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ALCIRA ARGUMEDO
LOS SILENCIOS Y LAS VOCES 
EN AMÉRICA LATINA:
Notas sobre el pensamiento nacional y popular
ED ICIO NES D E L PEN SA M IE N T O N A C IO N A L
 
 
BIBLIOTECA DIGITAL 
 
TEXTOS SOBRE BOLIVIA 
 
SIGLO XXI. ETNICIDAD, ESTADO, CRISIS, NACIÓN, PLURAL Y AUTONÓMICO, 
DERECHO, NACIONALISMO, NACIONALIDAD ÉTNICA, NACIONALIDAD 
MESTIZA Y PLURINACIONALIDAD E IDENTIDAD 
 
FICHA DEL TEXTO 
 
Número de identificación del texto en clasificación Bolivia: 5977 
Número del texto en clasificación por autores: 31671 
Título del libro: Los silencios y las voces en América Latina: Notas sobre el 
pensamiento nacional y popular 
Autor (es): Alcira Argumedo 
Editor: Ediciones del Pensamiento Nacional 
Derechos de autor: ISBN 10: 950-581-802-5; ISBN 13:978-950-581-802-0 
Año: 2006 
Ciudad y País: Buenos Aires – Argentina 
Número total de páginas: 349 
Fuente: https://ebiblioteca.org/?/ver/134030 
Temática: Nacionalismo 
 
Argumedo, A le ira i
Silencios y las voces ele América Latina. Los : notas sobre ei ?
pensamiento nacional y popular.- \'A ec!. 6o reimp. - Buenos Aires : Colihue,;
I 2006. ;I
¡ 336 p. ; 15x22 cm. j
; ISBN 950-581-802-5 ;
I
; ), Historia social I
! CDD 306.9
Diseño de tapa: Ricardo Deambrosi
Ilustración de tapa: Un hombre llorando , acuarela de losé Clemente. Oro zoo.
!a edición / 6:1 reimpresión
© Ediciones del Pensamiento Nacional 
Distribución exclusiva: Ediciones Colihue S.R.L.
Av. Díaz Vélez 5125
(C1405DCG) Buenos Aires - Argentina
www.colihue.com.ar
ecol ihue@col ihue.com. ar
1.5.B.N.-l 0:950-581-802-5
1.5.B.N.-1 3: 978-950-581-802-0
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
IMPRESO EN LA ARGENTINA - PR1NTED IN ARGENTINA
http://www.colihue.com.ar
A l recuerdo de m is com pañeros de las C átedras N acionales: 
Justino O 'Farrel, R oberto y A na M aría Carri, 
G unnar Olsson, E nrique Pécoraro, E duardo Jorge, 
A m elia Podelti, L u is Bocco, C ésar M endieta.
A gradecem os el apoyo brindado para la realización de este trabajo al 
C onsejo N aciona l de Investigaciones C ientíficas y Técnicas, al in stitu to 
Latinoam ericano de E studios Transnacionales, a la U niversidad 
N aciona l del C entro de lá P rovincia de B uenos A ires 
y a la M unicipa lidad de P uerto G eneral San M artín (Santa Fe).
INTRODUCCIÓN
Se cierra un largo ciclo histórico y las incerhcUimbres del po rve­
nir plantean cuestione,s político-culturales de gran envergadura. C ues­
tiones que remiten al alcance del conceplo de lo humano, a los 
valores esenciales, a las raíces sobre las cuales se asientan las p ro­
puestas políticas, económicas y tecnológicas ante ia era que está 
com enzando. No es posible entonces eludir una mirada dura sobre la 
historia y el presente, que parte de preguntas muy simples: ¿se c o n ­
sideran verdaderamente humanos esos seres desposeídos, agraviados 
por el hambre y ia miseria, marginados por ¡as modernizaciones 
sa lvajes? ¿Cuáles son las verdades y los fundamentos inapelables que 
justif ican privilegios desmedidos a! precio de! sufrimiento de miles 
de millones de hombres, mujeres y niños; de más de dos tercios de 
la población del planeta? Así, pensar nuevos caminos en América 
Latina, con la convicción de que todos los que habitan este con t inen ­
te son humanos, significa retomar algunas claves de la historia para 
mirar críticamente’. hacia el futuro. Acercarnos a las fuentes de las 
cuales se nutren las actualizaciones ideológicas y los proyectos po ­
li ¡icos. Apelar a la memoria.
Internarse en las sendas de la memoria — de la memoria colectiva
o individual— es algo que conmociona, que nos hace preguntarnos 
sobre las infinitas combinaciones de azares cuyas redes entre lazan las 
vidas personales con las historias sociales. La historia popular de 
América La i ¡na y nuestra propia historia. Porque ias ideas (pie aquí 
se desarrollan, tienen su origen en una tarea que hace más de veinte 
años iniciamos un grupo de jóvenes militantes y profesores univers i­
tarios, pretendiendo recuperar la potencialidad teórica de concepc io ­
nes que habían impregnado la vida y Sa trayectoria de las clases 
populares latinoamericanas, pero cuya validez conceptual era negada 
en los claustros académicos. Esa peculiar experiencia realizada en ia 
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires 
entre 1968 y 1974 — que los alumnos llamaron Cátedras N aciona­
7
Au/íka Akgumi-do
les— se insertó cu una etapa intensa de! escenario internacional y de 
ja vida política argentina. La guerra de Vietnam golpeaba por en ton­
ces jas conciencias occidentales; amplias fracciones juveniles en. 
Europa criticaban ¡as burocracias dei pensamiento y levantaban la 
cons igna de. la imaginación. Disi i ni os m ovim ien tos po lít icos en 
América Latina horadaban el poder de los sectores privilegiados y los 
intereses imperiales; los negros luchaban por sus derechos civiles en 
los Estados Unidos: en China se desplegaba la Revolución Cultural. 
Los procesos de liberación en el Tercer Mundo y la presencia en los 
foros mlergiibeniamcuíales de las naciones africanas y asiáticas re­
cientemente independí/.a das, promovían una soberanía integra 1 y la 
dignificación de sus ideníidades culturales. Querían construir un or- 
cien mundial equilibrado para revertir los dom inios coloniales y 
neocoloniales, que sistemáticamente drenaban los recursos de Sur hacia 
los países centra les.
Estábamos inmersos en ese espíritu de época, que en ia Argentina 
se. ligaba con. la resistencia peronista contra la proscripción. C on ju ­
gábam os nuestro trabajo en la Universidad con una niiiilancia y un 
aprendizaje extra-universitarios, a partir de fluidas relaciones con g ru ­
pos populares y con muchos de los hombres y mujeres más nobles 
que integraran ese. complejo y dramático movim iento de masas, más 
(arde tan degradado. Fuimos discípulos directos o indirectos de inte­
lectuales com o Raúl Sea labrini Ortiz, Juan José Hernández Arregui, 
Arturo Jaurelche, John William Cookc. Rodolfo Puiggrós,. José María 
Rosa; aprendim os política con dirigentes de Ja talla moral de César 
Marcos, Julio Troxler y tantos más cuadros y activistas. La distancia 
generacional con ellos —-que nos alejaba de los equívocos y conflic­
tos más críticos vividos durante el primer gobierno peronista y su 
derrocam ien to— nos permitió además ser discípulos de otros hombres 
nobles como José Luis Romero y Gregorio Selser, que provenían de 
tradiciones .socialistas enfrentadas al peronismo y alimentaron tam ­
bién nuestra pasión por América Latina, junto a Da re y Ribeiro, Carlos 
Delgado, Augusto Sa lazar Bondi, entre otros intelectuales la tinoam e­
ricanos. Reivindicábamos a ios líderes del Tercer Mundo y de A m é ­
rica Latina que anhelaban un destino diferente para sus pueblos lar­
gamente humillados.
En la vorágine de esos años, cometimos errores y desmesuras. No 
obstante, rescato ante iodo esa indignación por las injusticias, los 
genocidios, la expoliación, impuestos a las mayorías sociales en estos 
territorios; contracara del cinismo “ realista” de Jautos que hoy creen 
estar a la altura de ios nuevos tiempos. Nos seducían las articulacio­
nes de las biografías con los procesos de la historia, ignorando ¡a 
contundencia que tendrían los procesos de ia historia sobre nuestras 
biografías. La. derrota norteamericana en Vietnam, los problemas del
Los Sil.EN'CIOS Y LAS V (X :i;S );N A ,\ h -r ¡í :a L a t i n a
petróleo, el hostigamiento al poder de los ceñiros metropolitanos en 
distintas regiones de Asia, Africa y América Latina, iban a tener 
como respuesta una contraofensiva restauradora que buscará rcordenar 
las hegemonías impugnadas. A! igual que en otros países del cont i­
nente, se implantó en la Argentina una dictadura militar que ejerció 
un terror indiscriminado y aberrante. Cárceles, muertes, desaparic io­
nes, exilios, invadieron nuestra cotidianidad. La represión nos obligó 
a alejarnos unos de. otros; y con muchos de ellos minea más volve­
ríamos a vernos. En papeles amarillentos, en apuntes escondidos, en 
libros o revistas que eludieron ias requisas, en algunos de nosotros, 
perm anecieron sin embargo fas ideas esbozadas.
Estas notas sobre el pensamiento nacional y popular en América 
Latina parten de aquella experiencia. Remarcamos, en particular, su 
continuidad con el artículo '‘Notas sobre el pensamiento nacional” 
publicado por Cum iar Olsson hacia 1970 en la revista A ntropología 
Tercer M undo que, junto a ias lecturas, charlas y reflexiones que 
com partimos en una larga relación, conformaron ¡as bases esenciales 
de 3o que. aquí intentamos delinear. Cuando Gunnar murió en México 
hace ya varios años, se habían ido acumulando diversas anotaciones, 
temas que debíamos investigar, muchas preguntas que quedaron pen­
dientes y ahora retomamos. Las nouts hacen referencia a ideas que. 
requieren una mayor elaboración, a ejes de análisis cuyos rasgos 
finales no están acabados; y antes que un sistema cerrado de propo­
siciones y categorías de análisis, es nuestra intención señalar ciertas 
temáticas que inciten a forzar los límites de los criterios de autoridad 
académicos, de las corrientes de pensamiento oficializadas, de las 
modas intelectuales. Pretendemos articular diferentes aportes y tradi­
ciones que alimentan el pensamiento popular lalinoamericano, para 
establecer los puntos de confluencia y los indicios do una perspectiva 
autónoma en los modos de percibir el mundo. Tratamos de integrar 
formulaciones que provienen de variados campos del conocimiento y 
experiencias polílico-culturales que se procesaron en sucesivas etapas 
históricas.
