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El método psicodiagnóstico y el ejercicio profesional del psicólogo. Algunas cuestiones acerca DEL MÉTODO PSICODIAGNÓSTICO El método Psicodiagnóstico es una de las formas que asume la Evaluación Psicológica en Psicología clínica. Casullo1 lo ha definido como “el estudio descriptivo, comprensivo y explicativo de los comportamientos de los sujetos y grupos humanos en relación con los contextos socioculturales específicos en los que concretan sus existencias cotidianas y con sus particulares historias de vida, fruto de circunstancias personales y sociohistóricas concretas”. Por nuestra parte, creemos que dichos comportamientos y expresiones humanas poseen una organización propia en cada individuo, que es más o menos estable, y que se desarrolla a lo largo de cada existencia atravesando las distintas etapas vitales. A ella corresponde el concepto de personalidad. La personalidad es un constructo de la ciencia, y ha sido objeto de permanente interés y preocupación para distintas teorías psicológicas. La recolección de los datos empíricos necesarios para su correcta evaluación forman parte del dominio de la Psicología Clínica como ciencia aplicada. Dentro de ella, el método psicodiagnóstico ofrece una combinación de recursos técnicos de riqueza práctica y conceptual que nos permite abordar, desde el punto de vista científico, el estudio de la personalidad. Entre las teorías psicológicas que le sirven de marco de referencia se destacan: el Psicoanálisis, la Teoría de la Gestalt, la Teoría de la Comunicación y las Teorías Cognitivas. La aplicación del Psicodiagnóstico supone el estudio en profundidad de las respuestas que uno, o varios, sujetos dan al enfrentar estímulos diversos, a lo largo de las sucesivas etapas en que se desarrolla el proceso, llegando así a obtenerse una muestra del funcionamiento de su personalidad global. Dispone de un encuadre propio que incluye la consideración de su duración, limitada en el tiempo, a un número que generalmente no supera las 5 ó 6 entrevistas, la definición anticipada al consultante o entrevistado de los roles previstos, y el registro y control de la variable transferencial que necesariamente emerge en el vínculo planteado y constituye la muestra in vivo del funcionamiento relacional e interrelacional del sujeto investigado. La reciente incorporación de las computadoras en los estudios diagnósticos no debe hacernos olvidar que su eficacia depende exclusivamente de la observación clínica inicial en el marco de le Entrevista; y de la integración que el Psicólogo Clínico efectúe con los resultados que obtiene de las pruebas, por un lado, y con las demás facetas de la personalidad del entrevistado tal como aparecen en el campo de la Entrevista, por otro. Diremos entonces que un Psicodiagnóstico es una combinación racional y estratégica de distintos instrumentos y auxiliares técnicos que se aplican con fines de “verificación diagnóstica” (2) y con el objeto de tomar decisiones frente al problema planteado por la demanda. Por ejemplo, qué tipo de abordaje terapéutico conviene más a una persona en una situación determinada, que ha acudido a la consulta por motivos tanto conscientes como inconscientes. El Psicodiagnóstico estudia tanto las características internas del sujeto, su estructura psíquica, como su peculiar inserción grupal, social e institucional. El contexto que él construye tanto como el que le es dado, su situación. Al respecto resulta interesante el desarrollo que hace Fiorini del concepto de situación.3 Sería para él, un espacio en el que van convergiendo diferentes series causales, diferentes series de fenómenos que configuran una situación crítica (entendamos que diagnóstico es siempre diagnóstico de una crisis), las series pueden ser familiar / corporal/ evolutiva / laboral / social, etc. Llama serie a una clase homogénea de fenómenos que responden a cierta legalidad, el encadenamiento causal que es propio de esa clase de fenómenos. Ejemplo: la serie corporal como la historia del cuerpo con sus resonancias inconscientes y fantasmáticas. La serie laboral: qué pasa con la inserción del sujeto en el mundo del trabajo, si trabaja, qué rol tiene en la estructura laboral, cómo es la empresa donde trabaja; respecto de la serie evolutiva, qué tareas tiene por resolver en esta etapa de su vida, etc. En conjunto, estas series (corporal - familiar - evolutiva - prospectiva - social y clínica) tienen en común el que el aparato psíquico circula por todas ellas, gesta todas las series que menciona. Eiorini representa el enfoque multidimensional de la Psiquiatría Dinámica, que se corresponde bastante con nuestra manera de encarar el Psicodiagnóstico. Digamos entonces que el diagnóstico o los diagnósticos de la Psicología difieren tanto del diagnóstico médico (en singular) como del que es propio del Psicoanálisis en el desarrollo de la cura. Desde el punto de vista teórico Fiorini define la situación por su función de "objeto teórico articulador" .4 Pero todo esto nos lleva a replantearnos el problema del diagnóstico para la Psicología y me gustaría abordarlo más adelante. Por ahora planteamos que el Psicodiagnóstico tiene como objetivo la evaluación de la personalidad de un sujeto en una situación determinada. Para ello puede valerse de distintas técnicas o artefactos: Entrevistas, técnicas proyectivas, psicométricas, objetivas, etc. combinadas estratégicamente según la situación planteada. La combinación no responde a un modelo prefijado sino que depende de la destreza, el entrenamiento y la experiencia clínica acumulada por el Profesional que debe dar respuesta a la demanda planteada. En el terreno del ejercicio profesional todo esto que estamos proponiendo requiere de un entrenamiento específico y debería estar adecuadamente reflejado en las currículas de grado y posgrado. Hacer un psicodiagnóstico y confeccionar el informe pertinente tanto para el área clínica, como para las demás áreas de incumbencia profesional (laboral, forense, educacional) supone primero delimitar y precisar la demanda que lo origina, el interés explícito y/o implícito del demandante (médicos, jueces, consultoras de selección de personal, directivos de una empresa, educadores, etc.); segundo, encontrar la combinación adecuada de los instrumentos idóneos en función de la pregunta planteada, de las motivaciones del sujeto y de las afinidades y habilidades del Entrevistador, que seguramente habrá desarrollado mayor pericia e interés por algunos de estos auxiliares, aquellos que en su experiencia le hayan aportado mayor riqueza diagnóstica. Lo contrario (lamentablemente muy frecuente) sería burocratizar la función, rutinizarla y faltar al compromiso ético que supone aplicar de la mejor manera posible los conocimientos adquiridos, evitando un resultado iatrogénico para el entrevistado. El ejercicio del Psicodiagnóstico implica siempre una intervención sobre el sujeto investigado, como tal requiere de ciertas consideraciones previas que hacen a la honestidad intelectual con que cada profesional se plantee cuál es el marco ético, antropológico, ideológico, que prefiere darle a su práctica. En nuestro país, estamos asistiendo a un momento de síntesis y reubicación en el campo técnico de la psicología. De acuerdo al