Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Cirugía de la parálisis facial 1021 tados en cuanto a fuerza, pero de las importantes sinquinesias faciobraquiales que se asocian clási- camente a la anastomosis espinal accesoria-facial. Si bien estas alteraciones funcionales son también frecuentes luego de la anastomosis hipogloso-facial, como se mencionara, estas son menos evidentes, a comparación con las que se asocian al empleo del nervio espinal como dador de axones. 14, 20, 23 Tal vez la explicación a este hecho radique en la cercanía relativa entre las neuronas corticales que inervan la cara y la lengua, lo que facilitaría su reeducación cruzada en detrimento de las del hombro, más lejanas anatómica y funcionalmente. Ebersold 6, en una serie de 25 pacientes en los que se efectuó una anastomosis espinal accesorio-facial, presenta 14 de ellos como favorables (63%). Sin embar- go, los autores no describen el grado de sinquinesias posoperatorias en sus pacientes, aunque mencionan la existencia de reinervación cruzada. Asimismo, mini- mizan la morbilidad de la sección del espinal a nivel de la funcionalidad del hombro. El estudio anatómico de Poe et al. 22 analiza la anatomía de las ramas terminales del nervio espinal a nivel del músculo esternocleidomastoideo, y su- giere la utilización parcial del nervio como dador de axones. Este estudio no se correlaciona con grandes series, ya que a la fecha sólo Grebie, en tres casos 11, muestra la aplicación de estos conceptos. Es dudosa la justificación de esta técnica asumiendo que, como se ha dicho, el problema de la anastomosis espinal- accesorio-facial no es la morbilidad espinal sino la inervación cruzada que provoca sinquinesias. Variantes de la anastomosis hipogloso-facial En la última década, diversas técnicas novedosas han sido descritas con el objetivo de minimizar la mayor morbilidad que presenta la anastomosis hipogloso- facial, que es la sección del nervio hipogloso y las consecuencias deglutorias y fonatorias descritas an- teriormente. El número de axones que posee un nervio hipogloso normal, de 9 778 ± 1 516 2, es superior a los que posee un nervio facial normal (7 228 ± 950) y sensiblemente superior a un nervio facial lesionado o atrófico. Es por ello que, en teoría, con la sección de sólo parte del hipogloso, y no de la totalidad del nervio, sería suficiente para lograr una buena reinervación facial. El problema que se plantea es que si la sección del hipogloso no es completa, no se puede movilizar a este nervio para llegar al cabo distal del facial, como se hace en la técnica clásica. Es por ello que diversos métodos de unión, como la movilización del facial o el empleo de injertos son utilizados con el fin de efectuar una anastomosis sin tensión. Un estudio anatómico de reciente publicación analiza las diferentes opciones quirúrgicas 4, con el objeto de cuantificar la exposición requerida de cada nervio y precisar técnicamente los diferentes métodos. May 18 describe en un principio la técnica de utili- zar un injerto entre el nervio facial y la sección parcial del hipogloso (Figura 98.5 a), en la que se observaron 3 casos de atrofia de hemilengua sobre un total de 20 analizados. Cusimano 5 y Manni 16 amplían la experiencia con esta técnica con similares resultados. Figura 98.5 a: Parálisis facial en reposo luego de una cirugía de resección de un tumor de base de cráneo y fosa posterior. b: Mala oclusión palpebral. c: Luego de una anastomosis hipogloso-facial con la técnica de Sawamura, la paciente recupera la movilidad activa de la cara previamente afectada. d: Recuperación del cierre palpebral. e y f: Preservación de la movilidad lingual a d b e c f
Compartir