Se trata de pensar desde un lugar distinto. La propuesta no es 
nueva y de allí la profusión de citas que empleamos, con plena 
conciencia de que toda cita abre un enigma acerca de aquéllo que no 
se ha citado; y (al vez otra cita del mismo autor avale una interpre­
tación diferente. Pero nos interesa marear la persistencia de determ i­
nados valores y aspiraciones, que conforman el original y mu 11 i lacé I ico 
bagaje de las concepciones populares. Las vertebra d o n e s concep tua­
les que fuimos tejiendo han sido procesadas por líderes y pensadores 
de América Latina, dando cuenta de que en las iradiciones de las 
clases subalternas no sólo existen sentimientos o intuiciones, sino 
herramientas de funda mentación capaces de cuestionar muchos de los
supuestos que guían los saberes predominantes en la política y en las 
ciencias sociales. En este sentido, la selección de algunos represen- 
tan Les de esas tradiciones 110 significa en modo alguno desconocer la 
importancia de otros que protagonizaron la larga epopeya la tinoam e­
ricana. Tom ar el pensamiento de Bolívar o Artigas para nada d esm e­
rece a José de San M artín . Por lo dem ás, se. trata de breves 
señalamientos y seguramente —com o suele ocurrir cuando se enfatizan 
los grandes rasgos antes que el análisis sutil— muchas de las afir­
maciones que aquí realizamos podrían acotarse o ser pasibles de otras 
interpretaciones. Empero, creemos más difícil ignorar la presencia de 
determinados idearios que se repiten, del peso de lo cultural en lo 
político, del papel de las identidades en los procesos de Ja historia.
Las ciencias humanas tienen criterios para m edir la relevancia de 
una corriente de ideas; ia rigurosidad y el refinamiento e.n los co n ­
ceptos, la calidad crít ica, la coherencia interna de sus deducciones, 
las citas bibliográficas que muestran erudición. La exposición p eda­
gógica de esas teorías tiende a acompañarse de un distancia miento 
entre los desarrollos conceptuales y los mom entos históricos en los 
cuales se formularon; y también a ocultar los deslices de autores 
consagrados que a veces dicen lo que no se debe. Sin desconocer 
tales criterios, creemos posible incluir otras variables para evaluar 
esa relevancia. Si millones de hombres y mujeres durante generacio­
nes las sintieron com o propias, ordenaron sus vidas alrededor de ellas 
y demasiadas veces encontraron la muerte al defenderlas, esas ideas 
son altam ente relevantes para nosotros, s in im portar el nivel de 
sistematización y rigurosidad expositiva que hayan alcanzado.
Hay un sentido común difundido en las ciencias sociales, según el 
cual determinadas corrientes teóricas son las corrientes teóricas; fuera 
de ellas sólo se dan opacidades, manifestaciones confusas, malas 
copias de los originales. Las vertientes de corte nacional y popular 
en América Latina tradicionalmenle han caído dentro de esta última 
categoría. En la perspectiva oficial de la ciencia, pertenecen a los 
suburbios del pensamiento, donde se procesan eclecticismos viscosos 
e intrascendentes. Por el contrario, nuestro objetivo es reivindicar el 
valor leórico-conceptual de esas vertientes, la existencia de una matriz 
latinoamericana de pensamiento popular, con perfiles autónomos fren­
te a ias principales corrientes de la filosofía y las ciencias humanas. 
Es difícil aceptar en los medios académicos que el,, pensamiento de 
Tupac Amaru tenga una j e ra rq u ía ‘equivalente a la de su con tem po­
ráneo Emmanuel Kanl; que sea posible com parar a Bolívar, Artigas, 
Hidalgo, Moreíos con Hegel; a José Martí y Leandro Alen» con 
W eher. No obstante, en las actuales condiciones mundiales y con t i­
nentales, donde se intenta una vez más imponer el desprecio y la 
m arginación a las capas mayoritarias. el legado de Tupac Amaru y
10
los l íd e re s p o p u la re s la t in o a m e r ic a n o s t ie n e una im p o r ta n c ia 
significa ti va mente m ayor en el trazado de ese futuro distinto para 
América Latina.
En otras etapas de transformaciones internaciona les de magnitud 
equivalente a la actual, existieron en el continente disímiles p royec­
tos para responder a esos cambios que, en ultima instancia, se asen ­
taban en visiones del mundo, en valores y protagonistas claramente 
incompatibles entre sí. La reiteración de esas graneles propuestas en ­
frentadas a lo largo de la vida independiente, indican la fortaleza de 
las tradiciones sociocu llura les, de los espíritus que, mas allá de sus 
modos respectivos de actualización, están en la base de cada una de 
ellas. Y así com o en Inglaterra, a pesar de los cambios y ac tua liza­
ciones, es posible establecer las constantes que ligan en el transcurso 
de dos siglos las ideas de Adam Smith y David Ricardo con los 
proyectos de M argaret Thatclier y el neoliberalismo; un fenómeno 
similar se produce en América Latina con referencia a los patr im o­
nios nacionales y populares, opuestos a los proyectos oligárquicos 
que se articularían con diferentes potencias mundiales.
Cuando señalamos la existencia de esos patrimonios socioculturales 
fundam enta les en América Latina, resaltando los contrastes y con ti­
nuidades, estamos lejos de imaginar bloques compactos, sin matices
o mutuos intercambios. Pero es un contraste imprescindible en tanto 
uno de ellos constituye el modelo racional, legalizado, científico; 
mientras al otro se lo Iva situado históricamente en el espacio de lo 
bastardo. Tam poco ignoramos la riqueza del diálogo de ideas y cu l­
turas, que ha sido y es un proceso cada vez más intenso entre las 
diversas regiones dei mundo, acelerado en las últimas décadas por el 
desarrollo de las com unicaciones y la información. No obstante e! 
diálogo supone interlocutores que se reconocen como tales y no s iem ­
pre es éste el caso en el campo de la política y las ciencias del 
hombre, con respecto a la legitimidad de las vertientes populares 
latinoamericanas.
A partir de estas nociones, en e) primer capítulo se realiza un 
ejercicio de com paración entre la problemática y las ideas rectoras de 
distintos autores occidentales y de sus contem poráneos la tinoam erica­
nos en momentos clave ú t !<■ historia. Tom ando en grandes
trazos las líneas de continuidad y los puntos nodales de coincidencia 
que pueden detectarse entre esos líderes y pensadores de América 
Latina, en elsegundo capítulo elaboramos el concepto de m atrices de 
p ensam ien to teórica-político para señalar los núcleos constitutivos de 
las principales corrientes ideológicas y sus actualizaciones. En el 
tercero analizam os la lógica política y conceptual de las dos matrices 
l iberales y del m arx ism o, in te rrogándonos sobre su v igencia en 
América Latina. En el cuarto, se rastrean las fuentes y el proceso de
11
A!.CIRA A r gUMOIX)
conformación de los patrimonios socioculturales populares, que cons-
l i luyen eí basamento de esa matriz autónoma de pensamiento en 
nuestro continente; en lo.s capítulos cinco y seis, intentamos m arcar 
ciertos rasgos conceptuales que la caracterizan. Desde esta perspec­
tiva, en la segunda parte se analizan determinados nudos p rob lem á­
ticos de la aeíua! situación internacional, que im ponen serias dudas 
acerca de la v ia b i l id a d del c a p i ta l i sm o para g e s ta r p o l í t i c a s 
integradoras de esa parte ampliamente mayoritaria de los habitantes 
de! mundo, en cJ contexto de la crisis del Esle y del Sur, de las 
relaciones entre los nuevos polos de poder y de los impactos de la 
revolución científico-técnica, que están creando una masa humana de 
población excedente absoluta sin precedentes en la historia . F inal­
mente, traíamos de esbozar algunas líneas de reflexión ante estas 
nuevas condiciones mundiales, con el convencimiento de que los 
proyectos, populares de America Latina han de lener una nueva o p o r­
tunidad histórica para la cual es necesario prepararse.
B uenos Aires, octubre de 1992.
PRIMERA PARTE
I
¿DESDE Q UÉ “NO SO TR O S” PENSAR 
LA M ODERNIDAD?
1. La CUESTION D1ÍL “nosotros” latinoamericano
Se .cumplen ya cinco siglos desde que ese navegante v isionario y 
lo /udo arribara a ias costas de nuestro conlinente; personalización de) 
esp ír i tu de su ép o c a , h ijo y p ro tag o n is ta del p r im e r p ro c e so 
civiliza torio de alcance m undial. Y el lugar que pudo confundirse 
coa el Paraíso1 seria escenario de un dilatado drama histórico donde 
se entremezclaron aventureros y esclavos, indígenas y segundones, 
europeos desheredados de disímiles culturas, árabes, japoneses, rusos, 
armenios, judíos, coreanos o chinos. Tierra de dolor y de esperanzas, 
de desorbitadas fusiones genéticas, poca duda cabe acerca de la 
heterogénea com posic ión de una “ identidad la tinoam ericana” propia 
dé estos territorios, unificados originalmente en el proceso traumático 
de la' conquista y la colonización.
El reconocimiento de le heterogeneidad cultural de los sectores 
■ popu lares de A m éric a L a t ina — que resa lta an te !a c r e c ie n te 
homogeneización de sus clases dominantes y las capas medias ac o ­
modadas— surge con liierza com o problemática de las ciencias s o ­
ciales al calor de la “crisis de los paradigmas teóricos” . La em ergen- 
cia de nuevas Cormas de organización y solidaridad; de movim ientos 
sociales reivindicaíivos que desbordan los partidos polít icos; el inc re­
mento de masas marginales y de nuevos com portamientos de d eses­
peración; la persistencia de identidades sociales que ligan el presente 
con varios siglos de memorias culturales, más allá de las caracter ís­
ticas adquiridas en las diversas regiones, dan cuenta de fenómenos 
que no p ueden explica rse in teg ra lm ente desde las concepc iones
\ 1 F lores Ga l i udo, Alberto: B u sca n d o un I n c a : id e n tid a d y u to p ía en lo s A n d e s . La Ha ba na, 
Casa de ias A m e r i ta s , l c)86.
