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Aneurismas no saculares 589 enlentecimiento marcado del mismo. (Figura 55.13 a) Los controles a cuatro meses muestran desaparición completa del aneurisma y normalización del calibre del vaso portador. (Figura 55.13 b) Al tratarse de una herramienta terapéutica nueva se requiere de nuevos estudios prospectivos que demuestren su efectividad a largo plazo. Aneurismas serpentinos Este término fue introducido por Segal y Mc Laurin en 1977 para describir un subtipo de aneurismas gigantes que presentan características anatómicas y radiográficas propias, comprobables en la tomografía computada, resonancia magnética y angiografía digital. 12 Se lo define como un aneurisma gigante, parcialmente trom- bosado, con canales vasculares tortuosos, y en su seno se observa un canal vascular central no endotelizado, de topografía central o excéntrica por donde circula la sangre desde su porción proximal a distal. 9 El vaso portador suele ser una rama de la arteria cerebral media o posterior, la arteria vertebral proximal al origen de la basilar o el segmento carotídeo supraclinoideo. El flujo sanguíneo en su interior suele estar enlentecido y suple ramos distales, que irrigan sus correspondien- tes áreas cerebrales. (Figura 55.14 a) La causa de la formación de este tipo de aneurismas no está clara y podría tratarse de un estadio tardío en la evolución de los aneurismas fusiformes. Rara vez sangran y se manifiestan con mayor frecuencia por isquemia o efecto de masa, aunque también pueden ser asintomáticos. 9 El objetivo del tratamiento de este tipo de aneurismas es detener su crecimiento, eliminar su efecto de masa y obliterar los canales vasculares anómalos. La única forma de lograr este objetivo es mediante la oclusión definitiva y permanente del vaso portador en el punto de origen del aneurisma. El abordaje de elección en estos casos es la vía endovascular, que permite realizar pruebas hemodinámicas funcionales en los territorios dependientes del vaso afectado previo a su oclusión. Una vez hechas las pruebas, se realiza el cateterismo selectivo del vaso portador con un microcatéter hasta el sitio de entrada al aneurisma, donde se ocluye en forma definitiva con microcoils. (Figura 55.14 b) Aneurismas traumáticos Los aneurismas traumáticos constituyen el 0,15 al 0,40% de los aneurismas intracraneales, y pueden ser consecuencia de un traumatismo de cráneo abierto o cerrado. 5 Son el resultado de un mecanismo de ace- leración y desaceleración del contenido intracraneal sobre estructuras rígidas de la duramadre o el cráneo, como en el caso de la relación entre la arteria cerebral anterior y la hoz del cerebro o la arteria cerebral media con el ala menor del esfenoides. Se presentan con más frecuencia en la población pediátrica y se originan a partir de un desgarro en la arteria, que provoca un Figura 55.14 a: Resonancia magnética de cerebro corte coronal en T1, donde se observa imagen hiperintensa (flecha); b: angiografía digital carotídea derecha, que muestra aneurisma serpentino que se origina a partir de un ramo silviano (flecha); c: en un tiempo angiográfico tardío se observa el canal de salida de flujo del aneurisma (flecha); d y e: control angiográfico final (con y sin sustracción ósea) donde se observan los coils ocluyendo el origen aneurismático (flecha) a b c d e Figura 55.15 a: Tomografía computada de cerebro sin contraste, donde se observa imagen hiperdensa en el tercer ventrículo, compatible con hematoma (flecha); b: resonancia magnética de cerebro en T2 que muestra lesión isointensa en III ventrículo (flecha); c: angiografía digital carotídea izquierda en incidencia frente, que muestra aneurisma grande que se origina en A1 (flecha); d: colocación de los espirales en el origen del aneurisma (flecha); e y f: control angiográfico final, donde se observa oclusión del segmento que origina el aneurisma (flecha en e) y opacificación invertida de ramos de la arteria cerebral anterior izquierda (flechas en f) a b c d e f
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