recorrido que con tanta precisión hiciera la Dra. Renata Frank5 acerca de las ilusiones y desilusiones en el empleo de las técnicas de estudio de la personalidad, después de épocas de absoluto descrédito hacia nuestra práctica, vamos llegando a una situación más madura en la que intentamos darles el lugar y alcances adecuados y usarlas en el momento justo. Creo que en parte ha ayudado cierto cambio en la peculiar cosmovisión universitaria que parece más permeable a la influencia de los tiempos que corren, y de las problemáticas que emanan de nuestra sociedad y nuestra cultura. Elconcepto de personalidad Según Koldobsky6 la personalidad puede considerarse como "la integración de la vida psíquico - conductal - relacional del individuo, o simplemente como un constructo de la ciencia para explicar la forma más o menos estable que tienen los individuos, a lo largo de la vida para conducir- se, pensar, sentir y relacionarse con los demás". El interés en su estudio comprende por un lado la necesidad de aportar al desarrollo humano saludable desde la perspectiva de la Prevención en Salud Mental, y por otro lado, la consideración del papel que juega la personalidad en las situaciones del enfermar: en las situaciones de crisis, pérdidas, duelos, en la colaboración con los tratamientos, en el campo de las personas con enfermedades agudas o crónicas, discapacidades, etc. Un interés particular consiste en estudiarla en relación con los procesos de la enfermedad psíquica, o cuando ella misma se constituye en desorden o trastorno mental. Tradicionalmente el enfoque de la Psicología Americana hizo hincapié en los aspectos relacionales, abiertos al mundo de la persona. Mientras que la Psicología Europea se interesó más por los aspectos fijos, internos, más inamovibles que se corresponden mejor con el concepto de carácter investigado por la Psicología Alemana y el Psicoanálisis (como estructura del carácter y desórdenes del carácter).7 Con el desarrollo de las distintas teorías y la superación de ciertos localismos intelectuales las definiciones alcanzaron también una cualidad más integrativa producto de la superación de viejas polémicas. En la obra mencionada de Koldobsky hay una referencia a Millón (1980), autor de varios cuestionarios y técnicas objetivas para estudiar la personalidad, que resulta interesante y según la cual dicho autor entiende la personalidad como un “modelo complejo de características psicológicas profundas, que son generalmente inconscientes, que no pueden ser erradicadas y que se expresan automáticamente en cada faceta del funcionamiento individual. Sus rasgos emergen de una complicada matriz de disposiciones biológicas, del aprendizaje y la experiencia, y comprende y abarca el modelo distintivo individual de percibir, razonar y enfrentar las situaciones y los otros”. Bellak, asimila la personalidad al sistema del yo y plantea que las Técnicas Proyectivas encontrarían aquí su fundamentación teórica, en una Psicología del Yo que se articule con las teorías sobre el Aprendizaje. Basa su evidencia en una larga experiencia con técnicas temáticas (son técnicas que recogen temas o narraciones como respuesta a estímulos más o menos estructurados). En el caso de este autor se advierte la influencia del Psicoanálisis pero, simultáneamente, el acento está puesto en el diagnóstico de los procesos cognitivos y perceptuales para encarar la realidad. Se trata de una Psicología de la Percepción con influencia del Psicoanálisis y de la Psicología Clínica psicodinámica. Los procesos cognitivos se mueven en dirección de las necesidades (J. Bruner) y como resultado se produce una distorsión que la personalidad con sus motivaciones y conflictos le imprime a la percepción. Bellak llama a dicha distorsión, apercepción, y a las técnicas que se ocupan de evaluarla, aperceptivas o proyectivas. La personalidad Normal La organización profunda, inconsciente, de la personalidad ha sido investigada por el Psicoanálisis con el concepto de estructura. Ayuda a su comprensión la idea que Freud planteaba en sus Nuevas conferencias: un mineral cristalizado que cae al suelo se romperá según las líneas de su laminado interno que estaban originalmente determinadas. Desde el nacimiento, y aún antes por la herencia de ciertos factores, la forma de relación con sus objetos primarios, sus traumas y frustraciones, su peculiar organización defensiva, el psiquismo individual se va cristalizando: si el cristal se rompe, el sujeto enferma, si su estructura es neurótica, desarrolla una neurosis; si es psicótica, una psicosis. Con un abordaje terapéutico correcto, dichos sujetos estarán bien cuando sus estructuras vuelvan a compensarse. Según Bergeret9 es imposible el pasaje de una estructura a otra, puesto que son distintas las líneas de organización del Yo. Las posiciones intermedias las ocuparían los estados límites que comprenden situaciones nosológicas más o menos fijas que cristalizarían en alguno de los dos cuadros vecinos más sólidos. Kernberg, en cambio, los plantea como estructuras en sí mismas (borderline) con un funcionamiento defensivo caracterizado por la escición del yo y defensas de nivel bajo o primitivas (Identificación Proyectiva - Negación - Omnipotencia, etc.).10 La normalidad debería considerarse en forma independiente de la noción de estructura. Las manifestaciones exteriores pueden deberse a una ruptura del equilibrio funcional que la caracteriza. Al respecto, dice Bergeret: "cualquier ser humano se encuentra en estado normal sean cuales sean sus problemas profundos cuando es capaz de manejarse con ellos y se adapta tanto a sí mismo como a los demás, sin paralizarse interiormente por sus conflictos obligatorios, ni hacerse rechazar por los otros, (hospital - asilo - prisión) a pesar de las inevitables divergencias con ellos”. (op. cit., p. 116). Sin embargo, las personalidades normales (neuróticas o psicóticas no descompensadas), deben diferenciarse de las pseudonormales, frágiles y precarias, obligadas a representar el papel de personas normales para no descompensarse (estados límites y neurosis de carácter). Por lo tanto la noción de normalidad no deja de ser ambigua. El método Psicodiagnóstico y el concepto de Diagnóstico para la Psicología El estudio de la personalidad que propone el método Psicodiagnóstico para el área clínica debe ayudar a resolver cuáles son los abordajes terapéuticos más adecuados para cada sujeto (o grupo) en particular, y en la situación que atraviesa. En la práctica, sin embargo, esto no siempre es debidamente establecido por el Psicólogo, o bien sus informes son parcialmente aprovechados pues se usan muchas veces con el único objetivo de despejar alguna duda por parte del Psiquiatra que ha hecho la evaluación inicial en la Institución. En este sentido y debido al déficit de espacios interdisciplinarios en nuestras instituciones de salud mental, la tarea ha quedado muchas veces relegada y desvalorizada. Los propios Psicólogos que han adoptado casi mayoritariamente la identidad de Psicoanalistas relegaron ésta y otras cuestiones relevantes para el desarrollo de la Psicología en nuestro país. El método Psicodiagnóstico se diferencia tanto del Diagnóstico médico psiquiátrico como del propiamente psicoanalítico que se desarrolla a lo largo de la cura. Propone