1 5
A l c ir a A r g u m e d o
oficializadas en las ciencias sociales y el análisis político.2
Eií la constitución de la historia como historia universal a partir del 
siglo XVI, el ingreso de las sociedades americanas a la Modernidad iba 
a producir un mapa socio-cultural de características desgarrantes. Eí 
sometimiento, la degradación y !a dramática ruptura de ios equilibrios 
ecológicos y sociales en las grandes culturas sedentarias, redundaron en 
una mortandad cuya magnitud llegó a alarmar a ¡a metrópolis española. 
La persecución y el aniquilamiento de los grupos culturales nómades 
que resistieron al dominio se vincula con la introducción masiva de 
esclavos negros en las regiones aptas para las plantaciones de algodón, 
azúcar y cacao; y a ella se agregarán nuevos contingentes colonizadores 
— principalmente españoles y portugueses, pero asimismo holandeses, 
ingleses y franceses— que habían de transformarse en aristocracias 
espúreas, en oligarquías de turbios abolengos1. Al mestizaje y la 
interpenetración entre estas líneas principales se sumarían más tarde, 
promediando el siglo XIX, nuevas masas de población migrante europea 
y diversos grupos raciales de las regiones de! Este, expulsados de sus 
países por la madurez de la Revolución Industrial o ios conflictos 
políticos y religiosos'1.
En este proceso denso y com plejo , se van conform ando los gran­
des actores del escenario polít ico la tinoam ericano. Será una co e x is ­
tencia conflictiva , de confron tac iones sociales y étnico-eulturalcs, 
donde se producen múltip les intercam bios de s ignificados, s inc re tis ­
mos religiosos, líneas de continuidad de identidades hostigadas, in­
corporación de nuevas creencias y rituales que se yuxtaponen con 
tradiciones ancestrales. Antiguas pautas cotidianas y lingüísticas convi­
ven con la adopción del idioma de las clases privilegiadas de origen 
europeo — ei español o el portugués en las regiones continentales; el 
inglés o el francés en las islas del Caribe— en tanto las formas de 
comunicación popular continúan asentándose en las lenguas originarias, 
que no pudieron ser desplazadas a pesar de quinientos años de predo­
minios europeizantes. Manifestaciones de una resistencia cultural que, 
en el período colonial, se acompañaría de diversas formas de rebeldía 
abierta, insurrecciones y movimientos de protesta ante condiciones de
2 V e g a , Juan E n r iq u e ’. ‘'B u s c a n d o A m é r ica L a t in a ” en D a v id y G o lia th , C L A C S O , N" 
4 7 , a g o s to 1985.
— C ald erón , Fernando: “P e n san d o e sa s c u l tu ra s” , en D a v id y G o lia ih , op. cit.
— A r g u m e d o , Aic ira: “C o n c ie n c ia popular y c o n c i e n c ia en a jen a d a ” , S e m in a r io sobre 
C o m u n ic a c ió n y Cultura Popular , B u e n o s A ires , C L A C S O , 1983.
•’ Mai ia tegui , Josc Carlos: S ie te e n s a y o s d e in te r p r e ta c ió n d e la r e a l id a d p e ru a n a , 
L im a, B ib l io t ec a A m anta . 1967.
4 R ibe iro , D arcy: E í p r o c e s o c iv i l i z a to r io , C aracas . E d ic io n e s d e la B ib l io t ec a de la 
U nivers id ad Central d e V e n e z u e la , 1970.
Los SlLBNCrOS Y LAS VOCIS BN AmíjRICA LaTíNA
expoliación que la.s masas de estos territorios minea aceptaron pasiva­
mente.
Evidencias de la (‘erren decisión de afirmar su dignidad como 
pueblos, como comunidades, como hombres y mujeres, no obstante 
los períodos de aparente sometimiento, cuando el genocidio o la 
derrota obligaban a replegarse hasta recobrar fuerzas o encontrar 
nuevas oportunidades de insurrección. Casi trescientos «ños de levan­
tamientos de las poblaciones autóctonas y de los contingentes negros 
transcurren desde las luchas de Cuauhtémoc en México o M anco Inca 
y Tu pac Amaru en Perú; las guerras de Can poli can y Lautaro en 
Chile; de los guaran íes y charrúas c.n el Río de la P iala; de 
Guaicaipuru en Venezuela; de ios chibchas de Calcará; las rebeliones 
calchaquíes; los mocambos de esclavos cimarrones en Brasil — que 
entre otros, darían origen al legendario Quilombo de Palmares— las 
insurrecciones de ios tarahumaras en Chihuahua, íos tepehuanes en 
Nayarit, el hostigamiento araucano-mapuche o las luchas de Juan 
Santos Atahualpa; que culminarían en los dos grandes movimientos 
precursores de la independencia: el de Tu pac Ama ni II y Tupac 
Catari en el Perú y el liderado porBoukman, Touissant Louverture 
y Jean Jacques Dessalines en Haití. Resistencias y rebeldías que dan 
cuenta de la reivindicación de identidades, de la profunda vocación 
de autonomía y libertad, de la defensa de una condición humana 
negada, de mandatos culturales subterráneos que durante la larga 
etapa de la conquista y la colonización al imentarían las memorias, 
valores y significados de las clases subordinadas de America Latina 
y constituyen el sustrato de una cultura popular heterogénea, de m ú l­
tiples vertientes y amalgamas, que estaba lejos de sentirse expresada 
en las ideas eurocéntricas absorbidas por las capas domina ules de 
origen blanco.
Heterogeneidades sociales y culturales, conformaciones nacionales 
azarosas — estructuradas durante el conflictivo proceso de la indepen­
dencia y las luchas entre los proyectos autonomistas y Jas alternativas 
neocoloniales— diagraman un cuadro de sociedades con gran com ple­
jidad interna y agudas diferencias entre sí, que contrasta con la 
sincronía manifestada por las realidades políticas la tinoamericanas a 
lo largo de su historia. La pluralidad de las experiencias nacionales 
tiende a limitar las generalizaciones que abarcan al conjunto del 
continente. Sin embargo, en tanto conforma un área geopolítica e 
histórico-cultural que ha sido sometida al dominio de diversos p ro ­
yectos hegcmónicos en el curso de estos siglos, en América Latina 
los lincamientos que impulsan los centros de poder dc.í campo in ter­
nacional, vertebrados con sectores locales en cada sociedad, frente a 
las alternativas de corle popular, es tablecerán el contexto más amplio
dentro del cual se han resucito ias contradicciones políticas funda­
mentales de estos países en las distintas coyunturas históricas: desde 
las luchas por 3a emancipación hasta los gobiernos de “segundad 
nacional”, las nuevas realidades democr;.ricas o los retos que presenta 
la actual etapa de cambios civil iza torios en ja escena m undia l5.
Si bien esta problemática de heterogeneidad y sincronía en los fe­
nómenos político-culturales latinoamericanos aparece como un espacio 
de acuerdo en el interior de las ciencias sociales, un eje más c o n ­
flictivo de debate supone afirmar que, a partir de esta originalidad 
histórica, es posible y necesario reconocer la existencia de una matriz 
propia, autónoma, de interpretación de los fenómenos sociales. Un 
paradigma teórico-potítico alternativo, con caracteres peculiares frente a 
¡as corrientes de pensamiento que expresan las distintas vertientes del 
liberalismo, el nacionalismo aristocratizante y el marxismo ortodoxo.
Afirmar la existencia de una m atriz autónom a de p en sa m ien to 
popu lar la tinoam ericano supone interrogarse acerca del potencial teó­
rico inmerso en ias experiencias históricas y en las fuentes culturales 
de las clases sometidas, que constituyen más de la mitad de la 
población del continente, implica reconocer la legitimidad de las 
concepciones y los valores contenidos en las memorias sociales qxie, 
en ei transcurso de cientos de años, fueron procesando h “visión de 
los venc idos”, una visión diferente de la historia iniciada con la Edad 
Moderna europea en los siglos XV y XVI. Conlleva la reivindicación 
de esas otras ideas sobre las cuales se han sustentado distintas e x ­
periencias y movimientos políticos de América Latina6.
Esta matriz autónom a de pensamiento, con valores de orientación 
nacional y popular, expresada en el ensayo político la tinoamericano, 
en la literatura, en los movimientos de masas, en las m anifestaciones 
de resistencia social y cultural, en el legado de ideas de las capas 
mayoritarias, no pretende una autarquía teórica. Por el contrario, su 
sis tem atización requiere elaborar respuestas criticas frente a los pa ra ­
digmas eurocéntricos demostrando el carácter parcial que los im preg­
na, en tanto se revelan incapaces de dar cuenta de la totalidad de los 
fenómenos procesados contemporánea mente en cada mom ento histó­
rico. Los severos contrastes en el desarrollo de cinco siglos de mo-
5 V e g a , Juan Knrique: op. c i t .
— A rg u m ed o , A i c i n i : L o s laberin tos- d e la c r is is (A m é rica L a tin a ; p o d e r ir a n s n a c io n a l 
y c o m u n ic a c io n e s ) , B u e n os Aires, Puntosur/ILET, 1985.
6 Rosa, José Marta: H is to r ia A rg e n tin a , B u en o s A íres , Juan Granda, 1964 .
— R om ero, José Luis: L a tin o a m é r ic a .-s itu a c io n e s e id e o lo g ía s , B uenos Aires , E d ic ion es 
de! Candil, 1967 .
— Calderón, Fernando: "A m érica Latina: identidad y t iem p os m ix t o s ” en D a v id y 
G o lia th N !)52 . sep t iem bre 1987.
1 8
denudad entre los países capital islas centrales y estas latitudes; los 
silencios y la ausencia de nuestro propio drauva en el pensam iento 
clásico de Europa; los relatos que se fundamentan en ópticas lineales 
de progreso y civilización. El explícito o implícito desprecio por los 
“condenados de ia Tierra” perceptible en las matrices dominantes en las 
ciencias sociales y en el pensamiento político del Occidente central, 
plantean a los latinoamericanos la reivindicación de una concepción de) 
mundo asentada en su propia versión de esa historia. Basic recordar 
que, en los mismos anos en que Kant se preguntaba “ ¿Qué es la 
Ilustración?”7 Tupac Amaru moría descuartizado por liderar la rebelión 
indígena que precediera a la independencia de América Latina. Es posible 
interrogarse entonces hasta dónde — siguiendo a Gramsci8— serían “ tra­
ducibles” tales experiencias en su productividad teórica.
