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Cap 2 El yo en el mundo social

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Resumen capítulo 2: el yo en el mundo social.
El entorno social afecta la conciencia de sí mismo: dentro de nuestra cultura nos damos cuenta de cómo los demás (con otra cultura, raza o sexo), difieren de nosotros y cómo los demás reaccionan a nuestra diferencia.
La opinión de si mismo influye en el juicio social: ante problemas, tendemos a atribuir la responsabilidad a los demás, no a nosotros mismos. Cuando las cosas van bien, nos atribuimos el éxito, restándoles mérito a los demás.
El interés por si mismo influye en el comportamiento social: nos preocupamos de nuestra propia imagen, lo que define gran parte de nuestro comportamiento, el cual se va acomodando de acuerdo a las expectativas de los demás. 
El intercambio entre el yo y la sociedad se establece en ambos sentidos; la propia percepción afecta nuestra interpretación, los recuerdos y la reacción ante los demás, a su vez, los demás influyen en la propia percepción. 
La percepción de nosotros mismos organiza nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, 2 conceptos importantes:
· Autoconcepto: cómo llegamos a conocernos a nosotros mismos
· Yo en acción: cómo nuestra percepción del yo dirige nuestras actitudes y acciones.
AUTOCONCEPTO: ¿QUIÉN SOY YO?
Autoconcepto es la respuesta que una persona da a la pregunta ¿quién soy yo? Los elementos del Autoconcepto y las propias creencias por las cuales uno se define son los esquemas de si mismo. Los esquemas son patrones mentales que organizan nuestro mundo. Nuestros esquemas del yo (como nos percibimos, inteligentes, atléticos, etc.), influye en la forma como procesamos la información social y cómo percibimos, recordamos y evaluamos a los demás y a nosotros mismos.
Observamos en los demás un elemento central de nuestro propio autoconcepto, por ejemplo; si nos consideramos atléticos, tenderemos a observar las destrezas y el cuerpo de los demás. De esta manera, los esquemas del yo que constituyen nuestro autoconcepto sirven como un Sistema Decimal Dewey mental para catalogar y recolectar información.
Efecto de referencia de si mismo: la información que es relevante a nuestro autoconcepto es procesada y recordada rápidamente. Dos días después de conversar con alguien, recordamos más fácilmente lo que dijo de nosotros. Por tanto, nuestra memoria se forma alrededor de nuestro interés principal; nosotros mismos.
El autoconcepto, además de incluir los esquemas de si mismo, también incluye lo que podemos llegar a ser, es decir, los posibles yo.
Markus y sus colegas observaron que nuestros posibles yo incluyen:
· Yo que soñamos ser; yo rico, yo amado, yo delgado, etc.
· Yo que tememos ser; yo desempleado, yo enfermo, etc.
¿La autoestima (evaluación general del yo, autoevaluación general de un persona o la sensación de su propia valía), la sumatoria de todos nuestros esquemas de si mismo y los posibles yo? Los psicólogos suponen que el verse atractivos, atléticos, inteligentes, etc., supone una alta autoestima, por eso recomienda fomentar estos esquemas de si mismo.
Pero, Brown y Dutton plantean que aquellas personas con mayor autoestima, estas más dispuesta a aceptar su apariencia, capacidades, etc. Esto supone que la autoestima afecta la percepción del yo. El sentirse bien consigo mismo proyecta un brillo optimista sobre los esquemas específicos de si mismo y sobre los posibles yo.
Smith y Petty mostraron que las personas con alta autoestiman mantienen emociones positivas; al colocar en un estado de ánimo negativo y luego mostrar una imagen ambigua, las personas con baja autoestima imaginarán una historia negativa, mientras que las personas con alta autoestima imaginarán una historia positiva que mejore su humor.
Desarrollo del yo social
¿Qué determina nuestro autoconcepto? Estudios en gemelos señalan influencias genéticas sobre la personalidad y el autoconcepto. Pero la experiencia social también moldea el autoconcepto. Dentro de las influencias se encuentran:
· Los roles que representamos: a medida que asumimos un nuevo rol (por ejemplo, estudiante universitario) y nos hacemos consciente de ese papel, se incorporando a nuestra percepción del yo. 
