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de identificación únicas de sudor denominadas huellas dactilares en casi cualquier cosa que tocan. La capa reticular es la capa cutánea más pro- funda. Contiene vasos sanguíneos, glándulas sudorípa- ras y oleosas y profundos receptores de presión deno- minados corpúsculos de Pacini (véase la Figura 4.4). Los fagocitos de esta zona (y, en realidad, de toda la dermis) actúan para evitar que las bacterias que hayan entrado a través de la epidermis penetren más en el or- ganismo. Tanto el colágeno como las fibras elásticas se en- cuentran en toda la dermis. Las fibras de colágeno son responsables de la resistencia de la dermis; también atraen y fijan el agua y, así, ayudan a mantener la piel hidratada. Las fibras elásticas proporcionan a la piel su elasticidad durante la juventud. A medida que envejece- mos, el número de fibras de colágeno y fibras elásticas disminuye, y el tejido subcutáneo pierde grasa. En con- secuencia, la piel pierde su elasticidad y comienza a arrugarse y ponerse flácida. La dermis recibe un abundante suministro de los vasos sanguíneos, que desempeñan una importante función en el mantenimiento de la temperatura corpo- ral (homeostasis). Cuando la temperatura corporal es elevada, los capilares de la dermis se dilatan, o hin- chan, con la sangre caliente, y la piel se enrojece y se calienta. Esto permite que se irradie el calor corporal de la superficie de la piel. Si el entorno es frío y debe conservarse el calor corporal, la sangre atraviesa los capilares dérmicos temporalmente, lo que permite que la temperatura corporal interna permanezca ele- vada. DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO Cualquier restricción del suministro sanguíneo normal a la piel produce la muerte celular y, si es intenso o se prolonga lo suficiente, úlceras cutáneas. Las úlceras por presión (escaras) se producen en los pacientes encamados que no pueden girarse con regularidad o a los que se les arrastra por la cama o se les empuja contra ésta repetida- mente. El peso del cuerpo presiona la piel, especialmente en las proyecciones óseas. Puesto que esta presión restringe el suministro sanguíneo, la piel se vuelve pálida o se blanquea en los puntos de presión. Al principio, la piel se enrojece cuando se libera la presión, pero si la posición no es correcta, las células empiezan a morir, y aparecen pequeñas grietas o roturas en los puntos de compresión de la piel. Los daños permanentes en los vasos sanguíneos superficiales y el te- jido acaba produciendo la degeneración y ulceración de la piel (Figura 4.5). ▲ La dermis también cuenta con un rico suministro ner- vioso. Como hemos mencionado anteriormente, muchas de las terminaciones nerviosas disponen de corpúsculos de receptores especializados que envían mensajes al sis- tema nervioso central para su interpretación cuando reci- ben el estímulo de determinados factores ambientales (presión, temperatura, etc.). Dichos receptores cutáneos se explican con más detalle en el Capítulo 7. El color de la piel Hay tres pigmentos que contribuyen al color de la piel: 1. La cantidad y el tipo (amarillo, marrón rojizo o ne- gro) de melanina de la epidermis. 2. La cantidad de caroteno depositada en el estrato córneo y el tejido subcutáneo (el caroteno es un pigmento amarillo anaranjado muy abundante en las zanahorias y otras verduras de color naranja, amarillo oscuro o verde oscuro). La piel tiende a ad- quirir un matiz amarillo anaranjado cuando la per- sona ingiere una gran cantidad de alimentos ricos en caroteno. 3. La cantidad de hemoglobina rica en oxígeno (pig- mento de los glóbulos rojos) en los vasos sanguí- neos de la dermis. Las personas que producen mucha melanina tienen la piel de un tono marrón. En las personas con la piel clara (caucasianas), que tienen menos melanina, el color car- mesí de la hemoglobina rica en oxígeno del suministro sanguíneo de la dermis resplandece a través de las ca- pas celulares transparentes superiores y proporciona a la piel un brillo rosáceo. DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO Cuando la hemoglobina no está bien oxigenada, tanto la sangre como la piel de los caucasianos se tornan de 118 Anatomía y Fisiología Humana 4 F I G U R A 4 . 5 Fotografía de una úlcera por presión profunda (fase III).
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