AI igual que los representantes más significativos de la academia 
europea de su época, Emmanuel Kant estará fuertemente influido en 
la visión del hombre, americano por las tesis de Buffon y De Pauw, 
y de naturalistas como Johann Friedrich Blum enbach y Eberhard 
Z imm ermann. No obstante haber transcurrido ya más de dos siglos 
desde Ja conquista española y portuguesa del Nuevo Mundo, en .1775 
Kant consideraba que:
El pueblo de los americanos no es susceptible de ninguna 
forma de civilización. No tiene ningún estímulo, pues 
carece de afectos y de pasiones. Los americanos no sienten 
amor, y por eso no son fecundos. Casi no hablan, no se 
hacen caricias, no se preocupan de nada y son perezosos... 
incapaces de gobernarse, están condenados a la extinción.9
Sin duda ignoraba Kant que ya en el siglo I, cuando las tribus 
nómades de sus antepasados germanos se acercaban recién a las costas 
del mar Báltico, más de doscientos años antes de que la presión de 
los hunos los empujara hacía el Imperio Rom ano, algunos integrantes 
de ese pueblo am ericano — como la civilización mochica— habían 
desarrollado una fina artesanía de joyas y orfebrería de oro que,
7 Kant, Bruma miel: “ Q ué e s la I lus tración’* (1 7 8 4 ) , en F ilo so fía de la H is to r ia , M éx ico , 
Fondo d e Cultura E co n ó m ica , 1972,
h G ram sci . A nton io : E l m a te r ia lism o h is tó r ic o y la f i lo s o f ía d e B. C ro c e , B u e n o s A ires , 
Lautaro, 1958.
“Gerbi, A n t o a d l o : L a d is p u ta d e l N u e v o M u n d o : h is to r ia ¿le una p o lé m ic a (1 7 5 0 -1 9 0 0 ) , 
M é x i c o , F on d o de Cultura H conóm ica , 1982,
— Ai be n i , Blas: "La form ación del discurso antropológ ico*’ en R ev is ta d e F ilo so fía 
L a tin o a m e ric a n a y C ie n c ia s S o c ia le s N ,J 13, B u en o s Aires , 1988.
10
A i,cira A rgumbdo
según c) antropólogo Christopher Dormán: “Son simplemente insupe­
rables en 3a exquisita habilidad y virtuosismo técnico de ios artesanos 
que las crearon.,., parte dei trabajo de incrustaciones de mosaico, 
cuentas y oro es tan diminuto que casi se necesitaría una lupa para 
armar eJ diseño... el tesoro moche es comparable a las joyas desen- 
terradas en tumbas cercanas a ia antigua ciudad de Mi cenas en 
Grecia.”50 Cabe recordar que, hacia esa época, también otrascu lluras 
americanas como la maya o ias de Tialntanaco y Teolihuacan, habían 
alcanzado altos niveles de esplendor,
Tales experiencias culturales no estaban présenles en ía problemá­
tica kantiana cuando en 1784 se plantea “ ¿Qué es ía ilustración?”:
La ilustración es la liberación del hombre de su culpable 
incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de 
servirse do su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapa­
cidad es culpable porque su causa no reside en la falta de 
inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí 
mismo de ella si nía tutela de otro... ¡Ten el valor de servirte 
de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración.
La pe re Jen y la cobardía son causa de que una tan gran parte 
de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo, a 
pesar de que hace tiempo ía Naturaleza los liberó de ajena 
tutela (naluraliter majorennes)', también lo son de que se 
haga tan fácil para otros erigirse en tutores. ¡Es tancómodo 
no estar emancipado! '1
Este concepto de la emancipación por la libertad, y en especial 
por “ la libertad de hacer uso público de su razón íntegra mente” , este 
libre pensar del hombre sin tutelas — particularmente sin Ja tutela 
religiosa que es “entre (odas, las más funesta y deshonrosa”-— con­
forma el núcleo central de la filosofía de la historia de Kant, expre­
sado en otros trabajos del mismo año. como “ Idea de una historia 
universal desde el punto de vista cosmopolita” . Miehol Foueault con­
sidera que este texto de Kant coloca las bases de una reflexión 
filosófica sobre una actualidad, como planteo de pertenencia a un 
presente, a “un determinado nosotros, a un nosotros que se enraiza 
en un conjunto cultural característico de su propia actualidad”12. Un 
presente, una actualidad, una contemporaneidad, una modernidad que, 
sin duda, no incluye en ese “nosotros” a una parte significativa del
111 C la rín , 14 de dic iembre de 1988.
M Kant, En)manuel: op. cit.
— Kant. i lm inanu el: "Idea de una historia universa! desde ei punió de v is (a cosm opolita" 
en F ilo so fía da ¡a IJix toria , Buenos Aires, Nova, ¡964 . 
u' I \Hicau| í, Micho!: S a b e r y V erdad. Madrid, !:.du;iones de ia Pique!;), 1985.
2 0
LOS SlLI;NC!OS Y ¡.AS VOCF-S BN AMERICA LATINA
género humano. Por cierto, no ingresan en tai categoría los hombres 
pertenecí en les a la raza americana pues, como volverá a afirmar fía ni 
en un ensayo de 1788, esta raza, por efecto del clima, es “demasiado 
indiferente para realizar una cultura c incapaz de ejercerla, muy por 
debajo de los mismos negros..."15
E x c lu id o de la “ a c t u a l i d a d ” i lu s tra d a de Kan l, pero 
cronológicamente' contemporáneo en la historia, ese pueblo americano 
supuestamente incapaz de forma alguna de civilización, carente de 
afectos y pasiones, protagonizaba el más decisivo leva níamienlo de 
las masas populares de America del Sur —-indígenas, mestizos, ne­
gros liberados, mulatos, zambos, criollos pobres— encabezadas por el 
descendiente del último rey incaico. Tu pac A ni a ni II, y por el cau­
dillo plebeyo Julián Tupac Catari, basta entonces vendedor ambulante 
de coca y bayetas. Durante dos años, ei virreynato del Perú se 
conmociona ante el coraje de hombres y mujeres decididos a recu­
perar su libertad, en una predica contundente contra las castas privi­
legiadas y el imperio Español. La rebelión —que corona un largo 
ciclo de insurrecto 11 es y llegaría a extenderse en distintas zonas de 
3os actuales territorios de Perú, Bolivia, Argentina. Chile, Colombia, 
Ecuador y Venezuela— enfrentó la expoliación porque:
Nos oprimen en los obrajes, cañaverales, cocales, minas y 
cárceles de nuestros pueblos, sin darnos libertad... nos 
recogen como a brutos y ensartados nos entregan a las 
haciendas para labores1'
Cuenta la biografía de José Gabriel Condoreanqui que a su edu­
cación en el Colegio para caciques de San Francisco de Borja en el 
Cuzco, unía contactos con personajes de la Ilustración, en especial, 
con la intelectualidad progresista de Lima influida por las nuevas 
ideas. Conocía de Derecho y algo de latín, hablaba bien la lengua 
española y la quechua. Pero, fundamentalmente, sabía ia historia del 
Tahuantinsuyo relatada por Garcilaso de la V ega’5; integraba el an ­
helo colectivo del retorno a una sociedad equitativa. Compartía los 
sueños y el mito del Inkarri: porque cuando 1a cabeza dc.1 Inca 
vuelva a encontrarse con el cuerpo, terminará el período de desorden
i y oscuridad que iniciaran los europeos, y los hombres andinos recu­
perarán su historia16. En 1572, la última gran resistencia del imperio
B Gerbi, Antoncl lo : op. cit.
11 Lewin, o: La reb e lió n da Tupac A m a n i. Buenos Aires. Haclic lle , J957.
— Vega, Juan José: T u p a cA m a ru . Lima. Distribuidora inca S.A.. 1969.
15 De la Vega. Garcilaso: C om unial io s R ea les de lo s in ca s , Buenos Aires. LMLCL. í 943. 
V-:1® Flores Galindo, Alberto: op. cit.
?A
i u.a,iiw\ / VKO UiVtíiDO
incaico había sido aniquilada, pero no así las identidades .sociales, las 
creencias y lo.s valores que lo sustentaron. Por eso, siglos más tarde, 
resonaban aún esas voces quechuas que frente al cadáver decapitado 
de Tupac Amaru 1 habían gritado: “ volverá algún día el jefe pode­
roso del antiguo tiempo, volverá y entonces no lloraremos más”17.
Utilizando sus conocimientos de Derecho, tres años antes de la 
insurrección — en diciembre de 1777— Tupac Amaru 11 había pre­
sentado en la Audiencia de Lima un escrito reclamando justicia fren­
te a lo.s privilegios mineros que “ conservan la mita para abusar dei 
trabajo de los indios, aunque estos se mueran” . Denunciaba que eran 
explotados “ más que esclavos” .y que muchísimos mineros terminaban 
sus vidas en el “vómito de sangre” : un esfuerzo legalista que resul­
taría inútil. La lucha rebelde se inició en los socavones y se extendió 
a las haciendas; los comuneros y siervos, los campesinos miserables, 
fueron sus bases sociales principales, al lado de mitayos de minas y 
obrajes (donde a veces los niños indígenas eran atados a los telares 
desde los seis años para trabajar sin tregua) de esclavos negros fu­
gados y de grupos de criollos blancos pobres.
En la heterogénea y conflictiva composición social, étnica y cu l­
tural dei vírreynato de! Perú, conformada a través de casi tres siglos 
de dominio español, la rebelión de Tupac Amaru tuvo características 
inlegmdoras. Consciente de que enfrentaba una sociedad radicalmente 
distinta, no cabía ya a finales dei siglo XVIll una mera restauración 
del Tahuantinsuyo y por ello intentaba amalgamar a lo.s criollos, 
negros, mestizos c indios en una sola nación, donde no se excluía a 
nadie por razones de color. En esta confluencia social, Tupac Amaru 
buscó la incorporación de ios criollos hacendados y comerciantes. 
Pero el sentimiento de casia racial predominante en ellos, los aglutinó 
con las capas españolas blancas en una férrea solidaridad anti-indí- 
gena. La influencia de la religión católica fue significativa; en varios 
lugares recibió el apoyo del bajo clero y en bandos y proclamas la 
crítica contra la riqueza, se amparaba en preceptos del cristianismo 
primitivo. Pero estas creencias se entrecruzaban con un renacimiento 
del culto incaico ai Sol: “ Por este Sol, aprended a morir como yo” 
gritó el líder Vilca Apaza antes de que su cuerpo fuera descuartizado 
por cuatro caballos sin que profiriera una sola queja.
