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ayudar a defender aquellas células que aún no han sido infectadas secretando pequeñas proteínas denominadas interferones. Las moléculas de interferón se difunden a las células cercanas y se unen a sus receptores de membrana. Este enlace simula la síntesis de las proteí- nas que “interfieren” con la capacidad de los virus de multiplicarse dentro de estas células aún sanas. Fiebre La fiebre, o temperatura corporal anormalmente alta, es una respuesta sistémica a los microorganismos invaso- res. Tal y como se describe con detalle en el Capítulo 14, la temperatura del organismo se regula parcialmente en el hipotálamo, comúnmente denominado “termostato” corporal. Lo normal es que el termostato se encuentre a 37 °C (98,6 °F) aproximadamente, pero puede subir en respuesta a los pirógenos (pyro = fuego), sustancias químicas secretadas por los glóbulos blancos y los ma- crófagos expuestos a células o sustancias invasoras en el organismo. Aunque la fiebre alta es peligrosa, ya que un exceso de calor “altera” las enzimas y otras proteínas del orga- nismo, una fiebre suave o moderada parece beneficiar al organismo. Las bacterias necesitan grandes cantida- des de hierro y cinc para multiplicarse, pero durante un proceso febril el hígado y el bazo aglutinan estos nu- trientes, haciendo que estén menos disponibles. La fie- bre también incrementa el ritmo metabólico de las célu- las tisulares en general, aumentando la velocidad del proceso de reparación. ¿ L O H A S E N T E N D I D O ? 7. ¿En qué se diferencian las defensas innatas y las adaptativas? 8. ¿Cuáles son los cuatro indicadores comunes de la inflamación? 9. ¿Cómo causa el complemento la lisis de un microor- ganismo patógeno? 10. ¿Qué tipo de microorganismo infeccioso causa que el nivel corporal de interferón aumente? Véanse las respuestas en el Apéndice D. Defensas adaptativas del organismo La mayoría de nosotros encontraríamos maravillosa- mente conveniente poder entrar en una sola tienda y llenar nuestro ropero (desde el sombrero a los zapatos) con prendas que nos quedaran “perfectas”, sin tener en cuenta ningún problema con nuestro físico. Sabemos que ese tipo de servicio sería casi imposible de encon- trar y, sin embargo, damos por hecho nuestro sistema de defensa específico, que persigue y elimina con idén- tica precisión casi cualquier tipo de patógeno que se cuele en el organismo. La respuesta del sistema inmunitario a una ame- naza, denominada respuesta inmunitaria, implica a unas defensas no específicas internas incrementadas en gran manera (respuestas inflamatorias y demás) y faci- lita protección que está dirigida de forma cuidadosa contra antígenos específicos. Más aún, la exposición ini- cial a un antígeno “insta” al organismo a reaccionar de forma más enérgica ante futuros encuentros con el mismo antígeno. A veces denominado tercera línea defensiva, el sis- tema de defensa específico es un sistema funcional que reconoce moléculas invasoras (antígenos) y actúa para desactivarlas o destruirlas. Normalmente nos protege de una amplia variedad de patógenos, así como de células anómalas del organismo. Cuando falla, funciona mal o está desconectado, pueden aparecer algunas de las en- fermedades más devastadoras, tales como el cáncer, la artritis reumatoide o el sida. Aunque la Inmunología, el estudio de la inmuni- dad, es una ciencia bastante reciente, los antiguos grie- gos ya sabían que una vez que alguien había sufrido al- guna enfermedad infecciosa, era raro que esa persona volviera a padecerla de nuevo. La base de esta inmuni- dad fue descubierta a finales de 1800, cuando se de- mostró que los animales que sobrevivían a una infec- ción bacteriana grave tenían “factores” en su sangre que les protegían de futuros ataques del mismo pató- geno. (En la actualidad se sabe que estos factores son proteínas únicas, denominadas anticuerpos). Más aún, se demostró que si el suero con contenido del anti- cuerpo extraído del animal superviviente (suero in- mune) era inyectado en animales que no habían estado expuestos al patógeno, esos animales también estarían protegidos. Estos experimentos de referencia revelaron tres aspectos importantes de la defensa adaptativa: 1. Es antígeno-específico: reconoce y actúa contra patógenos concretos o contra sustancias extrañas. 2. Es sistémico: la inmunidad no queda restringida a la zona inicial de la infección. 3. Tiene “memoria”: reconoce y organiza ataques in- cluso más fuertes sobre patógenos con los que ha tenido encuentros con anterioridad. Eran hallazgos emocionantes, pero entonces, a media- dos de 1900, se descubrió que la inyección de suero que contenía los anticuerpos no siempre protegía al receptor de las enfermedades a las que había sobrevi- vido el donante. Sin embargo, en tales casos, la inyec- Capítulo 12: El sistema linfático y las defensas del organismo 415 12
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