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NeuRociRugíA / Basso604 V as cu la r La embolización, método terapéutico por vía en- dovascular, puede ser utilizada de forma aislada o en combinación con otros métodos. En la mayoría de los casos la oclusión del nido es sólo parcial. La tasa de reducción es muy variable, según el tipo de vasos y región. Nuevas sustancias de embolización se van incorporando sin existir definición unánime al respec- to. Las complicaciones promedio de la embolización son de un 7 a 11%, de las que 8% son permanentes y 16% transitorias. Para Viñuela, las complicaciones son de un 11% y la mortalidad del 3%. Estos valores van mejorando en el tiempo. En cuanto a la radiocirugía (RC), Steiner 32 publi- ca que, sobre 247 casos en 14 años, de los que 94% tuvieron HSA (hemorragias subaracnoideas), el efecto protector de la RC y el riesgo de resangrado no cambia con respecto al de la historia natural (2-3% anual) que, según escala de Kaplan-Meier, es de 3,7% hasta los 60 meses. CS Ogilvy 27, comparando todas las técni- cas de RC, observa una tasa de hemorragia del 2,6% anual con un déficit pos RC de 1,7 a 4% (todas las técnicas incluidas) y de 2-3% para la Gamma Knife y 3% para los Linacs. Concluye diciendo que la eficacia de la radiocirugía es innegable, pero existen fracasos en la obliteración (de allí los resangrados) y también radionecrosis (sensibilidad particular), más allá de las transgresiones técnicas posibles o evaluaciones defectuosas. Las MAVs pequeñas y superficiales en áreas no elocuentes deberían ser operadas de entrada. Las MAV pequeñas y profundas o en áreas elocuentes serían susceptibles de ser tratadas inicialmente con RC. En los demás casos, la embolización de entrada para reducir el volumen y disminuir el flujo sanguíneo, seguida de RC, debería ser la conducta más generalizada. Después de la embolización, de quedar un rema- nente malformativo, puede realizarse: radiocirugía en uno o más tiempos (actuando sobre los diferentes compartimentos vasculares). Castel 11 resume el estado actual del tratamien- to de las MAVs, basado en principios simples: No proponer más que un plan completo de tratamiento de la MAV, que debe tener un porcentaje de fracaso inferior al 10% y proponer uno o más tratamientos cuyos riesgos acumulados no sobrepasen el 1% para mortalidad y el 6% para morbilidad. Esto se traduce en dos corolarios: 1) Si la lesión es compleja, saber que los tratamientos incompletos generan riesgos. 2) No proponer nunca en primer lugar el tratamiento de mayor riesgo. Experiencia personal En nuestra experiencia, iniciada en 1982, es recién a partir de 1986 que asociamos la embolización en la rutina de estudio y tratamiento de las MAVs, para intentar la reducción del volumen lesional mediante la embolización de los nidos vasculares, suscep- tibles de ser eliminados sin crear sintomatología clínica (desvascularización inteligente), es decir, sin multiplicar el número de minicompartimentos, que complican de manera importante la terapéutica a posteriori. Para JP Castel, la radiocirugía es el primer trata- miento a ofrecer en razón de su pequeño riesgo, para toda MAV menor de 3 cm de diámetro. Por supuesto, no debe olvidarse que no es el úni- co tratamiento y que reglas precisas deben regir las indicaciones de este tipo, analizando los elementos clínico-radiológicos y las ventajas e inconvenientes de cada caso. 7, 8, 9, 10 La decisión multidisciplinaria ofrece, en muchos casos, un consenso que asegura la mejor elección cuan- do se basa en lo óptimo para el enfermo. Criterios de selección Para MAVs grandes: Si se dispone de un sistema de colimadores variado y dentro de los límites explora- dos por nosotros, el máximo diámetro corresponde a colimadores de 2,5 cm, lo que sumado a otros da lugar al tratamiento de casi todas las MAVs que la clínica presenta. Para las MAVs gigantes, la lesión puede dividirse en compartimentos y tratarlos en forma secuencial, con amplios períodos en los que se observa su evolución, en especial la aparición de complicaciones de tipo edematoso. Si la lesión no puede ser incluida en una sola isodósica, deben eva- luarse las formas complejas y tratar de que la dosis considerada terapéutica la incluya en un 95%, o el porcentaje que se considere aceptable en cada caso. Para MAVs pequeñas: Con un sistema preciso le- siones de 3 x 3 mm de diámetro fueron tratadas con éxito con nuestra metodología. La localización es importante en las lesiones que están en áreas críticas o simbólicas (motricidad, visión, cuerpos mamilares, tronco cerebral), ya que la acción terapéutica puede lesionarlas al mismo tiempo. La dificultad estriba en saber, con los métodos actuales, si la zona elocuente sigue estando en el sitio anatómico de origen. En oportunidades se encuentra desplaza- da, lo que a veces se comprueba con la Resonancia nuclear funcional. El nido es el sitio a tratar dadas sus características y sensibilidad de los vasos malformados a las radia- ciones, en una sesión única. La posibilidad de una radionecrosis no debe exce- der el 5% de la totalidad de casos similares tratados. Dado que las dificultades son propias de cada meto- dología 21, cada una posee sus características: • la ubicación, en el abordaje quirúrgico • el vaso y su territorio en el endovascular • la definición de la lesión en la angiografía y las imágenes, en radiocirugía.
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