· La comparación social: el autoconcepto, además de contener nuestra identidad personal, contiene nuestra identidad social, que es la definición social de quién se es (raza, religión, sexo, etc.), responde a la pregunta de “¿quién soy?” teniendo como respuesta “soy chileno, soy católico, etc.”
Si formamos parte de un pequeño grupo, tenemos conciencia de nuestra identidad social, por el contrario, cuando nuestro grupo es mayoría, pensamos menos en ello. Ejemplo; un estudiante negro en una universidad con predominio de estudiantes blancos.
De manera similar, las comparaciones sociales moldean nuestra identidad; nos comparamos con los demás y somos conscientes de las diferencias.
· Las experiencias de éxito y fracaso: la experiencia diaria alimenta al autoconcepto. Comprometerse con tareas exigentes pero realistas, dar lo mejor de si y alcanzar logros significa sentirse más confiado y más capaz.
El éxito estimula la autoestima, de ahí que psicológicos como Seligman, Dawes y Damon, señalen que hay que reforzar el sentimiento de logro con frases como “eres especial”. Personas con mayor autoestima son más felices, menos propensas a adicciones y a abusar de alcohol o drogas, menos afectadas por úlceras e insomnio, y son más persistentes luego de un fracaso.
Pero, también ocurre lo contrario; los problemas y fracasos son causa de la baja autoestima. A medida que logramos vencer retos y aprender habilidades, nuestro éxito genera una actitud más optimista y confiada. 
· Los juicios de las demás personas: cuando los demás tienen una buena opinión de nosotros, nos ayuda a tener una buena opinión de nosotros mismos. 
El psicólogo Cooley denominó yo-especular a nuestra “utilización” de los demás como espejo para percibirnos a nosotros mismos. El sociólogo George Herber Mead, refinó el concepto diciendo que lo que importa para nuestro autoconcepto, no es lo que los demás piensen de nosotros, sino lo que nosotros percibimos que los demás piensan, ya que subestimamos sus valoraciones al ellos sentirse con mayor libertad de elogiarnos que de criticarnos.
· La cultura:algunas personas, sobre todo las de paises industrializados, prevalece el individualismo. La identidad personal permanece intacta si el sujeto va a un país extrajero. La vida se ve enriquecida al definir los posibles yo y al creer en el poder control personal. No conformarse con las expectativas de los demás. 
El individualismo florece cuando la gente tiene a su alcance la properidad, la movilidad, el urbanismo y los medio de comunicación amsivos.
Por otro lado, la identidad se define mas con relacion a los demás. 
No se tiene un yo, sino muchos. El tener un yo interdependiente provee un mayor sentido de pertenencia, está incrustado y definido parcialmente por la pertenencia a grupos sociales. La meta de la vida social no es tanto desarrollar el yo individual, sino armonizarlo y brindalo a la comunidad a la que se pertenece. La autoestima se relaciona con lo que “otros piensan de mí, y de mi grupo”, por el contrario, en sociedades individualistas, la valoración externa que se haga de uno y del grupo al que pertence, importa menos.
El colectivismo se caracteriza por recordar quienes son y cumplen con sus obligaciones sociales, pese a las tentaciones. Por ejemplo, en sociedad colectivistas, no se producen saqueos ante un terremoto. El colectivismo florece donde la gente enfrenta amenazas comunes tales como el hambre, donde las familias son grandes y la vida requiere cooperación.
Para los colectivistas, las redes sociales brindan los modelos de comportamiento y ayudan a definir quién es uno. Muchas veces, escriben primero su apellido para enfatizar en la identidad social. Para ellos, tener confianza en si mismo, no significa hacer lo que se quiera, sino ser responsable. Sus avisos publicitarios están centrados en llamarla atención sobre intereses colectivos.
Autoconcepto: independiente o interdependiente.
	
	Independiente
	Interdependiente 
	La identidad es
	Personal, definida por rasgos y metas individuales.
	Social, definida por la relación con los demás.
	Lo que importa
	Uno mismo; el logro y la satisfacción personal, mis derechos y mis libertades.
	Nosotros; metas y solidaridad de grupo; nuestras responsabilidades y relaciones sociales.
	Se desaprueba
	La conformidad.
	El egotismo (según RAE; sentimiento exagerado de la propia personalidad).
	Lema ilustrativo
	“Sé sincero contigo mismo.”
	“Nadie es una isla.”