una combinación de técnicas auxiliares que complementan la Entrevista Clínica inicial. Dentro de ella, las Técnicas Proyectivas han aportado al estudio de la personalidad desde un enfoque ideográfico; las Técnicas Objetivas y Psicométricas lo han hecho desde una perspectiva nomotética. La primera opción plantea el estudio de un individuo tan profundamente como sea posible, aun a costo de no poder generalizar. La segunda, enfoca el desarrollo de leyes generales comunes a todos los individuos, aunque de esta manera se pierda la peculiaridad de cada uno. Hoy en día pareciera que ambas formas son necesarias para una comprensión acabada del sujeto. Prima una perspectiva interaccionista y pluralista, en detrimento del causalismo rígido que caracterizó la visión moderna, según el modelo de las ciencias naturales. Si bien hay un aspecto propio de todo diagnóstico que es de clasificación o categorización, la definición que la Psicología haga de tales categorías parece ser relevante. Desde un punto de vista enteramente clínico resulta útil el abanico de posibilidades que ofrece operar con un diagnóstico multifacético al estilodel que propone Fiorini por ejemplo,l2 quien fundamenta la necesidad de formular diferentes diagnósticos basados tanto en los desarrollos ulteriores de la psicopatología psicoanalítica, como en aportes de la psicología social y evolutiva, entre otras disciplinas. Los diferentes niveles diagnósticos reflejarían el hecho de que todo individuo y todo grupo humano expresan su inserción simultánea en diferentes planos de interacciones sociales, con diferentes legalidades y mecanismos, a los que responden las transformaciones en el psiquismo. Así, al Diagnóstico Clínico (que comprende para el autor las categorías de la clínica psiquiátrica) necesario para emprender opciones estratégicas (medidas de contingencia ambiental, elección de psicoterapia, medicación, pronóstico), se le suman el diagnóstico psicopatológico psicodinámico; evolutivo; adaptativo y prospectivo; grupal; psicosocial; comunicacional; de potenciales de salud; de la problemática del cuerpo; y del vínculo Terapéutico. Los instrumentos auxiliares que posee la Psicología, correctamente usados, deberían aportar con eficacia en la elaboración de las distintas hipótesis diagnósticas. Para Bellak (op. cit., p. 45) “un diagnóstico es una hipótesis heurística concerniente a: (a) una variedad de relaciones causales (por ejemplo entre el presente y el pasado, entre varios fenómenos aislados y una base común); (b) la psicodinamia; y (c) la estructura (por ejemplo en la organización de las funciones del Yo y la adaptación general)". En este sentido la utilización de Técnicas Proyectivas implicaría la aceptación de ciertas ideas previas o principios básicos: El punto de vista organísmico: cualquier parte es una función del todo. Las respuestas a las láminas del Test de Relaciones Objetales pueden considerarse, por ejemplo, una muestra que permite hacer inferencias acerca de la personalidad, de la manera en que cada persona se relaciona con otras personas y objetos del mundo que lo rodea. Los resultados de las pruebas deben integrarse al cuadro total y esa integración sólo puede hacerla el Psicólogo Clínico. El determinismo psicológico significa que las respuestas tienen una causa y un sentido dinámicos, en interacción con determinismos sociales y biológicos. La sobredeterminación, pues cada parte de la respuesta proyectada en el estímulo tiene más de un significado, responde a diferentes niveles de organización de la personalidad. De manera semejante, todo acto psicológico es el resultado de una serie de procesos psicológicos diferentes. La continuidad de la personalidad básica a partir de su “cristalización”. Bibliografía Casullo, M.M.: Evaluación psicológica y psicodiagnóstico, Secret. de Cultura - UBA / Catálogos, 1996. Rapaport, D.: “Implicaciones teóricas de los procedimientos de verificación diagnóstica”, en Knight: Psiquiatría Psicoanalítica, Edit. Hormé, 1960. Fiorini, H.J.: “Exploración de la situación como modalidad de abordaje en Psicoterapias”, en Estructuras y abordajes en psicoterapias psicoanalíticas, Nueva Visón, 1993. Fiorini, H.J.: op. cit., p. 163. Frank de Verthelyi, R: “ Temas en Evaluación Psicológica” Cap. 1, Lugar, 1989. Koldobsky, N.M.S.: La personalidad y sus desórdenes, Salerno, 1995. Von Braken, H. - Henry, P.D.: Teorías de la personalidad, EUDEBA, 1963. Bellak, L.. TA.T., C.A.T. yS.A.T., uso clínico (segunda edición), Manual Moderno, México, 1969. Bergeret, J.: Manual de Psicología Patológica (Teoría y Clínica), Masson. 1990. Kemberg, O.: Trastornos graves de la personalidad, Manual Moderno, Buenos Aires, 1990. Agrest, M.: “El diagnóstico ‘psi’ como categorización”, en Rev. Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina; Vol. 42 N®1, Marzo de 1996. Fiorini, H.J.: op. cit., p. 133. Introducción a las técnicas proyectivas: BÚSQUEDA DE UNA ADECUADA FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA Teresa Ana Veccia La materia que ustedes van a cursar este verano en forma intensiva, tiene un título oficial, actualizado, el que consta en el programa, y otro antiguo, no oficial pero impuesto por el uso: llamamos a esta materia “Técnicas proyectivas”. Esta situación de hecho merece algunas aclaraciones primero y ciertas reflexiones después. Técnicas Proyectivas I y II, se llamaban los dos niveles en los que se cursaba esta materia en la década del 70. Su primer titular fue Jaime Bernstein, un pionero de la enseñanza de la Psicología y adaptador de muchas de estas técnicas a nuestro medio (por ejemplo: el test de las dos personas). En el segundo nivel se enseñaba además de Psicopatología, los cuadros psicopatológicos imprescindibles para establecer un diagnóstico diferencial.1 En el año '85, finalizada la intervención a las facultades, ésta fue una de las primeras materias en concursarse. Se concursó con el título que actualmente tiene y se la dividió en dos módulos. El primero corresponde a los antes llamados “tests mentales”, actualmente “Técnicas Psicométricas”. Y el segundo a nuestras “Técnicas Proyectivas”. De modo que, como ustedes ven, ambos tipos de técnicas pasaban a enseñarse bajo un titulado común, y con la intención de crear un tercer módulo de integración, que nunca se logró, dato que sugiero a ustedes como muy significativo pues tradicionalmente, y como ya veremos más adelante, ambos tipos de tests y los profesionales que los aplican, no sólo no congeniaron sino que muchas veces representaron prácticas diametralmente opuestas. “¿Por qué Teoría y Técnicas de Exploración y Diagnóstico Psicológico?” En primer lugar porque era necesario conservar en la currícula la transmisión de los conocimientos básicos indispensables que, durante mucho tiempo fundamentaron con exclusividad la práctica de la Psicología (recuérdese que la ley de ejercicio profesional que legaliza la práctica de la psicoterapia data recién de 1985). El estudiante debe como mínimo, conocer los fundamentos teóricos, la forma en que se han construido, tanto como la aplicabilidad y resultados que se obtienen, a partir de los instrumentos que la Psicología posee, para recabar la información necesaria acerca de los fenómenos que pretende estudiar. Esta obligatoriedad se ve reflejada claramente en la