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Tumores del sistema nervioso central 199 16 valoración conjunta de los elementos morfológicos, inmunohistoquímicos, clínicos e imagenológicos. Su correcta identificación evita tratamientos radiantes o quimioterápicos innecesarios. Otra entidad interesante y, de alguna manera revo- lucionaria ha sido el Tumor neuroepitelial disembrio- plásico. Fue descrito originalmente como una lesión heterogénea, que combina una morfología polimorfa, con neurocitos pequeños maduros, microquistes, ma- terial mucinoso y neuronas flotantes sin signos de agresividad histológica, asociada a veces a displasia cortical. 11 Clínicamente se trata de pacientes con convulsiones resistentes a tratamiento farmacológi- co, con lesiones hipointensas, policíclicas, sin efecto de masa, que se curan en general con la cirugía. De nuevo, la identificación de este tumor es vital para evitar sobretratamientos radiantes o quimioterápicos. No todas las entidades descriptas en la literatura, logran ser aceptadas por los expertos que reúne la OMS. Sin embargo, mencionaremos en los últimos tiempos la incorporación del lipomeduloblastoma, el meduloblastoma anaplásico, el tumor glioneuronal papilar, 12 el astrocitoma pilomixoide, etc. La OMS ha propuesto la adopción de patentes divergentes de diferenciación en algunas variantes de entidades conocidas, que no alcanzan a ser por sí mismas en- tidades por carecer de clínica o genética distintiva. Entre ellas mencionaremos el glioblastoma de célu- las pequeñas y el glioblastoma con diferenciación oligodéndrica. 13 El impacto de las neuroimágenes El desarrollo de las neuroimágenes ha sido uno de los elementos que más ha impactado sobre las neu- rociencias en general y sobre la Neuropatología en particular. Esta consideración es casi obvia, dado que no constituye otra cosa que la observación del mismo fenómeno desde otra tecnología. Las neuroimágenes son altamente sinérgicas con el análisis microscópico de los tumores cerebrales. La Resonancia magnética define por una parte y con alta precisión morfológica la anatomía tumoral (su tamaño, textura, límites, compromiso de estructuras adyacentes, etc.). Asimismo, más recientemente, ha incorporado la capacidad de brindar datos metabóli- cos y funcionales con las técnicas de espectroscopia, difusión-perfusión, etc. Existe una clara tendencia en la Neurooncología a incorporar y relacionar los aspectos diagnósticos y pronósticos de la Neuropatología y las neuroimágenes. Estas últimas complementan a la Neu- ropatología ayudando a definir los aspectos, siempre críticos, del muestreo y del pronóstico, con sus criterios propios de agresividad (captación de contraste, efecto de masa, etc.). Como se ha mencionado, la observación de este último elemento es un criterio decisivo en la gradación de los oligodendrogliomas en la clasificación de St. Anne. 14 En la actualidad, la observación de las imágenes es un elemento esencial del diagnóstico. Tam- bién ha demostrado una utilidad excepcional al definir los blancos a ser biopsiados en biopsias dirigidas por imágenes como las estereotácticas. No sustituye sino que complementa el diagnóstico anátomo-patológico. La biología molecular Es indudable que la Biología molecular ha revoluciona- do la Biología en general, a partir de la incorporación masiva de sus técnicas. Este impacto generó tensiones no menores con el conocimiento clásico basado en la morfología. Los avances técnicos anteriores a la Biolo- gía molecular, en esencia las técnicas histoquímicas, la microscopía electrónica y la inmunohistoquímica, habían sido de alguna manera morfológicos, ya que su interpretación era en ese contexto, lo que se ha llamado patología on slide, en contrapartida a la off slide, 15 basada fundamentalmente en geles, cuya in- terpretación exige un entrenamiento especial. Sin embargo, más allá de estas asperezas, la Bio- logía molecular se ha impuesto por su capacidad de comprender la neoplasia como enfermedad genética, describiendo alteraciones características, muchas ve- Figura 16.9: Extendido citológico de un tumor neuroepitelial disembrioplásico. Se observa una neurona neoplásica (flecha). HE 400 X Figura 16.10: Idem Figura 16.8. Inmunomarcación para sinaptofisina. 400 X
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