	Culturas que la apoyan
	Occidental individualista.
	Las colectivistas asiáticas y del tercer mundo.
Conocimiento de sí mismo.
“Conócete a ti mismo”, dijo Sócrates. Según Lewis (1960), el conocimiento de nosotros mismos lo obtenemos, no por la observación externa, sino por la información interna., aunque algunas veces pensamos que sabemos, pero nuestra información interna está equivocada.
Explicación de nuestro comportamiento.
Cuando nos preguntan por qué hemos sentido o actuado de tal forma, damos respuestas plausibles. Sin embargo, cuando las causas y determinantes no son obvias, nuestras explicaciones generalmente están erradas; factores que tienen un gran efecto los consideramos inocuos, por el contrario, factores que tienen poco efecto, a veces los consideramos influyentes.
A veces la gente cree que ha sido influenciada por algo que no tiene efecto. Nisbett y Timothy Wilson (1977) realizaron un estudio, en donde dos grupos vieron un documental. Mientras un grupo lo veía, una sierra eléctrica hacía un gran ruido fuera del recinto, y la mayoría sintió que el ruido afectaba su evaluación, pero sus puntuaciones fueron muy similares al grupo control.
Predicción del comportamiento.
Las personas se equivocan al predecir su propio comportamiento. La mayoriía, al preguntárles si obedecería órdenes para administrar severas descargas eléctrica, niegan su vulnerabiliadad a tal influencia. 
Las perejas enamoradas predicen la longevidad de su relación bajo un lente de optimista, por el contrario, sus padres y amigos tienen una predicción menos optimista que tiende a ser más adecuada.
Al predecir formas de comportamiento negativas sobre uno mísmo, éstas son más adecuadas que aquellas de la madre o de los amigos.
Al hacer predcciciones sobre uno mismo, el mejor consejo es considerar el comportamiento pasado en situaciones semejantes.
La predicción de los sentimientos.
Muchas de las desiciones importantes de la vida, tienen que ver con la predicción de nuestros sentimientos futuros.
Algunas veces sabemos como nos sentiremos (como cuando reprobamos un examen), pero con frecuencia no lo sabemos. Schkade (1998) presenta algunos ejemplos:
· Ganarse la lotería o sufrir un accidente que lleve a la parálisis, afectan la felicidad a largo plazo menos de lo que la mayoría de las personas supone.
· Solamente uno de 7 fumadores ocasionales predice que será fumador en cinco años. Subestiman el poder de atracción de la droga, ya que, cerca de la mitad, serán fumadores.
La verdad y el engaño del autoanálisis.
Con frecuencia, nuestra intuición está errada en lo que nos ha influenciado y respecto a lo que sentiremos y haremos. Pero, cunado la explicación correcta encaja con la intuición, nuestras propias percepciones serán adecuadas. 
No somos conscientes de gran parte de lo que ocurre en nuestra mente. Los estudios de percepción y memoria muestran que somos más conscientes de los resultados de nuestro pensamiento que del proceso del pensamiento. 
Timothy Wilson (1985) postula que los procesos mentales que controlan nuestro comportamiento social son diferentes de los procesos mentales a través de los cuales explicamos nuestro comportamiento. Nuestras explicaciones pueden omitir las actitudes viscerales que guían nuestro comportamiento. Junto con sus colaboradores encontraron que las actitudes hacia ciertos objetos o personas, permiten predecir el comportamiento posterior con bastante exactitud. Sin embargo, si se les pedía que analizaran sus sentimientos, los informes de su actitud se hacían inútiles.
Millar y Tesser creen que Wilson exagera nuestra ignorancia del yo. Desviar la atención de la gente hacia las razones, disminuye la utilidad de los informes sobre la actitud para predecir el comportamiento que es producto de los sentimientos. En vez de pedirle a las personas que analicen sus relaciones románticas, deberían acercarse a sus sentimientos, así los informes de actitudes podrían haber sido más acetados. Otras aéras del comportamiento, como escoger una universidad (considerando por ejemplo, los costos), parecen ser más cognitivos, en este caso es más útil un análisis de razones que de sentimientos.
Las investigaciones sobre los límites de nuestro propio conocimiento tienen dos implicaicones:
· Primero, tiene que ver con la indagación psicológica. Pese a que la intuición puede brinda claves útiles sobre los procesos psicológicos, los informes de sí mismo, son poco creíbles.