ley del ejercicio profesional, donde leemos: (Capítulo II: “De las especialidades y ámbitos de aplicación”, artículo III): “Con el objeto de delimitar el ejercicio de la Psicología se establecen las siguientes especialidades: Psicología Clínica, Psicología Educacional y Psicología Social” (en el ámbito laboral, jurídico y social). Y con respecto a la Psicología Clínica expresa textualmente: “Comprende la exploración diagnóstica de la estructura, dinámica y desarrollo de la personalidad, la orientación psicológica para la prevención de patologías; y el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de los conflictos psicológicos en curso, así como otras actividades que requieren el uso de instrumentos y técnicas psicológicas.”2 Entonces, por un lado, tenemos que presentarles a ustedes las Técnicas proyectivas, y las construcciones teóricas que las sustentan, a sabiendas de la dificultad que plantea la pluralidad de modelos teóricos en que se basan. Y por otro, (o simultáneamente), vamos a tener que apoyarnos en la aplicación y los resultados que arrojan dichos instrumentos, para reflexionar y actualizar nuestra comprensión tanto del concepto de Exploración diagnóstica y Diagnóstico psicológico, como cuanto de lo connotado por los términos “Estructura, Dinámica y Desarrollo de la Personalidad”. Es decir que deberíamos arribar con ustedes hacia el final del curso a lo que constituiría nuestra meca: conocer en qué medida y de qué manera las T.P. como instrumentos de que dispone la ciencia psicológica, han contribuido a plantear una teoría de la personalidad tal que abarque y comprenda su “estructura, dinámica y desarrollo”. Dicho de otra forma: ¿qué convierte a las T.P. en “Técnicasde Exploración y Diagnóstico Psicológico”? ¿Son ellas instrumentos idóneos para “auxiliar” la labor diagnóstica? ¿Es el diagnóstico psicológico equivalente al diagnóstico médico? ¿En qué se diferencian? En este curso ustedes. trabajarán el concepto de “psicodiagnóstico” como un concepto mucho más abarcativo y trascendente que el de T.P. A propósito, viene a cuento recordar que la palabra “Psicodiagnóstico” la empleó por primera vez Rorschach, el genial creador del método que lleva su nombre, cuando en 1921 dio a conocer su test para el estudio de la percepción y la asociación ideativa: el “Psicodiagnóstico de Rorschach”. Denominación que luego se extiende a los “métodos de verificación diagnóstica” usados dentro de una estrategia conjunta, aplicados en el marco de una sucesión relativamente breve de entrevistas, con un contrato peculiar, propio, y con un encuadre que lo diferencia, en parte, de la tarea terapéutica. A esto llamamos psicodiagnóstico. Pero permítaseme aclarar que en la administración de técnicas que exploran la personalidad de los consultantes, halla su lugar y su razón la intervención del psicólogo clínico. Hecho éste que nos lleva a reflexionar una vez más sobre el “efecto” terapéutico que el psicoadiagnóstico tiene, en primer lugar, hacia el interior del proceso mismo, como un espacio ofrecido al sujeto para ponerse en contacto con aspectos propios hasta ese momento escindidos, y que salen a la luz dentro de la cadena asociativa que se ofrece (en imágenes o ideas) como respuesta a cada estímulo en particular. Y en segundo lugar, la posibilidad de articular una pregunta sobre su “sí-mismo” que comprenda estos aspectos apartados de la consciencia o cuya conexión se alteró. En este sentido, y en muchos casos, la instancia psicodiagnóstica opera como un espacio que favorece la articulación de la demanda terapéutica, alcanzando así un lugar dentro de las prácticas de prevención. El interés del psicodiagnóstico está centrado en la variable “sujeto”, ya sea que se trate del funcionamiento individual, o “de la percepción que dicho sujeto exprese acerca de su funcionamiento intersubjetivo”. De esta manera, resultan diferenciables los conceptos de “Psicodiagnóstico y Evaluación psicológica”, a veces superpuestos. El segundo es más general y abarcativo: comprende también el estudio de las interacciones sujeto-medio, y el de las variables situacionales.4 No quisiéramos evitar, en esta presentación, el contar, como una complejidad necesaria y obligada por el despliegue de todos estos temas que transitaremos juntos, con las nuevas consideraciones acerca de las “actuales formas de subjetividad”, a las que intenta dar respuesta el nuevo paradigma científico. A tal efecto desearía compartir con uds. el pensamiento de Edgar Morin:“Si bien el siglo XX se ha caracterizado por una invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales, expulsando al sujeto, en el caso de la Psicología, ya sea para reemplazarlo por estímulos, respuestas y comportamientos, o bien para liquidar al Yo, y poner en su lugar al Ello, invirtiendo la máxima freudiana, hoy en día la pregunta por el sujeto vuelve a ocupar el centro de la escena y requiere una nueva fundamentación científica de cara al siglo XXI, una definición que dé ingreso al concepto de “autonomía”, concepto imposible de admitir en el paradigma moderno con su visión “mecanicista y determinista”. Creemos sin embargo, que esta reivindicación del sujeto, de la subjetividad, sería imposible de admitir sin una consideración del “contexto” y de la “historia”, como coordenadas ineludibles en su construcción. Así pues, presentarles a ustedes este sector del saber psicológico, “los métodos proyectivos”, nos da ocasión una vez más de abrirnos al porvenir de nuestra “ilusión” científica, la Psicología. Una Psicología que tal vez no sólo deba ocuparse del hombre, su subjetividad, sus relaciones intersubjetivas, sino también de la relación entre el hombre y el robot. En un mundo donde la incertidumbre, la indeterminación y la teoría del caos, amenazan con derrotar definitivamente la convicción causalista6 Volviendo al tema que nos ocupa: las T.P. mismas conformaron una “ilusión”: nacidas para responder a una Psicología atomística y nomotética, donde el sujeto se perdía entre estadísticas y leyes generales del comportamiento, su ambición fue la del estudio y comprensión “objetivos” de la personalidad individual, en forma global. No como una suma de rasgos o funciones sino como una “gestalten”, una estructura en desarrollo, una organización general del pensamiento, la conducta y la afectividad. Se debe a Allport (1937) el siguiente planteo: “Cabe afirmar que cada personalidad es la ley de sí misma, en el sentido de que una sola vida, si se la comprendiera plenamente, habría de revelar su propio proceso de crecimiento necesario y sistemático. El curso de cada vida es un hecho ordenado y sujeto a leyes, aun cuando (la persona) difiera de todos los demás miembros de su clase.” Abt en 1959 lanzó su propuesta para fundar una “Psicología proyectiva” que se planteaba como una superación científica, tanto del Psicoanálisis, como de la Psicología de la Conducta. Un intento de articularlo con las hipótesis expuestas a verificación de experimentos orientados a reproducir la conducta humana, plenamente aprobados por la ciencia oficial occidental. Así pues las T.P. fueron la piedra del escándalo: trataban de acercar dos maneras opuestas de pensar al hombre: una psicología nomotética, descriptiva del comportamiento común o general de los seres humanos, inscripta dentro