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El tesoro de la memoria 81 que en realidad no experimentamos, es decir, no ocurrieron en nuestra vida, por lo que re- cordar eso es más complicado que recordar nuestra primera cita. Sobre todo porque es más fácil recordar lo que tiene relevancia y significado para nosotros. Esto también ex- plica, en parte, por qué es más fácil recordar esa primera cita aunque haya sido hace varios años, que dónde puse las llaves hace cinco minutos. Además de que es más importante emocionalmente la primera cita que el sitio donde coloqué las llaves, este segundo acto que debo recordar es de la vida cotidiana y se vuelve automático, por lo tanto es más difícil hacerlo consciente, pero si tengo el hábito de dejarlas siempre en el mismo sitio, basta con ir a revisar ese sitio y seguro ahí estarán, aun- que yo no recuerde haberlas dejado ahí, esto es porque se ha convertido en un movimiento automático, esta memoria de tipo procedi- mental es la que más persiste. El problema surge cuando por alguna razón hemos inte- rrumpido ese patrón motor de dejar las llaves en su sitio y las dejamos botadas por algún lugar extraño de la casa. Entonces, la tarea de buscarlas se vuelve toda una odisea, donde los
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