· Segundo, tiene que ver con nuestra vida diaria. La sinceridad con que las personas informan e interpretan sus experiencias, no garantiza la validez de estos informes.
(Hay un resumen del tema en las páginas 48-49)
PERCEPCIÓN DEL AUTOCONTRO.
La capacidad del yo tiene sus límites.
El autocontrol requiere gran esfuerzo, y al parecer disminuye nuestras limitadas reservas de voluntad, pues (entre otros ejemplos), la gente que trta de controlar sus emociones en una película, tiene menos aguante físico.
Sin embargo, nuestro autoconcepto tiene ingluencia sobre nuestro comportamiento. Gente que se ve a sí misma como exitosa, enfrentan mucho mejor sitacuines que suponen un reto, en comparación a aquellas que se ven como fracasadas. 
La percepción de autocontrol es importante.
Autoeficacia. 
Es la sensación de que uno es competente y efectivo (Bandura, 1997).
Aquellos con fuertes sentimientos de autoeficacia son más persistentes, menos ansiosas y menos depresivas, y exitosas académicamente.
La autoeficacia conduce a imponerse metas que suponen un reto y a persistir cuando se presentan dificultades. Cuando surge un problema, se mantiene la calma y se buscan soluciones.
La autoeficacia y la autoestima aumentan con los logros ganados con esfuerzo.
Puede tenerse autoeficacia alta, pero autocontrol bajo, como el caso de un conductor que se siente muy efectivo (autoeficacia alta), y sin embargo, sentirse amenazado por los conductores ebrios (autocontrol bajo).
Locus de control.
Definido por Rotter como el grado al que las personas perciben sus logros, ya sea desde dentro por sus propios esfuerzos y acciones, o controlados desde fuera por el azar u otras fuerzas externas.
A menudo, quienes se ven a sí mismos como controlados internamente, presentan un mejor desempeño académico, tienen más posibilidades de enriqucerse y de posponer la grsatificación inmediata para lograr resultados a largo plazo.
Que tan competentes y efectivos nos sintamos, depende de la manara como explicamos nuestros reveses, éstos son vistos por gente exitosa como una casualidad o la oportunidad de pensar “neceisto utilizar una nueva estrategia.”
La indefensión aprendida frente a la autodeterminación.
Definida como la desesperanza y resignación aprendidas cuando un ser humano o un animal no perciben ningún control sobre malos eventos que se repiten.
Es el caso de las personas deprimidas que su vuelven pasivas porque creen que sus esfuerzos no tendrán ningún efecto.
La pérdida de control de los que se hace y sobre lo que los demás hacen con uno, puede hacer que los eventos desagradables sean profundamente estresantes. Enfermedades, deterioro y muerte se asocian con sentimientos de indefensión y disminución de alternativas en hospitales, campos de concentración y hogares para ancianos. Los pacientes hospitalizados que son entrenados para creer en su propia capacidad para controlar el estrés, necesitan menos analgésicos y sedantes.
(si desean ver másejemplos; páginas 52 y 53).
Esto es algo que encontramos muchos libros de autoayuda, que estimulan a la gente a obtener éxito por medio de actitudes mentales positivas.
LA PREDISPOSICIÓN AL SERVICIO DEL YO
Con facilidad excusamos nuestras fallas, aceptamos el crédito por nuestros éxitos, y nos vemos a nosotros mismos mejores que el promedio. Estas percepciones permiten obtener una alta autoestima, aunque también se corre el riesgo de volverse arrogante.
Es aceptado que la mayoría tenga una baja autoestima y sufra complejos de inferioridad. Pero la realidad es que la mayoría de nosotros tenemos una buena reputación de nosotros mismos. Una de las conclusiones establecidas en psicología social, es el poder de la predisposición al servicio del yo.
Explicaciones para los eventos positivos y negativos.
La gente acepta el crédito cuando ha tenido éxito y atribuyen el fracaso a factores externos como la suerte o la “imposibilidad” inherente al problema.
Las situaciones que combinan azar y suerte encajan de manera especial en este fenómeno; los ganadores atribuyen los logros a sus propias habilidades, mientras que los perdedores atribuyen su derrota a la suerte.
Los estudiantes que reciben una buena calificación otorgan el mértio a sus esfuerzos, mientras que los reprobados critican el examen.