del método experimental. Y otra, ideográfica, holística, interesada en la personalidad individual, como organización global, en desarrollo, y como escenario de fuerzas en conflicto (dinámica). A pesar de las diferencias y las posiciones extremas e irreconciliables entre las que se dividieron experimentalistas y clínicos7 muchos de los últimos pugnaron en la década del ’50, por no ser excluidos del método experimental. Al hacerlo, fundamentaron su posición en el valor del experimento natural (posfacto) tal como se presenta en la clínica. Entre ellos se hallaban los proyectivistas como Beck por ejemplo, a quien Bernstein cita en su extenso e interesante artículo sobre la existencia de dos Psicologías contrapuestas: (op. cit.) a la intención de averiguar cuánto de un rasgo tiene una persona dada (ej.: heroísmo, orgullo, humor) se debe agregar el interés por averiguar cómo son las distintas conductas de una persona y sus interacciones, el efecto de la conducta total en una personalidad particular. Y Beck añade algo más interesante aún: la nomotesis es una psicología sin sujeto, en contraposición a la ideografía “que trató de ocuparse ella misma de un algo” (op. cit., p. 55). Los proyectivistas dieron su lucha por una Psicología con sujeto encuadrada dentro del método clínico, pero fundamentada en el intento de articulación del psicoanálisis con la Psicología Experimental. Fue el caso de Bellak, por ejemplo, quien trató de validar experimentalmente el Concepto de Proyección, y por otro lado interpretarlo según la teoría psicológica del aprendizaje, como resultado trabajó un nuevo concepto; el de “Apercepción” entendiéndolo como “distorsión aperceptiva”. Dicha “distorsión” es, a su vez, producto de la influencia de la experiencia previa del mismo sujeto, quien de esta manera selecciona, recorta y dirige sus percepciones hacia conjuntos significativos en función de su historia. El concepto de “apercepción” supone pues, la influencia de la percepción “objetiva”, o “ideal”, con un resultado distorsionante. Veamos un ejemplo: Juan se ha sentido maltratado en su infancia por un padre agresivo y autoritario, contra el cual trataba infructuosamente de rebelarse. Es probable que, frente a José, que es su jefe en la empresa,reaccione anticipadamente de una manera desafiante o sometida, “reforzando” en José las propias respuestas autoritarias, o agresivas. En este caso la proyección otorga un sentido defensivo, tanto a la percepción de los estímulos actuales (órdenes de José-respuestas de Juan) como a la expresión imaginaria de los afectos displacenteros asociados a dichas ideas (contenido de la cadena asociativa). En este proceso podemos hallar: a) Un aspecto “adaptativo”: pues Juan se acomoda a una situación real, y esto es en parte función de un estímulo capaz de provocar tales conductas (no podríamos imaginar un Jefe que no dé alguna orden). Por otro lado, aclaremos que no emprendemos aquí un análisis acerca de qué tipo de adaptación es la que lleva adelante Juan. h) Un aspecto “proyectivo”: pues constituye una de las interpretaciones posibles del estímulo; y c) Un aspecto “expresivo” en la medida en que Juan interpreta su situación con su “estilo personal” (me refiero a las pautas formales expresivas de su personalidad y a las identificaciones parciales y rasgos del carácter puestos en juego). En el caso del Test de apercepción temática de Murray, por ejemplo, se ofrecen al sujeto 20 láminas con imágenes impresas que reproducen escenas de la vida cotidiana de hombres, mujeres y/o niños. Y se le pide que construya relatos, narraciones, a propósito de la interpretación que él hace de cada escena. Esa interpretación peculiar recibe el nombre de “Apercepción”, y su expresión está en el relato en el que el sujeto volcará su “estilo personal”. Las T.P. son pues, técnicas que, partiendo de estímulos perceptivos provocan la expresión de una respuesta, que es resultado de la interpretación particular que el sujeto ha dado al estímulo. Y en cada respuesta se supone que se proyecta la personalidad total del sujeto...Por todo lo expuesto, las T.P. han sido también llamadas Técnicas expresivas de la personalidad, o Técnicas interpretativas. Hemos dicho que en cada una de estas “interpretaciones” del estímulo, en cada conducta expresada en respuesta al mismo, es la personalidad toda la que se expresa, la organización total de la personalidad. Por eso, los datos o “indicadores” que se recolectan con las técnicas no son nada en sí mismos, en forma aislada, sino que su valor depende de la relación con los demás datos. La lectura de los resultados obtenidos a partir de la aplicación de técnicas proyectivas, demanda, exige, un trabajo de intuición, correlación e inferencia. De un sujeto dado, por ejemplo, puedo decir que “es valiente”, que es un hombre valiente, que la valentía es un rasgo de su carácter, (los rasgos del carácter proceden de identificaciones secundarias parciales) pero tengo que aclarar cómo es valiente, cómo demuestra o expresa su “ser valiente”, en qué cirscunstancias, en relación a quién, etc. Por ejemplo, este hombre podría tener mucho miedo de ir a la guerra a pelear, pero puede ser valiente afrontando duras circunstancias vitales, situaciones límites; enfermedades, accidentes, etc. Con datos indicadores que se parecen a ladrillos sueltos, construimos un edificio; las paredes son las hipótesis. De entre ellas vamos a recortar las llamadas “Hipótesis Diagnósticas” porque ustedes recuerdan que nuestra materia se llama así: “Teoría y técnicas de exploración y diagnóstico psicológico”. La próxima reunión que tengamos abordaremos este otro problema: a qué diagnóstico psicológico nos referimos, en qué sentido aportan a dicho diagnóstico las T. P., con qué conceptos de salud/enfermedad - normalidad/ patología nos manejamos, etc. Pero por ahora, volvamos a nuestra presentación de las T.P. y las teorías que nos sirven de cimientos. Muchos y prestigiosos autores (ej. Sami Ali) han cuestionado los resultados de la Psicología Proyectiva porque no ha logrado buenas respuestas teóricas, no alcanzó una teoría de la personalidad completa y explicativa, sino que sólo se lograron niveles descriptivos de su funcionamiento; ni tampoco las prometidas articulaciones entre los dos cuerpos teóricos arriba mencionados. Pero, parafraseando a Laplanche, cuando en un interesante seminario dictado en la ciudad de México, se planteó si era necesario “quemar” a Klein (como a las brujas en la hoguera), hoy en día deberíamos preguntarnos si todo este intento de los proyectivistas ha sido fértil y útil para avanzar en el estudio tanto de la percepción como de la proyección, de qué manera enriquecer su base teórica, y finalmente qué modelos nos dejaron para seguir pensando nuevos y más eficaces instrumentos de la Psicología. Hoy en día y gracias a ellos, podemos decir que el funcionamiento humano opera en dos sentidos, en dos dimensiones: a) una perceptiva; y b) una proyectiva. Gracias a su función perceptiva, el sujeto puede “reconocer” la estructura o la organización de una situación estímulo (incluyendo la imagen siempre que ésta preexista como parte del propio estímulo). Aquí pueden aplicarse las leyes de la Gestalt y de la Psicología de la Forma. Pero en el proceso proyectivo la cuestión no es sólo percibir (reconocer) sino, además, otorgar una organización a lo que no lo tiene, crear una imagen, una estructura. Tal es el caso del Test de Rorschach (1921), por ejemplo, y del Test de relaciones objétales de Phillipson (1955), en los que si bien el estímulo es figurativo y lo es más claramente en el segundo caso, no por ello deja de ser “ambiguo”. Todo proceso proyectivo parte de una dimensión “perceptiva consciente”. Y agrega un aspecto proyectivo contenido en la asociación de ideas, recuerdos, imágenes, que provoca el estímulo, y que se expresa en formas y contenidos peculiares, propios de cada sujeto, de su fantasía. Así pues consideramos dentro de un proceso proyectivo los siguientes elementos: La Ambigüedad de la situación estímulo. La naturaleza Perceptiva del imput. La naturaleza cognitiva de la tarea solicitada al sujeto. La implicación del sujeto en el proceso subyacente a la tarea solicitada. Sin embargo el tener seguros algunos escalones no nos da derecho a pensar que disponemos de la escalera: todavía, falta aclarar cómo se relacionan percepción, cognición y proyección, qué lugar e importancia tienen en el proceso la expresión y la capacidad creativas; y finalmente, cómo todo ello converge en las nociones más amplias de patología y normalidad. Veremos pues si a lo largo del curso podemos hechar un poco más de luz sobre estos temas tan necesarios a la fundamentación teórica de las técnicas proyectivas. Bibliografía Frank-Veccia-Celener: “El Psicodiagnóstico: alternativas en su enseñanza y su incidencia en la práctica profesional”. Ficha Depto. Publicaciones, UBA, 1990. Ley 23.277/85 (Ejercicio Profesional de la Psicología). Rapaport, D.: “Implicaciones teóricas de los procedimientos de verificación diagnóstica”, en Knight: Psiquiatría Psicoanalítica, Flormé, 1960. 4- Casullo, M. M.: Evaluación Psicológica: Dos modelos posibles, Boletín Informativo de ADEIP, Año 4 Ne 16, (Asociación Argentina de Estudio e Investigación en Psicodiagnóstico). Morin, E.: La nociótr de sujeto. Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Paidós, Buenos Aires, 1995. Discurso inaugural de las IX Jornadas Nacionales de Psicodiagnóstico y Vil Jomadas Nacionales de ADEIP. “Desafíos al Psicodiagnóstico” a cargo de la Dra. Liliana Schwartz de Scafatti. Bernstein, J.: Dos Psicologías. Psicodiagnosticar, Revista de la Asociación Argentina de Estudio e Investigación en Psicodiagnóstico Nsl, Buenos Aires, 1993. Historia y caracterización DE LAS TÉCNICAS PROYECTIVAS Relevancia de su conocimiento en el desarrollo DEL EJERCICIO PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO Teresa Ana Veccia En primer lugar quiero darles la bienvenida y desearles éxito en el desarrollo de esta cursada. Esta materia lleva el nombre de Teoría y técnicas de exploracióny diagnóstico psicológico y se encuentra dividida en dos módulos. El primero corresponde a: Tests mentales o Técnicas psicométricas y el segundo a: Técnicas proyectivas. La intención de este título general con su división data de 1985. Durante la normalización universitaria, cuando esta materia volvió a concursarse, existió el propósito de enseñar los conocimientos teóricos y técnicos básicos de las técnicas psicométricas y proyectivas, para después poder disponer de un tercer módulo de integración de estos conocimientos, dentro de la currícula de grado. Si bien esto no llegó a concretarse formalmente, la posición tradicional adoptada por este equipo de cátedra ha sido siempre la de considerar, siguiendo la línea de David Rapaport, que la pretendida objetividad de los procedimientos de verificación diagnóstica, sólo podría alcanzarse con la utilización conjunta y ponderadamente estrategiada, de distintas pruebas, reuniéndolas en una batería común. Dicha selección debería contar con criterios científicos que respalden la práctica, fundamentos teóricos adecuados y actualizados que le permitan al profesional dirimir cuáles técnicas usar para cada sujeto, o grupo de sujetos en particular, y de acuerdo a las características también particulares que definen la situación crítica planteada en relación a la demanda del psicodiagnóstico (contexto y texto de la demanda). Las T.P. tienen su auge en las décadas del ’50 y del ’60, a partir de los enunciados y postulados básicos de la Psicología Proyectiva que fue fundada en EE.UU., y cuenta entre sus representantes destacados a Murray (creador del Test de Apercepción Temática), Rapaport, Frank, Bellak, etc. Este movimiento levantó sus banderas de protesta contra el experimentalismo vigente y el conductismo, postulando la necesidad de una comprensión global, holística de la personalidad, tanto desde el punto de vista de su expresión y funcionamiento manifiesto, como de sus motivaciones inconscientes. Constituyó un intento por articular las observaciones y descripciones de la conducta, que había hecho la Teoría del aprendizaje, con ciertos postulados básicos del Psicoanálisis, en referencia al funcionamiento del aparato psíquico, a sus psicodinamismos. En este sentido es de destacar la obra escrita por David Rapaport hacia comienzos de la década del ’70: El psicoanálisis y la Teoría del pensar, obra guiada por la ambición de construir una teoría psicoanalítica de la conciencia y del pensamiento, hasta ese momento abandonada al Conductismo. Así las T.P. llegaron a ser instrumentos auxiliares considerados útiles para los procesos de verificación diagnóstica, complementando a través de sus investigaciones sobre segmentos estandarizados de la conducta, el estudio exploratorio y más artesanal que corresponde a las entrevistas psicológicas preliminares, con fines diagnósticos. Conviene, pues, dejar planteado desde el inicio que nuestra posición como cátedra sigue la línea señalada por Rapaport: “Esta- mos convencidos de que ninguna técnica o test por sí mismo resuelve una evaluación psicológica, sea cual sea el área de aplicación desde donde se formule la demanda". Por otro lado, conviene adelantar que las T.P. muestran una polémica ubicación dentro del paradigma científico neopositivista que ha sostenido la hegemonía en el terreno de la investigación en ciencias sociales. Ellas tienen menos posibilidades de ser respaldadas por la ciencia estadística para tornarse más objetivas y científicas según la opinión de ciertos autores. Es decir que, aparentemente, sufren el embate de dos frentes opositores: por un lado los requerimientos de medida y mayor predictibilidad, y por otro, la idea que caracteriza a ciertos sectores del pensamiento psicoanalítico de que su aplicación e interpretación deforma y tergiversa el pensamiento psicoanalítico puro. Todo este panorama se contradice con su sostenida utilización, a pesar de las oscilaciones propias de las épocas y las vanguardias intelectuales, desde la década del ’50, tanto en los centros de producción científica internacionales como nacionales. (Aquí en mucho menor medida pues la investigación en Psicología está muy atrasada). En nuestro país, la ley de Ejercicio Profesional del psicólogo establece el uso de instrumentos propios de la Psicología en cualquiera de las áreas de incumbencia profesional (clínica, educacional, laboral y forense). Y los instrumentos auxiliares con que contamos hasta hoy los psicólogos, para explorar, describir y diagnosticar, son las