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la reabsorción de iones de sodio en los riñones. A medida que el sodio se mueve en la sangre, el agua la sigue. Así, tanto el volumen sanguíneo como la tensión arterial aumentan. 3. Temperatura. En general, el frío tiene un efecto vasoconstrictor. Éste es el motivo por el que la piel expuesta siente frío en invierno y por el que se re- comienda la aplicación de compresas frías para evi- tar que se hinchen las zonas con magulladuras. El calor tiene un efecto vasodilatador, y las compresas templadas se utilizan para acelerar la circulación de una zona inflamada. 4. Sustancias químicas. Los efectos de las sustancias químicas, muchas de las cuales son fármacos, se distribuyen en la tensión arterial y son bien conoci- das en muchos casos. Pondremos unos cuantos ejemplos aquí. La epinefrina aumenta tanto la fre- cuencia cardiaca como la tensión arterial. La nico- tina aumenta la tensión arterial provocando la vaso- constricción. Tanto el alcohol como la histamina provocan una vasodilatación y disminuyen la ten- sión arterial. La razón por la que una persona que “ha bebido de más” se pone roja es que el alcohol dilata los vasos cutáneos. 5. Dieta. Aunque las opiniones médicas tienden a cambiar y de vez en cuando resultan extrañas, en general se cree que una dieta baja en sal, grasas sa- turadas y colesterol ayuda a evitar la hipertensión (o la tensión arterial alta). Variaciones en la tensión arterial En los adultos norma- les en reposo, la tensión sistólica varía entre 110 y 140 mm Hg, y la tensión diastólica, entre 70 y 80 mm Hg, pero la tensión arterial varía considerablemente de una persona a otra y cambia cada 24 horas (por las mañanas alcanza las cifras más elevadas). Lo que es normal para ti puede no serlo para tu abuelo o tu vecino. La tensión arterial varía con la edad, el peso, la raza, el estado de ánimo, la actividad física y la postura. Casi todas estas variaciones pueden explicarse en el ámbito de los facto- res que afectan a la tensión arterial que ya se han expli- cado. La hipotensión (o tensión arterial baja) se consi- dera generalmente una tensión arterial sistólica por de- bajo de 100 mm Hg. En muchos casos, simplemente re- fleja las diferencias de cada individuo y no es motivo de preocupación. De hecho, la tensión arterial baja es un resultado esperado del condicionamiento físico y a me- nudo se asocia con una vida larga y sin enfermedades en la vejez. DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO Los ancianos pueden experimentar una ten- sión arterial baja y mareos temporalmente cuando se levan- tan de repente después de estar haber estado reclinados o sentados; una condición denominada hipotensión ortos- tática. Puesto que un sistema nervioso simpático enveje- cido reacciona de forma más lenta a los cambios postura- les, la sangre se estanca brevemente en los miembros inferiores, lo que reduce la tensión arterial y, en consecuen- cia, la distribución de sangre hasta el cerebro. Realizar cam- bios posturales más despacio para darle tiempo al sistema nervioso para que pueda realizar los ajustes necesarios suele evitar este problema. ▲ La hipotensión crónica (que no se explica por el condicionamiento físico) puede indicar una mala nu- trición y unos niveles inadecuados de proteínas en sangre. Debido a que la viscosidad de la sangre es baja, la tensión arterial también es menor de lo nor- mal. La hipotensión aguda es una de las advertencias más importantes del choque circulatorio, una condi- ción en la que los vasos sanguíneos se llenan de forma inadecuada y por los que la sangre no puede circular con normalidad. La causa más común es la pérdida de sangre. Una breve elevación de la tensión arterial es una respuesta normal a la fiebre, el esfuerzo físico y las molestias emocionales, como el enfado y el miedo. La hipertensión persistente (o la tensión arterial alta) es patológica y se define como una enfermedad de una tensión arterial alta y sostenida de 140/90 o ma- yor. DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO La hipertensión crónica es una enfermedad co- mún y peligrosa que advierte de una resistencia periférica incrementada. Aunque evoluciona sin síntomas durante los primeros 10-20 años, fuerza el corazón y daña las arterias lentamente. Por este motivo, la hipertensión a menudo se denomina el “asesino silencioso”. Puesto que el corazón es forzado a bombear contra una mayor resistencia, debe tra- bajar con mayor intensidad y, con el tiempo, el miocardio se agranda. Cuando finalmente se fuerza más allá de su capaci- dad para responder, el corazón se debilita y sus paredes se vuelven flácidas. La hipertensión también causa estragos en los vasos sanguíneos, provocando pequeños rasguños en el endotelio que aceleran la evolución de la aterosclerosis. Aunque la hipertensión y la aterosclerosis a menudo es- tán relacionadas, es difícil culpar a la hipertensión de cual- quier patología anatómica distintiva. De hecho, en torno al 90% de las personas con hipertensión presenta una hiper- tensión primaria o esencial, que no puede representarse mediante ninguna causa orgánica específica. Sin embargo, parece que influyen factores como la dieta, la obesidad, los antecedentes, la raza y el estrés. Por ejemplo, más mujeres Capítulo 11: El sistema cardiovascular 391 11 (continúa en la pág. 394)
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