Tupac Amaru se proclamaría Inca, Rey del Perú, pretendiendo 
instaurar una sociedad nueva conducida por una monarquía incásica 
capaz de integrar y reconocer con un sentido “ nacional” a las clases, 
castas, culturas y razas que componían la realidad peruana de fines 
del siglo XV1I1. Uníi realidad social donde coexistían “distintas len-
17 Uehagite , Juan Pablo: F ig u ra s ¿le A m é r ic a . Buenos; Aires , Sudamericana. 1943.
2 2
Los S i l e n c io s y l a s V o c e s .e n A m é r i c a L a t i n a
. guiis (castellano, quechua,aimara, cauque, puquina, mochica, etc.), 
•'/distintas razas (blancos, criollos, indios, mestizos, negros y mulatos), 
/distintas costumbres, disiintas artes, distintos temperamentos, distintas 
..^culturas, distintos regímenes económicos según regiones” 18.
Durante ia guerra y la represión que siguió a la derrota, hubo más 
de 100.000 muertos. El encarnizamiento de los vencedores 110 logra­
ría, sin embargo, quebrar la dignidad de su líder. Interrogado bajo 
tortura sobre ios miembros de la conspiración, Tupac. Amaru respon­
dió al visitador Arcche:
Aquí 110 hay sino dos culpables: tú, por oprimir a mi pueblo, 
y yo por querer libera rio... No di rea nadie la verdad aunque 
me saquen la carne a pedazos.. .115
x, :.,Una actualidad diferente a la de Kant donde, por no sentirse 
cóipodo al 110 estar emancipado y buscar la libertad, la condena 
recibida por Tupac Amaru remite más bien a las descripciones pre- 
carcelarias del Miehel Foucault de Vigilar y c a s tig a r0:
Habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar 
estos suplicios hasta en su hijo Hipólito... subió la india 
Micaela al tablado, donde asimismo a presencia del mari­
do, se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció 
infinito porque teniendo el pescuezo delicado no podía el 
torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole 
lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándole 
patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar.
Cerró la función el rebelde José Gabriel a quien se le sacó 
a media plaza; allí le cortó la lengua el verdugo y despojado 
de los grillos y esposas lo pusieron en el suelo; atáronle a 
las manos y pies cuatro lazos y asidos estos a la cincha de 
cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas 
partes; espectáculo que jam ásse había visto en esta ciudad.
No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes o el indio 
en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente 
dividirlo, después de un largo rato lo tuvieron tironeando, 
de modo que lo tenían en el aire, en un estado de que parecía 
una araña. Tanto que el Visitador, movido de compasión,
ts I..CWHJ. Boleshio: op. cit.
— Ve"<i, Jim» José: op. cit.
— 1*1 ores G a lindo , A lburio: op. cit.
Bcga , .luán José: 1d a n .
20 í ’oucaiíU. M ic lieh Vig ila r y cas t igar . M éxico , S ig lo XXI, 1^70,
23
A l o r a A r g u m e d o
poique no padeciese más aquel infeliz, despachó de la 
Compañía (desde donde dirigía la ejecución) una orden, 
mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó.
Después se condujo ei cuerpo debajo de la horca, donde se 
le sacaron los brazos y los pies. Esto mismo se ejecutó con 
la mujer, y a los demás se [es sacaron las cabezas para 
dirigirlas a diversos pueblos..,2’
El contraste entre estas dos experiencias político-culturales tan 
disímiles que se procesan en un mismo tiempo histórico permite 
señalar muy gruesamente cómo, en diversas coyunturas críticas equ i­
valentes a la que en la actualidad estamos transitando, existen inter­
pretaciones teóricas y políticas profundamente diferenciadas, si se 
consideran por un lado las perspectivas de Sos grandes países de 
Occidente, asimiladas por ciertas capas sociales e . .intelectuales de 
América Latina y, por otro, las vertientes que se ligan con ias masas 
populares del continente. En este sentido, consideramos que no ex is­
ten marcos teóricos “ inocentes” en sus consecuencias y vinculacio­
nes políticas. Y de la misma manera que es posible desentrañar estas 
consecuencias y vinculaciones tras la aparento neutralidad científica 
de las distintas corrientes de la filosofía y las ciencias sociales, se 
trata, a la inversa, de recuperar ei potencial teórico autónomo con­
tenido en el pensamiento latinoamericano, que se ha manifestado 
predominantemente bajo la forma de la política: com o propuestas de 
los grandes líderes, como ensayos, como fundamentos de proyectos 
de resistencia o confrontación, como expresión de una trama cultural 
procesada en ei devenir histórico de lo popular en nuestra América.
La fluida articulación de las corrientes liberales, especialmente en 
la versión económica, con ias clases dominantes de América Latina en 
sucesivas formas históricas de expoliación neocolonial. Las m utacio­
nes que sufriera el pensamiento político de influencia rousseauniana 
al ser absorbido por los movimientos independentistas, como en ios 
casos de Artigas y Bolívar, o la incapacidad del marxismo para 
expandirse ideológicamente entre ias grandes masas del continente 
— incluyendo la frustración política de los brillantes aportes de 
M ariá tegui3-— dan cuenta de las dificultades de ‘'traducción” de las 
alternativas europeas a las reivindicaciones populares latinoamerica­
nas. Por el contrario, ios grandes momentos de estructuración de una
Zl L ew in , B oles lao: op. cit.
—- M il lo n es , Luis: “ Soc iedad indígena e ident idad nacional" en Arrospid e de la flor 
y oíros: P erú : id e n tid a d n a c io n a l , Lima. C E D E D , i 979.
n Arico , José: " ¿D esd e qué co n c ep to s pensar América?", con versac ión con W aldo 
Ansa Id i, en D a v id y G o lia t h , C L A C S O . Año X V í, N"49, julio 1986.
24
Los S i l e n c i o s y l a s V o c e s en A m é r ic a L a t in a
concepción autónoma de orientación nacional y popular — con sus 
mui ti pies facetas— se acompañaron de fuertes consensos e intensa mo­
vilización de las mayorías sociales. Capaces de sobrevivir en la memo­
ria colectiva a pesar del hostigamiento o la represión, dan cuenta de la 
existencia de una línea histórica nacional-popular en casi todos nues­
tros países. Línea histórica que recupera las tradiciones culturales po­
pulares, las luchas de emancipación y resistencia, los intentos y aspi­
raciones autonomistas, las identidades sociales y regionales procesándose 
— no sin conflictos— en articulaciones mayores.
Al margen de ios niveles de sistematización teórico-conceptual al­
canzados por las diferentes vertientes de este pensamiento en América 
Latina, es significativa la continuidad histórica y el peso político- 
cultural que exhiben en el presente determinados valores y tradiciones 
populares ligados con las poblaciones originarias y con los mestizajes 
y aportes de los vastos contingentes negros y europeos, que fueron 
poblando estas tierras a partir de la conquista. Desde esos troncos 
originarios, entremezcladas con las posteriores corrientes inmigratorias 
se procesará en sucesivas generaciones la historia social subterránea 
latinoamericana. Donde los hombres y mujeres de esa ‘'América profun­
da”2-1 van transmitiendo a sus hijos y sus nietos, los códigos, los valo­
res, el habla, ias aspiraciones, las otras ideas que se elaboran en el 
imaginario de las clases subordinadas, en debate y confrontación con 
las visiones dei mundo de origen europeo incorporadas por los sectores 
criollos dominantes, por una parte significativa de los estratos medios 
urbanos y por las elites ilustradas de mayor preponderancia en el mundo 
de ía cultura oficial. Procesos que fueron alimentando las identidades 
populares, vertebradas en nuevas realidades nacionales y continentales, 
expresadas políticamente en momentos decisivos como puntos de con­
solidación de voluntades colectivas, en proyectos y liderazgos construi­
dos alrededor de convocatorias para la afirmación de la dignidad nac io­
nal y social.
Desde nuestro punto de vista, las dificultades para l levar la crisis 
de las ciencias sociales latinoamericanas hasta las in terrogaciones 
más sustantivas se ligan, entre otros aspectos, con la tendencia a 
desvincular los desarrollos teóricos de los condicionantes históricos, 
al tiempo que se ignoran, en eí estudio de los pensadores del mundo 
central, las “ vidas para le las” de quienes, en esos mismos momentos, 
pensaban y luchaban en América Latina por construir un mundo 
diferente al que pretendían imponerles las grandes potencias.
25 Kuscli, R odolfo : A m é ric a P ro fu n da ,Buerios Aires , B onum , ¡9 7 5 .
— Kusch, Rodolfo: La sed u cc ió n d e la b a r b a r ie : a n á lis is h e rm en éu tic a d e un 
co n tin en te m e s tizo , Rosario , Fundación Ross . i 987.
25
/-VK<JUM£iDO
Un ejercicio de comparación entre ia problemática y ias princi­
pales líneas de pensamiento de la tinoamericanos y europeos que 
fueron contemporáneos en distintas etapas cruciales de la historia, 
puede dar pistas acerca de las fuentes que han ido conformando esta 
m atriz autónom a nacional-popular en Am érica L a tina , susceptible 
de ser desplegada en sus connotaciones conceptuales como un punto 
de partida en 1a búsqueda de alternativas para ei continente ante ios 
cambios que se están procesando en el campo internacional.”'1
2 . ALGUNAS “ v ijM S p a r a l e l a s ”
a. La emancipación americana y la restauración europea
En el mismo período en que Hegel va madurando su sistema 
filosófico, Simón Bolívar lidera ía epopeya de ía emancipación am e­
ricana. Son dos contemporáneos que piensan ei pasado, el presente 
y el futuro desde latitudes y perspectivas disímiles. Y en. tanto Hegeí 
define a esta parte de América como pueblos sin historia, incapaces 
de contarse entre ios elegidos que aportan al despliegue universal 
del Espíritu ( W eíthistorische Volksgeister), Bolívar junto a Artigas, 
Hidalgo o Moreios, entre otros líderes latinoamericanos, buscaban 
convertirlos en protagonistas de una historia independiente.
Hegel piensa y escribe en el espacio político-cultural de los rei­
nos germanos que aún no lian logrado unificarse como una nación 
y afrontan tos desafíos expansivos de Inglaterra y Francia. Identifi­
cado con los conceptos liberales de ía razón, la libertad, ia ley, es 
consciente de que la A lem ania de su época precisa incorporar en ia 
nueva filosofía el tema de ía guerra y las contradicciones, y una
visión diferente de la misión dei Estado y del progreso25. La m adu­
ración de ía filosofía hegeliana tiene dos grandes momentos, que se
relacionan con la situación política de Alemania y Europa. Y si
hacia 1797 Hegel lamentaba la persistencia de ia fragmentación ale­
mana y del individualismo de sus burgueses, que obstaculizaban la 
unidad nacional -—mientras observa con entusiasmo el poder de 
expansión de la Revolución Francesa a través del Imperio y de 
Napoleón— el romanticismo alemán y el Hegc! de 1820 han vivido 
ya ia experiencia nacional de 1a “ libertad por conquista” que preten­
dían irradiar por Europa los ejércitos napoleónicos.
i4 A rgum edo, Alcira: Un h o r izo n te sin c e r te za s : A m éric a L a tin a an te la R evo lu c ió n 
C ie n tíf ic o -T é cn ic a , B u e n o s Aires , Puntosur , 1987.