Técnicas psicométricas, objetivas y proyectivas de personalidad. Durante este cuatrimestre (que en rigor termina siendo un trimestre debido a los feriados e interrupciones del ciclo lectivo) trataremos de transmitirles tanto los supuestos teóricos que enmarcan el trabajo con técnicas proyectivas, como cuanto los saberes acumulados a través de la experiencia profesional en la correcta administración y lectura de los resultados obtenidos por medio de ellas. Si bien todos los docentes que formamos este equipo de cátedra tenemos en común la experiencia primeramente acumulada en el área clínica, también es cierto que hemos hecho desarrollos paralelos tanto en el área educacional, como forense o laboral. Por eso todos los ejemplos y casuística presentada tomarán siempre en cuenta la variada problemática emanada de las distintas áreas de incumbencia profesional. Me interesa además destacar, dentro de este panorama general de presentación de la materia, dos posiciones que forman parte del consenso logrado en nuestro trabajo como equipo durante estos diez años. La primera se refiere a la prioridad que conferimos a la transmisión en el aula de todos los aspectos que hacen al ejercicio de rol profesional. Sabemos que una técnica vale lo que vale quien la administra y, que, al decir de Phillipson, autor del Test de Relaciones Objétales que ustedes verán en la cursada, es el Psicólogo mismo quien opera como el estímulo más inestructurado, provocando como respuesta un proceso proyectivo por parte del sujeto. Las técnicas, los tests, son caminos indirectos, pero el campo fundamental de investigación clínica se estructura en la Entrevista, en el diálogo abierto entre entrevistado y entrevistador. En segundo lugar nos interesa acompañarlos en el aprendizaje de la difícil tarea de formular juicios clínicos sólidos, válidos y bien fundamentados, basados en evidencia suficiente. A la vez que poder volcarlos en la letra escrita cuando son requeridos los informes psicológicos en las distintas ocasiones que la práctica produce, por ejemplo: Informes periciales, educacionales, laborales, etc. Nos parece de máxima importancia comenzar con el entrenamiento básico consistente, no sólo en formular los juicios clínicos adecuados basados en la clasificación de indicadores que vamos encontrando en las respuestas proyectivas, sino también en la capacidad de transmitir por escrito nuestras comprensiones de una manera clara, inteligible y coherente para nuestros interlocutores psicólogos y para todo otro interlocutor presente en tos intercambios interdisciplinarios. Durante mucho tiempo hemos visto llenarse cajones y archivos de informes psicológicos empobrecidos, rutinarios, generalizadores u oscuramente tecnicistas que no hacen sino perjudicar la imagen del psicólogo psicodiagnosticador frente a sus pares, y frente al resto de los profesionales ajenos a nuestra disciplina. Es hora de modificar cierto hábito aprendido acerca de que es solamente válida e importante la comunicación verbal de nuestras comprensiones. Es necesario aprender ya desde este estadio de la formación de grado la mejor manera de hacerlo también por escrito. Para ese entre otros beneficios, es que sirve el entrenamiento en la presentación de la batería psicodiagnóstica, la cual tendrá una doble evaluación: por parte de losdocentes a cargo de las comisiones, por parte de los jefes de trabajos prácticos con el fin de aumentar la confiabilidad de los criterios de corrección. A continuación me gustaría compartir con ustedes un breve recorrido acerca de la historia de esta cátedra, que se halla fuertemente conectada tanto con la historia de la propia facultad de Psicología y el desarrollo del ejercicio profesional del Psicólogo, como con la historia de las mismas Técnicas Proyectivas y su desarrollo en nuestro país. En setiembre de 1988 y bajo la coordinación de la Lic. Renata Frank de Verthely, entonces titular del equipo de cátedra al que pertenezco, la Lic. Graciela Celener y quien les habla trabajamos en conjunto para enviar a las Jornadas Nacionales de Psicodiagnóstico, que se desarrollaban en Tucumán, un reporte escrito acerca del panorama pasado y presente de las T.P. en la currícula universitaria. En dicho trabajo mostrábamos cómo la enseñanza de las T.P. había oscilado entre momentos de jerarquización y desjerarquización, reflejando tanto el atravesamiento de distintas líneas teóricas como las vicisitudes y dificultades en el ejercicio del rol profesional. Nuestro equipo de cátedra, constituido a partir de la convocatoria de la Lie. Renata Frank, se estrenó en 1986 en una Facultad de Psicología dominada por la transmisión del Psicoanálisis Lacaniano, con una extraordinaria cantidad de alumnos, que convertían nuestros seminarios y talleres obligatoriamente en clases magistrales, y en un contexto bullicioso e ilusionado, contagiado de la alegría propia del renacer democrático. Todo se nos cuestionaba. La materia era recelada por la mayoría de los alumnos, criticada la extensión de su bibliografía y el lenguaje que usábamos, que era denostado como empirista y contrapuesto permanentemente al psicoanálisis estructuralista. Trabajamos intensamente para aclarar malentendidos, poner discriminaciones donde no existían y permeabilizar nuestra capacidad de repensar, críticamente, una y otra vez, de qué se trataba aquello que enseñábamos. Como todo tiempo de desafío y lucha, quedó inscripto en nuestra memoria como una batalla sino ganada, por lo menos empatada. Creo que el eje que permitió tal éxito en escasos cuatro años (me refiero al período '86-’90) se centró en: La concepción de la Evaluación Psicológica como categoría más amplia, dentro de la cual quedaban subsumidas las T.P. y las T. Psicométricas, como auxiliares para la toma de decisiones; el rol profesional entendido en su variante de consulta y asesoramiento y el estudio de las características distintivas de dicho rol en las diferentes áreas de incumbencia: clínica, laboral, educacional y forense. Se recuperaba así en la enseñanza el enfoque propuesto por Ocampo-Arzeno, que consideraban al diagnóstico como un proceso y delimitaban el campo y el rol del psicólogo, diferenciándolo del testista y del psicoanalista. En aquel momento, se pusieron de relieve los aspectos transferenciales jugados tanto en las entrevistas preliminares como en aquellas orientadas a la administración de tests. El psicodiagnóstico era considerado esencial en el área clínica, realizándose de rutina en casi todos los servicios, a la vez que preparaba para la salida laboral. La materia era cuatrimestral, pero se incluía un segundo nivel (Técnicas II), en el cual el alumno aprendía los cuadros psicopatológicos desde un enfoque dinámico y cumplía con una pasantía en diversos hospitales. La reseña no debe llevar al olvido que en el período 1973-1974 la preocupación, en cambio, se centraba en la atención comunitaria y las T.P. -de aplicación esencialmente individual-, con su mira puesta en el sujeto, quedaron relegadas. Los contratos a los docentes no fueron renovados y éstos se dispersaron hacia universidades privadas. El psicodiagnóstico quedó así desacreditado como tarea. Cuando la materia se concursa, finalmente, en 1985, aparece en el nuevo plan como Teoría y Técnicas de Exploración y Diagnóstico