre 
otras. Además, el enfoque integral de la ESI incorpora una mirada crítica hacia 
los mensajes de los medios de comunicación, los estereotipos de belleza que 
imponen, y los modelos de varones y mujeres que transmiten. 
Sin dudas la ESI es una herramienta que contribuye a una sociedad más 
igualitaria, a través de la cual se garantizan los derechos de las infancias y 
adolescencias a crecer en libertad y respeto. La ESI ha permitido detectar cien-
tos de casos de situaciones de abuso sexual adolescente, así como también 
fomentar escolaridades más respetuosas de la identidad de género a lo largo y 
a lo ancho de la nación. Sólo a través de infancias libres es que podemos pensar 
una sociedad más democrática, igualitaria y respetuosa con los derechos 
humanos, por eso es urgente continuar con las capacitaciones a docentes y que 
se implemente en cada rincón del país.
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 7.2.7. Feminismo, democracia y participación
En este último capítulo hemos recorrido importantes avances 
normativos e institucionales que garantizan un piso de participación 
e igualdad. Cada uno de esos avances fue impulsado por colectivos de 
mujeres que se organizaron, sentaron posturas

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