— A rgum edo, A!cin¡: L os la b e r in to s de la c r is i s , op. cil.
2S Wtíner, Norbei io: La r e c u p e ra c ió n d e la h is to r ia , B uenos A ires , Cim arrón, 1975.
26
L o s S tU 'N C lO S Y LAS VO CES EN ÁMBSUC'A LATINA
>:i En 1821, el trabajo Líneas fundam entales de la Filosofía del 
D erecho21' consolida sus opiniones crít icas acerca del concepto 
contrácti l lista del Estado, que habría paralizado a los alemanes por 
las dificultades del individualismo para constituirse como un cuerpo 
nacional unificado y democrático. Hegel fundamenta que ia libertad 
individual es realización de una unidad superior al mero accionar 
individualista y, en esa perspectiva, no puede ser el Estado una 
simple derivación de un contrato para la protección de )a vida y la 
propiedad individual, cuando en más de una ocasión crítica — por 
ejemplo, la guerra— el Estado tiene legitimidad para exigir el sacri­
ficio de aquéllo que precisamente, según el planteo contracíualista 
debe garantizar, la propiedad y la vida:-7
El Estado no es un contrato ni su esencia sustancial es la 
defensa y garantía de la vida y la propiedad de los indivi­
duos como personas en forma incondicional; más bien es lo 
más elevado que también pretende esa vida y esa propiedad 
y exige el sacrificio de la misma.,.28
Esta visión del Estado se vertebra, a su vez, con una interpreta­
ción de ia historia; ya que lo concreto de la filosofía del derecho en 
Hegel estriba en la filosofía de la historia. El pensamiento hegeliano 
va a coincidir con Locke en que liberalizar y democratizar a la 
sociedad es otorgarle racionalidad, lo cual significa impedir las inge­
rencias extrañas y coartar los eventuales despotismos mediante la ley, 
ante ja cual lodos los individuos son iguales. Pero esta filosofía del 
derecho es abstracta, en tanto si bien el despliegue del Espíritu 
Universal habilita un avance del conjunto del género humano hacia 
la libertad, tal avance se realiza contradictoriamente, a través de la 
pugna por la hegemonía para determinar quiénes conducen en ese 
camino. El jurado de la historia universal evalúa la capacidad de 
cada pueblo lomado como individuo para constituirse en protagonista, 
marcar el rumbo e imponerlo a los demás en la marcha subterránea 
del Espíritu en pos de la libertad. La historia aparece entonces como 
una lucha entre naciones que mostrará a algunos pueblos en posición 
dominante y a oíros en condiciones subordinadas.
El Espíritu Universal se despliega en un doble movimiento: por 
una parle, el aspecto sincrónico mostrará la existencia de ciertas
-6 Hegel, G.W.F.: L in cas fu n dam en ta lux de /« !■"> lo so fía de! D e re c h o . B uenos Aires, Solar, 
1968.
•' Wij.ner, Norbeito: op. cit.
-s Hegel . G.W.F.: op. cit.
27
A l c ir a A r o u m b d o
configuraciones históricas particulares, irrepetibles, compuestas por 
un conjunto de formas culturales que reciben su significación más 
profunda dei “espíritu” que rige a cada una de ellas. Las costumbres, 
la religión, el derecho, la filosofía, el arte, el comercio tienen como 
base común ese “espíritu” que los colorea. Por otra, una visión 
cliacrónico indica que cada configuración histórica corresponde a un 
pueblo, que es l:i expresión más elevada, en una determinada etapa, 
del desarrollo del Espíritu hacia formas de conciencia que lo van 
acercando, mediante un proceso evolutivo de florecimiento y deca­
dencia de cada uno de esos pueblos pro la gón icos, hacia su realiza­
ción absoluta '9.
Ante la necesidad deí enfrentamiento entre las naciones para el 
despliegue del Espíritu Universal, Hegel reformada la idea del “poder 
federativo” y de la “guerra justa” de Locke en el. concepto de “ de­
recho político externo” otorgando legitimidad a la confrontación por 
el predominio mundial y a la expansión colonial. Hay motivos inter­
nos para que determinadas sociedades se sientan impulsadas a expan­
dir su poder “más allá de sí” ; pero esta expansión conlleva a su vez 
una virtud misionera:
La dialéctica de la sociedad civil, sobre todo de esta 
determinada sociedad, la empu ja más allá de sí, para buscar 
fuera, en otros pueblos que están atrasados respecto a los 
medios que ella posee en exceso, a los consumidores y por 
lo tanto a los medios necesarios para su subsistencia...
El deseo por medio de ese gran intermediario de la unión 
que es el mar, lleva a tierras lejanas en la relaciones 
comerciales, una vinculaciónjurídica que inicia el contrato 
y en la que se encuentra igualmente el más grande medio 
de civilidad, y el comercio adquiere su sentido para la 
historia universal. La ampliación de ese enlace es propor­
cionada por medio de la colonización, a la cual, esporádica 
o .sistemáticamente, es empujada ía sociedad civil adelan­
tada y con la que procura, en parte, el retorno al principio 
familiar a una fracción de la población en un nuevo 
territorio y en parte procura para sí misma una nueva 
necesidad, un nuevo campo para la aplicación continuada 
del trabajo30.
.. Roig. Arturo Andrés: Teoría y c r ít ica d e i p en sa m ien to ¡a tion am erican o . M éxico , 
Fondo de Cultura Económ ica , 1981..
— Dri, Rubcn: R evo lu ció n bu rgu esa y nueva ra c io n a lid a d (S o c ied a d b u rg u esa y razón 
en el jov e n H eg e l)' Buenos Aires , Utopías de) Sur, 1991.
Citado por Wilner, Norberto: op. cit.
Los S u .u n c io s y ¡.as V o c p s iín A m í- r ic a L a t in a
Con esf;i idea de ia filosofía de la historia y dc.I derecho, desde un 
lugar donde se pondera el comportamiento y las potencialidades de los 
distintos pueblos para participar en el devenir del Espíritu Universal, 
Hegel juzga a América Tunda mentándose en las tradiciones anti- 
americanistas europeas que ya habían influido fuertemente en Kan!3':
Los aborígenes americanos son una raza débil en proceso 
de desaparición. Sus rudimentarias civilizaciones tenían 
que desaparecer necesariamente a la llegada de la incom­
parable civilización europea. Y así como su cultura era de 
calidad inferior, así quienes siguieron siendo salvajes ¡o 
fueron en grado sumo: son las muestras más acabadas de !a 
falta de civilización...
A 1 os cu ropeos 1 es toca rá lia ce r í'l o rece r u na nu e va ci v i I i za - 
ción en las tierras conquistadas... Mansedumbre e inercia, 
humildad y rastrera sumisión frente al criollo y más aún 
f re ule a 1 cu ro peo, son el ca rá c t c. r ese n ci a 1 d e los am e r i ta -
uos, y haní falta un buen lapso de Líempo para que el
europeo consiga despertaren ellos un poco de dignidad.”
De esta forma, para Hegel, el desarrollo deí Espíritu Universal 
deja de Jado a América que, junto con África y las islas del Pacífico,
son. pueblos “ natura íes” para quienes la potencia (dynamis) que c.n el
■ hombre de Occidente se transformó en energía creadora, se resuelve 
sin más en impotencia. Incapaces de alcanzar cualquier forma de 
-■civilización, impotentes para ser protagonistas de la historia univer­
sa l , esa parte de. la humanidad se considera no-histórica, porque “ la 
Miwmosine. de ía historia no dispensa su gloria a lo.s indignos”” .
Dentro de los múltiples conflictos e interrogantes que impone la 
independencia latinoamericana; en un mundo signado por el retroceso 
de la Revolución Francesa y por la restauración conservadora euro­
pea, Simón Bolívar formula las coordenadas de una matriz autónoma 
de pensamiento que habría de recuperar los reíalos de resistencias a 
la expoliación colonial. En las cartas, en los análisis políticos, en las 
■. propuestas de articulación continental o en Ja Constitución para Solivia 
se diseñan los ejes que resaltan la originalidad de estas regiones, ios 
valores que han de constituirlas, las bases de una visión democrática,
:?l Gcrbi, Aníonclto: op. cit.
•'“Hegel, G.W.F.: L ecc io n es s ó b r a la F ilo so fía d e la H is to r ia U n iversa l, Madrid. Alianza.
1975.
> 35 Roig. Arturo Andrés: op. c i/.
— Roig. Arturo Andrés: "L! i;iltno; iniciicanismo co m o filosofía.' una búsqueda d e s ú s 
posib les b ises teóricas" (ni i meo).
29
n iA .iR A ARGUMEDO
los lincamientos mas sustantivos de una temática que aún hoy con­
tinúa vigente ante la autonomía inconclusa de América Latina:
Todavía es más difícil presentir la suerte futura dei Nuevo 
Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profeti- , 
7x\r la naturaleza del gobierno que llegará a tener... El Empe­
rador Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquis­
tadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es 
nuestro “contrato social”... (Cartas de Jamaica, 1815)
Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el 
americano deí Norte, que más bien es un compuesto de África 
y de América que una emanación de la Europa... Es imposible 
asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La 
mayor parte dei indígena se ha aniquilado, el europeo se ha 
mezclado con ei americano y con el africano y este se ha 
mezclado con el indio y con el europeo, Nacidos todos del 
seno de una misma madre, nuestros padres diferentes en 
origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visible­
mente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la 
mayor trascendencia...
Para sacar de este caos nuestra naciente República, todas nues­
tras facultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa 
del pueblo en un todo... Unidad, unidad, unidad dete ser nuestra 
divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mez­
clémosla para unirla... (Discurso de Angostura, 1819)3'1.