Los profesores atribuyen el éxito de sus estudiantes a ellos mismos, y culpan del fracaso a los estudiantes.
¿Podemos todos ser superiores al promedio?
La predisposición al servicio del yo también aparece cuando la gente se compara con los demás. Casi en cualquier dimensión (tanto subjetiva como socialmente deseable), la mayoría se ve a si misma por encima del promedio.
Ejemplo de esto es la mayoría de los conductores, incluso aquellos hospitalizados luego de un accidente vehicular, se consideran a sí mismos más hábiles y seguros que el conductor promedio. (Más ejemplos en página 56).
Las dimensiones subjetivas (como ser disciplinado) desencadenan una mayor predisposición al servicio del yo que las dimensiones objetivas (como ser puntual).
La educación no elimina la predisposición al servicio del yo, incluso los psicólogos sociales se consideran más éticos que sus colegas..
Las cualidades subjetivas nos permiten algún margen para construír nuestras propias definiciones de éxito, por ejemplo, al considerar mi capacidad de liderazgo, creo una imagen de líder que es similar a la mía.
Apoyamos nuestra autoimagen dando mayor importancia a los cosas en las que somos buenos.
Optimismo irreal.
El optimismo predispone a un enfoque positivo de la visa. 
Muchos tenemos lo que Weinstein denomina “un optimismo irreal respecto a los eventos de la vida futura”. Por ejemplo, en la Universidad de Rutgers, los estudiantes creen que tienen muchas más psobilidades de conseguir un buen trabajo, de ganar un buen sueldo y de comprarse una casa que el resto de sus compañeros. Así mismo, creen que tendrán menos posibilidades de sufrir un ataque cardíaco o de desarrollar un problema de alcoholismo. Despupes del terremoto de 1989 en San Francisco, los estudiantes perdieron su optimismo recpecto a la invulnaribilidad de sufrir lesiones en un desastre natural, luego de 3 meses, su optimismo ilusorio se había recuperado.
Linda Perloff comenta que el optmismo ilusorio aumenta nuestra vulnerabilidad, pues no tomamos precauciones razonables. Por ejemplo, universitarias sexualmente activas y que no utilizan métodos anticonceptivos se consideran menos vulnerables a presentar embarazos no deseados que el resto de sus compañeras.
El optimismo derrota al pesimismo al promover la autoeficacia, la salud y el bienestar, pero una dosis de realismo nos puede salvar de los peligros de un optimismo irreal.
Falso consenso y falsa singularidad.
El falso consenso es definido como la tendencia a sobreestimar el grado en que los demás piensan o actúan como nosotros lo hacemos. 
Cuando fallamos en una tarea, nos tranquilizamos que esos errores son comunes. Pensamos que los demás piensan y actúan como nosotros; “yo lo hago, pero los demás también lo hacen”.
El falso consenso puede presentarse porque generalizamos a partir de una muestra limitada, en la que de manera prominente, nos incluimos a nosotros mismos.
El efecto de falsa singularidad tiene relación con la tendencia a subestimar o subestimar la común ocurrencia de las habilidades personales y de las formas de comportamiento deseables o exitosas que uno tiene. 
Aquellos que consumen mucho alcochol, pero usan los cinturones de seguridad, sobreestiman (falso consenso) el número de bebedores, y subestiman (falsa singularidad) la frecuencia de los que usan cinturones de seguridad.
Entre menos común sea una forma de comportamiento, más gente sobreestimará su frecuencia. La gente puede ver sus defectos como relativamente normales, y sus virtudes como menos comunes de lo que ambos son en realidad.
Otras tendencias al servicio del yo.
Anexo a lo anteriormente planteado, existe lo que se denomina orgullo cognitivo, que es la sobreestimacion de nuestras creencias y juicios, tiene que ver también en que recordamos defectuosamente nuestro propio pasado de manera conveniente para nosotros mismos. Algunos ejemplos; 
· Si un acto indeseable no puede ser olvidado, entonces los justificamos. 
· Cuanto más favorablemente nos consideremos en una dimensión, más utilizaremos esa dimensión para juzgar a los demás.
· Cuanto mas favorablemente nos consideremos, mas creeremos que los demás nos perciben elogisamente.
