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En el extremo posterior de la cavidad oral hay ma- sas emparejadas de tejido linfático, las tonsilas palati- nas. La tonsila lingual cubre la base de la lengua justo al final. Las tonsilas, junto con otros tejidos linfáticos, forman parte del sistema defensivo del organismo. Cuando las tonsilas se inflaman y se agrandan, blo- quean parcialmente la entrada de la garganta (faringe), lo que hace que tragar se convierta en una tarea difícil y dolorosa. A medida que los alimentos entran en la boca, se van mezclando con la saliva y se mastican. Las mejillas y los labios cerrados mantienen los alimentos entre los dientes mientras éstos se mastican. La lengua, tan ágil, mezcla continuamente los alimentos con la saliva mien- tras se mastica e inicia el tragado. Así, la descomposi- ción de los alimentos comienza antes incluso de que és- tos hayan abandonado la boca. Como hemos explicado en el Capítulo 8, las papilas que contienen las papilas gustativas (o receptores del sabor) se encuentran en la superficie de la lengua. Y así, además de su función de manipulación de los alimentos, la lengua nos permite disfrutar de los alimentos y apreciarlos cuando los co- memos. Faringe Desde la boca, los alimentos pasan posteriormente a la orofaringe y la laringofaringe, que son las vías comu- nes de los alimentos, los líquidos y el aire. Como hemos explicado en el Capítulo 13, la faringe se subdivide en la nasofaringe, parte de las vías respiratorias; la orofa- ringe, posterior a la cavidad oral; y la laringofaringe, que es la continuación del esófago. Las paredes de la faringe contienen dos capas de músculo esquelético. Las células de la capa interna la re- corren longitudinalmente; mientras que las de la capa externa (los músculos constrictores) rodean la pared de forma circular. Las contracciones alternantes de estas dos capas musculares impulsan los alimentos a través de la faringe al esófago, situado más abajo. Este meca- nismo de impulsión, denominado peristalsis, se describe más adelante. Esófago El esófago (o garganta) va desde la faringe a través del diafragma hasta el estómago. Con unos 25 cm de longi- tud, es esencialmente un “pasillo” que conduce los ali- mentos (mediante la peristalsis) hasta el estómago. Las paredes de los órganos del tubo digestivo que van desde el esófago hasta el intestino grueso están for- madas por las mismas cuatro capas (o túnicas) de tejido básico (Figura 14.3): 1. La mucosa es la capa más interna, una membrana húmeda que cubre la cavidad (o luz) del órgano. Consta principalmente de un epitelio superficial, además de una pequeña cantidad de tejido conec- tivo (lámina propia) y una escasa capa de músculo liso. Más allá del esófago, que tiene un epitelio es- camoso estratificado resistente a la fricción, el epite- lio es en su mayor parte cilíndrico simple. 2. La submucosa se encuentra justo debajo de la mu- cosa. Se trata de una capa de tejido conectivo suave que contiene vasos sanguíneos, terminaciones ner- viosas, ganglios linfáticos y vasos linfáticos. 3. La capa muscular externa es una capa muscular que suele estar formada por una capa circular in- terna y una capa longitudinal externa de células de músculo liso. 4. La serosa es la capa más externa de la pared. Está formada por una sola capa de células planas que producen líquido seroso, el peritoneo visceral. El peritoneo visceral es la continuación del peritoneo parietal, liso y resbaladizo, que cubre la cavidad abdominopélvica mediante una extensión de la membrana, el mesenterio. Estas relaciones se ilus- tran en la Figura 14.5 (pág. 495). DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO Cuando se infecta el peritoneo, una enfermedad denominada peritonitis, las membranas peritoneales tien- den a pegarse alrededor de la zona infectada. Esto ayuda a cerrar y localizar muchas infecciones intraperitoneales (al menos inicialmente), lo que ofrece tiempo para que los ma- crófagos del tejido linfático organicen un ataque. ▲ La pared del tubo digestivo contiene dos importan- tes plexos nerviosos intrínsecos; el plexo nervioso sub- mucoso y el plexo nervioso mientérico (“músculo in- testinal”). Estas redes de fibras nerviosas en realidad forman parte del sistema nervioso autónomo. Ayudan a regular la movilidad y la actividad secretora de los órga- nos del tracto GI. Estómago El estómago tiene forma de C (Figura 14.4), y se en- cuentra en el lado izquierdo de la cavidad abdominal, casi escondido por el hígado y el diafragma. Se han nombrado distintas zonas del estómago. La región car- diaca (denominada así por su posición cerca del cora- zón) rodea al esfínter cardioesofágico, a través del cual los alimentos entran al estómago desde el esó- fago. El fundus es la parte expandida del estómago si- tuada lateralmente con repecto a la región cardiaca. El cuerpo es la parte media y, a medida que se ensancha por su parte inferior, se convierte en el antro pilórico y, a continuación, en el píloro, que tiene forma de em- budo y es la parte terminal del estómago. Existe una 472 Anatomía y Fisiología Humana 14
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