Sin duda, las claves del pensamiento holivariano se encuentran en 
esa relación pedagógica y de amistad que a lo largo de su vida lo 
uniera con Simón Rodríguez, uno de los intelectuales más lúcidos y 
apasionantes del período. Riguroso autodidacta, conocedor de Spinoza, 
Hobbes, Locke, los Enciclopedistas, Moníesquieu y Rousseau, Simón 
Rodríguez tenía 17 años cuando se le encarga la educación de un 
niño de cinco, huérfano de padre, “un pupilo travieso, voluntarioso e 
insufrible” , según palabras de su maestro anterior. Rodríguez decidió 
poner en práctica un sistema educativo que buscaba conservar al 
discípulo en “ estado de naturaleza” y realizar con él ia difícil ense­
ñanza de “ no enseñar nada'*. Las largas caminatas por el campo, las 
carreras en ei bosque, ias cabalgatas de días y días por las sabanas 
venezolanas, los paseos por el lago de Valencia, reemplazaban al 
encierro en un aula para asimilar los conocimientos. El jinete inean-
Bolívar , Sim ón: E sc r ito s p o lí t ic o s . Madrid. Al ¡¡tuza, 1971.
—- Fiüppi , Alberto: B o lív a r y E u ropa en la s c ró n ica s , d p e n sa m ien to p o l í t ic o y la 
h is to r io g ra f ía , Caracas, Presidencia de ia Repúbl ica, 1988.
30
Los S i l e n c i o s y l a ¿ V o c e s en A m é r ic a L a t i n a
sable, el prolíiico escritor, la capacidad para reformular ideas, para 
concebir la construcción de las nuevas sociedades americanas a partir 
de su especificidad, para asimilar las propuestas más avanzadas del 
..■.'pensamiento universa) sin caer en imitaciones pueriles, tienen su origen 
en ese maestro35:
Las lecciones que me ha dado se han grabado en mi 
corazón; no be podido borrar una sola coma de las instruc­
ciones que me ha regalado; siempre presente a mis ojos 
intelectuales, las he seguido como guías infalibles. Mis 
frutos son suyos36.
La intensa vida de Simón Bolívar, sus triunfos deslumbrantes y el
• dolor agudo de los fracasos; la pasión por construir una gran nación 
americana y la frustración ante ese sueño que se desintegraba mien­
tras la tuberculosis carcomía su propio cuerpo (“ Nadie entendió nada”, 
mascullaba entre la fiebre y el delirio de los últimos días31) reflejan 
la complejidad social y política de América Latina. Su primera etapa 
como líder de 3a república mantuana independiente; las derrotas su­
fridas ante los llaneros de Boves, definidos a favor de España; los 
conflictos con Francisco de Miranda. La influencia ejercida poco 
después sobre él por el presidente negro Alejandro Petión, que en el 
sur de Haití había logrado consolidar una república democrática 
igualitaria, otorgando las tierras de latifundios a los antiguos escla­
vos. La clara conciencia de los costos catastróficos que significaron 
para Venezuela dos años de “guerra a muerte” ; el temor a la desar­
ticulación de las nuevas naciones como consecuencia de la “ guerra 
de colores” . El cambio en ja composición social de sus ejércitos a 
partir de 1816, con la incorporación de negros libertos, mulatos, 
mestizos, zambos y, en especial, de los llaneros que dos años antes 
lo habían derrotado, van transformando las ideas de Bolívar. Y a 
pesar de sus contradicciones, estas experiencias profundizan la con­
vicción de que es necesario reivindicar a las masas oprimidas como 
condición para garantizar la independencia:38
Deseo más que otro alguno ver formar en América la más 
grande nación del mundo, menos porsu extensión y su riqueza, 
que por su libertad y su gloria... (Carlas de Jamaica, 1815)
is Grases, Pedro: Los e sc r ito s de S im ón R o d ríg u ez , Caracas. E d ic iones de la Soc iedad 
Bolívariana de V e n e zu ela , 1953.
)l> Citado por Haiperm Donghi , Tulio: E l e sp e jo de ¡a h is to ria :p r o b le m a s a r g e n tin o s ) ’ 
p e r s p e c t iv a s la tin o a m er ic a n a s , B uenos Aires, Sudamericana, 1987.
,7 García Márquez, Gabriel: E i G enera!en su laberin to , Buenos Aires, Sudamericana, 19B9, 
•AS Bosch . Juan: B o lív a r y la gu erra s o c ia l , Buenos Aires , Jorge Áivarez, 1966.
31
A l c ik a A r g u m e d o
Sólo la democracia, en mí concepto, es susceptible de una 
absoluta libertad; pero ¿cuál es eí gobierno democrático 
que ha reunido a un tiempo poder, prosperidad y permanen­
cia?... A pesar de tan eme Ies reflexiones, yo me siento 
arrebatado de gozo por los grandes pasos que ha dado 
nuestra República al entraren su noble carrera... Al sepa­
rarse de la nación española lia recobrado.su Independencia, 
su Libertad, su Igualdad y su Soberanía Nacional... (Dis­
curso de Angostura, 1819)
Se han establecido las garantías más perfectas: la libertad 
civil en la verdadera libertad... se ha garantizado la .segu­
ridad personal... En cuanto a la propiedad, ella depende del 
código civil que vuestra sabiduría debiera componer luego 
para la dicha de vuestros conciudadanos. He conservado 
intacía la ley de las leyes --—la igualdad— sin ella perecen 
todas las garantías... A sus pies he puesto, cubierta de 
humillación, a la infame esclavitud.,.
Este rasgo probará que vosotros erais acreedores de obtener 
Sa gran bendición del cielo -—la soberanía del p u e b l o - 
única autoridad legítima de las naciones... (Discurso ante 
el Congreso Constituyente de Bolivia, 1826) ^
La crisis de la emancipación lia hecho aflorar las aspiraciones de 
autonomía de las capas criollas acomodadas; pero también pone en 
cuestión las bases dei poder económico y social, del verdadero s is ­
tema de castas .sobre ei cual se asentaban tanto el poder colonial 
como los privilegios de las clases nativas de origen blanco. La masiva 
incorporación de los sectores populares cu las guerras independentistas 
abre ias compuertas para la expresión de sus propias demandas. Bo­
lívar va a hacer un intento desesperado por conciliar esas grandes 
corrientes antagónicas, ante el proceso de atomización continental 
que se va imponiendo luego de alcanzada la independencia. Para 
atraer a las oligarquías criollas, hará concesiones aristocratizantes; 
pero no menos intensa es su convicción de abolir la esclavitud, de 
incorporar a los estratos indígenas, negros y mestizos en un nuevo 
ordenamiento social que les garantice “ la ley de las leyes, la igual­
dad” .
— Halperin Donghi , Tu lio: H istoria c on tem porán ea d e A m éric a L a tin a . Madrid, 
Alianza, 1969.
— Mijares. Augusto: La evo luc ión p o l í t i c a d e Venezuela 1S10 - 1960 . Buenos Aires, 
EUDIIBA. 1967.
,0 Bolívar , Sim ón: op. cit.
32
í .OS S i l . ) 'N a o s Y 5../\S Voc.'f.-S l:N AmF-KÍCA ¡A T INA
El proyecto de educación popular que hacia 1824 intentará im ­
plantar Simón Rodríguez en Chuquisaca a instancias de Bolívar, se 
insería en esta idea de dignificación de los sectores más desprotegidos. 
De acuerdo con el decreto bolivariano, los niños pobres de ambos 
sexos — los “ chicos de la calle” de esa etapa— debían ser incorpo­
rados:
No cu casas de Misericordia a hilar por cuenta del Estado; 
no en Conventos a rogara Dios por sus bienhechores; no en 
Cárceles a purgar la miseria o los vicios de sus padres; no 
en Hospicios a pasar sus primeros años aprendiendo a 
servir, para merecerla preferencia de ser vendidos a ios que 
buscan criados fieles o esposas inocentes.. .10
Los alumnos iban a recibir una adecuada instrucción y aprender 
un oficio. A determinada edad, se les debían otorgar tierras y auxi­
liarlos para su establecimiento a fin de colonizar el país con su 
propia genio. También se daba oficio a las mujeres “para que no se 
prostituyeran por necesidad ni hiciesen del matrimonio una especula­
ción para asegurar su subsistencia”'’1.
Consciente del carácter devastador del período colonia! para Am é­
rica, Bolívar evoca en el Perú la historia de Gareilaso de la Vega y 
■la destrucción de las Indias de Bartolomé de las C asas’l Y si bien 
es posible que tales textos tuvieran un significado más profundo para 
las masas indígenas'0, la reivindicación de esos patrimonios y esas 
culturas implicaba c.1 reconocimiento del carácter verdaderamente 
hit nía no de aquéllos a quienes más legítimamente les pertenecían; 
algo que entre los sectores privilegiados no iba a .ser fácilmente 
aceptado. Porque los herederos criollos de la “gente de razón” que 
había sustentado al imperio hispánico no estaban dispuestos a consi­
derar como iguales a los indios, negros, mestizos, mulatos; a esos 
ámenles <1 quienes Bolívar pretendía integrar en la nación americana. 
Por ello, más allá de los errores que hubiera cometido, la decisión 
de otorgarles su dignidad, de incorporarlos como ciudadanos plenos
Ul Rodríguez. S im ón: D efen sa de B o lív a r (E l L ib e r ta d o r de l M ed io d ía de A m é ric a y su s 
co m p a ñ ero s d e a rm a s de fen d id o s-p o r un a m ig o d e la cau sa s o c ia l Caracas. Imprenta 
Bolívar. I916.
; —-Rodrigue?,. S im ón: S o c ie d a d e s A m eric a n a s en I82H (C óm o serán y có m o p o d r á n s e r 
en lo s s ig lo s v en id e ro s ), Lima. 3 842.
'1I Rodríguez, Sim ón: D efen sa d e B o lív a r , op. cit.
;" n De ia Vega, Gareilaso: op. cit.
— De las Casas, Ra rtolomc: B rev ísim a relac ión d e ¡a d e stru c c ió n de la s I n d ia s , Buenos 
Aires, E U D E B A . 1966.
Flores Gal indo, Alberto: op. cit.
33
«va .-utUUMEDO
en una nueva etapa de ia historia, está en ia base de ias calumnias7 
y del repudio de las clases oligárquicas hacia el libertador1̂.
Sobre estos núcleos fundamentales que hacen ai alcance de ia. 
“ ley de las leyes” , a ias definiciones acerca de quiénes son los 
integralmente humanos y ai sentido de la soberanía nacional y pop’u- 
lar, en el período de ía independencia comienzan a delinearse, cada 
vez con mayor fuerza, las concepciones y los proyectos' que van a. 
signar ios antagonismos más decisivos de la historia política latinoa­
mericana hasta nuestros días.