· Creemos y evaluamos positivamente las fuentes de información (horóscpo, test, etc) que sugieran ser válidos, cuando nos elogian.
La psicología popular sostiene que la gente tiene una baja autoestima e insuficiente amor porpio, pero muchas fuentes de evidencia sugieren lo contrario.
Motivación de la autoestima.
La gente se percibe a sí misma de manera favorecedora, esto puede ser explicado desde la predisposición al servicio del yo como un subproducto de la manera como procesamos o recordamos la información sobre nosotros mismos.
Los motivos también sen encuentran al servicio del yo. La motivación da energía a nuestra maquinaria congnitiva. Al ver amenzada su autoestima positiva, la gente le resta importancia a los demás, o a la situación, incluso algunas veces reaccionan violentamente.
El indicador de autoestima nos da la alerta a la amenza de rechazo social, motivándonos para actuar con mayos sensibilidad hacia las expectativas de los demás. El ser rechazados, motiva el mejoramiento personal y la búsqueda de la aceptación en otro lugar.
Reflexiones sobre la autoeficacia y la predisposición al yo.
La mayoría de los que presentan la predisposición al servicio del yo, posiblemente sigan sintiéndose inferiores a los demás, pues no todo el mundo funciona con el mecanismo de predisposición al servicio propio. Algunos en realidad sufren de baja autoestima.
Las amenzas a la autoestima pueden generar una actitud defensiva de autoprotección. Al sentirse inseguras, las personas puede hacer alardes de autoafirmación, presentar excusas y menospreciar a los demás.
La alta autoestima va de la mano con las percepciones al servicio del yo; quienes obtienen puntajes más altos en los test de autoestima, dicen también cosas agradables de sí mismos al explicar sus éxitos y fracasos.
La predisposición del yo como mecanismo adaptativo.
La predisposición al servicio del yo y las justificaciones que la acompañan, ayudan a proteger a las personas de la depresión. 
El autoconcepto en la gente depresiva es más adecuado, más triste, pero más exacto. Son menos dadas a tener ilusiones, generalmente se ven a sí mismas como las demás personas las ven.
Según Greenberg, Solomon y Pyszczynski (1977) en su “Teoría para el manjeo del terror”, la autoestima positiva es un mecanismo adapatativo; cataliza la ansiedad, incluyendo la relacionada con la muerte. Por tanto, la autoestima positiva, el verse a sí mismo bueno y seguro, incluso nos protege de sentir el terror de nuestra muerte eventual.
La creencia de nuestrasuperioridad también puede motivarnos para alcanzar logros, elaborando una profecía de autorrealización y puede mantener un sentimiento de esperanza en épocas difíciles.
La predisposición del yo como mecanismo desadaptativo.
El orgullo al servicio del yo puede protegernos de la depresión, pero también puede ser un mecanismo desadaptativo. Quienes culpan a los demás por sus dificultades sociales, con frecuencia son más infelices que quienes pueden reconocer sus defectos. Cuando la autoestima inflada de alguien es deafiada, el resultado a veces, es una ira que puede llevar al abuso o al homicidio.
Schlenker (1977) solicitó a dos grupos que realizar una tarea en conjunto. A un grupo le dijo que su desempeño había sido satisfactorio, y al otro que fue deficiente. Los miembros del grupo exitoso se adjudicaron más responsabilidad por el desempeño en el grupo, que lo que lo hicieron los del grupo deficiente.
Este tipo de autoengaño puede llevar a esperar recompensas superiores al promedio, y recriminaciones inferiores al promedio, según sea el caso. 
La predisposición al servicio del yo tmabién infla el juicio que la gente hace de su propio grupo, como el caso de las universitarias que perciben a sus compañeras con menos probabilidad de ser engreídas que las de otras universidades. (más ejemplos en página 66).
El orgullo es afín con la predisposición al servicio del yo, entonces, la humildad se asemeja más al olvido de sí mismo que a la falsa modestia, y permite a la gente regocijarse con sus talentos, y a la vez, reconocer los de los demás.
AUTORREPRESENTACIÓN
hasta ahora hemos visto que el yo se encuentra en el centro de nuestro mundo social, que la autoestima y la autoeficacia producen dividendos y que el orgullo al servicio propio produce un sesgo en las autoevaluaciones. Pero, ¿siente la genete intímimamente lo que dice en forma pública, o simplemente se pone buena cara aún cuando se vive en duda respecto de sí mismo?