Psicológico, intentando una concepción más amplia, que sin embargo no se logra en la práctica pues se dividió en dos módulos cuatrimestrales: Psicométricas y Proyectivas, sin una verdadera integración. La UBA quedó en comparación con otras universidades privadas asignándole un lugar mucho más restringido a la enseñanza del psicodiagnóstico. No sólo porque la materia era cuatrimestral, sino porque el perfil del psicólogo -jerarquizado hasta el presente- puso a la tarea terapéutica, y dentro de ella al enfoque psicoanalítico, por sobre la evaluación. Y a la clínica, por sobre las otras áreas, prácticamente desconocidas para los estudiantes. La identidad del psicólogo quedó, de esta manera, desdibujada. Y los estudiantes fueron recibiendo un título que no reflejaba aquello para lo cual eran predominantemente entrenados. Por otro lado, el ataque al concepto mismo de Psicología, realizado por muchas cátedras, convertía a toda praxis que no fuera la del psicoanálisis en un accionar despreciable e inútil. Si bien por nuestra parte no deseábamos una vuelta a la idealización de las técnicas, aceptábamos que muchas críticas sobre el mal uso de las mismas y el exceso del diagnóstico, como filtro o rutina en las escuelas y los centros asistenciales, eran y siguen siendo pertinentes, lo cual originó el destierro de la evaluación en muchos de ellos. Los profesionales necesitados de una inserción laboral, pero deficitariamente entrenados en el uso científico y ético de las tareas del diagnóstico, aceptaron muchas veces los puestos de trabajo, entrando inmediatamente en conflicto con sus propias creencias y desvalorizando las técnicas a través de informes empobrecidos, o generalizadores o rutinarios, que no resultan eficaces ni operativos. Afortunadamente, a partir de 1984, la creación de la Dirección de investigaciones”, incluyó entre las áreas de interés prioritario la investigación clínica, que abarcaba desde la puesta a punto de instrumentos de indagación diagnóstica hasta la investigación de distintos cuadros nosográficos, seguimiento de pacientes en instituciones y el estudio de las configuraciones psicológicas asociadas a enfermedades orgánicas. Los proyectos de investigación promovidos desde la facultad en el marco de la actualización curricular emprendida, apuntaron por otro lado a modificar el perfil del psicólogo de modo que en su formación intervenga el estudio de su inserción en las instituciones de la comunidad a través de una actividad interdisciplinaria, de prevención y promoción de la salud comunitaria, que complemente el perfil actual, predominantemente asistencial. A tal fin se puso en marcha en 1989 el Programa Avellaneda, que comprendía proyectos de investigación centrado en la epidemiología psicosocial y la psicología comunitaria. La pregunta, entonces, es: ¿Dónde se ubicarán en este nuevo devenir los T.P. y el proceso psicodiagnóstico? En realidad, el interrogante con que terminábamos aquel trabajo en 1988, que mencioné al comienzo, era muy parecido: ¿qué función le cabe a la evaluación psicológica en la modificación curricular? ¿Qué incidencia tendrá en la docencia y en el prestigio de las técnicas? Tenemos pues que esta confrontación no es nueva. De la mano del interés y la legítima aspiración a incorporar nociones tales como salud comunitaria, prevención, epidemiología, etc., suele aparecer una actitud de reacción y protesta frente al marco psicoanalítico todo y al método clínico en particular, que amenaza con ser tan intransigente como su polo opuesto. De este modo vuelven a aparecer polémicas ya superadas, tales como objetivo versus subjetivo, racionalidad versus irracionalidad, ideo- gráfico versus nomotético, etc. Resucita el dato observable, pero esta vez acompañado por una nueva teoría de la medición. Se pretende dignificar la totalidad de los instrumentos psicológicos con la varitamágica de la estadística. Los nuevos aires parecen desestimar cada vez más aquel concepto de psicodiagnóstico como proceso, que ocurre también en una escena latente, inconsciente, marcada por la fantasía transferencial que circula entre un entrevistador, “la mancha más inestructurada" al decir de Phillipson, un entrevistado y los estímulos presentados. El Rorschach sobreviviría, pero sólo porque permite cierta cuantificación y el análisis multivariado. Los instrumentos valen en tanto demuestren, pues, sus cualidades psicométricas. El énfasis se pondrá en realizar diagnósticos con criterios de validez internacional, al estilo del DSM. El Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM) es una clasificación empírica que se ha dado la Psiquiatría para optimizar sus diagnósticos. Consiste en una agrupación de signos y síntomas que considera la evolución del paciente. Su aparición marcó una ruptura con las clasificaciones anteriores porque permite que una persona sea ubicada simultáneamente en varios casilleros de la nosografía, no en uno u otro, en forma excluyente. Uno de los problemas mayores al investigar la personalidad individual es el de cómo evaluarla y clasificarla, porque un individuo puede tener más de un desorden de personalidad cuando se usan estos diagnósticos por categorías. Así lo señaló O. Kernberg en su crítica al DSM III al plantear que sólo ofrecía criterios conductuales y no rasgos de personalidad basados en la organización psicológica intrapsíquica. Ejemplificó su planteo con el caso del desorden antisocial. El DSM III pone demasiado énfasis en la conducta criminal y se olvida de los rasgos psicopáticos, lo cual muchas veces lleva a equivocar el diagnóstico. Según este autor, el DSM III sería una clasificación de alta sensibilidad pero de especificidad baja. Considero de fundamental importancia para la psicología y los psicólogos la investigación con miras a desarrollar una teoría de la salud que no esté en mora con relación a la enfermedad. Y considero también que la construcción de instrumentos idóneos en ese campo, debe contar con el manejo sistematizado de datos cuanti y cualitativos. En el dominio del psicodiagnóstico y sus instrumentos auxiliares, las T.P., lo que se produce es un atravesamiento o conocimiento que un sujeto sobre un todo. Intentamos entonces conocer y distinguir configuraciones estructurales del psiquismo del sujeto, de sus relaciones de objeto, sus vínculos, sus interacciones y sus instituciones. Debemos para ello profundizar permanentemente en los paradigmas científicos que enmarcan nuestra labor profesional, la concepción antropológica que nos guía y continuar la búsqueda de modelos que enriquezcan nuestra comprensión de la realidad psíquica en relación a los nuevos desafíos impuestos por los vertiginosos cambios culturales y sociales. Es imperioso para estudiantes de Psicología, que conozcan y se adentren en las crisis contemporáneas de su ciencia, que se hallan íntimamente conectadas a su vez con las crisis de las demás ciencias, y con la pregunta por el futuro del hombre. Para ello deben comprometerse con la investigación y mantener un espíritu crítico y autocrítico. Bibliografía Aabt, L.E. y Bellak, K.L.: Psicologíaproyectíva, Paidós, Buenos Aires, 1967. Rapaport, D.: E! modelo psicoanalítico, la teoría del perisamiento y las técnicas proyectivas, Horme, Buenos Aires, 1978. 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