En México, luego de u n ’ primer enfrentamiento entre ias elites 
crio (las y ias fuerzas coloniales, que en 1808 se definiría a favor de 
estas últimas, ias nuevas voces de la insurgencia van a ser protago­
nizadas por los campesinos y los trabajadores mineros, liderados por 
e! cura Miguel Hidalgo y más larde por José María Moreios. El grito 
de Dolores pronunciado por Hidalgo en sepüempre de IB 10, convo­
caba a luchar por la independencia en nombre del rey y la virgen 
indígena de Guadalupe. La inmediata radicaüzación del movimiento 
llevaría a ios criollos ricos a establecer una alianza con ios penin­
sulares para defender sus privilegios amenazados. Entre las primeras 
medidas, Hidalgo decreta la abolición de ía esclavitud, ¡a extinción 
del tributo de lo.s indios y ía devolución de las tierras a las comu­
nidades indianas que habían sido despojadas por los terratenientes 
criollos y españoles.
Derrotada en pocos meses, tras la captura y el fusilamiento de 
Hidalgo en julio de 1811, el eje de ía revolución se trasladaría hacia 
el sur, encabezada por su antiguo alumno del seminario, José María 
Moreios. El nuevo líder incluye en su programa la independencia 
bajo la forma republicana de gobierno; la supresión de ias diferencias 
de castas en nombre de la igualdad y ía división de las grandes 
propiedades rurales que se habían ido apoderando de ias tierras co­
munales y los cultivos de subsistencia. Las propuestas de Moreios se 
asientan predominantemente en las demandas y aspiraciones de las 
clases sojuzgadas — que ya “no se nombran en calidades de indios, 
mulatos ni castas, sino todos generalmente americanos”-— en !a r e ­
cuperación de las tradiciones comunitarias y populares y en la reivin­
dicación de su dignidad.
Estos postulados se articulan fluidamente con ias versiones cristia­
nas del bajo clero en AméricaLatina. Ya que, al igual que en otras 
regiones, se harán evidentes en México ias contradicciones entre las 
dos grandes interpretaciones del catolicismo que se instauran en el
'1,t Rodríguez. Si ilion: Defensa de Bolívar, op. cit.
3 4
LO S SíLL-NClOS Y l.AS V oC íiS EN AMÉRICA. L A T ÍN A
continente desde la conquista. Por una parte, los se d a res eclesiásticos 
ligados con el planteo de “ ia cruz y la espada” , con una guerra de 
culturas que conserva el espíritu de las cruzadas y de las luchas 
contra turcos, moros y judíos. A esta corriente la expresan un Ginés 
rf'de Sepúlveda o un López de Gomara, enardeciendo la misión civi­
l iz a d o ra hispánica en el Nuevo Mundo. Pero también la reforma del 
velero regular iniciada por el Cardenal Cisueros en la España de los 
Reyes Católicos, permite eí desarrollo de órdenes religiosas sustenta­
bas en la idea de que monjes y eclesiásticos debían imitar la pobreza 
de Cristo: hombres pobres habían sido los fundadores de la Iglesia y 
a ellos era preciso retornar. El pobre fue así exaltado como modelo 
; de cristiano y no meramente como tema de oración o como receptor 
de las limosnas que se daban para ganar indulgencias'15.
Durante el siglo XVI, la orden de los franciscanos — que por 
entonces era la más numerosa en los nuevos territorios— intentará, 
junto a monjes y sacerdotes de otras órdenes o del clero regular, una 
relación distinta con loa pobladores autóctonos; porque aproximarse 
al indio significaba aproximarse al pobre. La dura crítica de Bartolomé 
de las Casas se engarza en estas vertientes que, con una actitud 
diferente, permitirían ir procesando el sincretismo entre las creencias 
tradicionales y las representaciones cristianas. Para ellos, la religión 
no era dogmática e intolerante. En la perspectiva de las culturas 
autóctonas, se volvía compatible con una visión politeísta que -fundirá 
las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos con las antiguas 
.divinidades: Cristo-pobre, Cristo-indio, la Virgen de Guadalupe, las
vírgenes morenas y negras, los santos protectores de ios débiles, van 
a ser algunas resultantes de estas fusiones'16. También los lincamientos 
comunitarios del cristianismo primitivo se engarzan con las tradicio­
nes sociales americanas y van gestando reformulaciones culturales 
que, en muchos casos, tendrán como “ intelectuales orgánicos” a los 
sacerdotes populares.
Estas líneas fundantes de la presencia católica en Am érica Latina 
van a desarrollarse conflictivamente a lo largo de. los cinco siglos 
posteriores. Durante la emancipación, la figura de Hidalgo, la forma­
ción seminarista de More)os o los aportes de Fray Servando Teresa 
de Míer, expresan las vertientes del catolicismo popular americano y 
recuperan las críticas (razadas por Las Casas, que los enfrentan a los 
eclesiásticos vinculados con la Inquisición y el orden colonial. El 
“Catecismo Real” redactado por el arzobispo de Cluiquisaca en 1784, 
dividía al mundo en dos: los destinados a la salvación y los conde­
nados, los cristianos y los bárbaros, los que aceptaban el sagrado
15 Flores Gfliirido. Alberto: op. cit.
'■ Flores GaJindo, Alberto: op. ci¡.
35
Al.OKA Archjmiiix)
orden colonial y los que osaban rebelarse. Para estos últimos, sólo 
quedaba una solución:
La cárcel pues, el destierro, el presidio, los azotes, la 
confiscación, el fuego, el cadalso, el cuchillo, la mu críe, 
son penas justamente establecidas contra el vasallo inobc- 
dienle, díscolo, tumultuario, sedicioso, infiel y traidor al 
rey.'17
En el otro polo, Fray Servando Teresa de Mier denuncia en su 
“ Caria de un americano ai españoi” IK de 1811, que los Inquisidores 
de México consideran una herejía la soberanía del pueblo; que en 
1810 el Obispo de Valladolid “ no sólo ha declarado a sus ovejas y 
pastores excomulgados vitandos por la insurrección, sino que en 
Pastoral del 8 de octubre la califica de manifiesto y notoriamente 
herética” . Pero no se trata sólo de un problema religioso; en la base 
de. las diferentes posiciones está la cuestión del alcance terrenal de 
la definición de lo humano:
En el tiempo que se están ardiendo de un polo al otro por 
sus derechos para encenderlas más, han sido privados de los 
de ciudadano 8 a 10 millones de sus habitantes. ¿Por que?
Porque tienen una gola desangre africana ahogada en un río 
de sangre española. Como si hubiese español, incluso 
Fernando VII, que pudiese probar que no desciende de los 
africanos cartagineses o sarracenos, que dominaron la 
península once siglos; o comosi fuese mejor que la africana 
la sangre de los Suevos, Vándalos, Alanés, Godos y oíros 
bárbaros de! Norte, progenitores de los españoles y tan 
ilustres como los indios...
Tal es el art. 25 en que se suspenden los derechos de. 
ciudadano por el estado de sirvientes a soldada de otros; con 
lo que si no quedamos sin criados, quedan fuera de cuento 
no sólo las castas sino la mayor parte de los indios que, 
privados por los conquistadores de sus tierras, las cultivan 
para sus robadores. '19
Los principales factores del poder realista, la jerarquía eclesiástica 
y ias clases criollas privilegiadas, lograrán finalmente imponerse en
lr Xevnllos, Noc: T o rib io R o drígu ez d e M en doza o la s e ta p a s d e un d if íc il itin e ra r io 
e s p ir i tu a l . Lima. Bruño, (c itado por Plores Galindo. op. c il.).
,s Mier, Fray Servando Teresa de: Carla de un am ericano al español sohre su número X IX de! 11 
de noviem bre de 1811 . íxmdrcs. Impreso por W. Ixvvis. 2. Paternóster Rovv, 1811.
J<> Idem .
36
L c « StLTiNCIOS y l.AS V oC I-S EN A M ÜRICA L ATI NA
18.15 sobre las fuerais militares de More ios. El orden económico y 
social de la independencia, consolidado poco después a través del 
Plan de Iguala, estallaría en profundidad recién un siglo más tarde 
luego de la dificultosa estructuración de la nación mexicana, grave­
mente hostigada por los Estados Unidos y Francia50.
Durante esos mismos a ños, en la banda oriental del Río de la
■ Plata el movimiento artiguista será ia expresión más claramente 
popular de las políticas que inicialmenle promueven el proceso de 
emancipación. Ai calor del levantamiento rural encabezado por Josc. 
Gervasio de Artigas, se irán formulando en los años que corren entre 
1810 y 1820 ios lincamientos de una concepción democrática conce­
bida como el sustento social de la independencia. Las reivindicacio­
nes que encarna este proyecto emanan de las masas de indios, m es­
tizos, mulatos, negros y una minoría de patriotas blancos que com ­
ponen sus lilas. Durante eí éxodo del pueblo oriental en 1811. acom ­
pañan a Artigas hasta c.1 Ayuí, en ia provincia de Entre Ríos, cerca 
de 1.6.000 hombres, mujeres y niños dispuestos a defender su liber­
tad: “yo llegaré a mi destino con este pueblo de héroes.. .” afirma 
Artigas en su retirada, mientras ei propio gobierno español de ¡;¡ 
ciudad de Montevideo evalúa por entonces que la población de la 
Banda Oriental ha quedado reducida a menos de la quinta parle 
como consecuencia del éxodo5’.
Artigas supo interpretar los rasgos más profundos de la cultura y 
las aspiraciones de esa compleja sociedad rural:
La convivencia con ios hombres sueltos de ios campos, 
changadores, vaqueros, tapes c indios, le habían nutrido del 
imponderable saber de los baqueanos... Supo descubrir, 
además, en el abigarrado cuadro étnico y social de aquella 
vasta área su secreta urdimbre... Aprehendió la singular 
escala de valores y coordenadas espirituales de aquel 
mundo tumultuario: la ética gaucha de la libertad como 
dato inmediato de la conciencia... fundada en la írrcstricía 
condición igualitaria de aquellos para quienes “ naides era
Halperin Donghi , Tullo: H is to r ia con tem porán ea de A m érica Latina, op. cit.
— Ricamte Soler: Idea y cu estió n n a c io n a l la tin o a m erica n a : d e la In d ep en d en cia a la 
em ergen cia d e l im p e r ia lism o . M éxico . S ig lo XXI. 1986.
-— Morsc. Richard: El e sp e jo d e

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