Falsa modestia.
Existe evidencia de que a veces, la gente presenta un yo diferente al que siente.
En ocasiones, la gente puede menospreciarse a sí misma para recibir un sutil beneficio propio, puesto que esta situación provoca halago tranquilizadores, como es el caso de un joven que dice “me siento como un tonto”, el cometario tranquilizador de su amigo será “¡estuviste muy bien!”
Un entrenador que exalta la fortaleza del oponente, ¿es realmente sincero? Cuando ocurre esto, trnasmiten una imagen de modestia y buen compañerismo deportivo, dejando un escenario favorable sin importar el resultado final. La victoria se convierte en un logro digno de elogio, y la derrota puede ser atribuida a excelente defensa del oponente.
En las ceremonias de premiación, los ganadores agradecen a otros por su apoyo. 
El compartir el crédito, se contradice con el hecho de que las personas atribuyen el éxito a su propio esfuerzo y competencia.
Baumeister e Ilko llamaron “discreta gratuidad” a la gratitud superficial ofrecida para parecer humildes, cuando en verdad, los sujetos se daban crédito a sí mismos.
Autolimitación.
En muchas ocasiones, las personas sabotean sus posibilidades de éxito creando impedimientos que lo hacen menos probable. Esto tiene un fin de autoprotección, la persona dice “en relaidad, no soy un fracaso, me hubiera ido bien de no haberse presentado este problema.”
El objetivo es proteger nuestra autoimagen, atribuyendo los fracasos a factores externos. Al temer el fracaso, las personas pueden autilimitarse, por ejemplo, jugando en el computador en vez de estudiar antes de un prueba, eso es porque, cuando la autoimagen se encuentra vinculada al desempeño, puede ser más desalentador esforzarse y fracasar que aplazar las cosas y tener una excusa.
Si fracasamos mientras trabajamos con limitaciones, nos podemos aferrar a un sentimiento de capacidad; si logramos tener éxito bajo tales condiciones nuestra autoimagen se verá reforzada.
Al temer el fracaso, las personas haría lo siguiente (más ejemplos en página 69)
· Dar ventaja a su oponente.
· Tener un desempeño pobre al comienzo de una tarea para no crear expectativas inalcanzables.
El manejo de la impresión que causamos.
· Predisposición al servicio del yo.
· Falsa modestia.
· Autolimitación.
Lo anterior ponen d emanifiesto la importancia que le damos a nuestra propia imagen. Manejamos continuamente las impresiones que creamos. Somos animales sociales que actuamos para una audencia.
La autorrepresentación es el deseo de dar una imagen deseada, tanto ante una audencia externa (otras personas), como ante una audiencia interna (nosotros mismos).
Nos excusamos, justificamos, o disculpamos según sea el caso para reforzar nuestra autoestima y verificar nuestra autoimagen.
Lo anterior ocurre sin esfuerzo consciente en situaciones con las cuales nos encontramos familiarizados. En situaciones en las que no, por ejemplo una fiesta, comos muy conscientes de la impresión que estamos dando.
Debido a lo anterior, no es sorprendente que las personas se autoeliminen cuando el fracaso puede hacerlos parecer incapaces, de ahí que muchos corran el riesgo de broncearse con radiación, aunque ésta produzca arrugas o cáncer, que muchos presenten anorexia, o que los profesores se sientan menos confiados al exponer un tema ante sus colegas que al presentarlo frente a sus estudiantes.
Muchos están atentos a su comportamiento y lo modifican para crear la impresión desada (automonitoreo). Estas personas, actúan como camaleones sociales; acomodan su comportamiento en respuesta a las situaciones externas. Quienes presentan un alto nivel de automonitoreo, poseen actitudes que tienen una función de adaptación social; se adaptan a nuevos trabajos, papeles y relaciones.
Aquellas personas que obtienen bajos puntajes en automonitoreo, les importa menos lo que otros piensen, actúan siguiendo sus propios sentimientos y creencias.
Cuando nuestro desempeño ha sido, de maera obvia, extremadamente bueno, quienes niegan el mérito pueden dar la impresión de humildad fingida “me fue bien, pero no es para tanto”. Dar una buena impresión de modestia y a la vez de competencia, requiere destreza social.